Podria ser peor

No es que no me preocupara; había procurado ir almenos cada día, a horas poco comunes, donde no pudiera toparme rostros conocidos, pero almenos, saber de su mejoría. La ultima llamada me había dejado intranquila pues, no habían sabido darme cabida de el. Acobardada sobre la cama tendida y mis manos en pleno desliz sobre las rodillas, pensando lo peor. Paso saliva cuando veo a Pierre entrar a la habitación comiendo aquellas frutas secas en un envoltorio algo llamativo, si, ha entrado, en esta habitación tan amplia, donde sobre la cama esta desacomodada esa gran balija llena de ropa y otras cosas.Me mira y sin hablar sabe lo que tengo que decir así que se acerca y me abraza, pero no le respondo el gesto por que estoy sumamente nerviosa, tanto que ni llorar me es posible ante la incertidumbre del bienestar de quien mi corazón siempre amo, esa casi tan intangible como el sentimiento sofocado del dolor pasado.

Aprender a perdonar con amor, dicen por ahí, pero quienes lo han vivido, es seguro que no han vivido mi vida. Lo alejo casi de inmediato, como si su comprensión me ardiera y me mira con sus ojos azules centellando como los de un felino en el rasgar de sus cuencos. No puedo explicarle por lo que estoy pasando cuando sin aparente razón, ni calma, tomo mi bolso y salgo con el siguiéndome los pasos en un grito que murmura mi nombre. Se de antemano que entre sus pertenencias, además de sus cuatro comunicadores, carga tambien su abrigo y el mio. El elevador esta en mi piso y no me angustio cuando me atravieso entre las personas que seguro esperaban desde hacia tiempo. La puerta metálica se cierra con las palabras que no me preocupo en entender, palabras de coraje.

Ahora estoy aquí, con los sonidos y las luces de la ciudad.Muevo la mano, tal cual aquel dios de mis sueños me enseño en algún momento. Parada bajo el edificio del hotel, haciendo una seña pronta, con los ojos llorosos y los sentimientos encontrados, para que aquel vehículo amarillo con el escrito en negro de Taxi se detenga. Las indicaciones las da Pierre, yo aun estoy en un lapso de poca comprensión.

No se cuanto tiempo hacemos, no se si debí venir. Pero ahora estamos parados afuera del hospital y Pierre esta pagando al hombre que nos ha traído. Cuando el motor se aleja mi cuerpo se revuelve y me vuelvo hacia Pierre intentando huir. El me sostiene ambos brazos y niega con la cabeza. Los ojos se me humedecen y me abraza de nuevo. Un rostro conocido pasa por mi costado y sé sin necesidad de que me diga nada, que a estas alturas el murmullo debe ser grande, como una cascada.

En algún momento he terminado frente a esa mujer de aspecto regordete y mala cara. He terminado ahí tras, de no haber querido entrar, entrar corriendo para encontrarme su antigua habitación vacía y estallar en un sentimiento de desolación.Ella me da un número nuevo, un numero en un área distinta, el área de recuperación.

Sostengo el papel en mis manos temblorosas y es Pierre quien me da su brazo para acompañarme hasta aquella habitación. La enfermera esta saliendo en aquel momento. Me solicita mi pase de visita cosa que no puedo entregar, pues carezco de ello. Entonces como por arte de la magia inexistente en el mundo Muggle, me reconoce y me dice que recuerda mi cara, constante, tan firme. Y entonces abre la puerta permitiéndome el paso.

Me congelo. Yo no estoy segura de que quiera verme. Pierre me anima y suelta mi brazo.

"Estaré aquí.."

Dice sonriendo y yo asiento. No se de donde tengo fuerzas para entrar...pero es verlo ahí, aun golpeado pero con notable mejoría, lo que me reconforta, a pesar de todo.

-Hola Demian..-

Saludo intentando dar una sonrisa. Después de todo, es por los recuerdos, por los días de sueños, y por las sonrisas que quizá nunca volverán.

Intento estirar mi cuello hacia alcanzar el reflejo de mi rostro en uno de esos muebles de metal para ver mi estado. Y es que estoy cansado de descansar (si es que aquello es posible), y necesito distraerme con algo, lo que sea… -Al menos en un hospital muggle hay televisión- pienso con pesar, mientras mis ojos buscan en cada rincón algo para hacer más llevadero aquel tiempo.

Y es que lo peor de mis lesiones, es la incomodidad y la maldita comezón… que amenaza con matar mi psique.

Miro a los lados, y las camas están ya vacías. Al parecer las lesiones de mis vecinos han mejorado, lo cual me da una sensación de desasosiego, pues ahora estoy rolo en aquel maldito cuarto, y para colmo… aún no puedo caminar.

Indico, con frustración, intentando nuevamente alcanzar con la mirada ese reflejo, pero mi poca movilidad por los yesos y las vendas, me lo impiden. Es realmente frustrante… y no puedo evitar soltar un par de maldiciones más en otros idiomas. Algo que seguramente no pasaría desapercibido para los que pasasen por el cuarto.

Y es en la plena frustración, que mis sentidos no son capaces de percibir aquel aroma que en cualquier noche sin luna reconocería a kilómetros a la distancia, pero que ahora, esta misma se encuentra más remarcada que la falta de tesitura en nuestras voces. Pues, pese a todo lo que había pasado en aquellas semanas, no podía evitar reaccionar ante su presencia.

Me apresuro a decir intentando no sonar tan sorprendido, como lo eh hecho.

Vuelvo a musitar, y me detengo. Pues no quiero que mis palabras le asusten y más , con la soledad que esta por comenzar a volverme loco.

Sonrió con nerviosismo (lo cual ha de ser algo deplorable, tras mi estado) y con un gesto, le animo a acercarse.

Indico, intentando sonar natural, al señalar las vendas y el yeso que cubre de la mitad de mi cuerpo para abajo.

Es evidente que no me esperaba y por mi es mejor así, considerando  que entonces nadie le ha dicho que he estado rondando por aquí, a las horas que he considerado más propicias, pero diario, solo preguntando por el y aguardando como si mágicamente fuera a saber que estoy ahí, esperando por tener las buenas nuevas de su mejora. Se sonríe y aun con lo grotesco que a quedado su rostro por los moretones y los golpes, encuentro hermoso todo en el, inclusive ese vendaje mal puesto en su nariz. Intento devolverle la sonrisa lo mejor que puedo, por que estoy muy nerviosa, sobre todo después del fatídico final que tuvimos aquella tarde en el invernadero de la universidad. Mueve su mirada de una forma que entiendo bien, como que lo conozco de pies a cabeza. Me pide que me acerque y sin rechistar obedezco aunque aun sintiendo que mi ser no responde del todo a mi voluntad sino al miedo que guardo dentro y no me permite dejar de sentir que en algún momento tirara el zarpazo a mi cuello y me asesinara. No es momento de pensar en lo nuestro, ni en Anastasia Lodge ni mucho menos en nada que pueda hacerme sentir ese vacío poco grato en el pecho. Me habla del hospital y de pronto lo compara con...aquel edificio donde hundidos en una pasión ilimitada terminamos entre un unisono gemido viendo las luces de la ciudad. Me ha tocado la fibra sensible y lucho por no resquebrajarme de nuevo. Lo importante ahora es que el esta vivo y que esta bien...vivo y bien.

-Luces mucho mejor que cuando te trajeron...almenos eso es lo que puedo asegurarte-

exclamo, confesandole entre lineas que he estado al pendiente de el.Respiro hondo recordando que Pierre espera por mi afuera y que aunque no pondrá queja es mejor pedirle que se vaya. No pienso salir pronto.

-Entonces...tienes todo quebrado y es un milagro que estés vivo...cuando salgas de aquí, deberás escribir un libro-

expido a modo de broma.No se de que hablarle, después de haber pasado noches en vela llorando por el, por su ausencia y por sus mentiras.

-No te miento si digo que es un alivio ver que estas mejorando-

No repare en el detalle del nombre del hotel, hasta que fue demasiado tarde, pues ya había salido de mis labios, y logre atisbar el pequeño gesto en el rostro de la rubia. Aquella era una de las reglas doradas de los rompimientos, nunca, pero nunca se le hacía mención a una ex, de las aventuras juntos… y más, cuando las heridas estaban tan a flor de piel.

Aún le costaba acostumbrarse que las cosas no fueran como antes, y el verle ahí. Y de enterarse de que la oji-gris había estado visitándolo todos estos días, le hacían sentir peor que una chinche. Pues él había sido uno de los factores principales por lo que todo se había terminado llendo al carajo.

Intenté dibujar una pequeña sonrisa, por la vergüenza, y baje la mirada. Aquello era lo que menos necesitaban entre ellos y ahí, iba el imbécil con la lengua por fuera.

Articule nuevamente, volviendo la mirada hacia la rubia. Quien parecía guardar especial interés en lo que sucedía afuera de la habitación, y que de seguramente haber sido otro momento, habría captado aquel aroma, y descifrado lo que era.

Un sabor amargo recorrió mi garganta, pero me mantuve en silencio. Pues aunque no debiera, sabía que ella, formaba parte de aquella “pareja” que había estado visitándole en días anteriores.

Meneé un poco la cabeza, y regrese a sus palabras. Pues aquello era mejor, a seguir enredándome en las telarañas de mis pensamientos.

Agregué, intentando sonar relajado.

Regrese la mirada y la centre en mis sábanas, porque no iba a esperar a incomodarle con mis ojos. Suficientemente extraño, ya era todo esto. Y más, el tortuoso silencio que se venía a cada pausa de nuestras voces, y que con desespero buscaba cada uno llenar.

“A ti, y a tu acompañante…” pensé.  “No era necesario…”. Y aunque moría por decir aquello, impulsado, sabrá dios por cual de mis neuronas defectuosas. Me retuve.

Indique, intentando sonar relajado. Pues aunque las enfermeras que me habían tocado, no eran sacadas de una revista, tenían lo suyo. Y era mejor pensar en ello, que en la incomodidad de estar ahí.

Se disculpa; no respondo y solo bajo la mirada un instante por que este es por mucho el momento más incomodo que he vivido en mi vida. Intento buscar las mejores palabras para decirle que todo esta bien, pero mentir y ser hipócrita son dos detalles que nunca se me han dado bien y el lo sabe, ó almenos lo sabía antes de empezar a dudar de mi. Cuando levanto la mirada la suya encuentra la mi y ahí estamos, mirándonos en un momento incomodo, mirándonos con la sonrisa rota, esa mirada que en tiempo atrás habría puesto a temblar mi cuerpo de ansiedad más que de dolor como ahora.Mis ojos se humedecen y me apresuro a mirar hacia otro punto de la habitación por que lo que menos necesito ahora es agrandar su ego haciéndolo sentir como hasta ahora no logro superarlo. No noto su gesto precavido, ni mucho menos reparo en que sus sentidos licanos desarrollados le habrán dado cuenta de mi acompañante. Estoy tan alegre de verlo bien y a la vez, siento que estar aquí no ha sido lo mejor del universo. Y de nuevo viene a mi cabeza la arrebatada Lodge que lejos de haber sido siempre mi enemiga, lucho por recuperarme al final contándome toda la amarga y dificil verdad. A mi cabeza viene una frase recalcante: No te será fácil alejarte de el o dejarlo ir; te sentirás irremediablemente atraída por siempre, como dos imanes.

Afortunadamente el habla y cuando lo hace, ha cambiado el tema de la disculpa, del momento y de la tensión; ahora el eje central de la vida es Bill y su puntuación como héroe. No importa cuanto se diga, yo estaré eternamente agradecida con ese chico por salvar a Demian. Y almenos tras ese comentario logra dibujarme una fugaz sonrisa por que se que hace el intento por bloquearnos el hecho amargo indiscutible.Suena tan calmado que me causa envidia, sobre todo considerando que yo no soy capaz de articular un buen tema de conversación sin verme como una completa idiota.

Y de pronto agradece mi visita y lo miro. No se si interpretar eso como una petición de que me marche, pero es lo más seguro, sobre todo si pongo en la mesa las malas cartas jugadas hasta el momento.Remata con el comentario de las enfermeras que me revuelve el estomago.

Claro que he notado a la morena que le trae los medicamentos cada dos horas y a la rubia que salio a mi encuentro cuando vine a buscarlo a la habitación. No pienso ponerme a reparar en lo bien que les queda el uniforme y el sin fin de platicas subidas de tono que llegue a tener con Schwartz respecto a los disfraces en situaciones poco prudentes. Respiro hondo. Quizá si llegara el momento de irme y como si fuera poco, repentinamente aparece el, tan gallardo, tan a su forma.

"Aimeé, esta todo bien?" cuestiona moviendo un poco la cortina.

-hola...s..si-

murmuro nerviosa. Su mirada se encuentra con la de Demian, el sonríe y lo saluda alzando la mano "Camarada no te ves muy bien", comunica con esa burla disfrazada de sonrisa de la que muchos carecemos, lo miro fulminante. Luego me mira extendiéndome el abrigo.Lo tomo y le miro, luego a Demian. Sin necesidad de hacerlo, tengo la mía propia de presentarlos.

-Demian, te presento a mi primo mayor, Pierre Merrick Gruenewald, mi primo, e hijo de mi tia Lorena, la hermana mayor de mi madre...perdónalo por su osadía, no es muy bueno midiendo lo que habla-

Pierre sonríe y saluda. Y en ese momento respiro profundo.

-Pierre yo...si quieres puedes esperarme un momento afuera y...voy enseguida-

Me mira indeciso

-Estaré bien-

completo y se sonríe antes de hacerme una seña con la mano en la frente y despedirse de Demian saliendo.Miro a Demian una vez más y parece confundido. No lo culpo.

-Lo conocí apenas hace unos meses junto con sus padres...no te hable de el por que...no se por que...pero...es un buen chico y al menos el ser familia nos une más-

Aquello último que había salido de mi boca, si que había estado fuera de lugar. Pero era mejor al silencio o peor aún, mencionar al tipejo ese que le había acompañado en todas estas noches. Que sin vergüenza… pensé, dejándome llevar. E involuntariamente apreté las sábanas entre mis manos, pues como era obvio, aún aquel tema entre nosotros, no había quedado zanjado… aunque me duela admitirlo.

Fue aquel leve sonido del roce de su calzado contra el suelo, el que me advirtió de su osadía. Porque aquello era una maldita desfachatez… y ese “tono” bajo el cual pronunció su nombre y reclamó el saber si todo estaba bien, el que me lleno la garganta con hiel.

Pero trate de permanecer ecuánime, algo difícil, si ya entre mis manos me encontraba apretando a las inocentes sábanas. Algo que seguramente esperaba pasara inadvertido hacia la rubia, pues lo último que necesitaba era su lástima y el que supiera que a pesar de las semanas transcurridas, aún había sido incapaz de salir con otra chica en plan romántico. Dolía admitir que aún, ella era todo para mí.

Tardo un poco en reaccionar, cuando el sujeto me dirige la palabra. Y finjo sorpresa, y una de aquellas sonrisas de revista se dibuja en mi rostro.

Contesto, intentando sonar lo más relajado, que soy capaz de fingir. Y mi vista va de la rubia a él, quien por algún motivo, despierta una sensación de familiaridad en mí. Lo cual, es preocupante.

Le entrega el abrigo a la oji-gris, y sin creérmelo del todo, me explica la procedencia de tan singular personaje. Y es que en los años que llevamos de relación, no recordaba a nadie con aquel nombre, eso o estaba muy cegado por mis inseguridades primarias, para admitirlo. Era todo un caso…

Repito, como si al hacerlo, aquello cobrase más sentido en mi psique, pero no.

Me apresuro a contestar, sin tenderle la mano. Pues al menos  de lo que podía sacar de mi condición, es que el ponerme de pie y saludar a las personas, no era una ofensa propia del protocolo.

Sin abandonar mis ojos sobre el tipo, le sonrío mientras este abandona la habitación, con la impropia preocupación de dejar a la rubia conmigo, como si pudiera hacerle algo en mi condición, o lo buscase…

Meneo la cabeza, y en reflejo, intento acomodarme en la cama. Algo por demás incómodo, pues el mero esfuerzo, crispa en un gesto de dolor mi rostro.

Me quejo, mientras escucho la improvisada justificación de Aimeé.

Claro, eso y las ingestas de alcohol abundante, eran mi pan de todos los días. Eso y el sofá de Amber, quien despertando su gesto maternal, me acogía todas las noches que era incapaz de regresar por mi propio pie al colegio, y que pocos se atrevían aún a cuestionarme el porqué de mi ausencia de mis habitaciones.

Otra de esas pequeñas brechas de silencio se forma sobre nosotros, y me es imposible bajar la mirada a su vientre, donde seguramente aún reposaba lo que quedaba del fruto de aquella historia.

Pronuncie, con el reflejo ahogado de otras palabras en tiempos más propicios. Pero que ahora, ya no eran necesarios. Era la primera vez que hablábamos directamente, después de lo de los invernaderos, por lo que aún me costaba acostumbrarme a ello.

Me preocupa un poco verlo a acomodarse, que digo un poco, si casi me muero de dolor junto con el cuando lo escucho quejarse. Casi nada después, empieza a hablarme de su vida personal y yo solo lo observo, como cuidando que no vuelva a caer en el mismo desaire de su osadía, lastimándose de una forma que quizá le involucre quedarse mucho más tiempo del que ya tiene hasta ahora en el hospital.Y de nuevo nos quedamos en el mortuorio silencio sin que ninguno de los dos aparentemente este dispuesto a quebrarlo, almenos no de inmediato. Solo somos silencio, mortuorio silencio y unas miradas de vez en vez, anfitrionas del miedo maldito que lejos de acercarnos nos hace más distantes conforme pasa. Estoy bajando la mirada, titubeando en mi cabeza lo que podría decirle, las verdades que podría sacar a la luz o lo que debería contarle para hacer conversación, pero entonces el pronuncia mi nombre y es como un tintineo en mi cabeza lleno de alabanza. Alzo la cabeza con una sonrisa caprichosa y llena de esas cosas maravillosas que en antaño nos hicieron tan felices. No puedo evitar sentir un vuelco, por que dice mi nombre de esa manera.

-¿Si?-

Pregunto con duda, mientras mi corazón late desbocado, entregado a ese tintineo que no cesa desde que abrió su boca para decir mi nombre con tal precisión, como no encaja en ningún otra boca viva, por que no importa cuanto daño haga uno u otro, el es quien puede decir mi nombre y mover los cimientos de este y todos los universos de los que me rodeo y donde yo pueda existir. Es el y solo el, aún si no es consciente de lo que provoca en mi y en cierta manera agradezco por que me da ventaja a ocultar sentimientos quizá, mal habidos.

Cuestiona mi estado de salud y con más confusión que antes asiento, por que me encuentro bien en casi todo y hablarle con la verdad no ayudara. Pero decírsela a medias tampoco empeorara nada.

-Estoy mejor que días atrás,ya estoy mejor-

Musito convencida de que es así.

-Me da menos insomnio por las noches y las nauseas...-

Por el estrés

-Ya pasaron, ademas de ese tipo de fiebres y mareos que no se por que no pueden controlarse-

acompleto.

-pero bueno...estoy bien, por que estoy viva, ¿No?-

y le miro

-tal como estas tu ahora...y eso es mejor que nada-

Intento articular palabra ante lo espetado por su boca, pero me es imposible. Pues prácticamente de tajo he renunciado a estar a su lado en esta etapa, y aquello es algo que nunca me perdonare, pese a todo… y es que ahora, rememorar todas aquellas “razones” que me dieron fuerza para mantenerla lejos de la verdad, me parecen ahora tan ridículas… pero las cosas eran así, y poco ya podía hacer para enmendarlo.

Nos hacíamos daño, en cada mirada. Pero en aquel silencio, y aquella situación, el raciocinio sobraba.

Indico, con esa sensación recalcitrante, recorriéndome mi lengua. Pues aún no me trago aquella verdad musitada por la oji-gris.

Lo raro, era que a pesar de lo sucedido con An y toda la historia que estuvo detrás de nuestra relación, me había acostumbrado muy pronto a verla en brazos de otros hombres al concluir nuestra relación. Sin remordimiento, pero con Aimeé las cosas eran distintas, no me acostumbraba a la mera idea... y el que mi hijo o hija creciera con otro padre, me mataba la mera posibilidad.

Había sido tanto daño y en tan poco tiempo, que el mero bosquejo de una posibilidad de reconciliación, solo podía antojárseme etéreo.

Marchábamos ya, por caminos separados.

Dije, con la mas adiestrada de mis sonrisas. Pues aquellas últimas palabras, siempre habían sido una broma entre nosotros, pues hacía referencia a algo que siempre le decían mis padres y sus abuelos, “que comiera un poco, o estaría siempre en los huesos”, algo con lo que nunca tuve inconveniente, mientras éramos… eso, bueno.

Inconscientemente, me mordí el labio y pase los ojos por una de las mesas adyacentes a mi cama, pues en ella se encontraban los regalos y recuerdos de mis amigos, compañeros y compañeras de trabajo. Era raro, pues a pesar de lo dudoso de mi trabajo, éramos más una hermandad, que simples conocidos.

Pronuncie, atrayendo una de las tarjetas hacia mí. Era de uno de esos perritos muggle, que indicaba que me mejorase, y provenía de una de las bailarinas que muchas veces nos apoyaba en los shows.

Con lo sucedido en el concierto, había perdido mi teléfono. Así que además de aislado en aquella sala del hospital, había dejado de existir para mi “otro” mundo. Y solo amber, era la que me frecuentaba en aquel estado.

Máscaras, todo se resumía a una maldita mascarada. Una actuación de que las cosas aún seguían su curso, y que el aliento no se nos escapaba por la peligrosa proximidad y el anhelo que el tiempo solo hacía más que acrecentar, era tortuoso, estúpido… pero era lo que dictaba el protocolo, no podíamos derrumbarnos de aquella manera… había demasiado en juego, y dolía…

Pasarían más semanas, con sus días y sus noches, hasta que la mera idea comenzase a parecer menos dolorosa. Por mucho, había sido la mujer de mi vida… y le había dejado disiparse entre mis dedos.

Era un imbécil… pero aún pensaba, que aquello era lo mejor… para todos.

“Pero para mí, solo me preocupas tú…” pienso, mientras me encojo de hombros y esbozo una pequeña sonrisa, jugueteando con la tarjeta entre mis dedos. Pero no me mal interpreten, todos aquellos que se preocupaban por mí, el sentimiento era recíproco, pero con la rubia, todo era diferente…

Y sus lágrimas, no pasan desapercibidas para mí. Pues contrario a lo que la prudencia dictaba, mis ojos buscan los de la joven.

Musito, con la mirada suplicante. Pues el hecho de verle desaparecer por aquella puerta, me hiere de solo concebirla… y aunque sea más, un motivo egoísta el que me lo demanda, no quiero renunciar aún a ella… no así.

Alargo el brazo hacia uno de los estantes, y le ofrezco uno de los pañuelos que ahí reposan.

Era la peor de las excusas, pero era lo mejor que se me había ocurrido. Y no podía dejar que se fuera de aquella forma, no ahora.

Le llame, dando unos pequeños golpes al costado libre de la cama.

Volví a decir, tentando al diablo.  Dejando que el silencio se colase un poco con nosotros…

Me quiero ir y me despido, mientras mi cabeza rememora el camino de salida, pero no logro la feliz huida, pues su boca me detiene en el acto con una petición intranquila. No puedo seguir huyendo toda mi vida, pero no sé hasta cuando podré parar de hacerlo ahora mismo. Alzo la mirada con la mía temblando de miedo en el velo de lagrimas contenidas, el me esta viendo fijamente y nos hemos unido en un encuentro de silencios llenos de mil cosas que quizá ninguno se atreverá a decir.¿Que se supone que deba de hacer ahora?; Acomodo mis pensamientos que ahora están hechos un lío pero no tengo gran suerte con ello y termino por mirarlo solo así, tímidamente, con las pupilas humedecidas y el sentimientos desgastante en el pecho y en los poros de la piel que puede tocar y carbonizar hasta volverlo cenizas, solo los restos de todo cuanto uno no pidió. Su mano busca entre la mesa de tarjetas y alcanza un pañuelo que me cede de forma bastante más caballerosa de la que sería cualquier otro, pero nunca el, por que el siempre suele ser así conmigo, siempre, excepto aquel dia en los invernaderos y días antes, cuando me engaño...pero aún en el engaño, intento cubrirlo, con la perfecta mascara del amor y la caballerosidad y no comprendo por que me resulta tan increíble creer que el me haya hecho ese daño, a mi, y viniendo de tan maravilloso ser, al que tanto defendí, proclamé y alabe contra viento y marea.

Tomo el pañuelo con tranquilidad, aquella de la que me puedo sentir capaz de poseer.

-Gracias...-

Ya no hay vuelta atrás.

-Créo que el no tendrá mayor problema si me quedo un poco más...-

Su excusa para pedirme que me quede sin pedírmelo de forma explicita me causa cierta ternura. No puedo evitar pensar que saldré herida de nuevo, pero es lo que tengo y esto es lo que soy. No puedo irme, no aunque tema a quedarme.

Señala la cama pidiéndome que me acerque y con todo el horror del mundo albergado en mi pecho me acerco hasta estar sentada en ese espacio anteriormente vacío, sintiendo como se hunde levemente el colchón bajo el peso de mi cuerpo.No puedo mirarlo, inclusive cuando me explica el por que de no dejarme ir.

-No..no lo entiendo pero...podrías explicarmelo...-

Y de nuevo silencio. Pero es solo una de sus frases lo que me obliga a voltear. Recuerdo lo mucho que odia los hospitales. Yo tambien los detesto, basicamente por que he visto en ellos pasar las cosas más crueles de mi historia de vida.

Busco su mano y la tomo entre las mías, acariciandola.

-Tranquilo...yo..no voy a irme...-

"Por que aún sin ser su luna, yo puedo iluminarlo" piensa mi cabeza, pero refuerzo y aseguro dándole mi propia fuerza y es hasta entonces que puedo volver a mirarlo. Esta ahí, perdiéndose en mis ojos y no puedo entender como es que nos paso tanta devastación. Es como ver entrar una demolición a mi vida y mientras aún recojo los escombros volver a donde el camión demoledor.¿por que me siento tan extraña?....en algún momento nos desconocimos pero nuestras vidas siguieron conectadas.

Miro su mano, conectada a aquel suero raro con tubos. Es una aguja con cintas de tela. Todo al más puro estilo Muggle.

-Te...¿te duele mucho?...-

le pregunto mirándole con esa dulzura que no puedo negarle.

Nunca, nunca, pero nunca algo era tan sencillo, y esta situación, no era la excepción. Había accedido a quedarse, pero había hecho la pregunta, que hubiera preferido no hacer. El joven lobo se lo había buscado, y con la rubia tan cerca, y en su precaria condición. No había a donde huir.

Sonrío, más para tener un gesto en el rostro, que para externar lo que siento, y doy un pequeño apretón a su mano que me sostiene.

Es lo mejor que puedo hacer, y agradezco el que la rubia, no sea tan descuidada como yo, en estos casos, pues como versaba el dicho popular. “No había vuelta atrás, a lo hecho”, y esperaba que al menos, el proceso no fuese tan tedioso y desgastante como con An, con quien ahora me llevaba mucho mejor, que en años anteriores.

Su mirada de preocupación me recorre, y es algo que no puedo evitar agradecer, pues a pesar de todo lo sucedido, aún le importo, tanto… como a mí, ella.

Contesto, sin poder evitar percatarme en el timbre de su voz, quien me transporta a mejores días, y que por reflejo, agradezco.

Indico, señalando aquellas zonas que aún se encontraban protegidas por las vendas, y que con el paso de los días eran más y más molestas.

Lo gracioso, era que a pesar de todo, no había podido desembarazarme de su mano, y no lo haría a menos que ella lo impidiese… era uno de esos males, que uno siempre disfrutaba, y que en aquellos días era más un peligro que cualquier otra cosa.

Lleve mi otra mano sobre la suya, y di un par de palmaditas. Era un gesto que solía hacer inconscientemente, siempre que nuestras manos se entrelazaban.

Mis ojos le buscaron, y un poco de rubor se dibujó en mis mejillas.

Me excuse y me apresure a decir.

Admití, faltando a mis pensamientos, y retirando el contacto con su mano, pues lo último que quería era incomodarle y que se marchase.

-Nos cuesta a ambos...-

Completo.

Mi mano en las suyas, luego apretada, luego suelta, luego fuera de juego, como un baile de esos que nunca aprendes a bailar pero que sabes que forman parte del estupido protocolo al que debes aprender a enfrentar. Estamos de nuevo en ese silencio horrible mientras que el observa un punto indefinido quizá por que ya ha notado tambien lo incomodo que nos resulta estar así, tan juntos, tan lejos, tan nuestros y a la vez, tan extraños.  Estoy ahí sentada con mis manos en mis piernas y las suyas ahora alejadas de las mías, por que no he sido capaz de volver a sostenerle las palmas cuando las ha separado de mi.Bajo la mirada y a mi cabeza vienen los viejos reclamos, los viejos ayeres, las noches en vela, el llanto en los brazos de Ane y el sentimiento de vacío  y dolor insoportables que no podían convertirse en rencor por que la cabeza, o maldita cabeza humana, se niega a odiar.

-Anastasia Lodge...te envió saludos-

Acoplo.

Así podría irsenos la existencia sin hablar, por que no podemos decir nada sin tener miedo a herirnos más de lo que ya nos hemos lastimado, basicamente por que ninguno parece querer ceder a todo lo que sufrimos.

-No...No podemos estar juntos, respirando el mismo aire sin llenarnos Demian...estar asi quizá no resulte tan grato como debería, y mucho menos, saludable en tu estado-


Sollozo al final, no puedo estar aquí y fingir que todo esta bien, que no nos va a pasar nada, que vamos a poder seguir adelante como si no hubiera sucedido lo que sucedió y nosotros solo fuéramos dos buenos amigos que la vida ha decidido poner el tablero a jugar sin limite definido.

-¿Por que teníamos que terminar así después de todo lo que pasamos juntos?-


Si voy a quedarme necesito hacerlo en la mejor de las disposiciones y no es exactamente la que tengo ahora mismo.Lo miro, se que duele, inclusive más que las heridas, pero no es una situación egoísta, pro que es mucho peor mentirnos. Lo pienso mejor y quizá no es algo que el debiera saber precisamente hoy.

Admito con pesar. Pues todo lo acontecido en los últimos años, parecía desvanecerse más rápido que nuestros pensamientos, y todo. Por mis inseguridades y preocupaciones, por los secretos que habían acabado por apartarnos, hasta el punto de no saber si fiar en la persona que había jurado estar para uno siempre. Era un cretino, y lo sabía. Lo de los invernaderos solo había sido una excusa barata, por mi falta de carácter.

Pero a estas alturas, ya era demasiado para dar vuelta atrás a la página.

No la merecía, y aunque doliera admitirlo, era demasiado para mí. Merecía algo mejor.

El nombre de mi ex, me coge por sorpresa, y no evito alzar una ceja. Sin comprender exactamente el porqué de aquello.

Pregunto, con algo de sorpresa y escepticismo en la voz. Pues aunque por alguna razón yo aún podía guardar algo de civilidad con la morena, en lo que a ellas dos respectaba, eran el agua y el aceite, y ni en mis más oscuros sueños, les había visto juntas. Con todo, y el asombroso cambio de la peli-negra de esos últimos meses.

Así, que no entendía a ciencia cierta a que venía aquel comentario.

Contesto, cual autómata. Pues cualquier razón que pudiese darle a la oji-gris, terminaría con el sacrificio que aún hacía por protegerle, tanto a ella, como a lo que había sido el fruto de nuestro amor. Eso, nada lo cambiaba… y prefería recordar esa luz en sus ojos, que atisbar lo que sucedería si Aimeé, se enterase de todo…

No podía hacerlo, y esto, era lo mejor… para todos.

Tonterías, todo era por mi culpa, y las noches no bastarían para perdonarme lo que le causaba. Pues cuan hipócrita había sido para jurarle que le protegería, y ahora todo terminaba en esto…

Cuando tu boca es más rápida que tus pensamientos, es un problema. Y cuando además es con tu ex con la que estás hablando, las excusas nunca son suficientes para enmendar lo que uno hace. Pues por más que uno finja, siempre era como clavar un puñal directamente al corazón, aquel era mi sentir, cuando escuche nuevamente ese sollozo, que por un instante paro y estrujo mi corazón. Deseaba abrazarla, decirle que todo estaría bien, y que aquello pasaría más rápido, que lo que tardase en acabarse su helado favorito, aquello era lo que más deseaba… pero, que no podía hacer. Dolía a matar…

Y la proximidad, era algo realmente peligroso.

Pero de sus labios, algo salió que no pude captar a primera instancia. Hablaba de An y de no se que tontería.  Por lo que no pudo ver mi cara de extrañeza, cuando reconocí lo que creía el significado de aquello.

Me apresure a decir. Utilizando sin querer, el diminutivo que debido a los años de relación, me había acostumbrado a usar con la peli-negra. Y que me era muy difícil evitar. El error estaba cometido, pero ni al caso con lo que la oji-gris comentaba. Estaba perdiendo el hilo de todo aquello nuevamente, y estaba seguro que la medicación, nada tenía que ver.

Su mirada regresa a mí, y se clava. Junto con los reclamos de lo que había sido para ella. Y que sin expresarlo, ella sabía lo que era para mí. No pedía que lo entendiese, hasta para mí aún era difícil asimilar todo aquello y que esta era la única salida si quería protegerle tanto a ella, como a nuestra hija.

Pero no por eso, aquella verdad era más llevadera.

Intenté bajar la mirada, romper ese enlace que siempre se formaba entre nuestras miradas, pero no podía hacerle aquello. Dolía más que cualquier herida. Me había hecho tanta la necesidad de ella, que el mero hecho de no respirar su mismo aire, me carcomía, me mataba poco a poco. Era solo una parodia del hombre que en algún momento había sido.

Y sus reclamos, aquellos que en algún momento debían ir cobrando sentido, más se iban distanciando de la verdad. Pues no entendía hasta que punto ella podía haber tergiversado la verdad, o los rumores habían acabado por llegar a sus oídos.

Aquello disparaba cada una de mis alertas, pues solo 2 personas sabían a lo que me dedicaba al caer la noche, y eran Brownie y Madison. La primera se cortaría un brazo antes de hablar, y al segunda… era material radioactivo, pues por más precauciones que me tomase con ella, nunca sabía cómo iba a reaccionar, así, que no entendía el porqué de sus comentarios.

Confuso, elevo la mano en señal para que detenga su soliloquio, y detengo mi dedo sobre la superficie de su labio.

Y es aquel comentario, de acostarme con mis ex, el que casi me deja sin aliento. Y hace que retire el contacto de su piel.

“Sabe lo de An, o lo de Harley y Madison…” intento que aquello no me inmute, pues eran otras circunstancias las que habían llevado aquello. Y que aunque me duela saberlo, aquello seguramente era lo que necesitase para mantenerla lo suficientemente segura, lejos de mí.

Me muerdo el labio, en gesto de no saber que responder, y pego un largo suspiro. Al menos, aquello que sabía, no era peor, a saber a qué me dedicaba.

Conforme habla intento contener el llanto pero parece que se ha empeñado en lastimarme de una manera tal que no se como puedo estar aun consciente cuando lo escucho proteger a sus barbaries. Debe ser quizá por que lo sigo amando de una forma que seguramente no es sana para nadie. No si te hace daño. Se atreve a negarme que ha tenido que ver con Ane, se atreve a asegurarme que no comprendo de lo que hablo, aun si no lo dice de forma tácita, lo hace cuando me cuestiona, aún se atreve a pensarme una tonta, inocente que no sé absolutamente nada de lo que esta metido. Levanta la mano, me cubre los labios con su dedo como cuando evocas a un niño para que calle unos momentos por que hablar no va dentro de lo correcto. Mi corazón late al sentir su roce y mi razón lo odia por aprovechar mi debilidad, que tiene su nombre y apellido.

No puede apartarme la mirada y eso solo me dice que no siente remordimiento alguno por el daño que me hizo. No tiene la más mínima idea del por que sus actuaciones acaban con mi paz interior, el definitivamente no sabe por que no puedo asimilar lo que el considera correcto. Me extraña que no pueda, considerando que siempre intento ser tan comprensivo, el, mi chico, el que siempre miro con los ojos del amor a mi ser, para poder entender todo lo que nos amenazara con quebrarnos, el, el que jamás dio indicios de querer olvidarme, hasta que lo descubrí todo.

Nunca me considero como las demás, yo soy su mirada, su luz y todo lo que el necesita con solo sonreir y entonces, ¿Entonces por que me quiebra con todo lo anterior? por que si sabe que me lastima se atreve a abrir la boca con semejante sorpresa y fingir que no puede entender el por que me molesta tanto. El por que me siento tan vacía.

Aleja su mano de mi boca, me despoja de su tacto como si algo en todo lo que dije le causara más terror que nada. Ahora solo espero que no se atreva a decir que miento, ¡Por Merlín! que no lo haga. Y entre todo ahora comprendo que siempre necesite esas imágenes paternas que aconsejaran mi camino puesto que, seguramente una madre sabría aconsejarme, mientras que la abuela tiene como oficio tener galletas y un tibio abrazo para cuando no pueda seguir adelante.

Suspira, se muerde el labio. Mis ojos están llorando por que no puedo parar los sentimientos y solo lucho por no sollozar. Y entonces como si todo se viniera abajo termina por hablar de una manera que parece no importarle nada de lo que yo siento, entonces se me escapa el sollozo fuerte que cubro con mi mano, como aquel día en el invernadero, y hubiera seguido trabada hasta el momento en el que me hace una petición. ¿Una petición? después de todo por lo que estamos pasando me puede pedir algo y lo que es peor, es que yo no podría negarselo y...Un momento...¿Nuestra hija?.

-¿Hija?....¿Nuestra?....¿Yo...embarazada?-

Mis ojos se abren, húmedos pero llenos de sorpresa.

-¿Una hija?...-

Mi mano se retira temblorosa de mi boca y me levanto con cuidado mirándolo . Estoy temblando.

-Demian...¿De que hablas?..No estoy embarazada, nunca lo he estado..¿de donde sacaste eso?...por favor no me hagas este tipo de bromas-

¿Una hija?, y la sola idea me parece ta escalofriante por que aún si fuera cierto, me estaría dejando sola, pidiéndome egoístamente verla ¿Que clase de persona es la que tengo enfrente?....¡No! ¿Por que tiene que hacer todo este caos en mi?..

-¿Como iba a embarazarme o a siquiera pensar en hacerlo cuando tu estabas suplicándome que aceptara a tus otras parejas y tus relaciones abiertas..cuando...cuando me pedías que aceptara vivir contigo y con ellas? cuando...cuando tu estabas viéndote con otras enfrente mio, enfrente de nuestros amigos...en nuestras citas...en...nuestra ´primera ida a disney que había guardado con tanta ilusión... cuando...cuando tu querías estar con esa pelirroja del juego de Indiana Jones..¡UNA HIJA!....una hija para tener que criarla sola...para...para que seguramente tuviera una vida como la mía...lejos de ti...y...con una madre que no iba a poderle explicar jamás por que si amaba a su padre no estaba con el....convertida en ...una persona tan...terriblemente frustrada y alejada de ti...por buscar egoístamente el bien que con esos comportamientos no iba a tener jamás-

Lloro,estoy delirando,  lo observo con más dolor que recriminación,¿Que demonios piensa que merezco?.

-Sería mi muerte... y mi bendición...saber que estoy esperando a una hija tuya...pero lejos de ti..sola...y con la confesión que acabas de hacerme tan terriblemente egoísta....tan...terriblemente sincera...donde al final no podría creerte que ella te importa si no te he importado yo más que las otras...¡Demian! de haber estado embarazada....al enterarme que estabas con otras...Demian...te habría ...¡Merlín! ..te habría matado-

Niego suavemente mirándole y levantándome de la cama.

-Una hija....¡Por Merlín Demian!...a estas alturas ya me habría vuelto loca embarazada y sola...sola-

Sola como dejo a Ana, por mi. Y le doy la espalda un momento para que no me vea llorar por que ya es terriblemente vergonzoso tener  que verme ahí explicando esto. ¡Cuanta razón tenía! y yo que aún dude en algún momento de ella.

Todo el color, lo que sea que daba sentido a la cordura que me demandaba, fue resquebrajándose con cada uno de los incurrimientos de la rubia. “No estaba embarazada” pensaba, en estado de shock, mientras le observaba seguir moviendo su boca, articulando palabras que dejaban ya de tener sentido para él. Pues cada una de sus acciones, había sido respaldada por aquel anhelo de una familia, una que le estaba siendo arrebatada de tajo a él, que su único pecado había sido querer demasiado a alguien, y que ahora el destino le pagaba así. Con un espejismo…

La joven, aún con la mirada nublada por las lágrimas, me demandaba. Intentando sin decirlo directamente, que el rubio se explicase. Pero que de ser posible, este se hubiese desmayado de la impresión, pues su estado de salud, no era el mejor de todo.

Había perdido su fortaleza, aquella que albergaba en el silencio, y que le permitía seguir adelante en aquellos meses. Pues a pesar de la angustia del de desconocer el paraderos de sus padres y su tío, un falso consuelo se le dibujaba al ya comenzar la suya.

Y como si de una película se tratase, cada uno de los comentarios de la oji-gris, fue cobrando sentido, toda la ambigüedad, de sus expresiones… que le habían hecho ilusionar. Lo cual le presentaba una gran duda. ¿Había jugado con él?, o ¿Solo había estado tan distraído para no notarlo?...

Eran palabras frías, y hasta en cierto sentido crueles. Pero dadas las circunstancias se sentía traicionado, y laceraba… por que la dueña de sus lunas, había sido la artífice de aquella herida de muerte.

Frustrado, cansado. Todo aquello expresado en una serie de exabruptos, y que seguramente no tardaría en llamar la atención de las enfermeras. Pero que a estas alturas poco me importaba, pues habían jugado conmigo, y de la manera más vil…

Negaba levemente con la cabeza. Pues aún era incapaz de pensar que ella había sido capaz de todo esto. De jugar, con lo que más deseaba…

Musite, con ese nudo en la garganta. Pues solo la frustración, y el dolor eran mis compañeras…

Poco a poco, fui retirando la mirada de la joven, pues ya no encontraba disfrute alguno en su presencia, la cual se había tornado en gris…

Era un idiota, el más grande a los ojos de muchos. Pero esto me tenía ya rebasado, y nada me importaba. Comenzaba a sentirme cansado por todo esto. Y con el rabillo, había logrado atisbar a un par de enfermeras quienes, preocupadas por lo que pudiera suceder, ya se habían asomado un par de veces para ver como estábamos.

Era cruel, pero no podía soportar por más tiempo todo aquello. Y su mera presencia, comenzaba a incordiarme, a un punto… que me hacía sentir más vulnerable que a cualquier cosa…

No le dirigiría la vista, cuando se marchase… dejaría no más, se desvanezca por donde apareció…

-¿Elegí que?...¿Que dices, que clase de ser eres? ...¡C...Como iba a elegir el nombre de la mesera con la que tu te acostabas!-

Grito en un exabrupto descontrolado, volviéndome a el de la misma forma, casi histérica. Es un imbecil, no tiene ni dos neuronas de cerebro. EL no me escucha.Habla, habla descontrolado y me entero de mucho más de lo que quisiera saber mientras lo observo hecha garras, tanto como podría decir que esta el, si no supiera que además de guapo, es un excelente actor y mentiroso.

Basta! Basta de humillarme y de sentirme la porquería que pisan sus zapatos! Ni siquiera las mujeres más sacrificadas soportarían tanto. Y ahora resulta que quiere manipular sus errores para hacerme creer que todo este tiempo estuve confundida y que el pensó que estaba embarazada. Vallase a creer semejante estupidez. No puedo reaccionar cuando la primera enfermera se asoma, tampoco cuando se asoma la segunda y sigo sin reaccionar cuando me pide que me valla y mis ojos siguen emanando lágrimas. No me quiere, jamás me quiso, tal cual lo dijo la señorita perfección de Anastasia.Estoy en shock solo de ver la sarta de cosas que me ha dicho.No me importa lo que se que haya hecho con su vida, el solo hecho de ver como me ha vuelto la mía con ello, es suficiente.Mi primo entra de repente tras las enfermeras que seguramente me han pedido que me retire pero no las he escuchado. Ana tenía razón, tenía tanta razón!. Y lo detesto, tanto como lo amo lo podría odiar, más sin embargo entre poder y querer existe un gran trecho. Pensar en todo lo que ha pasado, en lo que me ha causado y como se safa de todo es lo peor. El, mi primo, me toma del brazo y menciona que debemos irnos ya. Me zafo de su agarre casi de inmediato. Quisiera golpear al muchacho rubio de la camilla, quisiera matarlo y revivirlo para hacerle ver lo mal que esta. Y solo se una cosa, si realmente estuviera embarazada, todo lo que sucedió sería una pena, por que mi hijo hija habría crecido sin un padre.

Es un egoísta, un loco, un insensible idiota!. Pero evidentemente mis palabras resultarán vanales para sus oídos sordos. Mi primo me suplica irnos, me recuerda sobre mi estado de salud, sobre mi psique y esas tonterías que ahora son lo menos importante.

-Pasarán días, miles quizás...pero aunque muera en el proceso te lo juro... el sol va a volver a brillar sin ti-

Me quiebro,pero no sollozo, por que ahora mismo las diferencias no tienen cabida.No me interesa que me mire, que me maldiga o piense mil cosas. Ya lo permití una vez, no sucederá dos. ¿Quiere que lo olvide por completo? Que así sea, por que el lo ha pedido.

-Por más dificil que te resulte creerlo...yo te perdono, buscaré perdonarme a mi misma y ojalá tu, te puedas perdonar-

No espero su respuesta, y salgo  rápida, seguida por mi primo. ¿Volver a verlo? no es una opción. Afortunadamente aún esta en juego el volver a casa unos días con los abuelos. Seguramente el abuelo podrá hablar con la dirección de la escuela, buscarme un tiempo libre para recomponerme, regresar, terminar el año y cambiarme de escuela. Estar juntos no es sano y aún si no se quedara, estar en ese lugar al que vine para estar con el, tampoco.

Y así sera. Así que la siguiente parada, es la universidad y la próxima, quizá un desfile de modas con la abuela como organizadora.