Madrugada tormentosa

Quizá fue por la tristeza de tener a su hermano enojado o porque las lágrimas habían mellado un poco su concentración, el hecho es que se aparecieron no afuera de la fraternidad si no en el observatorio de la misma. Chee conocía la parte exterior de la fraternidad de las Epsilon y la conocía por dentro también, pero al observatorio nunca había ido. Se quedó un poco ensimismado mirando alrededor, quizá por algún hechizo era que el cielo parecía menos contaminado desde las ventanas de ese lugar.
 
Seguía tomado de su mano y su rostro serio ya no lo estaba tanto por la curiosidad que le causaba el lugar, la soltó y se fue hacia una de las ventanas para ver hacia afuera desde allí, si era un hechizo era uno que quería aprender, efectivamente así era y desde ese lugar era mucho más fácil ver el cielo nocturno, de alguna forma la magia efectuada allí quitaba todos los factores que lo ocultaban y era como verlo desde la reserva en la que vivía.
 
Si ella los había llevado allí a propósito no lo sabía, pero estaba feliz de haber acabado en ese lugar. Era un sitio amplio y por eso tuvo que acercarse algunos pasos en dirección a Laise para hablar sin alzar mucho la voz.
 
-¿Nos trajiste para acá apropósito?-con una mano le limpió un poco las lágrimas que aún estaban sobre su mejilla, no le gustaba verla llorar y esas cosas siempre lo conmovían al menos un poco. Intentó asomar una sonrisa pero apenas pudo curvar un poco sus labios en un gesto que no era tan parecido a la sonrisa que quiso dirigirle.-
 
Pasó una mano para la parte de atrás de su cabeza y acarició un poco su cabello, había tomado en serio las palabras de Bettina y las de Amelia pero cómo era posible que ella fuese tan mala como decían, sólo hacía falta verla para desterrar esas dudas que habían plantado en él. El problema era que apenas las desterraba aparecían de nuevo, quería saber qué había pasado, saber exactamente qué había sido eso pero ni siquiera sabía a dónde se habían ido Zlatan y las chicas como para averiguarlo.
 
Necesitaba algún tipo de respuesta pero no sabía a qué pregunta, no podía preguntarle si es que era una perra como había dicho Bettina porque quizá en eso no radicase el problema, prefirió dejar esas dudas en su cabeza mientras dejaba nuevamente sus manos en sus bolsillos en lo que buscaba un cigarrillo. Seguía con la firme idea de que nada más iba a pasar entre ellos y un cigarrillo ayudaría a calmar sus ideas para que sus acciones no saboteasen su resolución.

Al poner un pie sobre el asfalto del observatorio, Laise solo se limitó a quedarse ahí como si se tratase de una estatua, sentía una vacuedad que pocas veces había sentido, un revoltijo en su estómago que trataba de calmar mediante tragos de saliva que poco a poco eran menos efectivos. La mano de Thomas se soltó de la suya y solo vió caminar hacia enfrente, poniendo su vista en uno de las ventanas que daban al resto de la universidad y que daban una imagen perfecta del cielo estrellado justo arriba de sus cabezas. Laise tenía ese presentimiento de que todo terminaria ahí sin ni siquiera haber comenzado.

Thomas habia suavizado su tono de voz y ahora se notaba un poco mas calmado pero todavia con decepcion y duda en su voz. Laise se abriria con el, se sacaria el corazon de ser necesario con tal de ya no mentirle, quiza por primera vez en su vida, la alemana no estaba siendo egoista, le diria todo a Thomas, no para que permaneciera a su lado, si no por  que ya era necesario desprenderse de esa imagen de mujer perfecta que le daba a todos.  Sintio un escalofrio al sentir el tacto de Thomas limpiando las lagrimas que habia derramado y prefierio contestar.

-sí y no. Puedes irte si gustas, Thomas pero despues de que hayas escuchado todo lo que tengo que decirte -  Se acercó lentamente hacia el y lo tomo de las manos. Lo miró a los ojos y su rostro cambió por completo, estaba claramente sereno pero habia demasiado dolor en el, por alguna razon sentia que ya habia llorado lo suficiente y ahora tenia que fajarse para hacer lo que estaba a punto de.


-No debes seguir conmigo, Thomas. Disto mucho de ser lo que me empeñado por parecer, soy una persona que no mide sus palabras, que no le importa dañar a alguien para conseguir lo que quiere. Lucian es mi hermano, mi todo y lo que le hice no tiene perdón, eso me hace un ser despreciable, un monstruo que por mas que ha intentado siempre recae a lo mismo…-  todo el peso que llevaba en sus hombros se habia evaporado. Se le llenaron los ojos de lágrimas por que ya sabia que en efecto Thomas estaba mucho mas cerca de tomarle la palabra que lo que deberia.  Se alejó de él y se sentó en el suelo recargando su espalda en la pared y juntando las piernas, se quitó la tiara del disfraz, la cuerda que llevaba en la cintura y el cinturón. Hundió la cabeza entre sus piernas y solo esperó a que el se fuera, ya habia dicho suficiente. Ella se quedaría ahí para tomarse el tiempo de recuperar un poco de aire y compostura e ir a su dormitorio a lamentarse toda su vida por lo que habia hecho.

Seguía con todo el asunto en la cabeza cuando lo tomó por las manos, no hizo ademán de quitarse y se quedó escuchando lo que le decía, asintió porque no planeaba dejarla simplemente ahí si ella quería hablar. No hubo más lágrimas corriendo por sus mejillas, el semblante de ella había cambiado como si hubiese encontrado paz de un momento a otro, no sabía de dónde llegaba eso pero esperaba que no se tratase de una mentira.
 
Sus palabras esta vez las sintió como si cayesen a cuentagotas, la miraba fijamente como queriendo descubrir alguna cosa en el rostro de ella, algo que le dijese si debía creer lo que decía o si lo dicho por las otras chicas era en lo que debía basar su resolución. La vio hasta que lo soltó, con los ojos llenos de lágrimas de nuevo y en el camino hasta la pared opuesta, su cigarrillo ya se había consumido y simplemente lo tiró al suelo mientras la veía sentarse y enterrar el rostro entre las rodillas.
 
Se le quedó mirando unos segundos, tenía que irse ya mismo haciendo caso a sus propias palabras o caer de nuevo en ello, en la incertidumbre de no saber si la persona con la que salía era tan mala como decían. Jamás había salido con alguien a quien no considerase una buena persona, no se juntaba con un grupo de santurrones pero había una diferencia muy grande entre ser un cabrón y disfrutar el hacerle daño a la gente. Era distinto, unos se llevaban por su naturaleza y otros por la idea lógica de simplemente joder, no sabía en dónde cabía Laise.
 
Caminó hacia la puerta para irse, no podía permanecer con ella más tiempo porque sentía que finalmente le iba a resultar tóxico. Bastaron dos pasos para que volviese a pensar las cosas y decidiese ir hacia donde estaba ella, ya había encendido otro cigarrillo y lo llevaba en la boca, se lo sacó cuando se acuclilló a su lado.
 
No estaba seguro de sus palabras pero tampoco iba a dejarla así, ¿y si era sincera? ¿y si quería cambiar? Se repetía cosas de ese tipo sabiendo que la respuesta no sería alentadora, pero no pudo evitar el levantarle el rostro con un par de dedos para mirarla e intentar entender antes de decidir, porque cuando lo hiciese sería definitivo.
 

-¿Y qué vas a hacer al respecto?-necesitaba saber si al menos lo intentaría, ni siquiera estaba seguro de por qué lo preguntaba, debería estar ya fuera caminando hacia su habitación o buscando a Odille, algo dentro de él se lo repetía pero no hacía caso.-

Era bueno escuchando pero no lo era tanto intentando descubrir los significados reales de ciertas cosas, por ejemplo Laise estaba frente a él diciéndole que era una buena chica pero que hacía cosas malas y para el navajo eso no tenía ningún sentido. Las personas buenas hacen cosas buenas y las malas hacen cosas malas, punto, para Chee eso no tenía un trasfondo científico que complicase el simple proceso del proceder humano.
 
Esas complicaciones le parecían tan fuera de lugar como beber un galón de agua cuando se lleva dos días sin comer o como matar un carnero cuando se es vegano. Escuchó de todos modos, no desganado o por sentirse obligado, al menos el que la hiciese ser una mejor persona lo hizo sentir bien pero continuaba sin comprender por qué no usaba por sí misma o para sí misma esa capacidad de ser una buena persona.
 
Para los navajo la belleza es una de las cosas más importantes y no sólo se trataba de belleza física, si no también belleza espiritual que era guiada por una entidad mayor pero que necesitaba de la voluntad humana para sobrevivir en un mundo tan corrupto. Era tan simple como eso, tan simple como dejar que la naturaleza dejase fluir la energía, tan simple como despertar.
 
-No puedes ser una buena persona con algunos y una mala persona con otros. La gente no puede tener más de una identidad así como no puede tener más de un corazón.-continuaba parado frente a ella pero acabó por ceder ante lo que fue su primer impulso, aún fumando le ofreció un cigarrillo y se colocó a su lado.
 
Guardaba su distancia, no estaba aún seguro de lo que pensaba o si quería seguir saliendo con ella, había un palmo de distancia entre su cuerpo y el de Laise, por el momento prefería mantenerlo así. Miró también por la ventana porque a pesar de estar en medio de esa conversación seguía fascinado por la vista desde ese lugar.
 
-Hay una canción navajo que habla de eso. El hombre en esta era ha encontrado muchas maneras de crear belleza. Con estas cosas bellas ahora debemos tener mentes bellas. Con mentes bellas tendremos corazones bellos. Con corazones bellos hablaremos con belleza.-era un extracto de la canción pero describía bastante bien la ideología de su pueblo, era el precepto bajo el que él y su hermana vivían, por eso jamás había creído esas mentiras que decían respecto a Juli, no podía hacer cosas malas porque era una buena persona, así de simple.-

Deseaba con todas sus fuerzas que el tiempo se detuviera ahí, con Thomas y ella en el observatorio, el uno junto a otro, sin perderse de vista, sin tomar en consideración toda la sarta de estupideces que Laise cometía desde que el semestre había empezado. Se moría de ganas de ir corriendo a los brazos de Thomas y fundirse en un eterno abrazo que solamente podría terminar con el fin de los tiempos, pero no, sabía que el navajo lo podía malinterpretar, tomarse las cosas a pecho y resultar mucho peor, así que se abstuvo de cometer de nuevo otra tontería. Le asombraba su capacidad de comprensión, él era un hombre de negros o blancos, donde claramente un gris no tenía cabida o bien esa la impresión que le daba a la alemana.

Había demostrado de tantas formas que no era una buena persona, que durante mucho tiempo se lo había creido, y por ende había actuado acorde. Todo finalizó con Thomas y su manera tan transparente de ser, le había enseñado a dejarse llevar, a disfrutar de la vida sin complicaciones y por esos pequeños momentos había sido infinitamente feliz. Aceptó el cigarrillo y se lo llevó a la boca, dándole una fuerte calada que la hizo toser, luego volvió a darle otra calada, esta vez la había disfrutado enserio, sacando un poco de la presión que llevaba sobre sus hombros. Ojalá y la filosofía de los navajos pudiera hacer que Laise se sintiera menos mal por haber hecho lo que hizo, ansiaba que el consciencia humana fuese tan simple, muchos problemas serían evitados de ser así.

-Yo fui así contigo, Thomas. No lo merecías, sin embargo no me importó en el instante que lo que te haya dicho te lastimara. Fue lo que siento por ti, todo esto…- se llevó las manos al pecho, señalando su corazón en especifico. -lo que me hizo tragarme el orgullo y pedirte disculpas, fue por que, así es, Thomas, por que te quiero más de lo que llegué a creer- le miró fijamente a los ojos, sin temor a que este pudiera escrudriñar a placer sus adentros.

Quizá era demasiado pronto para que Laise hiciera una declaración así, podría incluso decirse que era precipitado y que realmente era imposible que ella sintiera todo aquello con apenas un par de salidas y poco tiempo de conocerse, pero así lo sentía y simplemente no lo podía evitar, era en extremo genuina la intensidad y la seriedad con la que hablaba. Volvió a fumar y colocó su mirada hacia al frente, se concebía un poco más tranquila ya que se había desahogado con Thomas.

-Llámame ingenua o tonta si quieres, pero es verdad. No podría explicarte con exactitud lo maravilloso que es hacerte en mi mundo, a pesar de que he luchado como no tienes idea contra mis prejuicios y las imposiciones de la sociedad. Despertarse algo que siempre creí que no existía…- De ninguna manera quería conmover al navajo con sus palabras, no era para vanagloriar y ensalsar lo bueno que era, si no por que pensó que era un buen momento para sincerarse y hablarle claro.

La miró algo preocupado cuando tosió pero como duró poco no llegó ni a darle un par de palmadas en la espalda, continuó fumando mientras debatía las palabras de ella y la idea que tenía en la cabeza. Las palabras de Amelia, el consejo de Bettina, la mirada de advertencia de Lucian…todo le decía que se aleje de ella y casi estaba seguro de que Odille pensaba lo mismo, él mismo había estado entre esas.
 
Se preguntó si su gusto no se basaba solamente en que fuese guapa, en cómo follaba o en esas cosas que eran superficiales. Decidió que no era así, había decidido salir con ella y no sólo follársela porque le gustaba cómo era, pero finalmente lo que sabía era cómo era con él, la primera vez que habían estado con otras personas en una reunión medianamente grande habían acabado mal, estaban ya en ese momento en el que al menos el navajo dudaba de la impresión que tenía de ella.
 
La miró a los ojos cuando ella hizo lo mismo y se quedó escuchando, nuevamente su cigarrillo se acabó antes de que le diese otra buena calada y lo tuvo que tirar al suelo para pisarlo y luego desaparecerlo con un movimiento de varita.
 
Fuese a propósito o no se conmovía por las cosas que le decía, no dejaba de pensar que en realidad todas las cosa jugaban en contra de Laise y que quizá sólo era todo un mal vicio que la aquejaba, un mal vicio que ahora la dejaba en ese estado frente a los otros y que le había enseñado a lastimar en vez de simplemente hablar o intentar arreglar las cosas. Había comenzado a justificarla basado en cosas que no sabía pero no lo había notado, se negaba a notarlo.
 
No sabía cómo responder a una declaración así y sin saberlo ella había ganado terreno dentro de su cabeza aunque una parte de su cerebro le dijese que eran meras exageraciones sin mayor valor, pensaba que no saldría con ella pero sus palabras comenzaban a hacerlo dudar pese a ese maldito carácter que lo hacía incapaz de cambiar sus ideas la mayoría de las veces. Podía estar dejándose llevar por todo eso pero acabasen como acabasen las cosas había algo que no iba a pasar por alto.
 
-Eso de luchar está bien Laise y también te he tomado mucha estima, tanto que me estoy cuestionando lo que me han dicho todos, hasta de algún modo tu hermano.-sacó otro cigarrillo y lo encendió de inmediato antes de continuar.-Pero si hay algo que tiene que quedar claro si salimos es que mi relación con Odille es algo intocable, hoy te descargaste con Amelia y Bettina…son mis amigas y todo pero si lo hubieses hecho con Odille no te estaría hablando, así de simple.
 
Dicho eso las cosas estarían más claras, sabía que pedía que aceptase una relación que de alguna forma no estaba cerrada y no era una prueba, lo veía como un modo de cuidar a Odille porque aunque ya estuviese creyendo en sus palabras no podía dejar de tener esa sensación de que Laise era capaz de cualquier cosa.
 

-No creo que seas tan mala como dicen, pero no dejo de pensar que por algo lo dicen.

La afirmación de Thomas, de que su relación con Odille era ”intocable”, atravesó a la alemana justo en el pecho como si se tratase de una lanza con una punta muy afilada, que había perforado el centro de su corazón. Se sintió mal por todas las implicaciones sentimentales que devenían de ahí, no era necesario que él le explicara con lujo de detalle el porque de su decir, Laise ya se había dado una idea de todo aquello.

Quizá inclusive, hasta Thomas pudiera todavía querer a Odille de una forma en la que jamás llegaría a quererla a ella, por eso era tan aprensivo con su “relación”, ese hecho la entristeció mucho más pero no hizo ningún comentario al respecto.

A lo que sí respondió fue a lo segundo que mencionó, en efecto la gente no hablaba solo por hablar, muy a su pesar. Laise podía ser un absoluto encanto si se lo proponía pero también podía ser una completa hija de puta si así lo requería, solo debían darle la motivación adecuada para ello y no pararía hasta haber logrado su cometido, aunque después se estuviera arrepintiendo sus acciones.

Todo apuntaba a que cualquier cosa que se estuviera dando entre Laise y Thomas, terminaría esa noche, ella quería dar por finalizado todo, por el bien del navajo, por que efectivamente ella reconocía los alcances tan destructivos que podía tener pero una parte dentro de sí no quería alejarlo, quería que se quedara con ella por siempre y para siempre.

-Y haces bien en no dejar de hacerlo, no soy de fiar Thomas y no lo seré jamás…-

Le miraba como quien buscaba un abrazo, quería besarlo, abrazarlo y estar con él, pero justo en ese momento había terminado de decidir que lo mejor era que no se viesen, al menos por un rato, así le daría el espacio a Laise de arreglar su mente y decidir que hacer con su vida ahora.

-¿Por qué no simplemente terminamos con esto? - Se armaba de mucho valor para poder decirle las palabras que su mente quería dejar fluir -Ayudame a lograrlo, Thomas, ayudame a poder sacarme toda esta porquería que llevo a cuestas…- No pudo más y rompió a llorar, esta vez su llanto era desesperado, cargado de dolor y de frustración, se acercó a èl para adentrarse a su pecho y dejarse abrazar por él. Se sentía muy pequeñita, indefensa y muy asustada por todo aquello.

No buscaba hacerla sentir mal o despreciar aquello que intentaban establecer entre ellos, pero entre las mujeres intocables que había en su vida estaban su madre, Julisa y Odille. No iba a decirle que era la única y que llegaba a apreciarla por encima de su madre o sobre otra persona de su familia pero clasificaba como importante por toda la historia que los precedía. Llegase a enamorarse perdidamente de Laise o no, lo de Odille era algo muy aparte.
 
No tocaría más el tema porque con eso ya dicho no cabía más de ello, tampoco buscaba crearle a la presidenta de las Epsilon una rencilla con su ex novia y había otros temas a tratar. Estaba de acuerdo con lo que le decía pero esa última gota de comportamiento natural en él se fue cuando la vio derramar aquellas lágrimas.
 
Regularmente Chee era un tipo resuelto que entendía poco de matices, que dejaba las cosas tóxicas a un lado porque no pensaba que valiese la pena tenerlas en su vida. Ya varias personas le habían dicho eso de Laise pero ella parecía sincera con él, le parecía que era una víctima de todo aquello o que algo le había pasado para acabar siendo así. No tomaba en cuenta que podía ser una decisión de ella, que podía ser una muy buena actuación o que nunca había querido algo así para él.
 
Tomó su rostro y limpió las lágrimas con la palma de su mano antes de acercarla para besarla, no fue como lo hizo aquellas veces que habían salido, fue un beso suave y cariñoso que no necesitaba ser intenso, así estaba bien. Acarició su cabello con una mano y pasaba la otra sobre su espalda para consolarla, la miraba por momentos y cuando no la besaba o le preguntaba si estaba bien, era incapaz de procesar el que llorase y lo único que quería era hacerla sentir bien.
 
Los comentarios que le habían dicho quedaron atrás, la abrazó de nuevo y colocó su rostro entre el cabello de ella mientras intentaba consolarla lo mejor que podía. Su idea inicial había cambiado casi por completo, seguía desconfiando un poco de qué tan buena persona era en realidad pero le creía cuando le hablaba, escuchaba y entendía eso, pensaba que estaba arrepentida de todo ese veneno lanzado y que no quería hacer nada peor, que lo quería y que eso podía ayudarla a ser mejor persona. Quizá juntos pudiesen lograrlo, y no era un favor.
 

-Tranquila, vamos a intentar que funcione. ¿Está bien? Pero necesito que trates, si no puedes dímelo y lo voy a entender, pero no me mientas. No me digas que está todo bien con Bettina, Odille o quién sea para que luego tengan un problema. ¿De acuerdo?-le dio otro beso pero este duró algunos segundos, le medio sonrió y acarició nuevamente su cabello mientras continuaba acercándola.-Sabes que me gustas y que quiero salir contigo, ¿verdad?

¿Pues ella qué iba a saber? Hacía mucho tiempo que las visitas a los observatorios para hacer… pues cosas había pasado de moda en la universidad; por favor, eso era tan de Salem. El tipo de lugar en el que uno se tira a una pobretona que no puede pedir nada más de su prángana vida. ¿O no?

¿O es que en los últimos meses las cosas en la universidad habían cambiado y nadie se había tomado la molestia de decírselo? Mínimo hubieran cerrado la puerta y así se quedaba dado por sentado que alguien buscaba privacidad. No, no, a decir verdad, quién no había cerrado la puerta había sido ella.

No llevaba ni dos días en la universidad y ya estaba en un estado de embriaguez que hasta el mismísimo Billy envidiaría. Pero ya estaba malacopeando. No malacopeando malacopeando por que no había golpeado a nadie, sino que más bien se había escapado de la fraternidad donde estaba escondida por que según esto quería hacer “su regreso triunfal” el sábado como toda buena TPA, con fiesta temática y todo. Si cómo no.

En su malacopez se estaba escondiendo de sus amigas, riéndose como loca y de paso buscando desesperadamente una bruja que le supiera leer la mano pues alguien le había contado que ahí se juntaban para hacer “sus trabajitos”. Y es que de aritmancia y de lo que sea que fuera la cosa que estudia la mano, Kitty no sabía nada de nada y la gitana que enseñaba en Beauxbatons nunca la aceptó en su clase. Así que no le quedaba de otra más que pagar por que alguien le predijera su futuro.

Al principio cuando escuchó los pasos de Laise y de Thomas creyó que se trataba de la delta que había visto en el camino y que quedó de verla ahí (y que de pasó le bajo 15 galeones), pero al ver que venía acompañada mejor se escondió por que una parte de ella todavía quería hacer su entrada triunfal y, por que, la verdad la voz del navajo le llamó la atención y se quiso quedar a escuchar el chisme.

¿Ella qué iba a saber que se dirían de cosas? Estaba escuchando una conversación privada y lo sabía, por eso se había escondido detrás de una cosa grande que ni la dejaba ver. ¿Quién le creería si decía que no tenía ganas de reírse? Más de una vez tuvo que meterse la mano a la boca por que no podía evitar soltar una carcajada y se obligaba a beber de la botella de tequila que tenía en la mano. Cosas como “soy una malnacida” o “No puedes ser una buena persona con algunos y una mala persona con otros. La gente no puede tener más de una identidad así como no puede tener más de un corazón”, pero lo peor lo peor fue la canción en navajo.

Hay algunas personas que se enamoran con solo un par de frases ridículas en francés como “je t’aime, mon amour” o “tu es le plus belle” y mal pronunciadas, aparte. Pero a ella la verdad la verdad le prendía muchísimo escucharlo hablar navajo. Qué vergüenza. Preferiría mil veces que le enamoraran las frases de un borracho como Billy que las de un indio muertodehambre.

Además, ¿qué podía decir? Siempre se ponía medio ganosa cuando estaba ebria. No por nada era una TPA. Suspiró, mordiéndose los labios y cerrando los ojos llevando su mano a la clavícula y de ahí pasándola hacia sus senos. No se le olvidó del todo que ellos dos estaban ahí, pero supo en su borrachera que ni iban a hacerle caso por que pronto se pondrían cariñositos. Además, no pasó de eso por que el “quiero salir contigo” la hizo suspirar como quién está viendo una película y los protagonistas se besan después de todo lo que han enfrentado. O algo así de ridículo. Tan así fue que tiró tolitita la botella de Tequila.

Tu re jodida madre –dijo medio fuerte, gateando para alcanzarla y que dejara de rodar y que dejara de estar tirando su Tequila por que sino le iban a venir 100 años de perdición y si de por sí. Inmediatamente después se llevó la mano a la boca como si así hubiera hecho que las palabras regresaran. Tomó la botella y se volvió rapidísimo a su lugar, riéndose como mensa. Chin.

Poco a poco la esperanza resurgía en ella, las palabras de Thomas la llenaban de ánimo para ponerle un hasta aquí a todo lo que la separaba de ser la mujer que quería para él, una que no mentía y que no se dejaba ganar tan fácil por los prejuicios, sin embargo no podía parar de llorar, a pesar de los dulces intentos de Thomas para que dejara de hacerlo. Se descargaba en el pecho del navajo, sentía que se le iba la vida en cada instante y que solo Thomas podía traerla de regreso.

Se alejó un poco de él solo para verle el rostro y trató de sonreir cuando èl le decía que  intentaría que funcionara. Se estaba llenando de voluntad para hacer lo que Thomas pedía, no solo por que el lo mencionase si no por que de alguna u otra manera lo creía correcto. Ese último beso le daba cierta tranquilidad a la alemana, significaba que no todo estaba perdido. Trató de incorporarse nuevamente cuando escuchó una voz que venía justamente de la parte de atrás de ellos. Laise volteó bastante asustada y molesta, si eran alguna de sus hermanas, el castigo que le impondría por andar de mirona y entrometida sería ejemplar. No iba a permitir que absolutamente nadie se metiera en su vida privada.

-¿Escuchaste eso, Thomas?-

Se acercó a donde había puesto sus pertenencias y tomó la varita y caminó lentamente hacia el lugar de donde provenía el sonido. Sujetaba la varita fuertemente y apuntando hacia el frente, lista para inmovilizar a quien estuviera vagando por ahí. Abrió la puerta y solo vió una botella de tequila ir hacia ella y luego ser tomada por la mano de alguien. Siguió caminando hasta llegar a donde había terminado la botella y cuando alzó la vista su asombro fue gigantesco, no era ninguna de sus hermanas épsilon, se trataba de nada más y nada menos que de Kitty Likens. Lo que le faltaba! Que un antiguo amorío llegara a joderle la existencia, BRAVO LAISE! Tu vida va cada día mejor…

-SANTO DIOS LIKENS! Me metiste el susto de mi vida! Se agachó un poco para darle la mano y que se lograra enderezar. -A ver, dejame ayudarte Kitty…ewwww apestas a alcohol ¿Qué demonios te pasa? Sabes que no puedes estar aquí y menos escondida como un ladrón… dijo un poco más sorprendida que molesta. Se limpió las lágrimas rápidamente y carraspeó para aclarar su garganta. No sabía desde cuando ella estaba ahí escuchando toda la conversación con Thomas, el siquiera pensar que la había oído completa hizo que ardiera en rabia por algunos instantes, eso era estar indefensa frente a otra presidente que era igual o peor de hija de puta que ella.

No había escuchado nada pero se movió para echar un vistazo alrededor, movió un par de cosas con el pie sin saber bien qué buscar o si al menos había algo. No fue hasta que la borrachísima Theta salió con su grosería y su botella que se dio cuenta de lo que era, si no se rió fue porque tenía autocontrol, pero le había parecido sumamente gracioso, a Chee le importaba poco que lo hubiese escuchado, era sólo una chiquilla malcriada.
 
Se le formó una sonrisa instantánea al ver al ver a Kitty, no lo notó y tampoco pensó en ello, cruzó los brazos y se apoyó en una pared a fumar mientras la miraba interactuar con Laise. No sonreía por alguna razón en especial, de hecho sólo le daba gusto el verla después de tanto tiempo, ya no sabía si decir que le gustaba porque se había propuesto dejar que pasase todo ese asunto y el no verla desde hacía más de un mes le había funcionado bien, si le continuaba gustando no lo sabía pero se le quedó mirando todo el rato.
 
Avanzó, cigarro en mano para recoger la botella de tequila y la levantó como si fuese un trofeo o algo similar, la abrió y le dio un buen trago antes de hacerle un gesto a Laise como para decirle que no le hiciese caso, movió la botella en su mano para darle la razón de que Kitty estuviese con ese puchero –a él le pareció ver un puchero- y que estuviese ahí.
 
Chee no se imaginó que hubiese ido para hacer un trabajo, para él todo estaba claro y se trataba de que había ido ahí para emborracharse, se rió para sí mismo porque una voz orgullosa le dijo en su cabeza que estaba ahí borracha para olvidarlo. Seguramente no era así pero le parecía mejor pensar eso, notaba a Laise hasta animada de verla o esa idea se formó en su mente, sería amable con Kitty lo más que pudiese y eso lo haría para mejorar al menos un poco la noche tan jodida que llevaban, para que Laise no tuviese todo tan jodido.
 
-¿Ahora te dedicas a esto, Kitty? Si querías pasar un rato con nosotros nos hubieras avisado, tengo peyote por algún lado.-quería joderla un poco pero no tratarla mal, no por ahora, no hasta que fuese otra vez una malcriada que le generaba cosas con solo serlo por alguna maldita razón. Con suerte eso ya habría cambiado, pero seguía siendo muy bonita y eso era algo a su favor. Le estaba diciendo más que puros monosílabos, si se lo tomaba a mal ya era su problema.-
 
Siguió apoyado con su cigarrillo mirándolas y le ofreció la botella a Laise, creía que Kitty era una borracha impertinente y al menos así podrían medio disfrutar de su compañía, ojalá no le diesen ganas de ahorcarla de nuevo, o peor, de besarla.

Cuando estaba ebria hablaba florido como toda una camionera de closet, o más bien como un gay fuera de closet crítico de lo que sea. De esos que no pueden esconder su jotería ni con maquillaje. Y ni modo, ya la habían cachado por su bocota y ya ni cómo hacerse la que no los había visto; además ahora ellos tenían su tequila.

Por que sí, Kitty pensaba en Thomas y en Laise como un ellos todo junto y en ella como un mal tercio. Y que mal terciote. La situación podría ser muy incómoda de estar en otro lugar y otra situación y claro menos borracha, pero de lo de Thomas ya habían pasado meses y ni quién se acordara. ¿Él se acordaba? Ella tampoco.

Oigan qué mal gusto, así no se saluda a la gente. ¿Qué hacen aquí? –les dijo con el mismo tono de quién dice “cheers” con muchísima felicidad por que ya no le quedó de otra, mientras se dejaba levantar casi como bulto por la mano de Laise-, Qué bueno que me encontraron por que la verdad ya me había aburrido. ¡Laise cuánto te amo! Abrázame y ya no llores por que lloro, ¿quieres que llore? –la abrazó con todo y su olor a alcohol y le dio un beso en cada mejilla. Se acercó a él y también lo besó, pero solo en una mejilla-, Thomas no me digas Kitty, ¿qué te pasa? K-a-t-h-e-r-i-n-e, para ti soy Katherine, ¿o qué? Me has visto andar por la vida llamándote Tommy como si fueras mi amigo. Pues no verdad –y no se lo decía por odiosa ni sangrona, hasta estaba sonriendo como si él de verdad le cayera bien, por que estando ebria no solo era impertinente sino que también era amiga de todo el mundo-. Dile que ya no llore.. –entonces como que se acordó de lo que había escuchado y se volteó nuevamente hacia ella-. no, no, no… ¿estás llorando por él? Ay Lai el no vale la pena, te lo juro, me lo han contado –en su gesto había entre diversión falsa y lastima verdadera, o algo así. Por que si era sincera cuando decía que no la quería ver llorar y por lo de Thomas, pero también eran verdaderas las ganas que le daban de reírse de los dos.

¿Y qué si dijera que si le gustaba el peyote? Le había gustado la vez anterior y de seguro también le gustaría esta, pero algo en su cabecita le decía que mejor no por si las dudas. Así que mejor negó con la cabeza como quien está a dieta y niega una rebanada grandísima de su pastel de queso con chocolate favorito.

¿Qué estaban haciendo? –les preguntó con picardía sacando su caballito y multiplicándolo con la varita para que apareciera uno para Laise y otro para Thomas. Muy borracha o no le seguían dando asco las babas del navajo.

El olor que desprendía la chica theta era asqueroso, parecía como si hubiera salido de una cantinucha horrible, que entre más baja, mejor era. Laise hizo una mueca de asco al ayudarle a levantarla pero se controló, miró como Thomas la veía bastante divertido desde la distancia donde estaba y que le daba un gracioso traguito a la mágica bebida. Levantó las cejas un poquito molesta por la repentina aparición de Kitty y solo optó por respirar profundo y dejar salir el aire rápido y de un solo golpe. Llevó un brazo de su amiga alrededor de su cuello, pues no sabía si estaba en perfectas formas para lograr caminar por su propia cuenta y no quería que se cayera por el balcón o una tragedia similar.

-Yo te abrazo, ven acá. No ya no voy a llorar…- Esto último lo dijo manteniendo su vista en la del navajo, como afirmándole que ya no lo haría. Se dejó abrazar y querer por Kitty y solo esbozó una sonrisa, jamás en su vida había visto así de mal su congénere y lo único que pudo pensar es que así de mal también se vió ella cuando se le pasaron las copas la primera vez que habló con Thomas. Sintió como el corazón le brincó violentamente cuando ella le dio a un beso en la mejilla al navajo, no quería que lo que hubiera habido entre ellos, volviera a resurgir.

-THOMAS! – dijo en voz alta al escuchar al navajo ofrecerle uno de esos “tecitos” que gustaba de ingerir de vez en cuando. Le miró un poco más tranquila, ya estaba olvidando paso a paso toda esa presión que tenía encima, poco a poco volvía a ser la misma mujer que se aparecío en la fiesta. No era una buena idea que mezclara el alcohol con un alucinógeno como ese, quien sabe y la quimera horrible que salía podía ser mucho más que catastrófica.

Resopló extrañamente divertida por como andaba de impertinente y grosera con Thomas, si fuera otra clase de chica le parecería perfecto que lo tratase así, eso quería decir que no le agradaba y pues si no te agrada alguien pues lo evitas y punto, el caso es que no era así, Kitty usaba un tono de voz que ella misma usó un par de veces cuando negó que le gustaba Thomas, conocía perfectamente esa sensación. Luego de que la rubia hablara nuevamente, casi le da el infarto a Laise, había escuchado mucho más de la cuenta, así que solo se dignó a apretar los labios en una firma línea y tragar saliva.

-Estás ebria, Likens. No sabes que estás diciendo. A ver, te llevó a tu habitación a bajarte esa terrible borrachera que traes encima, ¿Me ayudas, Thomas? Pesa como una tonelada- Se mostraba amable y gentil pues antes que todo ese embrollo en el cual estaba metida, la presidenta Theta Phi Alpha era su amiga y como tal, debía ayudarle en sus momentos de debilidad o de estupidez o en ese caso, ambos.

Se rió de buena gana cuando le dijo que no la llamase Kitty y se ahorró la majadería de responderle que ella podía decirle como quisiera,  en parte porque estaba ahí Laise y en parte porque si se ponía malcriada con él corría el riesgo de recaer en ese gusto malsano que debía de haber sido alguna maldición que esperaba hubiese escapado de su cuerpo, si no iba a tener que hacerse una limpia con ruda o algo más fuerte. Dejó que hablasen a gusto un rato,  bebió otro trago tranquilo porque el ambiente estaba menos cargado.

Laise se estaba encargando de ayudarla a tener un mínimo de equilibrio y era mejor a que él se involucrase. Su asunto con Kitty había sido más que simple, comenzó como un gusto carnal y malsano que se fue en un primer momento para volver luego de un año y medio de forma inmediata al tenerla cerca en los establos. Luego le llegó ese masoquista gusto por ella y se lo dijo, ella no estuvo interesada y el orgullo del navajo le impidió volver a buscarla o tener alguna idea al respecto,  ahora era hasta una especie de burla tenerla en frente siendo tan amiga de la chica con la que estaba saliendo. 

El reclamo de Laise lo respondió con un encogimiento de hombros,  no iba a darle peyote a su amiga y ya, siguió mirando esa curiosa escena con una sonrisa que continuaba perenne y el cigarrillo en su mano. La presidenta de las theta seguía con sus comentarios, hasta le dio un caballo por alguna razón que sólo ella conocía y lo puso a un lado que lo iba a llenar de cenizas.

-Calmada Likens.-eso debería bastarle como advertencia a la rubia para que no hiciese todo un espectáculo porque se le acercaba, si ya hasta se habían acostado que no se pusiese exquisita ahora.-

Asintió y en vez de ayudar poniéndole un brazo como apoyo la cargó como se hace con una niña,  era más alto que la theta y eso era lo más práctico.  Si se quejaba era asunto suyo, no eran amigos cercanos o siquiera casuales pero Likens sabría de seguro que si hacía una rabieta o la levantaría como si fuese un costal o bien la dejaría caer sin remordimiento. 

-Creo que en su cuarto tiene un termo con café o infusiones,  si no voy a buscárselo luego -eso fue para Laise,  no iba a discutir con Kitty en ese estado y tampoco pensó en que de alguna forma ese comentario delataba el que hubiese estado antes en au habitación.  De aquello sólo sabía su hermana porque era su familia,  por bonita que fuese Kitty no había ido por el campus ventilando todo lo sucedido ese día. -

Le estaba dando vergüenza ajena el comportamiento de Kitty, trataba de disimularlo a toda costa pero le causaba hasta cierto punto gracia trágica que tratara de evadir que le gustaba Thomas. Negó con la cabeza mientras sostenía a su amiga hasta que Thomas llegara a ayudarle.

Y lo hizo. La tomó como si fuese una niña y pese que solamente era para ayudarle a colocarle en su cama, no pudo evitar sentir celos a los que solo dejó salir mediante una media sonrisa y rodando los ojos.

-No vamos a tardar Kitty, es por tu bien, no puedes ni caminar –

Lo que la hizo extrañarse aún más y que sus mejillas se encendieran como las llamas del averno por los celos era que el navajo sabía que ella tenía un termo con infusiones o quien sabe que cosas en su habitación. Si el pretendía que no se iba a dar cuenta de ello, estaba muy equivocado, le ponía mucha atención a todo lo que decía, quizá demasiada atención.

¿Cómo sabía que tenía esas cosas? Se paró en seco y se cruzó de brazos, observando como caminaba bien natural para llevar a la presidenta Theta a su dormitorio. En su rostro se podía ver el enojo, los celos y las ganas espantosas de arrojar a los dos sobre el balcón y ver como se partían la cabeza como si fuesen sandías. Exhaló pesadamente y arqueó una ceja, pretendió no haber escuchado nada y mejor continuo con su buena acción de la noche. Ya la había cagado una vez, no permitiría que le sucediera de nuevo aunque en esta ocasión hubiera un motivo real.

-sí, claro. Lo que sea, Thomas…


Lo tomó del brazo y aparecieron dentro del dormitorio de Kitty, le daría aviso a algunas theta para que se hicieran cargo de su presidenta. Ella no dejaba de mirarla con molestia ni a el tampoco pero ya tendrían otro momento para hablar sobre eso, mientras tanto ella debía pensar en el mejor de los castigos para Bridget y para Kimberly, pues habían dejado que Kitty subiera hasta arriba.