Unleash the Fury
Página 1 de 1. • Comparte
Unleash the Fury
Estaba realmente muy cansada, solo quería ir a su dormitorio a dormir un poco, el día siguiente tendría otra mañana pesada. El practicar con Marcellus la dejaba agotadísima y aprovecharía cualquier momento para poder meditar, poner en orden sus pensamientos y dormir. Iba en camino hacia su habitación, con los libros bajo el brazo y una cara somnolienta que apenas podía con ella. Se le apeteció una línea de coca para poder despertar y seguir estudiando pero estaba tan molida que ni eso podía quitarle la cama del pensamiento.
Llegó a la sala de convivencia, atravesando todo el campus caminando y tratando de hacer un esfuerzo por no caer dormida en medio de los jardines o algo similar. Abrió la puerta y de inmediato se acercó a la mesa ratona del centro para poner sus libros. Cuando se giró para cerrar la puerta, se quedó dura y gélida como un iceberg, Thomas Chee estaba parado en la puerta, lleno de sangre y sujetándose en un costado. Sintió ganas de ir corriendo a abrazarlo y a curar sus heridas pero no lo valía, así que solo pudo hacerle una mueca de desprecio y arquear una ceja mirándolo en todo su bestial esplendor.
-¿Qué se te ofrece, Chee?- Aquella noche en su dormitorio, en la que por última vez se entregó a él le advirtió que sería la última vez que lo haría y así había sido. Justo después comenzó una caída al vacío, destructiva y llena de miseria. No pudo sostener aquel orgullo que alguna vez portó, lo había mandado a la mierda por una pasión oscura y malsana que carcomía sus entrañas. Pero ahora lo veía, así, con esa cara que simplemente no podía dejar de mirar, ese cabello negro azabache que le hacía perder todo el autocontrol que había adquirido recientemente.
-Si no me dices qué carajos quieres, retírate de una vez- dijo temerosa. El navajo tenía efectos en ella que no podía controlar, sentía que le temblaban las piernas y las ganas de ir a sus brazos a besarlo como loca poco a poco iban creciendo.
Llegó a la sala de convivencia, atravesando todo el campus caminando y tratando de hacer un esfuerzo por no caer dormida en medio de los jardines o algo similar. Abrió la puerta y de inmediato se acercó a la mesa ratona del centro para poner sus libros. Cuando se giró para cerrar la puerta, se quedó dura y gélida como un iceberg, Thomas Chee estaba parado en la puerta, lleno de sangre y sujetándose en un costado. Sintió ganas de ir corriendo a abrazarlo y a curar sus heridas pero no lo valía, así que solo pudo hacerle una mueca de desprecio y arquear una ceja mirándolo en todo su bestial esplendor.
-¿Qué se te ofrece, Chee?- Aquella noche en su dormitorio, en la que por última vez se entregó a él le advirtió que sería la última vez que lo haría y así había sido. Justo después comenzó una caída al vacío, destructiva y llena de miseria. No pudo sostener aquel orgullo que alguna vez portó, lo había mandado a la mierda por una pasión oscura y malsana que carcomía sus entrañas. Pero ahora lo veía, así, con esa cara que simplemente no podía dejar de mirar, ese cabello negro azabache que le hacía perder todo el autocontrol que había adquirido recientemente.
-Si no me dices qué carajos quieres, retírate de una vez- dijo temerosa. El navajo tenía efectos en ella que no podía controlar, sentía que le temblaban las piernas y las ganas de ir a sus brazos a besarlo como loca poco a poco iban creciendo.
- Laise Den Adel
Mensajes :
445
Re: Unleash the Fury
Había salido de la casa de Odille hecho un loco, ni el Cruciatus logró calmar sus ansias de peyote o de alguna cosa que lograse sacar de su sistema esa maldita necesidad. Sabía que el peyote sólo iba a nublar su mente pero acabó por ceder. Sacó de su bolsillo el puto cigarrillo de peyote y lo encendió en los terrenos del colegio, estaba cerca de la playa y desde ahí pudo ver su próximo objetivo.
Miró al cielo durante un momento, luego de unos segundos cerró los ojos y dejó que sus piernas se dejasen llevar por la gravedad. Acabó sentado en la arena aún con el labio sangrándole y con las costillas rotas que comenzaban a joder. No lo suficiente como para irse a dormir, sus ojos fueron desde la arena hasta una ventana cercana, ya no podía retractarse.
Caminó a través del campo y entró al castillo en búsqueda de su objetivo. Se escabulló para que no lo detengan en camino a ella porque no iba a quedarse a medio camino. Se quedó mirándola desde la puerta, la vio agachar y como si nada hubiese sucedido hacía media hora se le quedó mirando el trasero hasta que ella volteó y se quedó recriminándole su presencia.
-Te quiero a ti.-se adelantó con violencia sin importarle tener aún lo que le quedaba de la maldición imperdonable, era una sensación curiosa el sentir que los huesos le ardían pero así era. Eso no lo detuvo, tampoco lo hizo el tener la cara ensangrentada o las manos con un tono rojo oscuro. Había coágulos de sangre en algunos mechones de su cabello pero la quería y la quería ya.-
Pasó una mano por detrás de esa cintura que ya conocía bien y agachó la cabeza para besarla sin dejar ni un segundo a la duda, no quería que lo viese cerca y se alejase. Quería tenerla allí mismo, empujó la puerta y la jaló hacia él para poder alcanzar con una mano el cerrojo. Luego pondría el seguro mágico, la necesitaba en ese momento y sin titubeos.
-Carajo, ya te llené de sangre pero me dejas loco.
Miró al cielo durante un momento, luego de unos segundos cerró los ojos y dejó que sus piernas se dejasen llevar por la gravedad. Acabó sentado en la arena aún con el labio sangrándole y con las costillas rotas que comenzaban a joder. No lo suficiente como para irse a dormir, sus ojos fueron desde la arena hasta una ventana cercana, ya no podía retractarse.
Caminó a través del campo y entró al castillo en búsqueda de su objetivo. Se escabulló para que no lo detengan en camino a ella porque no iba a quedarse a medio camino. Se quedó mirándola desde la puerta, la vio agachar y como si nada hubiese sucedido hacía media hora se le quedó mirando el trasero hasta que ella volteó y se quedó recriminándole su presencia.
-Te quiero a ti.-se adelantó con violencia sin importarle tener aún lo que le quedaba de la maldición imperdonable, era una sensación curiosa el sentir que los huesos le ardían pero así era. Eso no lo detuvo, tampoco lo hizo el tener la cara ensangrentada o las manos con un tono rojo oscuro. Había coágulos de sangre en algunos mechones de su cabello pero la quería y la quería ya.-
Pasó una mano por detrás de esa cintura que ya conocía bien y agachó la cabeza para besarla sin dejar ni un segundo a la duda, no quería que lo viese cerca y se alejase. Quería tenerla allí mismo, empujó la puerta y la jaló hacia él para poder alcanzar con una mano el cerrojo. Luego pondría el seguro mágico, la necesitaba en ese momento y sin titubeos.
-Carajo, ya te llené de sangre pero me dejas loco.
- Thomas Chee
Mensajes :
350
Re: Unleash the Fury
La forma en la que se presentaba el navajo, así ante ella, demandándola como si fuese de su propiedad, solo lograron que le hirvieran las entrañas de coraje. ¿quién coño se creía que era? No podía simplemente aparecerse y esperar a que ella se colgara de su cuello para besarlo, aunque realmente eso quisiera. Esas palabras, ese “te quiero a ti” se sintieron como un yunque cayendo de forma férrea sobre su cabeza. La abatieron completamente, siempre deseó que tuvieran un mayor significado, en el sentido que ella esperaba. Cuando sintió su agarre, forcejó con él, tratando se zafarse a como podía, no iba a permitir que hiciera con ella lo que quiera, aun y cuando para eso estaba.
-Suéltame imbécil!- luego de aquellas palabras, sintió sus delgados y finos labios ser sellados por los del navajo, en un beso bastante salvaje y hasta cierto punto sádico. Tenía las piernas hechas gelatina, quería que ese momento no acabara jamás, pero cuanto más pasaba el tiempo más le dolía su presencia. Había pasado por un infierno, el cual le costó lágrimas y miseria para salir como para volver a caer en sus brazos de nuevo. Cuando al fin se separó de él, lo abofeteó tan fuerte que su mano sintió arder.
-¿Qué coño te sucede? ¿Crees que puedes venir a mi habitación cuando se te de la gana?- Volvió a abofetearlo, esta vez con la mano izquierda, dejando ir la pasión contenida en ello. Se limpió la sangre con desprecio y lo miró fijamente, quería matarlo con sus manos, destrozar su cuello, pero también sentía la imperiosa necesidad de caer rendida en sus brazos, pasar el resto de la eternidad sumida en sus labios.
-Suéltame imbécil!- luego de aquellas palabras, sintió sus delgados y finos labios ser sellados por los del navajo, en un beso bastante salvaje y hasta cierto punto sádico. Tenía las piernas hechas gelatina, quería que ese momento no acabara jamás, pero cuanto más pasaba el tiempo más le dolía su presencia. Había pasado por un infierno, el cual le costó lágrimas y miseria para salir como para volver a caer en sus brazos de nuevo. Cuando al fin se separó de él, lo abofeteó tan fuerte que su mano sintió arder.
-¿Qué coño te sucede? ¿Crees que puedes venir a mi habitación cuando se te de la gana?- Volvió a abofetearlo, esta vez con la mano izquierda, dejando ir la pasión contenida en ello. Se limpió la sangre con desprecio y lo miró fijamente, quería matarlo con sus manos, destrozar su cuello, pero también sentía la imperiosa necesidad de caer rendida en sus brazos, pasar el resto de la eternidad sumida en sus labios.
- Laise Den Adel
Mensajes :
445
Re: Unleash the Fury
Estaba curtido, recibió la bofetada y tuvo que mover la mandíbula sólo para comprobar que seguía en su lugar. Pasó una mano por su mejilla y se le quedó mirando, esto sí lo tenía bien merecido y aceptó el golpe. Sabía que era una apuesta alta y estaba pagándola, ella ya le había dicho hacía tiempo que esa era la última vez y aparentemente planeaba cumplirlo.
La escuchó furiosa y sólo sacó un cigarrillo que cayó al suelo antes de la última bofetada, su mirada de desprecio ya la veía venir y aunque mellaba sus ganas de quedarse ahí no planeaba largarse pronto. Dejó el cigarrillo en el suelo y sacó otro de su cajetilla para encenderlo allí y sacar de una maldita vez la varita para cerrar la puerta con un método más certero que el muggle.
Se encogió de hombros ante toda respuesta, ¿planeaba que le contase todo? No iba a hacerlo, tampoco estaba ahí porque pensaba eso todo el tiempo, simplemente que en la primera persona que pudo pensar cuando se largó de la casa de Odille fue en ella y la necesidad de verla se había tornado de vital importancia.
Le había dado ya varias caladas al cigarrillo cuando se fue a sentar a la silla que estaba junto a esa mesa que siempre le había gustado tanto a ella. Se la había follado dos veces encima de esa mesa, a él también le gustaba la puta mesa.
-¿Quieres peyote? Voy a armar un cigarrillo nuevo.-sacó del bolsillo una caja pequeña como del doble del tamaño de un dedal que tenía el peyote preparado, además de eso sólo necesitaba el papel que para enrollarlo le bastaba con sus dedos. Su método no era tan profesional como los de quienes tenían los aparatejos para enrollar.
Aún llevaba el cigarrillo regular en la boca y ahí lo sostuvo en lo que enrollaba.-Tienes más fuerza de la que aparentas.-le dijo sin que se entendiesen bien sus palabras.-
La escuchó furiosa y sólo sacó un cigarrillo que cayó al suelo antes de la última bofetada, su mirada de desprecio ya la veía venir y aunque mellaba sus ganas de quedarse ahí no planeaba largarse pronto. Dejó el cigarrillo en el suelo y sacó otro de su cajetilla para encenderlo allí y sacar de una maldita vez la varita para cerrar la puerta con un método más certero que el muggle.
Se encogió de hombros ante toda respuesta, ¿planeaba que le contase todo? No iba a hacerlo, tampoco estaba ahí porque pensaba eso todo el tiempo, simplemente que en la primera persona que pudo pensar cuando se largó de la casa de Odille fue en ella y la necesidad de verla se había tornado de vital importancia.
Le había dado ya varias caladas al cigarrillo cuando se fue a sentar a la silla que estaba junto a esa mesa que siempre le había gustado tanto a ella. Se la había follado dos veces encima de esa mesa, a él también le gustaba la puta mesa.
-¿Quieres peyote? Voy a armar un cigarrillo nuevo.-sacó del bolsillo una caja pequeña como del doble del tamaño de un dedal que tenía el peyote preparado, además de eso sólo necesitaba el papel que para enrollarlo le bastaba con sus dedos. Su método no era tan profesional como los de quienes tenían los aparatejos para enrollar.
Aún llevaba el cigarrillo regular en la boca y ahí lo sostuvo en lo que enrollaba.-Tienes más fuerza de la que aparentas.-le dijo sin que se entendiesen bien sus palabras.-
- Thomas Chee
Mensajes :
350
Re: Unleash the Fury
Thomas Chee era la epítome del cinismo, Laise no terminaba de entender que rayos hacía ahí y para qué. La joven abrió la boca sorprendida por la forma tan “natural” del navajo para pasearse por la sala, por SU sala, hasta sentarse en la mesita donde ella muchas veces gimió su nombre.
-Eres un maldito cínico- Se cruzó de brazos y siguió mirándolo con escepticismo, era el puto colmo. Lo vio hacer el cigarrillo de peyote y tragó saliva, se le había apetecido con anterioridad un poco del polvo blanco pero claudicó por el cansancio y debía admitir que ese porro se veía bien, pero no debía dejar que aquello signficara retroceder en sus avances.
-No tienes idea- respondió con molestia. -Dime qué necesitas para que ya te largues, anda..- Se contenía, mucho, demasiado y era poco probable que Thomas lograra sacarle algún gesto amable a la alemana. Verlo tan jodido le enterneció el corazón, pese a todo no le deseaba ningún mal, solo que la dejara vivir en paz, así como ella lo hacía con él. De verdad luchaba en contra de si misma, no debía, no tenía que ayudarle en nada, además por alguna razón llevaba esos golpes, seguramente algo que ver con la venta de drogas, se puso nerviosa un momento por que ella comenzaba a tener líos de esa clase.
-¿A quién le debo agradecer por partirte la cara?- dijo mordaz. No se dejaría ver ante él como una débil, era suficiente con lo que decían en la universidad como para terminar despertándole lástima al hombre que una vez pensó como el amor de su vida.
--------------
Ropita del amor que se me había olvidado *-*
-Eres un maldito cínico- Se cruzó de brazos y siguió mirándolo con escepticismo, era el puto colmo. Lo vio hacer el cigarrillo de peyote y tragó saliva, se le había apetecido con anterioridad un poco del polvo blanco pero claudicó por el cansancio y debía admitir que ese porro se veía bien, pero no debía dejar que aquello signficara retroceder en sus avances.
-No tienes idea- respondió con molestia. -Dime qué necesitas para que ya te largues, anda..- Se contenía, mucho, demasiado y era poco probable que Thomas lograra sacarle algún gesto amable a la alemana. Verlo tan jodido le enterneció el corazón, pese a todo no le deseaba ningún mal, solo que la dejara vivir en paz, así como ella lo hacía con él. De verdad luchaba en contra de si misma, no debía, no tenía que ayudarle en nada, además por alguna razón llevaba esos golpes, seguramente algo que ver con la venta de drogas, se puso nerviosa un momento por que ella comenzaba a tener líos de esa clase.
-¿A quién le debo agradecer por partirte la cara?- dijo mordaz. No se dejaría ver ante él como una débil, era suficiente con lo que decían en la universidad como para terminar despertándole lástima al hombre que una vez pensó como el amor de su vida.
--------------
Ropita del amor que se me había olvidado *-*
Última edición por Laise Den Adel el Vie 9 Mayo - 1:59, editado 1 vez
- Laise Den Adel
Mensajes :
445
Re: Unleash the Fury
Se levantó cuando ella acabó con la última frase de odio contenido. Debía ser sincero por lo menos consigo mismo, nunca se enamoró de ella y por eso tras lo sucedido con Odille ese desprecio apenas le hacía cosquillas en el hombro. Estaba ahí con ganas de follársela y ya, sólo esperaba conseguir una buena noche y quizá una compañera de porro.
Probablemente por idiota era que no había creído que había estado en rehabilitación, supuso que sólo era un rumor malintencionado de esas ratas que tenía por compañeras. No creía nada salido de esas bonitas bocas llenas de veneno que no dudaban en apuñalar a quienes llamaban sus amigas.
-Adivina, aunque está difícil. Quizá fue tu presidenta cuando me vio queriendo subir por tu ventana.-alzó ambas cejas y dejó el porro ahí sin encender, no se fue hasta donde estaba ella que si no iba a ayudarlo con esa ansiedad que tenía mejor evitar el contacto porque no podía. Malditas sus tetas más brillantes que el sol.-
Se quedó mirándolas con deseo sin notar que había pasado más de un par de segundos haciendo eso, no estaba con un enorme escote pero con ese par ni era necesario. Ya, debía quitar la mirada de allí porque tenía otras prioridades como quitarse toda esa sangre seca de la cara y de las manos. Bajar la mirada no ayudó, también tenía una piernas de infarto.
-El baño sigue donde siempre, ¿no? Préstame alcohol o cualquier cosa que desinfecte, todos deben estar dormidos en mi fraternidad y no quiero acabar con esta mierda en la cara hasta mañana. Tengo que estar temprano en la reserva.-debería dejarla tranquila pero primero se iba a lavar la cara y a quitar los coágulos de sangre del cabello. Ya se imaginaba a Julisa y a su madre como locas cuando lo viesen, que al menos no lo encontrasen así de jodido.-
Probablemente por idiota era que no había creído que había estado en rehabilitación, supuso que sólo era un rumor malintencionado de esas ratas que tenía por compañeras. No creía nada salido de esas bonitas bocas llenas de veneno que no dudaban en apuñalar a quienes llamaban sus amigas.
-Adivina, aunque está difícil. Quizá fue tu presidenta cuando me vio queriendo subir por tu ventana.-alzó ambas cejas y dejó el porro ahí sin encender, no se fue hasta donde estaba ella que si no iba a ayudarlo con esa ansiedad que tenía mejor evitar el contacto porque no podía. Malditas sus tetas más brillantes que el sol.-
Se quedó mirándolas con deseo sin notar que había pasado más de un par de segundos haciendo eso, no estaba con un enorme escote pero con ese par ni era necesario. Ya, debía quitar la mirada de allí porque tenía otras prioridades como quitarse toda esa sangre seca de la cara y de las manos. Bajar la mirada no ayudó, también tenía una piernas de infarto.
-El baño sigue donde siempre, ¿no? Préstame alcohol o cualquier cosa que desinfecte, todos deben estar dormidos en mi fraternidad y no quiero acabar con esta mierda en la cara hasta mañana. Tengo que estar temprano en la reserva.-debería dejarla tranquila pero primero se iba a lavar la cara y a quitar los coágulos de sangre del cabello. Ya se imaginaba a Julisa y a su madre como locas cuando lo viesen, que al menos no lo encontrasen así de jodido.-
- Thomas Chee
Mensajes :
350
Re: Unleash the Fury
Tuvo que llevarse un par de dedos al tabique de la nariz para poder controlar sus inmensas ganas de matarlo. Respiró profundo y se mentalizó, ya sabía para que la quería, cual era su urgencia en verla, quería follar, esa era la verdad y la idea pese a que le era arrebatadoramente sexy no podía aceptar así cómo así, aun poseía algo de dignidad. Maldijo en silencio, al nota la forma en la que se la comía con la mirada, le veía los pechos y las piernas.
-Hey! Mis ojos están aquí arriba- chasqueó los dedos y señaló su mirada. Era básicamente un maldito cliché que dijera eso, por un breve momento le pareció divertido pero de inmediato, arqueó la ceja con desdén y desprecio.
Poco a poco se le apetecía mucho más, meterse un par de líneas de blanca en la nariz, solo drogada podría soportar la presencia del navajo sin querer lanzarse como lobos a la carne directo a que la follara como la puta que alguna vez fue. No le estaba gustando ese juego, no iba a adivinar quién le había metido tremenda paliza pero por dentro sonrió, por que muy a su pesar, el maldito navajo infeliz se veía brutalemente sensual, cubierto de sangre.
-No estarías aquí pavoneándote si así hubiera sido, estuvieras más muerto que vivo, corazón- Aquello lo dijo con sarcasmo. Luego de que preguntó si tenía algo para curarle, rodó los ojos y se acercó a él, sacando la varita.
-Siéntate ahí, te voy a curar, cuando termine te largas por donde viniste ¿está claro?- le hizo el ademán de que tomara asiento en uno de los sillones de la mesita, aquella mesita que tuviera la habilidad de hablar diría taantas cosas.
Le apuntó con la varita y con toda la autoconfianza que podía recoger del momento lo miró.
-Ni siquiera sé por que estoy haciendo esto, eres un idiota…Episkey!-
-Hey! Mis ojos están aquí arriba- chasqueó los dedos y señaló su mirada. Era básicamente un maldito cliché que dijera eso, por un breve momento le pareció divertido pero de inmediato, arqueó la ceja con desdén y desprecio.
Poco a poco se le apetecía mucho más, meterse un par de líneas de blanca en la nariz, solo drogada podría soportar la presencia del navajo sin querer lanzarse como lobos a la carne directo a que la follara como la puta que alguna vez fue. No le estaba gustando ese juego, no iba a adivinar quién le había metido tremenda paliza pero por dentro sonrió, por que muy a su pesar, el maldito navajo infeliz se veía brutalemente sensual, cubierto de sangre.
-No estarías aquí pavoneándote si así hubiera sido, estuvieras más muerto que vivo, corazón- Aquello lo dijo con sarcasmo. Luego de que preguntó si tenía algo para curarle, rodó los ojos y se acercó a él, sacando la varita.
-Siéntate ahí, te voy a curar, cuando termine te largas por donde viniste ¿está claro?- le hizo el ademán de que tomara asiento en uno de los sillones de la mesita, aquella mesita que tuviera la habilidad de hablar diría taantas cosas.
Le apuntó con la varita y con toda la autoconfianza que podía recoger del momento lo miró.
-Ni siquiera sé por que estoy haciendo esto, eres un idiota…Episkey!-
- Laise Den Adel
Mensajes :
445
Re: Unleash the Fury
Había esperado una botella de perfume o cualquier cosa que hiciese que le ardiesen esas aberturas que tenía en la piel pero recibió más que eso, no supo en qué momento Laise se había decidido para ayudarlo más de la cuenta. No le desagradaba la idea pero lo tomó desprevenido, necesitaba más el peyote ahora, quería que no le vea las tetas pero las tenía justo al frente ahora que se había ido delante de él para mirar de qué punto se había generado la sangre.
Se sentó en donde le dijo y el tenerla así le antojó poner sus manos sobre la cintura de ella y hacerla sentar encima de él para hacer lo mismo que muchas otras veces. Carajo, no se lo sacaba de la cabeza. Quitó la mirada para evitar la idea y fue casi imposible, el voltear apenas lo dejó tranquilo unos tres o cuatro segundos.
Un recuerdo fugaz llegó a su ente y fue tan vívido que se le puso la piel de gallina, quería ese puto cigarro de peyote para tener fuera de su sistema la necesidad de desnudarla y darle un par de nalgadas en ese perfecto trasero. Nuevamente otro recuerdo, esta vez uno de los más clásicos en el que estaban sobre la cama de ella destrozando un edredón floral que tenía en nombre del placer que se hacían sentir.
Abrió los ojos, no se dio cuenta del momento en el que los había cerrado pero ya tenía una erección ante aquella simple idea. La miró directamente intentando de que se enfoque en su cara y no en sus pantalones, su excitación era ya evidente. Dejó que le echase el hechizo y sintió un alivio en la nariz, su rostro seguía sucio pero su boca también parecía haber cicatrizado mejor. Lo que no encontraba mejor alguna eran sus costillas, quizá necesitase otro Episkey o algo más de tiempo.
-Échame otro en las costillas. Pásame el porro, ya no aguanto el dolor de mierda.-quizá era por la adrenalina que se escapaba de su cuerpo pero ya no sentía igual ese dolor, parecía haberse incrementado y no pudo hacer nada para remediarlo. Si ya se estaba ocupando de él prefería aprovecharlo.-
Se sentó en donde le dijo y el tenerla así le antojó poner sus manos sobre la cintura de ella y hacerla sentar encima de él para hacer lo mismo que muchas otras veces. Carajo, no se lo sacaba de la cabeza. Quitó la mirada para evitar la idea y fue casi imposible, el voltear apenas lo dejó tranquilo unos tres o cuatro segundos.
Un recuerdo fugaz llegó a su ente y fue tan vívido que se le puso la piel de gallina, quería ese puto cigarro de peyote para tener fuera de su sistema la necesidad de desnudarla y darle un par de nalgadas en ese perfecto trasero. Nuevamente otro recuerdo, esta vez uno de los más clásicos en el que estaban sobre la cama de ella destrozando un edredón floral que tenía en nombre del placer que se hacían sentir.
Abrió los ojos, no se dio cuenta del momento en el que los había cerrado pero ya tenía una erección ante aquella simple idea. La miró directamente intentando de que se enfoque en su cara y no en sus pantalones, su excitación era ya evidente. Dejó que le echase el hechizo y sintió un alivio en la nariz, su rostro seguía sucio pero su boca también parecía haber cicatrizado mejor. Lo que no encontraba mejor alguna eran sus costillas, quizá necesitase otro Episkey o algo más de tiempo.
-Échame otro en las costillas. Pásame el porro, ya no aguanto el dolor de mierda.-quizá era por la adrenalina que se escapaba de su cuerpo pero ya no sentía igual ese dolor, parecía haberse incrementado y no pudo hacer nada para remediarlo. Si ya se estaba ocupando de él prefería aprovecharlo.-
- Thomas Chee
Mensajes :
350
Re: Unleash the Fury
Después de que muy amablemente, Laise optara por ayudarlo a curarse, ahora Thomas iba y le daba órdenes, ella chasqueó la lengua, molesta pero sin detener sus acciones. Thomas Chee era el hombre más cínico que había conocido en toda su maldita existencia. Él accedió a todas sus peticiones, se sentó en aquella silla y cuando se la chica se acercó no pudo evitar tragar saliva, pese al tiempo que había pasado sin él, aún tenía el poder de ponerla nerviosa como colegiala. Su mirada pasó de su cabeza através de su pecho hasta llegar a su cintura y de su cintura hasta…sacudió su cabeza y se cruzó de brazos sin soltar la varita, al parecer tenía un par de costillas rotas.
-¿Dónde dices que te duele? ¿Aquí? –
Puso su mano sobre el costado dañado y apretó tan fuerte como pudo. Apretó la mandíbula por que realmente estaba disfrutando todo aquello, era una inocente y sana forma de lidiar con su fastidio y enojo. Luego de presionar con fuerza esa zona, ella notó la erección del navajo, no podía ser, era al puto colmo! Le dio un puñetazo ligero, solo por puro placer y se alejó para tomar distancia y hacer el hechizo correcto.
-No te voy a pasar nada…cuando termine el dolor cesará, mientras voy a disfrutar tanto de verte sufrir…Braquiam Emendo! –
Solo escuchó el crujir del hueso que se acomodaba y una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro. La cercanía que tenía con él era tan tortuosa, tan dolorosa que la estaba matando por dentro lentamente. Maldita sea! Aún lo amaba y se odiaba por seguir haciéndolo.
-Ya puedes irte, terminé. Ve a lavarte que te ves terrible...-
No podía dejar de hablarle con amor pero lo detestaba tanto que no podía concebir otra cosa más que tratarlo con la punta del pie aunque él jamás hubiese hecho nada.
-¿Dónde dices que te duele? ¿Aquí? –
Puso su mano sobre el costado dañado y apretó tan fuerte como pudo. Apretó la mandíbula por que realmente estaba disfrutando todo aquello, era una inocente y sana forma de lidiar con su fastidio y enojo. Luego de presionar con fuerza esa zona, ella notó la erección del navajo, no podía ser, era al puto colmo! Le dio un puñetazo ligero, solo por puro placer y se alejó para tomar distancia y hacer el hechizo correcto.
-No te voy a pasar nada…cuando termine el dolor cesará, mientras voy a disfrutar tanto de verte sufrir…Braquiam Emendo! –
Solo escuchó el crujir del hueso que se acomodaba y una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro. La cercanía que tenía con él era tan tortuosa, tan dolorosa que la estaba matando por dentro lentamente. Maldita sea! Aún lo amaba y se odiaba por seguir haciéndolo.
-Ya puedes irte, terminé. Ve a lavarte que te ves terrible...-
No podía dejar de hablarle con amor pero lo detestaba tanto que no podía concebir otra cosa más que tratarlo con la punta del pie aunque él jamás hubiese hecho nada.
- Laise Den Adel
Mensajes :
445
Re: Unleash the Fury
Dejó que le empeorase el dolor poniendo sus manos cobre las costillas rotas, también que lo curase como mejor creía y que sonriese ante su dolor. De alguna forma la vio más atractiva después de eso, le gustaba verla cuando tenía el control de la situación y en ese momento podía decirse que estaba bajo lo que ella mandase. Él estaba herido y ella apuntándole con la varita
El último hechizo lo hizo llevar la cabeza hacia atrás, se tensaron todos los músculos de su cara y tuvo que aferrarse con fuerza al sillón en el que estaba para no lanzar más que un gruñido de dolor. Pasó pronto pero quedó con el torso sentido por aquel movimiento repentino del hueso, respiró agitado un par de veces antes de poder volver a la normalidad.
-Gracias.-se levantó con ganas de ese cigarrillo aún pero cuando se puso en pie se topó de nuevo con ella que ahora le ordenaba que fuese a lavarse como le había dicho, que se lo debía porque aunque disfrutaba su dolor se lo debía.-
Seguía con ganas de follársela pero también sentía gratitud por lo que acababa de hacer, su erección no se iba a ningún lado y si bien su cabeza le decía que se vaya a lavar y luego verían sus manos sólo querían tocarla, aferrarse a su cadera para saber si continuaba moviéndose como antes. Sólo quería saber si el sabor de sus labios le quitaría toda esa amargura.
-¿No puedo quedarme a dormir? Podemos hablar si no te apetece nada más.-no fue a lavarse, por lo menos no acabó el camino hasta el baño. Regresó sobre sus pasos luego de avanzar unos pocos para atraparla por la cintura aunque pareciese algo peligroso a sabiendas de que podía joderle los huesos de nuevo, comenzó a besar su cuello suavemente sólo para darse cuenta de qué tanto había extrañado su olor.-
No estaba seguro de lo que hacía, las curaciones habían aplacado esa necesidad ciega pero no las ganas que tenía de sentir su piel de nuevo. Ya sabía que era para olvidar por un rato lo sucedido con Odille pero si fuese una simple follada se pudo ir con quien sea, estaba ahí por algo y su aroma sólo le taladraba la cabeza con los recuerdos de su piel desnuda, de esa salvaje mujer que tantas veces lo escabulló en su cuarto.
El último hechizo lo hizo llevar la cabeza hacia atrás, se tensaron todos los músculos de su cara y tuvo que aferrarse con fuerza al sillón en el que estaba para no lanzar más que un gruñido de dolor. Pasó pronto pero quedó con el torso sentido por aquel movimiento repentino del hueso, respiró agitado un par de veces antes de poder volver a la normalidad.
-Gracias.-se levantó con ganas de ese cigarrillo aún pero cuando se puso en pie se topó de nuevo con ella que ahora le ordenaba que fuese a lavarse como le había dicho, que se lo debía porque aunque disfrutaba su dolor se lo debía.-
Seguía con ganas de follársela pero también sentía gratitud por lo que acababa de hacer, su erección no se iba a ningún lado y si bien su cabeza le decía que se vaya a lavar y luego verían sus manos sólo querían tocarla, aferrarse a su cadera para saber si continuaba moviéndose como antes. Sólo quería saber si el sabor de sus labios le quitaría toda esa amargura.
-¿No puedo quedarme a dormir? Podemos hablar si no te apetece nada más.-no fue a lavarse, por lo menos no acabó el camino hasta el baño. Regresó sobre sus pasos luego de avanzar unos pocos para atraparla por la cintura aunque pareciese algo peligroso a sabiendas de que podía joderle los huesos de nuevo, comenzó a besar su cuello suavemente sólo para darse cuenta de qué tanto había extrañado su olor.-
No estaba seguro de lo que hacía, las curaciones habían aplacado esa necesidad ciega pero no las ganas que tenía de sentir su piel de nuevo. Ya sabía que era para olvidar por un rato lo sucedido con Odille pero si fuese una simple follada se pudo ir con quien sea, estaba ahí por algo y su aroma sólo le taladraba la cabeza con los recuerdos de su piel desnuda, de esa salvaje mujer que tantas veces lo escabulló en su cuarto.
- Thomas Chee
Mensajes :
350
Re: Unleash the Fury
¿Cuál era el afán de seguirla jodiendo? Ya lo había curado ¿qué esperaba ahora? ¿Qué lo dejara dormir en su habitación como si nada? Estaba pero muy, muy equivocado. Debía admitir que verlo hacer gestos por el dolor le provocó cierta excitación malsana, pero no, seguía resistiéndose con toda la fuerza interior que tenía a caer de nuevo a sus brazos.
Thomas le agradeció por lo que hizo y ella solo asintió con la ceja arqueada, esperando la hora en la que el navajo se levantaría de su asiento y se iba por la puerta.
Negó con la cabeza por la tremenda erección que no tenía la molestia de evitar o cómo mínimo esconder, el muy maldito la estaba probando, a ver cuanto tiempo más seguía sin lanzarse a él como siempre lo hacía. Trató de no imaginarse cosas otra vez y prefirió mejor suspirar fuerte y limpiarse de la cabeza esas malas mañas.
-No, no puedes quedarte. Te dije que le largaras a penas terminara de curarte…- dijo con convicción. Luego vio esos ojos y el pómulo inflamado del navajo y cerró los ojos, convenciéndose de escuchar, seguramente se arrepentiría de acceder. Vio al navajo levantarse para ir a su baño volteó el rostro justamente hacia otro lado, para no verlo más pero su gesto fue interrumpido por la sensación de los labios de él sobre su cuello.
Cerró los ojos completamente extasiada y se dejó acariciar, sujetándole la nuca con una de sus manos mientras con la otra se sostenía. Lanzó un pequeño gemido y luego abrió los ojos de golpe, ¿qué estaba haciendo?
Lo empujó con ambas manos, sujetandolo de las costillas, mientras el estuviera lastimado, utilizaria todo cuanto estuviera a su alcance para que ya no la viera como la muñeca inflable que alguna vez fue para él.
-¿de qué quieres hablar? ¿me vas a decir ya quién te golpeó así? O mejor aún ¿Por qué?- Se sentó en el otro sillón, el que estaba justo enfrente. Solo los separaban una mesita con un florero con un par de margaritas. Una jarra con agua y un par de vasos, ella se sirvió un poco, todavía no empezaban a hablar y ya estaba muy arrepentida pues quería que él la cazara, que fuera un poco más osado, sentía la extraña necesidad de sentirse tratada así nuevamente aunque no fuera correcto.
No le sirvió al navajo por que era caer todavía más bajo, debía dejar de ser tan complaciente, tener un poquito más de amor propio, lo sabía pero en ocasiones era un tanto dificil, más cuando tienes a un hombre así frente a ti.
Thomas le agradeció por lo que hizo y ella solo asintió con la ceja arqueada, esperando la hora en la que el navajo se levantaría de su asiento y se iba por la puerta.
Negó con la cabeza por la tremenda erección que no tenía la molestia de evitar o cómo mínimo esconder, el muy maldito la estaba probando, a ver cuanto tiempo más seguía sin lanzarse a él como siempre lo hacía. Trató de no imaginarse cosas otra vez y prefirió mejor suspirar fuerte y limpiarse de la cabeza esas malas mañas.
-No, no puedes quedarte. Te dije que le largaras a penas terminara de curarte…- dijo con convicción. Luego vio esos ojos y el pómulo inflamado del navajo y cerró los ojos, convenciéndose de escuchar, seguramente se arrepentiría de acceder. Vio al navajo levantarse para ir a su baño volteó el rostro justamente hacia otro lado, para no verlo más pero su gesto fue interrumpido por la sensación de los labios de él sobre su cuello.
Cerró los ojos completamente extasiada y se dejó acariciar, sujetándole la nuca con una de sus manos mientras con la otra se sostenía. Lanzó un pequeño gemido y luego abrió los ojos de golpe, ¿qué estaba haciendo?
Lo empujó con ambas manos, sujetandolo de las costillas, mientras el estuviera lastimado, utilizaria todo cuanto estuviera a su alcance para que ya no la viera como la muñeca inflable que alguna vez fue para él.
-¿de qué quieres hablar? ¿me vas a decir ya quién te golpeó así? O mejor aún ¿Por qué?- Se sentó en el otro sillón, el que estaba justo enfrente. Solo los separaban una mesita con un florero con un par de margaritas. Una jarra con agua y un par de vasos, ella se sirvió un poco, todavía no empezaban a hablar y ya estaba muy arrepentida pues quería que él la cazara, que fuera un poco más osado, sentía la extraña necesidad de sentirse tratada así nuevamente aunque no fuera correcto.
No le sirvió al navajo por que era caer todavía más bajo, debía dejar de ser tan complaciente, tener un poquito más de amor propio, lo sabía pero en ocasiones era un tanto dificil, más cuando tienes a un hombre así frente a ti.
- Laise Den Adel
Mensajes :
445
Re: Unleash the Fury
Apretó los dientes al sentir el empujón sobre sus costillas, el dolor era implacable y lo hizo contorsionar el rostro. Estaba mucho mejor pero seguía sin haber quedado del todo recuperado, necesitaba un par de pociones y ya, en veinticuatro horas estaría bien pero por ahora simplemente tuvo que pasar su mano por encima para aplacar la sombra del puto dolor.
Al levantar el rostro la vio caminar hacia su mesita de mierda, nuevamente le miró el trasero y eso ayudó a que el incorporar la cabeza no le resultase tan tortuoso. Enderezó su columna y la sintió crujir un par de veces. Fijó la mirada en ella como lo hace una serpiente con su encantador, la escuchó hablar y midió el espacio que los separaba. Aún quería saber por qué había acabado así.
-Te doy tres opciones, a ver si adivinas.-una sonrisa apenas perceptible apareció en su rostro y se acercó a ella, apartó la silla en la que pudo haberse sentado y puso una rodilla en el suelo de modo que tuviese que levantar sólo un poco la cabeza para mirarla directamente a los ojos.-
Ella no era paciente, o así la recordaba, siempre fue apasionada y dada a lo inmediato, a aquello que podía tener en el mismo instante. No quería jugar para torturarla, quería hacerlo para entretenerla lo suficiente como para que accediese a lo que evidentemente quería hacerle.
-La primera, tu presidenta nueva.-pasó un dedo por la mano de ella, aquella que reposaba sobre su muslo. Le provocaba echársele encima y quitarle esa maldita ropa que sólo lo dejaba adivinar si continuaba viéndose como antes.-Segunda, un dragón llegado de algún lugar lejano.-pasó de su mano al muslo, esta vez tomando algo de carne entre sus dedos.-La tercera, Adrien, por decirle que no quiero que te folle.
Con esas últimas palabras adelantó la mano que tenía sobre su pierna por debajo de su falda para sentir la calidez de su entrepierna otra vez, no entró en ella porque sabía que no tendría tiempo de nada si ella reaccionaba, sólo se aventuró lo suficiente para sentir la suave tela de su ropa interior.
Al levantar el rostro la vio caminar hacia su mesita de mierda, nuevamente le miró el trasero y eso ayudó a que el incorporar la cabeza no le resultase tan tortuoso. Enderezó su columna y la sintió crujir un par de veces. Fijó la mirada en ella como lo hace una serpiente con su encantador, la escuchó hablar y midió el espacio que los separaba. Aún quería saber por qué había acabado así.
-Te doy tres opciones, a ver si adivinas.-una sonrisa apenas perceptible apareció en su rostro y se acercó a ella, apartó la silla en la que pudo haberse sentado y puso una rodilla en el suelo de modo que tuviese que levantar sólo un poco la cabeza para mirarla directamente a los ojos.-
Ella no era paciente, o así la recordaba, siempre fue apasionada y dada a lo inmediato, a aquello que podía tener en el mismo instante. No quería jugar para torturarla, quería hacerlo para entretenerla lo suficiente como para que accediese a lo que evidentemente quería hacerle.
-La primera, tu presidenta nueva.-pasó un dedo por la mano de ella, aquella que reposaba sobre su muslo. Le provocaba echársele encima y quitarle esa maldita ropa que sólo lo dejaba adivinar si continuaba viéndose como antes.-Segunda, un dragón llegado de algún lugar lejano.-pasó de su mano al muslo, esta vez tomando algo de carne entre sus dedos.-La tercera, Adrien, por decirle que no quiero que te folle.
Con esas últimas palabras adelantó la mano que tenía sobre su pierna por debajo de su falda para sentir la calidez de su entrepierna otra vez, no entró en ella porque sabía que no tendría tiempo de nada si ella reaccionaba, sólo se aventuró lo suficiente para sentir la suave tela de su ropa interior.
- Thomas Chee
Mensajes :
350
Re: Unleash the Fury
Anteriormente hubiera matado por que Thomas le hiciera aquello que insistía en hacer, jugar con ella, cautivarla hasta el punto de terminar en la cama, follando como mustangos salvajes. Pero ahora las cosas eran diferentes. Guardó su varita nuevamente en su costado y esperó a que por las buenas Thomas Chee se largara de la sala de convivencia, no quería que alguien entrara y los viera, su benevolencia hacia él solo la estaba perjudicando.
Sintió el hosco tacto de su mano sobre su pierna y se estremeció sin querer, lo maldecía por aun tener el poder de ponerla como estúpida con simplemente rozar su pierna. Necesitaba saber quién lo había golpeado, solo por joderle la vida y desviar su atención de sus pechos o su sexo, que con tanto ahínco quería poseer. Tragó saliva un poco y carraspeó la garganta, hablando de su presidenta, si ella llegaba podía significar su ruina, esta vez definitivamente.
-¿Cómo sabes que es Morgan quién me folla? ¿esta es una venganza acaso? Por meterse con tu hermana, eh? Dímelo-
Esa opción le había tomado por sorpresa, ¿cómo carajos se había enterado de lo suyo con Adrien? Aunque para ser exactos, toda la universidad lo sabía, era más un secreto a voces que otra cosa, los rumores se asentaban como si fuesen pilares inamovibles, cuando pasaran de moda, ya encontrarían a alguien más para hacer leña del árbol caído.
-Ya vete, no te quiero cerca ¿me entiendes?-
Sentía que se le iba el corazón con esas palabras, le estaba mintiendo descaradamente, lo deseaba más que a nada en el mundo. Se sentía bastante idiota por ahora ser la clásica niñata que se hacía del rogar cuando lo que quería realmente era que la devorara a besos.
Se retiró de ahí rápidamente, deseaba que la persiguiera, que la hiciera sucumbir ante lo que su corazón anhelaba, su mente y voluntad estaban firmes en no caer más, pero siempre existían formas de hacer a una mujer doblar las manos y acceder.
Sintió el hosco tacto de su mano sobre su pierna y se estremeció sin querer, lo maldecía por aun tener el poder de ponerla como estúpida con simplemente rozar su pierna. Necesitaba saber quién lo había golpeado, solo por joderle la vida y desviar su atención de sus pechos o su sexo, que con tanto ahínco quería poseer. Tragó saliva un poco y carraspeó la garganta, hablando de su presidenta, si ella llegaba podía significar su ruina, esta vez definitivamente.
-¿Cómo sabes que es Morgan quién me folla? ¿esta es una venganza acaso? Por meterse con tu hermana, eh? Dímelo-
Esa opción le había tomado por sorpresa, ¿cómo carajos se había enterado de lo suyo con Adrien? Aunque para ser exactos, toda la universidad lo sabía, era más un secreto a voces que otra cosa, los rumores se asentaban como si fuesen pilares inamovibles, cuando pasaran de moda, ya encontrarían a alguien más para hacer leña del árbol caído.
-Ya vete, no te quiero cerca ¿me entiendes?-
Sentía que se le iba el corazón con esas palabras, le estaba mintiendo descaradamente, lo deseaba más que a nada en el mundo. Se sentía bastante idiota por ahora ser la clásica niñata que se hacía del rogar cuando lo que quería realmente era que la devorara a besos.
Se retiró de ahí rápidamente, deseaba que la persiguiera, que la hiciera sucumbir ante lo que su corazón anhelaba, su mente y voluntad estaban firmes en no caer más, pero siempre existían formas de hacer a una mujer doblar las manos y acceder.
- Laise Den Adel
Mensajes :
445
Re: Unleash the Fury
Lo de Morgan lo sabían todos pero deseó ni haberlo mencionado, toda la excitación que tenía comenzó a bajar y su enojo llegaba a suplantar ese espacio que faltaba llenar. Necesitaba sentir que no le faltaba nada y era una cosa o la otra, no contemplaba ninguna otra opción.
Llenó sus pulmones de aire por hacer algo, por no gritarle alguna cosa, por no mandarla a la mierda porque estaba jodiendo todo eso. Además que iba a despertar a sus hermanas si levantaba la voz, tampoco era tan idiota como para delatarse de aquel modo.
-Carajo, quiero pasar la noche contigo. Es suficiente motivación, lo de Morgan con Juli es un asunto aparte.- la erección se le había ido por estar hablando de Morgan y de Julisa. Ese tema simplemente jodía cualquier buen humor que pudiese haber recogido de la habitación de Laise, de lo que veía y de lo tibias que estaban sus piernas.-
-Me importa una mierda.-la vio irse y lo que le llegó no fue la necesidad de ese maldito juego, fue la idea de que ya bastante había aguantado como para seguir intentando cosas con tacto. Necesitaba de nuevo un poco de peyote pero lo iba a cobrar con ella, tenía el gemido más delicioso del mundo y necesitaba escucharla, follarla de mil modos para apaciguar toda esa mierda que sentía que iba a matarlo de ira en cualquier momento.-
La jaló del brazo para acercarla a él, con una mano acarició su cabello sin tener demasiada delicadeza en el proceso, enredó sus dedos en ese cabello castaño que tanto le gustaba y jaló de él para levantar su rostro y que lo mirase. No supo para qué pero necesitaba verla a los ojos, su otra mano se encargó de acercarla a él y esta vez no iba a dejar que su simple deseo lo alejase.
Comenzó a dar pasos hasta llegar a una pared y la levantó por el trasero sin esperar una reacción, todo había sido cuestión de segundos, la quería tener y la iba a tener. Su olor era embriagante, cerró los ojos por un par de segundos y aspiró de nuevo ese perfume que llevaba, ya lo conocía, cada despertar junto a ella tenía ese aroma.
-Vamos a hacer esto, por las buenas o por las manos. No me hagas elegir, con el humor que llevo voy a acabar quebrándote.
Llenó sus pulmones de aire por hacer algo, por no gritarle alguna cosa, por no mandarla a la mierda porque estaba jodiendo todo eso. Además que iba a despertar a sus hermanas si levantaba la voz, tampoco era tan idiota como para delatarse de aquel modo.
-Carajo, quiero pasar la noche contigo. Es suficiente motivación, lo de Morgan con Juli es un asunto aparte.- la erección se le había ido por estar hablando de Morgan y de Julisa. Ese tema simplemente jodía cualquier buen humor que pudiese haber recogido de la habitación de Laise, de lo que veía y de lo tibias que estaban sus piernas.-
-Me importa una mierda.-la vio irse y lo que le llegó no fue la necesidad de ese maldito juego, fue la idea de que ya bastante había aguantado como para seguir intentando cosas con tacto. Necesitaba de nuevo un poco de peyote pero lo iba a cobrar con ella, tenía el gemido más delicioso del mundo y necesitaba escucharla, follarla de mil modos para apaciguar toda esa mierda que sentía que iba a matarlo de ira en cualquier momento.-
La jaló del brazo para acercarla a él, con una mano acarició su cabello sin tener demasiada delicadeza en el proceso, enredó sus dedos en ese cabello castaño que tanto le gustaba y jaló de él para levantar su rostro y que lo mirase. No supo para qué pero necesitaba verla a los ojos, su otra mano se encargó de acercarla a él y esta vez no iba a dejar que su simple deseo lo alejase.
Comenzó a dar pasos hasta llegar a una pared y la levantó por el trasero sin esperar una reacción, todo había sido cuestión de segundos, la quería tener y la iba a tener. Su olor era embriagante, cerró los ojos por un par de segundos y aspiró de nuevo ese perfume que llevaba, ya lo conocía, cada despertar junto a ella tenía ese aroma.
-Vamos a hacer esto, por las buenas o por las manos. No me hagas elegir, con el humor que llevo voy a acabar quebrándote.
- Thomas Chee
Mensajes :
350
Re: Unleash the Fury
Se quedó contemplándolo durante unos instantes, deseaba con toda sus fuerzas que quisiera pasar la vida con ella, no solo una simple noche. Otra desilusión más al contador. Suspiró de alivio cuando vio la molestia en su rostro, esa excitación que evidentemente sentía poco a poco iba degradándose hasta ser prácticamente nula.
No quería ser la puta de nadie, suficiente tenía con esa enferma relación con Adrien Morgan como para cargar con el deseo de alguien más, aunque se estuviera carcomiendo por que la follara como antes lo hacía.
-¿qué te hace pensar que yo quiero pasar la noche contigo? No te quiero aquí Chee, metete eso en la cabeza…- estaba a nada de olvidar todas sus palabras y correr directamente hacia él pero su orgullo era tal que por nada del mundo dejaría que pasara. Ya se había movido de lugar, huyendo como un pequeño ratón, deslizándose de un lado hacia otro, desesperado por encontrar la salida. Recordó las veces en las que lo sintió dentro de sí y sintió una profunda pena, a pesar de todo, aun lo amaba, maldita sea! Aun lo amaba.
Hizo su cabeza de lado cuando ese la jaló del brazo para detenerla, apretó la mandíbula en señal de molestia y se perdió, por fracción de segundos en esa mirada que tanto le gustaban. Sintió las piernas flaquear pero decidió que no pasaría nada sin su autorización, ya estaba cansada de que solo la usara para saciar su ansiedad o sus demonios internos.
Ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar cuando de pronto ya la tenía contra una pared, apunto de levantarle el trasero. Sintió su corazón galopar rápidamente, sabía que no debía hacerlo, no debía, pero era débil, una miserable que se conformaba con migajas, eso y nada más.
-¿Por qué me haces esto? ¿qué es lo que te hice para que me trates así? –
No quería ser la puta de nadie, suficiente tenía con esa enferma relación con Adrien Morgan como para cargar con el deseo de alguien más, aunque se estuviera carcomiendo por que la follara como antes lo hacía.
-¿qué te hace pensar que yo quiero pasar la noche contigo? No te quiero aquí Chee, metete eso en la cabeza…- estaba a nada de olvidar todas sus palabras y correr directamente hacia él pero su orgullo era tal que por nada del mundo dejaría que pasara. Ya se había movido de lugar, huyendo como un pequeño ratón, deslizándose de un lado hacia otro, desesperado por encontrar la salida. Recordó las veces en las que lo sintió dentro de sí y sintió una profunda pena, a pesar de todo, aun lo amaba, maldita sea! Aun lo amaba.
Hizo su cabeza de lado cuando ese la jaló del brazo para detenerla, apretó la mandíbula en señal de molestia y se perdió, por fracción de segundos en esa mirada que tanto le gustaban. Sintió las piernas flaquear pero decidió que no pasaría nada sin su autorización, ya estaba cansada de que solo la usara para saciar su ansiedad o sus demonios internos.
Ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar cuando de pronto ya la tenía contra una pared, apunto de levantarle el trasero. Sintió su corazón galopar rápidamente, sabía que no debía hacerlo, no debía, pero era débil, una miserable que se conformaba con migajas, eso y nada más.
-¿Por qué me haces esto? ¿qué es lo que te hice para que me trates así? –
- Laise Den Adel
Mensajes :
445
Re: Unleash the Fury
Conocía su aroma, conocía cómo acababa oliendo su habitación después de que ambos acababan, uno al lado del otro por no poder soportar el propio peso sobre sus piernas. Chasqueó la lengua al recordar aquello, las cosas que le hacía, las cosas que ella le hacía…las cosas que ella le hacía por poco y le producen una nueva erección, el puto de Morgan estaba jodiendo sus bajos deseos.
Su piel se sentía áspera al lado de la de ella, recordaba las cremas que usaba para que sus manos siempre pareciesen hechas de seda, indignas de que un tipo como él las tuviese entre las suyas cuando estaba seguro de poderla lastimar con el sólo roce de sus dedos llenos de cicatrices y demás marcas dejadas por el trabajo. Con todo y eso la tenía sostenida con fuerza para que no se escapase.
La acercó más a él y acercó su rostro al de ella, examinando sus facciones, las pequeñas reacciones que tenía cuando se le acercaba, cuando pasaba su nariz cerca de su cuello para olfatearlo como un perro vagabundo que busca un poco de carne. Le sonrió sin querer, se le escapó en medio de esa agresividad que ella no se había ganado, no duró demasiado pero deshizo las ganas iniciales que tuvo de probar qué tanto podía someterla, al menos durante un rato.
Ignoraría el hecho de que estaba rechazando la idea de pasar la noche con él, ignoraría también lo que acababa de decir acerca de su falta de culpa en todo ese asunto. No iba a matarla, no iba a descuartizarla, apenas quería hacerla gemir por horas para expiar sus demonios, que no le dijese ahora que no le gustaba cuando entraba en ella sin parar, apenas tomando aire para lanzar gruñidos de placer.
-Follar como una puta diosa, eso hiciste, tenerme aquí como un imbécil en vez de meterme a tu cama a hacer lo que mejor hacemos juntos.-era lo mejor que hacían, lo que más disfrutaban ambos porque por mucho que ella pudiese quererlo siempre hubo un algo extra en su relación sexual.-A tu cama o a donde quieras, a veces te gustaba más en otros lugares.
-No le diré a nadie si es lo que tanto te asusta, ni una palabra a tus amiguitas de mierda. Será nuestro secreto, te deseo como no tienes una maldita idea.
Su piel se sentía áspera al lado de la de ella, recordaba las cremas que usaba para que sus manos siempre pareciesen hechas de seda, indignas de que un tipo como él las tuviese entre las suyas cuando estaba seguro de poderla lastimar con el sólo roce de sus dedos llenos de cicatrices y demás marcas dejadas por el trabajo. Con todo y eso la tenía sostenida con fuerza para que no se escapase.
La acercó más a él y acercó su rostro al de ella, examinando sus facciones, las pequeñas reacciones que tenía cuando se le acercaba, cuando pasaba su nariz cerca de su cuello para olfatearlo como un perro vagabundo que busca un poco de carne. Le sonrió sin querer, se le escapó en medio de esa agresividad que ella no se había ganado, no duró demasiado pero deshizo las ganas iniciales que tuvo de probar qué tanto podía someterla, al menos durante un rato.
Ignoraría el hecho de que estaba rechazando la idea de pasar la noche con él, ignoraría también lo que acababa de decir acerca de su falta de culpa en todo ese asunto. No iba a matarla, no iba a descuartizarla, apenas quería hacerla gemir por horas para expiar sus demonios, que no le dijese ahora que no le gustaba cuando entraba en ella sin parar, apenas tomando aire para lanzar gruñidos de placer.
-Follar como una puta diosa, eso hiciste, tenerme aquí como un imbécil en vez de meterme a tu cama a hacer lo que mejor hacemos juntos.-era lo mejor que hacían, lo que más disfrutaban ambos porque por mucho que ella pudiese quererlo siempre hubo un algo extra en su relación sexual.-A tu cama o a donde quieras, a veces te gustaba más en otros lugares.
-No le diré a nadie si es lo que tanto te asusta, ni una palabra a tus amiguitas de mierda. Será nuestro secreto, te deseo como no tienes una maldita idea.
- Thomas Chee
Mensajes :
350
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.