Veneno y Antídoto
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Veneno y Antídoto
Desde aquel encuentro con Mina y sus desastroso resultado, Marcellus se había dado un tiempo para mantener su distancia de ella, tanto por el bien de la relación entre ella y Jesse como por su propia integridad. La verdad es que se había sentido mal de haber sido participe pero a la vez no se arrepentía, lo que hacía todo aún más complicado.
Marcellus no podía entender cómo es que a pesar de todo, su amor por Mina aún seguía latente. Culpó a la maldición familiar de aquella ardiente pasión el hecho que realmente no podía superar a Mina aunque entendiera, con todo razonamiento, el que ella nunca iba a amarlo como a Jesse. De cierto modo eso estaba bien, porque Marcellus tenía una relación sentimental muy fuerte con Adrien, a quien conoció antes que a Mina, por quien sintió que se iba a ahogar de la desesperación que le causó el saber que tenían que terminar todo, años atrás.
Amaba a dos personas, una de diferente forma que a la otra, en niveles y pasiones distintas, en responsabilidades y promesas muy diferentes. Lo único que podía agradecer de todo aquello es que Claude lo había dejado en paz al menos por el momento, porque no podía sumar un tercer factor a la tormenta sentimental que estaba sintiendo.
Maldijo la pasión que ardía dentro de el por otros, por ellos dos, porque estaba tan preocupado por su bienestar, tanto el de Mina como el de Adrien, que sentía que no iba a poder conciliar un sueño tranquilo hasta que hiciera algo significativo por ellos.
A Mina le había hecho la promesa de ayudarla y pensaba cumplirla, aunque Jesse no lo detestara. Esto no se trataba de Crawford, no, esto se trataba de la promesa que le hizo a Mina, de su seguridad, del hecho que no podía saber tanto como ahora lo hacía y no hacer nada al respecto.
Era por aquello que conjuró un patronus hacia unos días, el leopardo de las nieves cargó el mensaje para Mina, uno simple, dónde le decía que cuando tuviera tiempo le dijera para que se vieran. Era necesario, después de todo, el seguir con aquello que habían empezado.
Se pasó las manos por el cabello, mirando la hora en el reloj sobre el mostrador, ya casi era hora de cerrar y los pocos clientes que quedaban ya estaban terminando sus compras o retirándose del lugar sin mucho afán. Marcellus se sentía algo cansado, pero no era por estar ahí, más bien parecía estar sentimentalmente agotado. Su último encuentro con Mina le dio como resultado muchas cosas, incluyendo una muy larga y muy tediosa sesión con su psiquiatra y la efectiva conclusión de que en efecto, algo no estaba bien con su psique, era de esperarse… todos los Lovecraft están locos.
Suspiró llevándose las manos a la sien, alejando un dolor de cabeza fantasma y esperando que los clientes que quedaban se fueran de la tienda, estaba solo ese día así que tendría tiempo para meditar sin problema.
Marcellus no podía entender cómo es que a pesar de todo, su amor por Mina aún seguía latente. Culpó a la maldición familiar de aquella ardiente pasión el hecho que realmente no podía superar a Mina aunque entendiera, con todo razonamiento, el que ella nunca iba a amarlo como a Jesse. De cierto modo eso estaba bien, porque Marcellus tenía una relación sentimental muy fuerte con Adrien, a quien conoció antes que a Mina, por quien sintió que se iba a ahogar de la desesperación que le causó el saber que tenían que terminar todo, años atrás.
Amaba a dos personas, una de diferente forma que a la otra, en niveles y pasiones distintas, en responsabilidades y promesas muy diferentes. Lo único que podía agradecer de todo aquello es que Claude lo había dejado en paz al menos por el momento, porque no podía sumar un tercer factor a la tormenta sentimental que estaba sintiendo.
Maldijo la pasión que ardía dentro de el por otros, por ellos dos, porque estaba tan preocupado por su bienestar, tanto el de Mina como el de Adrien, que sentía que no iba a poder conciliar un sueño tranquilo hasta que hiciera algo significativo por ellos.
A Mina le había hecho la promesa de ayudarla y pensaba cumplirla, aunque Jesse no lo detestara. Esto no se trataba de Crawford, no, esto se trataba de la promesa que le hizo a Mina, de su seguridad, del hecho que no podía saber tanto como ahora lo hacía y no hacer nada al respecto.
Era por aquello que conjuró un patronus hacia unos días, el leopardo de las nieves cargó el mensaje para Mina, uno simple, dónde le decía que cuando tuviera tiempo le dijera para que se vieran. Era necesario, después de todo, el seguir con aquello que habían empezado.
Se pasó las manos por el cabello, mirando la hora en el reloj sobre el mostrador, ya casi era hora de cerrar y los pocos clientes que quedaban ya estaban terminando sus compras o retirándose del lugar sin mucho afán. Marcellus se sentía algo cansado, pero no era por estar ahí, más bien parecía estar sentimentalmente agotado. Su último encuentro con Mina le dio como resultado muchas cosas, incluyendo una muy larga y muy tediosa sesión con su psiquiatra y la efectiva conclusión de que en efecto, algo no estaba bien con su psique, era de esperarse… todos los Lovecraft están locos.
Suspiró llevándose las manos a la sien, alejando un dolor de cabeza fantasma y esperando que los clientes que quedaban se fueran de la tienda, estaba solo ese día así que tendría tiempo para meditar sin problema.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
El patronus de Marcellus le tomó por sorpresa. Honestamente no se había esperado que volviera a hablarle, y no lo hubiera juzgado por ello, las cosas habían tomado un matiz muy extraño, e incluso ella misma había evitado cualquier contacto con él porque seguía sin entender qué era, exactamente, lo que había pasado aquél día, fuera de lo obvio. Había visto un perfil de Marcellus muy distinto, muy extraño, uno que le había atraído al mismo tiempo que la había hecho enfurecer, pero también lo había visto vulnerable.
No sabía qué pensar de todo eso, por un lado, y por el otro, estaba la comprometedora situación en la que Jesse los había encontrado. No sabía todavía como manejar todo eso y seguía preocupada porque su relación se hubiera roto para siempre, aunque día con día, para borrarse la culpa, solía repetirse que ahora estaban en igualdad de circunstancias y que él, simplemente, tenía que ser tan bueno como ella y perdonarla, eventualmente. Se tenía que aferrar a esa idea.
De cualquier forma lo de la oclumancia seguía pendiente. Marcellus seguía siendo el único en el que confiaba en ese sentido, no había encontrado a nadie más, y aunque había estudiado muchísimo por su lado, sabía que no podía saber hasta donde habían llegado sus alcances autodidactas hasta que no lo viera en la práctica con otra persona, cosa que, obviamente, no podía hacer con cualquiera. Así que tomó la decisión de decirle que se vieran esa misma semana, y acudir a la librería que ahora era propiedad de él.
Estaba en la cupcakería, aunque no trabajaba, precisamente. Tenía ocupada una de las mesas con pergaminos de la universidad, mientras terminaba un trabajo. Ella también miraba el reloj esperando la hora pactada, y ni siquiera le estaba saliendo muy bien el trabajo que hacía por no poderse concentrar. A la hora de cerrar ayudó a sus trabajadores a dejar todo en orden y ella misma echó candado a las puertas. Iba como mínimo 10 minutos tarde, pero no importaba porque estaba cruzando la plaza, de frente.
Caminó los pasos que la separaban de un local y otro, recordando que era el mismo camino que Jesse le había ahorrado cuando aquel ataque, para llegar hasta Marcellus. Las cosas habían resultado de una manera burlonamente irónica. Abrió la puerta y miró al interior, nunca lo había visto por dentro, porque no había tenido oportunidad de hacerlo. Se acercó a donde estaba Marcellus y solo se le ocurrió saludar con una especie de broma, para no hacer tensa –más- la situación.
-¿Tiene de casualidad un libro que me ayude a ser más puntual?
___
ropadeldía
No sabía qué pensar de todo eso, por un lado, y por el otro, estaba la comprometedora situación en la que Jesse los había encontrado. No sabía todavía como manejar todo eso y seguía preocupada porque su relación se hubiera roto para siempre, aunque día con día, para borrarse la culpa, solía repetirse que ahora estaban en igualdad de circunstancias y que él, simplemente, tenía que ser tan bueno como ella y perdonarla, eventualmente. Se tenía que aferrar a esa idea.
De cualquier forma lo de la oclumancia seguía pendiente. Marcellus seguía siendo el único en el que confiaba en ese sentido, no había encontrado a nadie más, y aunque había estudiado muchísimo por su lado, sabía que no podía saber hasta donde habían llegado sus alcances autodidactas hasta que no lo viera en la práctica con otra persona, cosa que, obviamente, no podía hacer con cualquiera. Así que tomó la decisión de decirle que se vieran esa misma semana, y acudir a la librería que ahora era propiedad de él.
Estaba en la cupcakería, aunque no trabajaba, precisamente. Tenía ocupada una de las mesas con pergaminos de la universidad, mientras terminaba un trabajo. Ella también miraba el reloj esperando la hora pactada, y ni siquiera le estaba saliendo muy bien el trabajo que hacía por no poderse concentrar. A la hora de cerrar ayudó a sus trabajadores a dejar todo en orden y ella misma echó candado a las puertas. Iba como mínimo 10 minutos tarde, pero no importaba porque estaba cruzando la plaza, de frente.
Caminó los pasos que la separaban de un local y otro, recordando que era el mismo camino que Jesse le había ahorrado cuando aquel ataque, para llegar hasta Marcellus. Las cosas habían resultado de una manera burlonamente irónica. Abrió la puerta y miró al interior, nunca lo había visto por dentro, porque no había tenido oportunidad de hacerlo. Se acercó a donde estaba Marcellus y solo se le ocurrió saludar con una especie de broma, para no hacer tensa –más- la situación.
-¿Tiene de casualidad un libro que me ayude a ser más puntual?
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ropadeldía
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
Abrió los ojos de golpe cuando escuchó la voz de Mina, sintiendo una sonrisa formarse en sus labios, no hizo nada por detenerla, de hecho sonrió tan abiertamente como pudo, estaba contento de verla, aunque no supiera que hacer de la circunstancia en la que se encontraba con ella. Su último encuentro había sido… extraño, sin mencionar denso.
No podía disculparse con ella por lo que había hecho, perder el control, dejar que aquella parte de sí mismo que no solía estar al frente se mostrara en su totalidad. El encuentro había desatado lo que ya existía, esa múltiple personalidad no era una novedad, sólo que hasta aquel día que empezó a enseñarle oclumancia a Mina fue que Marcell estuvo tanto tiempo al frente. Reprimió el pensamiento por el momento, no era algo que pudiera control, aquella otra personalidad era parte de sí, después de todo.
"Tenemos una variedad de tomos que se enfocan en los diferentes métodos creados para el desarrollo de la puntualidad," le dijo siguiendo el comentario ameno, "Son amplios estudios, pero aquí entre nosotros, la verdad es que son unos charlatanes, creo que sería mejor una recordadora."
Marcellus se puso de pie, caminando para salir de la atrás del mostrador y saludar a Mina de frente, besando la mejilla de la chica casi con anhelo, pero decidió hacerlo en un movimiento rápido para que se viera casi casual, no quería que Mina pensara que su último encuentro lo había dejado tenso, aunque fuera verdad.
"Me alegra verte, ¿cómo has estado?" había más implicaciones en esa pregunta de las que podía decir en voz alta, ¿estás bien, no te ha pasado nada, no estás en peligro, que tal todo con Jesse, segura que estás bien? En lugar de eso, decidió simplemente preguntar cómo había estado últimamente.
-Disculpe, quiero comprar este libro- dijo un hombre mayor, el único aun en la tienda. Marcellus tomó el libro y regresó detrás del mostrador, diciendo el precio, envolviendo el libro y colocándolo en una bolsa para que el señor se lo llevara.
"Gracias por su compra," dijo abriendo la puerta para que el hombre saliera, para luego cerrar la puerta con llave.
Si habían de seguir con las lecciones de Oclumancia, lo harían en la parte de atrás de la tienda, donde Marcellus tenía una habitación para cuando pasaba demasiado tiempo en aquel lugar, ahí estarían más seguros y no podían ser interrumpidos.
Cambio el letrero de Abierto a Cerrado, puesto que ya era la hora indicada y miró de nuevo a Mina, sonriendo ligeramente para luego apartar la vista, pasando los dedos por el amuleto que traía puesto, era igual al que usó aquel día que fueron atacados, después de todo era parte de los conjuros usados sobre la tienda, sería mejor que se lo quitara una vez que empezaran la práctica, no quería resultados inesperados por cualquier error.
No podía disculparse con ella por lo que había hecho, perder el control, dejar que aquella parte de sí mismo que no solía estar al frente se mostrara en su totalidad. El encuentro había desatado lo que ya existía, esa múltiple personalidad no era una novedad, sólo que hasta aquel día que empezó a enseñarle oclumancia a Mina fue que Marcell estuvo tanto tiempo al frente. Reprimió el pensamiento por el momento, no era algo que pudiera control, aquella otra personalidad era parte de sí, después de todo.
"Tenemos una variedad de tomos que se enfocan en los diferentes métodos creados para el desarrollo de la puntualidad," le dijo siguiendo el comentario ameno, "Son amplios estudios, pero aquí entre nosotros, la verdad es que son unos charlatanes, creo que sería mejor una recordadora."
Marcellus se puso de pie, caminando para salir de la atrás del mostrador y saludar a Mina de frente, besando la mejilla de la chica casi con anhelo, pero decidió hacerlo en un movimiento rápido para que se viera casi casual, no quería que Mina pensara que su último encuentro lo había dejado tenso, aunque fuera verdad.
"Me alegra verte, ¿cómo has estado?" había más implicaciones en esa pregunta de las que podía decir en voz alta, ¿estás bien, no te ha pasado nada, no estás en peligro, que tal todo con Jesse, segura que estás bien? En lugar de eso, decidió simplemente preguntar cómo había estado últimamente.
-Disculpe, quiero comprar este libro- dijo un hombre mayor, el único aun en la tienda. Marcellus tomó el libro y regresó detrás del mostrador, diciendo el precio, envolviendo el libro y colocándolo en una bolsa para que el señor se lo llevara.
"Gracias por su compra," dijo abriendo la puerta para que el hombre saliera, para luego cerrar la puerta con llave.
Si habían de seguir con las lecciones de Oclumancia, lo harían en la parte de atrás de la tienda, donde Marcellus tenía una habitación para cuando pasaba demasiado tiempo en aquel lugar, ahí estarían más seguros y no podían ser interrumpidos.
Cambio el letrero de Abierto a Cerrado, puesto que ya era la hora indicada y miró de nuevo a Mina, sonriendo ligeramente para luego apartar la vista, pasando los dedos por el amuleto que traía puesto, era igual al que usó aquel día que fueron atacados, después de todo era parte de los conjuros usados sobre la tienda, sería mejor que se lo quitara una vez que empezaran la práctica, no quería resultados inesperados por cualquier error.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
No se esperaba que sonriera, tanto así que se le contagió la expresión. Automáticamente se sintió más tranquila de que al menos pudieran pretender que las cosas estaban en su lugar y no se miraran como dos extraños incómodos. Lo cierto era que Mina esperaba que de verdad, no se disculpara. Para ella una disculpa era el equivalente a arrepentirse y odiaba esas situaciones, así que por ese lado, también respiró tranquila, y negó con la cabeza cuando le sugirió una recordadora. Sin embargo, cuando se acercó a saludarla se tensionó un poco, aguantó la respiración otra vez, solo que esperó que no se notara.
No quería que Marcellus pensara que estaba ahí buscando problemas a propósito, porque ya tenían suficientes, y estaba preocupada por la imagen que pudiera tener de ella después de todo. Y sin embargo ahí estaba, recibiéndola, sonriéndole, como si no hubiera visto cosas horrendas, ni las hubiera, en cierto modo, experimentado.
No hacía falta ser un genio para notar que su pregunta sobre cómo estaba iba más allá. Se encogió de hombros y su sonrisa se volvió algo triste, incluso lanzó un hondo suspiro.
-Estoy bien. He estado estudiando mucho y tal…
Su melancolía fue interrumpida por el señor de las compras. Por supuesto, no estaba bien, pero tampoco podía andar por la vida con cara de que las cosas habían tomado cauces terribles. Al fin y al cabo, nadie sabía de su relación con Jesse, sin contar a Harley y al mismo Marcellus. Mantuvo la mirada fija en Marcellus pensando en todo eso mientras atendía al hombre, pero mientras cerraba el local, sus ojos se pasearon, ansiosos y curiosos, por los libros que tenía en la estantería más cercana, aunque en realidad estaba poniendo poca atención a los títulos que se topaba, su mente estaba enfocada en otras cosas.
-Espero que encuentres una mejoría en la estructura de mi mente, he trabajado en ella, pero no puedo saber qué tan bien me va hasta que lo valores y ya sabes…¿Tú cómo has estado?
Notó la manera en que pasaba los dedos por el amuleto que llevaba al cuello, pero no dijo nada al respecto, solo se mordió el labio inferior, ligeramente nerviosa por los recuerdos que llegaban a su mente de ese día horrible, del que sí se arrepentía, entrando en su muy escasa lista de cosas que habría querido borrar de su vida.
No quería que Marcellus pensara que estaba ahí buscando problemas a propósito, porque ya tenían suficientes, y estaba preocupada por la imagen que pudiera tener de ella después de todo. Y sin embargo ahí estaba, recibiéndola, sonriéndole, como si no hubiera visto cosas horrendas, ni las hubiera, en cierto modo, experimentado.
No hacía falta ser un genio para notar que su pregunta sobre cómo estaba iba más allá. Se encogió de hombros y su sonrisa se volvió algo triste, incluso lanzó un hondo suspiro.
-Estoy bien. He estado estudiando mucho y tal…
Su melancolía fue interrumpida por el señor de las compras. Por supuesto, no estaba bien, pero tampoco podía andar por la vida con cara de que las cosas habían tomado cauces terribles. Al fin y al cabo, nadie sabía de su relación con Jesse, sin contar a Harley y al mismo Marcellus. Mantuvo la mirada fija en Marcellus pensando en todo eso mientras atendía al hombre, pero mientras cerraba el local, sus ojos se pasearon, ansiosos y curiosos, por los libros que tenía en la estantería más cercana, aunque en realidad estaba poniendo poca atención a los títulos que se topaba, su mente estaba enfocada en otras cosas.
-Espero que encuentres una mejoría en la estructura de mi mente, he trabajado en ella, pero no puedo saber qué tan bien me va hasta que lo valores y ya sabes…¿Tú cómo has estado?
Notó la manera en que pasaba los dedos por el amuleto que llevaba al cuello, pero no dijo nada al respecto, solo se mordió el labio inferior, ligeramente nerviosa por los recuerdos que llegaban a su mente de ese día horrible, del que sí se arrepentía, entrando en su muy escasa lista de cosas que habría querido borrar de su vida.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
Asintió con la cabeza, escuchando como ella afirmaba haber estado estudiando, lo cual era bueno, si Mina había leído la parte teórica de cómo funciona la oclumancia, al menos en algún nivel, sería más fácil relacionar esos conceptos con la práctica y propiamente ponerlos en uso, como era el objetivo de todo razonamiento teórico una vez que se debe poner en acción.
Marcellus sabía sobre el estudio llevado a la práctica de la Oclumancia y la Legeremancia, después de todo era algo que el hacía mucho, siempre estaba en pos de nuevos conceptos o corroborar los ya leídos sobre el tema, su estudio de la materia era amplio, ya que su aspiración a ser un dominante de la técnica era alta. Aun así debía admitir que nunca pensó enseñarle a alguien más, no realmente, sus prácticas con Laise eran una cosa, pero el comenzar de cero, como lo había hecho con Mina, era distinto.
"Lo principal de la estructura mental es que tu entiendas como es, ya que tú la manipulas," le dijo recordando las palabras de su padre al respecto, "Creo que el hecho que hayas trabajo en tener una estructura mental es un paso muy importante."
Era la verdad, si Mina tenía una idea de cómo se estructuraba su mente, entonces esa forma se podía moldear en una más fuerte de ser necesario, como él mismo lo había hecho, hasta llegar al plano mental que proyectaba.
"Vamos a la parte de atrás, es más privado," le dijo señalando la puerta en la esquina de la tienda, la cual no tenía manija pues era abierta con el toque de quien estaba autorizado a hacerlo, como Marcellus.
La habitación era grande, tenía libreros con títulos de los más extraños, algunos que se veía muy antiguos, un escritorio lleno de papeles y libros abiertos de Marcellus, una sala de tres piezas alrededor de una mesa la cual tenía algunas cosas regadas encima y hasta había un vean bag que por supuesto había sido idea de Odille. El lugar básicamente era una mezcla entre una habitación y una oficina, para cuando Marcellus y sus primas estaban más tiempo del que pensaban en la librería.
"¿Te puedo ofrecer algo?" dijo haciéndose a un lado para que Mina entrara, "Disculpa el desorden, los finales están cerca, Odille y yo hemos usado el lugar como nuestro fuerte de estudios."
Sobre el escritorio había un ensayo que Marcellus estaba escribiendo para el Decano de la Facultad de Literatura, puesto que tenía pensando tomar esa segunda carrera, así como sus trabajos finales, era su último semestre en Derecho después de todo.
Marcellus buscó en el librero, sacando una copia de "El Enigma de la Memoria, por Serenity H. Lovecraft" y se lo mostró a Mina, "Este libro me fue muy útil cuando empecé a reforzar mis estructura mental… tal vez te sea útil."
Cerró la puerta de la oficina y suspiró, "Creo… creo que se cómo podrías defenderte mejor si alguien llegara a querer ver en tu mente."
Había estado ideando varias maneras de ayudar a Mina, concluyendo que lo mejor era buscar algo que le fuera fácil a Mina de hacer… aún no estaba del todo seguro, pero tenía que intentarlo.
Marcellus sabía sobre el estudio llevado a la práctica de la Oclumancia y la Legeremancia, después de todo era algo que el hacía mucho, siempre estaba en pos de nuevos conceptos o corroborar los ya leídos sobre el tema, su estudio de la materia era amplio, ya que su aspiración a ser un dominante de la técnica era alta. Aun así debía admitir que nunca pensó enseñarle a alguien más, no realmente, sus prácticas con Laise eran una cosa, pero el comenzar de cero, como lo había hecho con Mina, era distinto.
"Lo principal de la estructura mental es que tu entiendas como es, ya que tú la manipulas," le dijo recordando las palabras de su padre al respecto, "Creo que el hecho que hayas trabajo en tener una estructura mental es un paso muy importante."
Era la verdad, si Mina tenía una idea de cómo se estructuraba su mente, entonces esa forma se podía moldear en una más fuerte de ser necesario, como él mismo lo había hecho, hasta llegar al plano mental que proyectaba.
"Vamos a la parte de atrás, es más privado," le dijo señalando la puerta en la esquina de la tienda, la cual no tenía manija pues era abierta con el toque de quien estaba autorizado a hacerlo, como Marcellus.
La habitación era grande, tenía libreros con títulos de los más extraños, algunos que se veía muy antiguos, un escritorio lleno de papeles y libros abiertos de Marcellus, una sala de tres piezas alrededor de una mesa la cual tenía algunas cosas regadas encima y hasta había un vean bag que por supuesto había sido idea de Odille. El lugar básicamente era una mezcla entre una habitación y una oficina, para cuando Marcellus y sus primas estaban más tiempo del que pensaban en la librería.
"¿Te puedo ofrecer algo?" dijo haciéndose a un lado para que Mina entrara, "Disculpa el desorden, los finales están cerca, Odille y yo hemos usado el lugar como nuestro fuerte de estudios."
Sobre el escritorio había un ensayo que Marcellus estaba escribiendo para el Decano de la Facultad de Literatura, puesto que tenía pensando tomar esa segunda carrera, así como sus trabajos finales, era su último semestre en Derecho después de todo.
Marcellus buscó en el librero, sacando una copia de "El Enigma de la Memoria, por Serenity H. Lovecraft" y se lo mostró a Mina, "Este libro me fue muy útil cuando empecé a reforzar mis estructura mental… tal vez te sea útil."
Cerró la puerta de la oficina y suspiró, "Creo… creo que se cómo podrías defenderte mejor si alguien llegara a querer ver en tu mente."
Había estado ideando varias maneras de ayudar a Mina, concluyendo que lo mejor era buscar algo que le fuera fácil a Mina de hacer… aún no estaba del todo seguro, pero tenía que intentarlo.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
Se tomaba todo eso muy en serio porque no quería estar desprotegida, ni que todo lo que poco a poco iba construyéndose se derrumbara por un mal paso. Más allá de los problemas que pudiera tener con Jesse, o de las confusiones que se hubiera podido crear en su mente, Mina sabía que sus objetivos no eran un juego. Estaba consciente de que había demasiado en la apuesta como para dejarlo ir.
Era una cuestión de orgullo, de ambición, pero ahora no solamente estaba ella involucrada, sino todos los Delta a los que Jesse había recurrido, y el resto de las personas externas a la fraternidad a las que pensaban abordar. Era un trabajo pesado, que les llevaría tiempo, pero tenía que valer la pena. Sin embargo, el proceso, bien hecho, no se podía iniciar mientras su mente no fuera ese baúl de siete cerrojos, ordenado e impenetrable, que había comenzado a trabajar desde el primer día.
Siguió a Marcellus y en el trayecto, cuando no la miraba, respiró profundo. No quería echar a perder todo lo ganado por estar tensa frente a él, ni quería ponerse a la defensiva, o dejar que su mente volara a otros sitios. Tenía muchas preguntas atoradas en la garganta respecto a lo que había sucedido aquella tarde en su departamento, pero se las iba a ahorrar por el bien de lo que tenía que hacer. Sonrió involuntariamente ante el caos de la habitación, aunque al mismo tiempo lo encontró adorable y pudo reconocer la mano de Odille en muchas cosas.
Negó con la cabeza, porque no se le ofrecía nada, aunque seguramente pedir un vaso de agua habría sido lo más sensato, la última vez lo había necesitado.
-No, está bien, es más o menos parecido a mi habitación en Epsilon ahora mismo. Los finales me tienen de cabeza también, no por tener otras cosas en mente voy a parecer una estudiante desobligada. Y no quiero que piensen que Miss BK es una idiota.
Dijo mientras, con más confianza quizá de la debida, se aventuraba a pasar los ojos y las puntas de los dedos por el ensayo que reposaba en el escritorio, había olvidado que era el último semestre de Marcellus en la universidad y lo recordó justo en ese instante. Estiró el brazo para tomar el libro, pero sus ojos verdes estaban fijos en él.
-Ya terminas la carrera, ¿te marcharás?
Le preguntó antes de bajar la vista y revisar el libro, sonriendo al notar el apellido de la autora. Los Lovecraft siempre tenían ases bajo la manga, le sorprendía que Wardwell los tuviera en tan poca estima solamente por no mostrar esa ambición malsana y terrible que mucho en el sótano parecían poseer. Sacudió la cabeza para sacar el hecho de que Marcellus dejara la universidad para concentrarse en lo que necesitaba.
-¿De verdad? ¿Y cómo? La verdad es que Wardwell no es un paranoico, dudo que si no le doy motivos trate de entrar en las profundidades de mi mente, pero no quiero que si algo falla…
Todo, absolutamente todo, se fuera al diablo.
Era una cuestión de orgullo, de ambición, pero ahora no solamente estaba ella involucrada, sino todos los Delta a los que Jesse había recurrido, y el resto de las personas externas a la fraternidad a las que pensaban abordar. Era un trabajo pesado, que les llevaría tiempo, pero tenía que valer la pena. Sin embargo, el proceso, bien hecho, no se podía iniciar mientras su mente no fuera ese baúl de siete cerrojos, ordenado e impenetrable, que había comenzado a trabajar desde el primer día.
Siguió a Marcellus y en el trayecto, cuando no la miraba, respiró profundo. No quería echar a perder todo lo ganado por estar tensa frente a él, ni quería ponerse a la defensiva, o dejar que su mente volara a otros sitios. Tenía muchas preguntas atoradas en la garganta respecto a lo que había sucedido aquella tarde en su departamento, pero se las iba a ahorrar por el bien de lo que tenía que hacer. Sonrió involuntariamente ante el caos de la habitación, aunque al mismo tiempo lo encontró adorable y pudo reconocer la mano de Odille en muchas cosas.
Negó con la cabeza, porque no se le ofrecía nada, aunque seguramente pedir un vaso de agua habría sido lo más sensato, la última vez lo había necesitado.
-No, está bien, es más o menos parecido a mi habitación en Epsilon ahora mismo. Los finales me tienen de cabeza también, no por tener otras cosas en mente voy a parecer una estudiante desobligada. Y no quiero que piensen que Miss BK es una idiota.
Dijo mientras, con más confianza quizá de la debida, se aventuraba a pasar los ojos y las puntas de los dedos por el ensayo que reposaba en el escritorio, había olvidado que era el último semestre de Marcellus en la universidad y lo recordó justo en ese instante. Estiró el brazo para tomar el libro, pero sus ojos verdes estaban fijos en él.
-Ya terminas la carrera, ¿te marcharás?
Le preguntó antes de bajar la vista y revisar el libro, sonriendo al notar el apellido de la autora. Los Lovecraft siempre tenían ases bajo la manga, le sorprendía que Wardwell los tuviera en tan poca estima solamente por no mostrar esa ambición malsana y terrible que mucho en el sótano parecían poseer. Sacudió la cabeza para sacar el hecho de que Marcellus dejara la universidad para concentrarse en lo que necesitaba.
-¿De verdad? ¿Y cómo? La verdad es que Wardwell no es un paranoico, dudo que si no le doy motivos trate de entrar en las profundidades de mi mente, pero no quiero que si algo falla…
Todo, absolutamente todo, se fuera al diablo.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
El concentrarse en los exámenes finales le daba a Marcellus un centro para no pensar en demasiadas cosas, le permitía ordenar sus ideas y apilarlas del modo que se le había enseñado durante los ejercicios de estructura mental que eran vitales para la Legeremancia. De ese modo, se olvidaba de cosas como el impacto emocional que sentía al ver a Mina o la necesidad de retribución que emanaba el ver a Adrien y recordar lo que le habían hecho.
Necesitaba mantenerse distraído para mantenerse elocuente, al menos esa era la conclusión a la que habían llegado tras sus más reciente sesiones psiquiátricas, a las cuales tuvo renuencia de volver. No había necesitado hablar con su médico desde aquella vez que Darcy lo humilló públicamente, el admitir que una vez más se había destrozado le causaba mucho conflicto, pero dejó a un lado su propio sentir por el bien de otros, en específico, de Mina y de Adrien.
"No tiene sentido que alguien piense menos de tu intelecto solo por tu apariencia," le dijo tranquilamente, "Eres una Epsilon, tienes buenas notas… eres una persona responsable… y aunque las apariencias engañen, definitivamente no tienes perfil de ignorancia."
Era cierto que muchos podían criticar a Mina por ser una cara bonita y decir que solo era eso, pero Marcellus sabía que no era el caso y lo defendería a su manera. Le sonrió tras decir esas palabras, porque realmente las creía, tenía prueba tangible en recuerdo y testigo después de todo.
Observó los delicados dedos de Mina tomar el libro. Aun le costaba trabajo concebir que esos mismo delicados había hecho derramar sangre de gente inocente por poder, directa o indirectamente, pero no podía decirle nada, no realmente… no cuando él también había hecho correr sangre inocente, aunque fuera por obra de su otra personalidad.
La miró a los ojos, perdiéndose en el color de estos por un momento, tardando en soltar el libro quizá más de lo adecuado. Dejó caer su mano y negó con la cabeza a la pregunta de Mina, no pensaba marcharse.
"Voy a entrar a Literatura," le contestó. Ya una vez habían hablado de ello, en el parque, cuando le dijo que si pensaba quedarse cerca de ella más tiempo, la realidad es que si tenía planeado estudiar la segunda carrera, pero fue la intervención de sus padres, básicamente diciéndole que lo hiciera, lo que terminó por sellar el hecho.
Señaló el ensayo sobre la mesa, sonriéndose un poco al ver que aún le faltaba, "Quiero mostrarle mi ensayo sobre el dilema moral jurídico al Profesor Montag… me gustaría la opinión de un ilustrado en el tema para iniciar con buen camino la nueva carrera."
Parpadeó ladeando la cabeza para romper el contacto con los ojos de Mina y caminó hacia donde estaban los sillones, sentándose en uno e invitando a Mina a hacer lo mismo. Entrelazó los dedos, pensando sus palabras y luego suspiró.
"Además del escenario que piensas usar para sellar tus memorias… ese baúl de siete cerrojos tiene que estar en un plano mental… creo que si creas una forma alterna de la verdad, te será más fácil ocultarlo… porque técnicamente no estarías sellando memorias completas, sino detalles."
Se decía que las verdades a madias no dejaban de ser mentiras. Mina había afirmado que si algo sabía hacer era mentir… Marcellus sentía algo de indecisión al decirle básicamente que lo hiciera, pero sentía que si tomaba una fortaleza de Mina, aunque fuese una cualidad negativa, para hacerla una defensa, ella tendría mejor posibilidades.
"Terminé mis cursos con Wardwell sin que este indagara en mi mente… no es una persona paranoica, pero… no tenía nada que sospechar de mí en primer lugar," esas últimas sesiones con Auberon habían sido difíciles, solo porque Marcellus mantuvo sus defensas altas en alerta todo el tiempo, provocándose migraña en el proceso.
"Si no tiene nada que sospechar de ti es bueno… lo mejor es no darle motivos… pero no está de más que estés preparada."
Tenía que estarlo, no podía exponerse así, no cuando su vida estaba en riesgo, no si Marcellus podía evitarlo.
Necesitaba mantenerse distraído para mantenerse elocuente, al menos esa era la conclusión a la que habían llegado tras sus más reciente sesiones psiquiátricas, a las cuales tuvo renuencia de volver. No había necesitado hablar con su médico desde aquella vez que Darcy lo humilló públicamente, el admitir que una vez más se había destrozado le causaba mucho conflicto, pero dejó a un lado su propio sentir por el bien de otros, en específico, de Mina y de Adrien.
"No tiene sentido que alguien piense menos de tu intelecto solo por tu apariencia," le dijo tranquilamente, "Eres una Epsilon, tienes buenas notas… eres una persona responsable… y aunque las apariencias engañen, definitivamente no tienes perfil de ignorancia."
Era cierto que muchos podían criticar a Mina por ser una cara bonita y decir que solo era eso, pero Marcellus sabía que no era el caso y lo defendería a su manera. Le sonrió tras decir esas palabras, porque realmente las creía, tenía prueba tangible en recuerdo y testigo después de todo.
Observó los delicados dedos de Mina tomar el libro. Aun le costaba trabajo concebir que esos mismo delicados había hecho derramar sangre de gente inocente por poder, directa o indirectamente, pero no podía decirle nada, no realmente… no cuando él también había hecho correr sangre inocente, aunque fuera por obra de su otra personalidad.
La miró a los ojos, perdiéndose en el color de estos por un momento, tardando en soltar el libro quizá más de lo adecuado. Dejó caer su mano y negó con la cabeza a la pregunta de Mina, no pensaba marcharse.
"Voy a entrar a Literatura," le contestó. Ya una vez habían hablado de ello, en el parque, cuando le dijo que si pensaba quedarse cerca de ella más tiempo, la realidad es que si tenía planeado estudiar la segunda carrera, pero fue la intervención de sus padres, básicamente diciéndole que lo hiciera, lo que terminó por sellar el hecho.
Señaló el ensayo sobre la mesa, sonriéndose un poco al ver que aún le faltaba, "Quiero mostrarle mi ensayo sobre el dilema moral jurídico al Profesor Montag… me gustaría la opinión de un ilustrado en el tema para iniciar con buen camino la nueva carrera."
Parpadeó ladeando la cabeza para romper el contacto con los ojos de Mina y caminó hacia donde estaban los sillones, sentándose en uno e invitando a Mina a hacer lo mismo. Entrelazó los dedos, pensando sus palabras y luego suspiró.
"Además del escenario que piensas usar para sellar tus memorias… ese baúl de siete cerrojos tiene que estar en un plano mental… creo que si creas una forma alterna de la verdad, te será más fácil ocultarlo… porque técnicamente no estarías sellando memorias completas, sino detalles."
Se decía que las verdades a madias no dejaban de ser mentiras. Mina había afirmado que si algo sabía hacer era mentir… Marcellus sentía algo de indecisión al decirle básicamente que lo hiciera, pero sentía que si tomaba una fortaleza de Mina, aunque fuese una cualidad negativa, para hacerla una defensa, ella tendría mejor posibilidades.
"Terminé mis cursos con Wardwell sin que este indagara en mi mente… no es una persona paranoica, pero… no tenía nada que sospechar de mí en primer lugar," esas últimas sesiones con Auberon habían sido difíciles, solo porque Marcellus mantuvo sus defensas altas en alerta todo el tiempo, provocándose migraña en el proceso.
"Si no tiene nada que sospechar de ti es bueno… lo mejor es no darle motivos… pero no está de más que estés preparada."
Tenía que estarlo, no podía exponerse así, no cuando su vida estaba en riesgo, no si Marcellus podía evitarlo.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
Le sonrió ampliamente por todo eso que decía, que tenía buenas notas y que era responsable. Toda su vida eso era lo único que la había salvado de que sus papás no la mandaran al diablo como habían hecho con su prima Zelda; las calificaciones excelentes que siempre llevaba a casa, y los premios por los concursos de transformaciones. Le agradeció apenas moviendo los labios, todavía con el libro como unión hasta que lo soltó.
-Pues me alegra que hayas decidido quedarte. Parecería mentira pero la universidad es el lugar más seguro ahora mismo, al menos por el momento.
Tenía que admitir que, hasta ese momento, no había pensado muy bien que pudiera estar exponiendo a Marcellus a cierto peligro si eventualmente lo de Delta explotaba –que lo haría, pero ellos no pensaban que lo hiciera tan pronto- y en ese momento cayó en la cuenta de que estaba tan enlodado como ellos dos. Se mordió el labio inferior y desvió la vista del ensayo y de él, sintiéndose inesperadamente preocupada. De cualquier modo ya no había vuelta atrás, y de todos modos siempre podían recurrir al obliviate al final, por seguridad.
-Me alegra que los estudios con él hayan terminado bien. Aunque en realidad jamás dudé que pudieras sobrellevarlo, no solo porque es un tipo confiado, sino porque eres bueno en lo que haces. Pero me da gusto saber que ya no tendrás que acudir a él, me preocupa que estén cerca…
Pero ya estaba bien de halagos y todo lo demás.
-No tiene nada que sospechar de mi.
Fue lo único que dijo, porque no podía decir más nada por un lado a menos que quisiera inmolarse por dentro o algo así, y por el otro porque, era verdad. Hasta ese momento solo se había mostrado como la chica más joven del grupo, naturalmente curiosa, aguerrida por la misma naturaleza, la que estaba ávida de conocimientos como toda buena Epsilon, pero que al mismo tiempo era obediente y respetuosa con los Venerables. Y además estaba Werther, que era un miembro excepcional y eso, en muchos sentidos, le había dado puntos por asociación.
-¿Lo intentamos, entonces? Espero sorprenderte para bien. ¿De pie o me siento? ¿Da igual? Perdóname, estoy nerviosa…
Pero por más que sintiera nervios recorriéndole la columna, no dejaría que pasara lo mismo de la vez anterior, donde sus defensas habían estado al mínimo.
-Pues me alegra que hayas decidido quedarte. Parecería mentira pero la universidad es el lugar más seguro ahora mismo, al menos por el momento.
Tenía que admitir que, hasta ese momento, no había pensado muy bien que pudiera estar exponiendo a Marcellus a cierto peligro si eventualmente lo de Delta explotaba –que lo haría, pero ellos no pensaban que lo hiciera tan pronto- y en ese momento cayó en la cuenta de que estaba tan enlodado como ellos dos. Se mordió el labio inferior y desvió la vista del ensayo y de él, sintiéndose inesperadamente preocupada. De cualquier modo ya no había vuelta atrás, y de todos modos siempre podían recurrir al obliviate al final, por seguridad.
-Me alegra que los estudios con él hayan terminado bien. Aunque en realidad jamás dudé que pudieras sobrellevarlo, no solo porque es un tipo confiado, sino porque eres bueno en lo que haces. Pero me da gusto saber que ya no tendrás que acudir a él, me preocupa que estén cerca…
Pero ya estaba bien de halagos y todo lo demás.
-No tiene nada que sospechar de mi.
Fue lo único que dijo, porque no podía decir más nada por un lado a menos que quisiera inmolarse por dentro o algo así, y por el otro porque, era verdad. Hasta ese momento solo se había mostrado como la chica más joven del grupo, naturalmente curiosa, aguerrida por la misma naturaleza, la que estaba ávida de conocimientos como toda buena Epsilon, pero que al mismo tiempo era obediente y respetuosa con los Venerables. Y además estaba Werther, que era un miembro excepcional y eso, en muchos sentidos, le había dado puntos por asociación.
-¿Lo intentamos, entonces? Espero sorprenderte para bien. ¿De pie o me siento? ¿Da igual? Perdóname, estoy nerviosa…
Pero por más que sintiera nervios recorriéndole la columna, no dejaría que pasara lo mismo de la vez anterior, donde sus defensas habían estado al mínimo.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
Asintió con la cabeza, la escuela era un lugar seguro, aunque les costara trabajo creerlo, supuso que esa era la razón por la cual sus padres le habían dicho que permaneciera estudiando, aunque también había estado la opción de enviarlo a Italia con sus abuelos maternos.
"No quería dejar a mis seres queridos atrás tanto tiempo de nuevo," le dijo sin realmente decirle la oración completa, "Ah… ya lo hice cuando me fui de viaje… tenía la opción de irme a Italia, pero preferí quedarme," le dijo para complementar la frase.
Marcellus no estaba consciente del peligro en el que potencialmente se encontraba al ser, de cierta forma, cómplice de Mina. No pensó que el conocer sobre el movimiento radical de los Delta pudiese ponerlo en peligro, ni siquiera se le ocurrió, estaba más preocupado por Mina y el hecho de que quería ir contra Auberon, poniéndose a sí misma en peligro.
La razón por la cual se cuidó tanto de Auberon durante sus últimas lecciones con él fue porque no quería poner en peligro a Mina, por haberle revelado la existencia de los Venerables, ni a Adrien por haber hecho básicamente lo mismo, había visto en el pensamiento de ambos, corroborando información que efectivamente lo ponía en peligro por saberla, aunque en su pienso, él no estaba preocupado por sí mismo, sino por Mina y Adrien.
"Gracias Mina," le dijo sonriéndole de verdad, por su fe en él, "Si gustas sentarte…"
Le indicó el sillón frente a él para quedar frente a frente, pero ambos en una forma casual, como podría empezar un ataque si no se tenía cuidado. Marcellus cerró los ojos, pensando en que podría servir para empezar y luego de un momento, los abrió mirando a Mina más seriamente.
"El momento en el que Jesse y tu hablaron sobre… lo que planean," dijo sin querer entrar en detalles, "Trata de reinventar la conversación, usa ese recuerdo como base, pero sustituye lo dicho y visto por algo que no sea comprometedor, algo… simple."
Lo ideal era empezar con algo mas sencillo, pero el problema es que Mina no gozaba del tiempo que Marcellus había tenido para aprender todas esas técnicas. Marcellus básicamente tenía que enseñarla a correr cuando a penas y había empezado a caminar, todo porque tenían alguien detrás de ellos siguiéndoles los pasos.
Marcellus alzó la varita, "Toma en cuenta que yo no sé cómo ha sido esa conversación, pero estoy buscando algo sospechoso… trata de tornar la verdad en un plano manipulable, sellando los detalles más importantes en tu baúl, dejando solo lo que no es importante."
Uno de los cerrojos del baúl probablemente estaría escondido en la misma memoria, pero no estaba buscándolo activamente, no, él quería que Mina controlara su mente para que precisamente otros no buscaran los cerrojos de su memoria.
"No quería dejar a mis seres queridos atrás tanto tiempo de nuevo," le dijo sin realmente decirle la oración completa, "Ah… ya lo hice cuando me fui de viaje… tenía la opción de irme a Italia, pero preferí quedarme," le dijo para complementar la frase.
Marcellus no estaba consciente del peligro en el que potencialmente se encontraba al ser, de cierta forma, cómplice de Mina. No pensó que el conocer sobre el movimiento radical de los Delta pudiese ponerlo en peligro, ni siquiera se le ocurrió, estaba más preocupado por Mina y el hecho de que quería ir contra Auberon, poniéndose a sí misma en peligro.
La razón por la cual se cuidó tanto de Auberon durante sus últimas lecciones con él fue porque no quería poner en peligro a Mina, por haberle revelado la existencia de los Venerables, ni a Adrien por haber hecho básicamente lo mismo, había visto en el pensamiento de ambos, corroborando información que efectivamente lo ponía en peligro por saberla, aunque en su pienso, él no estaba preocupado por sí mismo, sino por Mina y Adrien.
"Gracias Mina," le dijo sonriéndole de verdad, por su fe en él, "Si gustas sentarte…"
Le indicó el sillón frente a él para quedar frente a frente, pero ambos en una forma casual, como podría empezar un ataque si no se tenía cuidado. Marcellus cerró los ojos, pensando en que podría servir para empezar y luego de un momento, los abrió mirando a Mina más seriamente.
"El momento en el que Jesse y tu hablaron sobre… lo que planean," dijo sin querer entrar en detalles, "Trata de reinventar la conversación, usa ese recuerdo como base, pero sustituye lo dicho y visto por algo que no sea comprometedor, algo… simple."
Lo ideal era empezar con algo mas sencillo, pero el problema es que Mina no gozaba del tiempo que Marcellus había tenido para aprender todas esas técnicas. Marcellus básicamente tenía que enseñarla a correr cuando a penas y había empezado a caminar, todo porque tenían alguien detrás de ellos siguiéndoles los pasos.
Marcellus alzó la varita, "Toma en cuenta que yo no sé cómo ha sido esa conversación, pero estoy buscando algo sospechoso… trata de tornar la verdad en un plano manipulable, sellando los detalles más importantes en tu baúl, dejando solo lo que no es importante."
Uno de los cerrojos del baúl probablemente estaría escondido en la misma memoria, pero no estaba buscándolo activamente, no, él quería que Mina controlara su mente para que precisamente otros no buscaran los cerrojos de su memoria.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
-Pues me alegra que te quedaras.
Le dijo y era sincera. Nunca había ido del tipo de persona que se quedara callada si quería decir algo, o que se guardara las cosas si necesitaba explotar de alguna forma, aunque eso siempre le había dado muchos problemas. Se sentó en el sillón, con tranquilidad, y se quedó escudriñándolo con la mirada cuando él cerró los ojos, sin desviar la vista cuando volvió a abrirlos aunque delatara su minuciosa inspección.
Trató de recordar los detalles del momento en el que había hablado con Jesse de todos esos planes. Yuri también había estado ahí a veces, Fitz, su prima Bettina. En realidad eran muchos momentos muy específicos, no era algo que hubieran hablado de una sola vez, o de una sola sentada, lo habían debatido y debatido hasta el cansancio. En su departamento en Nueva York, en Delta, en la casa de Yuri, en el piso de Fitz, en la habitación de Bettina. Y también estaban esas veces que había estado a solas con Jesse hablándolo.
Asintió a Marcellus y respiró profundo. Lo miró fijamente, esta vez sin distracciones de por medio, sin caer en el círculo que había caído la última vez. Había estado estudiando y esta vez no estaba desprevenida y aunque estaba nerviosa por estar enfrente de él, no estaba dejando que esas sensaciones arruinaran todo de nuevo. Comenzó a hacer una deconstrucción de sus memorias, con seguridad.
La habitación era espaciosa, se trataba de la sala de estar de su antiguo departamento en Nueva York. Había varios pergaminos esparcidos por la mesa, pero al acercarse, resultaba que no eran más que apuntes de historia de la magia.
-Mi papá siempre decía que había que ayudar a los que no tenían tantas oportunidades y hasta ahora entiendo cabalmente sus ideas, y quiero seguirlas.
Decía Jesse. Si se ponía más atención, al lado de los apuntes estaba un libro bastante viejo escrito, precisamente, por su papá.
-Bueno Jesse, no puedes arreglar los problemas del mundo tú solo. Además no es como si “los que no tienen tantas oportunidades” estuvieran ansiosos de tenerlas. La gran mayoría están cómodos en donde están, o ya habrían hecho algo. No es tu responsabilidad.
La conversación, curiosamente, era parecida a la que había tenido con Laise la noche de su iniciación, en donde Mina había desechado por completo ideas parecidas, porque no estaba en posición de confiar en nadie.
Mina sonreía y daba por zanjado el tema, encogiéndose de hombros, antes de acercarse a Jesse y guardar todos los pergaminos en una mochila, como si le restara importancia a todo eso y fuera hora de dejar las tareas escolares a un lado.
-Me muero de hambre, mejor llévame a comer. Solo deja que me vista, será rápido.
Lo siguiente había sido una aburridísima sucesión de imágenes de ellos en una día normal, en donde la conversación giraba en torno a episodios de la vida de Jesse en donde golpeaba a alguien, o recuerdos de cuando solo eran amigos y Mina odiaba a todas sus mujeres, siendo apenas una chiquilla, cosas sin importancia.
Cuando la intrusión acabó, miró a Marcellus fijamente de nuevo, aunque su expresión había cambiado; parecía incómoda de que estuviera viendo esas cosas, cosas tan mundanas y comunes que contrastaban tan abruptamente de lo que había visto en su departamento en Miami, de lo que habían vivido. Se sentía completamente extraña, fuera de lugar, y sentía que quería decirle miles de cosas, explicarle algo, pero de nuevo, se quedó callada.
-¿Mejor?
Le dijo y era sincera. Nunca había ido del tipo de persona que se quedara callada si quería decir algo, o que se guardara las cosas si necesitaba explotar de alguna forma, aunque eso siempre le había dado muchos problemas. Se sentó en el sillón, con tranquilidad, y se quedó escudriñándolo con la mirada cuando él cerró los ojos, sin desviar la vista cuando volvió a abrirlos aunque delatara su minuciosa inspección.
Trató de recordar los detalles del momento en el que había hablado con Jesse de todos esos planes. Yuri también había estado ahí a veces, Fitz, su prima Bettina. En realidad eran muchos momentos muy específicos, no era algo que hubieran hablado de una sola vez, o de una sola sentada, lo habían debatido y debatido hasta el cansancio. En su departamento en Nueva York, en Delta, en la casa de Yuri, en el piso de Fitz, en la habitación de Bettina. Y también estaban esas veces que había estado a solas con Jesse hablándolo.
Asintió a Marcellus y respiró profundo. Lo miró fijamente, esta vez sin distracciones de por medio, sin caer en el círculo que había caído la última vez. Había estado estudiando y esta vez no estaba desprevenida y aunque estaba nerviosa por estar enfrente de él, no estaba dejando que esas sensaciones arruinaran todo de nuevo. Comenzó a hacer una deconstrucción de sus memorias, con seguridad.
La habitación era espaciosa, se trataba de la sala de estar de su antiguo departamento en Nueva York. Había varios pergaminos esparcidos por la mesa, pero al acercarse, resultaba que no eran más que apuntes de historia de la magia.
-Mi papá siempre decía que había que ayudar a los que no tenían tantas oportunidades y hasta ahora entiendo cabalmente sus ideas, y quiero seguirlas.
Decía Jesse. Si se ponía más atención, al lado de los apuntes estaba un libro bastante viejo escrito, precisamente, por su papá.
-Bueno Jesse, no puedes arreglar los problemas del mundo tú solo. Además no es como si “los que no tienen tantas oportunidades” estuvieran ansiosos de tenerlas. La gran mayoría están cómodos en donde están, o ya habrían hecho algo. No es tu responsabilidad.
La conversación, curiosamente, era parecida a la que había tenido con Laise la noche de su iniciación, en donde Mina había desechado por completo ideas parecidas, porque no estaba en posición de confiar en nadie.
Mina sonreía y daba por zanjado el tema, encogiéndose de hombros, antes de acercarse a Jesse y guardar todos los pergaminos en una mochila, como si le restara importancia a todo eso y fuera hora de dejar las tareas escolares a un lado.
-Me muero de hambre, mejor llévame a comer. Solo deja que me vista, será rápido.
Lo siguiente había sido una aburridísima sucesión de imágenes de ellos en una día normal, en donde la conversación giraba en torno a episodios de la vida de Jesse en donde golpeaba a alguien, o recuerdos de cuando solo eran amigos y Mina odiaba a todas sus mujeres, siendo apenas una chiquilla, cosas sin importancia.
Cuando la intrusión acabó, miró a Marcellus fijamente de nuevo, aunque su expresión había cambiado; parecía incómoda de que estuviera viendo esas cosas, cosas tan mundanas y comunes que contrastaban tan abruptamente de lo que había visto en su departamento en Miami, de lo que habían vivido. Se sentía completamente extraña, fuera de lugar, y sentía que quería decirle miles de cosas, explicarle algo, pero de nuevo, se quedó callada.
-¿Mejor?
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
Marcellus levantó la varita y murmuró el conjuro, adentrándose en la mente de Mina como lo había hecho aquella vez, cuando empezaron a entrenar la habilidad de Oclumancia. Apareció de pie en un departamento en el que nunca antes había estado realmente, buscó detalles, pero la imagen estaba en el punto de vista de Mina, por lo que solo vería lo que ella estaba enfocando.
Se acercó a la sala de estar, mirando la imagen de la memoria que Mina había creado de Jesse. Sabía que este recuerdo era en parcial real, por lo que Jesse había estado ahí con ella, hablando, pero sintió una extraña sensación al ver a Jesse en esa memoria, porque estaba viendo la forma en la que Mina lo percibía… impasible, decidido, una pieza en su vida que más que completar era base.
Desvió la mirada a los pergaminos, algunos parecían estar borroso, pero no distinguía en ellos algo sospechoso, eran simples apuntes de historia de la magia, lo cual parecía quedar considerando que Jesse estaba presente y aunque el Delta muchas veces diera la impresión de alguien a quien no le importaba su carrera, no era el caso, Jesse estaba estudiando la carrera de la labor que su padre llevó acabo mucho tiempo, Marcellus conocía los libros del padre de Jesse, de hecho tenía varios.
Miró a los alrededores, buscando algo pero no encontró el cerrojo del baúl, se sonrió porque Mina en efecto estaba ocultando lo más importante detrás de lo mundano, justo como le había dicho.
La serie de imágenes que siguieron le dieron un aire de melancolía, como si el verlas se hiciera la idea de que no conocía a Mina tanto como quisiera, aun tomando en cuenta que conocía sus secretos.
Se retrajo de su mente, permaneciendo con los ojos cerrados un momento y luego asintió con la cabeza, "Mucho mejor, pareces tener más control de los recuerdos que traes a flote, eso es un excelente avance."
Marcellus tocó la punta de su varita contra la palma de su mano, parpadeando unas cuantas veces mientras analizaba la memoria que Mina le había mostrado, "Algo en la imagen parecía difuso, esto puede ser porque la memoria en si no es percibida al 100% o porque ha sido cambiada, depende de que estés mostrando y ocultando para distinguirlo…Ah, mira…"
Marcellus se acercó a ella, quedando de rodillas en el piso junto a ella mientras abría el libro del enigma de la mente y le mostraba a Mina un pasaje sobre la memoria construida y como esta era más fuerte cuando el que la hace llegase a pensar que esta era real.
"El único problema con esta técnica es que hay veces que puedes llegar a confundir la fantasía que creaste con la realidad, por lo que siempre tienes que tener presente que una memoria creada no es algo que realmente ocurrió… hay una técnica algo confusa y difícil, pero podría ser útil en caso extremo," Marcells cambió la página, "Esta consiste en guardar la memoria real en líquido y reemplazan ese vacío con una creada."
Se quedó pensando, como si hubiese algo en esas palabras que le doliera, "El detalle es que cuando te lo hacen y no está hecho con suficiente precaución… lo notas."
Pensó en Claude, la noche que se encontraron en la biblioteca y como al final lo que recordaba y lo que sentía no hacían juego, su mente voló por un momento pero luego parpadeó regresando a Mina.
"No te lo recomiendo a menos que sea muy necesario y necesitarías a alguien que te ayude, alguien que sepa cuál es la verdad, para que cuando regreses por tu memoria real, esta siga intacta… esta técnica no me gusta porque es activamente engañarte a ti mismo, y eso peligroso, podrías… perderte en tu propia mentira..."
Algo que no le deseaba, algo que esperaba no le pasara.
Se acercó a la sala de estar, mirando la imagen de la memoria que Mina había creado de Jesse. Sabía que este recuerdo era en parcial real, por lo que Jesse había estado ahí con ella, hablando, pero sintió una extraña sensación al ver a Jesse en esa memoria, porque estaba viendo la forma en la que Mina lo percibía… impasible, decidido, una pieza en su vida que más que completar era base.
Desvió la mirada a los pergaminos, algunos parecían estar borroso, pero no distinguía en ellos algo sospechoso, eran simples apuntes de historia de la magia, lo cual parecía quedar considerando que Jesse estaba presente y aunque el Delta muchas veces diera la impresión de alguien a quien no le importaba su carrera, no era el caso, Jesse estaba estudiando la carrera de la labor que su padre llevó acabo mucho tiempo, Marcellus conocía los libros del padre de Jesse, de hecho tenía varios.
Miró a los alrededores, buscando algo pero no encontró el cerrojo del baúl, se sonrió porque Mina en efecto estaba ocultando lo más importante detrás de lo mundano, justo como le había dicho.
La serie de imágenes que siguieron le dieron un aire de melancolía, como si el verlas se hiciera la idea de que no conocía a Mina tanto como quisiera, aun tomando en cuenta que conocía sus secretos.
Se retrajo de su mente, permaneciendo con los ojos cerrados un momento y luego asintió con la cabeza, "Mucho mejor, pareces tener más control de los recuerdos que traes a flote, eso es un excelente avance."
Marcellus tocó la punta de su varita contra la palma de su mano, parpadeando unas cuantas veces mientras analizaba la memoria que Mina le había mostrado, "Algo en la imagen parecía difuso, esto puede ser porque la memoria en si no es percibida al 100% o porque ha sido cambiada, depende de que estés mostrando y ocultando para distinguirlo…Ah, mira…"
Marcellus se acercó a ella, quedando de rodillas en el piso junto a ella mientras abría el libro del enigma de la mente y le mostraba a Mina un pasaje sobre la memoria construida y como esta era más fuerte cuando el que la hace llegase a pensar que esta era real.
"El único problema con esta técnica es que hay veces que puedes llegar a confundir la fantasía que creaste con la realidad, por lo que siempre tienes que tener presente que una memoria creada no es algo que realmente ocurrió… hay una técnica algo confusa y difícil, pero podría ser útil en caso extremo," Marcells cambió la página, "Esta consiste en guardar la memoria real en líquido y reemplazan ese vacío con una creada."
Se quedó pensando, como si hubiese algo en esas palabras que le doliera, "El detalle es que cuando te lo hacen y no está hecho con suficiente precaución… lo notas."
Pensó en Claude, la noche que se encontraron en la biblioteca y como al final lo que recordaba y lo que sentía no hacían juego, su mente voló por un momento pero luego parpadeó regresando a Mina.
"No te lo recomiendo a menos que sea muy necesario y necesitarías a alguien que te ayude, alguien que sepa cuál es la verdad, para que cuando regreses por tu memoria real, esta siga intacta… esta técnica no me gusta porque es activamente engañarte a ti mismo, y eso peligroso, podrías… perderte en tu propia mentira..."
Algo que no le deseaba, algo que esperaba no le pasara.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
Sonrió ampliamente porque le dijo que había tenido un buen avance, le encantaban ese tipo de halagos, que se notara que trabajaba duro por las cosas que quería. Sopesó sus palabras respecto a lo que le decía del recuerdo difuso, y se lo atribuyó a que, por haberse desconcentrado un poco por los nervios, había terminado juntando el recuerdo de Jesse con el de Laise para salir a flote en vez de crear uno de cero. Se mordió el labio inferior, solía ser buena improvisando mentiras en el plano normal, pero tendría que mejorar la improvisación en el plano mental, era distinto, y más difícil, porque tenía que formar imágenes concretas.
Por alguna razón, encontró el gesto de que se arrodillara a su lado mostrándole el libro tremendamente adorable, pero no lo dejó ver más que por una sonrisa a medias que se le escapo, y por la mirada que le dedicó, aunque seguramente él no se había dado cuenta. Dejó de lado la distracción momentánea y puso atención al libro, al pasaje y a los complicados símbolos y planos que lo ilustraban. Sus ojos repasaron atenta el contenido, pero escuchaba a Marcellus con la misma cantidad de atención.
-Creo que…no sé qué tan bien me haría utilizar esta técnica. No quiero terminar olvidando mis verdaderos objetivos o mis verdaderos sentimientos, no quiero perderme, ¿sabes?. Creo que en este caso estoy dispuesta a ir por el camino difícil, para estar más segura, no quiero cargar con una angustia más.
No creía ser lo suficientemente fuerte como para mantenerse consciente de qué era real y qué no. En ese sentido, prefería enfrentarse a Auberon –si era que eso sucedía- con las armas más crudas, aunque le costara el doble de trabajo.
-De cualquier forma si tuviera que confiar en alguien…sabes que eres mi única opción, ¿no es así?.
Habría estado tremendamente molesta y decepcionada de saber que lo primero que Marcellus había hecho había sido ir a contarle a Adrien, y seguramente no lo endiosaría tanto de estar consciente de ello, por lo que se podía decir que era una suerte que, hasta ese momento por lo menos, no lo supiera. Una suerte tanto para ella como para él.
-Creo que sé cuál fue mi error, trataré de remediarlo. ¿Volvemos a intentar?
Tenía ganas de preguntarle por qué a veces parecía tan triste, también tenía gana de preguntarle qué había pasado aquella tarde y por qué había parecido otra persona, pero todo eso se lo ahorraría, no quería pisar terrenos peligrosos, ni volver a hacerlo enojar en dado caso, quería que en esa ocasión todo saliera bien, y se guardaría su personalidad conflictiva por una vez en la vida.
Por alguna razón, encontró el gesto de que se arrodillara a su lado mostrándole el libro tremendamente adorable, pero no lo dejó ver más que por una sonrisa a medias que se le escapo, y por la mirada que le dedicó, aunque seguramente él no se había dado cuenta. Dejó de lado la distracción momentánea y puso atención al libro, al pasaje y a los complicados símbolos y planos que lo ilustraban. Sus ojos repasaron atenta el contenido, pero escuchaba a Marcellus con la misma cantidad de atención.
-Creo que…no sé qué tan bien me haría utilizar esta técnica. No quiero terminar olvidando mis verdaderos objetivos o mis verdaderos sentimientos, no quiero perderme, ¿sabes?. Creo que en este caso estoy dispuesta a ir por el camino difícil, para estar más segura, no quiero cargar con una angustia más.
No creía ser lo suficientemente fuerte como para mantenerse consciente de qué era real y qué no. En ese sentido, prefería enfrentarse a Auberon –si era que eso sucedía- con las armas más crudas, aunque le costara el doble de trabajo.
-De cualquier forma si tuviera que confiar en alguien…sabes que eres mi única opción, ¿no es así?.
Habría estado tremendamente molesta y decepcionada de saber que lo primero que Marcellus había hecho había sido ir a contarle a Adrien, y seguramente no lo endiosaría tanto de estar consciente de ello, por lo que se podía decir que era una suerte que, hasta ese momento por lo menos, no lo supiera. Una suerte tanto para ella como para él.
-Creo que sé cuál fue mi error, trataré de remediarlo. ¿Volvemos a intentar?
Tenía ganas de preguntarle por qué a veces parecía tan triste, también tenía gana de preguntarle qué había pasado aquella tarde y por qué había parecido otra persona, pero todo eso se lo ahorraría, no quería pisar terrenos peligrosos, ni volver a hacerlo enojar en dado caso, quería que en esa ocasión todo saliera bien, y se guardaría su personalidad conflictiva por una vez en la vida.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
Marcellus había estado demasiado distraído, o mejor dicho concentrado en otra cosa, como para notar el gesto que Mina le dirigió, aunque lo hubiera apreciado bastante, le gustaba ver a Mina sonreír. Asintió con la cabeza unas cuantas veces mientras se sentaba en cuchillas a un lado de Mina, ladeando la cabeza mientras pensaba en lo que le decía.
"Eso está bien, esta técnica es complicada y requiere la participación de dos personas, " le comentó, "Además se tiene que marcar los recuerdos como falsos para no perderlos entre los creados," le señaló el libro de nuevo, parpadeando unas cuantas veces, "Cuando yo aprendí a esta técnica usé lo que mi Abuela llamó 'El método de Alicia', porque en los recuerdos falsos ponía a un gato Cheshire para distinguir que eran creados."
Levantó la vista, mirando a Mina sorprendido por un momento notorio, de hecho su expresión de sorpresa fue muy evidente y tardó unos momentos en bajar la cabeza de nuevo, lamiéndose los labios y sonriendo medio de lado, mordiéndose el labio inferior porque no se iba a sonrojar, no.
"Sólo quiero ayudarte," le dijo en voz baja, "Siento que después de todo… quiero y debo hacerlo, porque me has confiado tanto como para no serte constante en la ayuda," la miró de nuevo, un poco más tranquilo, "Tengo los métodos y quiero ayudarte porque me interesa mucho que estés a salvo, Mina."
Era una lástima que Marcellus no hubiese mantenido la boca cerrada aquella tarde que Adrien, pero como lo que había visto lo involucraba a él, no pudo evitarlo. Aun así, Adrien sólo sabía que Mina le había revelado la existencia del Culto a Marcellus al ver en sus recuerdos, no estaba enterado de la Revolución o de los planes de los que Mina formaba parte, lo único que Adrien sabía realmente, es que Marcellus confirmó la existencia del sótano a través de los ojos de Mina.
Eso había bastado para Adrien perdiera el control, aquella noche había sido más intensa de lo que esperaba, entre Mina y Adrien lo habían dejado agotado física y emocionalmente, pero aun así no se arrepentía de que hubiese ocurrido, no realmente.
Marcellus se puso de pie para sentarse sobre la mesa de centro, quedando más cerca de Mina y levantó la varita, "Muy bien, vamos a intentarlo de nuevo."
Cerró los ojos por un momento, pensando en cómo adentrarse en la mente de Mina de nuevo, estaba teniendo cuidado, no quería hacerle daño, no quería repetir lo que pasó la última vez, por lo que estaba haciendo todo lo posible por mantenerse tranquilo, sereno, para no perder control de sí mismo ni dejar que la otra personalidad dentro de sí lo tomara.
"Esta vez trata de todo se vea más claro, lo más real que puedas… Una vez que tengas ese recuerdo elaborado, tendrás que encerrar el real dentro de los confines de tu memoria, para que no sea descubierto."
Levantó la varita y murmuró el conjuro.
"Eso está bien, esta técnica es complicada y requiere la participación de dos personas, " le comentó, "Además se tiene que marcar los recuerdos como falsos para no perderlos entre los creados," le señaló el libro de nuevo, parpadeando unas cuantas veces, "Cuando yo aprendí a esta técnica usé lo que mi Abuela llamó 'El método de Alicia', porque en los recuerdos falsos ponía a un gato Cheshire para distinguir que eran creados."
Levantó la vista, mirando a Mina sorprendido por un momento notorio, de hecho su expresión de sorpresa fue muy evidente y tardó unos momentos en bajar la cabeza de nuevo, lamiéndose los labios y sonriendo medio de lado, mordiéndose el labio inferior porque no se iba a sonrojar, no.
"Sólo quiero ayudarte," le dijo en voz baja, "Siento que después de todo… quiero y debo hacerlo, porque me has confiado tanto como para no serte constante en la ayuda," la miró de nuevo, un poco más tranquilo, "Tengo los métodos y quiero ayudarte porque me interesa mucho que estés a salvo, Mina."
Era una lástima que Marcellus no hubiese mantenido la boca cerrada aquella tarde que Adrien, pero como lo que había visto lo involucraba a él, no pudo evitarlo. Aun así, Adrien sólo sabía que Mina le había revelado la existencia del Culto a Marcellus al ver en sus recuerdos, no estaba enterado de la Revolución o de los planes de los que Mina formaba parte, lo único que Adrien sabía realmente, es que Marcellus confirmó la existencia del sótano a través de los ojos de Mina.
Eso había bastado para Adrien perdiera el control, aquella noche había sido más intensa de lo que esperaba, entre Mina y Adrien lo habían dejado agotado física y emocionalmente, pero aun así no se arrepentía de que hubiese ocurrido, no realmente.
Marcellus se puso de pie para sentarse sobre la mesa de centro, quedando más cerca de Mina y levantó la varita, "Muy bien, vamos a intentarlo de nuevo."
Cerró los ojos por un momento, pensando en cómo adentrarse en la mente de Mina de nuevo, estaba teniendo cuidado, no quería hacerle daño, no quería repetir lo que pasó la última vez, por lo que estaba haciendo todo lo posible por mantenerse tranquilo, sereno, para no perder control de sí mismo ni dejar que la otra personalidad dentro de sí lo tomara.
"Esta vez trata de todo se vea más claro, lo más real que puedas… Una vez que tengas ese recuerdo elaborado, tendrás que encerrar el real dentro de los confines de tu memoria, para que no sea descubierto."
Levantó la varita y murmuró el conjuro.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
Fuera de lo peligroso que pudiera resultar, particularmente para sus fines, la técnica sonaba de lo más interesante así que mantuvo la vista en el libro y luego fingió no haber notado que Marcellus estaba sorprendido por algo que había dicho o a saber. Tomó la mano de Marcellus que sostenía el libro cuando le dijo que le interesaba que estuviera a salvo, pero el contacto fue muy fugaz, solo lo suficiente como para darle un apretón.
-No soy solo yo, en realidad estás ayudando a mucha gente más.
Le dijo con una sonrisa contenida. Realmente creía eso y creía que si se mantenía firme iba a poder lograr algo a futuro, y que la ayuda de Marcellus era vital. No podría lograr nada de la noche a la mañana, asumía que le iba a tomar bastante tiempo, pero el tiempo que durara, no quería correr riesgos innecesarios. Se acomodó en el sillón y respiró profundo. Tenía que construir más rápido y de formas mucho más precisas, pensar en términos de imagen, de movimiento y de audio con más soltura, ella lo concebía así, como si estuviera detrás de una filmación.
Una vez más, estaban en la misma habitación, en la sala de estar de su departamento en Nueva York. De nuevo estaban los apuntes esparcidos sobre la mesa, el libro escrito por Syd Crawford. Mina había visto apuntes de Jesse antes, de hecho, a veces solía meterse demasiado en sus cosas, y había leído muchos de los trabajos de Syd, así que, si cualquiera se acercaba, los pergaminos estarían más nítidos, más elaborados, con contenidos precisos.
-Mi papá siempre decía que había que ayudar a los que no tienen tantas oportunidades y hasta ahora entiendo cabalmente sus ideas, y quiero seguirlas.
De nuevo, la voz de Jesse resonó en la habitación. Mina lo miró y le sonrió. Caminó hasta él y se colocó a su lado, sentándose en el sillón, tomándole la mano y dándole un beso en la mejilla, que parecía más un juego que una muestra de cariño.
-Bueno, no puedes arreglar los problemas del mundo tú solo. Al menos no hoy, menos a la hora de la comida, llevo hooooras queriendo irme. Ya, basta.
De nuevo, guardó los pergaminos en la mochila de Jesse, casi apresurada, con la misma sonrisa juguetona, dando por zanjado el tema, restándole importancia a todo.
Miró a Marcellus a los ojos, había reconstruido algo 95% falso. Lo único que quedaba del recuerdo original, era la decisión de Jesse y el libro de Syd. Los pergaminos, en realidad, eran borradores de manifiestos que Yuri y Fitz habían empezado a redactar, el recuerdo real se extendía a una extensa conversación al respecto, y de eso ya no había nada.
-Hay muchos recuerdos así, y con distintas personas. Tengo que deshacerlos todos. Avísame cuando estés harto y te invito a cenar. Aunque sea cupcakes.
Dijo, otra vez con la latente sensación de incomodidad, pero fingiendo que no lo estaba, bromeando un poco, tratando de no parecer tensa.
-No soy solo yo, en realidad estás ayudando a mucha gente más.
Le dijo con una sonrisa contenida. Realmente creía eso y creía que si se mantenía firme iba a poder lograr algo a futuro, y que la ayuda de Marcellus era vital. No podría lograr nada de la noche a la mañana, asumía que le iba a tomar bastante tiempo, pero el tiempo que durara, no quería correr riesgos innecesarios. Se acomodó en el sillón y respiró profundo. Tenía que construir más rápido y de formas mucho más precisas, pensar en términos de imagen, de movimiento y de audio con más soltura, ella lo concebía así, como si estuviera detrás de una filmación.
Una vez más, estaban en la misma habitación, en la sala de estar de su departamento en Nueva York. De nuevo estaban los apuntes esparcidos sobre la mesa, el libro escrito por Syd Crawford. Mina había visto apuntes de Jesse antes, de hecho, a veces solía meterse demasiado en sus cosas, y había leído muchos de los trabajos de Syd, así que, si cualquiera se acercaba, los pergaminos estarían más nítidos, más elaborados, con contenidos precisos.
-Mi papá siempre decía que había que ayudar a los que no tienen tantas oportunidades y hasta ahora entiendo cabalmente sus ideas, y quiero seguirlas.
De nuevo, la voz de Jesse resonó en la habitación. Mina lo miró y le sonrió. Caminó hasta él y se colocó a su lado, sentándose en el sillón, tomándole la mano y dándole un beso en la mejilla, que parecía más un juego que una muestra de cariño.
-Bueno, no puedes arreglar los problemas del mundo tú solo. Al menos no hoy, menos a la hora de la comida, llevo hooooras queriendo irme. Ya, basta.
De nuevo, guardó los pergaminos en la mochila de Jesse, casi apresurada, con la misma sonrisa juguetona, dando por zanjado el tema, restándole importancia a todo.
Miró a Marcellus a los ojos, había reconstruido algo 95% falso. Lo único que quedaba del recuerdo original, era la decisión de Jesse y el libro de Syd. Los pergaminos, en realidad, eran borradores de manifiestos que Yuri y Fitz habían empezado a redactar, el recuerdo real se extendía a una extensa conversación al respecto, y de eso ya no había nada.
-Hay muchos recuerdos así, y con distintas personas. Tengo que deshacerlos todos. Avísame cuando estés harto y te invito a cenar. Aunque sea cupcakes.
Dijo, otra vez con la latente sensación de incomodidad, pero fingiendo que no lo estaba, bromeando un poco, tratando de no parecer tensa.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
A ciencia cierta, Marcellus no había caído en cuenta que al ayudar a Mina a proteger sus recuerdos, recrearlos, ocultarlos, también estaba siendo su cómplice y participe. No se había dado cuenta, o más bien no había considerado, que estaba guardando el secreto de ese grupo, los cimientos para un movimiento Radical que aún no se levantaba, pero estaba en planes de hacerse.
No sabía que pensar al respecto, no se había dado tiempo de analizarlo. Como político, le era un concepto interesante, pero aun no veía una estructura fija, por ejemplo, le llamaba la atención que quisieran derrocar monopolios, pero aun no tuvieran un plan fijo de quien se haría cargo de lo que quedara para no colapsar el mercado. No sabía si lo tenían pensado, pero no quería verse muy entrometido en ello, a final de cuentas, si lo pensaba de forma muy egoísta, su familia no se iba a ser afectada, por lo que no le resultaba un dilema para el decreto Lovecraft de que la sangre es más espesa que el agua.
No, su interés era más bien socio-político. Marcellus tenía ensayos, como el que estaba en el escritorio en esa misma habitación, que tachaban y recriminaban acciones gubernamentales o la falta de las mismas, sus escritos en materia de doctrina política habían causado debates fuertes en clase, siendo su exposición del maquiavelismo lo que lo llevó a terminar la materia de filosofía política en el tope de la clase.
Era por lo mismo que al ingresar en la mente de Mina, su interés era dual, primero que nada, el asegurarse que el recuerdo estuviese correctamente construido y después el notar como Jesse, a quien no le tenía la mejor estima del mundo mas no le deseaba mal, se comportaba.
El libro de Syd Crawford lo conocía muy bien, tenía una copia, así como muchos de los otros que había escrito, le tenía verdadero respeto al hombre, aspecto que mantuvo con Jesse por mucho tiempo, hasta que las circunstancias se presentaron más turbias, aun así no lo tachaba de ignorante, sólo impulsivo y contradictorio en torno a sus acciones y palabras.
Se retrajo de la memoria, alzando la cabeza y suspirando, se enfocó en volver al presente por un momento y luego abrió los ojos.
"Antes de deshacer todos los recuerdos, debes listarlos y marcarlos, de ese modo podrás distinguir lo que es necesario ocultar, por ejemplo, hay ciertos recuerdos que no es necesario reescribir por completo, solo ocultar los detalles más relevantes, de ese modo la memoria en si es real, pero los detalles que la hacen importante están ocultos."
Frunció el cejo, preguntándose como ilustrar el ejemplo. Alzó la varita, creando unas figuras traslucidas para animar una imagen. En la imagen se veía Marcellus caminando por las angostas calles de Barcelona.
"Por ejemplo, nota que en esta imagen estoy trazando símbolos en las paredes," le dijo señalando la versión en miniatura de su mismo, el cual estaba trazando símbolos en la lengua de los antiguos, "Si reemplazo estos símbolos con cosas más sencillas…" los símbolos fueron reemplazados por un mensaje tonto, como 'Jair estuvo aquí' y la fecha, "Entonces la memoria se convierte en algo común y sin sospecha real."
Marcellus desvaneció la imagen, "De ese modo no tienes que reconstruir todos los recuerdos… si necesitas saber que sería bueno ocultar dentro de una memoria real, puedo ayudarte."
Estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse tranquilo, no quería que un conflicto como el de la ultima vez se desatara entre ellos.
No sabía que pensar al respecto, no se había dado tiempo de analizarlo. Como político, le era un concepto interesante, pero aun no veía una estructura fija, por ejemplo, le llamaba la atención que quisieran derrocar monopolios, pero aun no tuvieran un plan fijo de quien se haría cargo de lo que quedara para no colapsar el mercado. No sabía si lo tenían pensado, pero no quería verse muy entrometido en ello, a final de cuentas, si lo pensaba de forma muy egoísta, su familia no se iba a ser afectada, por lo que no le resultaba un dilema para el decreto Lovecraft de que la sangre es más espesa que el agua.
No, su interés era más bien socio-político. Marcellus tenía ensayos, como el que estaba en el escritorio en esa misma habitación, que tachaban y recriminaban acciones gubernamentales o la falta de las mismas, sus escritos en materia de doctrina política habían causado debates fuertes en clase, siendo su exposición del maquiavelismo lo que lo llevó a terminar la materia de filosofía política en el tope de la clase.
Era por lo mismo que al ingresar en la mente de Mina, su interés era dual, primero que nada, el asegurarse que el recuerdo estuviese correctamente construido y después el notar como Jesse, a quien no le tenía la mejor estima del mundo mas no le deseaba mal, se comportaba.
El libro de Syd Crawford lo conocía muy bien, tenía una copia, así como muchos de los otros que había escrito, le tenía verdadero respeto al hombre, aspecto que mantuvo con Jesse por mucho tiempo, hasta que las circunstancias se presentaron más turbias, aun así no lo tachaba de ignorante, sólo impulsivo y contradictorio en torno a sus acciones y palabras.
Se retrajo de la memoria, alzando la cabeza y suspirando, se enfocó en volver al presente por un momento y luego abrió los ojos.
"Antes de deshacer todos los recuerdos, debes listarlos y marcarlos, de ese modo podrás distinguir lo que es necesario ocultar, por ejemplo, hay ciertos recuerdos que no es necesario reescribir por completo, solo ocultar los detalles más relevantes, de ese modo la memoria en si es real, pero los detalles que la hacen importante están ocultos."
Frunció el cejo, preguntándose como ilustrar el ejemplo. Alzó la varita, creando unas figuras traslucidas para animar una imagen. En la imagen se veía Marcellus caminando por las angostas calles de Barcelona.
"Por ejemplo, nota que en esta imagen estoy trazando símbolos en las paredes," le dijo señalando la versión en miniatura de su mismo, el cual estaba trazando símbolos en la lengua de los antiguos, "Si reemplazo estos símbolos con cosas más sencillas…" los símbolos fueron reemplazados por un mensaje tonto, como 'Jair estuvo aquí' y la fecha, "Entonces la memoria se convierte en algo común y sin sospecha real."
Marcellus desvaneció la imagen, "De ese modo no tienes que reconstruir todos los recuerdos… si necesitas saber que sería bueno ocultar dentro de una memoria real, puedo ayudarte."
Estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse tranquilo, no quería que un conflicto como el de la ultima vez se desatara entre ellos.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
Hasta ese momento no había pensado en que, en efecto, no le había dicho a Jesse que estaría ahí. Fue después de esos recuerdos construidos que lo recordó, aunque no se lo hizo saber a Marcellus en voz alta. No le había dicho nada porque, enojado como estaba, seguramente insinuar que tomaría otra clase de oclumancia habría terminado en tragedia. No lo consideró una traición, sino una omisión de los hechos para evitar conflictos, y pensaba que así era mejor. Jesse no podía entender a qué grado necesitaba de verdad la oclumancia.
-Eso suena complicado. Necesito…poner en orden mi memoria.
Quizá el primer primer recuerdo importante, era el de Yuri. Porque con él había empezado todo eso, cuando se habían encontrado en el consejo escolar, había empezado a hablar y habían terminado haciendo pactos en su departamento. Ahí había arrancado la idea, ahí se había germinado y por ende, podía llegar a ser el recuerdo más peligroso.
Miró a Marcellus mientras hacía la demostración visual y asintió, entendiendo el concepto. Volvió a respirar profundo. Para ella, ese recuerdo de Yuri era muy valioso y vital, porque jamás habría despertado su ambición ni su visión de no haber sido por él, por la manera en que le había hablado.
-Sé exactamente qué recuerdo es el que me importa más que trabajemos.
Marcellus ya había visto ese recuerdo antes, pero fragmentado, de manera vertiginosa, cuando ella no estaba muy concentrada. Pero quería asegurarse de que el recuerdo quedara bien sellado esta vez. Le hizo una seña con la mano como para pedirle que volviera a aplicar el hechizo, pero esta vez no sonreía, ni se mostraba como un encanto.
-La escena era en la universidad, en los jardines, afuera del consejo escolar. Mina y Yuri estaban parados frente a frente.
-¿Convencerte yo, Wilhelmina? Tú ya estás convencida, de otro modo ni siquiera insinuarías estas cosas.
La frase se entrecortaba, se notaba que había mucho más para decir, pero que el recuerdo se fragmentaba intencionalmente, tendría que trabajar en ello. Mina se encogía de hombros y luego lo miraba, casi enojada, demandante.
-Te vas a quedar aquí desflorando mi alma o vas a tomar una decisión concreta, porque si no eres tú puede ser cualquier otro.
Le contestaba, casi enojada, como si ya no quisiera que le hicieran perder el tiempo. Yuri se reía, y eso la enfurecía más.
-¿Cualquier otro? ¿Recibes muchas propuestas en las filas del consejo escolar?
Justo después de la palabra “protestas”, parecía que había audio borrado intencionalmente, porque incluía la frase “revuelta social”. Le estaba costando mucho más trabajo que el recuerdo construido de Jesse, aquella conversación la había marcado mucho. La mirada de Yuri fue intensa, lo hacía a propósito, sentía la mano firme sobre su hombro.
-Yo hablo muy en serio, si tú también, vamos a otro lugar.
Un par de chicas pasaron a su lado, Yuri las miró de reojo, bastante feo. El ambiente se sentía tenso entre los dos.
-Está bien. Otro lugar.
Había obviado que había empujado su mano, en el recuerdo nuevo lo había tomado por la muñeca de ese mismo lado, en vez de hacer una aparición conjunta luego de haberle dejado claro que no la tocara.
Sacudió la cabeza. Le dolía. Se las había arreglado para empezar el recuerdo en un punto aparentemente desinteresado. Se llevó dos dedos al tabique de la nariz. La segunda parte de ese recuerdo era aún más complicada. Le faltaba mucho por pulir a esa primera.
-Ahí empezó todo. Tengo que deshacer eso a como de lugar. Es muy fácil sacar a Yuri de contexto, pero es muy difícil para mi deshacer lo que tengo enterrado muy dentro. Ese fue el momento que desató todo esto. Tuvimos una charla previa, que ya oculté…o creo que la oculté…¿la viste? No, ¿o sí? Espera, ¿tienes agua?
Estaba agitada y más nerviosa que al principio. De pronto volvía a recordar la magnitud de todo, que estaba caminando sobre una cuerda floja y que si no la recorría a la perfección, no solo su vida estaba en riesgo.
-Eso suena complicado. Necesito…poner en orden mi memoria.
Quizá el primer primer recuerdo importante, era el de Yuri. Porque con él había empezado todo eso, cuando se habían encontrado en el consejo escolar, había empezado a hablar y habían terminado haciendo pactos en su departamento. Ahí había arrancado la idea, ahí se había germinado y por ende, podía llegar a ser el recuerdo más peligroso.
Miró a Marcellus mientras hacía la demostración visual y asintió, entendiendo el concepto. Volvió a respirar profundo. Para ella, ese recuerdo de Yuri era muy valioso y vital, porque jamás habría despertado su ambición ni su visión de no haber sido por él, por la manera en que le había hablado.
-Sé exactamente qué recuerdo es el que me importa más que trabajemos.
Marcellus ya había visto ese recuerdo antes, pero fragmentado, de manera vertiginosa, cuando ella no estaba muy concentrada. Pero quería asegurarse de que el recuerdo quedara bien sellado esta vez. Le hizo una seña con la mano como para pedirle que volviera a aplicar el hechizo, pero esta vez no sonreía, ni se mostraba como un encanto.
-La escena era en la universidad, en los jardines, afuera del consejo escolar. Mina y Yuri estaban parados frente a frente.
-¿Convencerte yo, Wilhelmina? Tú ya estás convencida, de otro modo ni siquiera insinuarías estas cosas.
La frase se entrecortaba, se notaba que había mucho más para decir, pero que el recuerdo se fragmentaba intencionalmente, tendría que trabajar en ello. Mina se encogía de hombros y luego lo miraba, casi enojada, demandante.
-Te vas a quedar aquí desflorando mi alma o vas a tomar una decisión concreta, porque si no eres tú puede ser cualquier otro.
Le contestaba, casi enojada, como si ya no quisiera que le hicieran perder el tiempo. Yuri se reía, y eso la enfurecía más.
-¿Cualquier otro? ¿Recibes muchas propuestas en las filas del consejo escolar?
Justo después de la palabra “protestas”, parecía que había audio borrado intencionalmente, porque incluía la frase “revuelta social”. Le estaba costando mucho más trabajo que el recuerdo construido de Jesse, aquella conversación la había marcado mucho. La mirada de Yuri fue intensa, lo hacía a propósito, sentía la mano firme sobre su hombro.
-Yo hablo muy en serio, si tú también, vamos a otro lugar.
Un par de chicas pasaron a su lado, Yuri las miró de reojo, bastante feo. El ambiente se sentía tenso entre los dos.
-Está bien. Otro lugar.
Había obviado que había empujado su mano, en el recuerdo nuevo lo había tomado por la muñeca de ese mismo lado, en vez de hacer una aparición conjunta luego de haberle dejado claro que no la tocara.
Sacudió la cabeza. Le dolía. Se las había arreglado para empezar el recuerdo en un punto aparentemente desinteresado. Se llevó dos dedos al tabique de la nariz. La segunda parte de ese recuerdo era aún más complicada. Le faltaba mucho por pulir a esa primera.
-Ahí empezó todo. Tengo que deshacer eso a como de lugar. Es muy fácil sacar a Yuri de contexto, pero es muy difícil para mi deshacer lo que tengo enterrado muy dentro. Ese fue el momento que desató todo esto. Tuvimos una charla previa, que ya oculté…o creo que la oculté…¿la viste? No, ¿o sí? Espera, ¿tienes agua?
Estaba agitada y más nerviosa que al principio. De pronto volvía a recordar la magnitud de todo, que estaba caminando sobre una cuerda floja y que si no la recorría a la perfección, no solo su vida estaba en riesgo.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
Marcellus asintió con la cabeza, porque no le iba a mentir a Mina. La realidad es que Marcellus le estaba enseñando cosas que se consideraban avanzadas, incluso fuera de lo común en algunos puntos, todo porque sentía que era necesario para protegerla.
"Es una técnica complicada," le dijo sinceramente. "Lo que pasa es que te estoy enseñando de mis mejores trucos, Mina… siento que necesitas las mejores armas que pueda darte."
Esperó pacientemente a que Mina pusiera en orden su memoria y luego la miró a los ojos, ella se veía decidida, aunque la expresión que le daba denotaba que había una turbia en su mente. Marcellus no comentó nada, en cambio solo asintió con la cabeza, levantando la varita y murmurando el conjuro.
La escena que le mostraba tenía el potencial de ser casual, podía ser sacada de contexto sin mucho esfuerzo. Marcellus aterrizó en el recuerdo y cruzó los brazos, analizando como todo se estaba entrecortando, haciendo que en lugar de disuadir la atención, la memoria pareciera aún más sospechosa.
Suspiró una vez que se retrajo de su mente y bajó la varita, chasqueando la lengua mientras pensaba que hacer en respecto.
"Ese momento es el que desencadena todos los demás, por lo que en efecto será uno de los que tienes que maquillar, el recuerdo real tendrá que ser guardado en tu baúl mientras la memoria modificada será la que se encuentre a flote."
Marcellus se puso de pie y caminó hasta una esquina de la habitación, donde había un frigobar, una alacena y otras cosas. Le sirvió un vaso con agua a Mina y se encaminó de vuelta a su lado, ofreciéndoselo con una sonrisa tranquila junto con una aspirina, conociendo bien los efectos secundarios del ejercicio que estaban haciendo.
"Te ayudaré a modificar el recuerdo," Marcellus se sentó en la mesa frente a Mina, para estar más cerca de ella, "Esto me va a tomar algo de esfuerzo, si por alguna razón te lastimo, empújame."
Cerró los ojos, tomando aire. Iba abrir un canal entre su mente y la de Mina para poder trabajar el recuerdo, existía el riesgo que si Mina lo sacaba de su mente, de nuevo se conectaran como lo habían hecho anteriormente, pero no esperaba que pasara, estaba siendo más cuidadoso, además le había indicado a Mina que lo empujara físicamente, sería más fácil romper la conexión de aquella forma.
"¿Lista?" le preguntó en voz baja y luego murmuró el conjuro, adentrándose en la mente de Mina, buscando de nuevo el recuerdo que le había mostrado.
La imagen que vio era la completa, aquella conversación sin nada de por medio, hizo un movimiento con su mano, escogiendo los detalles que Mina había omitido en el ejemplo que le mostró para basarse en como ella quería maquillar el recuerdo.
Marcellus tomó los detalles importantes, como si los estuviera sosteniendo en sus manos, metafóricamente y miró hacia arriba, "Necesitas sellar esto en uno de los compartimientos del baúl."
Marcellus había materializado los detalles como esferas que debían ser guardas, las soltó para que Mina hiciera con ellos lo que quisiera y volvió su atención al recuerdo ahora base para ser modificado.
Parpadeó unas cuantas veces, alzando las manos para construir en la memoria y puliendo detalles. Se sentía algo mal de estar creando un contexto enteramente sexual entre Yuri y Mina, pero tenía que admitir que este era muchísimo más fácil de pasar por alto que una conversación sobre un levantamiento social.
Estaba demasiado concentrado, no se había dado cuenta que estaba bajando sus propias defensas o si estaba aplicando demasiada presión en la mente de Mina, solo ella podría hacérselo saber.
"Es una técnica complicada," le dijo sinceramente. "Lo que pasa es que te estoy enseñando de mis mejores trucos, Mina… siento que necesitas las mejores armas que pueda darte."
Esperó pacientemente a que Mina pusiera en orden su memoria y luego la miró a los ojos, ella se veía decidida, aunque la expresión que le daba denotaba que había una turbia en su mente. Marcellus no comentó nada, en cambio solo asintió con la cabeza, levantando la varita y murmurando el conjuro.
La escena que le mostraba tenía el potencial de ser casual, podía ser sacada de contexto sin mucho esfuerzo. Marcellus aterrizó en el recuerdo y cruzó los brazos, analizando como todo se estaba entrecortando, haciendo que en lugar de disuadir la atención, la memoria pareciera aún más sospechosa.
Suspiró una vez que se retrajo de su mente y bajó la varita, chasqueando la lengua mientras pensaba que hacer en respecto.
"Ese momento es el que desencadena todos los demás, por lo que en efecto será uno de los que tienes que maquillar, el recuerdo real tendrá que ser guardado en tu baúl mientras la memoria modificada será la que se encuentre a flote."
Marcellus se puso de pie y caminó hasta una esquina de la habitación, donde había un frigobar, una alacena y otras cosas. Le sirvió un vaso con agua a Mina y se encaminó de vuelta a su lado, ofreciéndoselo con una sonrisa tranquila junto con una aspirina, conociendo bien los efectos secundarios del ejercicio que estaban haciendo.
"Te ayudaré a modificar el recuerdo," Marcellus se sentó en la mesa frente a Mina, para estar más cerca de ella, "Esto me va a tomar algo de esfuerzo, si por alguna razón te lastimo, empújame."
Cerró los ojos, tomando aire. Iba abrir un canal entre su mente y la de Mina para poder trabajar el recuerdo, existía el riesgo que si Mina lo sacaba de su mente, de nuevo se conectaran como lo habían hecho anteriormente, pero no esperaba que pasara, estaba siendo más cuidadoso, además le había indicado a Mina que lo empujara físicamente, sería más fácil romper la conexión de aquella forma.
"¿Lista?" le preguntó en voz baja y luego murmuró el conjuro, adentrándose en la mente de Mina, buscando de nuevo el recuerdo que le había mostrado.
La imagen que vio era la completa, aquella conversación sin nada de por medio, hizo un movimiento con su mano, escogiendo los detalles que Mina había omitido en el ejemplo que le mostró para basarse en como ella quería maquillar el recuerdo.
Marcellus tomó los detalles importantes, como si los estuviera sosteniendo en sus manos, metafóricamente y miró hacia arriba, "Necesitas sellar esto en uno de los compartimientos del baúl."
Marcellus había materializado los detalles como esferas que debían ser guardas, las soltó para que Mina hiciera con ellos lo que quisiera y volvió su atención al recuerdo ahora base para ser modificado.
Parpadeó unas cuantas veces, alzando las manos para construir en la memoria y puliendo detalles. Se sentía algo mal de estar creando un contexto enteramente sexual entre Yuri y Mina, pero tenía que admitir que este era muchísimo más fácil de pasar por alto que una conversación sobre un levantamiento social.
Estaba demasiado concentrado, no se había dado cuenta que estaba bajando sus propias defensas o si estaba aplicando demasiada presión en la mente de Mina, solo ella podría hacérselo saber.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
Volvió a sonreír y aceptó la aspirina que se bebió en el acto aunque nunca había sido fanática de las medicinas. Sonrió un poco luego de pasársela, porque estaba contenta de que Marcellus no estuviera escatimando en recursos. Ese momento era importante para ella, tan importante como el juramento inquebrantable que había hecho con Auberon, o el momento en que le había dicho a Jesse que matara por ella, para luego hacerle ver lo que se sentía tener el poder en el brazo. Eran puntos clave que la habían marcado.
-Lo intentaba, pero justo en las partes críticas se me resbalaba de los dedos.
Siguió con la mirada a Marcellus hasta que volvió a sentarse frente a ella, asintiendo cuando le decía que lo empujara si la lastimaba. De cualquier forma aguantaría, no quería cometer tropiezos como la vez anterior, o al menos eso pensaba en ese momento, no quería ver cosas que no le correspondían.
-Lista.
Le contestó también en un susurro involuntario. Dejó que viera el recuerdo completo, cada palabra, cada expresión, incluso estaba segura de que compartía con él los latidos violentos de su corazón ante la expectativa. Dejó que escogiera los detalles, sintiéndose completamente vulnerable ante él, una vez más. Quizá no se diera cuenta pero el pilar de todo, estaba ahí, y se lo estaba poniendo en las manos, en esas mismas esferas que sostenía, aunque fuera metafóricamente. Las guardó, las selló en el compartimiento que estaba más al fondo, justo donde estaba ese recuerdo de la muerte de la primera chica con la que Jesse la había engañado.
Fue raro para ella ver esa nueva memoria, pero si lo pensaba fríamente, cualquier lugar, cualquier cosa que hubiera dicho y hecho con Yuri, podía ser puesta exactamente en el mismo contexto, y así era mucho más fácil, aunque en la vida “real” le hubiera molestado que hubiera tanta tensión.
Notó que estaba demasiado concentrado y, por un momento, dejó atrás sus propias ambiciones para adentrarse en el peligro de explorar. Contuvo un momento la respiración y comenzó a rebuscar en la mente de Marcellus, casi con discreción, como un fantasma. La tarde que habían pasado en su departamento, el significado de la cicatriz en su espalda, ese detalle que la había dejado intrigada. Su intrusión fue delicada, buscaba. Luego se recordó que lo mejor era dejar las cosas como estaban, no buscar porque quizá podía encontrarse algo que la sorprendiera demasiado.
Lo empujó como él le había pedido, quizá con más fuerza de la necesaria, regañándose mentalmente por haber buscado eso aprovechando su concentración completa.
-Lo siento, lo siento.
-Lo intentaba, pero justo en las partes críticas se me resbalaba de los dedos.
Siguió con la mirada a Marcellus hasta que volvió a sentarse frente a ella, asintiendo cuando le decía que lo empujara si la lastimaba. De cualquier forma aguantaría, no quería cometer tropiezos como la vez anterior, o al menos eso pensaba en ese momento, no quería ver cosas que no le correspondían.
-Lista.
Le contestó también en un susurro involuntario. Dejó que viera el recuerdo completo, cada palabra, cada expresión, incluso estaba segura de que compartía con él los latidos violentos de su corazón ante la expectativa. Dejó que escogiera los detalles, sintiéndose completamente vulnerable ante él, una vez más. Quizá no se diera cuenta pero el pilar de todo, estaba ahí, y se lo estaba poniendo en las manos, en esas mismas esferas que sostenía, aunque fuera metafóricamente. Las guardó, las selló en el compartimiento que estaba más al fondo, justo donde estaba ese recuerdo de la muerte de la primera chica con la que Jesse la había engañado.
Fue raro para ella ver esa nueva memoria, pero si lo pensaba fríamente, cualquier lugar, cualquier cosa que hubiera dicho y hecho con Yuri, podía ser puesta exactamente en el mismo contexto, y así era mucho más fácil, aunque en la vida “real” le hubiera molestado que hubiera tanta tensión.
Notó que estaba demasiado concentrado y, por un momento, dejó atrás sus propias ambiciones para adentrarse en el peligro de explorar. Contuvo un momento la respiración y comenzó a rebuscar en la mente de Marcellus, casi con discreción, como un fantasma. La tarde que habían pasado en su departamento, el significado de la cicatriz en su espalda, ese detalle que la había dejado intrigada. Su intrusión fue delicada, buscaba. Luego se recordó que lo mejor era dejar las cosas como estaban, no buscar porque quizá podía encontrarse algo que la sorprendiera demasiado.
Lo empujó como él le había pedido, quizá con más fuerza de la necesaria, regañándose mentalmente por haber buscado eso aprovechando su concentración completa.
-Lo siento, lo siento.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
Al adentrarse en la mente de Marcellus, Mina se topo con un pasillo lleno de puertas, debido a que Marcellus estaba concentrado en otra cosa, varias de estas carecían del común seguro que las sellaba, por lo que pudo abrir una y mirar dentro.
El viento estaba soplando con tanta fuerza que daba la impresión de que estaba llorando un lamento. El frio de lugar le había helado hasta los huesos, no podía dejar de temblar pero ya no sabía si era por el gélido viento o por lo que estaba viendo. Dos hombres lo estaba sosteniendo por los brazos, obligándolo a mirar al frente, hacia un altar esculpido en las rocas de la montaña, la nieve a su alrededor estaba manchada de sangre, la misma sangre que cubría sus manos.
"Esto es tu culpa..." le decía uno de aquellos hombres, "¡Tu y los tuyos, malditos!"
No podía ver al grupo de exploradores que lo habían estado acompañando, ¿Dónde estaban todos, porque lo habían dejado a merced de esos hombre buscando venganza contra el por ser lo que era?
Luchó contra sus captores, maldiciendo en una lengua gutural pero lo superaban en número, terminó boca abajo sobre el altar, sintió como le arrancaban el abrigo, la camisa, dejándolo temblando entre el gélido aire de aquella oscura zona.
Hizo un esfuerzo por quedar en sus rodillas, mirando sobre su hombro y fue entonteces cuando los vio: Criaturas rastreras que salían de las esquinas de aquel lugar, lanzándose sobre los hombres a su alrededor, pero uno permaneció, uno que lo tomo por el cabello y lo obligo a ver al frente, a las sombras que parecían moverse.
"Eres afortunado, serás uno de sus suyos…."
De las sombras salió una enorme figura, un ser cubierto en ropas de color amarillo oscuro, parecía tener tentáculos en lugar de extremidades inferiores, no podía ver su rostro, la capucha lo cubría, pero colgando de su cuello había un amuleto, un amuleto con un símbolo que el conocía muy bien.
"Has—" el hombre le cubrió la boca, susurrando en su oído.
"No digas su nombre."
Marcellus noto que había símbolos pintados en el altar, que las monstruosas criaturas lo estaban rodeando y luego sintió un dolor horrible en su espalda, un calor terrible que lo obligo a gritar y seguir gritando hasta que ya no tuvo voz para hacerlo, fue entonces cuando se puso de pie, quitándose al hombre de encima, sus ojos estaban vacios, se lanzo contra su enemigo para arrastro al altar, donde aquellas criaturas terminaron por devorarlo.
En su espalda yacía una marca que parecía haber sido hecha con hierro candente, pero había sido la criatura, el antiguo frente a el, quien la había hecho y el rio hasta perder la conciencia.
Como un fantasma, Mina se dentro en otra puerta. La habitación era demasiado blanca, demasiado pulcra, por alguna razón este hecho le molestaba, como si el blanco brillara más y eso le causaba un malestar. Estaba en una cama, en su costado, mirando fijamente el peluche de Shakespeare que Odille le había regalado, no recordaba haberlo traído consigo, no estaba seguro de cómo llego ahí.
"¿Jair?" era la voz de Kael, a quien podía ver en su vista periférica, pero no se movió para verlo de frente, "Necesitas dormir, Jair."
Los ojos de Marcellus se movieron para mirar a la esquina de la habitación, donde una criatura parecida a un perro, pero mucho más monstruoso, lo observaba. Kael actuaba como si la criatura no estuviera ahí, como si no pudiera verlo. Marcellus cerró los ojos con fuerza, deseando que lo dejaran en paz.
Una puerta se cerró, mas otra se abrió y la imagen hizo un cambio, mostrando un estudio. Marcellus estaba recostado en un diván, mirando al techo mientras un hombre de cabello rubio hablaba con sus padres, no podía escuchar del todo lo que decían, porque no le estaba poniendo atención, pero escuchó fragmentos: trastorno de identidad disociativo, permanente y completamente funcional.
Ladeo la cabeza, encontrando la imagen casi fantasmal de Mina en su memoria y frunció el cejo, detrás de Mina, Marcell se hizo presente, con sus ojos sin brillo y mirada dura, contrario a su personalidad base.
–¿Encontraste lo que buscabas, cariño?–
Fue ahí cuando Mina físicamente rompió la conexión entre ellos, provocando que Marcellus cayera al suelo. El joven permaneció sobre su espalda, controlado su respiración mientras trataba de empujar aquella memoria de vuelta detrás de una puerta, tenía que cerrarla, no quería recordar ese día en Antártida. Se llevo las manos a la cabeza, entrelazando sus dedos en su cabello y cerrando los ojos con fuerza, empujando las memorias detrás de las puertas y cerrándolas de nuevo.
Permaneció en el suelo, sintiendo como un frio lo helaba por dentro, no quería ver a Mina aun, sentía que haría algo estúpido si lo hacía
El viento estaba soplando con tanta fuerza que daba la impresión de que estaba llorando un lamento. El frio de lugar le había helado hasta los huesos, no podía dejar de temblar pero ya no sabía si era por el gélido viento o por lo que estaba viendo. Dos hombres lo estaba sosteniendo por los brazos, obligándolo a mirar al frente, hacia un altar esculpido en las rocas de la montaña, la nieve a su alrededor estaba manchada de sangre, la misma sangre que cubría sus manos.
"Esto es tu culpa..." le decía uno de aquellos hombres, "¡Tu y los tuyos, malditos!"
No podía ver al grupo de exploradores que lo habían estado acompañando, ¿Dónde estaban todos, porque lo habían dejado a merced de esos hombre buscando venganza contra el por ser lo que era?
Luchó contra sus captores, maldiciendo en una lengua gutural pero lo superaban en número, terminó boca abajo sobre el altar, sintió como le arrancaban el abrigo, la camisa, dejándolo temblando entre el gélido aire de aquella oscura zona.
Hizo un esfuerzo por quedar en sus rodillas, mirando sobre su hombro y fue entonteces cuando los vio: Criaturas rastreras que salían de las esquinas de aquel lugar, lanzándose sobre los hombres a su alrededor, pero uno permaneció, uno que lo tomo por el cabello y lo obligo a ver al frente, a las sombras que parecían moverse.
"Eres afortunado, serás uno de sus suyos…."
De las sombras salió una enorme figura, un ser cubierto en ropas de color amarillo oscuro, parecía tener tentáculos en lugar de extremidades inferiores, no podía ver su rostro, la capucha lo cubría, pero colgando de su cuello había un amuleto, un amuleto con un símbolo que el conocía muy bien.
"Has—" el hombre le cubrió la boca, susurrando en su oído.
"No digas su nombre."
Marcellus noto que había símbolos pintados en el altar, que las monstruosas criaturas lo estaban rodeando y luego sintió un dolor horrible en su espalda, un calor terrible que lo obligo a gritar y seguir gritando hasta que ya no tuvo voz para hacerlo, fue entonces cuando se puso de pie, quitándose al hombre de encima, sus ojos estaban vacios, se lanzo contra su enemigo para arrastro al altar, donde aquellas criaturas terminaron por devorarlo.
En su espalda yacía una marca que parecía haber sido hecha con hierro candente, pero había sido la criatura, el antiguo frente a el, quien la había hecho y el rio hasta perder la conciencia.
Como un fantasma, Mina se dentro en otra puerta. La habitación era demasiado blanca, demasiado pulcra, por alguna razón este hecho le molestaba, como si el blanco brillara más y eso le causaba un malestar. Estaba en una cama, en su costado, mirando fijamente el peluche de Shakespeare que Odille le había regalado, no recordaba haberlo traído consigo, no estaba seguro de cómo llego ahí.
"¿Jair?" era la voz de Kael, a quien podía ver en su vista periférica, pero no se movió para verlo de frente, "Necesitas dormir, Jair."
Los ojos de Marcellus se movieron para mirar a la esquina de la habitación, donde una criatura parecida a un perro, pero mucho más monstruoso, lo observaba. Kael actuaba como si la criatura no estuviera ahí, como si no pudiera verlo. Marcellus cerró los ojos con fuerza, deseando que lo dejaran en paz.
Una puerta se cerró, mas otra se abrió y la imagen hizo un cambio, mostrando un estudio. Marcellus estaba recostado en un diván, mirando al techo mientras un hombre de cabello rubio hablaba con sus padres, no podía escuchar del todo lo que decían, porque no le estaba poniendo atención, pero escuchó fragmentos: trastorno de identidad disociativo, permanente y completamente funcional.
Ladeo la cabeza, encontrando la imagen casi fantasmal de Mina en su memoria y frunció el cejo, detrás de Mina, Marcell se hizo presente, con sus ojos sin brillo y mirada dura, contrario a su personalidad base.
–¿Encontraste lo que buscabas, cariño?–
Fue ahí cuando Mina físicamente rompió la conexión entre ellos, provocando que Marcellus cayera al suelo. El joven permaneció sobre su espalda, controlado su respiración mientras trataba de empujar aquella memoria de vuelta detrás de una puerta, tenía que cerrarla, no quería recordar ese día en Antártida. Se llevo las manos a la cabeza, entrelazando sus dedos en su cabello y cerrando los ojos con fuerza, empujando las memorias detrás de las puertas y cerrándolas de nuevo.
Permaneció en el suelo, sintiendo como un frio lo helaba por dentro, no quería ver a Mina aun, sentía que haría algo estúpido si lo hacía
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
El corazón le latía a toda velocidad. No se había levantado del sillón, estaba como en una especie de estado de shock. Su cabeza procesaba a toda velocidad lo que había visto, cada parte. No se había dado cuenta, pero tenía una mano puesta en la zona del corazón, porque se había llevado un susto de muerte cuando había escuchado la voz de Marcell detrás de ella, como un fantasma terrible. Se limpió una especie de lágrima que corrió por su mejilla consecuencia del susto y de todo lo que estaba procesando, pero él ni siquiera lo había notado, así que estaba libre de eso.
Se tardó en poner atención a Marcellus, a la parte física que seguía ahí con ella. Ni siquiera estaba consciente de que lo había empujado con más fuerza de la necesaria y que estaba en el suelo. Ella también entrelazó los dedos sobre su propio cabello, y bajó la mirada clavándola en el suelo. En primera esa muerte…él tampoco tenía las manos demasiado limpias. Y esa magia que se había sentido en el ambiente, casi tan densa como la que solía experimentar en el sótano, aunque parecía tener significados distintos. Después aquella visión, ese monstruo terrible observándolo, que le hizo sentir un escalofrío en la espina.
Y finalmente una respuesta inesperada. Sabía que no tendría que haberlo sabido, que tendría que haberse mantenido en la ignorancia de muchas cosas, que habría sido mejor así. Sentía un torrente de palabras atoradas en la garganta. Pero una cosa era segura: ahora entendía porque, por momentos, en su departamento, parecía otra persona, porque había sentido esa atracción terrible, inadecuada.
-No eras tú…no eras tú.
No sabía qué pensar de eso, aunque sentía que dolía un poco, pero en ese momento no podría explicar bien las razones de que doliera, quizá se debía a que concluía que Marcellus jamás habría sido tan pasional con ella, que todo estaba originado por la ira, por alguien que no era él.
Quitó la mano de su corazón y se acomodó el cabello detrás de las orejas. Iba a recomponerse, pero de nuevo se encorvó y bajó la vista, llevándose las manos a la frente. Sentía que tenía demasiado que decir, demasiado que preguntar, pero en ese momento tenía atoradas las palabras en la garganta, y el corazón seguía galopándole desbocado, todavía sentía un ligero rastro del miedo que le había provocado esa voz de quien, ahora sabía, no era precisamente Marcellus.
-Estabas…Marcellus, necesito que me mires, necesito saber.
Aunque no estaba demasiado segura de que él quisiera decirle nada. Y se sentía ligeramente culpable por haber aprovechado sus defensas bajas, pero no arrepentida de haberse inmiscuido de ese modo en su mente.
Se tardó en poner atención a Marcellus, a la parte física que seguía ahí con ella. Ni siquiera estaba consciente de que lo había empujado con más fuerza de la necesaria y que estaba en el suelo. Ella también entrelazó los dedos sobre su propio cabello, y bajó la mirada clavándola en el suelo. En primera esa muerte…él tampoco tenía las manos demasiado limpias. Y esa magia que se había sentido en el ambiente, casi tan densa como la que solía experimentar en el sótano, aunque parecía tener significados distintos. Después aquella visión, ese monstruo terrible observándolo, que le hizo sentir un escalofrío en la espina.
Y finalmente una respuesta inesperada. Sabía que no tendría que haberlo sabido, que tendría que haberse mantenido en la ignorancia de muchas cosas, que habría sido mejor así. Sentía un torrente de palabras atoradas en la garganta. Pero una cosa era segura: ahora entendía porque, por momentos, en su departamento, parecía otra persona, porque había sentido esa atracción terrible, inadecuada.
-No eras tú…no eras tú.
No sabía qué pensar de eso, aunque sentía que dolía un poco, pero en ese momento no podría explicar bien las razones de que doliera, quizá se debía a que concluía que Marcellus jamás habría sido tan pasional con ella, que todo estaba originado por la ira, por alguien que no era él.
Quitó la mano de su corazón y se acomodó el cabello detrás de las orejas. Iba a recomponerse, pero de nuevo se encorvó y bajó la vista, llevándose las manos a la frente. Sentía que tenía demasiado que decir, demasiado que preguntar, pero en ese momento tenía atoradas las palabras en la garganta, y el corazón seguía galopándole desbocado, todavía sentía un ligero rastro del miedo que le había provocado esa voz de quien, ahora sabía, no era precisamente Marcellus.
-Estabas…Marcellus, necesito que me mires, necesito saber.
Aunque no estaba demasiado segura de que él quisiera decirle nada. Y se sentía ligeramente culpable por haber aprovechado sus defensas bajas, pero no arrepentida de haberse inmiscuido de ese modo en su mente.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
Se tardó más de lo que esperaba en recuperar control de su respiración, entrelazando los dedos en su cabello con más fuerza de la necesaria, no quería abrir los ojos, sentía que si lo hacía esa criatura estaría en una esquina, vigilándolo como las había visto hacerlo desde que regresó de Antártida. Él sabía lo que eran, estaba muy consciente de sus origines y de lo que eran capaces, no entendía porque lo estaban vigilando y no estaba del todo seguro de querer desencadenar lo que podría pasar si actuaban.
La voz de Mina estaba cerca, sonaba confundida, quizá demasiado y por un momento Marcellus no supo de que estaba hablando, no entendía la afirmación, pero la risa sínica de su propia voz haciendo eco en su mente le dio la respuesta.
Se giró en el suelo, quedando boca abajo y lentamente se puso de rodillas de nuevo, dándole la espalda a Mina, abrió los ojos lentamente, rehusándose a mirar a cualquiera de las esquinas de la habitación, sentía que si lo hacía una de esas criaturas… uno de ellos estaría ahí y no podía lidiar con ello en ese momento.
"E-Es más c-Complicado que ser… o no ser…" le dijo en voz baja, cerrando los ojos de nuevo, sintiendo una jaqueca fantasmal formarse, "Es parte de un todo."
Se abrazó a sí mismo, finalmente atreviéndose a levantar la vista y mirando a una esquina de la habitación, suspiró aliviado cuando no vio nada, al menos por el momento. Permaneció donde estaba, controlando el ligero temblor de su cuerpo hasta que este fue disminuyendo, dio un largo suspiro y miró en dirección a donde estaba Mina sobre su hombro, se notaba algo casado y en parte resignado, como si no hubiera más que hacer al respecto.
Sentía la cicatriz en su espalda arder, era un dolor fantasma, lo sabía pero eso no lo hacía menos molesto, tuvo que detenerse para no levantar un brazo y buscar tocar el área, él estaba bien, no pasaba nada, todo estaba bien… si se repetía esa afirmación varias veces, tal vez podría creerla.
Finalmente la miró a los ojos, se notaba confundido, no entendía que era lo que Mina decía necesitar saber, aun cuando en su mente la voz de su otra personalidad le estaba diciendo que la chica era simplemente curiosa, como un gato… y que todos sabían lo que le pasaba a los gatos curiosos.
Marcellus rechinó los dientes y agitó la cabeza, callando esa voz y regresando al control.
-Ya, ya, era una broma, no vamos a hacerle nada a nuestra estrella fugaz-
"No me pareció graciosa."
-Hmp…-
Marcellus suspiró de nuevo y se giró para ver a Mina de frente, aunque seguía en el suelo a cierta distancia de ella, ladeó la cabeza y afirmó con la cabeza, no sabía que era lo que necesitaba saber, así que ella tendría que formular la pregunta concreta.
La voz de Mina estaba cerca, sonaba confundida, quizá demasiado y por un momento Marcellus no supo de que estaba hablando, no entendía la afirmación, pero la risa sínica de su propia voz haciendo eco en su mente le dio la respuesta.
Se giró en el suelo, quedando boca abajo y lentamente se puso de rodillas de nuevo, dándole la espalda a Mina, abrió los ojos lentamente, rehusándose a mirar a cualquiera de las esquinas de la habitación, sentía que si lo hacía una de esas criaturas… uno de ellos estaría ahí y no podía lidiar con ello en ese momento.
"E-Es más c-Complicado que ser… o no ser…" le dijo en voz baja, cerrando los ojos de nuevo, sintiendo una jaqueca fantasmal formarse, "Es parte de un todo."
Se abrazó a sí mismo, finalmente atreviéndose a levantar la vista y mirando a una esquina de la habitación, suspiró aliviado cuando no vio nada, al menos por el momento. Permaneció donde estaba, controlando el ligero temblor de su cuerpo hasta que este fue disminuyendo, dio un largo suspiro y miró en dirección a donde estaba Mina sobre su hombro, se notaba algo casado y en parte resignado, como si no hubiera más que hacer al respecto.
Sentía la cicatriz en su espalda arder, era un dolor fantasma, lo sabía pero eso no lo hacía menos molesto, tuvo que detenerse para no levantar un brazo y buscar tocar el área, él estaba bien, no pasaba nada, todo estaba bien… si se repetía esa afirmación varias veces, tal vez podría creerla.
Finalmente la miró a los ojos, se notaba confundido, no entendía que era lo que Mina decía necesitar saber, aun cuando en su mente la voz de su otra personalidad le estaba diciendo que la chica era simplemente curiosa, como un gato… y que todos sabían lo que le pasaba a los gatos curiosos.
Marcellus rechinó los dientes y agitó la cabeza, callando esa voz y regresando al control.
-Ya, ya, era una broma, no vamos a hacerle nada a nuestra estrella fugaz-
"No me pareció graciosa."
-Hmp…-
Marcellus suspiró de nuevo y se giró para ver a Mina de frente, aunque seguía en el suelo a cierta distancia de ella, ladeó la cabeza y afirmó con la cabeza, no sabía que era lo que necesitaba saber, así que ella tendría que formular la pregunta concreta.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
No escuchó bien aquello de que era parte de un todo, por estar demasiado involucrada en sus propios pensamientos. Tampoco lo miraba, al menos no hasta que le pidió directamente que lo hiciera y se quedó así, escudriñándolo, esperando. No sabía por qué demonios no podía ser una alumna normal y acatar las reglas, no sabía por qué siempre las cosas estaban destinadas a terminar así con él, o tomar rumbos que no debían.
Cuando por fin la miró de nuevo, y le hizo aquél gesto, ella no dudó ni un segundo en arrodillarse en el suelo frente a él. En su mirada el susto había pasado del miedo, por los sustos de muerte consecutivos que se había llevado, a la curiosidad extrema, al interés, demasiado quizá para su propia seguridad. ¿No era por eso que estaba ahí en primer lugar?.
Le buscó las manos y lo miró con vehemencia, apretándolas entre sus dedos. Parecía otra, como si de pronto no hubiera rastro de la Mina nerviosa y titubeante que tenía tanto miedo de mostrarle sus secretos más profundos a Marcellus, ¿la razón? Ahora se sentía con él en igualdad de circunstancias, menos vulnerable, más honesto.
-Marcellus, esta magia…todo esto no es cualquier cosa. ¿La entiendes, entiendes todo lo que pasa contigo, lo que pasó en esa ocasión? Esa cicatriz. Las cosas que ves.
Alzó la mano para tocarlo pero dejó el gesto a medias porque tampoco era una loca peligrosa y luego también relajó el agarre de su otra mano, y se levantó del piso para volver a sentarse en el sillón.
-Yo sé que no toda la magia es igual, me interesa saber si ésta es manipulable, si hay puntos positivos o si simplemente es una tortura, si es un castigo, una carga…. Pero entiendo si no quieres explicarme cabalmente qué es lo que vi.
Pasó saliva y tomó el vaso de agua al que todavía le quedaba un poco, porque sentía la garganta reseca. Desvió la mirada hacia cualquier lugar, sentía el vello de la nuca erizado, un sudor frío que no había percibido hasta ese momento. Se pasó la palma de la mano por la zona y luego volvió a mirar a Marcellus.
-Lamento haber hecho eso, quería saber, quería entenderte, sentir que estábamos en igualdad de circunstancias.
Cuando por fin la miró de nuevo, y le hizo aquél gesto, ella no dudó ni un segundo en arrodillarse en el suelo frente a él. En su mirada el susto había pasado del miedo, por los sustos de muerte consecutivos que se había llevado, a la curiosidad extrema, al interés, demasiado quizá para su propia seguridad. ¿No era por eso que estaba ahí en primer lugar?.
Le buscó las manos y lo miró con vehemencia, apretándolas entre sus dedos. Parecía otra, como si de pronto no hubiera rastro de la Mina nerviosa y titubeante que tenía tanto miedo de mostrarle sus secretos más profundos a Marcellus, ¿la razón? Ahora se sentía con él en igualdad de circunstancias, menos vulnerable, más honesto.
-Marcellus, esta magia…todo esto no es cualquier cosa. ¿La entiendes, entiendes todo lo que pasa contigo, lo que pasó en esa ocasión? Esa cicatriz. Las cosas que ves.
Alzó la mano para tocarlo pero dejó el gesto a medias porque tampoco era una loca peligrosa y luego también relajó el agarre de su otra mano, y se levantó del piso para volver a sentarse en el sillón.
-Yo sé que no toda la magia es igual, me interesa saber si ésta es manipulable, si hay puntos positivos o si simplemente es una tortura, si es un castigo, una carga…. Pero entiendo si no quieres explicarme cabalmente qué es lo que vi.
Pasó saliva y tomó el vaso de agua al que todavía le quedaba un poco, porque sentía la garganta reseca. Desvió la mirada hacia cualquier lugar, sentía el vello de la nuca erizado, un sudor frío que no había percibido hasta ese momento. Se pasó la palma de la mano por la zona y luego volvió a mirar a Marcellus.
-Lamento haber hecho eso, quería saber, quería entenderte, sentir que estábamos en igualdad de circunstancias.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
Sus movimientos se habían vuelto lentos a propósito, de esa forma estaba mejor controlado, tenerla tan cerca, sus manos sosteniendo las de él, lo estaba anclando de vuelta al momento, haciéndose saber a si mismo que el recuerdo era eso, un recuerdo, que aunque pesado, ya había ocurrido, lo hecho, hecho estaba y no podía ser cambiado…no fácilmente y sin sacrificar algo en retribución.
Alejó ese pensamiento de su mente, extrañado de que Mina fuera directo al tema de la magia y a la vez aliviado de que no quisiera indagar en su doble personalidad, no le era un tema fácil de explicar realmente, incluso con personas que habían visto a Marcell mas seguido, como Adrien, le era difícil plantear que estaba pasando en su mente.
Parpadeó varias veces, las palabras de Mina registrándose en su consciente, la pregunta era simple, pero a la vez apresurada, como su hubiese descubierto algo que simplemente no podía dejar pasar, era más que curiosidad, era interés.
"Es magia oscura," le dijo a Mina, desviando la mirada, su rostro en una expresión de concentración mientras buscaba la forma de explicar, "Si… " confesó algo renuente, pero luego se fue haciendo las firme en sus palabras, mirándola a los ojos, "Se perfectamente que me pasó esa vez… que me hicieron… lo que veo y lo que significa, es… es complicado de explicar, pero entiendo que es."
La observó moverse, como casi lo toca pero al final retrajo su mano, Marcellus le dirigió una pequeña sonrisa, como si entendiera su renuencia y la dejó apartarse de él. Tras un momento, se puso de pie y se sentó en el sillón a un lado de Mina, mirando al techo mientras escuchaba sus palabras, cerró los ojos, entrelazando sus manos sobre su regazo.
"¿Has escuchado los rumores de mi familia?" le preguntó, "Aquellos que dicen que hay algo… raro… en nuestra forma, en nuestra sangre… no son solo rumores… la magia que viste es una carga latente, pero tiene sus ventajas… se puede manipular… aunque la forma de hacerlo no es precisamente fácil."
Se irguió, sacando el amuleto que traía puesto para enseñárselo a Mina, "Mi sangre… y un amuleto como este fueron los que invocaron al Nightgaunt… la criatura que apareció el día del ataque del mall."
Cerró los ojos, apretando el amuleto, rechinando los dientes, "Lo invoqué por error… por eso no pude controlarlo."
Y se sentía muy culpable, porque por ello Odille había perdido a su bebé, por ello casi los matan a todos, por ello Zlatan estaba hospitalizado, por un error suyo.
"Lo que viste fue el ritual que me marca como un avatar de Has… de un ser tan viejo como el tiempo… su toque me permite invocar esas cosas… todo tiene un precio, mi agonía esa noche fue parte de él."
Pero el precio estaba pagado, la sangre maldita había hecho lo que estaba destina y él tenía en su alcance el poder de hacer cosas, pero aun no el control total, era por eso mismo que se esforzaba por entender la oscura magia que había en otros, por eso que quería proteger a Mina y a Adrien, porque no quería que el precio que ellos habían pagado por el poder que buscaban fuera a embargarles el alma, como en su familia estaba destinado desde que eran concebidos.
Miró a Mina a los ojos, su mirada era dura, pero a la vez suplicante, "Lo que te acabo de decir no pude salir de aquí... hay razones por las cuales nos ocultamos a plena luz del día... es mejor así."
No quería que esa maldición con ventajas cayera en manos equivocadas, sería terrible.
Alejó ese pensamiento de su mente, extrañado de que Mina fuera directo al tema de la magia y a la vez aliviado de que no quisiera indagar en su doble personalidad, no le era un tema fácil de explicar realmente, incluso con personas que habían visto a Marcell mas seguido, como Adrien, le era difícil plantear que estaba pasando en su mente.
Parpadeó varias veces, las palabras de Mina registrándose en su consciente, la pregunta era simple, pero a la vez apresurada, como su hubiese descubierto algo que simplemente no podía dejar pasar, era más que curiosidad, era interés.
"Es magia oscura," le dijo a Mina, desviando la mirada, su rostro en una expresión de concentración mientras buscaba la forma de explicar, "Si… " confesó algo renuente, pero luego se fue haciendo las firme en sus palabras, mirándola a los ojos, "Se perfectamente que me pasó esa vez… que me hicieron… lo que veo y lo que significa, es… es complicado de explicar, pero entiendo que es."
La observó moverse, como casi lo toca pero al final retrajo su mano, Marcellus le dirigió una pequeña sonrisa, como si entendiera su renuencia y la dejó apartarse de él. Tras un momento, se puso de pie y se sentó en el sillón a un lado de Mina, mirando al techo mientras escuchaba sus palabras, cerró los ojos, entrelazando sus manos sobre su regazo.
"¿Has escuchado los rumores de mi familia?" le preguntó, "Aquellos que dicen que hay algo… raro… en nuestra forma, en nuestra sangre… no son solo rumores… la magia que viste es una carga latente, pero tiene sus ventajas… se puede manipular… aunque la forma de hacerlo no es precisamente fácil."
Se irguió, sacando el amuleto que traía puesto para enseñárselo a Mina, "Mi sangre… y un amuleto como este fueron los que invocaron al Nightgaunt… la criatura que apareció el día del ataque del mall."
Cerró los ojos, apretando el amuleto, rechinando los dientes, "Lo invoqué por error… por eso no pude controlarlo."
Y se sentía muy culpable, porque por ello Odille había perdido a su bebé, por ello casi los matan a todos, por ello Zlatan estaba hospitalizado, por un error suyo.
"Lo que viste fue el ritual que me marca como un avatar de Has… de un ser tan viejo como el tiempo… su toque me permite invocar esas cosas… todo tiene un precio, mi agonía esa noche fue parte de él."
Pero el precio estaba pagado, la sangre maldita había hecho lo que estaba destina y él tenía en su alcance el poder de hacer cosas, pero aun no el control total, era por eso mismo que se esforzaba por entender la oscura magia que había en otros, por eso que quería proteger a Mina y a Adrien, porque no quería que el precio que ellos habían pagado por el poder que buscaban fuera a embargarles el alma, como en su familia estaba destinado desde que eran concebidos.
Miró a Mina a los ojos, su mirada era dura, pero a la vez suplicante, "Lo que te acabo de decir no pude salir de aquí... hay razones por las cuales nos ocultamos a plena luz del día... es mejor así."
No quería que esa maldición con ventajas cayera en manos equivocadas, sería terrible.
- Marcellus J. Lovecraft
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Re: Veneno y Antídoto
No era que estuviera dejando de lado el otro tema, pero curiosamente, le había parecido mucho más fácil empezar por el más delicado, si era que se podían jerarquizar de ese modo. Lo escuchó con toda la atención del mundo, mirándolo con los ojos muy abiertos, apretando los labios, estando muy callada, como cuando de niña quería aprender perfectamente algún hechizo de transformaciones. Procesaba todo lo dicho con cuidado, interesada, quizá demasiado. Se mordió el labio inferior cuando le explicó un poco cómo funcionaba todo eso, y entendió de inmediato que Marcellus también había pagado precios demasiado altos.
En ese momento sintió que lo quería más que antes, pero no se lo dijo ni se lo demostró con ningún gesto. Eso sí, sopesó sus opciones. ¿Qué tanto le podía servir lo que le estaba diciendo? De inmediato cerró lo ojos y desechó la idea de siquiera insinuarle algo, no estaba dispuesta a echarse una carga más sobre los hombros, ni a ella ni a él, ni mucho menos exponer a los suyos a algo parecido, eso sería demasiada ambición, demasiada terquedad, quizá hasta estupidez. Se dio cuenta de que, por el momento, no había nada que pudiera hacer con esa información que no fuera peligroso, que no se le saliera de las manos. De por sí la magia que estaba aprendiendo era muy difícil de controlar, y los precios también eran altísimos, como para buscar agregar algo más a su bolsa de deudas, mucho menos utilizar a Marcellus para ello, no era tan egoísta.
De cualquier forma seguía interesada, quizá solo por una curiosidad meramente intelectual, aunque decidió, por el momento, ya no seguir presionando en ese punto. Cuando la miró a los ojos y le hizo esa petición, Mina le sonrió y apretó su rodilla ligeramente. En verdad, él no tenía nada de qué preocuparse.
-¿Estás loco? Sería incapaz de decir nada. Si mis secretos están a salvo contigo, los tuyos están a salvo conmigo, te lo prometo.
Y en esa materia, Mina era muy honesta con lo que decía. Nadie nunca se enteraría de eso. Se sentía tan –falsamente, sin saberlo –segura con él, que era capaz de prometerle, sin rodeos, que primero se dejaría matar antes que decir nada, aunque no fue necesario llegar a esos extremos de la promesa.
-Ahora…lo otro… quizá no me merezca una explicación pero…es muy confuso para mi saber que, eres tú y a la vez eres otro. ¿Sabes?
Soltó una risa casi melancólica y negó con la cabeza, recargando la espalda en el respaldo del sillón y mirando hacia arriba, casi distraída, rememorando muchas cosas y entendiendo otras tantas, con más claridad veía ahora qué había pasado en su departamento.
-¿Despierta sólo cuando enfureces? Si es así lamento mucho haberme comportado como una arpía…fueron celos, siempre soy así, posesiva incluso cuando alguien ya no me pertenece. No debí decirte nada luego de ver lo que vi en tu mente por accidente esa vez, pero pudo más que yo.
Negó con la cabeza, de nuevo estaba siendo terriblemente sincera y ni siquiera había tenido que entrar a su mente. Y técnicamente le estaba pidiendo disculpas, aunque no lo dijera con todas las letras.
En ese momento sintió que lo quería más que antes, pero no se lo dijo ni se lo demostró con ningún gesto. Eso sí, sopesó sus opciones. ¿Qué tanto le podía servir lo que le estaba diciendo? De inmediato cerró lo ojos y desechó la idea de siquiera insinuarle algo, no estaba dispuesta a echarse una carga más sobre los hombros, ni a ella ni a él, ni mucho menos exponer a los suyos a algo parecido, eso sería demasiada ambición, demasiada terquedad, quizá hasta estupidez. Se dio cuenta de que, por el momento, no había nada que pudiera hacer con esa información que no fuera peligroso, que no se le saliera de las manos. De por sí la magia que estaba aprendiendo era muy difícil de controlar, y los precios también eran altísimos, como para buscar agregar algo más a su bolsa de deudas, mucho menos utilizar a Marcellus para ello, no era tan egoísta.
De cualquier forma seguía interesada, quizá solo por una curiosidad meramente intelectual, aunque decidió, por el momento, ya no seguir presionando en ese punto. Cuando la miró a los ojos y le hizo esa petición, Mina le sonrió y apretó su rodilla ligeramente. En verdad, él no tenía nada de qué preocuparse.
-¿Estás loco? Sería incapaz de decir nada. Si mis secretos están a salvo contigo, los tuyos están a salvo conmigo, te lo prometo.
Y en esa materia, Mina era muy honesta con lo que decía. Nadie nunca se enteraría de eso. Se sentía tan –falsamente, sin saberlo –segura con él, que era capaz de prometerle, sin rodeos, que primero se dejaría matar antes que decir nada, aunque no fue necesario llegar a esos extremos de la promesa.
-Ahora…lo otro… quizá no me merezca una explicación pero…es muy confuso para mi saber que, eres tú y a la vez eres otro. ¿Sabes?
Soltó una risa casi melancólica y negó con la cabeza, recargando la espalda en el respaldo del sillón y mirando hacia arriba, casi distraída, rememorando muchas cosas y entendiendo otras tantas, con más claridad veía ahora qué había pasado en su departamento.
-¿Despierta sólo cuando enfureces? Si es así lamento mucho haberme comportado como una arpía…fueron celos, siempre soy así, posesiva incluso cuando alguien ya no me pertenece. No debí decirte nada luego de ver lo que vi en tu mente por accidente esa vez, pero pudo más que yo.
Negó con la cabeza, de nuevo estaba siendo terriblemente sincera y ni siquiera había tenido que entrar a su mente. Y técnicamente le estaba pidiendo disculpas, aunque no lo dijera con todas las letras.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Veneno y Antídoto
A Marcellus no le incomodaba hablar sobre las artes y el conocimiento que se profesaban y practicaban en su familia, todo lo contrario. El sabia bastante del tema por su posición como heredero de una de las cuatro Ramas de la Familia, pero no había sido hasta después de aquel viaje que realmente entendió que tan importante era todo aquello, que tanto peso tenia y porque era una situación que debía manejarse con delicadeza. El hecho de que Mina le estuviese poniendo tanta atención le hacía sentir bien, porque le daba la seguridad que no lo estaba tomando como habladuría, lo cual sería difícil, considerando lo acababa de ver en su mente.
Lo que vio en los recuerdos de Mina, todos aquellos rituales, llamaron su atención de forma constante, se pregunto constantemente si a el le servirían de alguna manera, pero ni siquiera se atrevió a formar la idea completa en su mente, no después de la preocupación que Mina le mostraba al haberlo involucrado y la obvia ansiedad que Adrien sentía por el mismo hecho, cuando años atrás incluso le había roto el corazón en pedazos por el afán de protegerlo. Era una ironía, cruel hasta cierto modo, que tras todo eso, aun así hubiera terminado involucrado.
Le sonrió a Mina por la forma tan firme en que le afirmó que lo que le acaba de decir no sería escuchado por terceros, era una lástima que Marcellus, sin estar completamente consciente de lo que había hecho, hubiese traicionado su confianza en ese punto al decirle a Adrien que estuvo con ella explicándole oclumnacia. Aun más que Adrien hubiera ido con ella a decirle cuando le prometió a Marcellus que no lo haría, todo era una cadena muy extraña. En verdad era una lástima porque no fue intención de Marcellus el develar a Mina, él en verdad pensó que el comentar que había estado con Mina no sería un problema, considerando que Jesse sabía de ello, pero claro, Jesse siempre era la excepción a las reglas de Mina.
No era la primera vez que cometía un error sin malicia, sobre todo cuando de Mina se trataba, probablemente no sería la última, pero que quedara claro, nunca lo hizo con intensiones de lastimarla. Había comentado que estaba con ella, si, pero nada más. No hablo de los planes de Mina, de la Revolución, de nada que pudiera ponerla en peligro inminente, nunca se lo hubiera perdonado, se antepondría entre ella y las consecuencias antes que dejar que le hicieran daño por su culpa.
"Gracias Mina," le dijo afirmando su promesa, confiaba en ella, en verdad confiaba en ella y que sus conocimientos estarían seguros.
Se recargo en el sillón, suspirando largo y tendido mientras analizaba la pregunta de Mina, pensando en la mejor forma de responderle. Aun le costaba trabajo analizar cómo funcionaban su cambio de personalidad, aquella vez que había estado con Mina había sido el evento más largo donde su otra personalidad había estado al frente, nunca antes le había pasado por tanto tiempo.
"Cuando pierdo el control," le aclaró porque tenía que ser honesto con ella, mucho más después de lo que le habia hecho pasar aquella tarde, "Entrar en ira generalmente implica perder el control, así que es mas común que pasa… me ha pasado unas cuantas veces cuando se trata de peligro también."
Como en Antártida, estaba seguro que había sido su otra personalidad la que mato a esas personas o cundo se estaba desangrando en el mal, justo cuando lanzo ese hechizo para proteger a Odille.
Marcellus suspiro, "No pensé que fuera afectarte, mi relación con Adrien tiene una historia complicada, cuando Laise se unió a la ecuación yo estaba… los necesitaba a ambos más de lo que creí… los necesito…" se encogió de hombros, era la verdad, "Pensé que había hecho algo mal… cuando dejamos de salir… ahora entiendo que más que eso, es que Jesse es una parte tan importante de tu vida, que opaca las demás… no puedo competir contra eso."
La miró a los ojos, sonriéndole con una expresión melancólica, porque entendía perfectamente la razón por la cual Jesse siempre iba a ser cimiento en la vida de Mina. Se tuvo que reír un poco de su mismo, siempre le pasaba ese tipo de cosas, las personas que amaban terminaban haciéndolo sufrir, pero no se podía brindar a odiarles realmente o dejar de amarlos. Estaba feliz de tener a Adrien de vuelta, aunque aun le causara dolor el recordar cuando lo había dejado, estaba feliz de que Mina fuera su amiga, aun cuando no podían ser nada más realmente.
"Te aprecio muchísimo Mina, creo que siempre lo hare."
No sabía como decirle que su vida se había complementado cuando ella lego a ser parte de la misma, aun cuando las cosas no habían terminado como en un cuento, Marcellus apreciaba mucho a Mina, ella era parte de su vida ahora, como Adrien era cimiento.
Lo que vio en los recuerdos de Mina, todos aquellos rituales, llamaron su atención de forma constante, se pregunto constantemente si a el le servirían de alguna manera, pero ni siquiera se atrevió a formar la idea completa en su mente, no después de la preocupación que Mina le mostraba al haberlo involucrado y la obvia ansiedad que Adrien sentía por el mismo hecho, cuando años atrás incluso le había roto el corazón en pedazos por el afán de protegerlo. Era una ironía, cruel hasta cierto modo, que tras todo eso, aun así hubiera terminado involucrado.
Le sonrió a Mina por la forma tan firme en que le afirmó que lo que le acaba de decir no sería escuchado por terceros, era una lástima que Marcellus, sin estar completamente consciente de lo que había hecho, hubiese traicionado su confianza en ese punto al decirle a Adrien que estuvo con ella explicándole oclumnacia. Aun más que Adrien hubiera ido con ella a decirle cuando le prometió a Marcellus que no lo haría, todo era una cadena muy extraña. En verdad era una lástima porque no fue intención de Marcellus el develar a Mina, él en verdad pensó que el comentar que había estado con Mina no sería un problema, considerando que Jesse sabía de ello, pero claro, Jesse siempre era la excepción a las reglas de Mina.
No era la primera vez que cometía un error sin malicia, sobre todo cuando de Mina se trataba, probablemente no sería la última, pero que quedara claro, nunca lo hizo con intensiones de lastimarla. Había comentado que estaba con ella, si, pero nada más. No hablo de los planes de Mina, de la Revolución, de nada que pudiera ponerla en peligro inminente, nunca se lo hubiera perdonado, se antepondría entre ella y las consecuencias antes que dejar que le hicieran daño por su culpa.
"Gracias Mina," le dijo afirmando su promesa, confiaba en ella, en verdad confiaba en ella y que sus conocimientos estarían seguros.
Se recargo en el sillón, suspirando largo y tendido mientras analizaba la pregunta de Mina, pensando en la mejor forma de responderle. Aun le costaba trabajo analizar cómo funcionaban su cambio de personalidad, aquella vez que había estado con Mina había sido el evento más largo donde su otra personalidad había estado al frente, nunca antes le había pasado por tanto tiempo.
"Cuando pierdo el control," le aclaró porque tenía que ser honesto con ella, mucho más después de lo que le habia hecho pasar aquella tarde, "Entrar en ira generalmente implica perder el control, así que es mas común que pasa… me ha pasado unas cuantas veces cuando se trata de peligro también."
Como en Antártida, estaba seguro que había sido su otra personalidad la que mato a esas personas o cundo se estaba desangrando en el mal, justo cuando lanzo ese hechizo para proteger a Odille.
Marcellus suspiro, "No pensé que fuera afectarte, mi relación con Adrien tiene una historia complicada, cuando Laise se unió a la ecuación yo estaba… los necesitaba a ambos más de lo que creí… los necesito…" se encogió de hombros, era la verdad, "Pensé que había hecho algo mal… cuando dejamos de salir… ahora entiendo que más que eso, es que Jesse es una parte tan importante de tu vida, que opaca las demás… no puedo competir contra eso."
La miró a los ojos, sonriéndole con una expresión melancólica, porque entendía perfectamente la razón por la cual Jesse siempre iba a ser cimiento en la vida de Mina. Se tuvo que reír un poco de su mismo, siempre le pasaba ese tipo de cosas, las personas que amaban terminaban haciéndolo sufrir, pero no se podía brindar a odiarles realmente o dejar de amarlos. Estaba feliz de tener a Adrien de vuelta, aunque aun le causara dolor el recordar cuando lo había dejado, estaba feliz de que Mina fuera su amiga, aun cuando no podían ser nada más realmente.
"Te aprecio muchísimo Mina, creo que siempre lo hare."
No sabía como decirle que su vida se había complementado cuando ella lego a ser parte de la misma, aun cuando las cosas no habían terminado como en un cuento, Marcellus apreciaba mucho a Mina, ella era parte de su vida ahora, como Adrien era cimiento.
- Marcellus J. Lovecraft
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