Las cosas claras
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Las cosas claras
Ahora que sabía sobre su embarazo, sentía que las cosas se debían hacer más pronto que tarde, y que había dejado algunos cabos sueltos que necesitaba reparar cuanto antes si realmente querían hacer un avance. Desde que Jesse y ella sabían que serían papás, habían tomado nuevas fuerzas, estaban más motivados. Ingenuamente creían que quizá, si todo salía bien, demasiado bien, podrían vivir el futuro, estar con sus hijos, ser una familia.
Por eso había decido dar ese paso. Lo de Adrien había sido una cosa, pero lo de Montag era distinto. Montag era un Venerable y como tal, la apuesta era más alta y arriesgada. Pero ahora se jugaban el todo por el todo y ella tampoco iba en blanco, sino con ases bajo la manga. Ases que Marcellus le había dado, que nunca le había agradecido además, porque no podía hablar de ello.
Vio su oportunidad cuando lo encontró en el sótano, a solas. Ella había bajado ahí para practicar con el libro y se dio cuenta de que seguramente era un mensaje del cielo o algo así. Carraspeó para anunciar su presencia y luego saludó con un gesto de la cabeza.
-Venerable. Espero no molestarlo. Solo vine a practicar. Mi hermano dice que entre más lo haga mejor dominaré los hechizos.
Claro que la charla casual no era lo suyo y se le notaba muchísimo. Carraspeó de nuevo.
-Aunque me alegra encontrarlo, quería hablar con usted. ¿Puedo?
Por eso había decido dar ese paso. Lo de Adrien había sido una cosa, pero lo de Montag era distinto. Montag era un Venerable y como tal, la apuesta era más alta y arriesgada. Pero ahora se jugaban el todo por el todo y ella tampoco iba en blanco, sino con ases bajo la manga. Ases que Marcellus le había dado, que nunca le había agradecido además, porque no podía hablar de ello.
Vio su oportunidad cuando lo encontró en el sótano, a solas. Ella había bajado ahí para practicar con el libro y se dio cuenta de que seguramente era un mensaje del cielo o algo así. Carraspeó para anunciar su presencia y luego saludó con un gesto de la cabeza.
-Venerable. Espero no molestarlo. Solo vine a practicar. Mi hermano dice que entre más lo haga mejor dominaré los hechizos.
Claro que la charla casual no era lo suyo y se le notaba muchísimo. Carraspeó de nuevo.
-Aunque me alegra encontrarlo, quería hablar con usted. ¿Puedo?
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Las cosas claras
Había viejas manchas de sangre en el piso, Charles observó las diminutas diferencias entre el color original del mármol, con sus tonos grises en opaco y aquellos colores de oxidación natural, evidencia casi indistinguible de las cosas que en ese lugar se llevaban acabo noche tras noche o incluso a plena luz del día, a ojos ciegos y oídos sordos.
《Wilhelmina》
Charles se dirigió a ella, su voz tenía un tono de calma y su expresión era neutra, sus pensamientos eran una historia diferente.
《Tu hermano tiene la idea correcta más la ejecución es cuestionable》le respondió sin mucho afán 《No sólo es la práctica sino la práctica correcta, los hechizos requieren perfección. 》
Era casi poético que la ira, el dolor y la muerte fueran a convertirse en un arte con la magia que se generaba en aquel sótano, poder maldito, pero poder al final y para todo objetivo.
《Es un momento adecuado, no tengo prisa. 》
La miró con más interés, aquella joven había entrado en su círculo de estudiantes destacados por su talento y potencial, nada había tenido que ver el apellido o el que fuera una aprendiz de los secretos de los Venerables.
《Hablemos》
Con un movimiento de su mano le indicó que la primera palabra sería suya y que estaba dispuesto a escuchar.
《Wilhelmina》
Charles se dirigió a ella, su voz tenía un tono de calma y su expresión era neutra, sus pensamientos eran una historia diferente.
《Tu hermano tiene la idea correcta más la ejecución es cuestionable》le respondió sin mucho afán 《No sólo es la práctica sino la práctica correcta, los hechizos requieren perfección. 》
Era casi poético que la ira, el dolor y la muerte fueran a convertirse en un arte con la magia que se generaba en aquel sótano, poder maldito, pero poder al final y para todo objetivo.
《Es un momento adecuado, no tengo prisa. 》
La miró con más interés, aquella joven había entrado en su círculo de estudiantes destacados por su talento y potencial, nada había tenido que ver el apellido o el que fuera una aprendiz de los secretos de los Venerables.
《Hablemos》
Con un movimiento de su mano le indicó que la primera palabra sería suya y que estaba dispuesto a escuchar.
- Charles Montag
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Re: Las cosas claras
Le sonrió porque era cierto, los hechizos requerían perfección, ella lo entendía bien. Desde muy niña se había empeñado en dominar la magia de manera casi perfecta, era su única manera de competir con sus hermanos. Todos los premios y diplomas en materia de transformaciones, todas las competencias de encantamientos y duelos, habían sido su manera de decir “miren, yo también puedo” a sus padres, aunque al final siempre terminaba siendo la última en hacer las cosas. Eso iba a terminarse pronto.
Montag la intimidaba, pero no se iba a dejar amedrentar por ello. Se llevó instintivamente una mano al vientre y las sombras que siempre habitaban el lugar parecieron agitarse, pero no les hizo caso. Clavó su mirada verde en el profesor. Sacó la varita y conjuró un muffliato. Podría no engañar a las fuerzas mayores que había en ese lugar, pero no importaba, eran neutrales, no le debían nada a nadie. Lo que le interesaba era mantener fuera de la conversación a los mortales, a los que escuchaban y decidían, a los que manipulaban.
-No sé si usted ha leído los artículos de Altair. Los que hablan sobre la revolución.
Empezó a sondearlo. Hacía un tiempo, Marcellus le había dicho que Montag lo había animado a hacerlo, que era algo así como su patrocinador. Mina no le había dicho nada por obvias razones y había fingido muy bien hasta ese momento, pero había atado cabos desde ese instante. Algo no andaba bien con Montag, algo intentaba, ¿por qué le interesaría ayudar a un estudiante que claramente estaba exponiendo ideas que iban en su contra?
-Sospecho que los escribe un alumno de literatura. ¿Usted piensa lo mismo? ¿Cree que podríamos llegar a él?
Montag la intimidaba, pero no se iba a dejar amedrentar por ello. Se llevó instintivamente una mano al vientre y las sombras que siempre habitaban el lugar parecieron agitarse, pero no les hizo caso. Clavó su mirada verde en el profesor. Sacó la varita y conjuró un muffliato. Podría no engañar a las fuerzas mayores que había en ese lugar, pero no importaba, eran neutrales, no le debían nada a nadie. Lo que le interesaba era mantener fuera de la conversación a los mortales, a los que escuchaban y decidían, a los que manipulaban.
-No sé si usted ha leído los artículos de Altair. Los que hablan sobre la revolución.
Empezó a sondearlo. Hacía un tiempo, Marcellus le había dicho que Montag lo había animado a hacerlo, que era algo así como su patrocinador. Mina no le había dicho nada por obvias razones y había fingido muy bien hasta ese momento, pero había atado cabos desde ese instante. Algo no andaba bien con Montag, algo intentaba, ¿por qué le interesaría ayudar a un estudiante que claramente estaba exponiendo ideas que iban en su contra?
-Sospecho que los escribe un alumno de literatura. ¿Usted piensa lo mismo? ¿Cree que podríamos llegar a él?
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Las cosas claras
Caminó alrededor de la habitación a paso lento, su expresión tranquila mientras ella hablaba. Montag la miró con curiosidad, su elección de hablar con él al respecto era bastante interesante, considerando que el único que debía saber que el había dado lugar a que cierto joven Lovecraft escribiera en el periódico eran el editor, Mathias Rainwood y el mismo Montag, quien había patrocinado esa carta de presentación. Quizá su pregunta venia por el hecho que él era Profesor de Literatura, tendría sentido considerando sus sospechas.
«Si los he leído, han sido un tema de conversación bastante frecuente entre las diferentes facultades, algunos de mis alumnos los han usado de ejemplo en clase» y lo habían hecho con miedo a su reacción, pero Montag trato el asunto como si estuvieran usando cualquier otro ejemplo periodístico, señalando errores comunes del medio impreso y ejemplos con situaciones parecidas del pasado.
Se detuvo junto a una mesa de piedra, había observado a los hijos de Morgan y Snyder hacia un par de días acabar con la vida de una mujer en ese mismo lugar, indicándole lo que habían hecho de modo correcto y sus fallos, como cualquier otra clase.
«La forma de escritura y referencias dan esa impresión, de no tratarse de alguien en particular de la clase, al menos se encuentra orientado por al menos uno, certeramente.»
El mismo había elegido al susodicho, le había proporcionado las herramientas para escribir y los medios donde ser escuchado, los resultados habían sido de su agrado, con facultades enteras murmurando sobre las ideas expuestas, otros más buscando acerca de aquella ideología, incluso algunos uniéndose a la fraternidad Delta en soporte de lo escrito.
«Te gustaría encontrar a ese columnista, Wilhelmina?» le preguntó mirando a la mesa de piedra, «Unos no parecen darle importancia a los artículos, mientras otros parecen querer silenciar esas letras tan interesantes.»
«Si los he leído, han sido un tema de conversación bastante frecuente entre las diferentes facultades, algunos de mis alumnos los han usado de ejemplo en clase» y lo habían hecho con miedo a su reacción, pero Montag trato el asunto como si estuvieran usando cualquier otro ejemplo periodístico, señalando errores comunes del medio impreso y ejemplos con situaciones parecidas del pasado.
Se detuvo junto a una mesa de piedra, había observado a los hijos de Morgan y Snyder hacia un par de días acabar con la vida de una mujer en ese mismo lugar, indicándole lo que habían hecho de modo correcto y sus fallos, como cualquier otra clase.
«La forma de escritura y referencias dan esa impresión, de no tratarse de alguien en particular de la clase, al menos se encuentra orientado por al menos uno, certeramente.»
El mismo había elegido al susodicho, le había proporcionado las herramientas para escribir y los medios donde ser escuchado, los resultados habían sido de su agrado, con facultades enteras murmurando sobre las ideas expuestas, otros más buscando acerca de aquella ideología, incluso algunos uniéndose a la fraternidad Delta en soporte de lo escrito.
«Te gustaría encontrar a ese columnista, Wilhelmina?» le preguntó mirando a la mesa de piedra, «Unos no parecen darle importancia a los artículos, mientras otros parecen querer silenciar esas letras tan interesantes.»
- Charles Montag
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Re: Las cosas claras
-Claro…
Acotó, como si estuviera prestando mucha atención a sus palabras aunque en realidad estaba prestando más a sus actitudes, a su lenguaje corporal, a su tono. Pero no tenía por qué sorprenderse de lo bien que actuaba, después de todo, era un Venerable y sus vidas estaban siempre manejadas bajo la mentira, tenían siempre una fachada perfecta.
-No darle importancia me parece un error. Y sí, me gustaría encontrarlo.
Mientras decía eso, movió su varita para sacar el libro más importante de ese lugar, uno que reposaba bajo una de las piedras de sacrificio y que solamente se removía cuando se hacían movimientos específicos con la varita, movimientos complejos además. Los aprendices solían usar mucho el libro, para seguir practicando y aprendiendo, era algo común.
-Pero no para silenciarlo, me parecen interesantes también. Tan interesantes como sé que le parecen a usted, que sabía perfectamente desde el principio para qué serviría todo eso. Se podría decir que casi es un patrocinador de la revolución. Eso también es súper interesante.
Alzó la vista hacia Montag, firme. Muchos la consideraban una niña y le daba igual, porque a veces era útil. Y quizá era demasiado impulsiva, pero si algo tenía era que no se andaba con rodeos, y que no le tenía miedo a casi nada. Se volvió a llevar una mano al vientre de forma instintiva, protectora. Su mirada se intensificó. Lo único que la hacía temer era precisamente aquello que guardaba dentro de ella.
-Lo sé desde hace mucho tiempo, pero quería asegurarme de que no iba a mandar al escritor al matadero nada más, antes de decir cualquier cosa.
Acotó, como si estuviera prestando mucha atención a sus palabras aunque en realidad estaba prestando más a sus actitudes, a su lenguaje corporal, a su tono. Pero no tenía por qué sorprenderse de lo bien que actuaba, después de todo, era un Venerable y sus vidas estaban siempre manejadas bajo la mentira, tenían siempre una fachada perfecta.
-No darle importancia me parece un error. Y sí, me gustaría encontrarlo.
Mientras decía eso, movió su varita para sacar el libro más importante de ese lugar, uno que reposaba bajo una de las piedras de sacrificio y que solamente se removía cuando se hacían movimientos específicos con la varita, movimientos complejos además. Los aprendices solían usar mucho el libro, para seguir practicando y aprendiendo, era algo común.
-Pero no para silenciarlo, me parecen interesantes también. Tan interesantes como sé que le parecen a usted, que sabía perfectamente desde el principio para qué serviría todo eso. Se podría decir que casi es un patrocinador de la revolución. Eso también es súper interesante.
Alzó la vista hacia Montag, firme. Muchos la consideraban una niña y le daba igual, porque a veces era útil. Y quizá era demasiado impulsiva, pero si algo tenía era que no se andaba con rodeos, y que no le tenía miedo a casi nada. Se volvió a llevar una mano al vientre de forma instintiva, protectora. Su mirada se intensificó. Lo único que la hacía temer era precisamente aquello que guardaba dentro de ella.
-Lo sé desde hace mucho tiempo, pero quería asegurarme de que no iba a mandar al escritor al matadero nada más, antes de decir cualquier cosa.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Las cosas claras
Su postura permaneció igual, incluso cuando sacó aquel libro. Apoyó la mano sobre la mesa de piedra, observándola hablar sobre aquel escritor, tuvo que sonreír cuando le habló de aquella forma tan asertiva, como alguien que tenía la ventaja, aunque no supiera la condición de aquel al que enfrentaba. Se giró sobre su propio eje, entrelazando los dedos de las manos, observándola.
«¿Y de ser así que es lo que harías, Wilhelmina?» le preguntó calmadamente, «Asumir cosas es altamente peligroso, ¿y si estás equivocada? Yo sé perfectamente lo que haría… para empezar tú no saldrías de aquí sólo con una llamada de atención, mientras nuestro joven escritor, bueno…» hizo una señal hacia la mesa de piedra, «Siempre podría tener otra utilidad.»
Descansó las manos en su regazo, no había ningún movimiento amenazador, seguía tan firme como cuando llegó. Su mirada se desvió a las manchas en el mármol, eran molestas y en algún punto haría que esas criaturas rastreras que se ocultaban entre las paredes hicieran algo al respecto, que sirvieran para algo más que robar oxígeno.
«Ahora es la parte donde me dices que quieres escuchar y después de ello veremos qué tan factibles son tus peticiones» le dijo con una media sonrisa «Tienes información que puede o no serte útil, la pregunta a sobresalir es ¿qué piensas hacer con ella?»
De entre las mangas de su túnica sacó un pergamino, mostrándoselo a la distancia. Era un borrador de una de las notas que no había sido publicada, estaba hecho a mano, contrario de las publicaciones que se veían en el periódico.
«Mathias suele mantener estos bajo llave, hacer los arreglos pertinentes y destruirlos al termina, es curioso que lo haya perdido en mi aula de estudio, ¿no te parece?, hubiese sido bastante interesante ver a otro de los profesores encontrarlo, después de todo esta forma de escritura es fácil de identificar cuando se tienen las herramientas correctas.»
Montag, bajó las manos, mirándola severamente, «Será mejor que empieces a hablar, si es que quieres mantener mi atención.»
«¿Y de ser así que es lo que harías, Wilhelmina?» le preguntó calmadamente, «Asumir cosas es altamente peligroso, ¿y si estás equivocada? Yo sé perfectamente lo que haría… para empezar tú no saldrías de aquí sólo con una llamada de atención, mientras nuestro joven escritor, bueno…» hizo una señal hacia la mesa de piedra, «Siempre podría tener otra utilidad.»
Descansó las manos en su regazo, no había ningún movimiento amenazador, seguía tan firme como cuando llegó. Su mirada se desvió a las manchas en el mármol, eran molestas y en algún punto haría que esas criaturas rastreras que se ocultaban entre las paredes hicieran algo al respecto, que sirvieran para algo más que robar oxígeno.
«Ahora es la parte donde me dices que quieres escuchar y después de ello veremos qué tan factibles son tus peticiones» le dijo con una media sonrisa «Tienes información que puede o no serte útil, la pregunta a sobresalir es ¿qué piensas hacer con ella?»
De entre las mangas de su túnica sacó un pergamino, mostrándoselo a la distancia. Era un borrador de una de las notas que no había sido publicada, estaba hecho a mano, contrario de las publicaciones que se veían en el periódico.
«Mathias suele mantener estos bajo llave, hacer los arreglos pertinentes y destruirlos al termina, es curioso que lo haya perdido en mi aula de estudio, ¿no te parece?, hubiese sido bastante interesante ver a otro de los profesores encontrarlo, después de todo esta forma de escritura es fácil de identificar cuando se tienen las herramientas correctas.»
Montag, bajó las manos, mirándola severamente, «Será mejor que empieces a hablar, si es que quieres mantener mi atención.»
- Charles Montag
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Re: Las cosas claras
Dibujó una ligerísima sonrisa con las primeras palabras, como si tuviera demasiados ases bajo la manga. Lo cierto era que no tenía ninguno a excepción de lo que sabía. No se inmutó por las posibilidades de lo que pasaría si se equivocara. Notó cómo de pronto las sombras del lugar la rodearon, como si la sola idea de un castigo ahí las pusiera contentas. Mina las hizo a un lado con un movimiento de la mano, como si fueran bichos molestos aunque fueran mucho más que eso.
Vio el borrador con atención. Reconoció de inmediato la caligrafía, incluso a la distancia. Había visto esa letra muchas veces aunque solamente en un solo documento: la carta que le había mandado a ella, que había releído varias veces. Se pasó la lengua por los labios en una especie de tic nervioso, el único que se permitió tener en ese momento.
-Creo que su atención la tengo bien ganada. De otro modo no me hubiera enseñado el borrador.
Pasó la vista de vuelta al libro, donde una complicada maldición que ni siquiera identificó reposaba en la página elegida: La palabra maldita, con la que habían matado a la única persona que había considerado una guía para ella, en otro tiempo. La única que se había dado tiempo de enseñarle películas, de prestarle libros y a veces, de actuar como un padre adoptivo para ella. Pero ni siquiera alcanzaba a imaginar lo que habían hecho.
-Creo que es hora de que hablemos las cosas claras. Tengo entendido que Wardwell es un legeremago de los grandes, pero supongo que ni siquiera se le ha pasado por la mente que uno de los suyos lo traicione. Porque eso es lo que va a hacer ¿no? Mire…no es que quiera ponerlo entre la espada y la pared, pero para matar o castigar a alguien en esta mesa, tendría que haber un juicio y Wardwell no me va a tocar sin ahondar en mi mente antes…y también en la suya.
Se encogió de hombros. Parecía que se había cansado de rodeos y sutilezas y estaba sacando a relucir ese carácter que la definía tan bien como a su hermano. No eran sutiles, y no les gustaba que la gente se fuera por las ramas o los diera por sentado.
-Pero como bien dice, no es bueno asumir cosas, es peligroso. Por eso mejor quiero salir de dudas. ¿Por qué está apoyando esta causa? ¿Cuál es su interés en ella? ¿Qué cosas buenas puede sacar de aquí para usted? Y créame, no lo juzgo, en serio, al contrario. Quiero confiar en usted, y quiero que usted confíe en mi. Créame, es lo mejor que podemos hacer el uno por el otro ahora mismo.
Vio el borrador con atención. Reconoció de inmediato la caligrafía, incluso a la distancia. Había visto esa letra muchas veces aunque solamente en un solo documento: la carta que le había mandado a ella, que había releído varias veces. Se pasó la lengua por los labios en una especie de tic nervioso, el único que se permitió tener en ese momento.
-Creo que su atención la tengo bien ganada. De otro modo no me hubiera enseñado el borrador.
Pasó la vista de vuelta al libro, donde una complicada maldición que ni siquiera identificó reposaba en la página elegida: La palabra maldita, con la que habían matado a la única persona que había considerado una guía para ella, en otro tiempo. La única que se había dado tiempo de enseñarle películas, de prestarle libros y a veces, de actuar como un padre adoptivo para ella. Pero ni siquiera alcanzaba a imaginar lo que habían hecho.
-Creo que es hora de que hablemos las cosas claras. Tengo entendido que Wardwell es un legeremago de los grandes, pero supongo que ni siquiera se le ha pasado por la mente que uno de los suyos lo traicione. Porque eso es lo que va a hacer ¿no? Mire…no es que quiera ponerlo entre la espada y la pared, pero para matar o castigar a alguien en esta mesa, tendría que haber un juicio y Wardwell no me va a tocar sin ahondar en mi mente antes…y también en la suya.
Se encogió de hombros. Parecía que se había cansado de rodeos y sutilezas y estaba sacando a relucir ese carácter que la definía tan bien como a su hermano. No eran sutiles, y no les gustaba que la gente se fuera por las ramas o los diera por sentado.
-Pero como bien dice, no es bueno asumir cosas, es peligroso. Por eso mejor quiero salir de dudas. ¿Por qué está apoyando esta causa? ¿Cuál es su interés en ella? ¿Qué cosas buenas puede sacar de aquí para usted? Y créame, no lo juzgo, en serio, al contrario. Quiero confiar en usted, y quiero que usted confíe en mi. Créame, es lo mejor que podemos hacer el uno por el otro ahora mismo.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Las cosas claras
Las sombras estaban moviéndose con anticipación, pero Montag solo hizo un movimiento y estas se hicieron hacia las orillas, aunque unas más parecían querer acercarse a Wilhelmina antes de ser reprimidas por la joven. Se acercó a ella mientras hablaba, sacando la varita y conjurando algunas cosas en silencio, porque ahí las paredes literalmente tenían oídos y era mejor que estos estuvieran sordos.
«Oh… un juicio,» le dijo mirándola como si ternura le diera, «Los juicios son olvidados cuando hay lo que Auberon considera una ofensa suficiente, será mejor que no te fíes de eso, porque dicha ofensa podría no ser más que un capricho, no sería la primera vez que pasa.»
Enrolló el borrador, el tema ahora era de más interés que las especificaciones de como Wardwell podría o no querer indagar en su mente, algo que desde hace tiempo ya sabía, misma razón por la que prefería tener buenas defensas mentales, pero ella no tenía por qué saber eso.
«Dejemos las amenazas de lado entonces, hay puntos más importantes a tratar de buscar intimidaciones, ¿no te parece, Wilhelmina?» No confiaba en ella, pero una palabra en salvo podía ser solucionada con algo de intervención inmediata, el riesgo era entretenido y podría darle utilidad si es que se trataba de algo de su interés.
«Esta causa que sostienen, ah… el interés que tengo en ella va más allá de un nivel moralista obviamente» no podía decirse defensor de ideales y justicia, ser parte de aquella secta no era el camino de aquellos idealistas, «La ambición puede llegar a dejar muchos frutos, pero es un arma de dos filos, el dejar que la ambición carcoma el objetivo solo causa incomodidades»
¿Hasta cuándo sería suficiente? Poder, control, tener todo el mundo en la palma de la mano… todo aquello causaba inconformidades, pensar que subyugar a otros era más conveniente que hacerlos querer estar cierto sistema era ridículo. El movimiento de Wardwell para controlar todo el mercado solo dejaba ver la ambición que ahora le carcomía, el monopolio comercial, el gobierno nepotistas… eran errores monumentales, porqué la sociedad que querían subyugar los notaría de inmediato.
«¿Sabes cuáles son los planes a futuro que estas mentes revolucionarias tienen? Por lo que oído son algunos bastante adorables, oportunidad y libertad, esas banderas son realmente hermosas, pero en la práctica necesitan tiempo para ser implementadas» Montag se encogió de hombros, «Alana no hará nada por levantarlas, ¿quién en su lugar conoce el gobierno? Hay varios candidatos, ella no es más que una marioneta después de todo.»
Se colocó una mano contra el pecho, sonriendo, «Apoyo la causa porque estoy harto de ver como los errores de otros se apilan a mi alrededor y destruirán todo por lo que he trabajado.»
Por supuesto que sus intenciones no eran nobles, pero eran centradas, él quería destituir a sus compañeros, porque se había cansado de verlos cometer errores, creyendo que el poder que sostenían en las manos era suficiente para que otros no los alcanzaran, habían olvidado que el poder era un elemento, pero no era lo único que entraba en juego cuando de gobierno, comercio y sociedad se trataba… gran poder en unos cuantos era peligroso… pero poder moderado en muchos más… eso si era peligroso.
«Oh… un juicio,» le dijo mirándola como si ternura le diera, «Los juicios son olvidados cuando hay lo que Auberon considera una ofensa suficiente, será mejor que no te fíes de eso, porque dicha ofensa podría no ser más que un capricho, no sería la primera vez que pasa.»
Enrolló el borrador, el tema ahora era de más interés que las especificaciones de como Wardwell podría o no querer indagar en su mente, algo que desde hace tiempo ya sabía, misma razón por la que prefería tener buenas defensas mentales, pero ella no tenía por qué saber eso.
«Dejemos las amenazas de lado entonces, hay puntos más importantes a tratar de buscar intimidaciones, ¿no te parece, Wilhelmina?» No confiaba en ella, pero una palabra en salvo podía ser solucionada con algo de intervención inmediata, el riesgo era entretenido y podría darle utilidad si es que se trataba de algo de su interés.
«Esta causa que sostienen, ah… el interés que tengo en ella va más allá de un nivel moralista obviamente» no podía decirse defensor de ideales y justicia, ser parte de aquella secta no era el camino de aquellos idealistas, «La ambición puede llegar a dejar muchos frutos, pero es un arma de dos filos, el dejar que la ambición carcoma el objetivo solo causa incomodidades»
¿Hasta cuándo sería suficiente? Poder, control, tener todo el mundo en la palma de la mano… todo aquello causaba inconformidades, pensar que subyugar a otros era más conveniente que hacerlos querer estar cierto sistema era ridículo. El movimiento de Wardwell para controlar todo el mercado solo dejaba ver la ambición que ahora le carcomía, el monopolio comercial, el gobierno nepotistas… eran errores monumentales, porqué la sociedad que querían subyugar los notaría de inmediato.
«¿Sabes cuáles son los planes a futuro que estas mentes revolucionarias tienen? Por lo que oído son algunos bastante adorables, oportunidad y libertad, esas banderas son realmente hermosas, pero en la práctica necesitan tiempo para ser implementadas» Montag se encogió de hombros, «Alana no hará nada por levantarlas, ¿quién en su lugar conoce el gobierno? Hay varios candidatos, ella no es más que una marioneta después de todo.»
Se colocó una mano contra el pecho, sonriendo, «Apoyo la causa porque estoy harto de ver como los errores de otros se apilan a mi alrededor y destruirán todo por lo que he trabajado.»
Por supuesto que sus intenciones no eran nobles, pero eran centradas, él quería destituir a sus compañeros, porque se había cansado de verlos cometer errores, creyendo que el poder que sostenían en las manos era suficiente para que otros no los alcanzaran, habían olvidado que el poder era un elemento, pero no era lo único que entraba en juego cuando de gobierno, comercio y sociedad se trataba… gran poder en unos cuantos era peligroso… pero poder moderado en muchos más… eso si era peligroso.
- Charles Montag
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