Wexler, Colton

Colton Wexler

Personalidad

historia

Harold y Constance Wexler se habían acostumbrado a un tren de vida difícil de mantener. Sin trabajo definido ni ingresos familiares mensuales, el matrimonio y sus cinco hijos vivían del esfuerzo que sus antepasados habían llevado a cabo para posicionarse como una familia de clase media-alta respetable además de acomodada. Sin embargo la crisis financiera afectó a la fortuna familiar y en menos de tres años y tras varias inversiones fallidas lograron salvar solamente la casa de campo de Canadá en la que vivía la tía abuela de él. Caídos en desgracia tras años de desenfreno material y despilfarro, Harold tuvo que actualizar sus conocimientos en materia legal y empezar a buscar un trabajo que nunca llegó. Por su parte Constance no pudo hacer más que rebajarse a fungir como costurera para sus amigas de antaño y arrendar la mitad de las habitaciones de su única propiedad. 

Colton creció en medio de esa transición familiar. Pasó los primeros once años de su vida inmerso en un mundo repleto de lujos y privilegios que ahora le parece un chiste, como si hubiera sido un sueño. Clases particulares de equitación mágica los martes y jueves, partidos de quodpot con hijos de grandes personalidades y vacaciones a destinos de nombre impronunciable compusieron sus once primaveras. Una rutina a la que cualquier niño se habría acostumbrado, bien por conveniencia o quizás por costumbre. A pesar de ello no fue caprichoso ni malcriado, disfrutaba del alcance adquisitivo doméstico pero nunca alardeó de ello ante nadie ni mucho menos. Porque para él todas esas actividades y costumbres eran algo totalmente natural. Dio muestras de magia a los nueve años aproximadamente al prender el pelo de su hermana Alyssa en una de esas frecuentes riñas fraternales que inundaban toda la casa. Desde entonces acarició la idea de seguir los pasos de su tía materna y prepararse para una carrera en el mundo de la política. Pero el destino tenía varios reveses preparados para él.

Acudió a Salem para recibir su instrucción mágica y enseguida tejió un grupo de amigos y familiares con los que amedrentó al resto de la generación. No porque él quisiera ser popular o porque tuviera tan mala leche, sencillamente fue oportunista y prefirió hacerle bromas a los demás que ser el blanco de éstas. Fue un buen estudiante gracias a su innata dedicación y a un talento para nada despreciable. Se destacó enseguida en materias más prácticas que teóricas, seguramente porque en las últimas se aburría sobremanera. Era muy bueno rellenando tarea que requiriesen reflejos, expediciones y excursiones varias y una absoluta vergüenza en todo aquello que necesitase de horas de investigación frente a un libro. Los problemas llegaron cuando él cumplió los doce años y tuvo que mudarse a Canadá a una fea casa que se caía a pedazos. No lograba comprender y en manos de sus hermanos mayores quedó explicarle que tendrían que ajustarse el cinturón una temporada, que la situación estaba mal para todo el mundo y que tenía que ser valiente. Y una mierda. Eso es lo que respondió y lo que hizo que su hermana Cassandra le diera una bofetada que no olvidará en la vida. 

Enseguida se volvió un estudiante conflictivo. No solamente porque ya no tenía dinero para invitar a sus amigos a su apartamento en Huntington Beach si no porque de repente toda la gente a la que había considerado como su segunda familia le dio la espalda. ¿Su adolescencia? Complicada. Se metía con todo el mundo, salió escaldado, magullado y victorioso a partes iguales de peleas bien sonadas y se escapaba de la escuela con frecuencia solamente para vengarse de unos padres a los que consideraba culpables de todas sus desgracias. Estaba fuera de control, sus hermanos dejaron de dirigirle la palabra y su padre le puso un alto en el camino una vez hubo cumplido los dieciocho y comunicó su intención de perderse por el mundo: o cursaba estudios universitarios en la universidad o ya podía ir olvidándose de tener por lo menos un techo bajo el que dormir. Y se fue, sin maletas, con poco más que lo puesto y tres galeones que su hermano favorito pudo rescatar de los ahorros que tenía guardados.

Estuvo dos años viviendo con una pariente lejana en Francia. Mientras vivía con la que cree que era su prima en tercer grado empezó a abrirse al mundo de la bohemia del país, aprehendiendo sobre campos que antes ni siquiera habría podido digerir de la mano de la que considera su pariente más interesante de lejos. Aprendió a defenderse con un instrumento musical, se aficionó a los psicotrópicos como vehículo para experiencias extrasensoriales y se cubrió el cuerpo de tatuajes a medida que iba leyendo sobre religiones muggles, prácticas mágicas extranjeras y otros menesteres que ahora contempla como claves en su vida. También supo cómo darle cariño a su solterona prima, no todo iba a ser gratis. Ese proceso de rehabilitación se interrumpió cuando recibió una carta de su padre informándole del deplorable estado anímico de su madre tras todo ese tiempo. 

Preocupado y habiendo descubierto partes de él que no conocía optó por volver a los Estados Unidos. Se reconcilió con toda su familia (excepto con Cassandra, a quien sigue sin poder ni ver) pero esta vez impuso sus normas: estudiaría lo que él quisiera, se juntaría con quien él quisiera y quería como tutor legal a Gareth. Así se hizo y desde hace muy poco vive con él en su apartamento de soltero, cerca justamente del alma mater de todos los Wexler desde la fundación de la universidad. Está a punto de empezar su tercer semestre en Basset-Knapp, en la carrera de Ciencias del deporte amparándose en sus años como jugador en Salem a pesar de estar un poco oxidado.

En la actualidad sus hermanos le han devuelto algo del buen nombre a su familia. Gareth, el más mayor, ha conseguido hacerse un hueco en el mundo deportivo como guardián titular de un equipo de Quodpot de segunda división tras muchos años perteneciendo a la rama cadete y Cassandra, que le sigue en edad, acaba de obtener el puesto de profesora suplente de Transformaciones en Salem tras una brillante trayectoria científico-divulgativa. Alyssa, por su parte, escribe una pequeña columna sobre consejos para ahorrar en una revista especializada de tirada nacional. 

Los tres están pagando la educación de sus dos hermanos menores y la pertenencia de Justine a la carísima fraternidad de las Epsilon pero Colton cree que de sus estudios solamente se encarga Gareth. Planea encontrar un pequeño empleo a media jornada para quitarle trabajo a su sufrido hermano.