Into the deep
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Into the deep
Medianoche. Dormitorio 9. La noche lucía oscura, llena de una espesa penumbra que lograba que el más valiente se sintiera inseguro caminando de noche, la luna no brillaba, se mantenía oculta entre un montón de nubarrones grises haciendo ver el paisaje bastante tétrico. La habitación estaba dividida mediante una cintilla amarilla justo por en medio. De un lado, la cama lucía impecable, como si no la hubieran usado en años, la sobre cama perfectamente tendida, la almohada ubicada en el centro, haciendo una impoluta simetría, todo ello con colores sobrios y oscuros y manteniendo el olor a bosque, mientras que la cama de la izquierda lucía absolutamente desordenada. La almohada sin funda, el colchón sin sábana y la sobrecama arrugada y colgando de la orilla.
Odette leía un libro sobre adivinación del siglo 19 y su transición a la magia moderna. Sentada en su pequeño escritorio tomaba un café cargado, esta vez no era expresso, solo era café americano sin azúcar y sin leche. Solo lo tomaba así cuando andaba de buen humor, que era básicamente cada que los planetas se alineaban y pasaba el cometa Harley. Particularmente su insomnio le ayudaba asimilar mejor los libros que devoraba y todo ese conocimiento se quedaba grabado en su sien. Gustaba de leer en voz alta, solo cuando estaba sola en el dormitorio, todo para que nadie la molestara. Si alguien tocaba a su puerta les gritaría un contundente ”Largo” y sería todo.
- Ninguna persona, de cualquier estado o condición que sean, no deberán usar estas manera de adivinación, citadas a continuación; de agüeros de aves, ni de estornudos, ni de palabras que llaman proverbios, ni de suertes… estaba concentrada en lo suyo hasta que sintió una fuerte opresión en el pecho. Se agarró la blusa, arrugándola fuertemente y derramo algunas lágrimas sin razón alguna, miró la puerta de la habitación esperando a que alguien entrara por ahí. Solo había una explicación para todo eso y era que Odille estaba deprimida.
Odette leía un libro sobre adivinación del siglo 19 y su transición a la magia moderna. Sentada en su pequeño escritorio tomaba un café cargado, esta vez no era expresso, solo era café americano sin azúcar y sin leche. Solo lo tomaba así cuando andaba de buen humor, que era básicamente cada que los planetas se alineaban y pasaba el cometa Harley. Particularmente su insomnio le ayudaba asimilar mejor los libros que devoraba y todo ese conocimiento se quedaba grabado en su sien. Gustaba de leer en voz alta, solo cuando estaba sola en el dormitorio, todo para que nadie la molestara. Si alguien tocaba a su puerta les gritaría un contundente ”Largo” y sería todo.
- Ninguna persona, de cualquier estado o condición que sean, no deberán usar estas manera de adivinación, citadas a continuación; de agüeros de aves, ni de estornudos, ni de palabras que llaman proverbios, ni de suertes… estaba concentrada en lo suyo hasta que sintió una fuerte opresión en el pecho. Se agarró la blusa, arrugándola fuertemente y derramo algunas lágrimas sin razón alguna, miró la puerta de la habitación esperando a que alguien entrara por ahí. Solo había una explicación para todo eso y era que Odille estaba deprimida.
Última edición por Odette M. Lovecraft el Dom 13 Oct - 23:32, editado 1 vez
- Odette M. Lovecraft
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Re: Into the deep
Sabía que haber seguido a Thomas desde los pasillos hasta el teatro no había sido una buena idea desde el momento en que había subido a la tarima donde el navajo estaba leyendo sus diarios pero nunca imaginó que tan garrafal podría ser su error. Ella seguía queriendo a Thomas como desde el primer día, si no era que más todavía. Extrañaba a su mejor amigo y extrañaba lo bien que la pasaban juntos.
El nacimiento de la cría de Olympe, la abraxan, era una excusa perfecta para ir a verlo pero no había contado que se le adelantaría el momento de encontrarse a Thomas a pesar de haber estado evitándolo desde que habían terminado para no hacerse más daño mutuo, pero claro, Odille era tan imprudente y necia que tenía que verlo y darse cuenta de que tan estúpida había sido. Ahora se daba cuenta de ello y no porque lo hubiera visto de nuevo sino porque también estaba el hecho de que empezaría a salir con alguien más y eso la había hecho morir de rabia, de celos y de impotencia.
Había permanecido todo el día escondida en los establos con los Hipogrifos y con Olympe intentando encontrar la calma y tranquilidad que le daban los animales y más aún la calma que tenía que mostrar estando cerca de Olympe en ese estado. Siempre le habían ayudado y siempre acudía a ella para platicar aunque no le respondiera.
Ya había oscurecido y ni siquiera se había percatado de que no había comido nada en todo el día más que a la hora del desayuno y su estómago comenzaba a rugir pero no le había dado importancia hasta que se encontró en los pasillos sumida en un llanto terrible que, gracias a Cuhtulhu, nadie había logrado escuchar ni ver.
Había postergado lo más que podía el momento de llegar a su habitación y toparse con Odette porque no quería tener que explicarle todo lo que pasaba por su cabeza y estaba segura de que Odette ya sabía que algo le sucedía, era inevitable.
Respiró hondo tomando la perilla de la puerta y se secó las lágrimas y talló los ojos para evitar que se viera demasiado obvio. Abrió la puerta de par en par como siempre lo hacía y corrió a dejar el contenido de los bolsillos en su escritorio en su parte de habitación-¡Ah! Voy a bañarme, ¡un Nogtail me ha escupido! ¡No sabía que escupían! Aparentemente lo hacen, además apesto.... no tardo.
Sabía que llegaba a perturbar el eterno silencio de su hermana pero en ese momento lo que Odille menos necesitaba era el silencio. Necesitaba el ruido fuerte de algo. Extrañaba su música en Providence y el hecho de no poder utilizar su iPhone cuando más lo necesitaba por el hecho de que no hubiera electricidad en el campus.
Entró al baño y cerró la puerta para meterse a la ducha después de quitarse la ropa. Era justo lo que necesitaba para poder tranquilizarse un poco y parecer cómo si estuviera como nueva. Estuvo unos minutos y luego salió en toalla a la habitación.
-¿Sabes que ya va a nacer el bebé de Olympe? Espero que me llamen cuando sea el momento, no le tiene confianza a nadie más que a mi.-y a Thomas, evidentemente. Escogió del closet unos shorts de pijama a cuadros verdes y una camiseta verde a juego y fue al baño nuevamente a vestirse para después salir cepillándose el cabello que, curiosamente, había adoptado un tono azul apagado, casi opaco.-Oye, ¿ya cenaste? Yo no, tengo hambre.
El nacimiento de la cría de Olympe, la abraxan, era una excusa perfecta para ir a verlo pero no había contado que se le adelantaría el momento de encontrarse a Thomas a pesar de haber estado evitándolo desde que habían terminado para no hacerse más daño mutuo, pero claro, Odille era tan imprudente y necia que tenía que verlo y darse cuenta de que tan estúpida había sido. Ahora se daba cuenta de ello y no porque lo hubiera visto de nuevo sino porque también estaba el hecho de que empezaría a salir con alguien más y eso la había hecho morir de rabia, de celos y de impotencia.
Había permanecido todo el día escondida en los establos con los Hipogrifos y con Olympe intentando encontrar la calma y tranquilidad que le daban los animales y más aún la calma que tenía que mostrar estando cerca de Olympe en ese estado. Siempre le habían ayudado y siempre acudía a ella para platicar aunque no le respondiera.
Ya había oscurecido y ni siquiera se había percatado de que no había comido nada en todo el día más que a la hora del desayuno y su estómago comenzaba a rugir pero no le había dado importancia hasta que se encontró en los pasillos sumida en un llanto terrible que, gracias a Cuhtulhu, nadie había logrado escuchar ni ver.
Había postergado lo más que podía el momento de llegar a su habitación y toparse con Odette porque no quería tener que explicarle todo lo que pasaba por su cabeza y estaba segura de que Odette ya sabía que algo le sucedía, era inevitable.
Respiró hondo tomando la perilla de la puerta y se secó las lágrimas y talló los ojos para evitar que se viera demasiado obvio. Abrió la puerta de par en par como siempre lo hacía y corrió a dejar el contenido de los bolsillos en su escritorio en su parte de habitación-¡Ah! Voy a bañarme, ¡un Nogtail me ha escupido! ¡No sabía que escupían! Aparentemente lo hacen, además apesto.... no tardo.
Sabía que llegaba a perturbar el eterno silencio de su hermana pero en ese momento lo que Odille menos necesitaba era el silencio. Necesitaba el ruido fuerte de algo. Extrañaba su música en Providence y el hecho de no poder utilizar su iPhone cuando más lo necesitaba por el hecho de que no hubiera electricidad en el campus.
Entró al baño y cerró la puerta para meterse a la ducha después de quitarse la ropa. Era justo lo que necesitaba para poder tranquilizarse un poco y parecer cómo si estuviera como nueva. Estuvo unos minutos y luego salió en toalla a la habitación.
-¿Sabes que ya va a nacer el bebé de Olympe? Espero que me llamen cuando sea el momento, no le tiene confianza a nadie más que a mi.-y a Thomas, evidentemente. Escogió del closet unos shorts de pijama a cuadros verdes y una camiseta verde a juego y fue al baño nuevamente a vestirse para después salir cepillándose el cabello que, curiosamente, había adoptado un tono azul apagado, casi opaco.-Oye, ¿ya cenaste? Yo no, tengo hambre.
- Odille S. Lovecraft
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Re: Into the deep
Sabía que algo andaba mal, lo sentía en sus entrañas. Odille era muy parlanchina, todo el tiempo, todo el maldito tiempo pero esa vez notaba un ligero cambio en su voz. Su fluidez al hablar era forzada, no natural como siempre y eso mantenía a su gemela expectante. No hizo ningún ruido cuando ella entró al dormitorio diciendo que apestaba, solo la siguió con la mirada y pretendió volver a su libro.
Vió que tenía los ojos hinchados y rojos, era obvio que había estado llorando, pasó saliva y exhaló pesadamente. Ambas tenían una extraña conexión en la cual podían sentir una mínima parte de las emociones de la otra, cuando alguna de las dos estaba feliz, la otra reía y cuando pasaban un amargo trago –como justo en ese momento- era exactamente igual. Iba a dejar que ella hablara todo lo que quisiera, era su forma de desquitarse aunque ya tenía previsto que solo era cuestión de minutos para que Odille se desahogara con ella.
Si tuviera un reloj a la mano, contaría los segundos que faltaban para ver a Odille hecha un mar de lágrimas, tratando de controlarse y negando terminantemente a que ella la consolara y no lo iba a ser, solo quería escucharla. Era su deber de hermana y eso estaba por encima de cualquier libro, por muy interesante que pudiera ser. Le dolía lo que le sucedía a su hermana y tenía la sospecha que lo que le pasaba tenía nombre y apellido. Expeló un bufido cansado, cerró el libro, colocando el separador correspondiente, volteó su silla en dirección de la ducha. Se levantó de la silla y afianzó los pies en el suelo, ya se acercaba el momento.
Ella salió de la ducha con la toalla envuelta en ella, diciendo que tenía hambre y quien sabe que tantas cosas más que para oídos de Odette eran simplemente un par de “bla, bla, bla”. Ella se cruzó de brazos y la miraba, de un lado a otro, como si se le fuera la vida en ello. Respiró profundamente y luego exhaló.
-En serio, Odille…¿Enserio? – No había necesidad de preguntar que pasaba, Odette ya lo intuía, solo su hermana tenía que afirmarselo para que pudiera sentarse a escucharla como debía. Tenía la costumbre y el hábito de adivinar su corriente de pensamiento, tal vez era cosa de la conexión gemelar o quizá que realmente se conocían tan bien que ni ellas mismas sabían.
Odette era pésima dando consejos, consejos que no tuvieran que ver con lo académico y peor aún como confidente. Tenía que pulir esas habilidades, al menos por su hermana que llegaba así mucho más seguido de lo que ella pudiese imaginar.
Vió que tenía los ojos hinchados y rojos, era obvio que había estado llorando, pasó saliva y exhaló pesadamente. Ambas tenían una extraña conexión en la cual podían sentir una mínima parte de las emociones de la otra, cuando alguna de las dos estaba feliz, la otra reía y cuando pasaban un amargo trago –como justo en ese momento- era exactamente igual. Iba a dejar que ella hablara todo lo que quisiera, era su forma de desquitarse aunque ya tenía previsto que solo era cuestión de minutos para que Odille se desahogara con ella.
Si tuviera un reloj a la mano, contaría los segundos que faltaban para ver a Odille hecha un mar de lágrimas, tratando de controlarse y negando terminantemente a que ella la consolara y no lo iba a ser, solo quería escucharla. Era su deber de hermana y eso estaba por encima de cualquier libro, por muy interesante que pudiera ser. Le dolía lo que le sucedía a su hermana y tenía la sospecha que lo que le pasaba tenía nombre y apellido. Expeló un bufido cansado, cerró el libro, colocando el separador correspondiente, volteó su silla en dirección de la ducha. Se levantó de la silla y afianzó los pies en el suelo, ya se acercaba el momento.
Ella salió de la ducha con la toalla envuelta en ella, diciendo que tenía hambre y quien sabe que tantas cosas más que para oídos de Odette eran simplemente un par de “bla, bla, bla”. Ella se cruzó de brazos y la miraba, de un lado a otro, como si se le fuera la vida en ello. Respiró profundamente y luego exhaló.
-En serio, Odille…¿Enserio? – No había necesidad de preguntar que pasaba, Odette ya lo intuía, solo su hermana tenía que afirmarselo para que pudiera sentarse a escucharla como debía. Tenía la costumbre y el hábito de adivinar su corriente de pensamiento, tal vez era cosa de la conexión gemelar o quizá que realmente se conocían tan bien que ni ellas mismas sabían.
Odette era pésima dando consejos, consejos que no tuvieran que ver con lo académico y peor aún como confidente. Tenía que pulir esas habilidades, al menos por su hermana que llegaba así mucho más seguido de lo que ella pudiese imaginar.
- Odette M. Lovecraft
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Re: Into the deep
La calma que la ducha le había dado de forma momentánea se había esfumado tan solo ver a Odette de pie, con brazos cruzados y los pies bien afianzados en el suelo. Sabía que estaba preparándose para sermonearla y Odille no estaba preparada para escucharlo. O quizás no tenía ánimos de volver a ponerse a llorar y sabía que hablando del tema volvería a hacerlo.
Había llegado caminando como si no supiera de lo que Odette fuera a hablarle, cepillándose el cabello como si nada sucediera, sintiendo el estómago retorcerse y no precisamente por el hambre. El escuchar su voz la hizo detener su rutina inexistente de recoger su lado de habitación -que es lo que había comenzado a hacer, recogiendo las almohadas y los cojines del suelo y echándolos a la cama- y detuvo sus movimientos para después regresar de forma más pausada y parsimoniosa.
No sabía qué responder. Sabía que Odette no aprobaba a Thomas y no era la única. Sabía también que no le gustaba para nada y ella no podía hacer nada para hacerla cambiar de opinión, a pesar de contarle maravillas del navajo y de cómo se interesaba por los relatos que Odille le contaba y cómo ella se interesaba por lo que Thomas le contaba. Se mordió el labio al encontrarse pensando en todo eso. Sacudió la cabeza de forma casi imperceptible intentando alejar la imagen del moreno de su mente pero le resultaba prácticamente imposible.
Deseó tener a Igor con ella y colocárselo en el hombro pero sabía que no le encataría la idea s u gemela así que se limitó a caminar hacia su escritorio y tomar su cajetilla de cigarrillos, tomándose su tiempo para pensar las palabras que tendría que decirle a su gemela quien sin duda alguna estaba esperando los detalles de la situación para ver por qué su hermana había llegado de esa forma a la habitación, con los ojos hinchados y rojos y porque seguramente ya lo había visto venir. Maldita conexión gemelar, a veces quisiera no tenerla porque siempre era ella quien la cagaba en todo. Odette era extremadamente políticamente correcta como para hacer algo que no estuviera bien o que la liberara un poco.
-Si.-respondió de manera escueta, concreta y sincera. No importara a qué parte se refiriera, siempre sería si. A menos que le preguntara si había perdido su miedo a comprometerse a algo más formal, entonces ahí sería no, no lo sabía.
Se echó en su cama, sentada hasta una esquina, con las piernas dobladas y abrazándolas con su brazo izquierdo. Encendió un cigarrillo y puso un cenicero frente a sus pies. Había perfeccionado un hechizo que hacía que en la habitación no se esparciera el olor a cigarrillo hasta la parte de Odette, ahí donde delimitaba la línea amarilla -como el camino de Dorothy a Oz- y así poder fumar en su propia habitación sin problemas. Sacó el humo de forma lenta, casi como si le costara y frunció el entrecejo al mismo tiempo que fruncía los labios.
-Se que no lo entiendes y se que no lo harás, pero me gustaría que pudieras entenderlo, Odette. Él es....Thomas es...-comenzó, mirando hacia la nada, sin poder ver los ojos azules de su gemela, como si tuviera vergüenza. No sabía cómo decirle esas palabras para que su hermana pudiera comprenderla mejor sin marearla, como normalmente lo hacía.-Si yo fuera a casarme algún día, querría que fuera con él, ¿sabes? Lo quiero tanto y siento que lo arruiné todo aquella vez, lo lastimé tanto, Odette, tanto que me duele todavía más.
Y como Odette había previsto, Odille no pudo contenerse más y se echó a llorar de forma desconsolada. No sabía si algún día podría sentirse bien nuevamente, como antes. Tal vez su gemela sintiera que exageraba y tal vez lo estaba haciendo pero ella nunca había pasado por lo que ella estaba pasando y tal vez jamás lo haría y Odille esperaba que de verdad no tuviera que sufrir como lo hacía ella porque era terrible no poder hacer mucho para remediarlo porque el problema era ella misma y a menos que comenzara a madurar, la situación con Thomas jamás tendría fin, para bien....o para mal.
Había llegado caminando como si no supiera de lo que Odette fuera a hablarle, cepillándose el cabello como si nada sucediera, sintiendo el estómago retorcerse y no precisamente por el hambre. El escuchar su voz la hizo detener su rutina inexistente de recoger su lado de habitación -que es lo que había comenzado a hacer, recogiendo las almohadas y los cojines del suelo y echándolos a la cama- y detuvo sus movimientos para después regresar de forma más pausada y parsimoniosa.
No sabía qué responder. Sabía que Odette no aprobaba a Thomas y no era la única. Sabía también que no le gustaba para nada y ella no podía hacer nada para hacerla cambiar de opinión, a pesar de contarle maravillas del navajo y de cómo se interesaba por los relatos que Odille le contaba y cómo ella se interesaba por lo que Thomas le contaba. Se mordió el labio al encontrarse pensando en todo eso. Sacudió la cabeza de forma casi imperceptible intentando alejar la imagen del moreno de su mente pero le resultaba prácticamente imposible.
Deseó tener a Igor con ella y colocárselo en el hombro pero sabía que no le encataría la idea s u gemela así que se limitó a caminar hacia su escritorio y tomar su cajetilla de cigarrillos, tomándose su tiempo para pensar las palabras que tendría que decirle a su gemela quien sin duda alguna estaba esperando los detalles de la situación para ver por qué su hermana había llegado de esa forma a la habitación, con los ojos hinchados y rojos y porque seguramente ya lo había visto venir. Maldita conexión gemelar, a veces quisiera no tenerla porque siempre era ella quien la cagaba en todo. Odette era extremadamente políticamente correcta como para hacer algo que no estuviera bien o que la liberara un poco.
-Si.-respondió de manera escueta, concreta y sincera. No importara a qué parte se refiriera, siempre sería si. A menos que le preguntara si había perdido su miedo a comprometerse a algo más formal, entonces ahí sería no, no lo sabía.
Se echó en su cama, sentada hasta una esquina, con las piernas dobladas y abrazándolas con su brazo izquierdo. Encendió un cigarrillo y puso un cenicero frente a sus pies. Había perfeccionado un hechizo que hacía que en la habitación no se esparciera el olor a cigarrillo hasta la parte de Odette, ahí donde delimitaba la línea amarilla -como el camino de Dorothy a Oz- y así poder fumar en su propia habitación sin problemas. Sacó el humo de forma lenta, casi como si le costara y frunció el entrecejo al mismo tiempo que fruncía los labios.
-Se que no lo entiendes y se que no lo harás, pero me gustaría que pudieras entenderlo, Odette. Él es....Thomas es...-comenzó, mirando hacia la nada, sin poder ver los ojos azules de su gemela, como si tuviera vergüenza. No sabía cómo decirle esas palabras para que su hermana pudiera comprenderla mejor sin marearla, como normalmente lo hacía.-Si yo fuera a casarme algún día, querría que fuera con él, ¿sabes? Lo quiero tanto y siento que lo arruiné todo aquella vez, lo lastimé tanto, Odette, tanto que me duele todavía más.
Y como Odette había previsto, Odille no pudo contenerse más y se echó a llorar de forma desconsolada. No sabía si algún día podría sentirse bien nuevamente, como antes. Tal vez su gemela sintiera que exageraba y tal vez lo estaba haciendo pero ella nunca había pasado por lo que ella estaba pasando y tal vez jamás lo haría y Odille esperaba que de verdad no tuviera que sufrir como lo hacía ella porque era terrible no poder hacer mucho para remediarlo porque el problema era ella misma y a menos que comenzara a madurar, la situación con Thomas jamás tendría fin, para bien....o para mal.
- Odille S. Lovecraft
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Re: Into the deep
En efecto, Odette no podía entender nada de lo que pasaba con su hermana, por más que quisiera, Odille era tan cambiante que hasta cierto punto era indescifrable pero en cueationes de amores y esas cosas tenía un conocimiento esporádico, ligero, nulo. Incluso a veces se sentía muy impotente por no poder decirle algo que pudiera reconfortarla y hacerla sentir mejor. La vió cepillarse el cabello y arreglar un poco la cama, negó con la cabeza y cerró los ojos un momento, tratando de pensar en algo que pudiera ver la situación desde otra perspectiva. Vió que había encendido un cigarrillo y le había dado la primera calada. ”Eso te matará algún día” pensó al verla, pero simplemente desvió su mirada a otro lado.
Como había sospechado, el culpable de la tristeza de su gemela era el joven Thomas Chee. Nunca le había gustado la idea de que formara una pareja con él, pero tampoco era del pensamiento cerrado de no querer que siquiera que se le acercara. A pesar de ser muy unidas eran bastante independientes una de la otra y así como Odille respetaba su descisión de ser un persona socialmente inactiva, ella respetaba su descición de formar pareja con quien le viniera en gana. Lo único que no le gustaba era tener que verla sufrir, dentro de su extraño y retorcido corazón, su hermana le dolía y mucho y no soportaba de ninguna forma verla llorar.
Y ahí estaba ella, lamentándose profundamente. Cualquier persona común y corriente iría corriendo a abrazarla y decirle que todo estaba bien. Cualquier persona, excepto Odette Lovecraft. Le parecía increíble lo que algunas personas hacían por lo que comúnmente llamaban “amor”; que no dejaba de ser una conjunción de reacciones químicas, ligadas a otros estímulos como alimentación, actividad sexual o aficiones similares. Sin embargo, sabía que todo el mundo pasaba por esa situación, inclusive ella tal vez pudiera caer en las garras de aquel Dios Griego de nombre Eros y sentir “mariposas en el estómago” y demás. La veía tan desválida, tan desprotegida y tan frágil que no pudo evitar sentir un nudo en la garganta. Ella sentía una parte de todo su dolor y bastaba para comprender que venía con el corazón roto.
Se acercó a ella caminando, a paso tranquilo, jamás cruzaban la línea amarilla divisoria de su recámara a menos de que fuera absolutamente necesario y en ese caso era más que obligatorio e importante que ella fuera con su hermana.
-¿Lo amas, Odille? Fue lo único que se le pudo ocurrir para decirle y tratar de entenderla. A veces la biología era tan complicada que hacía que las necesidades más básicas como la reproducción fueran una tortura. Se preguntaba si era así también con los animales. No, con los animales todo era distinto, ellos se guiaban por el instinto de supervivencia, de evolución, de preservar la especie. ¿Por qué era entonces tan complicado que las relaciones entre personas fueran tan díficiles?
Como había sospechado, el culpable de la tristeza de su gemela era el joven Thomas Chee. Nunca le había gustado la idea de que formara una pareja con él, pero tampoco era del pensamiento cerrado de no querer que siquiera que se le acercara. A pesar de ser muy unidas eran bastante independientes una de la otra y así como Odille respetaba su descisión de ser un persona socialmente inactiva, ella respetaba su descición de formar pareja con quien le viniera en gana. Lo único que no le gustaba era tener que verla sufrir, dentro de su extraño y retorcido corazón, su hermana le dolía y mucho y no soportaba de ninguna forma verla llorar.
Y ahí estaba ella, lamentándose profundamente. Cualquier persona común y corriente iría corriendo a abrazarla y decirle que todo estaba bien. Cualquier persona, excepto Odette Lovecraft. Le parecía increíble lo que algunas personas hacían por lo que comúnmente llamaban “amor”; que no dejaba de ser una conjunción de reacciones químicas, ligadas a otros estímulos como alimentación, actividad sexual o aficiones similares. Sin embargo, sabía que todo el mundo pasaba por esa situación, inclusive ella tal vez pudiera caer en las garras de aquel Dios Griego de nombre Eros y sentir “mariposas en el estómago” y demás. La veía tan desválida, tan desprotegida y tan frágil que no pudo evitar sentir un nudo en la garganta. Ella sentía una parte de todo su dolor y bastaba para comprender que venía con el corazón roto.
Se acercó a ella caminando, a paso tranquilo, jamás cruzaban la línea amarilla divisoria de su recámara a menos de que fuera absolutamente necesario y en ese caso era más que obligatorio e importante que ella fuera con su hermana.
-¿Lo amas, Odille? Fue lo único que se le pudo ocurrir para decirle y tratar de entenderla. A veces la biología era tan complicada que hacía que las necesidades más básicas como la reproducción fueran una tortura. Se preguntaba si era así también con los animales. No, con los animales todo era distinto, ellos se guiaban por el instinto de supervivencia, de evolución, de preservar la especie. ¿Por qué era entonces tan complicado que las relaciones entre personas fueran tan díficiles?
- Odette M. Lovecraft
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Re: Into the deep
La relación que tenían entre ellas era algo muy extraño que cualquier persona vería como incongruente después de tener el estándar de quienes gozaban de un hermano gemelo. Casi siempre eran inseparables, se abrzaban y había un montón de contacto físico entre ellos. Se besabane en la mejilla y se contaban todas sus cosas y algunas veces hasta gustaban de vestir igual. Pero en este caso no podían haber sido más diferentes y más independientes la una de la otra.
Odette siempre había gustado de la oscuridad, de literatura mucho más pesada que ella, sobre cosas retorcidas y cine de terror. Se vestía de forma monocromática y prefería mil veces el negro. Llevaba el cabello siempre recogido en un chongo y de un color rubio cenizo -el natural de las gemelas- y siempre había sido tremendamente taciturna, ordenada y calmada. Odille era todo lo contrario: gustaba del sol y las actividades al aire libre. Era escandalosa y le gustaba la compañía social. Le gustaban los colores y siempre procuraba hacerlos resaltar. Le gustaban las novelas de terror también, pero más bien de terror psicológico y no gore, como a su gemela. Le gustaba llevar el cabello alborotado y era un completo desastre. Eran polos completamente opuestos y aún así no necesitaban de demasiadas palabras para entenderse y para saber la situación emocional la una de la otra.
Sintió cómo Odette cruzaba la línea divisoria y supuso que estaba verdaderamente preocupada porque nunca la cruzaban. Cada una respetaba su espacio a menos que Odille tuviera que ir al baño y ahí tendría que cruzar la parte de Odette para llegar a la puerta del baño, pero ya habían llegado a la conclusión de que siempre y cuando fuera necesario y hubiera una necesidad fisiologica de por medio, estaba permitido.
Se removió en su esquina de la cama, quedando lo más junta a la pared que pudiera, como si le diera algún tipo de consuelo el frío que le brindaba a su espalda. La miró a los ojos azules, tan iguales a los suyos, y asintió girando el rostro para apartar la mirada de la de su gemela que sabía que no aprobaba por completo su relación con Thomas y a pesar de todo, no podía ocultarle nada gracias a su videncia.
-Y él también me ama a mi.-respondió, secándose las lágrimas y mirando hacia el cenicero mientras golpeaba suavemente el cigarrillo para que la ceniza cayera en el centro evitando que se desperdigara por toda la colcha de su cama.
Ahora que lo decía le parecía algo por demás estúpido estar separados. Ella lo amaba y él la amaba a ella. La mayoría de la gente estaría retozando en el bosque o algo juntos, viendo las estrellas o besándose en la oscuridad que brindaba la noche, alumbrados por la luna o alguna cursilería de esas. Pero no Odille. Para ella era todo más difícil y no era sólamente con Thomas. El miedo al compromiso y cosas a futuro venía desde pequeña cuando no podían cumplirle las promesas de niña. Ella desarrolló un pánico tal a defraudar a la gente que se había convertido en algo crónico y si era necesario, iría a terapia, daba igual. No era simplemente por Thomas, sino por ella.
-Me regaló una miniatura de dragón y la olvidé en el establo.
El sentimiento hacia esa pequeña frase era tal que podría hasta dar gracia y ternura, preocupándose por un pequeño dragón cuando tenía muchos problemas mucho más grandes delante de ella. Pero así era ella, quizás dándole más importancia al hecho del dragón pudiera sobreponerse por esa noche o algo así. Solo quería dejar de llorar.
Odette siempre había gustado de la oscuridad, de literatura mucho más pesada que ella, sobre cosas retorcidas y cine de terror. Se vestía de forma monocromática y prefería mil veces el negro. Llevaba el cabello siempre recogido en un chongo y de un color rubio cenizo -el natural de las gemelas- y siempre había sido tremendamente taciturna, ordenada y calmada. Odille era todo lo contrario: gustaba del sol y las actividades al aire libre. Era escandalosa y le gustaba la compañía social. Le gustaban los colores y siempre procuraba hacerlos resaltar. Le gustaban las novelas de terror también, pero más bien de terror psicológico y no gore, como a su gemela. Le gustaba llevar el cabello alborotado y era un completo desastre. Eran polos completamente opuestos y aún así no necesitaban de demasiadas palabras para entenderse y para saber la situación emocional la una de la otra.
Sintió cómo Odette cruzaba la línea divisoria y supuso que estaba verdaderamente preocupada porque nunca la cruzaban. Cada una respetaba su espacio a menos que Odille tuviera que ir al baño y ahí tendría que cruzar la parte de Odette para llegar a la puerta del baño, pero ya habían llegado a la conclusión de que siempre y cuando fuera necesario y hubiera una necesidad fisiologica de por medio, estaba permitido.
Se removió en su esquina de la cama, quedando lo más junta a la pared que pudiera, como si le diera algún tipo de consuelo el frío que le brindaba a su espalda. La miró a los ojos azules, tan iguales a los suyos, y asintió girando el rostro para apartar la mirada de la de su gemela que sabía que no aprobaba por completo su relación con Thomas y a pesar de todo, no podía ocultarle nada gracias a su videncia.
-Y él también me ama a mi.-respondió, secándose las lágrimas y mirando hacia el cenicero mientras golpeaba suavemente el cigarrillo para que la ceniza cayera en el centro evitando que se desperdigara por toda la colcha de su cama.
Ahora que lo decía le parecía algo por demás estúpido estar separados. Ella lo amaba y él la amaba a ella. La mayoría de la gente estaría retozando en el bosque o algo juntos, viendo las estrellas o besándose en la oscuridad que brindaba la noche, alumbrados por la luna o alguna cursilería de esas. Pero no Odille. Para ella era todo más difícil y no era sólamente con Thomas. El miedo al compromiso y cosas a futuro venía desde pequeña cuando no podían cumplirle las promesas de niña. Ella desarrolló un pánico tal a defraudar a la gente que se había convertido en algo crónico y si era necesario, iría a terapia, daba igual. No era simplemente por Thomas, sino por ella.
-Me regaló una miniatura de dragón y la olvidé en el establo.
El sentimiento hacia esa pequeña frase era tal que podría hasta dar gracia y ternura, preocupándose por un pequeño dragón cuando tenía muchos problemas mucho más grandes delante de ella. Pero así era ella, quizás dándole más importancia al hecho del dragón pudiera sobreponerse por esa noche o algo así. Solo quería dejar de llorar.
- Odille S. Lovecraft
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Re: Into the deep
Estaba feliz ese día, feliz porque así se había despertado y por si fuese poco había encontrado un bonito regalo de Mina, era un juguetito que habían visto hacía uno días cuando salieron a la ciudad a comprar ropa, no lo había podido comprar porque se le acabó el dinero muggle por ir de consumista pero allí estaba. Era de esos trolls que tenía disfraz de Drácula y que ella deseaba más que a nada, más que a un hipogrifo propio o que a un auto de carreras porque se había obsesionado.
Se lo quiso colgar del cuello con una cuerda pero parecía que lo ahorcaba, no cabía en su bolsillo y acabó por desistir, lo dejó en su cama bien arropado y hasta un beso de despedida le dio porque tenía una clase y una chica que iba de oyente era demasiado linda como para faltar y dejar que cualquiera de los gallos de la universidad se la ligase.
La clase fue bien y como se quedaron hablando después de eso la acompañó a los establos, ella estudiaba veterinaria y por las señales que le daba estaba tan interesada como Krasava, esas cosas no podían fingirse. Si bien la conversación que tuvieron no fue subida de tono los roces podían predecir una cosa o dos, la rubia iba poco a esa parte de la universidad porque no tenía nada que ver con su carrera, si iba era acompañando a Julisa cuando iba a ver a su hermano.
Y efectivamente como cuando acompañaba a la navajo ahí estaba Thomas, lo saludó mientras su acompañante le entregaba un reporte a su profesor y de la nada el pelilargo le pidió un favor. No se lo quería hacer porque estaba en medio de un plan carnal con futuro pero era hermano de Julisa, su Julisa, eso pesaba y aceptó sólo porque a ella la quería y él le daba miedo porque decían que era un violador. Le mintió a Jill diciéndole que se sentía mal y quedaron para otro día, irían a tomar un café o algo así.
Eran las seis de la tarde y de verdad iba a ir a cumplirle el favor al navajo, pero por mentirosa la interceptó su profesor y como le debía un par de notas tuvo que ir con él a ayudarlo en la biblioteca y le presentó un trabajo que hizo con él en frente. No era malo pasar tiempo con él porque era un buen tipo y siempre se les presentó como un amigo, pero ni cenó y a las once de la noche se desocupó al fin. Qué tarde para horrenda.
Fue hasta su cuarto a descansar porque estaba muerta, pero al tirarse a su cama con su troll sintió un dolor en una costilla, se había echado sobre el encargo de Chee. Era más de medianoche pero ya no importaba, iba a cumplirlo que al día siguiente le tocaba una salida de campo, sin tocar la puerta entró al más alejado del suyo porque pretendía dejar ese dragón inanimado en la cómoda de Odille y salir, ella no se enojaría con la rubia por entrar sin preguntar.
Había olvidado a Odette, ella siempre se enojaba con ella por hacer de tonta con su hermana.-Hola Odette. Amor de mi vida, Thomas te manda esto.-apenas saludó a Odette y lo hizo con un poco de miedo, la quería mucho y todo pero seguro le iba a echar una reprimenda por meterse sin preguntar, ya se había ido al lado de Odille y por andar preocupada por su gemela ni notó sus lágrimas hasta ese momento.- ¿Qué te pasa? Ni llores, mira qué bonito dragón, está lindo…no llores.
Se lo quiso colgar del cuello con una cuerda pero parecía que lo ahorcaba, no cabía en su bolsillo y acabó por desistir, lo dejó en su cama bien arropado y hasta un beso de despedida le dio porque tenía una clase y una chica que iba de oyente era demasiado linda como para faltar y dejar que cualquiera de los gallos de la universidad se la ligase.
La clase fue bien y como se quedaron hablando después de eso la acompañó a los establos, ella estudiaba veterinaria y por las señales que le daba estaba tan interesada como Krasava, esas cosas no podían fingirse. Si bien la conversación que tuvieron no fue subida de tono los roces podían predecir una cosa o dos, la rubia iba poco a esa parte de la universidad porque no tenía nada que ver con su carrera, si iba era acompañando a Julisa cuando iba a ver a su hermano.
Y efectivamente como cuando acompañaba a la navajo ahí estaba Thomas, lo saludó mientras su acompañante le entregaba un reporte a su profesor y de la nada el pelilargo le pidió un favor. No se lo quería hacer porque estaba en medio de un plan carnal con futuro pero era hermano de Julisa, su Julisa, eso pesaba y aceptó sólo porque a ella la quería y él le daba miedo porque decían que era un violador. Le mintió a Jill diciéndole que se sentía mal y quedaron para otro día, irían a tomar un café o algo así.
Eran las seis de la tarde y de verdad iba a ir a cumplirle el favor al navajo, pero por mentirosa la interceptó su profesor y como le debía un par de notas tuvo que ir con él a ayudarlo en la biblioteca y le presentó un trabajo que hizo con él en frente. No era malo pasar tiempo con él porque era un buen tipo y siempre se les presentó como un amigo, pero ni cenó y a las once de la noche se desocupó al fin. Qué tarde para horrenda.
Fue hasta su cuarto a descansar porque estaba muerta, pero al tirarse a su cama con su troll sintió un dolor en una costilla, se había echado sobre el encargo de Chee. Era más de medianoche pero ya no importaba, iba a cumplirlo que al día siguiente le tocaba una salida de campo, sin tocar la puerta entró al más alejado del suyo porque pretendía dejar ese dragón inanimado en la cómoda de Odille y salir, ella no se enojaría con la rubia por entrar sin preguntar.
Había olvidado a Odette, ella siempre se enojaba con ella por hacer de tonta con su hermana.-Hola Odette. Amor de mi vida, Thomas te manda esto.-apenas saludó a Odette y lo hizo con un poco de miedo, la quería mucho y todo pero seguro le iba a echar una reprimenda por meterse sin preguntar, ya se había ido al lado de Odille y por andar preocupada por su gemela ni notó sus lágrimas hasta ese momento.- ¿Qué te pasa? Ni llores, mira qué bonito dragón, está lindo…no llores.
- Krasava Kaufmann
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Re: Into the deep
Había un dejo de angustia en el aire, casi podía decirse que se podía atrapar y encapsular en algún recipiente, listo para ser decodificado y examinado como algo fuera de lo común. Odette se repetía constantemente el por que no podía ser un poco más expresiva y empática con su hermana, hacía tiempo que había pensado en algunas posibles teorías que resultaban ser incluso más que lógicas, no era que ella se preguntara todo el tiempo por que había nacido así, con ese carácter tan agrio y dispar al de su hermana, si no que como todo el mundo, la crisis existencial no había dejado excenta su presencia en la vida de la rubia.
No le afectó como al resto de las personas, solo la volvió mucho más introvertida y ajena a la sociedad. Pensó en el síndrome de Asperger pero aún no era tan ególatra como estar clasificada dentro de ese grupo, también pensó en alguna clase de sociopatía innata; por su gran fascinación a la tortura medieval y esa índole de cosas sombrías y lúgubres. Un déficit de hormonas o incluso la falta de segregación de dopamina, en fín había pensado en muchas hipótesis y jamás le había afectado hasta ahora.
El punto era que no sabía como consolar a su hermana y eso la tenía muy enojada, consigo misma, por no serle de mayor utilidad. Miró como agachaba la cabeza y sintió un nudo en el estómago. Se sentó en la orilla de su cama, justo donde van los pies, lo más alejada posible de ella y la observó con esos gélidos ojos azules que la caracterizaban. Ella le había dicho que también Thomas la amaba, entonces ¿Cuál era el problema?.
Después de unos instantes de intenso razonamiento, comprendió todo, Odille siempre fue una persona libre, independiente y extrovertida, el compromiso que significaba mantener una relación con el navajo era mucho para ella, pues se alguna u otra manera se sentía atada. Pero había algo que no concordaba, no era estrictamente necesario que la relación con Thomas fuera formal y seria, al contrario, apelando a su forma de ser y pensar, lo mejor era seguir con esa relación pero sin títulos o solemnidades.
Miedo al compromiso, a eso se reducía todo, y no solo al compromiso, si no a todo lo que esto implica: sacrificio, dedicación y esfuerzo. Resopló molesta al escucharla mencionar a la cría de dragón que Thomas le regaló, de nuevo se levantó, caminó hacia la mesa donde leía y abrió el libro. No sería ella quien le dijera que tenía que madurar, esas cuestiones se tienen que aprender solo con el paso del tiempo, dependía solo de ella el querer hacerlo.
-No puedes cuidarte tú sola, ¿Qué te hace pensar que podrás cuidar de otro ser viviente?- dijo calmada. Luego se abrió la puerta de golpe y notó entrar a la amiga de Odille; Krasava. Esta entró como si nadie estuviera, con absoluto descaro y nada de educación. Ni siquiera la volteó a ver cuando la escuchó saludarle. Con el rabillo del ojo vió que Krasava le entregaba al dragón. Negó con la cabeza y deseó con todas sus fuerzas que Krasava se fuera, detestaba la intromisión de gente desconocida en su santos aposentos.
No le afectó como al resto de las personas, solo la volvió mucho más introvertida y ajena a la sociedad. Pensó en el síndrome de Asperger pero aún no era tan ególatra como estar clasificada dentro de ese grupo, también pensó en alguna clase de sociopatía innata; por su gran fascinación a la tortura medieval y esa índole de cosas sombrías y lúgubres. Un déficit de hormonas o incluso la falta de segregación de dopamina, en fín había pensado en muchas hipótesis y jamás le había afectado hasta ahora.
El punto era que no sabía como consolar a su hermana y eso la tenía muy enojada, consigo misma, por no serle de mayor utilidad. Miró como agachaba la cabeza y sintió un nudo en el estómago. Se sentó en la orilla de su cama, justo donde van los pies, lo más alejada posible de ella y la observó con esos gélidos ojos azules que la caracterizaban. Ella le había dicho que también Thomas la amaba, entonces ¿Cuál era el problema?.
Después de unos instantes de intenso razonamiento, comprendió todo, Odille siempre fue una persona libre, independiente y extrovertida, el compromiso que significaba mantener una relación con el navajo era mucho para ella, pues se alguna u otra manera se sentía atada. Pero había algo que no concordaba, no era estrictamente necesario que la relación con Thomas fuera formal y seria, al contrario, apelando a su forma de ser y pensar, lo mejor era seguir con esa relación pero sin títulos o solemnidades.
Miedo al compromiso, a eso se reducía todo, y no solo al compromiso, si no a todo lo que esto implica: sacrificio, dedicación y esfuerzo. Resopló molesta al escucharla mencionar a la cría de dragón que Thomas le regaló, de nuevo se levantó, caminó hacia la mesa donde leía y abrió el libro. No sería ella quien le dijera que tenía que madurar, esas cuestiones se tienen que aprender solo con el paso del tiempo, dependía solo de ella el querer hacerlo.
-No puedes cuidarte tú sola, ¿Qué te hace pensar que podrás cuidar de otro ser viviente?- dijo calmada. Luego se abrió la puerta de golpe y notó entrar a la amiga de Odille; Krasava. Esta entró como si nadie estuviera, con absoluto descaro y nada de educación. Ni siquiera la volteó a ver cuando la escuchó saludarle. Con el rabillo del ojo vió que Krasava le entregaba al dragón. Negó con la cabeza y deseó con todas sus fuerzas que Krasava se fuera, detestaba la intromisión de gente desconocida en su santos aposentos.
- Odette M. Lovecraft
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Re: Into the deep
No necesitaba que Odette le dijera con palabras lo que sentía o cómo pensaba sobre lo que Odille le había dicho. No hacía falta que abriera la boca para darse cuenta de que estaba molesta cone lla y su manera de actuar. Odille sabía que su hermana tenía ideas muy, MUY distintas a las suyas y lo entendía, pero lo que no entendía era que se enfadara con cualquier cosa que Odille le contaba o lo que quería que le ayudara a sacar de su interior. Resopló al verla sentarse en su escritorio.
-¿Y a tí qué te hace pensar que no puedo cuidarme sola?-espetó y miró a su gemela con reproche en la mirada. No le gustaba cuando Odette comenzaba a sermonearla. Para Odette todo tenía que tener una explicación, todo tenía que ser lógico, analizado y analizable. Para Odille no No creía en el destino ni nada de eso pero sabía que las cosas sucedían y punto, a veces no podían evitarlo y a veces simplemente dejaban que pasaran. Era algo que su gemela jamás podría entender.
La puerta se abrió y se asomó la rubia cabellera de Krasava por la misma, diciendo que tenía un encargo de Thomas. Odille abrió los ojos y se secó los ojos, tallándoselos, sabiendo que sería en vano porque a ese punto ya debería de tener los ojos completamente rojos e hinchados así que desistió.
Tomó el dragón que Thomas le había regalado y lo observó sonriendo con pesar. Miró como Krasava se acercaba hasta su cama y se sentaba con ella y también observó cómo el semblante de Odette cambiaba y se molestaba con el simple hecho de que alguien más entrara a su habitación. Odille no le dedicó más que dos segundos de su atención y luego regresó la vista a su pequeño dragón. ¿Y si lo revivía? Seguro molestaría a Odette.. era una idea tentadora pero podía esperar.
-Todo está bien. Gracias por traerlo.-le respondió a la rubia con una sonrisa dibujada en su rostro aún con el pequeño dragón en sus rodillas. Le dio una última calada a su cigarrillo y lo apagó en el cenincero para después desaparecer la ceniza y todo eso antes de tumbarla con la pierna o con el brazo.-Oye, tengo hambre, ¿crees que haya algo abierto ahora? Pero aquí en la Universidad, no quiero salir.-le preguntó a Krasava mientras se sacudía las virutas de ceniza que quedaron sobre sus piernas y acomodaba al pequeño Igor en su escritorio.
-¿Y a tí qué te hace pensar que no puedo cuidarme sola?-espetó y miró a su gemela con reproche en la mirada. No le gustaba cuando Odette comenzaba a sermonearla. Para Odette todo tenía que tener una explicación, todo tenía que ser lógico, analizado y analizable. Para Odille no No creía en el destino ni nada de eso pero sabía que las cosas sucedían y punto, a veces no podían evitarlo y a veces simplemente dejaban que pasaran. Era algo que su gemela jamás podría entender.
La puerta se abrió y se asomó la rubia cabellera de Krasava por la misma, diciendo que tenía un encargo de Thomas. Odille abrió los ojos y se secó los ojos, tallándoselos, sabiendo que sería en vano porque a ese punto ya debería de tener los ojos completamente rojos e hinchados así que desistió.
Tomó el dragón que Thomas le había regalado y lo observó sonriendo con pesar. Miró como Krasava se acercaba hasta su cama y se sentaba con ella y también observó cómo el semblante de Odette cambiaba y se molestaba con el simple hecho de que alguien más entrara a su habitación. Odille no le dedicó más que dos segundos de su atención y luego regresó la vista a su pequeño dragón. ¿Y si lo revivía? Seguro molestaría a Odette.. era una idea tentadora pero podía esperar.
-Todo está bien. Gracias por traerlo.-le respondió a la rubia con una sonrisa dibujada en su rostro aún con el pequeño dragón en sus rodillas. Le dio una última calada a su cigarrillo y lo apagó en el cenincero para después desaparecer la ceniza y todo eso antes de tumbarla con la pierna o con el brazo.-Oye, tengo hambre, ¿crees que haya algo abierto ahora? Pero aquí en la Universidad, no quiero salir.-le preguntó a Krasava mientras se sacudía las virutas de ceniza que quedaron sobre sus piernas y acomodaba al pequeño Igor en su escritorio.
- Odille S. Lovecraft
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Re: Into the deep
Odette se tomaba las cosas muy en serio, Krasava pese a ser checa de nacimiento había sido criada ya por varios años como una despreocupada chica de Los Ángeles y eso de alguna forma significaba ser despreocupada, con estereotipo y todo, eso significaba que ante el fastidio en el rostro de la gemela descolorida sólo pudiese reírse como lo hizo aunque eso significase hacerla arder en furia.
Sabía de boca de Odille la historia entre ella y el hermano de Julisa, se le quedó viendo un rato porque de hecho le parecía adorable que hasta esa cosa de aspecto feo le gustase tanto, el dragón había quedado en una posición muy desfavorecedora pero igual parecía encantarla, así pasaba a veces, como con Chee que tenía facciones de loco pero igual era buen tipo, o eso decía Julisa.
-Odette tengo un consolador de conejo con luces y diez niveles de vibración que creo que te van a ayudar con esa amargura que llevas. Lo compré hace unas semanas pero está sellado aún, te lo voy a regalar.-se lo dijo aún abrazando a Odille desde la cama de ella, con las piernas dobladas sobre la cama de la gemela multicolor, escondió el rostro en el hombro de su amiga para no volverse a reír, ya era suficiente de provocarla.-
Vio al dragón ese ahora en la mesa de noche de Odille y se acomodó un poco más sobre la cama de ella, es decir, cuando su gemela no estaba hasta se recostaba en su cama pero ella nunca lo sabría, Krasava esperaba que sus visiones le sirviesen para algo más útil que eso.
-Ay creo que no, ya sabes que son bien flojotes. Odette, ¿no puedes usar tus visiones para llamar a un servicio de delivery? Quiero pollo frito, o una hamburguesa y una enooorme malteada de fresa. Anda, mira que te voy a regalar el vibrador.
Sabía que no funcionaba así pero por si acaso, una nunca sabía, no creía que hubiese comida dentro del campus y la verdad ella tampoco quería salir, prefería hacer como en el mundo muggle y que alguien les tocase la puerta.
Sabía de boca de Odille la historia entre ella y el hermano de Julisa, se le quedó viendo un rato porque de hecho le parecía adorable que hasta esa cosa de aspecto feo le gustase tanto, el dragón había quedado en una posición muy desfavorecedora pero igual parecía encantarla, así pasaba a veces, como con Chee que tenía facciones de loco pero igual era buen tipo, o eso decía Julisa.
-Odette tengo un consolador de conejo con luces y diez niveles de vibración que creo que te van a ayudar con esa amargura que llevas. Lo compré hace unas semanas pero está sellado aún, te lo voy a regalar.-se lo dijo aún abrazando a Odille desde la cama de ella, con las piernas dobladas sobre la cama de la gemela multicolor, escondió el rostro en el hombro de su amiga para no volverse a reír, ya era suficiente de provocarla.-
Vio al dragón ese ahora en la mesa de noche de Odille y se acomodó un poco más sobre la cama de ella, es decir, cuando su gemela no estaba hasta se recostaba en su cama pero ella nunca lo sabría, Krasava esperaba que sus visiones le sirviesen para algo más útil que eso.
-Ay creo que no, ya sabes que son bien flojotes. Odette, ¿no puedes usar tus visiones para llamar a un servicio de delivery? Quiero pollo frito, o una hamburguesa y una enooorme malteada de fresa. Anda, mira que te voy a regalar el vibrador.
Sabía que no funcionaba así pero por si acaso, una nunca sabía, no creía que hubiese comida dentro del campus y la verdad ella tampoco quería salir, prefería hacer como en el mundo muggle y que alguien les tocase la puerta.
- Krasava Kaufmann
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Re: Into the deep
Lo que la hacía expresarse de esa manera para con su hermana, era lo que había visto desde que ambas salieron del vientre de su madre, Odille era descuidada y despistada e incluso en algunos momentos ella misma podría ser un peligro tanto para ella como para los que estaban alrededor. El más claro ejemplo fue cuando despertó la videncia de Odette, esa visión de su gemela cayendo desde una ventana era suficiente motivo para desconfiar de su habilidad para cuidarse a si misma.
-Lo que me hace pensar que no te sabes cuidar sola es que ese temor que transpiras...- se lo había soltado de golpe, claramente Odille sabría de que hablaba. Por más que pareciere, no le gustaba sermonearle, al contrario era su manera abstracta de demostrarle que estaba preocupada por ella y por las tonterías que cometía siempre. Sabía mucha gente la tenía en el concepto de pesada y amargada pero lamentablemente para ella, la realidad así era y era mucho más factible adaptarse a ella.
Por otro lado, Odille sabía las reglas del dormitorio, cuando ella estuviese ahí, no quería que nadie llegara de improvisto y haciendo ruido o desorden, lo habían estipulado cuando se les asignó el dormitorio a ambas- No creía que fuera necesario recordárselo por que el acuerdo se había seguido al pie de la letra, hasta ese momento.
Krasava entró a terrenos que definitivamente no quería pisar, le molestó sobremanera que se le dirigiera así, con ese "exceso de confianza" y hablando claro sobre su nula actividad sexual. Su sentido del humor para hacer bromas era siniestro y hasta perverso pero el sarcasmo y la pesadez de la checa era muy diferente.
-Si es tan bueno ¿Por qué no te lo metes en el coño hasta que te sangre? - No le gustaba la presencia de Krasava ahí pero no tenía de otra, no era que no le agradara, bueno, en general nadie le agrada a Odette y a Odette nadie le agradaba así que se sentía bien servida y sin temor alguno a defenderse.
-¿Quieres que también mate por ti? ¿A cuantos? ¿uno? ¿dos? ¿tres? dime la cantidad y los tendrás...- Claramente había aplicado el mismo tono de voz de sarcasmo de Krasava. Debía admitir que se sentía bien decirle ese tipo de cosas a la gente pero no se lo dejaría saber a ninguna de las chicas ahí presentes.
-Lo que me hace pensar que no te sabes cuidar sola es que ese temor que transpiras...- se lo había soltado de golpe, claramente Odille sabría de que hablaba. Por más que pareciere, no le gustaba sermonearle, al contrario era su manera abstracta de demostrarle que estaba preocupada por ella y por las tonterías que cometía siempre. Sabía mucha gente la tenía en el concepto de pesada y amargada pero lamentablemente para ella, la realidad así era y era mucho más factible adaptarse a ella.
Por otro lado, Odille sabía las reglas del dormitorio, cuando ella estuviese ahí, no quería que nadie llegara de improvisto y haciendo ruido o desorden, lo habían estipulado cuando se les asignó el dormitorio a ambas- No creía que fuera necesario recordárselo por que el acuerdo se había seguido al pie de la letra, hasta ese momento.
Krasava entró a terrenos que definitivamente no quería pisar, le molestó sobremanera que se le dirigiera así, con ese "exceso de confianza" y hablando claro sobre su nula actividad sexual. Su sentido del humor para hacer bromas era siniestro y hasta perverso pero el sarcasmo y la pesadez de la checa era muy diferente.
-Si es tan bueno ¿Por qué no te lo metes en el coño hasta que te sangre? - No le gustaba la presencia de Krasava ahí pero no tenía de otra, no era que no le agradara, bueno, en general nadie le agrada a Odette y a Odette nadie le agradaba así que se sentía bien servida y sin temor alguno a defenderse.
-¿Quieres que también mate por ti? ¿A cuantos? ¿uno? ¿dos? ¿tres? dime la cantidad y los tendrás...- Claramente había aplicado el mismo tono de voz de sarcasmo de Krasava. Debía admitir que se sentía bien decirle ese tipo de cosas a la gente pero no se lo dejaría saber a ninguna de las chicas ahí presentes.
- Odette M. Lovecraft
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Re: Into the deep
Tal vez Krasava era lo único que necesitaba para ponerse de muy buen humor. Solo bastaba con el comentario que le había hecho a ODette y Odille sabía perfectamente que molestaría a su gemela pero no había podido evitar reírse con eso y taparse la boca para callarse segundos después, como si se hubiera arrepentido de hacerlo, pero la verdad era que no.
Odette sabía que Odille la defendía a capa y espada con gente que odiara y con cosas mucho más ofensivas. Lo que le había dicho Krasava no era nada y a veces Odille también había pensado en regalarle uno de esos juguetes para que se regalara un poco, pero la verdad sabía que terminaría ofendidísima y por eso no lo hacía. No quería hacerla sentir mal. Tal vez en un futuro.
-Obvio no funciona así, Krasavita del amor.-respondió Odille sonriendo y removiéndose en su cama para acercarse a la orilla y ponerse de pie, separándose de Krasava para ir a su lado del closet y sacar unos pantalones para ponérselos sobre los shorts color verde que se había puesto para dormir y también tomó una sudadera color gris con la cara de Stitch en el frente.
Se sentó en la cama para ponerse unos tennis. Tenía mucha hambre y sobrepasaba todo tipo de pereza que pudiera invadirla en ese momento. Necesitaba comer algo porque no había probado bocado en todo el día y si no lo hacía, al día siguiente amanecería con un hambre descomunal y para su suerte, la cafetería seguramente ni estaría abierta, así que mejor se espabilaba e iba por algo de cenar.
-Ay pues ya, vamos a comer algo, me antojaste la malteada, te odio. Pero yo la quiero de chocolate. Seguramente hay una cafetería abierta las 24 horas por aquí. ¿Quieres venir, Odette o te traemos algo?-le preguntó mientras guardaba unos cuantos dólares en su bolsillo y guardaba la varita en el bolsillo de su sudadera donde guardó también las manos. No esperaba que Odette las acompañara y tampoco esperaba que comiera algo porque sinceramente nunca comía. De hecho Odille comenzaba a preocuparse porque ya se sentía gorda a su lado y ella comía mucho y era muy delgada por el ejercicio que hacía, pero Odette había bajado mucho de peso y si sus padres la vieran así, a quien sermonearían sería a la chica del cabello multicolor por no cuidar a su hermana.-¿O tienes una mejor idea?
Odette sabía que Odille la defendía a capa y espada con gente que odiara y con cosas mucho más ofensivas. Lo que le había dicho Krasava no era nada y a veces Odille también había pensado en regalarle uno de esos juguetes para que se regalara un poco, pero la verdad sabía que terminaría ofendidísima y por eso no lo hacía. No quería hacerla sentir mal. Tal vez en un futuro.
-Obvio no funciona así, Krasavita del amor.-respondió Odille sonriendo y removiéndose en su cama para acercarse a la orilla y ponerse de pie, separándose de Krasava para ir a su lado del closet y sacar unos pantalones para ponérselos sobre los shorts color verde que se había puesto para dormir y también tomó una sudadera color gris con la cara de Stitch en el frente.
Se sentó en la cama para ponerse unos tennis. Tenía mucha hambre y sobrepasaba todo tipo de pereza que pudiera invadirla en ese momento. Necesitaba comer algo porque no había probado bocado en todo el día y si no lo hacía, al día siguiente amanecería con un hambre descomunal y para su suerte, la cafetería seguramente ni estaría abierta, así que mejor se espabilaba e iba por algo de cenar.
-Ay pues ya, vamos a comer algo, me antojaste la malteada, te odio. Pero yo la quiero de chocolate. Seguramente hay una cafetería abierta las 24 horas por aquí. ¿Quieres venir, Odette o te traemos algo?-le preguntó mientras guardaba unos cuantos dólares en su bolsillo y guardaba la varita en el bolsillo de su sudadera donde guardó también las manos. No esperaba que Odette las acompañara y tampoco esperaba que comiera algo porque sinceramente nunca comía. De hecho Odille comenzaba a preocuparse porque ya se sentía gorda a su lado y ella comía mucho y era muy delgada por el ejercicio que hacía, pero Odette había bajado mucho de peso y si sus padres la vieran así, a quien sermonearían sería a la chica del cabello multicolor por no cuidar a su hermana.-¿O tienes una mejor idea?
- Odille S. Lovecraft
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Re: Into the deep
Odette le respondió con una cochinada que le hizo sacar la lengua como si fuese un infante asqueado, no se iba a ofender pero afortunadamente aún no había bebido esa malteada de la que andaba antojada. Se lo había dicho de buena voluntad, con esa que se tiene con las amigas aunque no lo fuesen, para Krasava lo iban a ser le gustase a ella o no porque el destino así lo tenía decidido.
-No hay necesidad Odette, no seas intensa. Pero puedes invitarme unas patatas, ¿qué dices?-se paró de la cama de Odille y fue a darle un besito en la frente a su gemela, lo hizo y corrió de nuevo a la cama en la que había estado, como si la fuesen a perseguir por una travesura tremenda.-
Odille se levantó para ir a ponerse unos pantalones, ya sabía que no funcionaba así su don pero vamos, ¿qué hacía falta para que esa chica sonriese? La miró mientras la escudriñaba, buscando algún rasgo que delatase su punto débil, de saber que era su amiguísimo Jesse le hubiese dado una foto de él porque no pensaba que fuese a dejar de querer a Mina y eso era lo máximo que le iba a tocar.
Barajó la idea de la cafetería porque estaba algo cansada pero comer algo nunca estaba de más, su madre seguro pegaría el grito en el cielo cuando le llegase el recibo dela tarjeta de crédito con el nombre de la cafetería tan tarde, ella era de esas mujeres llenas de vitalidad y con la refrigeradora llena de carne magra. Odille lanzaba al aire la posibilidad de hacer algo más y todas las ideas e la rubia se reducían a bares gay, piques clandestinos y a ese tipo de cosas.
-Vamos a comer, no nos rechaces Odette que quién sabe lo que nos pase siendo irresponsables como somos.-no pensaba que la gemela menos amiga suya fuese a disfrutar sus planes alternativos o su agenda de cuándo y dónde se presentaban todas las reinas de Ru Paul’s Drag Race.-
-No hay necesidad Odette, no seas intensa. Pero puedes invitarme unas patatas, ¿qué dices?-se paró de la cama de Odille y fue a darle un besito en la frente a su gemela, lo hizo y corrió de nuevo a la cama en la que había estado, como si la fuesen a perseguir por una travesura tremenda.-
Odille se levantó para ir a ponerse unos pantalones, ya sabía que no funcionaba así su don pero vamos, ¿qué hacía falta para que esa chica sonriese? La miró mientras la escudriñaba, buscando algún rasgo que delatase su punto débil, de saber que era su amiguísimo Jesse le hubiese dado una foto de él porque no pensaba que fuese a dejar de querer a Mina y eso era lo máximo que le iba a tocar.
Barajó la idea de la cafetería porque estaba algo cansada pero comer algo nunca estaba de más, su madre seguro pegaría el grito en el cielo cuando le llegase el recibo dela tarjeta de crédito con el nombre de la cafetería tan tarde, ella era de esas mujeres llenas de vitalidad y con la refrigeradora llena de carne magra. Odille lanzaba al aire la posibilidad de hacer algo más y todas las ideas e la rubia se reducían a bares gay, piques clandestinos y a ese tipo de cosas.
-Vamos a comer, no nos rechaces Odette que quién sabe lo que nos pase siendo irresponsables como somos.-no pensaba que la gemela menos amiga suya fuese a disfrutar sus planes alternativos o su agenda de cuándo y dónde se presentaban todas las reinas de Ru Paul’s Drag Race.-
- Krasava Kaufmann
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Re: Into the deep
Por consideración a su hermana, solo por consideración y solidaridad aceptaría la invitación a comer. Exhaló profundamente y cerró los ojos para mentalizarse, pasaría un par de horas con una Odille que trataba de ocultar su tristeza y una Krasava irritante y terriblemente inapropiada. Se levantó de su escritorio y acomodó sus utensilios de estudios simetricamente, acomodandolos obsesivamente, después de unos momentos le gustó como habían quedado. Voltió a ver su cama y la estiró lentamente para borrar cualquier atisbo de arruga en ella. La sacudió un poco y fue hasta el closét para sacar la ropa que usaría.
Se mantuvo callada todo el tiempo, no necesitaba decirle a Odille y a Krasava que si irían por algo de comer, justamente se le ocurría ir por una cosa llamada Té Chai con un muffin de chispas, Odette no era muy adepta a los tés pero había escuchado maravillas de este, así que por una vez en su vida decidió aventurarse a probar otra cosa que no fuera fruto de cafetal. Guardó dinero en su chaqueta, junto con su varita. Se colocó el gorrito y se alistó rápidamente.
-De prisa- espetó seriamente.
Caminó hacia la puerta, cruzada de brazos y con un gesto bastante molesto en el rostro, a pesar de que ya había aceptado mentalmente el hecho de acompañarlas, la presencia de Krasava significaba ciertamente una amenza. No sabía cuales eran las costumbres de la chica y eso le daba cierto temor, ojala no saliera con la brillante idea de salir a un bar o una cosa de esas. Cualquier cosa que degenere la mente y el cuerpo era mal visto por Odette, un claro ejemplo era el alcohol, de verdad depositaba sus esperanzas en que solo irían por algo de comer y regresarían al dormitorio.
-Cualquier movimiento en falso y te mueres, Krasava ¿entendido? - No hablaba en serio, no la mataría pero era una forma de advertirle a la rubia cualquier vano intento por desviar el plan principal que era ir a cenar.
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Ropa casual de Odetta
Se mantuvo callada todo el tiempo, no necesitaba decirle a Odille y a Krasava que si irían por algo de comer, justamente se le ocurría ir por una cosa llamada Té Chai con un muffin de chispas, Odette no era muy adepta a los tés pero había escuchado maravillas de este, así que por una vez en su vida decidió aventurarse a probar otra cosa que no fuera fruto de cafetal. Guardó dinero en su chaqueta, junto con su varita. Se colocó el gorrito y se alistó rápidamente.
-De prisa- espetó seriamente.
Caminó hacia la puerta, cruzada de brazos y con un gesto bastante molesto en el rostro, a pesar de que ya había aceptado mentalmente el hecho de acompañarlas, la presencia de Krasava significaba ciertamente una amenza. No sabía cuales eran las costumbres de la chica y eso le daba cierto temor, ojala no saliera con la brillante idea de salir a un bar o una cosa de esas. Cualquier cosa que degenere la mente y el cuerpo era mal visto por Odette, un claro ejemplo era el alcohol, de verdad depositaba sus esperanzas en que solo irían por algo de comer y regresarían al dormitorio.
-Cualquier movimiento en falso y te mueres, Krasava ¿entendido? - No hablaba en serio, no la mataría pero era una forma de advertirle a la rubia cualquier vano intento por desviar el plan principal que era ir a cenar.
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