Full Moon
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Full Moon
La luna entraba por la ventana del club de Ajedrez anunciando cerca de la media noche, desde que él era el presidente de dicho club dos cosas habían pasado: Julisa había renunciado y él se quedaba mucho más tiempo del necesario ahí, a veces ni siquiera con compañeros de juego, de hecho pocas veces se quedaba jugando ya, porque su tablero, el que todo el mundo sabía era su preferido, había desaparecido, nadie le había preguntado donde estaba y aun que lo hubieran hecho él no les hubiera respondido. Se quedaba solamente leyendo la mayoría de las veces, eso o acomodando piezas de juego que los otros miembros habían utilizado en el día, otras veces haciendo trabajos o distrayendo su mente en lo que daba la hora para ir a sus prácticas nocturnas con Murphy en la morgue.
Esa noche específicamente estaba ahí sentado, con un libro de virus mágicos recién descubiertos, repasando algunas señas características de los mismos. Sus ojos azul profundo, estaban fijos sobre los márgenes del libro, el lugar estaba iluminado por supuesto, aun que comenzaba a molestarle un poco la luz del exterior. Se levantó a cerrar las cortinas, ya casi era hora de que recogiera sus cosas para retirarse igualmente.
Alzó su varita al aire y con una fluorita hizo que los cordones que sostenían el satín de las telas blancas y negras de las ventanas fueran cerrándose una a una; a veces le parecía algo tedioso tener que hacerse cargo de las cosas con relación al club de Ajedrez, en especial desde que Julisa, quién le ayudaba a regañadientes la mayoría de las veces, no estaba más. No se había planteado la idea de dejar el club, más porque no quería que ella pensara que le afectaba de alguna manera, en lo absoluto. No, tenía que dejar de pensar en ella con esa obsesión casi desmedida.
Cuando el lugar quedo cubierto de la luz exterior y solo iluminado por las lámparas de las mesas, Adrien casi escucho unas risas diabólicas en el viento y el chirriar de dientes puntiagudos, sostuvo su varita con fuerza y apretó la mandíbula en un gesto duro, no le gustaba que esas criaturas invisibles para el mundo lo anduvieran rondando. Sin embargo la sensación de pesadumbre que tenia sobre los hombros se desapareció casi de manera inmediata cuando escucho a alguien tocar la puerta. ¿Qué diablos?
Abrió la puerta del salón de Ajedrez y se encontró con un par de ojos conocidos, la identificación le vino a la mente casi de inmediato: Laise Den Adel, Epsilon Alpha Chi, cuarto curso.
¿Qué sucede? El club está cerrado desde las nueve… – Le dijo algo sorprendido, no la había invitado a pasar, pero tampoco le importaría si ella decidía hacerlo.
Esa noche específicamente estaba ahí sentado, con un libro de virus mágicos recién descubiertos, repasando algunas señas características de los mismos. Sus ojos azul profundo, estaban fijos sobre los márgenes del libro, el lugar estaba iluminado por supuesto, aun que comenzaba a molestarle un poco la luz del exterior. Se levantó a cerrar las cortinas, ya casi era hora de que recogiera sus cosas para retirarse igualmente.
Alzó su varita al aire y con una fluorita hizo que los cordones que sostenían el satín de las telas blancas y negras de las ventanas fueran cerrándose una a una; a veces le parecía algo tedioso tener que hacerse cargo de las cosas con relación al club de Ajedrez, en especial desde que Julisa, quién le ayudaba a regañadientes la mayoría de las veces, no estaba más. No se había planteado la idea de dejar el club, más porque no quería que ella pensara que le afectaba de alguna manera, en lo absoluto. No, tenía que dejar de pensar en ella con esa obsesión casi desmedida.
Cuando el lugar quedo cubierto de la luz exterior y solo iluminado por las lámparas de las mesas, Adrien casi escucho unas risas diabólicas en el viento y el chirriar de dientes puntiagudos, sostuvo su varita con fuerza y apretó la mandíbula en un gesto duro, no le gustaba que esas criaturas invisibles para el mundo lo anduvieran rondando. Sin embargo la sensación de pesadumbre que tenia sobre los hombros se desapareció casi de manera inmediata cuando escucho a alguien tocar la puerta. ¿Qué diablos?
Abrió la puerta del salón de Ajedrez y se encontró con un par de ojos conocidos, la identificación le vino a la mente casi de inmediato: Laise Den Adel, Epsilon Alpha Chi, cuarto curso.
¿Qué sucede? El club está cerrado desde las nueve… – Le dijo algo sorprendido, no la había invitado a pasar, pero tampoco le importaría si ella decidía hacerlo.
- Adrien Morgan
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Re: Full Moon
La forma de trabajar de Laise era bastante similar a la de un reloj, todo a sus horas, con buen ritmo y sin ningún desfase previsto. Odiaba hacer cambios de última hora y sin previsión, tenía esa obsesión por mantener el control todo asu alrededor que en varias ocasiones olvidaba algunas pertenencias en lugares varios, justamente el libro que estaba leyendo para estudiar, "Lex Populi Magicarem" se le había olvidado en el club de ajedrez esa tarde y no se había dado cuenta hasta justamente la hora en la que ya se iba a la cama.
Laise salió de su dormitorio vestida con una bata de seda, que dejaba poco a la imaginación, pensaba que no habría nadie en el lugar, así que no vió problema en ir así por su libro antes de que algún profesor la viera. La Luna estaba en lo alto del oscuro cielo demostrando su grandeza e iluminando los pasos de la alemana, se tardó algunos minutos en llegar y escuchó movimiento dentro del club, no traía su varita consigo, la había olvidado con la premura de venir por el libro, atemorizada tocó ligeramente la puerta y alguien le abrió por dentro: Adrien Morgan.
-Si, disculpame, Adrien. Sucede que olvidé un libro aquí en la tarde y vine a recogerlo- Algo había raro en Adrien, lucía diferente, algo le pasaba pero Laise no sabía a ciencia cierta si preguntarle o no, se llevaban bien dentro de lo que cabe pero si tenía algún apuro personal dudada que el joven Delta le dijera que pasaba por su cabeza. Sin embargo quedó enganchada de sus ojos azules, justamente esa noche tenían algo que ella no lograba decifrar.
Laise salió de su dormitorio vestida con una bata de seda, que dejaba poco a la imaginación, pensaba que no habría nadie en el lugar, así que no vió problema en ir así por su libro antes de que algún profesor la viera. La Luna estaba en lo alto del oscuro cielo demostrando su grandeza e iluminando los pasos de la alemana, se tardó algunos minutos en llegar y escuchó movimiento dentro del club, no traía su varita consigo, la había olvidado con la premura de venir por el libro, atemorizada tocó ligeramente la puerta y alguien le abrió por dentro: Adrien Morgan.
-Si, disculpame, Adrien. Sucede que olvidé un libro aquí en la tarde y vine a recogerlo- Algo había raro en Adrien, lucía diferente, algo le pasaba pero Laise no sabía a ciencia cierta si preguntarle o no, se llevaban bien dentro de lo que cabe pero si tenía algún apuro personal dudada que el joven Delta le dijera que pasaba por su cabeza. Sin embargo quedó enganchada de sus ojos azules, justamente esa noche tenían algo que ella no lograba decifrar.
Última edición por Laise Den Adel el Sáb 7 Sep - 1:35, editado 1 vez
- Laise Den Adel
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Re: Full Moon
Había personas en el campus de la universidad que definitivamente, de no ser por el club de Ajedrez adrien no conocería y/o trataría, Laise Den Adel era una de ellas, no porque no le cayera bien, al contrario, siempre le había parecido una persona muy agradable, pero sentía que a veces, fuera del ajedrez, no tenían nada en común, ni siquiera para poder sostener una conversación casual, lo cual a él de por si no se le daba nada bien, nunca había sido una persona muy abierta o sociable, a excepción de cuando le pedían asesorías de alguna materia de tronco común o en el Ajedrez.
Verla a esas horas le pareció extraño, de hecho pensó que tal vez algo estaba ocurriendo, nadie andaba así porque si en una bata de dormir por gusto en medio de la oscuridad de la escuela, pero de igual manera, él tampoco conocía mucho a la chica. Tras explicar que se había dejado un libro ahí dentro, Adrien frunció el entrecejo, de ser otra persona le habría cerrado la puerta en la cara y le habría dicho que volviera al día siguiente, esas no eran horas para andar buscando libros en el recién acomodado salón, pero él entre todas las personas comprendía la necesidad de tener todo en orden, ese trastorno obsesivo con el control de las cosas.
Esta bien, puedes pasar pero te advierto, estuve recogiendo las cosas en el salón y estoy seguro que no hay ningún libro aquí, tal vez lo dejaste en otro lado o qué se yo. – Trató de no sonar desagradable, tampoco era su intención desquitarse con la joven que hasta eso, se veía preocupada. Le abrió la puerta para que se adelantara y cerrar la puerta tras ella, obviamente observo su cuerpo, tendría que estar ciego para no prestarle atención a la forma en que la tela se ajustaba a las caderas de la chica y el leve contoneo al caminar. Aspiro profundamente y levantó la mirada al cielo, ¿por qué le pasaba eso?.
¿Recuerdas donde lo dejaste? ¿Qué clase de libro era? … – Trato de dejar de pensar en tonterías, se quito los lentes de lectura que tenia y los puso en el bolsillo de su camisa, para la hora que era él se veía fresco y vestido muy correctamente, camisa blanca y pantalón de vestir casual, siempre parecía ser muy correcto y algo estricto consigo mismo en la impresión que le daba a las personas a su alrededor.
Verla a esas horas le pareció extraño, de hecho pensó que tal vez algo estaba ocurriendo, nadie andaba así porque si en una bata de dormir por gusto en medio de la oscuridad de la escuela, pero de igual manera, él tampoco conocía mucho a la chica. Tras explicar que se había dejado un libro ahí dentro, Adrien frunció el entrecejo, de ser otra persona le habría cerrado la puerta en la cara y le habría dicho que volviera al día siguiente, esas no eran horas para andar buscando libros en el recién acomodado salón, pero él entre todas las personas comprendía la necesidad de tener todo en orden, ese trastorno obsesivo con el control de las cosas.
Esta bien, puedes pasar pero te advierto, estuve recogiendo las cosas en el salón y estoy seguro que no hay ningún libro aquí, tal vez lo dejaste en otro lado o qué se yo. – Trató de no sonar desagradable, tampoco era su intención desquitarse con la joven que hasta eso, se veía preocupada. Le abrió la puerta para que se adelantara y cerrar la puerta tras ella, obviamente observo su cuerpo, tendría que estar ciego para no prestarle atención a la forma en que la tela se ajustaba a las caderas de la chica y el leve contoneo al caminar. Aspiro profundamente y levantó la mirada al cielo, ¿por qué le pasaba eso?.
¿Recuerdas donde lo dejaste? ¿Qué clase de libro era? … – Trato de dejar de pensar en tonterías, se quito los lentes de lectura que tenia y los puso en el bolsillo de su camisa, para la hora que era él se veía fresco y vestido muy correctamente, camisa blanca y pantalón de vestir casual, siempre parecía ser muy correcto y algo estricto consigo mismo en la impresión que le daba a las personas a su alrededor.
- Adrien Morgan
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Re: Full Moon
Trataba de no molestar demasiado a Adrien, tenía fama de ser un poco hosco con las personas que no fueran de su agrado, Laise se contaba entre las pocas que podían hablarle tranquilamente sin que este fuera grosero. Se alegró de que fuera así y comenzó a buscar despacio su libro, según la última vez que lo vió, recordó haberlo visto estaba encima de un tablero bastante viejo de ajedrez. El material de dicho tablero era muy peculiar, estaba hecho de madera de encino y las piezas estaban labradas a manos, eran un conjunto muy bello…AH! Ya había recordado donde lo había puesto pero ya que el salón lucía ordenado diferente de cómo recordaba, tal vez la persona que acomodó todo sabría el lugar exacto en el que ahora se encontraba dicho libro. Dudó en preguntarle al joven si este lo había movido de lugar, se mordió el labio inferior un momento y por fin se atrevió a abrir la boca.
-Ya recordé donde estaba, había un viejo tablero de encino justo debajo de él, pero no lo ubicó ahora ¿Sabes donde está?- Preguntó con voz baja y clavando su mirada con la de el chico, no se había percatado que el azul de sus ojos era muy brillante y a la vez profundo, tenía una mirada bastante enigmática e interesante y ahora el serio y hosco Adrien Morgan le parecía increíblemente atractivo. Laise sonrió para sí, ruborizándose por haber hecho notar ese detalle de Adrien y continuó buscando el motivo de su estancia en el club. De pronto, el viento abrió las ventanas de golpe, dejando correr el poderoso aire, moviendo las cortinas bruscamente de adelante hacia atrás y haciendo que el listón que amarraba la bata de Laise se desamarrára y y dejara ver la silueta de su cintura y un poco más de sus firmes pechos debajo de su ceñida ropa interior. Rápidamente y absolutamente apenada le dio la espalda al joven para que ya no la viera, aunque sabía que ya había sido muy tarde.
-Disculpame, Adrien, no quise…el viento desabrochó el listón…yo…lo siento…- balbuceaba llena de vergüenza, necesitaba encontrar el condenado libro y largarse de ahí, no quería darle una mala impresión al joven Nu Delta Pi aunque para su pesar, ya era demasiado tarde. ¿A quien se le ocurría caminar de noche por el campus en paños menores? A nadie en su sano juicio solo que Laise no pensó en ningún momento que el aire le jugara una muy mala broma.
-Ya recordé donde estaba, había un viejo tablero de encino justo debajo de él, pero no lo ubicó ahora ¿Sabes donde está?- Preguntó con voz baja y clavando su mirada con la de el chico, no se había percatado que el azul de sus ojos era muy brillante y a la vez profundo, tenía una mirada bastante enigmática e interesante y ahora el serio y hosco Adrien Morgan le parecía increíblemente atractivo. Laise sonrió para sí, ruborizándose por haber hecho notar ese detalle de Adrien y continuó buscando el motivo de su estancia en el club. De pronto, el viento abrió las ventanas de golpe, dejando correr el poderoso aire, moviendo las cortinas bruscamente de adelante hacia atrás y haciendo que el listón que amarraba la bata de Laise se desamarrára y y dejara ver la silueta de su cintura y un poco más de sus firmes pechos debajo de su ceñida ropa interior. Rápidamente y absolutamente apenada le dio la espalda al joven para que ya no la viera, aunque sabía que ya había sido muy tarde.
-Disculpame, Adrien, no quise…el viento desabrochó el listón…yo…lo siento…- balbuceaba llena de vergüenza, necesitaba encontrar el condenado libro y largarse de ahí, no quería darle una mala impresión al joven Nu Delta Pi aunque para su pesar, ya era demasiado tarde. ¿A quien se le ocurría caminar de noche por el campus en paños menores? A nadie en su sano juicio solo que Laise no pensó en ningún momento que el aire le jugara una muy mala broma.
- Laise Den Adel
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Re: Full Moon
Adrien puso una cara de evidente disgusto cuando ella comenzó a buscar en la habitación, él sabía perfectamente que el libro no estaba ahí porque él no había visto nada fuera de lo normal, aquello comenzaba a exasperarlo, sin embargo cuando ella menciono ese tablero, dudó por unos segundos. ¿Sería su tablero de juego? Porque para él seguía siendo suyo aun que ya estuviera destruido, no, era imposible porque solamente él podía tocar ese tablero y no recordaba haber tenido una partida con ella, además de haber sido así se habría dado cuenta de que había un libro intruso entre sus cosas, no, tal vez solamente estaba exagerando en su reacción por el hecho de que no se podía quitar aquello de la cabeza.
No, me tuve que deshacer de ese tablero porque casi era inservible, pero te juro que no había ningún libro ahí, tal vez en el baúl de las cosas perdidas pueda esta…. - Pero su voz había sido cortada por un viento terrible que había abierto las ventanas de par en par, pudo contemplar frente a él y en una vista casi perfecta la delgada línea que se formaba entre los pechos de Laise, la forma en que la ropa interior hacia con ellos y como se marcaban a través de la tela, tal vez se quedo viéndolos más de lo necesario o lo políticamente correcto, luego con la excusa de la chica, él lanzó un hechizo con su varita para cerrar la ventana.
Luego dirigió su mirada nuevamente hacia ella, estaba viéndola a los ojos mientras ella se sonrojaba, él tenía esa mirada dura, que a pesar de su edad lo hacía ver más adulto, como si tuviera algún control sobre las personas o las cosas, al menos en ese lugar. Le sostuvo la mirada por unos segundos y luego sus ojos fueron hacia sus labios, rojos deseables, sintió como si un nudo se le formara en el estomago, de pronto sintió las ganas de tocar su rostro, sus mejillas, esa piel blanca, suave y lo hizo, llevo una de sus manos hasta ella y paso el pulgar por sus mejillas, como si con eso pudiera borrar el rubor que se había formado en ellas.
Este bien no tienes por qué preocuparte… – Su voz era apenas un susurro, sentía el cosquilleo de su mano con el calor de la piel de Laise, la misma fue hasta sus labios rozándolos suavemente con la yema de su pulgar, luego fue hasta su cuello recorriendo un sendero sinuoso hasta ubicarse en uno de sus hombros. Sus ojos se habían posicionado en su pecho y en el subir y bajar del mismo con la respiración de la chica, sin darse cuenta estaba muy cerca de ella, tanto que podía tocar la seda de su bata de noche con la otra mano. Había una tensión casi electrizante en el ambiente, Adrien se acerco a ella, más bien a su oído haciéndole sentir el calor de su aliento sobre la piel, puso una media sonrisa en los labios. - Voy a buscar tu libro…
No, me tuve que deshacer de ese tablero porque casi era inservible, pero te juro que no había ningún libro ahí, tal vez en el baúl de las cosas perdidas pueda esta…. - Pero su voz había sido cortada por un viento terrible que había abierto las ventanas de par en par, pudo contemplar frente a él y en una vista casi perfecta la delgada línea que se formaba entre los pechos de Laise, la forma en que la ropa interior hacia con ellos y como se marcaban a través de la tela, tal vez se quedo viéndolos más de lo necesario o lo políticamente correcto, luego con la excusa de la chica, él lanzó un hechizo con su varita para cerrar la ventana.
Luego dirigió su mirada nuevamente hacia ella, estaba viéndola a los ojos mientras ella se sonrojaba, él tenía esa mirada dura, que a pesar de su edad lo hacía ver más adulto, como si tuviera algún control sobre las personas o las cosas, al menos en ese lugar. Le sostuvo la mirada por unos segundos y luego sus ojos fueron hacia sus labios, rojos deseables, sintió como si un nudo se le formara en el estomago, de pronto sintió las ganas de tocar su rostro, sus mejillas, esa piel blanca, suave y lo hizo, llevo una de sus manos hasta ella y paso el pulgar por sus mejillas, como si con eso pudiera borrar el rubor que se había formado en ellas.
Este bien no tienes por qué preocuparte… – Su voz era apenas un susurro, sentía el cosquilleo de su mano con el calor de la piel de Laise, la misma fue hasta sus labios rozándolos suavemente con la yema de su pulgar, luego fue hasta su cuello recorriendo un sendero sinuoso hasta ubicarse en uno de sus hombros. Sus ojos se habían posicionado en su pecho y en el subir y bajar del mismo con la respiración de la chica, sin darse cuenta estaba muy cerca de ella, tanto que podía tocar la seda de su bata de noche con la otra mano. Había una tensión casi electrizante en el ambiente, Adrien se acerco a ella, más bien a su oído haciéndole sentir el calor de su aliento sobre la piel, puso una media sonrisa en los labios. - Voy a buscar tu libro…
- Adrien Morgan
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Re: Full Moon
Se sentía terriblemente apenada con Adrien, nunca nadie la había visto de esa forma, exhalaba bastante nerviosa mientras seguía buscando con la mirada ese maldito libro. Tal vez él tenía razón, ella simplemente se pudo haber equivocado, quizá lo había olvidado en otro lado pero hasta no estar completamente segura de no estaba ahí, se negaba a buscar en otrora lugar. Sintió un electrizante choque cuando se dio cuenta de que la mano firme de Adrien rozaba sus mejillas, su piel se erizó enteramente, era una sensación muy placentera y Laise no había evitado sentirla en lo absoluto. La voz de Adrien era como un suave susurro que adormecía los sentidos de la alemana ¿Qué rayos estaba pasando ahí? Laise no sabía y por el momento no deseaba saber.
Quedó helada ante el acercamiento de Adrien justo a su lado, su ritmo cardiaco aumentó como si de un caballo desbocado se tratase. Era muy evidente la atracción que sentía Laise por él, es decir, el joven era endemoniadamente atractivo y fuera de los estándares de Laise, era como un exquisito platillo que jamás se daría el gusto de probar ¿o sí?
-Está bien, no es necesario. Tal vez lo dejé en otro lugar…- su voz era cálida y había sido forzada a salir. El aliento del joven cerca de su piel hizo que perdiera la conciencia por algunos segundos, cerró los ojos por instantes y simplemente sucedió…
Su creciente deseo le hizo cometer una locura, al tener a Adrien tan cerca, le tomó por el cuello y simplemente lo besó apasionadamente en los labios. Eran dulces, tan dulces que no lo podría creer, revolvía sus delgadas manos entre el cabello del joven. El labial se corría dejándole a Adrien las marcas de ese intenso beso, de pronto Laise tuvo un atisbo de conciencia y paró en seco la acción.
-Adrien ¿Qué estamos haciendo? – No entendía nada en lo absoluto, solo había ido al club por su libro nada más. Él era su amigo pero le gustaba y no se había percatado de cuanto y ahora le había demostrado cuanto lo hacía. Debería estar demente pues el hombre que más le gustaba era Thomas Chee, pero por extraño que pareciere ella jamás pensó, en ningún momento en el joven navajo mientras besaba Adrien con tanta pasión. ¿curioso no?
Quedó helada ante el acercamiento de Adrien justo a su lado, su ritmo cardiaco aumentó como si de un caballo desbocado se tratase. Era muy evidente la atracción que sentía Laise por él, es decir, el joven era endemoniadamente atractivo y fuera de los estándares de Laise, era como un exquisito platillo que jamás se daría el gusto de probar ¿o sí?
-Está bien, no es necesario. Tal vez lo dejé en otro lugar…- su voz era cálida y había sido forzada a salir. El aliento del joven cerca de su piel hizo que perdiera la conciencia por algunos segundos, cerró los ojos por instantes y simplemente sucedió…
Su creciente deseo le hizo cometer una locura, al tener a Adrien tan cerca, le tomó por el cuello y simplemente lo besó apasionadamente en los labios. Eran dulces, tan dulces que no lo podría creer, revolvía sus delgadas manos entre el cabello del joven. El labial se corría dejándole a Adrien las marcas de ese intenso beso, de pronto Laise tuvo un atisbo de conciencia y paró en seco la acción.
-Adrien ¿Qué estamos haciendo? – No entendía nada en lo absoluto, solo había ido al club por su libro nada más. Él era su amigo pero le gustaba y no se había percatado de cuanto y ahora le había demostrado cuanto lo hacía. Debería estar demente pues el hombre que más le gustaba era Thomas Chee, pero por extraño que pareciere ella jamás pensó, en ningún momento en el joven navajo mientras besaba Adrien con tanta pasión. ¿curioso no?
- Laise Den Adel
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Re: Full Moon
Podría haberse separado de ella después de decirle aquellas palabras al oído, precisamente esa era su intención, solo quería sentir la piel de Laise, su aroma, la cercanía entre ambos. Cuando ella lo tomo por el cuello y lo acerco, él no opuso resistencia, en el momento en que sus labios se encontraron él pudo sentir la suavidad de los de Laise, sus respiraciones se encontraron y pudo sentir ese destello, esa electricidad recorrerle los labios a través de ella, su corazón comenzó a palpitar con fuerza, él estaba sujetándole con una de sus manos el hombro, mientras la otra se posicionaba con fuerza en su estrecha cintura, cuando se separaron para apenas recuperar el aliento, escuchó la voz de Laise como algo distante.
Ella no era su amiga, la conocía y compartía algunas cosas con ella, se portaba educado por las conexiones que su familia tenía y porque su apellido tenía algo de renombre, de ahí en fuera no eran íntimos ni mucho menos, no había algo que arruinar o al menos eso sentía él por que no creía que hubiera algo entre ellos, no sabía absolutamente nada de Laise, pero en esos momentos no le importaba. Sentía una fuerza dentro de él que le pedía más, aquellos labios se habían sentido sobre él como algo necesario, algo que le embriagaba los sentidos y se negó a dejarlos ir así nada más.
Adrien llevo ambas manos a la cintura de Laise y viéndola fijamente a los ojos la aprisiono contra la pared, volvió a unir sus labios en un beso apasionado, largo, de esos que se sienten desde la cabeza hasta la punta de los pies, su respiración se había acelerado y sentía que nada le importaba en esos momentos más que tenerla; la tomó con fuerza por las caderas y la levantó sobre su cintura, sus labios ahora estaban sobre su cuello el cual besaba con deseo, sus dedos enmarcaban los muslos de la joven, estaba perdiendo la cabeza, por ella, por supuesto.
Ella no era su amiga, la conocía y compartía algunas cosas con ella, se portaba educado por las conexiones que su familia tenía y porque su apellido tenía algo de renombre, de ahí en fuera no eran íntimos ni mucho menos, no había algo que arruinar o al menos eso sentía él por que no creía que hubiera algo entre ellos, no sabía absolutamente nada de Laise, pero en esos momentos no le importaba. Sentía una fuerza dentro de él que le pedía más, aquellos labios se habían sentido sobre él como algo necesario, algo que le embriagaba los sentidos y se negó a dejarlos ir así nada más.
Adrien llevo ambas manos a la cintura de Laise y viéndola fijamente a los ojos la aprisiono contra la pared, volvió a unir sus labios en un beso apasionado, largo, de esos que se sienten desde la cabeza hasta la punta de los pies, su respiración se había acelerado y sentía que nada le importaba en esos momentos más que tenerla; la tomó con fuerza por las caderas y la levantó sobre su cintura, sus labios ahora estaban sobre su cuello el cual besaba con deseo, sus dedos enmarcaban los muslos de la joven, estaba perdiendo la cabeza, por ella, por supuesto.
- Adrien Morgan
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Re: Full Moon
Laise fue presa una vez más por el deseo de estar con Adrien, ella jamás había sentido ese torbellino de emociones y sensaciones que el joven castaño le hacía sentir. Soñaba con que algún día “su primera vez” fuera con Thomas, lo soñaba a lo lejano, muy a lo lejano por que sabía que no podría ser. Ahora estaba en el hoy, el presente. Con un hombre cuya vida desconocía fuera de la universidad, estaba con un hombre que muy a pesar de todo la hacía vibrar, la estaba haciendo sentir mujer.
Sintió la dura y fría pared en su espalda, haciéndola erizarse nuevamente mientras los labios de Adrien pasaban lentamente por los suyos haciéndolo extenso e inigualable, aquel beso convergía en algo desconocido para ambos. Laise debía tomar la situación con madurez pues era hora de crecer y no pensar como si de una niña se tratase, no le iba a perdonar esta a Adrien, lo tomaría aunque fuera lo último que hiciera.
Sintió el empujón que hacía este para colocarla en su cintura y Laise se arqueó de puro deseo y continuó besándolo con ahínco. Descubrió sus hombros enteramente dejando ver la pureza de su piel y ese febril aroma que ahora destilaba, pronto bajó su sostén sin desbrochar, dejando ver la firmeza de sus pechos. Se estaba entregando de pies a cabeza a un hombre que jamás se había imaginado. Todo iba suceder ahí y no había nada que pudiese terminar con ese momento.
De un solo golpe, Laise arrancó la camisa de Adrien, dejando ver su bien y firme trabajado abdomen, su sangre hirvió al verle así y simplemente dejó escapar un ligero, casi inaudible gemido de placer mientras pasaba sus gélidas manos sobre su torso.
Sintió la dura y fría pared en su espalda, haciéndola erizarse nuevamente mientras los labios de Adrien pasaban lentamente por los suyos haciéndolo extenso e inigualable, aquel beso convergía en algo desconocido para ambos. Laise debía tomar la situación con madurez pues era hora de crecer y no pensar como si de una niña se tratase, no le iba a perdonar esta a Adrien, lo tomaría aunque fuera lo último que hiciera.
Sintió el empujón que hacía este para colocarla en su cintura y Laise se arqueó de puro deseo y continuó besándolo con ahínco. Descubrió sus hombros enteramente dejando ver la pureza de su piel y ese febril aroma que ahora destilaba, pronto bajó su sostén sin desbrochar, dejando ver la firmeza de sus pechos. Se estaba entregando de pies a cabeza a un hombre que jamás se había imaginado. Todo iba suceder ahí y no había nada que pudiese terminar con ese momento.
De un solo golpe, Laise arrancó la camisa de Adrien, dejando ver su bien y firme trabajado abdomen, su sangre hirvió al verle así y simplemente dejó escapar un ligero, casi inaudible gemido de placer mientras pasaba sus gélidas manos sobre su torso.
- Laise Den Adel
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Re: Full Moon
Por supuesto que esa no era la primera vez que él estaba con una mujer, aun que Laise era por mucho muy diferente a Julisa o Charlotte, porque con ella no tenía ninguna conexión de ningún tipo, solo el deseo por poseerla, por sentir el sabor de su piel sobre los labios y el calor que emanaba de ella, su aroma era casi embriagador, exaltaba sus sentidos llevándolos casi al límite. Llevo las piernas de Laise a sus costados para que se sostuviera de él y así tener las manos libres, para descubrir su piel, su cuerpo.
Volvió a besarla, esta vez mordiéndole el labio inferior, luego su barbilla y el pecho, con sus manos descubrió por fin la suavidad de sus pechos al inicio por sobre el sujetador pero después se había librado de él tan rápido que sus manos corrieron a sujetarlos, se volvía loco con sus formas, la deseaba, quería escucharla gemir de placer, porque él mismo lo estaba disfrutando, la imagen de ella de esa manera sometida frente a él era todo lo que necesitaba para encender su fuero interno. Se llevo uno de sus pechos a los labios, besándolo, pasándolo entre sus dientes mientras su otra mano estaba ya sobre sus bragas, sintiendo su entrepierna, tocándola sin pudor o cuidado.
No le importaba realmente si esa era o no la primera vez que Laise estaba con un hombre, no se había si quiera detenido a pensarlo, tal vez de haberlo hecho habría sido un poco más gentil al momento en que hizo a un lado su ropa interior para tocar directamente su coño húmedo, paso uno de sus dedos primero y luego otro, sentía que cada vez la aprisionaba más entre él y la pared detrás de ellos, pero eso tampoco le importaba. Entonces fue que se alejó lo suficiente de ella como para dejarla que volviera a pisar el suelo, se desabotono el pantalón dejando salir su miembro erecto por la excitación y la puso contra la pared, de espaldas a él, lo hizo rápidamente, hizo aun lado sus bragas para penetrarla en un solo movimiento y se quedo así, sujetándola con fuerza de las caderas y sintiendo su estrecho interior.
Volvió a besarla, esta vez mordiéndole el labio inferior, luego su barbilla y el pecho, con sus manos descubrió por fin la suavidad de sus pechos al inicio por sobre el sujetador pero después se había librado de él tan rápido que sus manos corrieron a sujetarlos, se volvía loco con sus formas, la deseaba, quería escucharla gemir de placer, porque él mismo lo estaba disfrutando, la imagen de ella de esa manera sometida frente a él era todo lo que necesitaba para encender su fuero interno. Se llevo uno de sus pechos a los labios, besándolo, pasándolo entre sus dientes mientras su otra mano estaba ya sobre sus bragas, sintiendo su entrepierna, tocándola sin pudor o cuidado.
No le importaba realmente si esa era o no la primera vez que Laise estaba con un hombre, no se había si quiera detenido a pensarlo, tal vez de haberlo hecho habría sido un poco más gentil al momento en que hizo a un lado su ropa interior para tocar directamente su coño húmedo, paso uno de sus dedos primero y luego otro, sentía que cada vez la aprisionaba más entre él y la pared detrás de ellos, pero eso tampoco le importaba. Entonces fue que se alejó lo suficiente de ella como para dejarla que volviera a pisar el suelo, se desabotono el pantalón dejando salir su miembro erecto por la excitación y la puso contra la pared, de espaldas a él, lo hizo rápidamente, hizo aun lado sus bragas para penetrarla en un solo movimiento y se quedo así, sujetándola con fuerza de las caderas y sintiendo su estrecho interior.
- Adrien Morgan
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Re: Full Moon
Estaba perdida. Sentía que todo ardía dentro sí, su temperatura había aumentado drásticamente con cada roce de los labios de Adrien sobre ella. Su cabeza le dsba vueltas y no le permitía enfocar bien. Apretó su labio fuertemente al sentir a Adrien así, no podía concentrarse en lo absoluto, en su interior sabía que tenía que parar, todo aquello era un atropello, un accidente que simplemente no debío jamás haber sucedido pero por más que la chica se esforzaba en negarlo más deseo sentía por tener al joven dentro de sí.
Gemió de una manera tal que posiblemente alguien los hubiera escuchado, no podía controlarse, quería que él la poseyera de una forma u otra y que lo hicera rápido y en el acto. Abrió los ojos un momento y solo vió el perfecto rostro del joven besando uno de sus pechos, Laise se movía con ritmo, retorciéndose de un lado a otro.
Sentía los cálidos y fuertes dedos de Adrien en su sexo húmedo y cálido, no logró contener otro gemido de excitación por más que lo intentó. La pared del club estaba siendo un estorbo para el encuentro de ambos, así que solo tocó el piso una sola vez y sintió el brusco giro de Adrien para que se voltease a la pared y al fin la hizo suya.
Cerró los ojos fuertemente e hizo una mueca de dolor apretando los labios mientras sentía el miembro viril del joven Nu Delta Pi adentro de ella, los embates no se hicieron esperar. Las piernas de Laise no estaban respondiendo ya, las sentía flojas, débiles ante tanta pasión. En su mente no había otra persona que Adrien y como este le hacía sentir lo que ningún otro, Laise encajaba las uñas en la pared tratando de contenerse y apretar en un reflejo sus estrechas caderas.
Quería más, mucho más y no se detendría hasta obtenerlo. Se quitó de la posición principal y bajó lentamente para tener sus ojos frente al pene de Adrien, que enseguida puso en su boca y comenzó a besarlo y succionarlo con cadencia. Para ser una completa inexperta lo estaba haciendo bastante bien. Tomaba con una de sus manos, los testículos del chicho, masajeándolos lentamente mientras le hacía el mejor sexo oral de toda su vida.
La inteligencia y la mente estaba vez se habían quedado afuera del club, no había nada de aquella Laise santurrona y romántica que soñaba con un príncipe, la que sí estaba era una mujer que ardía de lujuría y que sentía que se le iba la vida en un suspiro con Adrien.
Gemió de una manera tal que posiblemente alguien los hubiera escuchado, no podía controlarse, quería que él la poseyera de una forma u otra y que lo hicera rápido y en el acto. Abrió los ojos un momento y solo vió el perfecto rostro del joven besando uno de sus pechos, Laise se movía con ritmo, retorciéndose de un lado a otro.
Sentía los cálidos y fuertes dedos de Adrien en su sexo húmedo y cálido, no logró contener otro gemido de excitación por más que lo intentó. La pared del club estaba siendo un estorbo para el encuentro de ambos, así que solo tocó el piso una sola vez y sintió el brusco giro de Adrien para que se voltease a la pared y al fin la hizo suya.
Cerró los ojos fuertemente e hizo una mueca de dolor apretando los labios mientras sentía el miembro viril del joven Nu Delta Pi adentro de ella, los embates no se hicieron esperar. Las piernas de Laise no estaban respondiendo ya, las sentía flojas, débiles ante tanta pasión. En su mente no había otra persona que Adrien y como este le hacía sentir lo que ningún otro, Laise encajaba las uñas en la pared tratando de contenerse y apretar en un reflejo sus estrechas caderas.
Quería más, mucho más y no se detendría hasta obtenerlo. Se quitó de la posición principal y bajó lentamente para tener sus ojos frente al pene de Adrien, que enseguida puso en su boca y comenzó a besarlo y succionarlo con cadencia. Para ser una completa inexperta lo estaba haciendo bastante bien. Tomaba con una de sus manos, los testículos del chicho, masajeándolos lentamente mientras le hacía el mejor sexo oral de toda su vida.
La inteligencia y la mente estaba vez se habían quedado afuera del club, no había nada de aquella Laise santurrona y romántica que soñaba con un príncipe, la que sí estaba era una mujer que ardía de lujuría y que sentía que se le iba la vida en un suspiro con Adrien.
- Laise Den Adel
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Re: Full Moon
Al momento en que sintió que estaba dentro de Laise el placer comenzó a llenarlo, sus manos estaban colocadas sobre las caderas de la muchacha, apretándolas con fuerza, sosteniéndose en ella. Algunos suspiros y gemidos de placer se escaparon de sus labios con forme el momento continuaba. Comenzó a moverse primero en embestidas suaves que fueron aumentando de ritmo rápidamente, volvió a tomar sus pechos con ambas manos mientras que él se aferraba a su cuello, besándola, su respiración estaba al límite.
Entonces ella se aparto de él, eso le dio al menos oportunidad para respirar, la vio a los ojos solamente unos momentos, entonces se vio sorprendido por las caricias que ahora ella le propinaba, tuvo que apoyarse contra la pared al sentir los labios de Laise sobre su miembro, la tomo por el cabello solamente acariciándola mientras el placer que sentía en esa parte de su cuerpo crecía cada vez más, sinceramente no esperaba que la chica hiciera algo como eso, pero nuevamente, no la conocía y por supuesto que no le disgustaba, al contrario, pero sentía que no podría contenerse mucho tiempo más de seguir así como estaba. Pero no, quería seguir follandosela, quería verla venirse frente a sus ojos, quería hacerla gemir de placer. La aparto de él solamente para volver a levantarla, la tomo nuevamente cargándola sobre sus caderas, esta vez penetrándola con fuerza, así sobre la pared, aquella posición hacia que la sintiera más dentro. La besó en los labios de manera apasionada, jugando con su lengua y solamente tomando unos segundos para respirar.
Ya no estaba pensando en nada, ni en las personas que podrían escucharlos, ni en los ojos invisibles que podían estar espiando sus movimientos, tampoco pensaba en Julisa o el daño que ambos se habían hecho entre sí, de alguna manera la piel de Laise servía como una anestesia a sus heridas. Podría haberse sentido mal por estar haciéndole eso a Charlotte, pero tampoco se sentía con la responsabilidad moral de respetarla, era su prometida no porque él quisiera si no porque alguien se lo había impuesto, ambos lo sabían y ambos habían aceptado ese convenio. Tampoco es que se imaginara pasar más tiempo con Laise del necesario, para él en esos momentos solamente significaba un polvo rápido de media noche y si ella no se lo imaginaba, era su problema.
Siguió embistiéndola, cada vez más fuerte y profundo que la anterior, una cortina de sudor se dibujaba en su frente, pero en su cara solamente podía verse reflejado el placer que ella le estaba brindando en esos momentos. Cuando sintió que estaba por venirse se separo de ella, llevo una de sus manos a la boca de Laise y la vio fijamente acariciándole los labios. - Hazlo nuevamente, voy a terminar en tu boca… – Aquello no era una petición y era fácil saberlo por el tono de voz que había utilizado.
Entonces ella se aparto de él, eso le dio al menos oportunidad para respirar, la vio a los ojos solamente unos momentos, entonces se vio sorprendido por las caricias que ahora ella le propinaba, tuvo que apoyarse contra la pared al sentir los labios de Laise sobre su miembro, la tomo por el cabello solamente acariciándola mientras el placer que sentía en esa parte de su cuerpo crecía cada vez más, sinceramente no esperaba que la chica hiciera algo como eso, pero nuevamente, no la conocía y por supuesto que no le disgustaba, al contrario, pero sentía que no podría contenerse mucho tiempo más de seguir así como estaba. Pero no, quería seguir follandosela, quería verla venirse frente a sus ojos, quería hacerla gemir de placer. La aparto de él solamente para volver a levantarla, la tomo nuevamente cargándola sobre sus caderas, esta vez penetrándola con fuerza, así sobre la pared, aquella posición hacia que la sintiera más dentro. La besó en los labios de manera apasionada, jugando con su lengua y solamente tomando unos segundos para respirar.
Ya no estaba pensando en nada, ni en las personas que podrían escucharlos, ni en los ojos invisibles que podían estar espiando sus movimientos, tampoco pensaba en Julisa o el daño que ambos se habían hecho entre sí, de alguna manera la piel de Laise servía como una anestesia a sus heridas. Podría haberse sentido mal por estar haciéndole eso a Charlotte, pero tampoco se sentía con la responsabilidad moral de respetarla, era su prometida no porque él quisiera si no porque alguien se lo había impuesto, ambos lo sabían y ambos habían aceptado ese convenio. Tampoco es que se imaginara pasar más tiempo con Laise del necesario, para él en esos momentos solamente significaba un polvo rápido de media noche y si ella no se lo imaginaba, era su problema.
Siguió embistiéndola, cada vez más fuerte y profundo que la anterior, una cortina de sudor se dibujaba en su frente, pero en su cara solamente podía verse reflejado el placer que ella le estaba brindando en esos momentos. Cuando sintió que estaba por venirse se separo de ella, llevo una de sus manos a la boca de Laise y la vio fijamente acariciándole los labios. - Hazlo nuevamente, voy a terminar en tu boca… – Aquello no era una petición y era fácil saberlo por el tono de voz que había utilizado.
- Adrien Morgan
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Re: Full Moon
Habían pasado unos minutos desde que Laise había comenzado aquella labor, estaba disfrutando como nunca esos momentos, había crecido de un modo que jamás pensó que podría. Su mente abrió un montón de posibilidades que desconocía y que ahora valoraba. En un movimiento él la levantó y volvió a penetrarla, esta vez con más fuerza. El sudor corría por la espina dorsal de Laise, quien se arqueaba con cada embate que Adrien le daba, ella lo sujetaba de la espalda arañándola por completo. Estaba desquiciada de placer, abandonada de sí misma y de lo que alguna vez se pudo haber imaginado.
El clímax llegaría en cualquier momento, jadeaba y respiraba con dificultad mientras besaba con desesperación los labios de Adrien. Jugaba con su lengua de una forma tan febril e insistente que cansaba. No podía más, el final se estaba acercando y con él sus fuerzas. Su cuerpo ardiendo estaba a punto de explotar si Adrien no hacía algo pronto.
Escuchó su voz dándole una orden, abrió los ojos y clavó los suyos en los de él. Ella no aceptaría ninguna orden, ella lo haría porque quería, no porque alguien más se lo mandase. Si Adrien era muy observador se daría cuenta de que Laise denotaba desafío en sus ojos y una expresión dura e inexplicable. Laise se agachó un poco y de nuevo volvió a jugar con el pene de Adrien dentro de su boca. Casi podía adivinar el momento en él que él se corriera en ella. Quería hacerlo llegar al límite, habían comenzado un viaje sin retorno y la única manera de terminarlo era que los dos llegaran al orgasmo simultáneamente. Laise de nuevo se enderezó, esta vez lanzando a Adrien en una de las mesas en las que tenían partidas de ajedrez, suficientemente grandes como para soportar el peso de ambos.
Recostó a Adrien en una de las mesas y comenzó a besarle esta vez con furia y desespero, giró su cuello para acomodar su cabello hacia un lado y se colocó encima de él, sentándose para que la penetrara mientras ella le mordía con suavidad los pezones.
Todo era inefable, su clítoris ardía y se contraía cada vez que Adrien la tocaba. Forcejeando logró deshacerse de los vestigios de su ropa, yacía completamente desnuda ante los fríos e inexpresivos ojos de Adrien. Para su mala fortuna, el no era la clase de chico con el cual se salía después de haber tenido un acostón. Era del dominio público que estaba comprometido con la hija del dueño del emporio Wardwell; Charlotte, quien a su vez era su amiga. Poco le importó traicionar su confianza, esa noche él era suyo y nadie lo podía evitar. Sonrió descaradamente al acordarse de Charlotte y siguió follando con el joven hasta que que en un grito ahogado se corrió, obteniendo su primer orgasmo.
Pero no se detuvo, mientras él la seguía penetrando ella se masturbaba con los dedos de su mano derecha. No se iba a terminar solo porque ella ya se había corrido, aun faltaba él y no permitiría que terminara sin esta vez ella haciéndolo al mismo tiempo.
El clímax llegaría en cualquier momento, jadeaba y respiraba con dificultad mientras besaba con desesperación los labios de Adrien. Jugaba con su lengua de una forma tan febril e insistente que cansaba. No podía más, el final se estaba acercando y con él sus fuerzas. Su cuerpo ardiendo estaba a punto de explotar si Adrien no hacía algo pronto.
Escuchó su voz dándole una orden, abrió los ojos y clavó los suyos en los de él. Ella no aceptaría ninguna orden, ella lo haría porque quería, no porque alguien más se lo mandase. Si Adrien era muy observador se daría cuenta de que Laise denotaba desafío en sus ojos y una expresión dura e inexplicable. Laise se agachó un poco y de nuevo volvió a jugar con el pene de Adrien dentro de su boca. Casi podía adivinar el momento en él que él se corriera en ella. Quería hacerlo llegar al límite, habían comenzado un viaje sin retorno y la única manera de terminarlo era que los dos llegaran al orgasmo simultáneamente. Laise de nuevo se enderezó, esta vez lanzando a Adrien en una de las mesas en las que tenían partidas de ajedrez, suficientemente grandes como para soportar el peso de ambos.
Recostó a Adrien en una de las mesas y comenzó a besarle esta vez con furia y desespero, giró su cuello para acomodar su cabello hacia un lado y se colocó encima de él, sentándose para que la penetrara mientras ella le mordía con suavidad los pezones.
Todo era inefable, su clítoris ardía y se contraía cada vez que Adrien la tocaba. Forcejeando logró deshacerse de los vestigios de su ropa, yacía completamente desnuda ante los fríos e inexpresivos ojos de Adrien. Para su mala fortuna, el no era la clase de chico con el cual se salía después de haber tenido un acostón. Era del dominio público que estaba comprometido con la hija del dueño del emporio Wardwell; Charlotte, quien a su vez era su amiga. Poco le importó traicionar su confianza, esa noche él era suyo y nadie lo podía evitar. Sonrió descaradamente al acordarse de Charlotte y siguió follando con el joven hasta que que en un grito ahogado se corrió, obteniendo su primer orgasmo.
Pero no se detuvo, mientras él la seguía penetrando ella se masturbaba con los dedos de su mano derecha. No se iba a terminar solo porque ella ya se había corrido, aun faltaba él y no permitiría que terminara sin esta vez ella haciéndolo al mismo tiempo.
- Laise Den Adel
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Re: Full Moon
Una noche como cualquier otra en la casa de la fraternidad Epsilon. Lucienne estaba aún despierta terminando uno de sus ensayos para White, aquellos mismos que sabía al hombre le costaba concederle una calificación que fuera nada menos que perfecta, porque hacerlo iba en contra de muchas de las teorías que el anciano tenía sobre ella, pero dentro de todo lo que la semi veela lo despreciaba, tenía que reconocerle que, cuando menos, tenía una ética férrea como profesor. Sería un condescendiente sexista de aquellos de antaño donde los hubiera, pero nunca había hecho nada de mala fe por fastidiar su expediente académico (o si lo había intentado, no le había sido posible llegar a término con esa idea).
Ya subía a su habitación cuando el ver pasar a Laise, en nada más que una bata, le llamó la atención. No porque fuera así vestida, a fin de cuentas estaban en su casa, sino porque parecía dirigirse hacia fuera de la fraternidad, y eso no era para nada normal. Le preocupó por lo atípico de ese comportamiento, porque la media noche definitivamente no era horario como para salir a caminar en bata de seda – no que el salir en público de esa manera fuera justificable a otras horas – y porque su amiga estaba recién nombrada Presidenta. ¿A qué se debía? ¿Estaría metida en algún problema?
Le siguió. Dejó sus cosas, sus libros y pergaminos ahí en el salón y fue tras ella, genuinamente extrañada por su actuar. Guardaba su distancia, es decir, si resultaba que solamente estaba insomne y quería salir a pasear para despejarse un poco no había caso en interrumpirla, reaparecería de vuelta en la casa y ya. Cómo saber, quizá para los alemanes era costumbre eso de las caminatas a media noche. Ahora, que si por estrés Laise se volvía sonámbula y terminaba lastimándose, pues no se iba a perdonar el haberse dado la media vuelta.
La confusión de Lucienne aumentó cuando le vio entrar al club de ajedrez. Ahí fue cuando le comenzó a dar mala espina.
Fue silenciosa, práctica en aquello de escabullirse con sigilo ya tenía gracias a muchas noches de haber entrado al sótano de los Nu sin que nadie de aquella fraternidad que supiera de la existencia de la sala se enterara. Se asomó con suma cautela por esa misma ventana por la que la luz de la luna entraba al salón, y ahí fue donde los vio, Adrien y Laise.
Tuvo que fijarse dos veces, porque sus ojos no terminaban de dar crédito a lo que veían. Toda ella se tensó y al instante sintió cómo una rabia visceral crecía dentro de ella. Claro que el verle tocando y follando a otra mujer le revolvía el estómago, pero más que ello, no podía creer lo estúpido que había que ser, considerando la delicada situación en la que estaba con su padre, como para ir a cometer el mismo error dos veces. No era su problema que abriera las piernas de cuantas putas se le antojara, ese era problema de Charlotte si es que pretendía continuar con ese matrimonio, y por la manera en que estaba tan entusiasmada tomándose medidas para vestidos y planeando el evento con su madre, todo indicaba que sí. Pero si iba a hacerlo que fuera en cualquier otro lado, no en la misma universidad donde su hermana y ella misma estudiaban, donde cualquier otra persona pudiera haber visto a Laise y seguirla como ella lo había hecho. ¡Que acaso no había aprendido nada después del escándalo con la aborígen!
No importaban los sentimientos ni los compromisos, amistades o lealtades. La única lealtad que debía era para con su familia.
Abrió la puerta entonces sin mayor demora. Sin gritos ni reclamos encendidos maldiciones para alejar a uno del otro o explosiones de ira. Solamente ella con expresión severa, parada frente a la puerta, observando a su “Presidenta” fijamente. – Bájatele de encima y vístete, Laise. AHORA. – Y más le valía, por su mejor interés, el obedecerla
Ya subía a su habitación cuando el ver pasar a Laise, en nada más que una bata, le llamó la atención. No porque fuera así vestida, a fin de cuentas estaban en su casa, sino porque parecía dirigirse hacia fuera de la fraternidad, y eso no era para nada normal. Le preocupó por lo atípico de ese comportamiento, porque la media noche definitivamente no era horario como para salir a caminar en bata de seda – no que el salir en público de esa manera fuera justificable a otras horas – y porque su amiga estaba recién nombrada Presidenta. ¿A qué se debía? ¿Estaría metida en algún problema?
Le siguió. Dejó sus cosas, sus libros y pergaminos ahí en el salón y fue tras ella, genuinamente extrañada por su actuar. Guardaba su distancia, es decir, si resultaba que solamente estaba insomne y quería salir a pasear para despejarse un poco no había caso en interrumpirla, reaparecería de vuelta en la casa y ya. Cómo saber, quizá para los alemanes era costumbre eso de las caminatas a media noche. Ahora, que si por estrés Laise se volvía sonámbula y terminaba lastimándose, pues no se iba a perdonar el haberse dado la media vuelta.
La confusión de Lucienne aumentó cuando le vio entrar al club de ajedrez. Ahí fue cuando le comenzó a dar mala espina.
Fue silenciosa, práctica en aquello de escabullirse con sigilo ya tenía gracias a muchas noches de haber entrado al sótano de los Nu sin que nadie de aquella fraternidad que supiera de la existencia de la sala se enterara. Se asomó con suma cautela por esa misma ventana por la que la luz de la luna entraba al salón, y ahí fue donde los vio, Adrien y Laise.
Tuvo que fijarse dos veces, porque sus ojos no terminaban de dar crédito a lo que veían. Toda ella se tensó y al instante sintió cómo una rabia visceral crecía dentro de ella. Claro que el verle tocando y follando a otra mujer le revolvía el estómago, pero más que ello, no podía creer lo estúpido que había que ser, considerando la delicada situación en la que estaba con su padre, como para ir a cometer el mismo error dos veces. No era su problema que abriera las piernas de cuantas putas se le antojara, ese era problema de Charlotte si es que pretendía continuar con ese matrimonio, y por la manera en que estaba tan entusiasmada tomándose medidas para vestidos y planeando el evento con su madre, todo indicaba que sí. Pero si iba a hacerlo que fuera en cualquier otro lado, no en la misma universidad donde su hermana y ella misma estudiaban, donde cualquier otra persona pudiera haber visto a Laise y seguirla como ella lo había hecho. ¡Que acaso no había aprendido nada después del escándalo con la aborígen!
No importaban los sentimientos ni los compromisos, amistades o lealtades. La única lealtad que debía era para con su familia.
Abrió la puerta entonces sin mayor demora. Sin gritos ni reclamos encendidos maldiciones para alejar a uno del otro o explosiones de ira. Solamente ella con expresión severa, parada frente a la puerta, observando a su “Presidenta” fijamente. – Bájatele de encima y vístete, Laise. AHORA. – Y más le valía, por su mejor interés, el obedecerla
- Lucienne Wardwell
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Re: Full Moon
Adrien no desvió la mirada de Laise, era obvio que a la Alemana no le había gustado la forma en la que él se había dirigido hacia ella, pero era orgulloso y le gustaba tener el control, no iba a permitir que aquello fuera de otra manera. Sintió como ella se hacía nuevamente de su miembro y volvió a sostenerse de la pared, no bromeaba cuando decía que iba a terminar en ella, estaba sintiendo los espasmos del orgasmo cuando ella se alejó nuevamente de él, casi voltea a verla con reclamo cuando entonces, ella lo llevaba hacia una de las mesas del club y lo recostaba en ella.
Tenía que admitir que aquello no le había gustado, pero tampoco iba a quejarse, le dio oportunidad de tener un respiro antes de volver a penetrar a la chica, estaba aun inconsciente por las caricias que le propinaba, cuando entonces escucho abrirse la puerta. Excelente, lo que necesitaba justo en esos momentos. No tuvo que girarse para saber de quién era aquella voz, lo sabría perfectamente incluso a kilómetros de distancia, lo primero que hizo casi como una reacción inmediata, fue alejarse de Laise en un movimiento rápido, ni siquiera se preocupo por ella o su seguridad, Adrien era una persona desconsiderada, en efecto.
Lo segundo que hizo obviamente fue levantarse los pantalones y tratar de conseguir un poco de decencia, se colocó la camisa que estaba tirada en el suelo sin siquiera atreverse a mirar a la pelirroja, aun que, a esas alturas, ya le daba igual lo que ella hiciera o pensara, porque estaba seguro que así como él, tampoco querría un escándalo rondando por la universidad. Si quería decírselo a Charlotte estaba de acuerdo, él ya no se iba a prestar para esos líos de faldas.
¿Qué diablos estás haciendo Aquí Lucianne? - Fue lo único que pudo decir una vez que se calmo, aun tenia la respiración acelerada, terminó por abotonarse la camisa y fue entonces que se giro hacia ella para enfrentarla, no le había dirigido la mirada a Laise, estaba fija en Lucienne, esperando una respuesta para su oportuna intromisión en aquel lugar, aun que estaba seguro que él no era el indicado para hacer preguntas en esos momentos.
Tenía que admitir que aquello no le había gustado, pero tampoco iba a quejarse, le dio oportunidad de tener un respiro antes de volver a penetrar a la chica, estaba aun inconsciente por las caricias que le propinaba, cuando entonces escucho abrirse la puerta. Excelente, lo que necesitaba justo en esos momentos. No tuvo que girarse para saber de quién era aquella voz, lo sabría perfectamente incluso a kilómetros de distancia, lo primero que hizo casi como una reacción inmediata, fue alejarse de Laise en un movimiento rápido, ni siquiera se preocupo por ella o su seguridad, Adrien era una persona desconsiderada, en efecto.
Lo segundo que hizo obviamente fue levantarse los pantalones y tratar de conseguir un poco de decencia, se colocó la camisa que estaba tirada en el suelo sin siquiera atreverse a mirar a la pelirroja, aun que, a esas alturas, ya le daba igual lo que ella hiciera o pensara, porque estaba seguro que así como él, tampoco querría un escándalo rondando por la universidad. Si quería decírselo a Charlotte estaba de acuerdo, él ya no se iba a prestar para esos líos de faldas.
¿Qué diablos estás haciendo Aquí Lucianne? - Fue lo único que pudo decir una vez que se calmo, aun tenia la respiración acelerada, terminó por abotonarse la camisa y fue entonces que se giro hacia ella para enfrentarla, no le había dirigido la mirada a Laise, estaba fija en Lucienne, esperando una respuesta para su oportuna intromisión en aquel lugar, aun que estaba seguro que él no era el indicado para hacer preguntas en esos momentos.
- Adrien Morgan
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Re: Full Moon
Estaba muy concentrada en sus asuntos, tanto que había olvidado el motivo principal por el cual había asistido al club de ajedrez. La estaba pasando de lo lindo, obteniendo el placer que jamás pensó tener de alguien como Adrien, se sintió satisfecha y de alguna manera realizada pues había dejado de ser una señorita con todas sus letras. Ni se había percatado que alguien más había logrado entrar por esa puerta. Solo sintió el brusco movimiento del joven levantándose y aquella súbita voz diciéndole que bajara de inmediato de él y que se vistiera; Lucienne Wardwell.
Sintió una punzada en el estómago al saberse sorprendidos y en segundo lugar por que la persona que entró era precisamente la hermana de la prometida de Adrien, de quien justamente se había burlado hace un momento y que se presumía era su amiga. Estaba avergonzada pero no tenía ni una gota de arrepentimiento en lo que había hecho.
Le obedeció sin chistar y de inmediato se colocó de nuevo la bata, amarrándola fuertemente, esta vez que para el viento no la desatara de nuevo. Se cruzó de brazos y se recargó en la mesa donde antes había hecho el amor con Adrien, no, donde había tenido sexo con Adrien, de hecho el mejor sexo de su vida…hasta ahora.
Fijó su vista hacía Lucienne y simplemente dejó escapar un suspiro muy profundo. El joven Nu Delta Pi le hizo la pregunta más indicada y esperaba que su queridísima amiga Lucienne respondiera con la misma eficacia. Haberse acostado con Adrien Morgan había sido un absoluto error, pero lo hecho, hecho estaba y ya no podía hacer nada al respecto. No iba a echarse para atrás ahora después de que se había comportado como una puta con él, debía hacerse cargo de sus responsabilidades con sus respectivas consecuencias y si dentro de sus consecuencias era ir a contarle a Charlotte sobre lo suyo con Adrien, que así fuera. Estaba harta de pretender ser una persona que no era y siempre sonreir y tener perfectos modales. La verdad era cruda y muy dura pero al fin y al cabo legítima.
No dijo absolutamente nada, solo se quedó observando la situación. Actuaría como mejor le pareciere, eso sí, ya no se victimizaría ni le echaría la culpa a Adrien por que ella tuvo la oportunidad de parar todo aquello y simplemente no quiso hacerlo.
Sintió una punzada en el estómago al saberse sorprendidos y en segundo lugar por que la persona que entró era precisamente la hermana de la prometida de Adrien, de quien justamente se había burlado hace un momento y que se presumía era su amiga. Estaba avergonzada pero no tenía ni una gota de arrepentimiento en lo que había hecho.
Le obedeció sin chistar y de inmediato se colocó de nuevo la bata, amarrándola fuertemente, esta vez que para el viento no la desatara de nuevo. Se cruzó de brazos y se recargó en la mesa donde antes había hecho el amor con Adrien, no, donde había tenido sexo con Adrien, de hecho el mejor sexo de su vida…hasta ahora.
Fijó su vista hacía Lucienne y simplemente dejó escapar un suspiro muy profundo. El joven Nu Delta Pi le hizo la pregunta más indicada y esperaba que su queridísima amiga Lucienne respondiera con la misma eficacia. Haberse acostado con Adrien Morgan había sido un absoluto error, pero lo hecho, hecho estaba y ya no podía hacer nada al respecto. No iba a echarse para atrás ahora después de que se había comportado como una puta con él, debía hacerse cargo de sus responsabilidades con sus respectivas consecuencias y si dentro de sus consecuencias era ir a contarle a Charlotte sobre lo suyo con Adrien, que así fuera. Estaba harta de pretender ser una persona que no era y siempre sonreir y tener perfectos modales. La verdad era cruda y muy dura pero al fin y al cabo legítima.
No dijo absolutamente nada, solo se quedó observando la situación. Actuaría como mejor le pareciere, eso sí, ya no se victimizaría ni le echaría la culpa a Adrien por que ella tuvo la oportunidad de parar todo aquello y simplemente no quiso hacerlo.
Última edición por Laise Den Adel el Dom 8 Sep - 19:18, editado 1 vez
- Laise Den Adel
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Re: Full Moon
No respondió a la pregunta de Adrien, ni siquiera le volteo a ver, como si ni reconociera su presencia en aquella sala. Sus ojos permanecían clavados en la alemana, fríos y lacerantes. Aún y en mira de las circunstancias, del cómo les había encontrado y la rabia que todas las implicaciones que esto traería le hacía sentir, mantenía una calma que no dejaba de ser amenazadora. Por que aunque la luz de la luna siguiera delineando los contornos de su perfil o levantara destellos luminosos en su cabello, había algo genuinamente peligroso en su mirada, y no era únicamente su herencia veela hirviendo a causa del incómodo espectáculo que acababa de interrumpir.
- Ahora escúchame bien, vaca estúpida. Vas a aparecerte en la casa, vas a ducharte y lavar ese coño inmundo en este preciso instante y vas a encerrarte en tu habitación. No vas a hablar con nadie, no vas ni siquiera a mirar a nadie y no vas a salir de ahí hasta que yo vuelva, ¿te queda claro? -
Nunca le había hablado así a Laise. No creía ni siquiera que ninguna de sus hermanas le hubiera escuchado hablar así. Cualquier tipo de aprecio que hubiera podido sentir por Den Adel no era ya más que genuina repulsión. Tocaba entender que por Lucienne, como si Laise quería follarse a cada chico de cada fraternidad, a cada estudiante anónimo y cualquier otra polla que hubiera en el campus, le daba igual. Si le hubiera encontrado montada sobre cualquier otro rostro se hubiera dado la media vuelta y ya.
Sin embargo este no era cualquier otro hombre. Era el prometido de su hermana. Cualquier cosa que Lucienne pudiera sentir por Adrien era irrelevante ahora mismo. Qué equivocado estaba si llevaba la idea de que por el hecho de ser un matrimonio impuesto no le debía algo a Charlotte. ¿Creería a caso que Auberon Wardwell iba a tolerar que le faltaran de esa forma a la menor de sus hijas? No le había faltado el respeto a Charlie, le había escupido en la cara a su padre.
Y eso, sabiendo las cosas que ambos sabían, bastaba para crear un escalofrío de aquellos paralizantes.
Avanzó hacia ella, su mirada cada vez más penetrante y más turbia, más oscura. - Lárgate antes de que cambie de opinión y mande llamar a toda la Fraternidad para que vean la clase de Puta que eres en verdad. ¿Crees que durarías un solo segundo más en esa casa si les dijera lo que acabo de ver? Porque permíteme explicarte algo, hacer que te expulsen de Epsilon no se compara con lo que te voy a hacer como no me obedezcas en este instante y mantengas la boca cerrada. Una sola persona que sepa lo que pasó esta noche, una sola Laise, y estás arruinada. Tú, tu carrera, todo. - Y si en verdad creía que un anillo más grande, una habitación más cómoda y un título le iban a otorgar algo de protección estaba en el error más grande de todos.
- Márchate. Ahora. - Para cuando le dijo esas últimas palabras había quedado ya a un palmo de distancia de ella. Le pareció ver a espaldas de la alemana un par de destellos rojos en la oscuridad. Lo sabían ya, claro que lo sabían. Y estaba segura que Adrien los había visto también. Volteó a verle entonces. Con él la furia era la misma, pero parecía haber algo más en la manera en que lo miró...
Miedo.
- Ahora escúchame bien, vaca estúpida. Vas a aparecerte en la casa, vas a ducharte y lavar ese coño inmundo en este preciso instante y vas a encerrarte en tu habitación. No vas a hablar con nadie, no vas ni siquiera a mirar a nadie y no vas a salir de ahí hasta que yo vuelva, ¿te queda claro? -
Nunca le había hablado así a Laise. No creía ni siquiera que ninguna de sus hermanas le hubiera escuchado hablar así. Cualquier tipo de aprecio que hubiera podido sentir por Den Adel no era ya más que genuina repulsión. Tocaba entender que por Lucienne, como si Laise quería follarse a cada chico de cada fraternidad, a cada estudiante anónimo y cualquier otra polla que hubiera en el campus, le daba igual. Si le hubiera encontrado montada sobre cualquier otro rostro se hubiera dado la media vuelta y ya.
Sin embargo este no era cualquier otro hombre. Era el prometido de su hermana. Cualquier cosa que Lucienne pudiera sentir por Adrien era irrelevante ahora mismo. Qué equivocado estaba si llevaba la idea de que por el hecho de ser un matrimonio impuesto no le debía algo a Charlotte. ¿Creería a caso que Auberon Wardwell iba a tolerar que le faltaran de esa forma a la menor de sus hijas? No le había faltado el respeto a Charlie, le había escupido en la cara a su padre.
Y eso, sabiendo las cosas que ambos sabían, bastaba para crear un escalofrío de aquellos paralizantes.
Avanzó hacia ella, su mirada cada vez más penetrante y más turbia, más oscura. - Lárgate antes de que cambie de opinión y mande llamar a toda la Fraternidad para que vean la clase de Puta que eres en verdad. ¿Crees que durarías un solo segundo más en esa casa si les dijera lo que acabo de ver? Porque permíteme explicarte algo, hacer que te expulsen de Epsilon no se compara con lo que te voy a hacer como no me obedezcas en este instante y mantengas la boca cerrada. Una sola persona que sepa lo que pasó esta noche, una sola Laise, y estás arruinada. Tú, tu carrera, todo. - Y si en verdad creía que un anillo más grande, una habitación más cómoda y un título le iban a otorgar algo de protección estaba en el error más grande de todos.
- Márchate. Ahora. - Para cuando le dijo esas últimas palabras había quedado ya a un palmo de distancia de ella. Le pareció ver a espaldas de la alemana un par de destellos rojos en la oscuridad. Lo sabían ya, claro que lo sabían. Y estaba segura que Adrien los había visto también. Volteó a verle entonces. Con él la furia era la misma, pero parecía haber algo más en la manera en que lo miró...
Miedo.
- Lucienne Wardwell
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Re: Full Moon
Off: Me salté a Adrien para darle mejor contexto xD él ya sabe :D
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Laise tenía el corazón acelerado y comenzaba a sudar frío, jamás en su vida había visto así a Lucienne, claramente después de su nefasta actitud era tan normal que le viera con ojos asesinos pero aun así tenía esa sensación de que todo aquello no iba a terminar bien. Era miedo, mucho miedo de lo que tal vez pudiera hacer si no le obedecía. Se sintió acorralada pero mantuvo la calma, no tenía caso arrodillarse ante ella y pedir perdón por un momento de debilidad. Tenía siempre en cuenta la facilidad con la que los Wardwell hacían su voluntad y Lucienne no era la excepción. Los Den Adel tenían muchísimo poder y dinero pero no en America, no entraban en su jurisdicción, asi que no tenia la ayuda de sus parientes lejanos para poner en su lugar a la pelirroja.
Lo mejor era irse de ahí y esperar a que todo fluyera como debía. Seguramente ella la visitaría después de terminan con Morgan, estaría preparada para reclamos, bofetadas y todo tipo de insultos y amenazas. Se había metido en un mundo hostil y oscuro y debía enfrentarse a sus problemas sola y con madurez.
Apretó los puños y le mandó una mirada llena de desprecio a su hermana épsilon, tenia pocos días siendo presidenta pero ya se había cansado de todo aquello. Lucienne tenía razón, se pudo haber acostado con cuanto hombre hubiera en la universidad pero precisamente tuvo que ser el prometido de su hermana, si ella hubiera estado en su lugar también hubiera hecho lo mismo, incluso le hubiera hecho la vida imposible a la zorra que hubiera traicionado a su hermano. Si ella misma era capaz de cosas atroces por Lucian, no lograba a imaginar los alcances que la pelirroja tenia por mantener limpia la reputación y la dignidad de su hermana, pero sobre todo de su familia. No se había percatado que le había pisado el orgullo y seguramente habría represalias ¿En que momento decidió perder su virginidad con Morgan? Simplemente había pasado y ya no había vuelta atrás.
-Te voy a esperar con ansías, querida Lucienne- había veneno en su voz, sonaba a un reto, a un desafío que claramente perdería pero que de ninguna manera iba a regalar. Le daría trabajo, muchísimo trabajo doblegar a Laise, no había llegado hasta donde estaba por simplemente sonreir y asentir con la cabeza, era capaz de maquilar los más perversos planes y más aun cuando se sentía en amenazada y por el momento la amenaza mas cercana era la mayor de las Wardwell. Debía usar todo el miedo que sentía en ese momento en algo productivo y fructífero. Ya se le ocurríria un plan pero por lo pronto debía simplemente obedecer como perro fiel.
Caminó alitva junto a ella, abriendose paso para salir por la puerta. No permitiria bajar la mirada aunque estuviera muerta del miedo. Azotó la puerta y simplemente se apareció en su dormitorio. Sería una noche muy larga.
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Laise tenía el corazón acelerado y comenzaba a sudar frío, jamás en su vida había visto así a Lucienne, claramente después de su nefasta actitud era tan normal que le viera con ojos asesinos pero aun así tenía esa sensación de que todo aquello no iba a terminar bien. Era miedo, mucho miedo de lo que tal vez pudiera hacer si no le obedecía. Se sintió acorralada pero mantuvo la calma, no tenía caso arrodillarse ante ella y pedir perdón por un momento de debilidad. Tenía siempre en cuenta la facilidad con la que los Wardwell hacían su voluntad y Lucienne no era la excepción. Los Den Adel tenían muchísimo poder y dinero pero no en America, no entraban en su jurisdicción, asi que no tenia la ayuda de sus parientes lejanos para poner en su lugar a la pelirroja.
Lo mejor era irse de ahí y esperar a que todo fluyera como debía. Seguramente ella la visitaría después de terminan con Morgan, estaría preparada para reclamos, bofetadas y todo tipo de insultos y amenazas. Se había metido en un mundo hostil y oscuro y debía enfrentarse a sus problemas sola y con madurez.
Apretó los puños y le mandó una mirada llena de desprecio a su hermana épsilon, tenia pocos días siendo presidenta pero ya se había cansado de todo aquello. Lucienne tenía razón, se pudo haber acostado con cuanto hombre hubiera en la universidad pero precisamente tuvo que ser el prometido de su hermana, si ella hubiera estado en su lugar también hubiera hecho lo mismo, incluso le hubiera hecho la vida imposible a la zorra que hubiera traicionado a su hermano. Si ella misma era capaz de cosas atroces por Lucian, no lograba a imaginar los alcances que la pelirroja tenia por mantener limpia la reputación y la dignidad de su hermana, pero sobre todo de su familia. No se había percatado que le había pisado el orgullo y seguramente habría represalias ¿En que momento decidió perder su virginidad con Morgan? Simplemente había pasado y ya no había vuelta atrás.
-Te voy a esperar con ansías, querida Lucienne- había veneno en su voz, sonaba a un reto, a un desafío que claramente perdería pero que de ninguna manera iba a regalar. Le daría trabajo, muchísimo trabajo doblegar a Laise, no había llegado hasta donde estaba por simplemente sonreir y asentir con la cabeza, era capaz de maquilar los más perversos planes y más aun cuando se sentía en amenazada y por el momento la amenaza mas cercana era la mayor de las Wardwell. Debía usar todo el miedo que sentía en ese momento en algo productivo y fructífero. Ya se le ocurríria un plan pero por lo pronto debía simplemente obedecer como perro fiel.
Caminó alitva junto a ella, abriendose paso para salir por la puerta. No permitiria bajar la mirada aunque estuviera muerta del miedo. Azotó la puerta y simplemente se apareció en su dormitorio. Sería una noche muy larga.
- Laise Den Adel
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Re: Full Moon
Realmente lo acontecido en el sótano aquella noche no había sido para cuidar las andanzas sexuales de nadie. A Auberon le daba exactamente lo mismo si Snyder o Miles se revolcaban con quien fuera, si Werther o Paolo Selvaggi, si había infidelidades, placeres comprados, les daba exactamente lo mismo mientras no afectara nada a los intereses primordiales de la empresa. Con Adrien Morgan era harina de otro costal. Si hubiera sido un muchacho cualquiera y estuviera Charlotte, que era la niña de sus ojos, de por medio, seguramente también le habría dado igual lo que hiciera o no con su vida. No había tomado en cuenta que Auberon había sido absolutamente magnánimo al haberle dado dos oportunidades al hilo, lo había dado por sentado.
Le temblaban las manos. Su mirada estaba prendida en un arrebato de ira. Salió de su despacho en la mansión de los Wardwell con la varita afianzada en su mano derecha y una determinación peligrosa luego de saber los acontecimientos. Su esposa había mirado con ojos asustados a ese mensajero aparentemente silencioso, de ojos brillantes y forma retorcida, pero no dijo ni una sola palabra cuando su Auberon se marchó, casi como si siguiera al mensajero.
No importaba ningún argumento razonable. Le había dado a White el beneficio de la duda, bajo la premisa de que el muchacho se cuadraría, le había impedido a Auberon que se deshiciera de Adrien con la idea de que el muchacho era razonable. Ahora era el mismo Auberon quien no pensaba escuchar razones. Ni una sola, de White o de quien fuera. Su familia estaba primero, siempre primero, en muchos sentidos. En efecto, Adrien no solo le había faltado al respeto a su Charlotte, sino que había pisoteado y escupido sobre las oportunidades y favores que le había hecho Auberon a Morgan padre cediendo a su hija pequeña a un “hombre” cuyo valor no ascendía ni a un knut. Así veían las cosas los Wardwell.
Lo primero que hizo fue mandar un patronus a Lucienne, que Adrien también vería y escucharía. El mensaje era muy claro: “Mantenlo ahí”. Su primera parada fue la habitación de Laise Den Adel. Aparecieron en el lugar casi al mismo tiempo.
-No te culpo de nada.
Le aseguró con voz apacible a la muchacha, sabiendo que estaba invadiendo su espacio personal apareciéndose ahí sin previo aviso.
-Después de todo supongo que cuando no se tienen compromisos de por medio, es difícil que una muchacha bonita que tiene un bajo concepto de si misma, no se comporte como una puta si se le da la oportunidad.
Los mismos ojos incandescentes desaparecieron en la oscuridad del fondo. Laise no podría verlos pero Auberon estaba bien consciente de su presencia. Bien.
-Ven conmigo, iremos de regreso al taller a arreglar esto.
No era una pregunta, era una orden. Tan orden se acercó a ella y la tomó por el brazo para aparecer de vuelta al lugar donde todo había iniciado. Lo dicho, no la culpaba de nada, pero eso no la iba a librar de, por un rato, tener bien presente que todo en esta vida tenía consecuencias. A veces solo era un chisme de ocasión en un tabloide, pero según con quien te metieras, las consecuencias podían ser mucho peores.
En cuanto a Adrien, a Auberon Wardwell se le había acabado la misericordia, y recreaba una vez tras otra en su mente, las formas inhumanas en las que le haría pagar.
Le temblaban las manos. Su mirada estaba prendida en un arrebato de ira. Salió de su despacho en la mansión de los Wardwell con la varita afianzada en su mano derecha y una determinación peligrosa luego de saber los acontecimientos. Su esposa había mirado con ojos asustados a ese mensajero aparentemente silencioso, de ojos brillantes y forma retorcida, pero no dijo ni una sola palabra cuando su Auberon se marchó, casi como si siguiera al mensajero.
No importaba ningún argumento razonable. Le había dado a White el beneficio de la duda, bajo la premisa de que el muchacho se cuadraría, le había impedido a Auberon que se deshiciera de Adrien con la idea de que el muchacho era razonable. Ahora era el mismo Auberon quien no pensaba escuchar razones. Ni una sola, de White o de quien fuera. Su familia estaba primero, siempre primero, en muchos sentidos. En efecto, Adrien no solo le había faltado al respeto a su Charlotte, sino que había pisoteado y escupido sobre las oportunidades y favores que le había hecho Auberon a Morgan padre cediendo a su hija pequeña a un “hombre” cuyo valor no ascendía ni a un knut. Así veían las cosas los Wardwell.
Lo primero que hizo fue mandar un patronus a Lucienne, que Adrien también vería y escucharía. El mensaje era muy claro: “Mantenlo ahí”. Su primera parada fue la habitación de Laise Den Adel. Aparecieron en el lugar casi al mismo tiempo.
-No te culpo de nada.
Le aseguró con voz apacible a la muchacha, sabiendo que estaba invadiendo su espacio personal apareciéndose ahí sin previo aviso.
-Después de todo supongo que cuando no se tienen compromisos de por medio, es difícil que una muchacha bonita que tiene un bajo concepto de si misma, no se comporte como una puta si se le da la oportunidad.
Los mismos ojos incandescentes desaparecieron en la oscuridad del fondo. Laise no podría verlos pero Auberon estaba bien consciente de su presencia. Bien.
-Ven conmigo, iremos de regreso al taller a arreglar esto.
No era una pregunta, era una orden. Tan orden se acercó a ella y la tomó por el brazo para aparecer de vuelta al lugar donde todo había iniciado. Lo dicho, no la culpaba de nada, pero eso no la iba a librar de, por un rato, tener bien presente que todo en esta vida tenía consecuencias. A veces solo era un chisme de ocasión en un tabloide, pero según con quien te metieras, las consecuencias podían ser mucho peores.
En cuanto a Adrien, a Auberon Wardwell se le había acabado la misericordia, y recreaba una vez tras otra en su mente, las formas inhumanas en las que le haría pagar.
- Auberon Wardwell
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Re: Full Moon
El tono con que Laise le respondía le tenía sin cuidado. Deseos le sobraban por quebrarle la espina dorsal hasta hacerle doblarse en sus rodillas sobre el charco que habría de formar escupiendo su propia sangre. Soportar una iniciación de Epsilon Alpha Chi requería de mucha fortaleza, decían. No cualquiera soporta con entereza un Cruciatus, pues a fin de cuentas se trataba de uno de los hechizos más oscuros, más tenebrosos, y cuya sola mención basta para provocar angustia en aquellos corazones más susceptibles. Ningún otro maleficio era comparable, ninguno otro era capaz de llevarte a la locura, de obligarte a desprenderte de la realidad porque evadirla era la única manera de lidiar con ese dolor. Sí, resistir la Maldición de Tortura era loable...
Loable únicamente en ojos de aquellos que vivían engañados creyendo que no había fuerza, humana o mágica, capaz de equiparar el dolor y la agonía que esa maldición hacía tangible.
¿Por qué escuchar a esa abrumadura y asfixiante rabia que se había apoderado de hasta la última terminación nerviosa en su cuerpo? La más pequeña e insignificante, ahí mismo seguía sintiendo un impulso que era incapaz de ignorar por hacerla sufrir de maneras que ni en sus más dantescas pesadillas la alemana fuera capaz de concebir. Para Lucienne no importaba quién había iniciado, quien daba el primer movimiento, quien había llegado a dudar, quién había decidido primero mandar a la mierda el sentido común. Si Laise había sido la Puta incitante, o Adrien había sido el Bastardo manipulador, ¿hacía en verdad alguna diferencia?
Las manos le temblaban y de la furia incluso el aliento le faltaba. Ahora que Laise se había marchado y se quedaba a solas con Adrien sentía un peso sofocante como pocas veces había llegado a experimentar. Y por más que lo intentase, no conseguía encontrar ni pies ni cabeza a toda aquella situación.
- Si has estado reprimiendo un deseo suicida había maneras más rápidas y menos dolorosas para hacerlo que esto. - La calma que había mantenido con Laise desvanecía. Apoyó ambas manos sobre una de las mesas - no aquella en la que los había encontrado - y le miró al fin, le miró como no lo había hecho nunca. Como si no lo reconociera, como si jamás fuera a ser capaz de perdonarle lo que había hecho, como si estuviera tratando de contener algo más grande que sí misma en su garganta, como si su sola presencia la encontrara nauseabunda, como si temiera de la manera más sincera por lo que habría de venir. Y todas y cada una de esas emociones era la más absoluta de las verdades.
- Yo sabía que no ibas a poder con esto y que te ibas a quebrar más pronto de lo que tú mismo querías aceptar. Lo que no me imaginé es que ibas a ser de hecho tan insensato como para hacerlo amarrando tu mismo el nudo de tu horca. Tú estuviste esa noche. Tú los viste. Tú ayudaste a crearlos. ¿Y aún así crees que eres intocable y que nada de esto va a tener consecuencias? ¿¿Es que no aprendiste nada y no te das cuenta contra qué te enfrentas?? Lo sabe, lo sabe ya, lo sabía desde antes que yo llegara, lo sabía mientras te la follabas y mandabas a la mierda la oportunidad que te dió...-
Era obvio sobre a quién se refería. El peor de sus presentimientos se volvía real cuando ante ellos aparecía aquel cocodrilo plateado. Y el mensaje era claro. Lucienne contuvo el aliento, porque sabía lo que iba a ocurrir ahora. Era solo cuestión de tiempo. Segundos. Minutos. Pero esto no llegaría a ver el amanecer. Le miró aterrorizada, temiendo en verdad lo peor. ¿Quién mejor que ella misma para poder anticipar lo que Auberon Wardwell iría a hacer con él?
Su voz se debilitó y no pudo mantener la mirada fija en él por más tiempo, a pesar de que desenfundó su varita y la blandió hacia él. No pretendía conjurar, porque confiaba en que por lo menos ahora sería sensato, y que estuviera consciente que por más que intentara remediarlo... estaba perdido.
- No lo hagas peor tratando de huir ahora, porque no voy a poder ayudarte a salir de esta. -
No había a donde escapar ahora. Que él mismo se lo había provocado. Que no había manera de detener lo que había desatado. Y temía por él, como nunca había temido por nadie, porque a pesar de todo le quería, pero supo al momento en que su padre aparecía en la sala, sorpresivamente con Laise del brazo, que nunca nada volvería a ser igual.
Loable únicamente en ojos de aquellos que vivían engañados creyendo que no había fuerza, humana o mágica, capaz de equiparar el dolor y la agonía que esa maldición hacía tangible.
¿Por qué escuchar a esa abrumadura y asfixiante rabia que se había apoderado de hasta la última terminación nerviosa en su cuerpo? La más pequeña e insignificante, ahí mismo seguía sintiendo un impulso que era incapaz de ignorar por hacerla sufrir de maneras que ni en sus más dantescas pesadillas la alemana fuera capaz de concebir. Para Lucienne no importaba quién había iniciado, quien daba el primer movimiento, quien había llegado a dudar, quién había decidido primero mandar a la mierda el sentido común. Si Laise había sido la Puta incitante, o Adrien había sido el Bastardo manipulador, ¿hacía en verdad alguna diferencia?
Las manos le temblaban y de la furia incluso el aliento le faltaba. Ahora que Laise se había marchado y se quedaba a solas con Adrien sentía un peso sofocante como pocas veces había llegado a experimentar. Y por más que lo intentase, no conseguía encontrar ni pies ni cabeza a toda aquella situación.
- Si has estado reprimiendo un deseo suicida había maneras más rápidas y menos dolorosas para hacerlo que esto. - La calma que había mantenido con Laise desvanecía. Apoyó ambas manos sobre una de las mesas - no aquella en la que los había encontrado - y le miró al fin, le miró como no lo había hecho nunca. Como si no lo reconociera, como si jamás fuera a ser capaz de perdonarle lo que había hecho, como si estuviera tratando de contener algo más grande que sí misma en su garganta, como si su sola presencia la encontrara nauseabunda, como si temiera de la manera más sincera por lo que habría de venir. Y todas y cada una de esas emociones era la más absoluta de las verdades.
- Yo sabía que no ibas a poder con esto y que te ibas a quebrar más pronto de lo que tú mismo querías aceptar. Lo que no me imaginé es que ibas a ser de hecho tan insensato como para hacerlo amarrando tu mismo el nudo de tu horca. Tú estuviste esa noche. Tú los viste. Tú ayudaste a crearlos. ¿Y aún así crees que eres intocable y que nada de esto va a tener consecuencias? ¿¿Es que no aprendiste nada y no te das cuenta contra qué te enfrentas?? Lo sabe, lo sabe ya, lo sabía desde antes que yo llegara, lo sabía mientras te la follabas y mandabas a la mierda la oportunidad que te dió...-
Era obvio sobre a quién se refería. El peor de sus presentimientos se volvía real cuando ante ellos aparecía aquel cocodrilo plateado. Y el mensaje era claro. Lucienne contuvo el aliento, porque sabía lo que iba a ocurrir ahora. Era solo cuestión de tiempo. Segundos. Minutos. Pero esto no llegaría a ver el amanecer. Le miró aterrorizada, temiendo en verdad lo peor. ¿Quién mejor que ella misma para poder anticipar lo que Auberon Wardwell iría a hacer con él?
Su voz se debilitó y no pudo mantener la mirada fija en él por más tiempo, a pesar de que desenfundó su varita y la blandió hacia él. No pretendía conjurar, porque confiaba en que por lo menos ahora sería sensato, y que estuviera consciente que por más que intentara remediarlo... estaba perdido.
- No lo hagas peor tratando de huir ahora, porque no voy a poder ayudarte a salir de esta. -
No había a donde escapar ahora. Que él mismo se lo había provocado. Que no había manera de detener lo que había desatado. Y temía por él, como nunca había temido por nadie, porque a pesar de todo le quería, pero supo al momento en que su padre aparecía en la sala, sorpresivamente con Laise del brazo, que nunca nada volvería a ser igual.
- Lucienne Wardwell
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Re: Full Moon
¿Se había vuelto loco? Si, posiblemente, tal vez algo en su cabeza se había movido, tal vez había vuelto a donde debería de haber estado en un inicio, estaba harto, cansado de tener que estarle dando gusto al mundo por sobre sus deseos, si bien haberse tirado a una chica que apenas y conocía no había sido la mejor manera de demostrarlo, bueno, ya que mas daba. Se mantuvo en silencio tal vez contando mentalmente hasta un millón en lo que sus ánimos se calmaban, el ver a Lucienne de esa manera tampoco ayudaba mucho, él ya no sabía si estaba enfadada por la situación, por Charlotte o por ella misma. Le daba igual, ya se lo había dejado muy claro la última vez que habían hablado.
Tal vez dio un paso hacia al frente cuando Laise salió de la habitación, no para evitar que se fuera, si no para encarar directamente a la semi veela, él solamente alzo la mirada al cielo y negó con la cabeza en repetidas ocasiones, si es que aquello le parecía exagerado y muy dramático de su parte, él sabía perfectamente lo que Auberon pensaba de él desde la última ocasión, pero si, se podría decir que no temía, tal vez por ridículo entusiasmo de juventud o lo que fuera, pero ya estaba cansado de todo, de fingir, de esa situación, de ellos.
¿Lo crees, enserio? ¿Mi horca? – Se cruzo de brazos, la verdad le daba igual lo que ella le dijera a Laise, si fueran a pelearse o la destituyeran de presidenta o lo que fuera, si en esos momentos no le importaba ni siquiera su seguridad, que diablos se iba andar preocupando por la Alemana. Cuando Lucienne menciono lo que había acontecido en el sótano le miro esta vez con severidad, apretó su mandíbula y el puño sobre el mango de su varita, no porque fuera atacarla, si no por la forma en la que ella se expresaba con soltura, sin saber si Laise seguía tal vez por ahí rondando los lugares o si había más personas escuchando además de ellos dos.
¿Quieres callarte de una maldita vez? Lo sabías, lo sabías, lo sabías, tú siempre sabes todo ¿Verdad Lucienne? ¡¿Verdad?! – Se acerco a ella diciendo esas palabras en voz alta, él conocía perfectamente de quién era ese patronus que había llegado y la voz que salía de este; La ira lo llenaba, esa opresión en su estomago que le impedía al miedo elevarse, ahora ella lo apuntaba con la varita, él acorto la distancia en un paso largo y la tomo por la muñeca apuntándose él mismo hacia el pecho.
¿Esperas que corra? No, anda, ahórrale trabajo a tu padre y lanza tú la maldición, así al menos podre librarme de todos ustedes de una maldita vez. - Soltó la mano de Lucienne solo segundos antes de escuchar a alguien aparecerse en la entrada, dio un paso atrás para observar entonces a Auberon, con Laise del brazo. Volvió a rodar los ojos y dio un paso hacia atrás.
Perfecto… – Dijo con sarcasmo, no podía decir que no se esperaba aquello, realmente.
Tal vez dio un paso hacia al frente cuando Laise salió de la habitación, no para evitar que se fuera, si no para encarar directamente a la semi veela, él solamente alzo la mirada al cielo y negó con la cabeza en repetidas ocasiones, si es que aquello le parecía exagerado y muy dramático de su parte, él sabía perfectamente lo que Auberon pensaba de él desde la última ocasión, pero si, se podría decir que no temía, tal vez por ridículo entusiasmo de juventud o lo que fuera, pero ya estaba cansado de todo, de fingir, de esa situación, de ellos.
¿Lo crees, enserio? ¿Mi horca? – Se cruzo de brazos, la verdad le daba igual lo que ella le dijera a Laise, si fueran a pelearse o la destituyeran de presidenta o lo que fuera, si en esos momentos no le importaba ni siquiera su seguridad, que diablos se iba andar preocupando por la Alemana. Cuando Lucienne menciono lo que había acontecido en el sótano le miro esta vez con severidad, apretó su mandíbula y el puño sobre el mango de su varita, no porque fuera atacarla, si no por la forma en la que ella se expresaba con soltura, sin saber si Laise seguía tal vez por ahí rondando los lugares o si había más personas escuchando además de ellos dos.
¿Quieres callarte de una maldita vez? Lo sabías, lo sabías, lo sabías, tú siempre sabes todo ¿Verdad Lucienne? ¡¿Verdad?! – Se acerco a ella diciendo esas palabras en voz alta, él conocía perfectamente de quién era ese patronus que había llegado y la voz que salía de este; La ira lo llenaba, esa opresión en su estomago que le impedía al miedo elevarse, ahora ella lo apuntaba con la varita, él acorto la distancia en un paso largo y la tomo por la muñeca apuntándose él mismo hacia el pecho.
¿Esperas que corra? No, anda, ahórrale trabajo a tu padre y lanza tú la maldición, así al menos podre librarme de todos ustedes de una maldita vez. - Soltó la mano de Lucienne solo segundos antes de escuchar a alguien aparecerse en la entrada, dio un paso atrás para observar entonces a Auberon, con Laise del brazo. Volvió a rodar los ojos y dio un paso hacia atrás.
Perfecto… – Dijo con sarcasmo, no podía decir que no se esperaba aquello, realmente.
- Adrien Morgan
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Re: Full Moon
Apenas pisó su dormitorio y lanzó un gritó perturbador, sentía que el coraje le subía desde los pies hasta la cabeza. Había sido humillada y pisoteada, tratada como una puta cualquiera. –Pero de que te quejas Den Adel, si en realidad lo eres, UNA PUTA!- se decía interminablemente. Arrasó con las pertenencias que tenía en su peinador y su cama, sus ojos denotaban ira y frustración. Maldecía a Lucienne Wardwell por haber aparecido así en el salón, la haría pagar por todo aquello, se juraba así misma que lo haría aunque fuera lo último que hiciera en esta vida. Sin embargo y para el colmo de males, casi de inmediato llegó a su habitación el padre de Lucienne y Charlotte: Auberon Wardwell. Toda esa ira que tenía se convirtió en pánico, uno que no podría controlar, vió los ojos de Auberon y sintió como era devorada por criaturas espantosas. Era indescriptible lo que sentía, estaba en completo estado de shock. No podría coordinar absolutamente nada, su mente le decía que hiciera algo, que reaccionara, que saliera de ahí corriendo o algo pero simplemente no podía. Estaba eclipsada por terror que le causaba tener a Auberon Wardwell en su habitación y entonces cayó en cuenta.
-Estoy jodida- fue lo único que pudo articular antes de desaparecer de su dormitorio y dirigirse nuevamente hacia el salón de ajedrez. En él vió a Lucienne apuntándole con la varita a Adrien con rostros de pavor. ¿Que pasaría ahora? Algo estaba muy mal ahí, tenía esa sensación que le nublaba los sentidos, sentía una oscuridad en el aula que le oprimía el pecho. ¿en que demonios se había metido? Había sido una estúpida por creer que nadie sabría lo suyo con Adrien, había sido una imbecíl por creer pretender manejar su situación con madurez. Todo aquello iba más alla de lo que hubiera pensado y ahora lo sabía. Uno no simplemente se mete con el prometido de otra, así de sencillo.
Estaba fastidiada, no decía palabra alguna pues todo parecía tan sombrío que ni ella misma lo creía. Con el impacto de la presencia de Wardwell en su habitación, olvidó su varita y ahora más que nunca se sentía sumamente desprotegida y débil. El sudor frío apareció en la frente de la alemana haciéndoles notar a todos los presentes que estaba muerta del miedo. Sus piernas temblaban, no, toda ella temblaba. No parpadeaba ni mostraba señales de alguna emoción, solo había miedo en sus ojos y una esperanza de que todo aquello simplemente fuera una horrible pesadilla.¿ Adonde se había ido esa Laise Den Adel bocona y orgullosa?
-Estoy jodida- fue lo único que pudo articular antes de desaparecer de su dormitorio y dirigirse nuevamente hacia el salón de ajedrez. En él vió a Lucienne apuntándole con la varita a Adrien con rostros de pavor. ¿Que pasaría ahora? Algo estaba muy mal ahí, tenía esa sensación que le nublaba los sentidos, sentía una oscuridad en el aula que le oprimía el pecho. ¿en que demonios se había metido? Había sido una estúpida por creer que nadie sabría lo suyo con Adrien, había sido una imbecíl por creer pretender manejar su situación con madurez. Todo aquello iba más alla de lo que hubiera pensado y ahora lo sabía. Uno no simplemente se mete con el prometido de otra, así de sencillo.
Estaba fastidiada, no decía palabra alguna pues todo parecía tan sombrío que ni ella misma lo creía. Con el impacto de la presencia de Wardwell en su habitación, olvidó su varita y ahora más que nunca se sentía sumamente desprotegida y débil. El sudor frío apareció en la frente de la alemana haciéndoles notar a todos los presentes que estaba muerta del miedo. Sus piernas temblaban, no, toda ella temblaba. No parpadeaba ni mostraba señales de alguna emoción, solo había miedo en sus ojos y una esperanza de que todo aquello simplemente fuera una horrible pesadilla.¿ Adonde se había ido esa Laise Den Adel bocona y orgullosa?
- Laise Den Adel
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Re: Full Moon
La presión en el brazo de Laise no era mucha, solamente la tomaba con la fuerza suficiente como para ejercer autoridad. Cuando llegó de vuelta al club de ajedrez, con la chica, notó el gesto de Adrien. Sonrió a medias. Había dos opciones para ese comportamiento: la primera consistía en un miedo paralizador cuyo único escudo era la aparente indiferencia. La segunda era una completa y total falta de consciencia de lo que en realidad estaba pasando e iba a pasar. Considerando la poca falta de seso que Morgan hijo había mostrado en ese periodo de tiempo, seguramente se trataba de lo segundo.
Y es que algo había que tener mal si una amenaza tan clara como la que le había hecho White no había sido suficiente para acallar sus ansias de ser un insensato. Y hablando de White, los pequeños demonios ya le habrían comunicado a él también lo que estaba pasando. Que no lo hubiera detenido solamente significaba una cosa: tenía luz verde para proceder, y la de White era la única opinión que Auberon Wardwell pretendía que le importaba. No le debía nada a nadie.
-Todo lo que hago, desde siempre, es por nada más que por mi familia. Son todo para mi. Nunca me han importado los medios siempre y cuando ellos tengan todo lo que merecen. No todo en mi vida ha sido un juego de poder, ¿sabes? También hay un sentimiento de profundo respeto y amor hacia los míos.
Caminó con Laise del brazo en dirección a Adrien. Lucienne sabría lo que tenía que hacer. Mantenerlo ahí, era la única orden que había dado a através cocodrilo había dado.
-Desde la primera vez que arranqué una vida juré que siempre que lo hiciera iba a estar guiado por…¿Sabes por qué? por mi familia.No todo se trata de los galeones, ni de un poder mágico espectacular, a veces también se necesita un poco de otras cosas. Traicionaste mi confianza, la de tu padre, y la de mi hija. Traicionaste a White. Se me agotan los argumentos para tratar de entender cómo alguien puede ser tan...
Cuando estuvo frente a frente con Adrien, todavía con Laise del brazo, su rostro parecía alterado, oscuro, como si ese hablar de amor no hiciera más que volverlo todo más turbio. Su mirada se había congelado. Ese amor a su familia del que hablaba existía, completamente, pero también lo convertía en un hombre peligroso. Era un sentimiento destructivo para el resto. Todos los hombres tenían motivaciones distintas para ser quienes eran. Todos los hombres orientaban esas motivaciones de formas diferentes. Había cosas que el mundo consideraba universalmente positivas, pero ahí estaba el vivo ejemplo de que incluso el amor podía tener distintas connotaciones. Estaba completamente corrompido. No terminó su frase, la mirada de repulsión y asco que le dedicaba a Morgan hablaba por si sola.
-Llévalo.
Le dijo a Lucienne antes de desaparecerse una vez más con Laise del brazo. El sitio final era el sótano, ese que estaba bajo la fraternidad Nu Delta Pi. No estaba a oscuras, sino que había una luz mortecina y enfermiza, pero se podía ver casi al completo: el lugar donde habían sacrificado al carnero, rastros de sangre en el piso –sangre seca, quizá de más años atrás de los imaginables- el altar, las paredes carcomidas por la oscuridad y el miedo, pinturas, marcas, runas avejentadas, poco visibles. Ahí llegaría la pequeña comitiva.
-No te preocupes, cariño. No te pasará nada. Solo estás aquí como invitada de honor, pero podrás regresar íntegra a tu habitación, si te portas bien. Estás aquí para observar.
Portarse bien significaba no luchar contra los grilletes que amenazaban con apresarla por las muñecas. Daba igual si no quería ser encadenada, de todos modos no había forma de salir de ahí.
Y es que algo había que tener mal si una amenaza tan clara como la que le había hecho White no había sido suficiente para acallar sus ansias de ser un insensato. Y hablando de White, los pequeños demonios ya le habrían comunicado a él también lo que estaba pasando. Que no lo hubiera detenido solamente significaba una cosa: tenía luz verde para proceder, y la de White era la única opinión que Auberon Wardwell pretendía que le importaba. No le debía nada a nadie.
-Todo lo que hago, desde siempre, es por nada más que por mi familia. Son todo para mi. Nunca me han importado los medios siempre y cuando ellos tengan todo lo que merecen. No todo en mi vida ha sido un juego de poder, ¿sabes? También hay un sentimiento de profundo respeto y amor hacia los míos.
Caminó con Laise del brazo en dirección a Adrien. Lucienne sabría lo que tenía que hacer. Mantenerlo ahí, era la única orden que había dado a através cocodrilo había dado.
-Desde la primera vez que arranqué una vida juré que siempre que lo hiciera iba a estar guiado por…¿Sabes por qué? por mi familia.No todo se trata de los galeones, ni de un poder mágico espectacular, a veces también se necesita un poco de otras cosas. Traicionaste mi confianza, la de tu padre, y la de mi hija. Traicionaste a White. Se me agotan los argumentos para tratar de entender cómo alguien puede ser tan...
Cuando estuvo frente a frente con Adrien, todavía con Laise del brazo, su rostro parecía alterado, oscuro, como si ese hablar de amor no hiciera más que volverlo todo más turbio. Su mirada se había congelado. Ese amor a su familia del que hablaba existía, completamente, pero también lo convertía en un hombre peligroso. Era un sentimiento destructivo para el resto. Todos los hombres tenían motivaciones distintas para ser quienes eran. Todos los hombres orientaban esas motivaciones de formas diferentes. Había cosas que el mundo consideraba universalmente positivas, pero ahí estaba el vivo ejemplo de que incluso el amor podía tener distintas connotaciones. Estaba completamente corrompido. No terminó su frase, la mirada de repulsión y asco que le dedicaba a Morgan hablaba por si sola.
-Llévalo.
Le dijo a Lucienne antes de desaparecerse una vez más con Laise del brazo. El sitio final era el sótano, ese que estaba bajo la fraternidad Nu Delta Pi. No estaba a oscuras, sino que había una luz mortecina y enfermiza, pero se podía ver casi al completo: el lugar donde habían sacrificado al carnero, rastros de sangre en el piso –sangre seca, quizá de más años atrás de los imaginables- el altar, las paredes carcomidas por la oscuridad y el miedo, pinturas, marcas, runas avejentadas, poco visibles. Ahí llegaría la pequeña comitiva.
-No te preocupes, cariño. No te pasará nada. Solo estás aquí como invitada de honor, pero podrás regresar íntegra a tu habitación, si te portas bien. Estás aquí para observar.
Portarse bien significaba no luchar contra los grilletes que amenazaban con apresarla por las muñecas. Daba igual si no quería ser encadenada, de todos modos no había forma de salir de ahí.
- Auberon Wardwell
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Re: Full Moon
No respondió a ninguna de las palabras del joven, porque no había nada que fuera a cambiar ahora con reclamos. No iba a recobrar la razón. No iban a perdonarle la falta. No iba a salir impune de esta noche. ¿Qué ganaba con echarle en cara toda las cosas tan incoherentes que había llegado a soltarle para convencerla de que tenía todo bajo control y actuaba como más le convenía? Corta de miras, le había llamado. Falta de perspectiva, carente de visión, ¿dónde quedaba esa determinación ahora?
Existía una línea muy fina, difícil de distinguir quizás para alguien que no fuera capaz de ver las cosas según la perspectiva de Lucienne, que dividía el temer a Auberon Wardwell y el temer lo que Auberon Wardwell tenía el poder para lograr. Conocía a Auberon el Padre, al que por ella y su madre, por todos sus hermanos, lo daba todo y todo lo hacía. Y conocía a Auberon el Venerable, aquel a quien desafiar auguraba un futuro lleno de desgracias absolutamente inimaginables. Nunca había tenido problema en distinguir a uno del otro, aún y si ambos eran uno solo. Paradójico, era cierto, esa era su realidad. Por lo menos hasta esa noche, donde veía a ambas caras de Auberon Wardwell colisionar, y ahora que presenciaba la severidad de su mirada, incluso ella misma sentía el peligro que se cernía sobre ese lugar. Nunca desobedecería a su padre porque le amaba, aunque hubiera tenido sus días insoportables durante la adolescencia, ningún berrinche o capricho se le podía considerar un genuino atrevimiento.
Pero jamás, jamás, habría hecho nada por desafiar al hombre que se volvía cuando portaba la máscara en aquel sótano y se colocaba frente a un altar. Y si ella que era su hija, que sabiendo que jamás la dañaría le tenía ese respeto tan inmenso, no concebía, en verdad, como es que Adrien podía ser tan ingenuo como para hacer lo que hacía.
Se quedó con un mudo "Papá, no" atorado en la garganta, uno que no consiguió articular mientras se acercaba al Nu, aún sin soltar a Laise, y ella aún sin bajar la varita que tenía ya clavada en el esternón del aprendiz de medimago. No miró nunca a Laise al rostro de nuevo, sino que seguía con su atención fija en Adrien, aunque le costara sostener su mirada, aunque sintiera que todo dentro de ella se arremolinaba.
Se lamentaba en las memorias que tenía con él. Había crecido con ese chico. Había reído con él, confiado en él, y si las cosas hubieran sido tan solo un poco distintas nada de ese desastre hubiera sucedido porque estaría casada con él. No iba a fingir que no le afectaba, que no le dolía lo que iba a pasar, pero tampoco iba a desobedecer, así como tampoco cuestionaría la presencia de Laise, o el alcance de la rabia de su padre, o la carta blanca que quedaba tácita con la ausencia de White en aquel salón.
Asintió en silencio a su nueva orden y colocó una mano sobre el hombro de Adrien antes de desaparecer con destino al sótano. No había nada que pudiera decir. Y aunque pudiera, no había nada que supiera pudiera tener algún efecto en cómo se desenvolvieran las cosas. Bajó la varita, apartó la mirada de Adrien y retrocedió un par de pasos, se rodeó a sí misma con sus brazos. Era dócil ahora, y no se iba a rebelar, que con su silencio ella también concedía que no haría nada por tratar de intervenir a favor de alguien que, aunque no pudiera entenderlo y seguramente le odiaría por siempre - tan breve o extenso lo que por siempre fuera -, significaba mucho. Si había oportunidad de interceder por él no sería ahora, no hasta que el Venerable cumpliera con su Vendetta, pero a partir de este momento ya no tenía ningún control. Ninguna autoridad como cuando les había interrumpido y cuando había amenazado con toda intención a Den Adel.
A partir de ese momento, era solo una espectadora, y una acólita más.
Existía una línea muy fina, difícil de distinguir quizás para alguien que no fuera capaz de ver las cosas según la perspectiva de Lucienne, que dividía el temer a Auberon Wardwell y el temer lo que Auberon Wardwell tenía el poder para lograr. Conocía a Auberon el Padre, al que por ella y su madre, por todos sus hermanos, lo daba todo y todo lo hacía. Y conocía a Auberon el Venerable, aquel a quien desafiar auguraba un futuro lleno de desgracias absolutamente inimaginables. Nunca había tenido problema en distinguir a uno del otro, aún y si ambos eran uno solo. Paradójico, era cierto, esa era su realidad. Por lo menos hasta esa noche, donde veía a ambas caras de Auberon Wardwell colisionar, y ahora que presenciaba la severidad de su mirada, incluso ella misma sentía el peligro que se cernía sobre ese lugar. Nunca desobedecería a su padre porque le amaba, aunque hubiera tenido sus días insoportables durante la adolescencia, ningún berrinche o capricho se le podía considerar un genuino atrevimiento.
Pero jamás, jamás, habría hecho nada por desafiar al hombre que se volvía cuando portaba la máscara en aquel sótano y se colocaba frente a un altar. Y si ella que era su hija, que sabiendo que jamás la dañaría le tenía ese respeto tan inmenso, no concebía, en verdad, como es que Adrien podía ser tan ingenuo como para hacer lo que hacía.
Se quedó con un mudo "Papá, no" atorado en la garganta, uno que no consiguió articular mientras se acercaba al Nu, aún sin soltar a Laise, y ella aún sin bajar la varita que tenía ya clavada en el esternón del aprendiz de medimago. No miró nunca a Laise al rostro de nuevo, sino que seguía con su atención fija en Adrien, aunque le costara sostener su mirada, aunque sintiera que todo dentro de ella se arremolinaba.
Se lamentaba en las memorias que tenía con él. Había crecido con ese chico. Había reído con él, confiado en él, y si las cosas hubieran sido tan solo un poco distintas nada de ese desastre hubiera sucedido porque estaría casada con él. No iba a fingir que no le afectaba, que no le dolía lo que iba a pasar, pero tampoco iba a desobedecer, así como tampoco cuestionaría la presencia de Laise, o el alcance de la rabia de su padre, o la carta blanca que quedaba tácita con la ausencia de White en aquel salón.
Asintió en silencio a su nueva orden y colocó una mano sobre el hombro de Adrien antes de desaparecer con destino al sótano. No había nada que pudiera decir. Y aunque pudiera, no había nada que supiera pudiera tener algún efecto en cómo se desenvolvieran las cosas. Bajó la varita, apartó la mirada de Adrien y retrocedió un par de pasos, se rodeó a sí misma con sus brazos. Era dócil ahora, y no se iba a rebelar, que con su silencio ella también concedía que no haría nada por tratar de intervenir a favor de alguien que, aunque no pudiera entenderlo y seguramente le odiaría por siempre - tan breve o extenso lo que por siempre fuera -, significaba mucho. Si había oportunidad de interceder por él no sería ahora, no hasta que el Venerable cumpliera con su Vendetta, pero a partir de este momento ya no tenía ningún control. Ninguna autoridad como cuando les había interrumpido y cuando había amenazado con toda intención a Den Adel.
A partir de ese momento, era solo una espectadora, y una acólita más.
- Lucienne Wardwell
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Re: Full Moon
No había en el mundo palabras para describir lo muy jodido que se encontraba en esos momentos, porque si, una cosa era andar por ahí con indiscreciones, follandose a cualquier mujer que se le atravesara o lo que fuera, pero otra muy diferente era hacerlo cuando estabas comprometido con la hija menor de uno de los empresarios más importantes del mundo mágico de Estados Unidos de America, que además, era un maestro en las artes oscuras, magia arcaica que jamás podría explicarse simplemente en un libro de texto. Los músculos de su cuerpo se tensaron al ver a dicho hombre atravesar la puerta de la entrada, bastaba una mirada a Lucienne para saber que si, si existía en el mundo a alguien a quién debía temerle, ese era Auberon Wardwell… pero no, él no.
Realmente había algo en él, algo que era diferente de la ultima vez, no es que quisiera hacerse el valiente, por qué no, realmente él había visto con sus propios ojos lo que Auberon y otros de la secta eran capaces de hacer, lo podía sentir en sus huesos, el terror de un condenado a muerte, el miedo al dolor y a las pesadillas que merodeaban por la oscuridad, pero no iba a darle el gusto de rogarle por perdón, así que si eso era lo que él estaba esperando tras aquel discurso, no lo iba a conseguir. Lo encaro, tal vez como nunca en su vida lo había hecho, se puso frente a frente con Wardwell, tenia terror en su mirada, pero también dignidad, al menos la poca que le quedaba.
Cruzo una mirada fugaz con la semi veela, habría deseado saber que era lo que sentía en esos momentos, si es que en realidad en algún momento de su vida había sentido algún aprecio por él o estaría regodeándose en su victoria en esos momentos, el iba más por la segunda. Tampoco puso resistencia a que lo llevara, no sabía a dónde, aun que no era tonto y le fue fácil imaginarlo. Fue el olor a sangre seca lo primero que le alerto, la oscuridad y el lugar aparecieron inmediatamente después, una vez que llegaron él se aparto del agarre de Lucienne y se coloco en una postura militar, con las manos en la espalda y la barbilla erguida.
¿Así es como todo iba a terminar? … le parecía irónico, precisamente que en esos momentos pensara en Julisa, en su visión, en como ella le decía que lo había visto desfigurado y lleno de sangre, ¿Seria eso el destino que le deparaba en ese lugar? ¿Llamarían a otros para que presenciaran aquello? ¿Su padre estaría ahí? ¿Julius? … Permaneció en silencio, realmente no tenia nada que decir a su favor que no sonara como una súplica desesperante por su vida, tampoco es que Wardwell necesitara más explicaciones de las que seguramente los elfos le habían dado.
Realmente había algo en él, algo que era diferente de la ultima vez, no es que quisiera hacerse el valiente, por qué no, realmente él había visto con sus propios ojos lo que Auberon y otros de la secta eran capaces de hacer, lo podía sentir en sus huesos, el terror de un condenado a muerte, el miedo al dolor y a las pesadillas que merodeaban por la oscuridad, pero no iba a darle el gusto de rogarle por perdón, así que si eso era lo que él estaba esperando tras aquel discurso, no lo iba a conseguir. Lo encaro, tal vez como nunca en su vida lo había hecho, se puso frente a frente con Wardwell, tenia terror en su mirada, pero también dignidad, al menos la poca que le quedaba.
Cruzo una mirada fugaz con la semi veela, habría deseado saber que era lo que sentía en esos momentos, si es que en realidad en algún momento de su vida había sentido algún aprecio por él o estaría regodeándose en su victoria en esos momentos, el iba más por la segunda. Tampoco puso resistencia a que lo llevara, no sabía a dónde, aun que no era tonto y le fue fácil imaginarlo. Fue el olor a sangre seca lo primero que le alerto, la oscuridad y el lugar aparecieron inmediatamente después, una vez que llegaron él se aparto del agarre de Lucienne y se coloco en una postura militar, con las manos en la espalda y la barbilla erguida.
¿Así es como todo iba a terminar? … le parecía irónico, precisamente que en esos momentos pensara en Julisa, en su visión, en como ella le decía que lo había visto desfigurado y lleno de sangre, ¿Seria eso el destino que le deparaba en ese lugar? ¿Llamarían a otros para que presenciaran aquello? ¿Su padre estaría ahí? ¿Julius? … Permaneció en silencio, realmente no tenia nada que decir a su favor que no sonara como una súplica desesperante por su vida, tampoco es que Wardwell necesitara más explicaciones de las que seguramente los elfos le habían dado.
- Adrien Morgan
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Edad : 32
Re: Full Moon
Sintió un frío recorrer su espina dorsal y su piel se erizó de cabeza a los pies. De alguna absurda manera trataba de poner resistencia para todo lo que acontecía o al menos eso creía. Nunca antes había querido deshacer tanto el pasado, se repetía constantemente que lo que había hecho estaba más que mal, era imperdonable y los Wardwell se lo estaban haciendo saber. Cuando Auberon mencionó que incluso el profesor White estaba metido en ese asunto, la sangre le bajó hasta los pies y se estremeció terriblemente.
La oscuridad, el sentimiento de culpa, la pesadumbre y la sensación de sentirse acabada estaban quebrando pedazo a pedazo su lucidez. Jamás creyó que existieran tales pruebas en la vida, siempre criticó a quienes se victimizaban y se iban a llorar por los rincones sobre lo patética y asquerosa que era su vida. No sabían nada, no tenían ni la más minima idea de lo que realmente era lidiar con una vida patética y asquerosa, en esos momentos, la suya lo era.
De pronto, ella se encontraba en un lugar más que sucio y lúgubre, no estaba completamente oscuro, se podía ver una luz tan débil que le daba la impresión de que estaba en el mismo infierno. Ella levantó la vista y observó todo lo que había en el lugar, tuvo ganas de gritar pero se había quedado muda de la impresión. Quedó enganchada por las imágenes tan vívidas que la rodeaban, casi podía escuchar gritos de una mujer siendo torturada de horribles formas y el olor a sangre le asqueaba terriblemente. Lucienne y Adrien ya estaban ahí, miró al joven con horror y con odio, por su culpa estaba ahí, por su afán de querer tirarse a una mujer estaba echando su vida por la borda. Sus músculos se tensaron y apretó la mandíbula cuando el padre de Lucienne le habló.
Desconocía que era lo que hacían en ese lugar, pero por lo que observaba parecían más que simples magos jugando a la sociedad secreta. Algo sabía de artes oscuras, su familia en Alemania eran muy conocidos por hacer tales prácticas pero jamás había visto tan cerca algo similar.
Sintió el frío de los grilletes postrarse en sus muñecas y comenzó a moverse, tratándose de zafar, inútilmente. –Suélteme!! Maldita sea! …- Seguía forcejeando mientras veía los grilletes que cada vez se apretaban más a sus manos. - Todo es tu culpa Adrien Morgan! Todo es tu maldita culpa! – Sus ojos estaban inyectados en ira, su ritmo cardiaco estaba al límite, sentía que la sangre le hervía y que su cabeza iba a explotar. Jamás pensó sentir tanto desprecio por nada ni por nadie pero debido a los recientes acontecimientos, ya tenían un ganador.
-Te dejaré saber que si no te matan ellos…- dijo en susurro – …Te mataré yo…- mencionó enfurecida. Bajó la cabeza y unas cuantas lágrimas tocaron el suelo. No sabía si de verdad quería terminar con su vida o era simplemente un movimiento de autodefensa, pero de que lo haría pagar, lo haría pagar y muy caro. Estaba sumida en la desesperación e incertidumbre. ¿Qué le harían a Adrien? O peor aún ¿Qué le harían a ella? Fuera lo que fuera, se contaba más que perdida.
La oscuridad, el sentimiento de culpa, la pesadumbre y la sensación de sentirse acabada estaban quebrando pedazo a pedazo su lucidez. Jamás creyó que existieran tales pruebas en la vida, siempre criticó a quienes se victimizaban y se iban a llorar por los rincones sobre lo patética y asquerosa que era su vida. No sabían nada, no tenían ni la más minima idea de lo que realmente era lidiar con una vida patética y asquerosa, en esos momentos, la suya lo era.
De pronto, ella se encontraba en un lugar más que sucio y lúgubre, no estaba completamente oscuro, se podía ver una luz tan débil que le daba la impresión de que estaba en el mismo infierno. Ella levantó la vista y observó todo lo que había en el lugar, tuvo ganas de gritar pero se había quedado muda de la impresión. Quedó enganchada por las imágenes tan vívidas que la rodeaban, casi podía escuchar gritos de una mujer siendo torturada de horribles formas y el olor a sangre le asqueaba terriblemente. Lucienne y Adrien ya estaban ahí, miró al joven con horror y con odio, por su culpa estaba ahí, por su afán de querer tirarse a una mujer estaba echando su vida por la borda. Sus músculos se tensaron y apretó la mandíbula cuando el padre de Lucienne le habló.
Desconocía que era lo que hacían en ese lugar, pero por lo que observaba parecían más que simples magos jugando a la sociedad secreta. Algo sabía de artes oscuras, su familia en Alemania eran muy conocidos por hacer tales prácticas pero jamás había visto tan cerca algo similar.
Sintió el frío de los grilletes postrarse en sus muñecas y comenzó a moverse, tratándose de zafar, inútilmente. –Suélteme!! Maldita sea! …- Seguía forcejeando mientras veía los grilletes que cada vez se apretaban más a sus manos. - Todo es tu culpa Adrien Morgan! Todo es tu maldita culpa! – Sus ojos estaban inyectados en ira, su ritmo cardiaco estaba al límite, sentía que la sangre le hervía y que su cabeza iba a explotar. Jamás pensó sentir tanto desprecio por nada ni por nadie pero debido a los recientes acontecimientos, ya tenían un ganador.
-Te dejaré saber que si no te matan ellos…- dijo en susurro – …Te mataré yo…- mencionó enfurecida. Bajó la cabeza y unas cuantas lágrimas tocaron el suelo. No sabía si de verdad quería terminar con su vida o era simplemente un movimiento de autodefensa, pero de que lo haría pagar, lo haría pagar y muy caro. Estaba sumida en la desesperación e incertidumbre. ¿Qué le harían a Adrien? O peor aún ¿Qué le harían a ella? Fuera lo que fuera, se contaba más que perdida.
- Laise Den Adel
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