Magia de gigoló
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Magia de gigoló
El hecho de ser presidenta de una fraternidad le daba ciertos beneficios en la universidad, beneficios que Laise aprovechaba cada que podia por ejemplo, que la dejasen estudiar hasta tarde en el aula de derecho. Las ultimas semanas habia dejado sus estudios a un lado, con todo lo que habia pasado en la fiesta con Lucian y con Thomas la habian dejado sumamente exhausta y con su cabeza en otro lado que claramente no estaba dando el 100% en clase.
Debia apurarse pues ya comenzaba a soplar el aire, al fin habia dado comienzo el otoño y el clima se volvia mucho mas frio de noche. Las puntas de los arboles se movian brusco, como si una tormenta se aproximara, algunos truenos comenzaban a dar su sonoro espectaculo y el inminente reaccionar de la lluvia pronto se haria presente. Laise estaba sentada en uno de los banquillos que daban a la ventana, tenia muchos libros regados y una taza de café a un lado. Llevaba puestos sus lentes para vista cansada y la ropa mas comoda que podia. Solo un sueter, unos jeans desgastados, unos flats y el cabello recogido en una trenza.
Uno de los profesores se habia acercado a la alemana para decirle que ya estaban a punto de cerrar el nivel donde estaba, que era necesario que saliera. Pasaban de las 10:30 de la noche, ya era hora de que ella se fuera a descansar o bien seguir con su trabajo pero esta vez desde su dormitorio. Otra de las ventajas de pertenecer a una fraternidad era que el dormotorio no lo tenias que compartir con nadie, asi que no habia esos problemas con el compañero por desvelarte hasta a deshoras o bien molestarlo con la luz. Ella recogio los libros que mas le hacian falta, limpio el banco donde estaba sentada y se dirigio a la puerta. Pensaba que si queria realmente avanzar en su ensayo debia seguir en su dormitorio.
Estaba justamente enfrente de la puerta, puso su mano en el picaporte de la misma y solo vio como se movia, abriendose desde afuera. Laise hizo un gesto de obviedad y la jaló fuertemente, ya les diria a los profesores que ya se iba, que no tenian que preocuparse, ella dejaria el salon perfectamente cerrado y limpio. Cual fue su sorpresa al ver que la persona que estaba del otro lado de la puerta era Adrien Morgan. Tragó saliva nerviosa y asustada y solo se limitó a verlo de reojo, no quería tener ninguna clase de contacto con él despues de lo sucedido en el club de ajedrez. El hecho de acordarse del rostro de Lucienne la hizo enrojecer de ira.
-¿Qué haces aquí, Morgan No recordaba la última vez que lo había visto. Para ser exactos, según la mente de Laise, la ultima vez que lo vio fue en el club de ajedrez, no supo nada de el despues de eso.
Debia apurarse pues ya comenzaba a soplar el aire, al fin habia dado comienzo el otoño y el clima se volvia mucho mas frio de noche. Las puntas de los arboles se movian brusco, como si una tormenta se aproximara, algunos truenos comenzaban a dar su sonoro espectaculo y el inminente reaccionar de la lluvia pronto se haria presente. Laise estaba sentada en uno de los banquillos que daban a la ventana, tenia muchos libros regados y una taza de café a un lado. Llevaba puestos sus lentes para vista cansada y la ropa mas comoda que podia. Solo un sueter, unos jeans desgastados, unos flats y el cabello recogido en una trenza.
Uno de los profesores se habia acercado a la alemana para decirle que ya estaban a punto de cerrar el nivel donde estaba, que era necesario que saliera. Pasaban de las 10:30 de la noche, ya era hora de que ella se fuera a descansar o bien seguir con su trabajo pero esta vez desde su dormitorio. Otra de las ventajas de pertenecer a una fraternidad era que el dormotorio no lo tenias que compartir con nadie, asi que no habia esos problemas con el compañero por desvelarte hasta a deshoras o bien molestarlo con la luz. Ella recogio los libros que mas le hacian falta, limpio el banco donde estaba sentada y se dirigio a la puerta. Pensaba que si queria realmente avanzar en su ensayo debia seguir en su dormitorio.
Estaba justamente enfrente de la puerta, puso su mano en el picaporte de la misma y solo vio como se movia, abriendose desde afuera. Laise hizo un gesto de obviedad y la jaló fuertemente, ya les diria a los profesores que ya se iba, que no tenian que preocuparse, ella dejaria el salon perfectamente cerrado y limpio. Cual fue su sorpresa al ver que la persona que estaba del otro lado de la puerta era Adrien Morgan. Tragó saliva nerviosa y asustada y solo se limitó a verlo de reojo, no quería tener ninguna clase de contacto con él despues de lo sucedido en el club de ajedrez. El hecho de acordarse del rostro de Lucienne la hizo enrojecer de ira.
-¿Qué haces aquí, Morgan No recordaba la última vez que lo había visto. Para ser exactos, según la mente de Laise, la ultima vez que lo vio fue en el club de ajedrez, no supo nada de el despues de eso.
- Laise Den Adel
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Re: Magia de gigoló
No sabia como es que había llegado a ese lugar, algo de su cabeza le impedía permanecer encerrado en una habitación, entre las tinieblas y solo. Su cuerpo tenía el temor de que en cualquier momento de entre las sombras y la penumbra aquellas criaturas infernales aparecieran para comerse cada uno de los miembros de su cuerpo, incluso en sus extremidades a veces sentía el cosquilleo recorriéndolo de los dientes desgarrando lo que quedaba de sus músculos, era una pesadilla recurrente así como el dolor de su piel desprendiéndose de su cuerpo.
Reconocio el edificio de la facultad de ciencias políticas y sociales, había estado ahí por que muchos de sus compañeros Nu Delta pertenecían a ella, incluso a muchos les ayudaba con las materias de tronco común a pesar de no estar si quiera registrado en la carrera, por supuesto eso era mucho antes, cuando aun tenia el completo control de si mismo, sus acciones y sus pensamientos o al menos eso pensaba.
Se adentro en el lugar como si algo estuviera llamándolo, por supuesto que no seria extraño verlo a esas horas en la facultad de medicina o la morgue, pero ahí era algo completamente ilógico y ridículo, no pudo evitarlo, se adentro entre los salones como si estuviera redescubriendo lo que ahí mismo había conocido antes, como si estuviera tratando de atar los recuerdos sanos a su mente, lo que creía correcto en esos momentos y no mezclado con los horripilantes recuerdos de aquella noche funesta.
Fue entonces que se topo con un hombre miembro del personal del colegio que le decía estaban a punto de cerrar, Adrien mostro un perfecto control de su cordura cuando con una sonrisa hipócrita le hizo ver que saldría en unos momentos, solo tenia que recoger cosas de una de las Aulas señalando la primera que estaba frente a él; el profesor se quedo unos momentos en el pasillo esperando que en efecto él fuera hacia allá lo cual no le dejaba muchas entradas para su mentira, así que se dirigió hacia allá abriendo la puerta con una brusquedad que no esperaba para que así el hombre se fuera de inmediato.
Entonces la vio, al momento en que el cielo se veía iluminado por un relámpago el rostro de Laise se dibujo frente a él como una terrible visión, un recordatorio de esa noche. Cuando escucho su nombre lo primero que hizo fue abalanzarse hacia ella cubriéndole la boca para que no dijera nada, sabía que el hombre seguía ahí afuera y no quería ningún tipo de escándalo. La piel de su mano le escoció al sentir los labios de la chica, su mano fue directamente al cuello de la misma azotándola contra la pared.
Luego vino el silencio, los pasos del hombre alejándose por el pasillo y luego el sentimiento de soledad que su partida conllevaba, Adrien seguía mirando a Laise a los ojos, él era diferente después de lo sucedido, pero no esperaba que Laise se diera cuenta de aquello, no esperaba si quiera que la hubieran dejado recordarlo.
Hola… soy Adrien ¿quieres coger? ¿he?... - Sabía que Laise no tenia la culpa de lo ocurrido esa noche, pero sentía una ira de venganza recorrerle las entrañas, podría matarla en esos momentos, podría desaparecerse de ese lugar pero alguien ya lo había visto… tampoco era idiota para hacerlo de esa manera.
Reconocio el edificio de la facultad de ciencias políticas y sociales, había estado ahí por que muchos de sus compañeros Nu Delta pertenecían a ella, incluso a muchos les ayudaba con las materias de tronco común a pesar de no estar si quiera registrado en la carrera, por supuesto eso era mucho antes, cuando aun tenia el completo control de si mismo, sus acciones y sus pensamientos o al menos eso pensaba.
Se adentro en el lugar como si algo estuviera llamándolo, por supuesto que no seria extraño verlo a esas horas en la facultad de medicina o la morgue, pero ahí era algo completamente ilógico y ridículo, no pudo evitarlo, se adentro entre los salones como si estuviera redescubriendo lo que ahí mismo había conocido antes, como si estuviera tratando de atar los recuerdos sanos a su mente, lo que creía correcto en esos momentos y no mezclado con los horripilantes recuerdos de aquella noche funesta.
Fue entonces que se topo con un hombre miembro del personal del colegio que le decía estaban a punto de cerrar, Adrien mostro un perfecto control de su cordura cuando con una sonrisa hipócrita le hizo ver que saldría en unos momentos, solo tenia que recoger cosas de una de las Aulas señalando la primera que estaba frente a él; el profesor se quedo unos momentos en el pasillo esperando que en efecto él fuera hacia allá lo cual no le dejaba muchas entradas para su mentira, así que se dirigió hacia allá abriendo la puerta con una brusquedad que no esperaba para que así el hombre se fuera de inmediato.
Entonces la vio, al momento en que el cielo se veía iluminado por un relámpago el rostro de Laise se dibujo frente a él como una terrible visión, un recordatorio de esa noche. Cuando escucho su nombre lo primero que hizo fue abalanzarse hacia ella cubriéndole la boca para que no dijera nada, sabía que el hombre seguía ahí afuera y no quería ningún tipo de escándalo. La piel de su mano le escoció al sentir los labios de la chica, su mano fue directamente al cuello de la misma azotándola contra la pared.
Luego vino el silencio, los pasos del hombre alejándose por el pasillo y luego el sentimiento de soledad que su partida conllevaba, Adrien seguía mirando a Laise a los ojos, él era diferente después de lo sucedido, pero no esperaba que Laise se diera cuenta de aquello, no esperaba si quiera que la hubieran dejado recordarlo.
Hola… soy Adrien ¿quieres coger? ¿he?... - Sabía que Laise no tenia la culpa de lo ocurrido esa noche, pero sentía una ira de venganza recorrerle las entrañas, podría matarla en esos momentos, podría desaparecerse de ese lugar pero alguien ya lo había visto… tampoco era idiota para hacerlo de esa manera.
Última edición por Adrien Morgan el Mar 25 Feb - 20:23, editado 1 vez
- Adrien Morgan
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Re: Magia de gigoló
Ahogó un montón de gritos cuando sintió la mano de Morgan taparle la boca para que en efecto, no hiciera ruido alguno. Se mareó un poco al sentir como era azotada de una forma bastante brutal a la pared. Lo miró con temor, ¿Qué pasaba con él? Había algo en su mirar que le ponía los pelos de punta, definitivamente no era el mismo Adrien con el que había estado hace ya algún tiempo. Trató de quitarse la mano del hombre con sus manos, estaba quedandose sin aire y la sangre ya no fluia correctamente al cerebro, un poco mas y podria caer desmayada.
El dejo de imponer un poco de fuerza en el cuello, permitiendo que ella pudiera conseguir un poco de aire y lograr decir alguna palabra. Estaba a punto de entrar en pánico pues sentía ahogarse y no poder siquiera pensar en su varita para inmovilizar a Adrien. Su rostro estaba tomando un color rojo intento que se notaba fàcilmente por el tipo de piel que tenía Laise. El estaba transtornado, ¿acaso habia dicho que si querian…coger? Estaba demente o que? Desde esa vez jamas volvio en siquiera hablarle al tipo, no por miedo si no por que no queria meterse en problemas con Lucienne, ella resolveria las dificultades con ella y no le iba a dar motivos para tener aun mas problemas.
-Sueltame Morgan! ¿Estas loco? No quiero coger contigo, maldito demente! No recordaba que habia pasado despues de que Lucienne los habia encontrado en el club, no recordaba que unas criaturas horribles le habian comido la carne al sanador, que lo habian desollado y que Auberon y Lucienne Wardwell, Bill Snyder, Miles Selvaggi y Werther Schweinsteiger habian estado presente en ese horroroso espectaculo.
De hecho esa noche estaba bastante borrosa, solo recordaba a Lucienne reclamandole por lo que habia hecho y luego nada, solo apreció en su habitacion con una sensación horrible en su sexo, como si le hubieran quemado con algo pero ya habia ido a la enfermeria y al parecer solo era una infección por la humedad de esa delicada zona.
El dejo de imponer un poco de fuerza en el cuello, permitiendo que ella pudiera conseguir un poco de aire y lograr decir alguna palabra. Estaba a punto de entrar en pánico pues sentía ahogarse y no poder siquiera pensar en su varita para inmovilizar a Adrien. Su rostro estaba tomando un color rojo intento que se notaba fàcilmente por el tipo de piel que tenía Laise. El estaba transtornado, ¿acaso habia dicho que si querian…coger? Estaba demente o que? Desde esa vez jamas volvio en siquiera hablarle al tipo, no por miedo si no por que no queria meterse en problemas con Lucienne, ella resolveria las dificultades con ella y no le iba a dar motivos para tener aun mas problemas.
-Sueltame Morgan! ¿Estas loco? No quiero coger contigo, maldito demente! No recordaba que habia pasado despues de que Lucienne los habia encontrado en el club, no recordaba que unas criaturas horribles le habian comido la carne al sanador, que lo habian desollado y que Auberon y Lucienne Wardwell, Bill Snyder, Miles Selvaggi y Werther Schweinsteiger habian estado presente en ese horroroso espectaculo.
De hecho esa noche estaba bastante borrosa, solo recordaba a Lucienne reclamandole por lo que habia hecho y luego nada, solo apreció en su habitacion con una sensación horrible en su sexo, como si le hubieran quemado con algo pero ya habia ido a la enfermeria y al parecer solo era una infección por la humedad de esa delicada zona.
- Laise Den Adel
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Re: Magia de gigoló
Pues sí, era verdad, había algo en él que no estaba bien, era un loco demente pero era así porque ellos mismos lo habían provocado, se quedo unos segundos mirando los ojos de Laise, esperando ver a través de ello la cordura que había perdido. Sus ojos azul profundo estaban exaltados pero curiosamente su respiración y sus movimientos corporales parecían tranquilos, premeditados. Sus labios se curvaron en una extensa sonrisa al escuchar los murmuros de Laise, acerco su rostro hasta el cabello de la alemana para aspirar su aroma, lo detestaba, aborrecía todo en ella porque le recordaba aquella noche.
Eso no fue lo que dijiste esa noche, maldita puta asquerosa, ¿Qué? ¿No te gusta que sea así? ¿Cuando no te estás exhibiendo en ropa interior por el campus?.. – Hablaba despacio con una voz gruesa pero baja, casi en un susurro, aun la tenia apresada entre la pared y su cuerpo, toda su piel cosquillaba como si aun estuviera acostumbrándose a las sensaciones nuevamente, pero cuando una nueva sensación cubría su piel así también lo hacia una oleada de dolor y recuerdos nauseabundos.
Había una pequeña parte de él que estaba diciéndole que ese acto estaba mal, por donde lo viera. Laise no era la culpable de la situación y había sufrido también, pero no le importaba, como todo el mundo tenía una motivación para sus actos, la suya era la ira, el enojo y la venganza. Podía aparentar estar bien, ser una persona recta y decente frente al mundo, pero frente a ella, su principal culpable en esos momentos, no podía sino sentir un odio que crecía cada vez más como su locura.
Vas a cállarte ¿Me entendiste?... – Sentencio tomándola con fuerza del brazo, estaba siendo brusco y agresivo con ella pero no le importaba. Conjuro perfectamente un Aparicio hasta su habitación en la casa de la fraternidad y en cuando puso sus pies en la madera del piso, lanzó a Laise con fuerza contra este y se paso una mano por el cabello y la camisa para acomodarlos.
Vamos a dejar esto bien claro Den Adel… – Hablaba fuerte, sin dejar espacio para la duda, su voz era una voz de mando irrefutable. – Si gritas o tratas de pedir ayuda, voy a arrancarte la lengua, voy a degollarte antes de que logres soltar al menos una silaba y después te lanzare al horno crematorio, nadie nunca volverá a saber de ti, pero eso solamente si me desobedeces… – Estaba hablando con condescendencia, fue hacia ella y la tomo con fuerza de los hombros para levantarla, luego le arrebato la varita y la apunto con la suya.
Ahora… ¿vas a ser una chica buena y me obedecerás, cierto?... o si no, tendré que castigarte como la maldita perra que eres… quítate la ropa, ahora. .- Había algo en su mirada que era intimidante, algo que podía asegurarle a Laise que él no estaba mintiendo.
Eso no fue lo que dijiste esa noche, maldita puta asquerosa, ¿Qué? ¿No te gusta que sea así? ¿Cuando no te estás exhibiendo en ropa interior por el campus?.. – Hablaba despacio con una voz gruesa pero baja, casi en un susurro, aun la tenia apresada entre la pared y su cuerpo, toda su piel cosquillaba como si aun estuviera acostumbrándose a las sensaciones nuevamente, pero cuando una nueva sensación cubría su piel así también lo hacia una oleada de dolor y recuerdos nauseabundos.
Había una pequeña parte de él que estaba diciéndole que ese acto estaba mal, por donde lo viera. Laise no era la culpable de la situación y había sufrido también, pero no le importaba, como todo el mundo tenía una motivación para sus actos, la suya era la ira, el enojo y la venganza. Podía aparentar estar bien, ser una persona recta y decente frente al mundo, pero frente a ella, su principal culpable en esos momentos, no podía sino sentir un odio que crecía cada vez más como su locura.
Vas a cállarte ¿Me entendiste?... – Sentencio tomándola con fuerza del brazo, estaba siendo brusco y agresivo con ella pero no le importaba. Conjuro perfectamente un Aparicio hasta su habitación en la casa de la fraternidad y en cuando puso sus pies en la madera del piso, lanzó a Laise con fuerza contra este y se paso una mano por el cabello y la camisa para acomodarlos.
Vamos a dejar esto bien claro Den Adel… – Hablaba fuerte, sin dejar espacio para la duda, su voz era una voz de mando irrefutable. – Si gritas o tratas de pedir ayuda, voy a arrancarte la lengua, voy a degollarte antes de que logres soltar al menos una silaba y después te lanzare al horno crematorio, nadie nunca volverá a saber de ti, pero eso solamente si me desobedeces… – Estaba hablando con condescendencia, fue hacia ella y la tomo con fuerza de los hombros para levantarla, luego le arrebato la varita y la apunto con la suya.
Ahora… ¿vas a ser una chica buena y me obedecerás, cierto?... o si no, tendré que castigarte como la maldita perra que eres… quítate la ropa, ahora. .- Había algo en su mirada que era intimidante, algo que podía asegurarle a Laise que él no estaba mintiendo.
- Adrien Morgan
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Re: Magia de gigoló
Tenía el presentimiento de que algo no andaba bien ahí, la actitud de Adrien era amenazadora y Laise sentía miedo, un miedo que la estaba paralizando de los pies a la cabeza. Ella no sabía a que se referia el con todo aquello, ¿Qué habia pasado esa noche realmente? Aun tenia lapsos en blanco que no recordaba del todo, solo se veía a si misma teniendo sexo con Adrien y luego Lucienne llegando a intrrumpirlos y diciendole que se fuera a su dormitorio, despues de eso no habia nada, comenzó a preguntarse que era lo que habia pasado esa vez en el club de ajedrez.
Ella no queria que la tocara, ni siquiera que se le acercara por eso habia estado huyendo de cualquier miembro de la fraternidad Nu Delta Pi, pues en cada uno veía a Adrien. Recordaba la manera en la que la había follado, tan duro, tan intransigente incluso hasta cruel. Trató de pasar saliva pero no pudo por que el todavia mantenia su mano en el cuello y eso dificultaba toda acción reflexiva que pudiera hacer.
Solo la sontó del amagamiento en el que la tenía para aparecerse en lo que parecía ser su fraternidad. Cuando llegaron solo sintió como Adrien empleaba fuerza para asestarla sobre el suelo, haciendola sentir como si fuese poco menos que basura. Tenía pánico, jamás había estado en una situación similar, no sabía como reaccionar cuando tenías a un maniatico an frente diciendote que te degollara y te cortara la lengua si haces el solo intento de gritar o pedir ayuda y más cuando ese loco desquiciado te había desarmado antes de que siquiera lo pensaras.
-No me toques, animal! Estás loco si crees que voy a obedecer sus mandatos y por supuesto no me voy a quitar la ropa!...-Le dio una patada en la pierna para desequilibrarlo y se levantó atropelladamente para correr hacia la puerta y huir de ahí. Estaba en peligro, de eso estaba segura, Adrien Morgan habia cambiado, ahora era un desequilibrado mental que pretendia obligarla a hacer cosas que evidentemente no quería. Jaló del picaporte con fuerza, trato de forzarlo a como podía pero la puerta no accesaba a abrise. Estaba atrapada en la habitación del último hombre con el que quería estar.
-Déjame libre, Adrien! Por favor! había súplica y desespero en su voz. Recordó que podría aparecerse en Rectoría y pedir ayuda al rector o a quien estuviese ahí. Necesitaba ponerle un alto a Morgan, lo que estaba haciendo iba mucho más allá de sus propios límites mentales.
Ella no queria que la tocara, ni siquiera que se le acercara por eso habia estado huyendo de cualquier miembro de la fraternidad Nu Delta Pi, pues en cada uno veía a Adrien. Recordaba la manera en la que la había follado, tan duro, tan intransigente incluso hasta cruel. Trató de pasar saliva pero no pudo por que el todavia mantenia su mano en el cuello y eso dificultaba toda acción reflexiva que pudiera hacer.
Solo la sontó del amagamiento en el que la tenía para aparecerse en lo que parecía ser su fraternidad. Cuando llegaron solo sintió como Adrien empleaba fuerza para asestarla sobre el suelo, haciendola sentir como si fuese poco menos que basura. Tenía pánico, jamás había estado en una situación similar, no sabía como reaccionar cuando tenías a un maniatico an frente diciendote que te degollara y te cortara la lengua si haces el solo intento de gritar o pedir ayuda y más cuando ese loco desquiciado te había desarmado antes de que siquiera lo pensaras.
-No me toques, animal! Estás loco si crees que voy a obedecer sus mandatos y por supuesto no me voy a quitar la ropa!...-Le dio una patada en la pierna para desequilibrarlo y se levantó atropelladamente para correr hacia la puerta y huir de ahí. Estaba en peligro, de eso estaba segura, Adrien Morgan habia cambiado, ahora era un desequilibrado mental que pretendia obligarla a hacer cosas que evidentemente no quería. Jaló del picaporte con fuerza, trato de forzarlo a como podía pero la puerta no accesaba a abrise. Estaba atrapada en la habitación del último hombre con el que quería estar.
-Déjame libre, Adrien! Por favor! había súplica y desespero en su voz. Recordó que podría aparecerse en Rectoría y pedir ayuda al rector o a quien estuviese ahí. Necesitaba ponerle un alto a Morgan, lo que estaba haciendo iba mucho más allá de sus propios límites mentales.
- Laise Den Adel
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Re: Magia de gigoló
Adrien recibió la patada en la pierna y sí, eso lo hizo desequilibrarse o al menos lo detuvo lo suficiente como para hacerla llegar a la puerta de la habitación. Adrien se había detenido en una pared cercana y tras escucharla gritar así solamente cerró los ojos y volvió a guardar la compostura. No le preocupaba que la escucharan decir unas cuantas cosas como esas, afortunadamente las paredes en la casa de los Nu eran lo suficientemente gruesas como para que no se escuchara todo como si estuviera matándola, aun que tampoco quería arriesgarse a que alguien que pudiera pasar por ahí escuchara.
Se levantó y negó con la cabeza, ¿por qué tenía que haber elegido el camino difícil?; mientras Laise rogaba por que la dejara salir Adrien se acerco lentamente hacia ella.- ¿Qué te deje libre? ¿De qué hablas Laise? No te entiendo… - frunció el ceño con una mirada de incógnita, llevaba las manos en la espalda cuando se acerco hacia ella, fue entonces que a un paso de alcanzarla le lanzó un golpe con fuerza a la cabeza, ¿el objeto? Una pequeña estatuilla que le había dado directamente en el lóbulo frontal.
Escucho el cuerpo de Laise caer sobre el piso en un sonido hueco, sabía que no estaba muerta pero lucho, realmente lucho por no terminar de machacarle la cabeza con aquella estatuilla de una banshee al vuelo. Arrojó la figurilla lejos mientras arrastro el cuerpo hacia el centro de la habitación, abrió la puerta solo unos segundos para asegurarse que no hubiera nadie en los pasillos y así fue, solo el eco del silencio. Volvió a cerrar la puerta con llave mientras conjuraba un incarcero en el cuerpo de la chica que seguramente no tardaría mucho en despertar y luego la sentó sobre la silla en su escritorio.
Estarás desorientada unos momentos, tal vez tengas el sentimiento de vértigo y ganas de vomitar, trata de no moverte pues te he provocado un derrame en el ojo izquierdo. ¿Lo ves? Todo esto pudo evitarse si me hubieses hecho caso Laise, ¿No te enseñaron a obedecer de pequeña?... .- Estaba utilizando una voz serena, casi irónica y de falsa condescendencia, él estaba sobre su escritorio mezclando un par de cosas de manera rápida pero con mucho cuidado, como si supiera cuanto se necesitaba de que cosa sin necesidad de mirar un libro. Luego se volvió con ella.
Muy bien, muy bien, lo entiendo, no comenzamos de la manera correcta. Es solo que pensé que las mujeres de la calle estaban acostumbradas a esto, ¿Eres una mujer de la calle, verdad Laise? – Soltó una carcajada al momento en que acariciaba su mejilla para luego tomarla con fuerza del mentón y abrirle la boca dejando caer sobre su lengua un par de gotas de ese brebaje, sabía que podría escupirlo así que de inmediato se hizo hacia atrás y negó con la cabeza.
No te molestes, ha actuado en tu garganta, el efecto no es para siempre pero si durará un par de días. Espero que no estés planeando dar un concierto de opera mañana por que tus cuerdas vocales estarán destruidas…. Ahora, volvamos a las negociaciones, ¿vas a quitarte la ropa o no? Para saber si es momento de quitarte las cuerdas o ajustarlas un poco más… – Tras decir esto la apunto con su varita haciendo que las cuerdas que la ataban se aferraran más a su piel apretando con fuerza.
Se levantó y negó con la cabeza, ¿por qué tenía que haber elegido el camino difícil?; mientras Laise rogaba por que la dejara salir Adrien se acerco lentamente hacia ella.- ¿Qué te deje libre? ¿De qué hablas Laise? No te entiendo… - frunció el ceño con una mirada de incógnita, llevaba las manos en la espalda cuando se acerco hacia ella, fue entonces que a un paso de alcanzarla le lanzó un golpe con fuerza a la cabeza, ¿el objeto? Una pequeña estatuilla que le había dado directamente en el lóbulo frontal.
Escucho el cuerpo de Laise caer sobre el piso en un sonido hueco, sabía que no estaba muerta pero lucho, realmente lucho por no terminar de machacarle la cabeza con aquella estatuilla de una banshee al vuelo. Arrojó la figurilla lejos mientras arrastro el cuerpo hacia el centro de la habitación, abrió la puerta solo unos segundos para asegurarse que no hubiera nadie en los pasillos y así fue, solo el eco del silencio. Volvió a cerrar la puerta con llave mientras conjuraba un incarcero en el cuerpo de la chica que seguramente no tardaría mucho en despertar y luego la sentó sobre la silla en su escritorio.
Estarás desorientada unos momentos, tal vez tengas el sentimiento de vértigo y ganas de vomitar, trata de no moverte pues te he provocado un derrame en el ojo izquierdo. ¿Lo ves? Todo esto pudo evitarse si me hubieses hecho caso Laise, ¿No te enseñaron a obedecer de pequeña?... .- Estaba utilizando una voz serena, casi irónica y de falsa condescendencia, él estaba sobre su escritorio mezclando un par de cosas de manera rápida pero con mucho cuidado, como si supiera cuanto se necesitaba de que cosa sin necesidad de mirar un libro. Luego se volvió con ella.
Muy bien, muy bien, lo entiendo, no comenzamos de la manera correcta. Es solo que pensé que las mujeres de la calle estaban acostumbradas a esto, ¿Eres una mujer de la calle, verdad Laise? – Soltó una carcajada al momento en que acariciaba su mejilla para luego tomarla con fuerza del mentón y abrirle la boca dejando caer sobre su lengua un par de gotas de ese brebaje, sabía que podría escupirlo así que de inmediato se hizo hacia atrás y negó con la cabeza.
No te molestes, ha actuado en tu garganta, el efecto no es para siempre pero si durará un par de días. Espero que no estés planeando dar un concierto de opera mañana por que tus cuerdas vocales estarán destruidas…. Ahora, volvamos a las negociaciones, ¿vas a quitarte la ropa o no? Para saber si es momento de quitarte las cuerdas o ajustarlas un poco más… – Tras decir esto la apunto con su varita haciendo que las cuerdas que la ataban se aferraran más a su piel apretando con fuerza.
- Adrien Morgan
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Re: Magia de gigoló
Fueron segundos. Solo unos escasos segundos en los que de pronto ya no vió nada, solo una inmensa oscuridad. Adrien le había azotado en la cabeza, justamente cerca del ojo, con un objeto lo suficientemente fuerte como para noquearla y dejarla indefensa ante él. Dentro de sí, Laise trataba de despertar pero no podía, estaba en una especie de limbo, se veía a si misma atada de pies a cabeza en una silla y con la figura bastante aterradora de un hombre frente a ella, pero no lograba enfocar bien su vista en él como para poder identificarlo.
Transcurrieron algunos minutos y luego comenzó a recobrar la consciencia, le dolía demasiado la cabeza, sentía ese dolor expandirse alrededor de todo su rostro, estaba sumamente mareada y las naúseas hicieron su acto de aparición. Su desesperación comenzó al sentir que no podía enfocar la vista pues solo veía un hilo grueso de sangre. Comenzó a moverse en un reflejo, para tratar insatisfactoriamente de zafarse del amarre hecho por el incarcero conjurado por Morhan. Necesitaba salir de ahí, pedir ayuda a la primera persona que pasara y hacer que Adrien detuviera lo que sea que pretendía hacer con ella.
-No, me enseñaron a jamás obedecer imbéciles- No era apropiado que ella siguiera diciendo esas cosas, solo lo provocarían más, eso era seguro, pero tenía esa patológica necesidad de protegerse de la forma a la que tuviera más acceso, en ese caso, puras palabras. Seguía empeñándose con mucha fuerza, de tratar de zafarse, cuando Adrien se acercó para acariciarle la mejilla, quitó su rostro de su mano. La repugnancia que ahora Adrien causaba en Laise iba mucho más allá de lo que ella quisiera pensar. Solo se habían acostado, habían tenido sexo ¿Qué mal le había hecho como para que la tratase así?
Luego él le abrió la boca a fuerzas para depositarle unas gotas de algun brebaje, no pudo escupirlo y solo notó que ningún sonido provenía de su garganta, la había dejado muda. La impotencia que sentía era inmanejable, no podía moverse, no podía ver bien, tampoco podía gritar por ayuda. Le estaba mermando lentamente todos y cada uno de los sentidos, comenzó a llorar desesperantemente pues no podía decir palabra alguna. Se resistía a mantenerse así, no iba a permitir que Adrien siguiera sobajándola de esa manera.
Se movió lo más fuerte que pudo y solo atinó a desbalancear la silla y caer de lado, con la poca movilidad que le daban las piernas intentó arrastrarse, alejarse de el lo más que pudiese. No podía simplemente quedarse ahí a observar como el perdía la cordura progresivamente.
Estaba experimentando el horror más cruento y horrible que una mujer pudiera sentir, un aflicción que era indescriptible. Conforme pasaba el tiempo, la esperanza de que alguien viniera a salvarla se debilitaba.
Transcurrieron algunos minutos y luego comenzó a recobrar la consciencia, le dolía demasiado la cabeza, sentía ese dolor expandirse alrededor de todo su rostro, estaba sumamente mareada y las naúseas hicieron su acto de aparición. Su desesperación comenzó al sentir que no podía enfocar la vista pues solo veía un hilo grueso de sangre. Comenzó a moverse en un reflejo, para tratar insatisfactoriamente de zafarse del amarre hecho por el incarcero conjurado por Morhan. Necesitaba salir de ahí, pedir ayuda a la primera persona que pasara y hacer que Adrien detuviera lo que sea que pretendía hacer con ella.
-No, me enseñaron a jamás obedecer imbéciles- No era apropiado que ella siguiera diciendo esas cosas, solo lo provocarían más, eso era seguro, pero tenía esa patológica necesidad de protegerse de la forma a la que tuviera más acceso, en ese caso, puras palabras. Seguía empeñándose con mucha fuerza, de tratar de zafarse, cuando Adrien se acercó para acariciarle la mejilla, quitó su rostro de su mano. La repugnancia que ahora Adrien causaba en Laise iba mucho más allá de lo que ella quisiera pensar. Solo se habían acostado, habían tenido sexo ¿Qué mal le había hecho como para que la tratase así?
Luego él le abrió la boca a fuerzas para depositarle unas gotas de algun brebaje, no pudo escupirlo y solo notó que ningún sonido provenía de su garganta, la había dejado muda. La impotencia que sentía era inmanejable, no podía moverse, no podía ver bien, tampoco podía gritar por ayuda. Le estaba mermando lentamente todos y cada uno de los sentidos, comenzó a llorar desesperantemente pues no podía decir palabra alguna. Se resistía a mantenerse así, no iba a permitir que Adrien siguiera sobajándola de esa manera.
Se movió lo más fuerte que pudo y solo atinó a desbalancear la silla y caer de lado, con la poca movilidad que le daban las piernas intentó arrastrarse, alejarse de el lo más que pudiese. No podía simplemente quedarse ahí a observar como el perdía la cordura progresivamente.
Estaba experimentando el horror más cruento y horrible que una mujer pudiera sentir, un aflicción que era indescriptible. Conforme pasaba el tiempo, la esperanza de que alguien viniera a salvarla se debilitaba.
- Laise Den Adel
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Re: Magia de gigoló
Adrien era una persona realmente paciente, sus ojos azul profundo se clavaron en el cuerpo de Laise mientras era apresado por las cuerdas que él mismo había conjurado. El ambiente en aquella habitación se ponía cada vez más pesado, entre el silencio de su mirada y el dolor que la piel de la chica recibía con la textura de las sogas rasgando su piel, dejando marcas evidentes en ella, no le importaba en lo absoluto. Luego vino aquel movimiento, todas las personas y animales que había visto morir, en sus manos y en las manos de otros hacían siempre lo mismo, buscaban luchar, aferrarse a la vida hasta el último segundo, ese segundo en que su mirada se vaciaba y solo quedaba la materia inerte del cuerpo.
Él dejo de apuntarle con la varita y de apretar las cuerdas cuando el sonido hueco de la silla y Laise chocaron con el piso. Aspiro profundamente queriendo guardar la calma, la compostura. No quería que Laise despertara a nadie en la fraternidad, esperaba, por su bien, que no lo hiciera.
Oh… Laise… te has caído… ¿Por qué eres una joven tan, tan torpe? … ahora tendré que levantarte de alguna manera. Quiero verte de pie y resplandeciendo como siempre señorita presidenta… .
Pero él no la levanto en lo absoluto, al contrario, la paso de largo y fue hacia uno de los armarios que tenia, donde descansaban muchos instrumentos de cirugía y demás indumentaria medica. Abrió un cajón y luego otro, sacando pócimas y varias cosas más que, desde el ángulo de Laise, era imposible verse. Ella tenía que conformarse con el sonido del metal chocar uno contra otro, hasta que Adrien estuvo nuevamente cerca de ella, más correctamente, a sus espaldas.
Sabes Laise… estoy seguro que tienes muchas dudas con respecto a lo que está pasando aquí, mira., realmente me gustaría ser más claro contigo, pero no podemos hacerlo si sigues con esa actitud. Estoy seguro que después de esto estarás más feliz de cooperar conmigo, te lo puedo asegurar. .
Adrien le lanzó un petrificus totallus después de eso, no iba a arriesgarse a que la joven se moviera mucho mientras él trabajaba. La puso boca abajo ya fuera de las sogas pero inmovilizada por el hechizo, mientras tranquilamente sus manos se movían sobre ella, como si fuera una muñeca a quién le estuviera cambiando la ropa. Realmente no la desnudo completamente, solo le quito la blusa que cubría la parte alta de su cuerpo. No la toco ni observo de manera obscena, era como si ella fuera solo un juguete, algo con lo que estuviera divirtiéndose. Al terminar, la dejo boca abajo en el piso y paso tranquilamente su mano entre los omóplatos de la chica.
Fue una primera incisión en el izquierdo lo que Laise podía sentir aun en estado de piedra. Era muy cuidadoso y sus movimientos no dudaban, había un gancho de metal atravesándole la piel a la chica por entre los hombros, pero la sangre derramada en esto era mínima. Luego continúo con otros tres ganchos que cubrían la espalda de Laise haciendo que cada uno fuera más doloroso que el anterior.
Te lo advertí Laise… quise hacer esto por las buenas… pero supongo que no podemos hablar así, vamos a ver… - Se levanto del suelo justo al momento en que el petrificus estaba terminándose. Tomó su varita y con un fuerte movimiento de la misma, de un solo tirón, los ganchos levantaron la piel de la chica desgarrándola un poco, suspendiéndola unos treinta centímetros arriba del suelo.
¿Ya estas lista para cooperar? Solo asiente con la cabeza… no te molestes en tratar de hablar o gritar, no queremos que tus cuerdas vocales se dañen de manera permanente. .
Él dejo de apuntarle con la varita y de apretar las cuerdas cuando el sonido hueco de la silla y Laise chocaron con el piso. Aspiro profundamente queriendo guardar la calma, la compostura. No quería que Laise despertara a nadie en la fraternidad, esperaba, por su bien, que no lo hiciera.
Oh… Laise… te has caído… ¿Por qué eres una joven tan, tan torpe? … ahora tendré que levantarte de alguna manera. Quiero verte de pie y resplandeciendo como siempre señorita presidenta… .
Pero él no la levanto en lo absoluto, al contrario, la paso de largo y fue hacia uno de los armarios que tenia, donde descansaban muchos instrumentos de cirugía y demás indumentaria medica. Abrió un cajón y luego otro, sacando pócimas y varias cosas más que, desde el ángulo de Laise, era imposible verse. Ella tenía que conformarse con el sonido del metal chocar uno contra otro, hasta que Adrien estuvo nuevamente cerca de ella, más correctamente, a sus espaldas.
Sabes Laise… estoy seguro que tienes muchas dudas con respecto a lo que está pasando aquí, mira., realmente me gustaría ser más claro contigo, pero no podemos hacerlo si sigues con esa actitud. Estoy seguro que después de esto estarás más feliz de cooperar conmigo, te lo puedo asegurar. .
Adrien le lanzó un petrificus totallus después de eso, no iba a arriesgarse a que la joven se moviera mucho mientras él trabajaba. La puso boca abajo ya fuera de las sogas pero inmovilizada por el hechizo, mientras tranquilamente sus manos se movían sobre ella, como si fuera una muñeca a quién le estuviera cambiando la ropa. Realmente no la desnudo completamente, solo le quito la blusa que cubría la parte alta de su cuerpo. No la toco ni observo de manera obscena, era como si ella fuera solo un juguete, algo con lo que estuviera divirtiéndose. Al terminar, la dejo boca abajo en el piso y paso tranquilamente su mano entre los omóplatos de la chica.
Fue una primera incisión en el izquierdo lo que Laise podía sentir aun en estado de piedra. Era muy cuidadoso y sus movimientos no dudaban, había un gancho de metal atravesándole la piel a la chica por entre los hombros, pero la sangre derramada en esto era mínima. Luego continúo con otros tres ganchos que cubrían la espalda de Laise haciendo que cada uno fuera más doloroso que el anterior.
Te lo advertí Laise… quise hacer esto por las buenas… pero supongo que no podemos hablar así, vamos a ver… - Se levanto del suelo justo al momento en que el petrificus estaba terminándose. Tomó su varita y con un fuerte movimiento de la misma, de un solo tirón, los ganchos levantaron la piel de la chica desgarrándola un poco, suspendiéndola unos treinta centímetros arriba del suelo.
¿Ya estas lista para cooperar? Solo asiente con la cabeza… no te molestes en tratar de hablar o gritar, no queremos que tus cuerdas vocales se dañen de manera permanente. .
- Adrien Morgan
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Re: Magia de gigoló
Mientras estaba en el suelo, atada y sin voz, Laise luchaba por tratar de encontrarle una razón lógica y de peso para que Adrien la tratara así, le exigía cada vez a su cerebro, haciéndolo que recordase algo que pudo haber molestado al tipo cuando estuvo con ella. Pero no encontró nada de suficiente valor, la intromisión de Lucienne fue desagradable y por lo que había notado no le dijo absolutamente nada a Charlotte, la afectada con ese desliz en todo caso. Implementaba más y más fuerza en moverse a la salida, aunque atada pues no había mucho que pudiera hacer. Desde sus adentros gritaba como histérica pues lo que hacía Morgan era aterrador y bastante siniestro.
No pudo hacer más que avanzar algunos centímetros y luego sintió el impacto de un Petrificus Totallus en ella, la dejó paralizada y con un terror en los ojos que fácil podía leerse. Ella estaba consciente de todo, de lo que veía, de lo que sentía, de lo que olía de todo y estando en esa situación, sus sentidos o lo que quedaba de ellos se agudizaban. El dolor cerca del ojo evitaba que lograra pensar en una salida de escapa, la sacaba de toda concentración sin contar que mermaba su vista.
-No me toques, maldito hijo de perra!- le gritaba desde adentro. Solo lograba ver algo muy parecido a la demencia en ojos de Adrien, acto que instintivamente se quedara callada. El tacto frío de Adrien sobre ella le dio a entender que lo que estaba a punto de hacer no consistía en volverla a colocar en la silla. La puso boca abajo y desgarró su suéter, dejando su piel del torso al desnudo, solo con la pequeña línea de tela del sujetador. Laise deseaba con todas sus fuerzas que el efecto del hechizo terminara pronto y aprovechar aunque fuesen algunos segundos para huir de ahí.
Lo que la detuvo de su naciente plan fue el primer gancho que fue a dar directamente en uno de sus hombros, sentía la piel escocer al punto de querer retirar el gancho con sus propias manos si pudiera, le había perforado la piel de una manera inescrupulosa, el tormento al cual le estaba siendo pasar era incuantificable, la impotencia era tal que la única forma que podía tratar de utilizar para manejarla, era mediante gritos silenciosos que provenían desde lo más recóndito y profundo de su ser. Sus ojos se tornaron rojizos y se llenaron de lágrimas, las cuales dejaba salir sin control alguno y quería que todo terminara ya. No tenía ni la más puta idea del por qué Adrien Morgan la torturaba de esa manera y aunque la tuviera, eso no le daba ningún derecho de propasarse así con ella.
La desesperación por que todo terminara era proporcional a la sensación que le provocaba los siguientes ganchos en su espalda, el efecto del hechizo estaba terminando y eso amplificaba mucho más el suplicio. Al terminar el hechizo, solo vio, con ojos de asombro, la figura de Adrien alzando la varita en contra de ella y levitarla del suelo mediante los ganchos. Respiraba entrecortadamente y los sollozos involuntarios hacían que se moviera y por ende, la piel se desgarraba cada vez más. La aflicción creada por el medimago era algo que jamás podría olvidar, no le deseaba nada de esto a nadie, ni siquiera a su peor enemigo.
No tenía otra opción más que obedecer a Adrien en todo lo que él le dijera, así que cuanto le mencionó que sí estaba lista para cooperar, asintió con la cabeza. La repercusión psicológica que representaba soportar ese castigo iba mucho más allá de lo que alguna vez ella pudo siquiera imaginar.
No pudo hacer más que avanzar algunos centímetros y luego sintió el impacto de un Petrificus Totallus en ella, la dejó paralizada y con un terror en los ojos que fácil podía leerse. Ella estaba consciente de todo, de lo que veía, de lo que sentía, de lo que olía de todo y estando en esa situación, sus sentidos o lo que quedaba de ellos se agudizaban. El dolor cerca del ojo evitaba que lograra pensar en una salida de escapa, la sacaba de toda concentración sin contar que mermaba su vista.
-No me toques, maldito hijo de perra!- le gritaba desde adentro. Solo lograba ver algo muy parecido a la demencia en ojos de Adrien, acto que instintivamente se quedara callada. El tacto frío de Adrien sobre ella le dio a entender que lo que estaba a punto de hacer no consistía en volverla a colocar en la silla. La puso boca abajo y desgarró su suéter, dejando su piel del torso al desnudo, solo con la pequeña línea de tela del sujetador. Laise deseaba con todas sus fuerzas que el efecto del hechizo terminara pronto y aprovechar aunque fuesen algunos segundos para huir de ahí.
Lo que la detuvo de su naciente plan fue el primer gancho que fue a dar directamente en uno de sus hombros, sentía la piel escocer al punto de querer retirar el gancho con sus propias manos si pudiera, le había perforado la piel de una manera inescrupulosa, el tormento al cual le estaba siendo pasar era incuantificable, la impotencia era tal que la única forma que podía tratar de utilizar para manejarla, era mediante gritos silenciosos que provenían desde lo más recóndito y profundo de su ser. Sus ojos se tornaron rojizos y se llenaron de lágrimas, las cuales dejaba salir sin control alguno y quería que todo terminara ya. No tenía ni la más puta idea del por qué Adrien Morgan la torturaba de esa manera y aunque la tuviera, eso no le daba ningún derecho de propasarse así con ella.
La desesperación por que todo terminara era proporcional a la sensación que le provocaba los siguientes ganchos en su espalda, el efecto del hechizo estaba terminando y eso amplificaba mucho más el suplicio. Al terminar el hechizo, solo vio, con ojos de asombro, la figura de Adrien alzando la varita en contra de ella y levitarla del suelo mediante los ganchos. Respiraba entrecortadamente y los sollozos involuntarios hacían que se moviera y por ende, la piel se desgarraba cada vez más. La aflicción creada por el medimago era algo que jamás podría olvidar, no le deseaba nada de esto a nadie, ni siquiera a su peor enemigo.
No tenía otra opción más que obedecer a Adrien en todo lo que él le dijera, así que cuanto le mencionó que sí estaba lista para cooperar, asintió con la cabeza. La repercusión psicológica que representaba soportar ese castigo iba mucho más allá de lo que alguna vez ella pudo siquiera imaginar.
- Laise Den Adel
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Re: Magia de gigoló
Adrien permaneció con una postura militar, con las manos detrás de la espalda y observando fijamente a Laise mientras esta era elevada por los aires con esos ganchos. El olor a sangre comenzó a inundar la habitación, eso y el penetrante olor a alcanfor de la misma hacían una mezcla difícil de soportar para otros que no fueran el mismo sanador. Permaneció con el rostro sin emociones y la mirada clavada en ella, cuando las primeras lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, el joven sonrió de medio lado y relajo un poco los músculos de su cuerpo. Era como si el dolor de Laise aliviara poco a poco el propio, quería lastimarla, por razones que ni él mismo podía comprender, no podía vengarse de su padre, no podía vengarse de Auberon, Laise entonces, tenía que recibir ese castigo por ellos para poder expulsar sus demonios interiores.
No llores Laise… quiero que entiendas que de haber cooperado esto no habría sido necesario. Lo entiendes ¿verdad?... tu misma te provocaste esto, a mi no me gusta ser así… no me gusta tratarte mal, pero de alguna manera tienes que aprender… . – Se acerco a ella un paso a la vez, le gustaba el sentimiento de tener el control, siempre había sido así, había pocas cosas en su vida en las cuales realmente tenía una voz, pero eso iba a cambiar de ahora en adelante. Su voz había salido tranquila, conciliadora, alzó una mano para tocar la mejilla de Laise, ahí donde las lagrimas dibujaban un camino, la acaricio suavemente y luego la paso hasta sus labios, delicados, suaves, carnosos.
Laise, eres hermosa… pero tu actitud no es la correcta, me gustas más cuando estas gritando de dolor. – El se paso la lengua por los labios, su mano paso lentamente de los labios de la chica hasta su cuello, a penas dibujando sobre su piel el arco hasta los hombros, ahí donde había pequeñas gotas de sangre por la herida de los ganchos, siguió con un dedo el camino de la misma hasta sus pechos acariciándolos por encima de su ropa interior. Tenerla así le excitaba, le daba placer el infringirle ese tipo de dolor a alguien, demasiado. Los músculos de su rostro se volvieron a tensar cuando, en un arranque de furia, alzó el sujetador para dejar salir sus pechos en el aire, el movimiento brusco había hecho que los ganchos sobre ella se movieran, estirando un poco más su piel, abriendo más las heridas y causándole, por ende, un mayor dolor. Adrien solamente sonrió después de eso.
Ah… me gustaría enserio escucharte gritar, solo para complacerme… ¿te das cuenta de toda la diversión que habríamos perdido si hubieras aceptado al principio? … que horror, ¿verdad?... - Luego sus manos bajaron hacia las caderas de Laise, ahí donde comenzaban los Jeans que traía puestos. - si te resistes, esto me dolerá más a mí que a ti…. – Mentía, estaba esperando que se resistiera, así que como había hecho antes, con la menor delicadez posible le quito los pantalones haciendo que los ganchos se movieran de maneras dolorosas. No la había colgado directamente de la piel, había elegido lugares especiales en los cuales colocar los ganchos, para que le doliera pero no fuera a desgarrarse completamente la misma.
Se alejo de ella solo unos momentos, para ver su cuerpo desde lejos, no le había quitado aun toda la ropa, seguía con las bragas puestas. Le daba algo de encantador, como una obra de arte que él mismo hubiera creado. Se quedo ahí unos momentos viéndola sollozar, admirándola como un buen critico. Entonces sacó nuevamente su varita y la acerco muy lentamente hacia él, la tomó por la cintura dando un poco de soporte para que su piel descansara de los ganchos, su rostro estaba muy cerca del de ella y la beso, acariciando sus labios con los propios, la beso con deseo y emoción, como ni siquiera había pasado la primera vez que estuvieron juntos.
No llores Laise… quiero que entiendas que de haber cooperado esto no habría sido necesario. Lo entiendes ¿verdad?... tu misma te provocaste esto, a mi no me gusta ser así… no me gusta tratarte mal, pero de alguna manera tienes que aprender… . – Se acerco a ella un paso a la vez, le gustaba el sentimiento de tener el control, siempre había sido así, había pocas cosas en su vida en las cuales realmente tenía una voz, pero eso iba a cambiar de ahora en adelante. Su voz había salido tranquila, conciliadora, alzó una mano para tocar la mejilla de Laise, ahí donde las lagrimas dibujaban un camino, la acaricio suavemente y luego la paso hasta sus labios, delicados, suaves, carnosos.
Laise, eres hermosa… pero tu actitud no es la correcta, me gustas más cuando estas gritando de dolor. – El se paso la lengua por los labios, su mano paso lentamente de los labios de la chica hasta su cuello, a penas dibujando sobre su piel el arco hasta los hombros, ahí donde había pequeñas gotas de sangre por la herida de los ganchos, siguió con un dedo el camino de la misma hasta sus pechos acariciándolos por encima de su ropa interior. Tenerla así le excitaba, le daba placer el infringirle ese tipo de dolor a alguien, demasiado. Los músculos de su rostro se volvieron a tensar cuando, en un arranque de furia, alzó el sujetador para dejar salir sus pechos en el aire, el movimiento brusco había hecho que los ganchos sobre ella se movieran, estirando un poco más su piel, abriendo más las heridas y causándole, por ende, un mayor dolor. Adrien solamente sonrió después de eso.
Ah… me gustaría enserio escucharte gritar, solo para complacerme… ¿te das cuenta de toda la diversión que habríamos perdido si hubieras aceptado al principio? … que horror, ¿verdad?... - Luego sus manos bajaron hacia las caderas de Laise, ahí donde comenzaban los Jeans que traía puestos. - si te resistes, esto me dolerá más a mí que a ti…. – Mentía, estaba esperando que se resistiera, así que como había hecho antes, con la menor delicadez posible le quito los pantalones haciendo que los ganchos se movieran de maneras dolorosas. No la había colgado directamente de la piel, había elegido lugares especiales en los cuales colocar los ganchos, para que le doliera pero no fuera a desgarrarse completamente la misma.
Se alejo de ella solo unos momentos, para ver su cuerpo desde lejos, no le había quitado aun toda la ropa, seguía con las bragas puestas. Le daba algo de encantador, como una obra de arte que él mismo hubiera creado. Se quedo ahí unos momentos viéndola sollozar, admirándola como un buen critico. Entonces sacó nuevamente su varita y la acerco muy lentamente hacia él, la tomó por la cintura dando un poco de soporte para que su piel descansara de los ganchos, su rostro estaba muy cerca del de ella y la beso, acariciando sus labios con los propios, la beso con deseo y emoción, como ni siquiera había pasado la primera vez que estuvieron juntos.
- Adrien Morgan
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Re: Magia de gigoló
Desde que Adrien había sufrido aquella horrible tortura en el sótano, había cambiado... demasiado y eso era preocupante. Alexander se había prometido mantener un ojo en el chico para que no fuera a hacer algo estúpido y que terminara haciendo algo para que lo mataran o que el secreto del sótano se descubriera y si eso pasaba, él iba a ser quien pagara las consecuencias de aquel idiota.
Lo había estado esperando en la planta baja ya que habían quedado en salir de fiesta aquella noche pero ya había tardado demasiado y, cuando se refería a "demasiado" era DEMASIADO.
Resignado a tener que volver a subir, maldijo a Adrien por hacerlo batallar tanto. Él sabía que a Alex no le gustaba esperar ni tener que ir a buscar a las personas, pero este caso era diferente y tenía que hacer un esfuerzo por mantener a raya al chico.
Al llegar a la habitación de Adrien, tocó la puerta con fuerza para que lograra escucharlo ya que no podía simplemente abrir y entrar por culpa de aquel maldito hechizo que muchas veces había maldecido y otras, había bendecido.
-¡Oye tu! ¿Quién te crees? ¿La reina de Londres? Te estoy esperando para salir, así que apresúrate -gritó desde afuera lo suficientemente alto para que lograra escucharlo y que por fin se dignara a salir de su cuarto para poder irse a la fiesta que ya estaba casi a la mitad.
Lo había estado esperando en la planta baja ya que habían quedado en salir de fiesta aquella noche pero ya había tardado demasiado y, cuando se refería a "demasiado" era DEMASIADO.
Resignado a tener que volver a subir, maldijo a Adrien por hacerlo batallar tanto. Él sabía que a Alex no le gustaba esperar ni tener que ir a buscar a las personas, pero este caso era diferente y tenía que hacer un esfuerzo por mantener a raya al chico.
Al llegar a la habitación de Adrien, tocó la puerta con fuerza para que lograra escucharlo ya que no podía simplemente abrir y entrar por culpa de aquel maldito hechizo que muchas veces había maldecido y otras, había bendecido.
-¡Oye tu! ¿Quién te crees? ¿La reina de Londres? Te estoy esperando para salir, así que apresúrate -gritó desde afuera lo suficientemente alto para que lograra escucharlo y que por fin se dignara a salir de su cuarto para poder irse a la fiesta que ya estaba casi a la mitad.
- Alexander Bloodworth
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Re: Magia de gigoló
No había ni un solo momento en que no pensara en Lucian o en su madre, tenía la necesidad de tratar de pensar en ellos para que de alguna metafórica manera le dieran fuerzas para resistir el castigo al que era sometida. El efecto del hechizo estaba a segundos de desvanecerse y Laise lo podía sentir y lo tenía mucho más que presente. Concentró toda su energía por no prestarle atención al incalculable dolor que sentía y permitirse solamente pensar en cuanto odiaba a Adrien Morgan, a pesar del pánico que le causaba verle.
Se preguntaba en incontables ocasiones ¿Qué eres?, ¿Qué es lo que quieres de mi? ¿Por qué me haces esto? pero ninguna de sus preguntas tenía respuesta por que aunque pudieran salir de su voz, el jamás las respondería.
No podía evitar sentir repulsión y un asco atroz por quien le hacía todo aquello, seguido por un rencor y un miedo paralizante, la presidenta presentaba dentro de sí, un remolino de emociones que no podía manejar y mucho menos procesar.
De alguna extraña y muy retorcida manera, sentía que todo eso no era más que un maldito Deja vú, el estar así inmóvil, incapacitada para defenderse y estando a la merced de un hombre que carecía de humanidad se lo afirmaba.Se negaba a escuchar todo lo que le decía pero era imposible, cada palabra que salía de boca de Morgan le daban unas terribles ansías por moverse y zafarse rápido pero también de aplicarle exactamente el mismo castigo solo que con mucho más intensidad.
Tragó saliva en constantes ocasiones para no vomitar del asco cuando este la besó, sus entrañas le ardían como si fuesen llamas vivas, jamás pensó sentir tanto repudio por alguien y desde ese mismo momento se juró que le haría pagar todo lo que le estaba haciendo. Se movió bruscamente cuando le tocó los pezones por fuera y expuso sus senos, esto provocó que el dolor se increcentara y derramara más lágrimas. Su piel se laceró mucho más y logró que más sangre brotara por la herida, haciendo que apretara la mandíbula y temblara para soportar la tortura. La sensación de estar impotente e indefensa ante él mermaba su pensamiento, no lograba hacerse de una salida, por más que pensara en posibles situaciones en todas ella terminaba mal.
Por fin, después de minutos de agonía el hechizo terminó y con este un atisbo de luz al final del túne se hizo presente, del otro lado de la puerta del dormitorio del medimago, se encontraba el nuevo presidente de la fraternidad; Alexander Bloodworth, con quien Laise había salido hace algún tiempo, debía hacerle saber que estaba ahí y en una precaria situación.
Su voz seguía sin aparecer pero recuperó su movimiento por completo así que haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, se quitó uno de los ganchos con su propia mano, lastimándose de paso la mano derecha y se columpió lo mas que pudo para tirar un florero que estaba cerca de ella, si Alexander lograba escuchar el jarrón romperse, podía hacer que Adrien abriera la puerta y el entrara a ayudarle.
Se preguntaba en incontables ocasiones ¿Qué eres?, ¿Qué es lo que quieres de mi? ¿Por qué me haces esto? pero ninguna de sus preguntas tenía respuesta por que aunque pudieran salir de su voz, el jamás las respondería.
No podía evitar sentir repulsión y un asco atroz por quien le hacía todo aquello, seguido por un rencor y un miedo paralizante, la presidenta presentaba dentro de sí, un remolino de emociones que no podía manejar y mucho menos procesar.
De alguna extraña y muy retorcida manera, sentía que todo eso no era más que un maldito Deja vú, el estar así inmóvil, incapacitada para defenderse y estando a la merced de un hombre que carecía de humanidad se lo afirmaba.Se negaba a escuchar todo lo que le decía pero era imposible, cada palabra que salía de boca de Morgan le daban unas terribles ansías por moverse y zafarse rápido pero también de aplicarle exactamente el mismo castigo solo que con mucho más intensidad.
Tragó saliva en constantes ocasiones para no vomitar del asco cuando este la besó, sus entrañas le ardían como si fuesen llamas vivas, jamás pensó sentir tanto repudio por alguien y desde ese mismo momento se juró que le haría pagar todo lo que le estaba haciendo. Se movió bruscamente cuando le tocó los pezones por fuera y expuso sus senos, esto provocó que el dolor se increcentara y derramara más lágrimas. Su piel se laceró mucho más y logró que más sangre brotara por la herida, haciendo que apretara la mandíbula y temblara para soportar la tortura. La sensación de estar impotente e indefensa ante él mermaba su pensamiento, no lograba hacerse de una salida, por más que pensara en posibles situaciones en todas ella terminaba mal.
Por fin, después de minutos de agonía el hechizo terminó y con este un atisbo de luz al final del túne se hizo presente, del otro lado de la puerta del dormitorio del medimago, se encontraba el nuevo presidente de la fraternidad; Alexander Bloodworth, con quien Laise había salido hace algún tiempo, debía hacerle saber que estaba ahí y en una precaria situación.
Su voz seguía sin aparecer pero recuperó su movimiento por completo así que haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, se quitó uno de los ganchos con su propia mano, lastimándose de paso la mano derecha y se columpió lo mas que pudo para tirar un florero que estaba cerca de ella, si Alexander lograba escuchar el jarrón romperse, podía hacer que Adrien abriera la puerta y el entrara a ayudarle.
- Laise Den Adel
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