Recreando un partido memorable...

Aquella noche, ya casi convirtiéndose en un rito, me dirigí a sobrevolar los terrenos de la universidad, la noche estaba tranquila a pesar de que la luna se encontraba cubierta de nubes oscuras que presagiaban lluvia torrencial, no me preocupe, el aroma de la lluvia era perfecto, y sentirla chocar sobre cada poro de mi piel. Eso, la lluvia, era el único clima que siempre me había puesto de un humor excelente y si no me equivocaba hoy duraría por lo menos hasta las primeras luces. Aspire el aroma una vez más antes de salir montada en mi escoba, no había modo de que algo me hiciera deprimirme aquí arriba.

Decaí luego de aquel encuentro con Lucian, no pude desahogarme como quise, el llanto no surtía en mí el mismo efecto que lo haría en otra persona, solo me hacía sentirme débil e incapaz y no eran cosas que fueran compatibles conmigo. Así que pensé en Liza, en el tío Dom, incluso en cómo le iría todo a Bojan ahora. Todo inútil hasta que llegue a los trabajos que me esperaban sobre el escritorio. Me extenúe con el trabajo al punto en que Emma tuvo que sacarme de la habitación, con escoba en mano.

Fui al campo de quodpot, él dijo que volaba seguido también, pero dudo que lo haga a estas horas y aunque el juego nunca ha sido mi preferido no puedo evitar recordar cuando venía a las gradas solo por verlo jugar, descendí sobre la grada en la que comúnmente me sentaba, el simple hecho de sentarme en ese sitio me hizo revivir tantos momentos que cuando menos me di cuenta estaba sonriendo como si viera a Lucian, porque de hecho lo veía, producto de mis recuerdos. Una multitud rodeándome, aclamando por fraternidades, él, uno de los favoritos y se pavoneaba mientras estaba en el campo, yo siempre le rodaba la mirada antes de sonreírle y articular un ‘es todo tuyo’ el partido y mi corazón.


Sonreí para mí de nuevo y me sorprendí al notar que mi recuerdo no era el único presente, alguien estaba en el campo entrenando a estas horas.

Pese a que el clima no estaba ayudando mucho, el animago decidió salir a pasear un rato en la escoba. El desempeño que había tenido en el último partido de quodpot había sido bastante lamentable, por más que se había esforzado no había podido capturar la snitch y eso hizo que pusiera mucho más ahínco en sus prácticas oficiales así como en las que no tenía supervisión. Salió de su habitación de una forma tranquila, el aire corría fresco y aquellas oscuras nubes evitaban que la luna brillara en todo su esplendor.


Gustaba de ir solo por las noches, así se daba el tiempo de despejar su mente, de liberarse de cualquier presión que tuviera encima. A penas salió del edificio de la fraternidad y se montó en su escoba para llegar hasta el campo. Al llegar dio un par de vueltas de calentamiento y luego comenzó a hacer piruetas en forma de “S” necesitaba controlar mejor las curvas de la izquierda, pues sentía que eso era lo que le estaba fallando.

Pensaba en muchas cosas, en Laise y en su madre, incluso en su primo Arjen que había llegado cuando más lo necesitaban. Realmente él era muy separado de los Den Adel alemanes pero le profesaba un particular cariño a Laise pues le recordaba mucho a su hermana Elle. También pensaba en Mel, desde que se la había encontrado en el hospital no pasaba ni un solo día en el que su rostro no se aparecía entre su mente, a veces era muy peligroso por que dejaba de hacer todo por contemplar ese bello recuerdo.

Volaba de frente cuando de pronto se topo con alguien que también utilizaba el campo para volar, lo curioso es que era muy tarde, se suponía que todos debían estar en sus dormitorios. Lucian se acercó mucho más y paró en seco, hasta parecía que la había llamado con la mente, aquella persona era nada más y nada menos que Mel Bratcher.

Ni lo evite, ni me evito, solo nos quedamos ahí, suspendidos, mirándonos fijamente, me di cuenta de que mantuve la boca abierta desde que lo vi, por lo que la cerré endureciendo mi expresión, debí imaginar que cabía la posibilidad de encontrármelo. Le mantuve la vista, no decíamos nada pero sentía en el aire las palabras pugnando por librarse de nuestros labios o quizá solo era la presión que hacían mis pensamientos por salir de mi garganta con mi voz. Volé hacia su dirección, pero pasando por un lado, cruzando más de cerca nuestras miradas y sintiendo el vello erizarse bajo el leve viento que presagiaba a la lluvia.
 
Me detuve una vez que estuve a su lado, debatiéndome seriamente entre marcharme o quedarme un rato, ya él se había enterado que mantenía vivos mis sentimientos hacia su persona pero aun ahora yo no vi indicios de que quisiera volver a mi lado de esa forma. Yo y mis tontas esperanzas de que lo hiciera, no seré yo quien dé el paso porque todo indica que soy la única que tiene esta maraña de sentimientos dentro de sí.
 

No sabía que los jugadores entrenaban tan tarde, una disculpa por la intromisión Incline la cabeza en una muda despedida mientras dirijo mi escoba al pasto bajo nosotros, saldría de aquí a pie, a ver si la lluvia me alcazaba aunque, mi verdadera intención era quedarme oculta y observarlo un rato antes de volver a los dormitorios, no creo que me pida quedarme después de todo.

Ver a Mel le provocó una sonrisa, no pensaba que ella también utilizaba el campo para volar a esas horas, Lucian recordó que había mencionado que gustaba de pasear por el campus pero él creía que a horas más decentes, donde no tuviera la intención de bajarla de la escoba y tomarla ahí, en el pasto verde y fresco del campo. Se quedó mirándola como idiota por algunos segundos, cuando ella se colocó a su lado, cruzó la pierna para sentarse frente a ella, Lucian tenía un excelente control de la escoba y sentido del equilibrio, eso no significaba ninguna clase de problema para él.

-No, es solo que yo…- No le dio tiempo de poderse explicar correctamente, ella había bajado su escoba al punto de rozar el suelo, con el afán de pisar tierra y retirarse. Lucian no lo pensó dos veces y también bajó la punta de la escoba con cierta maestría desde la posición en la que estaba y bajó de ella en el aire, trotando y adelantándose lo suficiente para impedirle el paso a la chica.

A penas se acercó lo suficiente la tomó del brazo y la bajó para lograr capturarla mediante un abrazo, luego se separó de ella bastante apenado, seguía siendo un estúpido impulsivo que no pensaba en sus acciones, pese a que había estado trabajando arduamente por controlar su temperamento, aún poseía rasgos que evitaban que fuera una persona con un carácter templado.

-No te vayas! Podemos compartir el campo si quieres, prometo no ser una molestia- se giró para ver al primer relámpago que se atisbaba en lo alto del cielo. Tragó saliva y exhaló pesadamente, cuando era pequeño le tenía un pánico horrible a los truenos y a los rayos, ahora ya un poco mayor pues ya no corría a ocultarse bajo la cama de su madre, ahora solamente se ponía nervioso. Seguido del primer rayo, le siguieron algunos otros y con ellos las primeras gotas de lluvia. El agua fría le caló hasta los huesos pero no se iba a mover de ahí, usaría cualquier excusa por más barata que fuese para poder pasar tiempo con ella.

Baje mordiéndome los labios de pura represión, Lucian siempre sabia como lucir mas que bien montado en su escoba, es un verdadero milagro que no me le haya echado encima como colegiala hormonal, por otro lado es bueno saber que aun me despierta las hormonas en esta intensidad, una cosa mas en que trabajar para que no me cause problemas.
Sin embargo fue su tacto cuando me tomo entre brazos para bajarme de la escoba, lo que me hizo saber que era una de esas cosas casi imposibles de eliminar, me provocó chispas, chispas que encendieron una mecha que explotaría indudablemente si mantenía el contacto mas tiempo del necesario. No replique cuando me bajo al pasto, ni siquiera pude decir algo cuando se alejo. Odiaba tener que haberme hecho adicta a su tacto, ansiar mas de el ahora mismo..

No es eso idiota bufé molesta de que creyera que me era molesto de algún modo Estas entrenando, no quiero interrumpir, es todo Mire sonrojada a otro sitio antes de ver el primer relámpago, sentí un fuego viejo renacer en mis entrañas, lluvia, una muy fuerte, fría, deliciosa, me sentí a punto de recibir el mejor obsequio del día, y no me decepciono, fue poco lo que tarde en ver y luego sentir las gotas resbalar por mi piel expuesta, abrí los brazos srecibindola como a un ser querido que se ha extrañado mucho.

Lo mire con una mueca de satisfacción pero me percate de esa que tenía él, como si estuviese aguantando un vomito, me acerque a Lucian, le acaricie el rostro para que me mirase y le hice una seña con la cabeza, señalando los vestidores, estaban cerrados pero aun quedaba ese techado donde los jugadores olvidaban los nervios y montaban sus escobas.

El agua de la lluvia estaba fría y la intensidad de los relámpagos no ayudaban mucho a que se calmara, no debía mostrar temor, lo había superado con creces no era posible que ahora de un momento a otro sus piernas temblaran al primer espectáculo de luces nocturnas. En esos momentos se quiso refugiar en Mel, en sus brazos, en el calor de su cuerpo, en las caricias que le hacían perder la cordura pero solo lo vio como algo muy lejano, con nostalgia, con la sensación de que ya nunca podría ser.

-No estaba entrenando, solo paseaba, tenía muchas cosas en la mente…-”Como tú por ejemplo” no terminó la frase cuando vio a Mel abrir los brazos, recibiendo las gotas de lluvia primeriza para luego esperar a que el torrente cayera junto a demás truenos. Recordó con una sonrisa lo mucho que le gustaba la lluvia a la pelirroja, según sus memorias le había dicho que sentía que todo lo malo se lavaba y que al terminar se sentía como una persona nueva. Lucian no comprendió muy bien a que se refería pero ahora comenzaba a entender.

El tacto cálido de Mel en su rostro le hizo sentir una descarga que solo pudo claudicar mediante un salto en su pecho. No tenía que ser muy listo para percibir que era lo que quería ella con ese gesto. Le tomó la mano y corrió hacia donde yacían las escobas de entrenamiento, sin soltar su escoba. Al llegar arrojó la escoba al suelo y de pronto la tomó del mentón con ambas manos y la besó. No coordinó lo que su mente le pedía que hiciera y lo que su corazón le exigía, Lucian Den Adel estaba basado en impulsos, en instinto que muchas veces lo habían metido en problemas pero que en otras lo hacían experimentar sensaciones como esa.

Me deje llevar sin dejar mi escoa atrás, deseando que Lucian fuese un poco mas lento para disfrutar mas la lluvia, aunque me pesaría menos abandonar a mi vieja amiga si con eso él se sentía mejor, llegamos donde el techo nos cubría y las gotas sonaban contra la construcción, era el sonido amortiguado, quise mirar atrás, hacia afuera pero su contacto me puso alerta y tarde me di cuenta su intención, solté la escoba, coloque mis manos en su pecho para empujarle, pero me tenia ceñida por la cintura, me mantuvo firme a él a pesar de mi fuerza por separarnos.

Me sentí mareada por Lucian, su aroma combinado con la lluvia se volvió exquisito, casi irresistible, fue como nadar en una fosa llena de algún alucinógeno muggle, pude haber cedido a cualquier cosa si no fuera porque un trueno me trajo de vuelta, separe mis labios de los suyos trastabillando hacia atrás con brusquedad.

¿Que carajo te sucede? Grite en un hilo de voz chillón, el rostro me arde y me siento aun mareada de gozo, pero no podía permitirle acercamientos así, yo debía olvidar y él, Lucian a que estaba jugando? Me cubrí la boca, no por temor a que lo hiciera de nuevo, sino a que notara el gusto de mis labios al ser saboreados de ese modo una vez mas.

Me aleje unos pasos del Alpha, me senté en la esquina mas cercana a la lluvia, me salpicaban unas gotas y el sonido no estaba tan amortiguado ahí, esperaba algo, mi cuerpo, porque yo no tenia la menor idea de que me hacia quedarme, Lucian por supuesto, su mirada bajo la lluvia me había hecho sentir algo protector, querer abrazarlo y hacerle saber que en este mundo nada le podía hacer daño mientras estuviese yo para cuidarle, entonces comprendí lo que mi cuerpo ansiaba, ansiaba estrechar lo y reconfortarle, alejar cualquier temor de su corazón.

Realmente no sabía por que lo había hecho, no…mentía, descaradamente, sabía perfectamente la razón, la quería a ella, estrecharla entre sus brazos, besarla hasta el cansancio, olvidarse de lo que alguna vez se dijeron. Se sintió impotente cuando ella se retiró de él para irse a sentar lejos de él, en una esquina oscura que solo era iluminada por los tonos azules y púrpuras de los rayos. El sonido de la lluvia dificultaba que se lograran oir sus voces, debía levantar un poco la voz para que pudiera ser escuchado.

-Que no soporto esto, que te necesito de vuelta en mi vida, eso es lo que carajo me pasa- dijo el animago mientras caminaba en un movimiento violento para acercarse a ella, hincarse y volver a besarla. Seguía rigiéndose a base de impulsos primarios, poco a poco se daba cuenta él mismo que por más que intentara ser un ser racional por completo, jamás lo sería.

Temblaba por el frío de la lluvia y por las ganas de poseerla ahí mismo, si ella no lo detenía, lo terminaría haciendo. El esperaba por los dioses que no se le ocurriera la idea de cesar todo aquello por que sabía que ella también temblaba de ganas, temblaba por estar con él, lo sentía en sus entrañas, en sus huesos, sobre todo en su corazón.

-No me apartes de tu lado, por favor-

Tal vez fue la urgencia de sus actos, quizá esa mirada o simplemente mis deseos mas guardados se habían dejado ir ante lo dicho, ante un segundo asalto a mi boca, ante esos sentimientos y deseos que aun despertaba Lucian en mi. Cualquiera que hubiese sido la razón, no lo alejaría mas, sin embargo mi corazón se sobrecogió, no quería hacer el amor con él, por mas que mi cuerpo covulsionara de ganas, por mas que mis manos estuviesen a solo un impulso de arrojarse a sus negros cabellos, yo quería abrazarlo, mantenerlo tan pegado a mi que esass ganas indudablemente vencerían mi raciocinio y terminaría entregándome al ojiazul de nuevo, como antes.

Negué con la cabeza mientras su aroma me embargaba de nueva cuenta, volviéndome un poco menos racional que minutos atrás, me cubrí los ojos con las manos, ocultando mi rostro de Lucian, no quiero alejarlo de ninguna manera, quiero estar con él de nuevo, me da miedo a pesar de ello, me da mucho miedo que todo pase exactamente igual que antes, Lucian permanecía en cuclillas frente a mi así que solo incline mi peso hacia él y me refugie en su pecho, soltando la de lágrimas que no pararían de salir esta vez con un poco de autocompasion.

Yo también te quiero de vuelta, pero no entiendes... no entenderías este dolor provocado por el miedo de repetir lo vivido, me afectas demasiado profundo Lucian, no podre sobrevivir dos veces al mismo dolor y acabe siendo yo la que busco el consuelo de sus brazos, cuando lo que quería era justo lo contrario, por la lluvia quise ser quien lo confortará, por mis temores era él quien prestaba su hombro a mis lágrimas en una noche de lluvia torrencial, que demencia.

La sintió en su pecho, con necesidad en sus palabras y un amor que sintió que podía tocar. La abrazó fuerte, no quería soltarla, si por el animago fuera la llevaría consigo a todos los lados, jamás se apartaría de ella. No se concebía de otra forma, solo que había situaciones en la vida que uno no podía controlar y que nos hacen madurar, de una forma y otra. Ellos terminaron por un malentendido, una trampa puesta por una chica cuyo objetivo fue precisamente ese. Lucian se culpó por no haber luchado más, por permitir que la separaran de Mel de una forma sencilla y fácil. Ahora no sería así, lo juraba por toda la magia, haría todo lo que estuviera en sus manos y un poco más por que ella se quedara a su lado para siempre.

-No quiero que sobrevivas, quiero que VIVAS a mi lado…- Buscó sus labios y los besó con ternura. Sintió su cuerpo tensarse y con el un rayo cayó justo frente a ellos. Haciendo que Lucian se aferrara mucho más a ella, estremeciéndose fuertemente y ocultando su rostro en su cuello. Segundos después, la vio a los ojos y se levantó tranquilamente, tratando de que no notara que su respiración se había agitado.

-Necesito solo una palabra Mel, solo una…- le levantó, tomándola de las manos y caminaron hacia la lluvia, no le importaba que algún trueno le cayera encima. Apelaría a lo que ella decía, que la lluvia lavara y se llevara todos sus errores, todos sus pecados y todos los malentendidos.

¿Vivir a su lado? El abrazo me vino desprevenida tras esas palabras, obviamente él se refiere a la vida, sobrevivir solamente no es vivir pero… entonces ¿Por qué me provoca emoción pensarlo de otro modo? Que estúpida, seguir deseándolo todo de golpe. Una palabra…. Me sonroje, le permití llevarme de nuevo a la lluvia, a esa frialdad divina, notando en sus gestos como luchaba contra si para mantenerse debajo de aquella purificación, porque eso era la lluvia para mí, la única que podía llevarse todo lo malo… Lucian se estaba disculpando de la manera correcta. No pude si no sonreír, amplia y gustosamente.

Sí, sí, sí, sí, con un carajo que sí, sí quiero pasar mi vida con él, si quiero volver a ser una pareja con él, si quiero intentarlo una vez más aunque eso me lleve a sufrir de nuevo… Pero… ¿Por qué él necesitaba una palabra de mí? Cuando era él quien debía darme a mi esa palabra, no había sido yo quien cometió la falta, no debía ser yo quien le diera algo que necesitaba para volver a estar juntos, esto está justo al revés, sentí mi rostro ensombrecer mientras mi sonrisa cedía, esta vez la lluvia no había hecho del todo su trabajo o era mi maldito orgullo el que seguía haciéndome ver cosas que me hacían daño.

Todo irá bien… Quiero estar contigo de nuevo Lucian, pero no puedo, no sin algo que me demuestre que no se repetirá ese… tipo de ‘incidentes’ Sé que me estoy portando como la típica niña que se da sus aires de chica especial ‘nadie-me-merece’ sin embargo nada tiene que ver, sigo dolida, y suelo ser muy resentida, me costaría más que una lluvia y su palabra creer que esta vez será distinto.

Lo mire dolida y me abrace a él una vez más, si tenía miedos ahora que los ahogara en mis brazos, yo aferraría mi último ápice de fe en él, la última vez no lucho por mí ni yo tampoco hice algo por perdonarle… ¿sería distinto en esta ocasión? Le amo, de eso no hay duda, pero mi orgullo y mi amor compiten en tamaños, soy una idiota después de todo.


Idiota…. Pero siempre mi idiota Lo susurre al tiempo que sonaba un poderoso trueno.

Lo sabía, en el fondo sabía que aquel orgullo herido por un malentendido no podía perdonarle aunque ella misma lo quisiera. No dejó de abrazarla pero comprendió que su movimiento había sido demasiado arriesgado, tanto que cualquier palabra que dijera en ese momento significaría que podría perderla para siempre. Debía pensar bien que palabras iba a elegir para decirle, no era su intención sonar demandante, como obligándola a hacer algo que ella en el fondo no quería.

-¿A qué estás jugando?- dijo molesto. No había elegido las palabras adecuadas pero su sentir así era, le estaba entregando el corazón en esas palabras, solo bastaba con que ella le dijera que sí y el se encargaría de todo lo demás, pero no podía arrancarle de los labios ese simple monosílabo, el debía ser quien cargara con la culpa y la responsabilidad.

-¿Qué tipo de incidentes? Que te quede claro una cosa, jamás te he engañado…por mucho que lo quieras creer. Podría hacerme beber veritaserum para que veas por ti misma que no miento…- poco a poco subía la voz, no para asustarla o intimidarla si no por que todo era una mierda y desde hace meses que no había podido terminar de solucionar ese asunto.- No luché por ti en el pasado por que era un imbécil cobarde, ya no más… te vas a cansar de mirarme ¿está claro? – la tomó bruscamente y la besó, con urgencia, con una pasión desmedida que quizá merecería una patada en los huevos en el mejor de los casos.


Ya no le importaba que estuvieran bajo la lluvia, que sonaran frente a él, relámpagos y truenos, solo la quería a ella, nada más, no importase qué o quién se interpusieran en su camino.

Me moleste al escuchar sus primeras palabras, alejándome de él como si el fuego que me traspasaba de pronto fuese demasiado, ¿jugando yo? ¿Quién era el que venía a pedir perdones sin antes dar disculpas? Y entonces vino con su retaría, me lo pensé un segundo, ¿veritaserum? Eso era arriesgado si me miente ¿entonces? ¿Dice la verdad? ¿Cómo carajo saberlo sin hacer eso? Yo lo vi… ¿Qué dijo? Me alarme, cansarme de verlo…. ¡¿en que está pensando?! Me resistí al beso desde que me tomo pero tiene más fuerza que yo y mis labios se estamparon bruscamente con los suyos provocándome cierto dolor….

Lu…. ¡Lucian! Lucian…. me retorcí en sus brazos y hablaba a trompicones apenas huyendo un poco de sus labios, no tardaba en volver a atrapar los míos ¿Qué estaba intentando hacer? Poco a poco me deje de resistir, no por falta de fuerza si no por la añoranza de ese contacto, por todos los fríos que apaciguaba en mi interior su solo contacto, me era imposible definir cuándo se hizo tan necesario para mis sentidos, y ahora el maldito se aprovecha de eso, siento mi cuerpo actuar por sí solo, casi puedo ver desde fuera la escena. Mis manos elevándose hasta situarse en su cabellera y tirar de ella mientras el resto de mi elimina cualquier milímetro que ponga distancia entre nosotros.

No sé lo que estoy haciendo pero sé que lo hago porque lo deseo, quiero todo lo que venga con él, todo absolutamente. La lluvia, Lucian, un beso fogoso, mis deseos flotando a la superficie y yo en descontrol, esto no es bueno… nada bueno…


Lu ¿Qué ha…ces? Mi voz salió en el mismo tono ronco que le profería antes de hacer el amor, esto iba empeorando ya ni siquiera puedo controlar el tono de mi voz.

Quería tomarla ahí, bajo la lluvia, entre las caricias que estaba a punto de darle y los besos que ella insistía en guardar. Sentía que su interior le ardía, era una sensación dolorosa de impotencia, de querer quebrantar la ley y no poder hacerlo. El animago pegaba más su cuerpo al de Mel, sujetando todavía su rostro con sus manos y no dejando de besarla. 

Profundizaba como podía, rozando su lengua con la de ella, su respiración comenzaba a agitarse y su temperatura a subir, si no se controlaba aquello podría terminar muy mal. Le hormigueaban las manos por deshacerle la ropa, tirarla al suelo y ahí hacerle el amor, no importándole quién los viera, pero no podía hacerle eso, debían primero resolver todas sus dudas, Lucian le demostraría que esta vez sería diferente por que él era diferente y ahora no se cruzaría de brazos como antes.

-¿Qué crees que hago? Tomo lo que es mío, nada más…-Volvió a besarla pero esta vez la cargó, haciendo que lo envolviera con sus piernas, para quedar a la altura de su cuello, que comenzaba a besar quietamente para pasar nuevamente a sus labios, esta vez de una forma menos terrenal pero mucho más intensa.

-Una vez te lo dije y te lo vuelvo a decir, eres mía…- Llevó a la chica al suelo, llenándose de lodo y agua, la lluvia no dejaba de mojarlos, tratando de separarlos. Un trueno resonó cerca y Lucian se estremeció, se separó de Mel algunos centímetros y la miró fijamente.


-Detenme ahora por que después no podrás hacerlo…- dijo mientras la desnudaba con la mirada. Dependía de ella solamente, el volver a estar con él o frenarlo por completo.

Hubo un momento en que me debatí, el deseo quemando debajo dela piel contra el raciocinio de mandarlo al traste, más en lo que yo me debatía mi cuerpo le respondía sin reparos, esa urgencia en sus besos, esa demandante rudeza y sus palabras…. Me causaron escalofríos, lo mire asustada al tiempo que intentaba alejarme de nuevo, sí, soy suya pero no tenía ese derecho, no ahora y por mí no sabría nunca que seguía sintiéndome suya.


¿Qué…. Me acallo con un beso, sentí mis pies dejar el suelo y de inmediato aferre las piernas a él, era así de obvio que mi cuerpo le era completamente fiel, a veces siendo un poco molesto, en alguna ocasión leí que esta sensación de que tu cuerpo se abandone a otra persona sin tu consentimiento es la máxima prueba de que estos atrapada en un amor y entrega tales que no será posible olvidarlas, eliminarlas o disuadirlas. Cerré los ojos y me deje ir, el frio del pasto en mi espalda contra la alta temperatura de mi cuerpo, lo sentí temblar y supe que era el momento…
 
E... Estas demente si crees que me acostare contigo aquí grite recuperando mi voz, mi voluntad, de nuevo retorciéndome debajo de él No estoy para tus caprichos Den Adel, ¡si dices la verdad pruébalo! Y esto será tan cotidiano que podrá llegar a aburrirte ahora déjame ir, no seas patán

Odie el rojo en mis mejillas, los pensamientos indecorosos, lo bien que se sentía su pecho bajo mis puños golpeándole para que se quitase, odie el momento justo en que mi cuerpo reacciono contrario a mis palabras, preparándose para algo que no pasaría, no esa noche ni ninguna otra por lo menos hasta cerciorarme de que no mentía. Sí no fuera suya… ¿tendría las pantaletas húmedas por algo más cálido que la fría lluvia a nuestro alrededor?

No la iba a escuchar, por que sabía que ella se iba a negar con todas sus fuerzas, ya sea por su estúpido orgullo o por que realmente no quería entregarse a él. Siguió comiéndosela con los ojos, deteniéndose en sus pechos, serían lo primero que tocaría, lo primero que le arrancaría a besos. Luego dibujó un perfecto y delicado camino hasta su vientre, en donde siempre le había gustado descansar. Le tomó ambas manos y las abrió para que no pudiera zafarse, le calló la boca con sus labios, Lucian no razonaba en lo absoluto, a pesar de que le dio a elegir el detenerlo o no, no se iba a ir así cómo así, la reclamaría como suya, ya habría tiempo después para arrepentimientos o reclamos.

Metió sus piernas entre las de ella, para lograr abrirlas sin problema alguno, su excitación crecía y sus ganas de penetrarla como un mustango salvaje cada vez se volvían mucho más reales. Su virilidad estaba endureciéndose poco a poco y con ello su rostro, lo cual lo hizo parecer bastante sombrío. Solo la luz de los rayos lograban iluminar su cara y todo a su alrededor, estaban solos y ella no podía pedir ayuda, ella podía gritar todo lo que quisiera, nadie lograría escucharla, el sonido estridente de aquel festín eléctrico enmudecería cualquier otra resonancia.


-No vas a escapar de mí, no otra vez- dijo con un tono absolutamente desconocido. Aquel joven amable y sonriente se había transformado en un hombre cuya amor, cuya pasión nociva le había nublado el juicio integralmente.

Me sobresalte cuando me impidió seguir moviendo las manos, aquel beso tenía el sabor de algo nuevo y algo no muy grato al mismo tiempo, me asuste, fue cuando obligo a mis piernas a ceder que las alarmas como chillido de mandrágora se dispararon por todo mi ser, no, Lucian no sería capaz ¿o sí? 

Me estremecí de miedo al notar que esos ojos azul zafiro comúnmente ahora aparecían azul grisáceo, oscuros, pude verlo tras un relámpago fugaz y sentí el cuerpo entero retorcerse con toda la fuerza posible. Lo mire atónita al escucharlo… ¿Qué…. Que demonios estaba intentando?

¿Lucian? ¡Lucian! ¿Qué haces idiota? Suéltame
Forcejee para librarme pero él es mucho más fuerte que yo, vamos debe ser una broma ¿no? Lucian sería incapaz de una canallada de esta índole, solo lo hace para asustarme, para hacerme ver…. ¿Hacerme ver el que? ¡No tiene lógica! Que estupidez y yo no paro de forcejear.


Ya vale, no sé qué estas tratando de probar pero basta, quítate de encima con un carajo  Si no se detenía pronto no sé cómo me lo quitare de encima.

¿Qué hacia? ¿Qué era lo que hacía? Ella preguntó presa del temor, Lucian no estaba haciendo otra cosa que amarla, de una manera irracional y poco ortodoxa pero tangible y verídica. Se contoneaba hacia los lados, provocándola, sacándola de ese hoyo orgulloso en el que se había metido sola. No importaba cuantos insultos o majaderías pudiera decirle, no tendrían ninguna clase de efecto en él, le arrancaría la ropa, ¿por qué? por que se le daba la gana, así de sencillo.

La estrecha cintura de la pelirroja lo invitaba a que de alguna forma la tomara, su piel tersa y nívea era una oda a la magificencia. El verde de sus ojos, brillante y con temor le avisaban que le arrebatara lo que tenía que arrebatarle y ya. La volteó boca abajo, usando toda la fuerza que tenía. Tomó una de sus glúteos y lo apretó fuerte, haría que se le escapara un grito, un gemido de contrariedad o de excitación, cualquiera de los dos le funcionaba.

Dejaba a la chica inmóvil, no podía utilizar sus brazos para zafarse, ya que ella soportaba todo el peso del animago, la acarició lenta y tortuosamente por la espalda, recorriendo con un dedo su espina dorsal para luego hacerle trizas la blusa, dejando ver el broche de su sostén. Dejó escapar un gemido grave y bajo en su oído. Estaba enloquecido de deseo y haría todo para saciarlo, no importaba qué.

Se me congelo cada musculo, cada articulación, todos mis sentidos se quedaron tan estáticos que por un momento creí que incluso mi corazón se había detenido, fue el dolor de sus lentos latidos lo que me hizo saber que no era así que lo que ocurría también era real. Lucian dejó caer su peso sobre mi después de girarme a una posición en la que poco me podía defender ¿Por qué? ¿Por qué no se detenía? ¿Realmente algo había pasado que en su cabeza yo solo era un objeto que poseer? Me asuste más que antes y comencé a forcejear contra él y contra el miedo mismo, mi Lucian no podía ser tan canalla, tan patán y poco hombre.

Contuve un grito de dolor cuando me apretó, no lo dejaría escucharme, quería lastimarme ¿era eso? Pues con solo seguir con ese juego lo estaba logrando, me siento impotente, presa… A merced de una voluntad que por desgracia no es la mía, un escalofrió me recorrió por el mismo rumbo que su dedo antes de sentir el frio en mi espalda, su gemido me estremeció.


Lucian…. Por favor… Dije al borde de las lágrimas, esto no podía estar pasando, el hombre que se había hecho con mi amor no podía ser capaz de hacer algo parecido, entonces metió su mano por debajo de mi sostén, mordió mi cuello y apretó mi pezón, justo como sabía que lograba ponerme, gemí sin desearlo y me arrepentí por hacerlo.