I want to run away... {Clive}
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I want to run away... {Clive}
Odiaba los hospitales. Le transmitían desconsuelo. Sabía que si algún día iba a parar ahí era porque, una, o se había metido una quemada marca diablo trabajando con dragones, o dos, a parir si es que llegaba a tener hijos. No por nada más porque, vamos, tenía un hermano doctor que podía facilitarle las cosas. No obstante, con la riña demasiado reciente, su servicio gratuito de salud se podía ir bien directito a la mierda. Y de cualquier manera, lo que necesitaba no podría jamás habérselo pedido a Clive. Así que ahora le tocaba acudir al primo Adrien, con el que no llevaba tan buena relación, pero que no le negaría un favor después de haber sido tan unidos de niños.
Se paró frente a la recepcionista aún con el capuchón de la sudadera sobre la cabeza.
— Ahm… hola, tengo cita con el… ahm… con Adrien Morgan.
La recepcionista la miró, luego se puso a revisar el registro de citas.
— ¿Nombre?
La muchacha chasqueó la lengua y se cruzó de brazos.
— Jordan Mayer. El… ahm… el doctor es mi primo y…
— Espere un momento.
Jordan se sentía extremadamente incómoda en esa situación. Tanto que, de vestir sus prendas caras, coloridas y elegantes, había cambiado a un outfit que constaba de jeans, camiseta descastada y, encima, una sudadera de los Chudley Canons que le quedaba grande. Se mordió el labio y se asomó, gesto que la recepcionista notó como hostigamiento, por lo que se giró a la otra mesa. Jordan se quedó parada, esperando que no hubiera quien la reconociera. Simplemente no sabría con qué salir que no fuera “vengo a recoger mi prueba de embarazo extemporánea”. Era a veces demasiado honesta y se le daba muy mal mentir. Sobre todo con cosas como esa. Con situaciones más serias, se convertía en un baúl con candado industrial.
— No. No tengo ninguna cita registrada bajo ese nombre.
Maldito seas, Adrien.
— ¿Tampoco con Freja Mayer?
La recepcionista verificó de nuevo en los registros. Negó con la cabeza.
— No. Si desea verlo va a tener que esperar. Si gusta tomar asiento…
— Ya ya. Me sé el protocolo.
— Bienvenida a Bridget Bishop. Su turno es el… 94.
La mujer le tendió un papel con el número dicho. Cuando observó la pizarra que se escribía y borraba sola, el número con tiza cambiaba del 85 al 86. Entonces, una anciana se paró y, lentamente, caminó hacia una enfermera que la iba a guiar hacia el consultorio.
Verga. Estaba molesta, pero ya qué más daba, seguro se le había pasado a su primo. Y de cualquier forma, no era su culpa, ella fue la de la cita extemporánea. Ahora se iba a aguantar estar sentada entre un fulano que tosía y llevaba el rostro pálido, una mujer con una quemadura en la mano y un muchacho pelirrojo que vomitaba babosas en un balde. Nada más de verlo, a Jordan se le revolvieron las tripas. Hizo una cara de asco y luego se removió en su asiento con las manos bien metidas en los bolsillos de la sudadera.
— Nunca hostigues a una Ashwinder o terminas así
Escuchó a su lado cuando la mujer le enseñaba la quemadura de la mano. Jordan no pronunció palabra, sólo de ver la carne viva, le dio escalofrío.
— Lo… ahm… ¿lo siento?
— No lo sientas. Fue una estupidez. Pero no juegues con las Ashwinders, en serio. Mala idea, muy mala idea. ¿Tú a qué vienes?
La mujer se notaba nerviosa. Quizá jamás en su vida se había achicharrado la piel de semejante forma. Necesitaba hablar con alguien y, por desatino, fue a desahogarse con la mujer menos apta.
— Un… chequeo rápido.
— ¿Ah sí? ¿de qué? ¿tienes algún parásito? Porque si vivieras en una granja, puede que…
— No son parásitos. Yo… preferiría no…
En ese momento, el muchacho volvió a vomitar otra babosa en el balde.
— Por Merlín, qué asco — musitó mientras la mujer seguía parloteando de los parásitos que se contraen en granjas.
- Jordan F. Mayer
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Re: I want to run away... {Clive}
Cuando había empezado en el hospital, la sala de urgencias había sido su favorita. No había descanso ni paz, ni tiempo que perder, todo era adrenalina, un caso diferente al otro, magos ansiosos y brujas histéricas. Sonreía y le mantenía la energía a tope, haciendo todo a cuatro manos para poder abarcar la mayoría de los casos, para quedar bien con los jefes y demostrar su valía, pero también para ir teniendo experiencia sobre todas y cada una de las dolencias que la realidad podía ofrecer.
Luego de un tiempo y habiendo adquirido su especialización en envenenamientos, urgencias se volvió un trámite pesado. Horas que había que cubrir para recibir la paga, pero que se volvían fastidiosas, porque él ya tenía su área de incumbencia y quería dedicarse a eso, sin perder esfuerzos en tonterías menores como un hueso desaparecido o un dolor de cabeza por insolación. Lo resintió y mucho. Pero todo medimago tenía que cumplir con un par de horas diarias en aquella sala y él nunca era la excepción al trabajo.
Hoy por hoy, con su consultorio y su nombre bien establecido en las áreas envenenadas, cumplir las horas de Urgencias volvía a ser una diversión. No se creía más experto por ya haber ido y venido, digamos, pues solo llevaba 4 años allí, pero se lo tomaba con calma y sonrisa galante, aprovechándose de su confianza ganada. Ya no corría por abarcarlo todo, en cambio volvía a disfrutar de encontrar, en medio de la rutina envenenada, casos que #nadaquever, como se decían en los pasillos entre colegas.
Apareció en la sala y se inclinó sobre el mostrador para que la secretaria le alcanzara una carpeta. Le sonrió y cuchicheó algo y al instante mirando al público aclaró - 87.. ¿? Simpson? - repasando a la multitud para ver quién se levantaba ante su llamado, encontró a quien parecía ser una Jordan encapuchada. él chico del balde con babosas venía hacia él pero en cambio Clive se volvió a inclinar sobre el mostrador para consultar a su secretaria amiga.
- está Jordan Mayer en espera?... a que viene? -
Por supuesto que no olvidaba la pelea, ni el vacío que de mal modo había dejado en el departamento. Pero era su hermana, y si algo grave pasaba... Y si no era nada grave terminaría por atenderla de todos modos. Pero no iba a saltearse desde el ya las reglas. Primero ver que sabía Susy y que Jordan esperase, como cualquier hijo de vecino, que acudía sin turno. Y no por maldad, sino porque así, su hermana lo había decidido, sino se hubiera tragado su orgullo y telefoneado directamente.
Luego de un tiempo y habiendo adquirido su especialización en envenenamientos, urgencias se volvió un trámite pesado. Horas que había que cubrir para recibir la paga, pero que se volvían fastidiosas, porque él ya tenía su área de incumbencia y quería dedicarse a eso, sin perder esfuerzos en tonterías menores como un hueso desaparecido o un dolor de cabeza por insolación. Lo resintió y mucho. Pero todo medimago tenía que cumplir con un par de horas diarias en aquella sala y él nunca era la excepción al trabajo.
Hoy por hoy, con su consultorio y su nombre bien establecido en las áreas envenenadas, cumplir las horas de Urgencias volvía a ser una diversión. No se creía más experto por ya haber ido y venido, digamos, pues solo llevaba 4 años allí, pero se lo tomaba con calma y sonrisa galante, aprovechándose de su confianza ganada. Ya no corría por abarcarlo todo, en cambio volvía a disfrutar de encontrar, en medio de la rutina envenenada, casos que #nadaquever, como se decían en los pasillos entre colegas.
Apareció en la sala y se inclinó sobre el mostrador para que la secretaria le alcanzara una carpeta. Le sonrió y cuchicheó algo y al instante mirando al público aclaró - 87.. ¿? Simpson? - repasando a la multitud para ver quién se levantaba ante su llamado, encontró a quien parecía ser una Jordan encapuchada. él chico del balde con babosas venía hacia él pero en cambio Clive se volvió a inclinar sobre el mostrador para consultar a su secretaria amiga.
- está Jordan Mayer en espera?... a que viene? -
Por supuesto que no olvidaba la pelea, ni el vacío que de mal modo había dejado en el departamento. Pero era su hermana, y si algo grave pasaba... Y si no era nada grave terminaría por atenderla de todos modos. Pero no iba a saltearse desde el ya las reglas. Primero ver que sabía Susy y que Jordan esperase, como cualquier hijo de vecino, que acudía sin turno. Y no por maldad, sino porque así, su hermana lo había decidido, sino se hubiera tragado su orgullo y telefoneado directamente.
- Clive Mayer
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Re: I want to run away... {Clive}
— Así que, en resumen. Mi Tío Anthony tuvo que acudir a que le sacaran un parásito de tres metros que le había contagiado Lola, su vaca. Fue horrible porque es el día que tiene laceraciones en el intestino que le sangran de vez en cuando.
Seguía la mujer parloteando como si no tuviera algo mejor qué hacer. Jordan tenía los ojos verdes puestos en la cara de su, ahora, compañera. Estaba como ida, como si le hablara y no le hablara. Era el shock, estaba muy segura que era el shock. Pero por muy alterada que la mujer estuviera, ella no tenía por qué estar soportando anécdotas escatológicas de un granjero que ella ni conocía ni quería conocer. Simplemente era demasiado asqueroso tener que imaginar parásitos, intestinos y sangrado. De alguna forma, aquella anécdota le hizo sentir aún más repulsión por el embarazo y el parto. Era, básicamente, lo mismo. Tendría que acudir a que le sacaran un parásito que se había alojado en su cuerpo por nueve meses, que se alimentaba de los nutrientes que ella procesaba al comer, que la molestaría día y noche. Y aún, con todo eso, tendría que cuidar del parásito después de extraído. De repente la idea de ligarse las trompas desde ya, no se le hizo tan descabellada. Después de todo, estaba segura que no estaba hecha para la maternidad. Aguantaba bien con los niños y le gustaban en general, pero la gestación y eso, simplemente no le llamaba la atención.
Se quedó mirando al frente, como perdida en sus cavilaciones, cuando el chico de las babosas volvía a escupir otra. “Ya, esto es demasiado, es… voy a vomitar” pensó conteniendo las náuseas. Volteó para otro lado y ahí estaba, otro paciente con una cortada en el brazo que le sangraba ligeramente. “Ya está, eso lo puedo soport…”, el hombre se descubrió la herida: tenía la piel levantada, como si se la hubieran desollado. Jordan no aguantó el asco. Se paró del asiento y se fue directamente al bote de basura que estaba más cerca, justo a un lado de la mesa de recepción. Y lo vasqueó todo. Su desayuno, ya no estaba más en su estómago.
Definitivamente no podría haber sido medimago jamás. Era demasiado para su estómago. Podía soportar cosas ligeras, pero todo eso ya era mucho. A su lado, la mujer de la quemadura –que para entonces supo que se llamaba Emily-, le sobó la espalda con la mano buena.
— Ya, sácalo todo. Oye, no es que me incumba pero… ¿no estarás embarazada, verdad? Porque yo cuando tuve a Frank, estaba igual que tú. Todo me daba asco y vomitaba mucho. Las náuseas se pasan pero… es que estás tan joven.
Jordan se irguió y limpió la boca con la manga, negando enérgicamente.
— ¡No, por dios, Emily!
— Pero es que como dijiste que venías por unos estudios…
— No es eso. No… — se restregó la cara con las manos y se giró para ver a la chica de recepción — Oye ¿no me haces un favor? Necesito las pruebas de… — se calló.
No lo había visto por andarse formando cosas en la cabeza con parásitos, piel levantada, piel quemada y babosas. Fue hasta que estuvo en la mesa de recepción que lo notó. La maldita cabra y sus diez mil vástagos, maldijo mentalmente cuando sus ojos se posaron en la figura masculina, ataviada en bata blanca, que estaba a metro y medio de ella. Si estaba incómoda, ahora lo estaba más. Se puso más pálida de lo que ya estaba. Tardó unos segundos en reaccionar.
— Si ve al Doctor Morgan, dígale que vine. Paso a su baño y me voy. Muchas gracias. — dijo al final para ajustarse más la gorra de la sudadera y pasar sin mirar a Clive, a su lado, para dirigirse a los baños y limpiarse un poco antes de desaparecer de ahí.
- Jordan F. Mayer
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Re: I want to run away... {Clive}
Nunca había tranquilidad en urgencias, pero la situación se volvió irrisoria cuando un hombre entró con una cortadura mayor en su antebrazo. Clive se tomó sus atribuciones y pasando por sobre la secretaria, tomó el intercomunicador y llamó a cirugía. Muy intrigado por lo de Jordan estaba, pero el trabajo era el trabajo.
En un dos por tres, dos enfermeros y un médico aparecieron en la sala, el hombre cayó desmallado, entre trabajadores y pacientes se arremolinaron sobre él haciendo de la sala de espera un espectáculo público y el chico de las babosas para no ser menos terminó vomitando sobre Clive en vez de en su bote metálico. - Otro día en la ciudad - canturreó divertido a la secretaria cómplice -... Pasa por el 2, y asegúrate de escupir tus babosas allí - y le señaló el objeto que le habían dado para tal fin con saña, acompañándolo unos pasos al cubículo 2. Tomó a un enfermero del brazo le entregó la ficha del muchacho hechizado y aclaró - Un finnite complex para él y prepararlo para una visión estomacal.
Para cuando volvió a poner sus ojos en la sala, buscando a su hermana que por nada del mundo se le iba a pasar por alto que quería huir, por lo dicho a la enfermera, aunque no la vio vomitar, se alarmó un poco, porque no logró verla. Fue hasta la señora con la que la había detectado acompañada y pregunto
- La chica que estaba con usted? -
- Ay si, un encanto de niña... lástima el embarazo... No es que sea pecado traer hijos al mundo, yo amo a mis siete pero... -
A Clive se le borraron los colores del cuerpo. Una sola palabra y ya parecía cualquier inexperto que ante las espantosas visiones de urgencias se descomponía. Recordó que Jordan había dicho que iba al baño y fue hacia allá, sorteando el espectáculo público del hombre acuchillado que reunía todas las atenciones. Y metiéndose en el lavabo de damas sin aviso ninguno.
- Jordan? - Preguntó y viéndose a si mismo, guiado por el inconsciente, se hechizo la bata de medimago para quitar los restos de babosas. - Como te sientes? - era una pregunta casi anónima, no buscaba que respondiese nada en especial. La tomó del brazo y le dijo - vamos a mi consultorio, puedes esperar allí hasta que Morgan esté libre.
En un dos por tres, dos enfermeros y un médico aparecieron en la sala, el hombre cayó desmallado, entre trabajadores y pacientes se arremolinaron sobre él haciendo de la sala de espera un espectáculo público y el chico de las babosas para no ser menos terminó vomitando sobre Clive en vez de en su bote metálico. - Otro día en la ciudad - canturreó divertido a la secretaria cómplice -... Pasa por el 2, y asegúrate de escupir tus babosas allí - y le señaló el objeto que le habían dado para tal fin con saña, acompañándolo unos pasos al cubículo 2. Tomó a un enfermero del brazo le entregó la ficha del muchacho hechizado y aclaró - Un finnite complex para él y prepararlo para una visión estomacal.
Para cuando volvió a poner sus ojos en la sala, buscando a su hermana que por nada del mundo se le iba a pasar por alto que quería huir, por lo dicho a la enfermera, aunque no la vio vomitar, se alarmó un poco, porque no logró verla. Fue hasta la señora con la que la había detectado acompañada y pregunto
- La chica que estaba con usted? -
- Ay si, un encanto de niña... lástima el embarazo... No es que sea pecado traer hijos al mundo, yo amo a mis siete pero... -
A Clive se le borraron los colores del cuerpo. Una sola palabra y ya parecía cualquier inexperto que ante las espantosas visiones de urgencias se descomponía. Recordó que Jordan había dicho que iba al baño y fue hacia allá, sorteando el espectáculo público del hombre acuchillado que reunía todas las atenciones. Y metiéndose en el lavabo de damas sin aviso ninguno.
- Jordan? - Preguntó y viéndose a si mismo, guiado por el inconsciente, se hechizo la bata de medimago para quitar los restos de babosas. - Como te sientes? - era una pregunta casi anónima, no buscaba que respondiese nada en especial. La tomó del brazo y le dijo - vamos a mi consultorio, puedes esperar allí hasta que Morgan esté libre.
- Clive Mayer
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Re: I want to run away... {Clive}
Cuando abrió la puerta del baño, se fue directo al retrete más alejado. Cerró. No iba a hacer nada, sólo necesitaba sentarse y esperar a que pasaran dos cosas, que Clive se metiera a algún consultorio a atender gente y, así, poder escabullirse fuera del hospital para, luego, visitar a Adrien para golpearlo por haberla dejado colgada. O dos, que se le ocurriera la maravillosa idea de quedarse en la maldita recepción y, entonces, tener que orquestar una huida dramática para no volver. Se había prometido no acudir a Clive ni aunque se hubiera perforado los pezones por accidente. Lo dejaría, porque era lo más sano, porque era lo que ella y Lucian necesitaban para que su relación floreciera como las margaritas en el campo. Pero el destino parecía cagarle encima cada que daba un paso para resolver su vida. Como ese, que juraba que no se encontraría a su hermano porque siempre estaba ocupado, que pasaría con Adrien a recoger el frasco de “embarazo negativo” y se largaría con él para no dejar pruebas sueltas de su estupidez. Pero no contaba con que se iba a poner de frágil ante la gente en la sala de espera con sus diversas emergencias, que vomitaría y que, por obra del universo, Emily acabaría por atinarle justo a sus razones de estadía en el hospital.
Realmente la vida estaba siendo una perra y eso no le gustaba nada. Se quedó sentada sobre la tapa del baño. Respiró un par de veces y luego salió, para echarse agua fría en la cara, espabilarse y esperar un momento para asomarse al pasillo y buscar la manera de irse. Cuando miró su reflejo en el espejo, comprendió un poco que Emily pensara que estaba embarazada. Estaba pálida, ligeramente ojerosa –por haberse mantenido a altas horas de la noche leyendo cómics-, su atuendo dejaba en claro que no se sentía bien aunque era, a todas luces, para pasar desapercibida. Se recargó en el avabo y luego abrió la llave para chupar algo de agua, enjugarse la boca y luego soltar el buche en un intento de quitarse el sabor a vómito de la boca.
— Estoy fatal — le dijo a su reflejo aún recargada.
En ese instante, alguien entró al baño de forma brusca. Jordan volteó y, con incomodidad, se encontró a Clive metido en el baño de mujeres, bata limpia y preocupación e la faz. “Mierda, ¿entré al baño de hombres?” pensó de inmediato y su mirada fue directamente a la señalización de “Sanitarios Femeninos”. Era él quién había entrado así sin importarle si habían más mujeres adentro o el pudor, la moral. No respondió a ninguna de sus dos preguntas iniciales, eran más retóricas. A su sugerencia si tuvo que decir algo. Volvió a abrir la llave de agua, se mojó las manos y luego, con la humedad, se medio peinó el cabello.
— No importa. Sólo venía por… — se detuvo, no quería decirle por qué estaba ahí, no podía — Puede esperar. Sólo necesitaba recoger unas cosas que Adrien me prometió. No tiene importancia. — recalcó y se volteó para verlo — De seguro tienes pacientes qué atender con cosas más urgentes que la mía. Deberías… — se mordió el labio, porque la idea de irse a su consultorio no le desagradaba, pero tampoco era su hit — Tienes trabajo qué hacer, yo ya me iba de todas maneras. — comentó con tranquilidad, desconociendo lo que Clive pensaba que sucedía con ella.
- Jordan F. Mayer
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Re: I want to run away... {Clive}
Dudó un segundo, por un lado no quería involucrarse, pero por otro se sentía involucrado. Como con cualquier paciente debía respetar la decisión de quedarse o marcharse, pero Jordan no era cualquier paciente. - No te ves bien, lo mejor será que te quedes... - articuló.
No podía decirle: "se te ha revuelto es estómago a causa de blablabla... Al estar embarazada y lo sucedido blablabla, es normal, no te preocupes... te daremos blablabla.." como hubiera dicho sin problemas ni tapujos ante cualquier otra mujer en la misma situación. Porque no era cualquier mujer y aunque lo intentaba con fuerza, simplemente su cerebro no se animaba a asumir la realidad.
- vamos... esperarás allí y - la tomó del brazo con cuidado y la guío por un pasillo interno para esquivar la sala de espera de emergencias que seguía revuelta, se escuchaba el bullicio a sus espaldas - ... intentaré ubicar a Morgan y... mientras puedes leerte una revista...- Caminando hacia su despacho particular en la sección de envenenamientos empezaba a hacer mella en él el rencor de que Jordan hubiera confiado su "situación" en el primo Morgan y no en él. Situación, porque siquiera en la cabeza podía repetir las palabras de la señora.
No estaba actuando bruscamente, pero tampoco le estaba dejando espacio a Jordan ya de que tomara otra decisión. Clive caminaba más que a su lado tras ella, como un escolta que no le iba a dejarla voltear e huir. Le ponía una mano en la cintura para empujarla hacia delante para que siguiera andando mientras completaba el silencio con lo que podía. - te haré un té, al menos para calmarte el malestar, mientras consulto con Morgan si se te puede dar algo más... Pero no te preocupes, que unos simples mareos son normales en toda esta situación. La sala de urgencias no es lugar para que estuvieses esperando... Me suena raro que Morgan no te hubiera programado una cita más "tranquila"... -
Abrió la puerta de su consulta y la hizo entrar primero cerrando detrás. Sin mirarla dio dos palmadas a una silla para que se sentase. En un momento volteó y le sonrió pero de inmediato como si estuviera pensando en cosas gravísima, se fue de espaldas a un armario a sacar los elementos para un buen te. Como mecánico puso todo sobre el escritorio frente a Jordan, le alcanzo una revista cualquiera y posando la varita en un enorme botón rojo se dedicó a buscar a Morgan.
- Si... Clarisse? Soy el Dr. Mayer. Sabes dónde está el Dr. Morgan?
- Hola Dr. Mayer... ya se lo busco, deme un segundo.
Clive volvió a levantar la vista a Jordan, sonrió como diciéndole "viste? lo estoy buscando a él. No me estoy metiendo en tus asuntos."
- Dr. Mayer, el Dr. Morgan está en el claustro de intervención. Tiene programa hasta dentro de dos horas. Quiere que le intercomunique?...
No podía decirle: "se te ha revuelto es estómago a causa de blablabla... Al estar embarazada y lo sucedido blablabla, es normal, no te preocupes... te daremos blablabla.." como hubiera dicho sin problemas ni tapujos ante cualquier otra mujer en la misma situación. Porque no era cualquier mujer y aunque lo intentaba con fuerza, simplemente su cerebro no se animaba a asumir la realidad.
- vamos... esperarás allí y - la tomó del brazo con cuidado y la guío por un pasillo interno para esquivar la sala de espera de emergencias que seguía revuelta, se escuchaba el bullicio a sus espaldas - ... intentaré ubicar a Morgan y... mientras puedes leerte una revista...- Caminando hacia su despacho particular en la sección de envenenamientos empezaba a hacer mella en él el rencor de que Jordan hubiera confiado su "situación" en el primo Morgan y no en él. Situación, porque siquiera en la cabeza podía repetir las palabras de la señora.
No estaba actuando bruscamente, pero tampoco le estaba dejando espacio a Jordan ya de que tomara otra decisión. Clive caminaba más que a su lado tras ella, como un escolta que no le iba a dejarla voltear e huir. Le ponía una mano en la cintura para empujarla hacia delante para que siguiera andando mientras completaba el silencio con lo que podía. - te haré un té, al menos para calmarte el malestar, mientras consulto con Morgan si se te puede dar algo más... Pero no te preocupes, que unos simples mareos son normales en toda esta situación. La sala de urgencias no es lugar para que estuvieses esperando... Me suena raro que Morgan no te hubiera programado una cita más "tranquila"... -
Abrió la puerta de su consulta y la hizo entrar primero cerrando detrás. Sin mirarla dio dos palmadas a una silla para que se sentase. En un momento volteó y le sonrió pero de inmediato como si estuviera pensando en cosas gravísima, se fue de espaldas a un armario a sacar los elementos para un buen te. Como mecánico puso todo sobre el escritorio frente a Jordan, le alcanzo una revista cualquiera y posando la varita en un enorme botón rojo se dedicó a buscar a Morgan.
- Si... Clarisse? Soy el Dr. Mayer. Sabes dónde está el Dr. Morgan?
- Hola Dr. Mayer... ya se lo busco, deme un segundo.
Clive volvió a levantar la vista a Jordan, sonrió como diciéndole "viste? lo estoy buscando a él. No me estoy metiendo en tus asuntos."
- Dr. Mayer, el Dr. Morgan está en el claustro de intervención. Tiene programa hasta dentro de dos horas. Quiere que le intercomunique?...
- Clive Mayer
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Re: I want to run away... {Clive}
Era un maldito terco. Como ella. Como siempre había sido. Dentro de ese baño de paredes inmaculadamente blancas, Jordan se sentía ligeramente a salvo, como si el avabo, los retretes y el espejo, constituyeran parte de un consultorio muy particular donde, en cualquier momento, podía aparecer un Doctor Genérico Número Cuarenta y Tres para hacerse cargo del asunto y evitarle la vergüenza de tener que estar ahí con su hermano, el mismo con el que había tenido una riña tan grande que ahora le provocaba la incomodidad tenerlo frente a ella. Desgraciadamente, no conocía a más médicos que el que estaba ahí con ella y su primo, así que la posibilidad de que alguien más le hiciera la consulta, era prácticamente inexistente. Las náuseas cesaron en cuanto su boca se encontró con bajos niveles del sabor asqueroso de su propio vómito. Dado que ya no tenía imágenes que le provocaran arcadas y el olor de los sanitarios era agradablemente floral, la necesidad de volver el estómago estaba menguando. No obstante, su aspecto desmejorado que iba en función a las horas leyendo bajo la luz blanquísima de su Lumos, las malas comidas que se había preparado puesto que a veces sólo le daban ganas de pedir pizza o comer cualquier chatarra y, obviamente, a la depresión que sufría aún por el conflicto que tenía con Clive.
Quizá no se podía ver, porque a Jordan se le daba muy bien actuar como si nada pasara, sin embargo, la realidad era que extrañaba a ese pelirrojo cabezota que se quedaba con ella hasta las dos o tres de la mañana a ver alguna película muggle que el abuelo Charles se encargaba de bien recomendarles. Incluso se quedaba en la sala aunque ella ya estuviera sumida en el quinto sueño. Porque era su especie de rutina, era el trajín de los días que acontecía con suma naturalidad. Realmente añoraba esos momentos. Pero su orgullo le impedía pedir una disculpa o aceptar su error, su rabieta, sus celos. Incluso en esos momentos, que estaban solos en terreno neutral, le era muy difícil aceptar sus sugerencias aunque fuesen en aras de tenerla más cómoda. Bruce le había recomendado que tuviera la iniciativa de una reconciliación, con obvios resultados negativos. Ni aunque ahora ese muchacho de veintidós fuese su ángel, iba a ceder de forma tan sencilla.
— Yo no… —iba a interceder por sí misma cuando ya tenía la mano de Clive en torno a su brazo.
No la iba a dejar ir. Irónico. Tenía que haberse ido a parar a un hospital para que le instigara a quedarse con él. Intentó no mirar a nadie mientras caminaba con su guardaespaldas personal. Se sentía como una especie de criminal o paciente con alguna disparidad mental.
— Clive, ahí hay una mujer con la mano achicharrada, un hombre que se le levantó la mitad de la piel del brazo y quién sabe cuánto otro con emergencias reales — intentó defenderse, sin embargo, era inútil.
Él seguiría guiándola hasta que se encontrara satisfecho y tranquilo. Lo conocía para saber que ese era la forma en que trabajaba su cerebro. Resignada, caminó entre pasillos, viendo la forma de salir de todo. No entendiendo ni jota de la preocupación de Clive hacia ella si no tenía ni idea de qué hacía ahí. Hasta que atinó a decir algo que le juntó las piezas del rompecabezas. Te haré un té, al menos para calmarte el malestar, mientras consulto con Morgan si se te puede dar algo más... Pero no te preocupes, que unos simples mareos son normales en toda esta situación. La sala de urgencias no es lugar para que estuvieses esperando... Me suena raro que Morgan no te hubiera programado una cita más "tranquila"... ¿Situación? Un té para calmarle malestares. Mierda, vio toda la escena en la sala de espera… maldita seas Emily chismosa, pensó de inmediato mientras pasaba al interior del consultorio.
Se sentó y trató de pensar rápido. Ya era demasiado tarde de cualquier manera, él ya se había hecho a ideas erróneas. Se quitó la capucha y esperó a que terminara de hacer sus faramallas con el intercomunicador. Se quiso dar de topes en el escritorio hasta desgraciarse el cráneo. De repente la idea de dejarle el jodido frasco con la prueba negativa, a Adrien, le pareció lo más sensato, para su desgracia, ya estaba ahí e iba a tener que dar explicaciones si quería irse de ahí. Se paró de la silla sin tocar los instrumentos del té y le quitó la varita del botón rojo.
— No hace falta — dio media vuelta y se recargó en una de las paredes, se restregó la cara de nuevo y miró hacia el techo, como si eso le fuera a acomodar las ideas — Carajo… no sé… bueno, sí sé lo que estás pensando. Y no, no lo estoy. — comentó fríamente — Fue un accidente, un malentendido. Lo que venía a recoger era una prueba que, evidentemente, es negativa. Prevención. — miró su título que estaba enmarcado en la pared — Así que… bueno, no vas a ser tío… qué bien ¿no? — agregó desviando su mirada del título, a Clive mientras esbozaba una especie de sonrisa amarga — Ya puedes ir a atender a quien realmente lo necesite — agregó como esperando que le indicara que, en efecto, ya podía irse y que no explotara ahí.
Quizá no se podía ver, porque a Jordan se le daba muy bien actuar como si nada pasara, sin embargo, la realidad era que extrañaba a ese pelirrojo cabezota que se quedaba con ella hasta las dos o tres de la mañana a ver alguna película muggle que el abuelo Charles se encargaba de bien recomendarles. Incluso se quedaba en la sala aunque ella ya estuviera sumida en el quinto sueño. Porque era su especie de rutina, era el trajín de los días que acontecía con suma naturalidad. Realmente añoraba esos momentos. Pero su orgullo le impedía pedir una disculpa o aceptar su error, su rabieta, sus celos. Incluso en esos momentos, que estaban solos en terreno neutral, le era muy difícil aceptar sus sugerencias aunque fuesen en aras de tenerla más cómoda. Bruce le había recomendado que tuviera la iniciativa de una reconciliación, con obvios resultados negativos. Ni aunque ahora ese muchacho de veintidós fuese su ángel, iba a ceder de forma tan sencilla.
— Yo no… —iba a interceder por sí misma cuando ya tenía la mano de Clive en torno a su brazo.
No la iba a dejar ir. Irónico. Tenía que haberse ido a parar a un hospital para que le instigara a quedarse con él. Intentó no mirar a nadie mientras caminaba con su guardaespaldas personal. Se sentía como una especie de criminal o paciente con alguna disparidad mental.
— Clive, ahí hay una mujer con la mano achicharrada, un hombre que se le levantó la mitad de la piel del brazo y quién sabe cuánto otro con emergencias reales — intentó defenderse, sin embargo, era inútil.
Él seguiría guiándola hasta que se encontrara satisfecho y tranquilo. Lo conocía para saber que ese era la forma en que trabajaba su cerebro. Resignada, caminó entre pasillos, viendo la forma de salir de todo. No entendiendo ni jota de la preocupación de Clive hacia ella si no tenía ni idea de qué hacía ahí. Hasta que atinó a decir algo que le juntó las piezas del rompecabezas. Te haré un té, al menos para calmarte el malestar, mientras consulto con Morgan si se te puede dar algo más... Pero no te preocupes, que unos simples mareos son normales en toda esta situación. La sala de urgencias no es lugar para que estuvieses esperando... Me suena raro que Morgan no te hubiera programado una cita más "tranquila"... ¿Situación? Un té para calmarle malestares. Mierda, vio toda la escena en la sala de espera… maldita seas Emily chismosa, pensó de inmediato mientras pasaba al interior del consultorio.
Se sentó y trató de pensar rápido. Ya era demasiado tarde de cualquier manera, él ya se había hecho a ideas erróneas. Se quitó la capucha y esperó a que terminara de hacer sus faramallas con el intercomunicador. Se quiso dar de topes en el escritorio hasta desgraciarse el cráneo. De repente la idea de dejarle el jodido frasco con la prueba negativa, a Adrien, le pareció lo más sensato, para su desgracia, ya estaba ahí e iba a tener que dar explicaciones si quería irse de ahí. Se paró de la silla sin tocar los instrumentos del té y le quitó la varita del botón rojo.
— No hace falta — dio media vuelta y se recargó en una de las paredes, se restregó la cara de nuevo y miró hacia el techo, como si eso le fuera a acomodar las ideas — Carajo… no sé… bueno, sí sé lo que estás pensando. Y no, no lo estoy. — comentó fríamente — Fue un accidente, un malentendido. Lo que venía a recoger era una prueba que, evidentemente, es negativa. Prevención. — miró su título que estaba enmarcado en la pared — Así que… bueno, no vas a ser tío… qué bien ¿no? — agregó desviando su mirada del título, a Clive mientras esbozaba una especie de sonrisa amarga — Ya puedes ir a atender a quien realmente lo necesite — agregó como esperando que le indicara que, en efecto, ya podía irse y que no explotara ahí.
- Jordan F. Mayer
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Re: I want to run away... {Clive}
Y Clive que negaba con la cabeza. No podía decírselo por una cuestión de orgullos dañados, pero ella era más importante que el resto del mundo, sobre todo de gente que aunque dañada estaba en un hospital e iba a ser prontamente atendida por algún otro muy buen profesional. Incluso, seguía con esa actitud cuando Jordan le quitó la varita del intercomunicador.
- Si, hace falta. No te preocupes Jordan, yo hablo con él, de colega a colega, y seguro podrá interrumpirse por hacernos un favor... - Iba a explicarle, que si bien no era "ideal" andar todo el tiempo "usando" los contactos, podía hacerse. Clive iba a hacerlo por ella. Si definitivo, se sentía sensibilizado de algún modo inconsciente ya fuera por el embarazo o más acertado, por la terrible discusión.
Pero todo se fue muy pronto al carajo. Es decir, sus creencias no se hicieron realidad. Ladeó el rostro y se hizo un poco hacia adelante como si no le estuviese entendiendo. Luego una sonrisa de satisfacción se le escapó y al final luego de sacudir la cabeza para un lado y el otro, bufó. Todo un espectáculo de caras y gestos corporales, que concluían en un interminable silencio con la cabeza gacha.
Ya sentado en su lado del escritorio, miraba la madera como si en sus vetas hubiera algo interesante que descubrir. Frunció los labios hacia adentro, alzó las cejas para si misma, se hizo algo hacia atrás y abrió un cajón - la prevención está bien - concluyó. Y ahí se quedó mirando el contenido del cajón. Ahora era él, el que evidentemente no estaba en condiciones de ir a ver otros pacientes.
Mil cosas pasaban por su cabeza. No sabía si sentirse asqueado de imaginar a su hermana follando con otro, si culpable porque ella no confiaba en él y no podía acudirle con esos problemas como verdaderos íntimos que debían ser... Si en cambio enfurecer y darle toda una reprimenda de "como puede ser que con 24 años!?!?!?" o si MATAR a Lucian por haberla expuesto a eso.
Solo le quedó respirar profundo y bufar otra vez. Tampoco sabía si, por muy ilógico que sonase, el bebé había sido una ilusión soñada y ahora ella se encontraba descorazonada. Estaba desconcertado, pero aun podía ser sincero. - todo esto me hace sentir muy culpable...- y tragó con dificultad poniendo la tetera a andar para servirse un té. Lo necesitaba.
Si Jordan era ignorante en temas médicos, si era irresponsable adolescente, si había perdido la confianza en él, si encontraba ilusión en una criatura a los 24 años, si... lo que sea: Todo era culpa de él, todo era su responsabilidad como hermano mayor que se jactaba ser. Todo lo era, y no solo porque la sangre blablabla... Sino por el vínculo que habían construido en la infancia, la verdadera hermandad de hacer travesuras, de ser confidentes, de los celos y los berrinches, de los juegos sucios y las complicidades.
- El sábado es el cumpleaños de la abuela. Papá me avisó para que no faltase. Quieren algo pequeño pero que estemos todos ya sabes... estar en Londres tipo 5... - la abuela estaba muy vieja, sobre todo mentalmente, Alfred lo resentía mucho, todos sus hijos eran conscientes, y necesitaba (más que querer) que lo apoyaran en esas cosas familiares. Siempre había sido un tipo de espíritu familiar. Serían no más de 20 personas, Tía Bárbara y sus hijas, los dos tíos abuelos que quedaban... Pero algo bien familiar, nada de novios... Pero no podía decirle así a Jordan o entrarían de nuevo en problemas, y además seguro había hablado con Zelda...
Pero pensando en eso se dio cuenta de que había evadido el otro asunto, el de imaginársela follando con alguien más. Así que se asumió adulto responsable como correspondía, rectificó su postura, su semblante y agregó con rapidez - puedo prescribirste una poción. Así no tienes que... -abrió las manos y dejó de mirarla, escribió rápido en un papel y se lo estiró. Ahí la orden para la botica. No quería que ella le diera explicaciones, no tenía porqué, tampoco quería saber con quien se acostaba la verdad, aunque le hubiera gustado saber si algún "síntoma" en específico le había pensar en lo del embarazo, por evaluar un diagnóstico diferencial... quizá anemia, era muy común... Pero no!, solo haría lo mínimo de su trabajo: de medimago y de hermano y ya.
- Si, hace falta. No te preocupes Jordan, yo hablo con él, de colega a colega, y seguro podrá interrumpirse por hacernos un favor... - Iba a explicarle, que si bien no era "ideal" andar todo el tiempo "usando" los contactos, podía hacerse. Clive iba a hacerlo por ella. Si definitivo, se sentía sensibilizado de algún modo inconsciente ya fuera por el embarazo o más acertado, por la terrible discusión.
Pero todo se fue muy pronto al carajo. Es decir, sus creencias no se hicieron realidad. Ladeó el rostro y se hizo un poco hacia adelante como si no le estuviese entendiendo. Luego una sonrisa de satisfacción se le escapó y al final luego de sacudir la cabeza para un lado y el otro, bufó. Todo un espectáculo de caras y gestos corporales, que concluían en un interminable silencio con la cabeza gacha.
Ya sentado en su lado del escritorio, miraba la madera como si en sus vetas hubiera algo interesante que descubrir. Frunció los labios hacia adentro, alzó las cejas para si misma, se hizo algo hacia atrás y abrió un cajón - la prevención está bien - concluyó. Y ahí se quedó mirando el contenido del cajón. Ahora era él, el que evidentemente no estaba en condiciones de ir a ver otros pacientes.
Mil cosas pasaban por su cabeza. No sabía si sentirse asqueado de imaginar a su hermana follando con otro, si culpable porque ella no confiaba en él y no podía acudirle con esos problemas como verdaderos íntimos que debían ser... Si en cambio enfurecer y darle toda una reprimenda de "como puede ser que con 24 años!?!?!?" o si MATAR a Lucian por haberla expuesto a eso.
Solo le quedó respirar profundo y bufar otra vez. Tampoco sabía si, por muy ilógico que sonase, el bebé había sido una ilusión soñada y ahora ella se encontraba descorazonada. Estaba desconcertado, pero aun podía ser sincero. - todo esto me hace sentir muy culpable...- y tragó con dificultad poniendo la tetera a andar para servirse un té. Lo necesitaba.
Si Jordan era ignorante en temas médicos, si era irresponsable adolescente, si había perdido la confianza en él, si encontraba ilusión en una criatura a los 24 años, si... lo que sea: Todo era culpa de él, todo era su responsabilidad como hermano mayor que se jactaba ser. Todo lo era, y no solo porque la sangre blablabla... Sino por el vínculo que habían construido en la infancia, la verdadera hermandad de hacer travesuras, de ser confidentes, de los celos y los berrinches, de los juegos sucios y las complicidades.
- El sábado es el cumpleaños de la abuela. Papá me avisó para que no faltase. Quieren algo pequeño pero que estemos todos ya sabes... estar en Londres tipo 5... - la abuela estaba muy vieja, sobre todo mentalmente, Alfred lo resentía mucho, todos sus hijos eran conscientes, y necesitaba (más que querer) que lo apoyaran en esas cosas familiares. Siempre había sido un tipo de espíritu familiar. Serían no más de 20 personas, Tía Bárbara y sus hijas, los dos tíos abuelos que quedaban... Pero algo bien familiar, nada de novios... Pero no podía decirle así a Jordan o entrarían de nuevo en problemas, y además seguro había hablado con Zelda...
Pero pensando en eso se dio cuenta de que había evadido el otro asunto, el de imaginársela follando con alguien más. Así que se asumió adulto responsable como correspondía, rectificó su postura, su semblante y agregó con rapidez - puedo prescribirste una poción. Así no tienes que... -abrió las manos y dejó de mirarla, escribió rápido en un papel y se lo estiró. Ahí la orden para la botica. No quería que ella le diera explicaciones, no tenía porqué, tampoco quería saber con quien se acostaba la verdad, aunque le hubiera gustado saber si algún "síntoma" en específico le había pensar en lo del embarazo, por evaluar un diagnóstico diferencial... quizá anemia, era muy común... Pero no!, solo haría lo mínimo de su trabajo: de medimago y de hermano y ya.
- Clive Mayer
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Re: I want to run away... {Clive}
Parecía un caballo. No en el mal sentido, Clive jamás había tenido la cara demasiado larga ni la dentadura exageradamente grande. Lo pensó así dado el coctel de gesticulaciones que mostró una vez aclarado el malentendido. Su reacción al enterarse que, en efecto, Jordan no tenía un parásito humano gestándose en su útero, fue algo que ella no esperaba. Sin embargo, debía suponer que no se pondría a reñirla si estaban oficialmente separados y peleados. La muchacha anglo-rusa se quedó recargada en la pared esperando a que su hermano acabara de procesar todo el asunto. Jamás se había imaginado que se encontraría en tan desagradable situación. Quizá en un futuro, cuando estuviese casada y todo fuera bonito, él habría sido el primero en enterarse si estaba por darle un sobrino, pero no era el caso. Aún estaba estudiando, tenía muchas ganas de terminar la carrera y trabajar un rato sin responsabilidades de esa índole y tras la anécdota del granjero, honestamente todo el asunto de tener bebés era mucho menos una prioridad. Habérselo confiado a Clive en el momento de su duda –y no a Anne ni a Lucian– habría acarreado con ello, sí una especie de confidencialidad muy especial, pero también otra riña que la tendría bajo la luz interrogatoria de su hermano mayor. Ya podía, hipotéticamente, escucharlo inquiriéndole cosas como ¿Por qué no te cuidaste? ¿Lucian se va a hacer cargo? ¿Lo vas a tener? ¿Es que no piensas o qué? Adrien, por otro lado, estaba tan ajeno a la familia –su núcleo familiar– que no le importaba hacerle una prueba mágica de embarazo. A fin de cuentas, ella acabaría recabando toda la evidencia para actuar como si eso jamás hubiera sucedido. Con Clive, todo el asunto se habría quedado en sus memorias.
Se fue a sentar frente a él ahora que lo veía más tranquilo aunque algo en shock porque hacía cosas sin sentido como haber abierto el cajón de su escritorio para quedarse viendo el interior sin razón aparente. Alzó las cejas como dándole la razón. En efecto, la prevención era importante. Muy importante. Ella se puso a jugar con las mangas de la sudadera y luego alzó la mirada, completamente desconcertada ante su auto-regaño. Se sentía culpable, pero… ¿de qué?
— ¿Culpable? — bufó y ahora se puso a descarapelarse las uñas color uva — ¿Qué ibas a hacer? ¿Darme “la plática”? — preguntó haciendo las comillas con los dedos — No pasa nada, Ketill. Fue un descuido que no volverá a suceder — suspiró y dejó las manos extendidas sobre el escritorio, con sus uñas peladas pero bien cuidadas — Y si hubiera sido, tampoco es que se convirtiera en el fin del mundo. Mamá te tuvo a… ¿los qué, veinticuatro, veinticinco? Es lo mismo. Lucian no me hubiera dejado sola, de cualquier manera, así que… sí… — se mordió el labio, recordando el malísimo trago que le hizo pasar al pobre todo con tal de no revelarle lo de la revolución, aún le dolía en el pecho la ilusión que había visto en los ojos del Alpha.
Tenía que admitir que, unas cuantas semanas atrás, le había parecido lo más lindo del mundo tener un bebé suyo en sus brazos. Había ya cuidado de los hijos pequeños de algunas primas y primos, con bastante facilidad cabía decir. Le gustaban. Así que el susto, en su momento, no había sido tanto susto. Cuando el agua de la primera prueba había salido roja, tuvo la certeza de que se sentía triste. Era raro que ella hubiera deseado la maternidad así. Igual había pasado. Escuchó la noticia del cumpleaños de la abuela.
Dios, cómo odiaba a esa mujer. La abuela Jeanne podía ser elitista y una mamona a veces, pero es que la abuela Mayer era toda una joyita. Odiaba acérrimamente a Bruce –el niño más adorable del planeta– y a ella casi no le hacía caso por el hecho de ser absolutamente toda la cara de su hijo, el mayor, ese que se había fugado a Rusia para casarse cuando a la abuela Mayer, Zelda jamás le había gustado para su hijito. Y así era, sin embargo, su familiar, su abuela directa. La fiesta no le provocaba la felicidad, pero tendría que asistir porque estarían todos. Como siempre. Como era la tradición.
— Ya… — dijo suspirando — Le dije a mamá que no estaba en posición de ir a reuniones familiares pero… — se encogió de hombros — Es la abuela… — concluyó a regañadientes.
No era ningún secreto que ella amaba y adoraba al abuelo Charles, papá de su mamá. Los demás abuelos eran más bien extraños y el marido de la abuela Jeanne simplemente nunca estaba cuando se trataba de reuniones familiares porque los hijos de Jeanne no eran suyos y no tenía por qué estar ahí. Por eso acudir a cumpleaños de su familia paterna y eventos del estilo, no le caía muy bien que digamos. Se quedó pensando en lo deprimida que iba a estar en esa jodida reunión cuando Clive ya estaba escribiendo una prescripción. Cuando le estiró el papel, Jordan puso los ojos en blanco, sacó su varita y apuntó a la prescripción.
— Evanesco — conjuró, negándose a utilizar la poción que Clive le estaba prácticamente recomendando — Ya te dije que no va a volver a pasar. Me cuido bastante bien — gruñó por lo bajo y tuvo que admitir que si su hermano estaba tan preocupado por su estatus de salud, era porque evidentemente ella traía un aspecto que dejaba mucho qué desear — Leo mucho, a altas horas de la noche y entrada la madrugada. Por eso estoy ojerosa… y en cuanto a que tengo náuseas y me duele la cabeza… — echó el cuerpo hacia atrás para recargare en el respaldo de su asiento — Es porque no he estado comiendo muy bien — admitió sin decir la razón de su inapetencia.
Depresión. Pura y genuina depresión.
- Jordan F. Mayer
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