A new beggining {Privado}.

Hannah cada vez se adaptaba más a las personas americanas, todo era muy diferente a lo que Inglaterra era, las personas se comportaban de una forma mucho más cariñosa de lo que la castaña estaba acostumbrada, en cierta parte le molestaba un poco aunque prefería quedarse callada para evitar posibles y futuras enemistades innecesarias mientras estaba en esta universidad porque aun así si quisiera volver a Inglaterra por nada del mundo podía hacerlo, una de sus razones por la que eligió esta universidad fue porque estaba tan lejos de Inglaterra que sus padres preferían guardar las distancias con ella. Tenía que comenzar una nueva vida y armarse otra reputación totalmente diferente a la que ella tenía en Hogwarts. Uno de sus pasos para llegar a esta meta fue unirse a Epsilon Alpha Chi, la fraternidad que causaba furor entre sus compañeras de facultad. Y así lo hizo, había conocido a varias chicas que eran casi iguales a ellas pero probablemente ellas no tenían que mentir, mentir casi todo el tiempo y vivir en sus viles mentiras cada dos por tres.

La sala de convivencia de la fraternidad era hermosa, era más o menos el sitio en donde Hannah siempre solía estar leyendo un libro o tomando el té a las 5:00 pm y esta vez no era la excepción, hacía frío afuera de la universidad y estaba a punto de llover, no quería mojarse ni mucho menos estar muriéndose de frío. Tomaba un té negro preparado por ella misma, la mitad de sus hermanas en la fraternidad no sabían cómo preparar un té y a ella no le gustaba el sabor del té mal hecho, tenía en sus manos un libro que era uno de sus favoritos.

La sala de convivencia estaba vacía salvo porque Hannah era la única chica que se encontraba allí, había salido de clases temprano y no le apetecía ir a una fiesta a enrollarse con un chico y luego botarlo como si de papel se tratase, no podía negar que amaba las fiestas aunque hoy simplemente no estaba de humor para eso.

De repente alguien entró, lo primero que vió de la chica que yacía allí eran sus inconfundibles ojos grises y enigmáticos, Hannah la reconocería aun así si estuviera encapuchada o lo que fuera.

-Hola –saludó ella con su inconfundible perfecto acento inglés y una sonrisa sincera que solo le solía mostrar a las personas que le importaban y Laise era una de ellas, casi no protegía a nadie, Hannah sabía que la castaña no necesitaba protección de nadie, pero era inevitable porque la inglesa la quería demasiado.

Para obviar más su necesidad de llegar rápido a la fraternidad, el clima no le ayudaba mucho, al principio del día había sido soleado y bastante agradable pero conforme pasaban las horas el cielo se oscurecía, dando a entender que pronto comenzaría a llover. Caminaba apaciblemente entre los pasillos y rincones de la universidad, era uno de los pocos días que tenía tranquilos, pues pese a que no dormía bien, se había levantado de muy buen humor. Llevaba sus libros bajo el brazo y un vaso con café recién hecho.

Al finalizar las clases lo que tanto temía la alemana llegó al fin, algunas gotas de lluvia cayeron en su rostro y apuró su paso para no terminar toda mojada en caso de que rompiera la lluvia a cántaros. Entró a la fraternidad, pasando primeramente por la sala de convivencia, se encontró con Hannah, la perfecta dama inglesa de sociedad, Laise le envió una sonrisa y propiamente se sentó frente a ella en la mesita donde tomaba su té.

-Hola Hannah! respondió con cortesía.

Colocó sus libros a un lado de la tetera y se cruzó de piernas mientras bebía de su café, mientras se limpiaba algunas gotas de agua de su frente con una pequeño pañuelito que llevaba escondido bajo su manga siempre. Laise había vivido en Londres por un tiempo, pero toda su vida la había pasado en America así que no estaba muy familiarizada con las costumbres británicas, aunque las conocía perfectamente. Le dio otro tragó a su café y rompió el inminente silencio con una sencilla pregunta:


-¿Qué estás leyendo?- le intrigaba saber el tema del libro que llevaba entre sus manos,le gustaba mucho de discutir con ella, del modo apropiado cabía añadir, por que no era como las demás épsilon que si eran inteligentes pero no para esa clase de situaciones, eran más ágiles de mente, aunque incluso se comportaban bastante tontas. Como ella en un principio de su carrera, ese recordatorio le hizo sonreir y solo esperó que su amiga le respondiera con la misma cordialidad.