Corazones sangrientos
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Corazones sangrientos
TRANSCURRIENDO AL MISMO TIEMPO QUE LA TRAMA DEL DÍA DEL TRABAJO
Despertó en su departamento en Miami, completamente desubicada. Le costó un poco entender lo que había pasado y cómo había llegado ahí hasta que todo vino a ella de vuelta como un golpe letal. Se revisó el cuerpo por inercia pero no había rastros de nada malo, solamente del desmaius que Harley le había lanzado por su bien. Se sobó la cabeza y se levantó lo más rápido que pudo. No podía regresar y lo sabía, pero podía hacer algo más en su lugar. Prendió la radio solamente para saber en qué estaban las cosas, sintonizando la estación principal de BK Valley.
Jesse Crawford, es Jesse Crawford que acaba de desenmascararse, en la línea frontal del ataque.
No lo pensó ni un segundo más. Hizo una nueva aparición pero no para llegar a la zona de riesgo, sino para aparecer a la entrada del sótano secreto en Nu Delta Pi, en donde naturalmente, no había ni un alma. Todos hijos de políticos y funcionarios importantes, estaban seguramente en Diamond Park. Fue a la entrada secreta y bajó las escaleras corriendo, con el alma desbocada.
Tenía que hacer algo, algo que potencializara la magia de los rebeldes, que les ayudara a darle la vuelta a cualquier cosa que ocurriera. No pensaba en su padre, ni en su hermano, ni en su madre. Lo único que ocupaba su mente era Jesse y la posibilidad de perderlo más pronto de lo que habían imaginado. Ese había sido el plan desde el principio, por eso tenían certezas tan tristes respecto a su futuro, pero Mina no iba a permitir que se lo arrancaran de los brazos tan pronto.
Pero cuando llegó al interior se dio cuenta de que no estaba sola. Se paró de golpe, en seco, vio el cuerpo inerte de la niña en la tabla de piedra, la sangre, el corazón, y el rostro sombrío de Asbeel, siempre cubierto, siempre irreconocible.
-¿Qué estás haciendo?
Sacó la varita por inercia y le apuntó. Sabía que el ritual no estaba terminado y tenía que encontrar una forma de detenerlo sin levantar sospechas, o al menos demorarlo. La muñeca no le temblaba, lo apuntaba con firmeza.
-¿Estás traicionando a los Venerables? ¿Para qué es esto? Están enfrentando a una horda alocada allá afuera y ni siquiera están ganando. ¿Los estás afectando?
Despertó en su departamento en Miami, completamente desubicada. Le costó un poco entender lo que había pasado y cómo había llegado ahí hasta que todo vino a ella de vuelta como un golpe letal. Se revisó el cuerpo por inercia pero no había rastros de nada malo, solamente del desmaius que Harley le había lanzado por su bien. Se sobó la cabeza y se levantó lo más rápido que pudo. No podía regresar y lo sabía, pero podía hacer algo más en su lugar. Prendió la radio solamente para saber en qué estaban las cosas, sintonizando la estación principal de BK Valley.
Jesse Crawford, es Jesse Crawford que acaba de desenmascararse, en la línea frontal del ataque.
No lo pensó ni un segundo más. Hizo una nueva aparición pero no para llegar a la zona de riesgo, sino para aparecer a la entrada del sótano secreto en Nu Delta Pi, en donde naturalmente, no había ni un alma. Todos hijos de políticos y funcionarios importantes, estaban seguramente en Diamond Park. Fue a la entrada secreta y bajó las escaleras corriendo, con el alma desbocada.
Tenía que hacer algo, algo que potencializara la magia de los rebeldes, que les ayudara a darle la vuelta a cualquier cosa que ocurriera. No pensaba en su padre, ni en su hermano, ni en su madre. Lo único que ocupaba su mente era Jesse y la posibilidad de perderlo más pronto de lo que habían imaginado. Ese había sido el plan desde el principio, por eso tenían certezas tan tristes respecto a su futuro, pero Mina no iba a permitir que se lo arrancaran de los brazos tan pronto.
Pero cuando llegó al interior se dio cuenta de que no estaba sola. Se paró de golpe, en seco, vio el cuerpo inerte de la niña en la tabla de piedra, la sangre, el corazón, y el rostro sombrío de Asbeel, siempre cubierto, siempre irreconocible.
-¿Qué estás haciendo?
Sacó la varita por inercia y le apuntó. Sabía que el ritual no estaba terminado y tenía que encontrar una forma de detenerlo sin levantar sospechas, o al menos demorarlo. La muñeca no le temblaba, lo apuntaba con firmeza.
-¿Estás traicionando a los Venerables? ¿Para qué es esto? Están enfrentando a una horda alocada allá afuera y ni siquiera están ganando. ¿Los estás afectando?
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Corazones sangrientos
Adrien estaba en la fraternidad Nu, en su habitación con un montón de pociones listas por si llegaba a necesitarlas. Sabía muy bien lo que iba a suceder esa tarde, era el momento justo, la fecha exacta en la que había volcado sus esperanzas de que algún día su venganza iba a cobrar frutos, contra ellos, los venerables, contra su padre, contra todos los demás. No le había avisado a nadie más que a la otra parte involucrada acerca del maleficio que había puesto, se iba a encargar de que ese idiota se mantuviera vivo lo suficiente como para poder hacer temblar a los gobernantes y estaba dispuesto a derramar sangre si era necesario.
Estaba escuchando la radio mágica en su habitación cuando todo el caos comenzó, todo estaba pasando muy rápido y él solo pudo esperar a que Marcellus se hubiera largado de ese lugar lo antes posible. No podía protegerlo ni hacer nada por él, ir hacia allá era también arriesgarse.
Lo primero que escuchó fue el llanto de una niña y de inmediato supo que algo estaba sucediendo, salió rápidamente de su habitación solo para encontrar a Wilhelmina corriendo desbocada hacia el sótano, se apresuró tras ella y entro pocos segundos después encontrándose a Asbeel y a ella apuntándole.
¿Pero que están haciendo ambos? que es esto? No deberían hacer algún ritual así como así. - Sacó también su varita haciendo como que les apuntaba a ambos, aun que no tenía intenciones de atacar a Wilhelmina y se lo hizo saber con una rápida mirada. Sabía tan bien como ella que posiblemente Asbeel estaba haciendo algún ritual para ayudar a los Venerables y tenían que evitarlo.
Estaba escuchando la radio mágica en su habitación cuando todo el caos comenzó, todo estaba pasando muy rápido y él solo pudo esperar a que Marcellus se hubiera largado de ese lugar lo antes posible. No podía protegerlo ni hacer nada por él, ir hacia allá era también arriesgarse.
Lo primero que escuchó fue el llanto de una niña y de inmediato supo que algo estaba sucediendo, salió rápidamente de su habitación solo para encontrar a Wilhelmina corriendo desbocada hacia el sótano, se apresuró tras ella y entro pocos segundos después encontrándose a Asbeel y a ella apuntándole.
¿Pero que están haciendo ambos? que es esto? No deberían hacer algún ritual así como así. - Sacó también su varita haciendo como que les apuntaba a ambos, aun que no tenía intenciones de atacar a Wilhelmina y se lo hizo saber con una rápida mirada. Sabía tan bien como ella que posiblemente Asbeel estaba haciendo algún ritual para ayudar a los Venerables y tenían que evitarlo.
- Adrien Morgan
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Re: Corazones sangrientos
La orden había sido dad y ni siquiera tuvo que ser articulada con palabras, bastó una mirada del Venerable McJicahm para que se pusiera en marcha, desapareciendo del lugar donde se estaba llevando a cabo el evento del día del trabajo para en cambio aparecer en una zona de clase baja. Ya tenía identificada a la víctima, eran el tipo de cosas que siempre tenía previstas, no bastó más que acercarse y tomar a la niña por el cabello, desapareciendo junto con ella.
La Fraternidad Nu Delta Pi se hizo presente entre los gritos y llantos de la menor los cuales ignoró, no se trataba más que de otro sacrificio, la vida de ese cordero tendría sentido cuando alcanzara su muerte y sólo en ese momento que había llegado ahora que aún conservaba luz en su ser, misma que sería devorada por las sombras.
El sótano lo recibió como si fuera un ente vivo, esperando su entrada, las sombras danzaron con emoción, siguiéndole hasta la piedra de sacrificio donde colocó a la menor y sin preámbulos le quitó la vida, abriéndole el pecho para sacarle el corazón.
Tenía ahí el instrumento del ritual cuando Wilhelmina se presentó, acusándole de traiciones y de más palabras insulsas, rompiendo su concentración.
–No seas estúpida – alzó la varita con el corazón ensangrentado en la otra mano, apuntándole por instinto –Precisamente porque no están ganando es que estoy aquí, para cambiar ese resultado, deja de insinuar idioteces –
La miró con severidad, todos creían que ella era solo una niña, pero él había visto que detrás de la aparente inocencia se escondían muchas cosas, sin mencionar lo interesante que había sido verla actuar durante el incidente del centro comercial, del lado de Crawford minuto a minuto.
Adrien fue el siguiente y Asbeel los odió a ambos por interrumpirlo, estaba en medio de un asunto más importante que darle explicaciones a esos chiquillos.
–No me estorben – les dijo alzando la varita, haciendo que las sombras se fuera sobre ellos, no se tentaría para sacarlos de su camino, tenía una orden por cumplir.
Regresó hacia la mesa de sacrificio, el corazón en la mano y los símbolos que debía trazar memorizados, listos para usarse.
La Fraternidad Nu Delta Pi se hizo presente entre los gritos y llantos de la menor los cuales ignoró, no se trataba más que de otro sacrificio, la vida de ese cordero tendría sentido cuando alcanzara su muerte y sólo en ese momento que había llegado ahora que aún conservaba luz en su ser, misma que sería devorada por las sombras.
El sótano lo recibió como si fuera un ente vivo, esperando su entrada, las sombras danzaron con emoción, siguiéndole hasta la piedra de sacrificio donde colocó a la menor y sin preámbulos le quitó la vida, abriéndole el pecho para sacarle el corazón.
Tenía ahí el instrumento del ritual cuando Wilhelmina se presentó, acusándole de traiciones y de más palabras insulsas, rompiendo su concentración.
–No seas estúpida – alzó la varita con el corazón ensangrentado en la otra mano, apuntándole por instinto –Precisamente porque no están ganando es que estoy aquí, para cambiar ese resultado, deja de insinuar idioteces –
La miró con severidad, todos creían que ella era solo una niña, pero él había visto que detrás de la aparente inocencia se escondían muchas cosas, sin mencionar lo interesante que había sido verla actuar durante el incidente del centro comercial, del lado de Crawford minuto a minuto.
Adrien fue el siguiente y Asbeel los odió a ambos por interrumpirlo, estaba en medio de un asunto más importante que darle explicaciones a esos chiquillos.
–No me estorben – les dijo alzando la varita, haciendo que las sombras se fuera sobre ellos, no se tentaría para sacarlos de su camino, tenía una orden por cumplir.
Regresó hacia la mesa de sacrificio, el corazón en la mano y los símbolos que debía trazar memorizados, listos para usarse.
- Asbeel
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Re: Corazones sangrientos
En cuanto Asbeel alzó su varita, Mina dibujó una pequeña sonrisa que no pudo ocultar, quizá por la adrenalina del momento. Cuando llegó Adrien sintió un alivio aún más grande, aunque lo ocultó perfectamente bien mirándolo con el mismo desprecio con el que miraba a Asbeel. Se lo había dicho a Marcellus, era buena mintiendo, su mejor cualidad, aunque ante el mundo fuera un terrible defecto.
Miró a Adrien muy rápido, apenas un segundo. Ese era uno de los momentos clave, en los que tenían que decidir qué hacer, en los que tenían que decidir si dar un paso delante de todo. Mina sabía que podía engañar a Auberon, más si contaba con el apoyo de Montag, de su hermano, incluso de los Snyder, pero nada pintaba demasiado fácil en ese momento con Asbeel interponiéndose, con Asbeel siendo el blanco.
Cuando las sombras se cernieron sobre ella, se mantuvo firme, como si la traidora no fuera ella misma, como si no fuera ella el problema. Y hasta cierto punto no lo era, no hacia la magia al menos. Ella adoraba lo que se hacía ahí, adoraba sentir el poder, saberse digna de él, saberse capaz de manipularlo, pero no estaba de acuerdo con los fines mortales del mismo.
-Adrien…
Le advirtió en un susurro, que la cubriera, que lo retrasara todo, justo antes de lanzar un sencillísimo wingardium leviosa que hizo que el corazón llegara a reposar hasta su propia mano. Las sombras rodearon su vientre. Tenía más vida que nadie ahí adentro. Sintió la sangre en su mano, hilillos que escurrían, el peso, la textura. Lo miró solamente unos segundos antes de apretarlo un poco en su puño. Sus uñas se clavaron en él, destrozándolo lentamente, volviéndolo un corazón inútil.
Miró a Adrien muy rápido, apenas un segundo. Ese era uno de los momentos clave, en los que tenían que decidir qué hacer, en los que tenían que decidir si dar un paso delante de todo. Mina sabía que podía engañar a Auberon, más si contaba con el apoyo de Montag, de su hermano, incluso de los Snyder, pero nada pintaba demasiado fácil en ese momento con Asbeel interponiéndose, con Asbeel siendo el blanco.
Cuando las sombras se cernieron sobre ella, se mantuvo firme, como si la traidora no fuera ella misma, como si no fuera ella el problema. Y hasta cierto punto no lo era, no hacia la magia al menos. Ella adoraba lo que se hacía ahí, adoraba sentir el poder, saberse digna de él, saberse capaz de manipularlo, pero no estaba de acuerdo con los fines mortales del mismo.
-Adrien…
Le advirtió en un susurro, que la cubriera, que lo retrasara todo, justo antes de lanzar un sencillísimo wingardium leviosa que hizo que el corazón llegara a reposar hasta su propia mano. Las sombras rodearon su vientre. Tenía más vida que nadie ahí adentro. Sintió la sangre en su mano, hilillos que escurrían, el peso, la textura. Lo miró solamente unos segundos antes de apretarlo un poco en su puño. Sus uñas se clavaron en él, destrozándolo lentamente, volviéndolo un corazón inútil.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Corazones sangrientos
Adrien se mantuvo apuntando tanto a Asbeel como a Wilhelmina, como si no fuera parte de ninguno de los dos bandos y como si todos ahí fueran enemigos. Sus ojos se entornaron cuando Asbeel convocó las sombras sobre ellos y él abrazó la oscuridad que ahí se creaba, Nadie más que él había derramado tanta sangre propia entre ellas, nadie más que él podía odiarlas y aceptarlas a la vez, nadie. Sus ojos estaban oscurecidos cuando dio un paso al frente entre ellas, aun apuntando al encapuchado, aun dudando de todo.
Tu eres quién esta estorbando en este momento .- Le dijo a Asbeel entre dientes, apretó con fuerza su varita y sintió la magia recorrerlo. No había sombras capaces de detenerlo, sabía tan bien como Wilhelmina que si no hacia algo en ese preciso momento, las cosas no iban a terminar bien para su bando. También sabía que su tiempo podría estar contado, ese era el momento, era el ahora o nunca, el paso sin retorno.
Sabía que todo iba a cambiar a partir de ese momento, le dio una mirada a Wilhelmina que ya estaba conjurando para atrapar el corazón en sus manos y antes de que algo más pudiera suceder, él levantó la varita ahí donde la misma oscuridad nacía y lanzó un maleficio hacia Asbeel. Conocía las palabras, las sabía perfectamente, pero así como Wilhelmina había constatado una vez intentando lanzarle el maleficio de espejo, él jamás había cobrado una vida de esa manera. El rayo verde de la muerte hacia Asbeel.
Avada kedavra !
Tu eres quién esta estorbando en este momento .- Le dijo a Asbeel entre dientes, apretó con fuerza su varita y sintió la magia recorrerlo. No había sombras capaces de detenerlo, sabía tan bien como Wilhelmina que si no hacia algo en ese preciso momento, las cosas no iban a terminar bien para su bando. También sabía que su tiempo podría estar contado, ese era el momento, era el ahora o nunca, el paso sin retorno.
Sabía que todo iba a cambiar a partir de ese momento, le dio una mirada a Wilhelmina que ya estaba conjurando para atrapar el corazón en sus manos y antes de que algo más pudiera suceder, él levantó la varita ahí donde la misma oscuridad nacía y lanzó un maleficio hacia Asbeel. Conocía las palabras, las sabía perfectamente, pero así como Wilhelmina había constatado una vez intentando lanzarle el maleficio de espejo, él jamás había cobrado una vida de esa manera. El rayo verde de la muerte hacia Asbeel.
Avada kedavra !
- Adrien Morgan
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Re: Corazones sangrientos
El corazón quedo inutilizado, frente a él estaban enemigos, no había duda alguna, no le interesaba saber cómo es que había pasado o que era lo que planeaban, sería más fácil sacar esa información de sus cadáveres que preguntarles. Divisó entre ambos, utilizando una Aparición ráfaga para moverse con rapidez con el objetivo de salir del rango de Morgan, el choque los afectaría a los dos, dando el tiempo suficiente de hacer su siguiente movimiento.
Traidores, eso eran. La niña bonita que pretendía ser una obediente seguidora y el aprendiz que ya una vez había decepcionado a los Venerables, ambos eran una desgracia. Ella que había sido traída ante el culto por su hermano, quien había sido adecuadamente consumido por la oscuridad, ella sería el sacrificio entonces, no había inocencia, pero eso no importaba, necesitaba un corazón, la pureza de este era relevante pero en el momento no podía escatimar recursos, un corazón aunque fuera de un traidor sería suficiente que no tener elemento alguno con que hacer el ritual.
Y a el lo haría desear no haber nacido, cada gota de su sangre seria suficiente para complementar el ritual. Su corazón estaba probablemente tan prodrido como el de ella, entre ambos no formaban un sacrificio digno, pero era una sacrificio al fin, que la sangre de los traidores sea derramada para satisfacer a los que les dieron la espalda.
Llamó a las sombras, esas que lo conocían mejor que a nadie, danzando a su alrededor en busca de ser utilizadas, sabían lo que quería, le hablaban así como él a ellas y ambos escuchaban, que no quedara duda alguna, los despojaría de todo antes de matarlos, pero antes los usaria, tenía dos corazones a su disposición, tan malditos como el suyo, el efecto del ritual no sería el mismo sin duda alguna mas el resultado estaría presente.
Las palabras no eran necesarias, solo su intención, esa oscuridad que conocía en cada rincón de aquel sótano, lugar que sería tumba para los traidores… y después iría contra todo y todos los que pudieran haber tenido relación con ambos, los haría pagar el precio de la traición.
Traidores, eso eran. La niña bonita que pretendía ser una obediente seguidora y el aprendiz que ya una vez había decepcionado a los Venerables, ambos eran una desgracia. Ella que había sido traída ante el culto por su hermano, quien había sido adecuadamente consumido por la oscuridad, ella sería el sacrificio entonces, no había inocencia, pero eso no importaba, necesitaba un corazón, la pureza de este era relevante pero en el momento no podía escatimar recursos, un corazón aunque fuera de un traidor sería suficiente que no tener elemento alguno con que hacer el ritual.
Y a el lo haría desear no haber nacido, cada gota de su sangre seria suficiente para complementar el ritual. Su corazón estaba probablemente tan prodrido como el de ella, entre ambos no formaban un sacrificio digno, pero era una sacrificio al fin, que la sangre de los traidores sea derramada para satisfacer a los que les dieron la espalda.
Llamó a las sombras, esas que lo conocían mejor que a nadie, danzando a su alrededor en busca de ser utilizadas, sabían lo que quería, le hablaban así como él a ellas y ambos escuchaban, que no quedara duda alguna, los despojaría de todo antes de matarlos, pero antes los usaria, tenía dos corazones a su disposición, tan malditos como el suyo, el efecto del ritual no sería el mismo sin duda alguna mas el resultado estaría presente.
Las palabras no eran necesarias, solo su intención, esa oscuridad que conocía en cada rincón de aquel sótano, lugar que sería tumba para los traidores… y después iría contra todo y todos los que pudieran haber tenido relación con ambos, los haría pagar el precio de la traición.
- Asbeel
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Re: Corazones sangrientos
Tirada de conjuración: Roll(1d20)+0:
15,+3 (por bonificador de nivel)
Total:18
Tirada de impacto: Roll(1d20)+0:
20,+3
Total:20
Tirada de crítico: Roll(1d100)+0:
43,+0
Total:43
_______________
Asbeel siempre había sido un misterio para todos. Un estudiante que permanecía en las sombras, anónimo, y que jugaba siempre un extraño papel en la secta. El de cuidador, el de estratega, el de asesino. Al mantener su identidad anónima, nadie había sabido nunca de quién cuidarse la espalda en la vida pública. Era un mago particularmente bueno, eso siempre le había quedado claro a todos.
Cuando Adrien lanzó aquella maldición asesina, la luz verde iluminó el recinto. Todos en ese lugar sabían conjurar esas maldiciones, era como si algo en su sangre se volviera lo suficientemente podrido como para permitírselos, como si se volvieran un ente asesino por default en el momento en que pisaban ese lugar. Pero era raro que esa maldición resonara en esas paredes, completamente fuera de lo común. Ahí importaba más la sangre, algo que aquella ráfaga verde no otorgaba jamás.
Adrien, era obvio, tenía además demasiado odio en su interior. El maleficio surgió de su varita potente y enceguecedor. Las sombras, a pesar de serle fieles a quien se camuflaba entre ellas, no pudieron evitar danzar felices, celebrando la visión, la dulce muerte, aunque veloz, que aparecía ahí una vez más.
El cuerpo de Asbeel cayó hacia atrás, inmóvil para siempre. Su rostro, sin embargo, seguiría siendo un misterio. Gracias a un complejo encantamiento, si Adrien o Mina intentaban averiguar quién era, lo único que verían, sería el reflejo de ellos mismos, su propio rostro, viendo directamente hacia la muerte.
15,+3 (por bonificador de nivel)
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Tirada de impacto: Roll(1d20)+0:
20,+3
Total:20
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43,+0
Total:43
_______________
Asbeel siempre había sido un misterio para todos. Un estudiante que permanecía en las sombras, anónimo, y que jugaba siempre un extraño papel en la secta. El de cuidador, el de estratega, el de asesino. Al mantener su identidad anónima, nadie había sabido nunca de quién cuidarse la espalda en la vida pública. Era un mago particularmente bueno, eso siempre le había quedado claro a todos.
Cuando Adrien lanzó aquella maldición asesina, la luz verde iluminó el recinto. Todos en ese lugar sabían conjurar esas maldiciones, era como si algo en su sangre se volviera lo suficientemente podrido como para permitírselos, como si se volvieran un ente asesino por default en el momento en que pisaban ese lugar. Pero era raro que esa maldición resonara en esas paredes, completamente fuera de lo común. Ahí importaba más la sangre, algo que aquella ráfaga verde no otorgaba jamás.
Adrien, era obvio, tenía además demasiado odio en su interior. El maleficio surgió de su varita potente y enceguecedor. Las sombras, a pesar de serle fieles a quien se camuflaba entre ellas, no pudieron evitar danzar felices, celebrando la visión, la dulce muerte, aunque veloz, que aparecía ahí una vez más.
El cuerpo de Asbeel cayó hacia atrás, inmóvil para siempre. Su rostro, sin embargo, seguiría siendo un misterio. Gracias a un complejo encantamiento, si Adrien o Mina intentaban averiguar quién era, lo único que verían, sería el reflejo de ellos mismos, su propio rostro, viendo directamente hacia la muerte.
Re: Corazones sangrientos
Entrecerró los ojos un momento cuando el rayo verde de la maldición de Adrien inundó el lugar, enceguecedor. Solo deseó, con todas sus fuerzas, que el hechizo no fallara, incluso cuando eso supusiera un potencial problema después. No importaba, si se podía terminar con al menos uno de ellos, entonces estaba bien. Miró el cuerpo de Asbeel tirado en el piso, sin vida. No quiso levantarle la capucha, ni asomarse a ver su rostro. Pasó rápidamente la vista a Adrien y le agradeció con un asentimiento.
Tenían que pensar rápido. No soltó el corazón. Lo mantuvo en su mano y todavía enterraba las uñas en él. No se le ocurría nada, absolutamente nada, que los pudiera librar de todo eso. Ella podía mentir, pero Adrien no sabía oclumancia –hasta donde ella sabía –y podrían descubrirlos por eso.
-Voy a mentir. Voy a mentir, mi técnica de oclumancia es…sirve para estos casos. Adrien. Tienes que fingir tu muerte…tienes que irte de aquí…Voy a….ahora vuelvo.
Se remojó los labios y dejó el corazón en la mesa de piedra. Todo tenía que hacerse velozmente, todo tenía que ser rápido. Empezó a hablar demasiado rápido, a soltar ideas. Si no le decía a Adrien lo que pensaba antes de moverse, seguramente desconfiaría.
-Tengo una multijugos, la usaremos en este cadáver con un cabello tuyo. Diré que Asbeel te asesinó y que luego intentó matarme también. Yo puedo lidiar con Wardwell, puedo mentir. Ellos me apoyarán, porque confían en mi. Y tú…puedes aprovechar para planear ese viaje. Y....
Y nada, no podían quedarse platicando. No podían ultimar detalles en ese momento. Había que moverse. Volvió a pasarse la lengua por los labios, los sentía resecos otra vez. Su corazón iba a toda velocidad.
-Volveré. No tardo. Vamos a ganar esto, ¿ok?
Y desapareció, para ir a la habitación en su fraternidad y sacar de su baúl la multijugos que una vez había comprado acompañada de Cherry mientras hacían el tonto en la tienda de pociones y luego volver al sótano, esperando que Adrien se encontrara ahí todavía, y que estuviera de acuerdo.
No podían enfrentarse aún a que los dos abandonaran ese sitio al mismo tiempo. Aún tenían que saber qué planes tendrían los Venerables, qué sucedería a continuación, cómo intentarían acallar la revolución. Tenían que seguir apostando a lo más alto, todo el tiempo.
Tenían que pensar rápido. No soltó el corazón. Lo mantuvo en su mano y todavía enterraba las uñas en él. No se le ocurría nada, absolutamente nada, que los pudiera librar de todo eso. Ella podía mentir, pero Adrien no sabía oclumancia –hasta donde ella sabía –y podrían descubrirlos por eso.
-Voy a mentir. Voy a mentir, mi técnica de oclumancia es…sirve para estos casos. Adrien. Tienes que fingir tu muerte…tienes que irte de aquí…Voy a….ahora vuelvo.
Se remojó los labios y dejó el corazón en la mesa de piedra. Todo tenía que hacerse velozmente, todo tenía que ser rápido. Empezó a hablar demasiado rápido, a soltar ideas. Si no le decía a Adrien lo que pensaba antes de moverse, seguramente desconfiaría.
-Tengo una multijugos, la usaremos en este cadáver con un cabello tuyo. Diré que Asbeel te asesinó y que luego intentó matarme también. Yo puedo lidiar con Wardwell, puedo mentir. Ellos me apoyarán, porque confían en mi. Y tú…puedes aprovechar para planear ese viaje. Y....
Y nada, no podían quedarse platicando. No podían ultimar detalles en ese momento. Había que moverse. Volvió a pasarse la lengua por los labios, los sentía resecos otra vez. Su corazón iba a toda velocidad.
-Volveré. No tardo. Vamos a ganar esto, ¿ok?
Y desapareció, para ir a la habitación en su fraternidad y sacar de su baúl la multijugos que una vez había comprado acompañada de Cherry mientras hacían el tonto en la tienda de pociones y luego volver al sótano, esperando que Adrien se encontrara ahí todavía, y que estuviera de acuerdo.
No podían enfrentarse aún a que los dos abandonaran ese sitio al mismo tiempo. Aún tenían que saber qué planes tendrían los Venerables, qué sucedería a continuación, cómo intentarían acallar la revolución. Tenían que seguir apostando a lo más alto, todo el tiempo.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Corazones sangrientos
Adrien no titubeo ni un segundo al momento de lanzar el hechizo, conocía las palabras y tenía el suficiente odio en su corazón como para saber que era lo que quería. Quería terminar con todos y cada uno de los miembros de la secta, Asbeel era solamente un pequeño peldaño en su venganza. La saboreo, la saboreo hasta el ultimo segundo en que vio el cuerpo del hombre caer hacia atrás y chocar contra las baldosas del suelo. No había sangre, no había nada más que un cuerpo sin vida ahí frente a ellos. La mano le escocía, como si un puñado de electricidad hubiera pasado por ella.
Estaba muerto, tenían que actuar rápidamente. Pensó en muchos escenarios igual que Wilhelmina, pero él no habló. Pensó en huir de ese lugar con todo y el libro de hechizos pero él podía escapar sin ser encontrado, ella no. El problema era que Wilhelmina no podía esconderse y él no podía hacer nada por mentir, en cualquier momento podrían ver en su mente y todo estaba acabado.
Cuando Wilhelmina empezó a hablar Adrien pensó por unos momentos que estaba poniéndose histérica, tuvo que sostenerla de los brazos con fuerza para que le explicara que pensaba hacer con el cadáver, con todo. Luego asintió, pero no podían arriesgarse.
Tráela rápido
Esperó a que Wilhelmina trajera las cosas y comenzó a preparar los símbolos para el ritual y traer de vuelta por segundos a la niña. Sin embargo mientras estaba trazandolos sintió como un hechizo le pegaba directamente en el pecho, un sectusempra que había rasgado su piel. Alguien había herido a Crawford.
Estaba muerto, tenían que actuar rápidamente. Pensó en muchos escenarios igual que Wilhelmina, pero él no habló. Pensó en huir de ese lugar con todo y el libro de hechizos pero él podía escapar sin ser encontrado, ella no. El problema era que Wilhelmina no podía esconderse y él no podía hacer nada por mentir, en cualquier momento podrían ver en su mente y todo estaba acabado.
Cuando Wilhelmina empezó a hablar Adrien pensó por unos momentos que estaba poniéndose histérica, tuvo que sostenerla de los brazos con fuerza para que le explicara que pensaba hacer con el cadáver, con todo. Luego asintió, pero no podían arriesgarse.
Tráela rápido
Esperó a que Wilhelmina trajera las cosas y comenzó a preparar los símbolos para el ritual y traer de vuelta por segundos a la niña. Sin embargo mientras estaba trazandolos sintió como un hechizo le pegaba directamente en el pecho, un sectusempra que había rasgado su piel. Alguien había herido a Crawford.
Última edición por Adrien Morgan el Jue 17 Sep - 20:47, editado 1 vez
- Adrien Morgan
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Re: Corazones sangrientos
Dejó la multijugos sobre el piso, iba a ofrecerle ayuda a Adrien con los símbolos pero prefirió que los hiciera él solo, pues no podía haber ni medio error y ella era considerablemente más inexperta en ciertas cosas, como esa. Pero cuando Adrien los estaba trazando, de pronto comenzó a sangrar, de la nada, de una herida profunda. Por supuesto, Mina se asustó mucho. Por un momento creyó que los habían descubierto, que les esperaba lo peor. Se llevó una mano al vientre asustada y temblorosa pensando que en cualquier momento se lo rasgaran y terminaran no solo con su vida, sino de los bebés dentro de ella. Pero no llegó el impacto.
-Adrien…¿qué pasa?
Claro que estaba histérica. Si no lo había estado hasta ese momento, ahora sí que se sentía completamente mal. Pero reunió todas las fuerzas que tenía, se arrodilló al lado de Adrien, del lado contrario a donde estaban los símbolos y conjuró hacia él un vulnera sanentur para intentar cerrar las heridas. No parecía la maldición de la bestia, sino un sectusempra bien conjurado. Sin saber que había sido causa de su padre y que en realidad, el efecto había sido originalmente para Jesse.
-¿Estás bien? ¿Cuántas heridas tienes?
Sentía que el tiempo pasaba demasiado rápido, que las cosas estaban yéndoseles de las manos porque esos segundos eran preciosos. Pero no podía no preocuparse por Adrien, no podía ser indolente ni mucho menos, a pesar de todo lo que había pasado. Adrien también lo estaba arriesgando todo y Mina ni siquiera alcanzaba a comprender hasta qué tanto. Le pasó una mano por el cabello con delicadeza, solo para robarse unos cuantos y meterlos en la multijugos, que se convirtió en un denso líquido color negro carbón.
-Dime qué hacer.
-Adrien…¿qué pasa?
Claro que estaba histérica. Si no lo había estado hasta ese momento, ahora sí que se sentía completamente mal. Pero reunió todas las fuerzas que tenía, se arrodilló al lado de Adrien, del lado contrario a donde estaban los símbolos y conjuró hacia él un vulnera sanentur para intentar cerrar las heridas. No parecía la maldición de la bestia, sino un sectusempra bien conjurado. Sin saber que había sido causa de su padre y que en realidad, el efecto había sido originalmente para Jesse.
-¿Estás bien? ¿Cuántas heridas tienes?
Sentía que el tiempo pasaba demasiado rápido, que las cosas estaban yéndoseles de las manos porque esos segundos eran preciosos. Pero no podía no preocuparse por Adrien, no podía ser indolente ni mucho menos, a pesar de todo lo que había pasado. Adrien también lo estaba arriesgando todo y Mina ni siquiera alcanzaba a comprender hasta qué tanto. Le pasó una mano por el cabello con delicadeza, solo para robarse unos cuantos y meterlos en la multijugos, que se convirtió en un denso líquido color negro carbón.
-Dime qué hacer.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Corazones sangrientos
No se dio cuenta cuando Wilhelmina regresó al lugar por que estaba realmente concentrado trazando eso lo más rapido posible. Sabía que no tenían tiempo que perder, que eventualmente alguien se daría cuenta que Asbeel no termino lo que fuera que lo hubiesen mandado a hacer. Los segundos eran importantes en esos momentos y no podía distraerse con nada, no tendrían tiempo de repetirlo si es que salía mal. Los simbolos estaban casi listos cuando él se dejó caer al suelo apretando su pecho, sintiendo el calor de su propia sangre sobre la tela de su camisa.
Contrario de Wilhelmina él sabía perfectamente de donde venía esa sangre, alguien había conjurado un hechizo a Crawford y seguramente no sería el ultimo mientras él permaneciera en la linea de fuego. Le entregó un cuenco a Wilhelmina ahí en el suelo, tenía que terminar los símbolos y el hechizo.
Es la maldición del escudo, le hicieron daño a alguien - No le dijo que a Crawford por que no quería que se descontrolara, seguramente pensaría que era a Marcellus o algo así. Afortunadamente Wilhelmina actuó rápido conjurandole el contra hechizo, su respiración estaba agitada cuando se puso de pie nuevamente y terminó de trazar los símbolos utilizando su propia sangre que aun goteaba de sus manos para activarlos.
Sujeta el cadáver, no tienen un buen despertar - Y rápidamente fue hacia el libro para buscar el hechizo, las sombras ahora estaban sobre él, no atacándolo si no reconociéndolo como el Venerable que era. Ayudandole. Comenzó a pronunciar las palabras que hacían hueco en aquel lugar de muerte y esperó a que Wilhelmina le diera la poción a la niña.
Contrario de Wilhelmina él sabía perfectamente de donde venía esa sangre, alguien había conjurado un hechizo a Crawford y seguramente no sería el ultimo mientras él permaneciera en la linea de fuego. Le entregó un cuenco a Wilhelmina ahí en el suelo, tenía que terminar los símbolos y el hechizo.
Es la maldición del escudo, le hicieron daño a alguien - No le dijo que a Crawford por que no quería que se descontrolara, seguramente pensaría que era a Marcellus o algo así. Afortunadamente Wilhelmina actuó rápido conjurandole el contra hechizo, su respiración estaba agitada cuando se puso de pie nuevamente y terminó de trazar los símbolos utilizando su propia sangre que aun goteaba de sus manos para activarlos.
Sujeta el cadáver, no tienen un buen despertar - Y rápidamente fue hacia el libro para buscar el hechizo, las sombras ahora estaban sobre él, no atacándolo si no reconociéndolo como el Venerable que era. Ayudandole. Comenzó a pronunciar las palabras que hacían hueco en aquel lugar de muerte y esperó a que Wilhelmina le diera la poción a la niña.
- Adrien Morgan
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Re: Corazones sangrientos
Claro, pensó que le habían hecho daño a Marcellus, no a Jesse. Pero se preocupó porque ¿quién? Si algunos rebeldes sabían quién era y por otro lado, los del otro bando no tenían nada contra él. ¿Qué diablos? Por supuesto que no se le iba a pasar por la cabeza que era Jesse quien tenía el escudo. Tomó el cuenco, la poción y se acercó al cadáver sobre la mesa de piedra. Todavía sentía el corazón desbocado y un sudor frío le recorrió la nuca.
Sujetó el cadáver como él se lo decía. Podía ver que el lugar se hacía aún más lúgubre y oscuro que antes, que empezaba a hacer demasiado calor y que el techo se llenaba de un extraño líquido oscuro que goteaba. Enfocó la mirada ansiosa en Adrien, en las sombras que lo cubrían y en las palabras que pronunciaba ayudándose del libro.
Sintió que los hombros de la niña se calentaban demasiado bajo sus manos, como si quemaran, pero no la soltó, ni siquiera cuando despertó de nuevo con un grito aterrador, animado por fuerzas que iban más allá de todo lo que existía en la tierra. El corazón destrozado yacía en donde ella lo había dejado y sin embargo, la niña estaba realmente viva. Intentó luchar contra el agarre de Wilhelmina mientras seguía gritando, histérica, pero no parecía realmente tener consciencia de nada más que del dolor de su cuerpo abierto y sangrante.
Tomó la poción con cuidado y la obligó a que se la bebiera. Todo caótico, violento, hecho con apuro. Cuando la niña empezó a transformarse en Adrien –un Adrien con el pecho abierto, completamente fuera de sí, que gritaba con una voz demasiado aguada y cuya visión era realmente aterradora- Mina lo siguió sosteniendo hasta que el cuerpo volvió a perder la vida de nuevo, poco a poco, gracias a un ritual eficiente. El cuerpo nunca volvería a ser el de esa niña, ni siquiera una muerte digna.
-Vete, yo esperaré aquí a los Venerables.
Le dijo, como si apenas hubiera respirado luego de mucho tiempo. Todavía tenía cosas que hacer, como lanzar la maldición imperdonable con su varita por si la revisaban, como esconder los rastros de ese nuevo ritual.
-¿Estarás bien? Si la maldición del escudo vuelve a activarse…
Sujetó el cadáver como él se lo decía. Podía ver que el lugar se hacía aún más lúgubre y oscuro que antes, que empezaba a hacer demasiado calor y que el techo se llenaba de un extraño líquido oscuro que goteaba. Enfocó la mirada ansiosa en Adrien, en las sombras que lo cubrían y en las palabras que pronunciaba ayudándose del libro.
Sintió que los hombros de la niña se calentaban demasiado bajo sus manos, como si quemaran, pero no la soltó, ni siquiera cuando despertó de nuevo con un grito aterrador, animado por fuerzas que iban más allá de todo lo que existía en la tierra. El corazón destrozado yacía en donde ella lo había dejado y sin embargo, la niña estaba realmente viva. Intentó luchar contra el agarre de Wilhelmina mientras seguía gritando, histérica, pero no parecía realmente tener consciencia de nada más que del dolor de su cuerpo abierto y sangrante.
Tomó la poción con cuidado y la obligó a que se la bebiera. Todo caótico, violento, hecho con apuro. Cuando la niña empezó a transformarse en Adrien –un Adrien con el pecho abierto, completamente fuera de sí, que gritaba con una voz demasiado aguada y cuya visión era realmente aterradora- Mina lo siguió sosteniendo hasta que el cuerpo volvió a perder la vida de nuevo, poco a poco, gracias a un ritual eficiente. El cuerpo nunca volvería a ser el de esa niña, ni siquiera una muerte digna.
-Vete, yo esperaré aquí a los Venerables.
Le dijo, como si apenas hubiera respirado luego de mucho tiempo. Todavía tenía cosas que hacer, como lanzar la maldición imperdonable con su varita por si la revisaban, como esconder los rastros de ese nuevo ritual.
-¿Estarás bien? Si la maldición del escudo vuelve a activarse…
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Corazones sangrientos
Adrien se había recargado sobre una de las paredes, entre las sombras que danzaban hambrientas como si fueran criaturas olfateando su sangre. Permaneció en silencio mientras Wilhelmina recitaba aquel ritual que traería de vuelta a la niña, por supuesto no era como el que habían hecho ellos, aquella era magia menor por la persona que la convocaba y por que la ofrenda de sangre tampoco había sido igual.
Los gritos de la niña resonaban en las paredes, él estaba ansioso. Se puso de pie inmediatamente después que el cuerpo de la niña comenzara a cambiar y antes de darse cuenta ya estaba frente al altar observando una réplica exacta de él mismo con el pecho abierto. Una imagen que seguramente se quedaría grabada para siempre en su memoria, como si fuera un mal presagio del futuro que le esperaba si su plan no marchaba como creían. Le estaba dando toda su confianza a Wilhelmina, tenían un pacto que estaba seguro debía respetar.
Si la maldición del escudo vuelve a activarse sabrás que le he salvado la vida a Crawford. Confió en ustedes.-Después de eso Adrien tomó un poco de sangre del cuerpo entre sus manos y con su varita comenzó a conjurar una maldición, aun que esta era diferente a las otras. Su cuerpo comenzó a hacerse pequeño y poco a poco se fue convirtiendo en la niña que antes habían matado. Eso le serviría por el momento. Quedo solamente con la camisa que tenía puesta, manchada de sangre por supuesto.
Ponle mis ropas al cadáver, búscame en Manhattan cuando sea prudente. – Luego de eso desapareció dejando atrás la oscuridad con él.
Los gritos de la niña resonaban en las paredes, él estaba ansioso. Se puso de pie inmediatamente después que el cuerpo de la niña comenzara a cambiar y antes de darse cuenta ya estaba frente al altar observando una réplica exacta de él mismo con el pecho abierto. Una imagen que seguramente se quedaría grabada para siempre en su memoria, como si fuera un mal presagio del futuro que le esperaba si su plan no marchaba como creían. Le estaba dando toda su confianza a Wilhelmina, tenían un pacto que estaba seguro debía respetar.
Si la maldición del escudo vuelve a activarse sabrás que le he salvado la vida a Crawford. Confió en ustedes.-Después de eso Adrien tomó un poco de sangre del cuerpo entre sus manos y con su varita comenzó a conjurar una maldición, aun que esta era diferente a las otras. Su cuerpo comenzó a hacerse pequeño y poco a poco se fue convirtiendo en la niña que antes habían matado. Eso le serviría por el momento. Quedo solamente con la camisa que tenía puesta, manchada de sangre por supuesto.
Ponle mis ropas al cadáver, búscame en Manhattan cuando sea prudente. – Luego de eso desapareció dejando atrás la oscuridad con él.
- Adrien Morgan
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Re: Corazones sangrientos
Se quedó de piedra cuando le dijo lo de la maldición del escudo, que la tenía sobre Jesse. Por un lado porque no podía creer que Adrien hiciera algo así tan desinteresadamente y por el otro, porque haberlo visto sangrar así significaba que Jesse había sido duramente atacado. Se mordió el labio inferior.
-Gracias Adrien. Muchas gracias. No te defraudaremos.
Le dijo mientras lo seguía con la mirada y veía cómo hacía una de las maldiciones de ahí. Desvió la vista cuando comenzó a convertirse en la niña porque era demasiado perturbador. Y de hecho, le costó sostenerle la mirada cuando habló con esa voz infantil con un tono afectado que ningún niño realmente podría tener.
-Sí, ve.
En cuanto vio a la chiquilla desaparecer y se le quitó esa sensación de escalofrío de los brazos, se apresuró a ponerle la ropa de Adrien al cadáver y después se quedó sentada en un rincón del sótano. Estresada como nunca, pero segura de lo que estaba haciendo. Las manos le temblaban, se las pasó por el cabello, manchándoselo de sangre en el proceso. Desvió la vista al cadáver de Asbeel y luego al falso cadáver de Adrien. No importaba que la vieran afectada, según la escena que ya estaba forjando en su mente para engañar a Auberon y su legeremancia, no era para menos que estuviera en ese estado.
-Gracias Adrien. Muchas gracias. No te defraudaremos.
Le dijo mientras lo seguía con la mirada y veía cómo hacía una de las maldiciones de ahí. Desvió la vista cuando comenzó a convertirse en la niña porque era demasiado perturbador. Y de hecho, le costó sostenerle la mirada cuando habló con esa voz infantil con un tono afectado que ningún niño realmente podría tener.
-Sí, ve.
En cuanto vio a la chiquilla desaparecer y se le quitó esa sensación de escalofrío de los brazos, se apresuró a ponerle la ropa de Adrien al cadáver y después se quedó sentada en un rincón del sótano. Estresada como nunca, pero segura de lo que estaba haciendo. Las manos le temblaban, se las pasó por el cabello, manchándoselo de sangre en el proceso. Desvió la vista al cadáver de Asbeel y luego al falso cadáver de Adrien. No importaba que la vieran afectada, según la escena que ya estaba forjando en su mente para engañar a Auberon y su legeremancia, no era para menos que estuviera en ese estado.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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