Flashback [+18]

El solo hecho de mirarla lograba que su pulso se acelerase, no era un tipo de los que usaban muchas palabras para expresar sus sentimientos y si lo había hecho con ella fue de otro modo porque se había asegurado ya hacía tiempo de que estuviese seguro de lo que le provocaba, no sólo en el plano físico. Le gustaba el sexo como a cualquiera pero con ella tenía un algo más, algo más excitante, algo distinto que no se reducía a la cursilería de su evidente enamoramiento.
 
Recordaba cómo fue la primera vez, no tuvo nada de romántico o quizá sí pero en un sentido mucho menos evidente. Habían escapado en medio de una fiesta para darle rienda suelta a sus impulsos, a sus ganas del otro y hasta ahora sentía esas ansias irrefrenables. Gruñó cuando loa cercó e hizo caso inmediato a sus palabras, ya no tenía jabón en el rostro por el agua que corría, se limpió los ojos para poder verla sin distorsiones y sonrió antes de una nueva embestida.
 
Sentía resentida la lesión pero continuó entrando y saliendo de ella porque se lo había exigido y quería complacerla, alguna vez le dijo que lo haría aunque le costase la vida y esta vez requería menos que eso. No iba a dejar que un asunto de tan poca gravedad lo detuviese.
 
El torrente de sensaciones avanzaba a medida que pasaban los segundos, se entendían entre gemidos y besos, para qué iban a decirse cosas cuando con eso bastaba. Los movimientos cadenciosos  de Chee caían rítmicamente sobre ella mientras que comenzaba a sudar pese a estar aún bajo el agua, sus manos apretaban la cintura de Odille para acercarla más si es que era posible, recorría sus piernas con la mano que tenía libre antes de hacer su cuerpo hacia atrás para besar su pecho.

-Mierda,  ¿qué es mejor que estar contigo?-su voz salió más fuerte de lo que pretendió, era por ella, por todo. Estaba agitado y las palabras parecían haberle costado algo de esfuerzo, apretó la mandíbula y la sintió tronar antes de pasar saliva con la necesidad con la que se aspira al fumar. Su sexo comenzaba a generar un cosquilleo intenso que recorría ya su cuerpo entero, comenzaba a írsele la cabeza en pleno camino a la cúspide de las sensaciones.-Te amo.

Se mordió el labio nuevamente mientras sentía cómo Thomas salía y entraba de ella con fuerza y de forma brusca, de la forma en que habían descubierto que le gustaba a ella. Sonreía sin percatarse de ello pero le daba una sensación de bienestar estar con él, como si Thomas fuera la persona indicada o correcta en su vida. No sabía si duraría para siempre porque para Odille no podía catalogarse algo como eterno. Ella no podía comprometerse pero lo que hacía con Thomas bien parecía a que ella pudiera finalmente olvidarse de las ataduras o de cualquier regla social para estar con él porque le amaba. Le amaba tanto que a veces la confundía pero regresaba a la sensación de saberlo perfecto a su modo. Perfecto para ella. 

Conforme a los movimientos del navajo, Odille movía su cuerpo para intensificar cada vez más esas sensaciones tan conocidas entre ambos y tan distintas cada vez que se follaban uno al otro. Sentía que su cuerpo temblaba con cada movimiento, con cada embestida del corpulento Thomas contra su diminuto cuerpo de chica, tan delgada y tan menuda. Era como si pudiera guardarla entre sus brazos y cupiera perfectamente bien, como si la cubriera como una manta cubre a un niño cuando se siente indefenso, desprotegido a pesar de saber que no lo está. 

Se abrazó a él pero volvió a separarse un poco cuando la echó hacia atrás para besarle los pechos. Soltó un gemido pequeño, casi inaudible al echar la cabeza hacia atrás. ¿Qué era lo que le había hecho para sentirse de esa forma hacia él? ¿Qué le hizo para quererlo tanto y de ese modo? Estaba segura que no había Amortentia tan poderosa como para simular los sentimientos que ella profesaba por él. Estaba completamente segura de que era algo que jamás había sentido y que jamás sentiría por nadie más.

-¿Qué me has hecho?-le respondió mientras llevaba una de sus manos a su mejilla y retiraba el cabello mojado mechón tras mechón, sin perderse detalle alguno de sus facciones, de sus gestos y cada uno de sus ojos al sentir su aliento sobre su rostro mientras sentía como la presión en su bajo vientre comenzaba a crecer, llenándola de un cosquilleo increíblemente familiar.-Te amo.-comenzó para morderse el labio nuevamente-Te amo tanto que me asusta.

Quererla era de las mejores cosas que hacía, la quería en todos los aspectos y planeaba cosas a futuro para ambos aunque fuese algo más bien casual en ese momento. O así lo llamaba Odille, pero no….no lo era, es decir, hacía semanas que no pasaban una noche sin dormir con el otro y ya hacía unos dos meses que no dormía más de tres horas en los días de trabajo por quedarse hablando con ella.
 
Y además estaba lo que le producía físicamente, lo había hecho esclavo de su piel, adicto a los sonidos que salían de su boca a cada embestida, tras cada roce de sus dedos o cuando entraba en ella sin previo aviso. Sentía su rostro caliente pero no le molestaba, su pierna ya resentía el movimiento incesante mientras que su mente se deshacía en sensaciones porque estaba  a punto de venirse en ella.
 
Aferró sus manos a ella, a la carne que logró alcanzar, apretó con fuerza hacia él y aceleró el movimiento en lo que escuchaba su respuesta. Ni siquiera procesó bien aquella idea de que tenía miedo de quererlo tanto, no creyó que fuese más que una expresión, le restó importancia pero dentro de unos meses repasaría esa frase varias veces para saber por qué mierda no le pidió una explicación. No importaba realmente, no sonrió porque su rostro se contorsionaba con voluntad propia, su boca se abrió intentando articular palabra pero no pudo.
 
Casi trastabilló con la pierna que tenía mal pero no lo hizo, necesitaba acabar ya, sentirla suya, sólo suya. Era un asunto que podía verse como machista pero cada vez que acababa dentro de ella era como reclamarla como propia, asegurarse de que nadie más la tenía del modo en que él la tenía. No era una seguridad del tipo mágica, ni siquiera muggle, simplemente era el modo en el que él lo concebía.
 
La desesperación comenzó a apoderarse de Chee mientras comenzaba a llegar, sentía ese impase momentáneo y aceleró al instante, aceleró porque si su pierna no iba a resistir menos iba a hacerlo él cuando la tenía en frente, cuando la escuchaba, cuando estaba tan caliente. Un gemido grave salió de su boca a la última embestida, su rostro se contrajo de nuevo y siguió moviéndose cada ciertos segundos con los ojos cerrados y la mandíbula rígida.

Besó su boca con gusto ya pudiendo tener control sobre los músculos de su rostro.-Tengo algo para ti, recuérdamelo.-fue lo primero que le dijo luego de abrir los ojos, aún llevaba la sensación encima y le costaba articular una simple frase.-

No podía explicar con exactitud lo que sucedía cuando estaba con Thomas. Era como si hubiera un switch que no le permitiera sentirse dueña de sus emociones, de sus sensaciones ni de sus pensamientos ni movimientos. Ya hacía tiempo que se había entregado a él, y lo había hecho por completo, como si no existiera absolutamente nadie más en el mundo que pudiera ser como Thomas o siquiera ser mínimamente lo suficientemente importante como para sentir lo que siente por Thomas por alguien más.

Le asustaba amarlo tanto, eso era verdad, y después se arrepentiría de no haberle explicado lo que esa pequeña frase o acotación significaba para ella. Pasaría mucho tiempo para que finalmente se diera cuenta de que no podía escapar de ello, que no podía escapar de Thomas ni mucho menos de lo que sentía. Porque al momento en que lo había visto sabía que su vida habría de cambiar y, sin haberse dado cuenta, lo escogería a él para pasar el resto de su vida con ella, sin proponérselo, tan solo así. 

Se aferró a su espalda y volvió a morderle le hombro pero esta vez fue algo sin importancia que probablemente el navajo ni siquiera sintió nada. Tenía la cabeza llena con las cavilaciones anteriores, con respecto a esa frase, con respecto a todo. Negó con la cabeza apartando los pensamientos de su cabeza y se concentró en Thomas removiéndose dentro de ella, haciéndola gemir sin control por la forma en que la follaba, en que la tocaba y en la que cada embestida causaba una sensación diferente cada vez. Le besó el cuello y recorrió su mandíbula endurecida para llegar a sus labios y besarlo con necesidad sintiendo que no iba a poder contenerse mucho más.

Con su lengua, recorrió los labios del Navajo y se entretuvo un poco ahí y aprovecho cuando el moreno abrió su boca para jugar un poco con su lengua. Fue en ese momento en que aumentó la fuerza y la velocidad de sus movimientos que tuvo que esconder su rostro entre el cuello y el cabello del Navajo, aprovechando la proximidad de su piel para depositar unos cuantos besos esporádicos hasta que dejó de hacerlo para volver hasta sus labios y, finalmente, correrse prácticamente al mismo tiempo que él.

Mantuvo los ojos cerrados por unos segundos mientras recibía el beso de Thomas sobre sus labios y pasó una mano por su rostro una vez abrió los ojos, enfocándose en la mirada del navajo, en sus cejas, en sus labios. Pasó un dedo por los mismos mientras bajaba con cuidado la pierna que le quedaba sobre la espalda del moreno y se mantuvo en pie, temblorosa, unos segundos más hasta que sintió que podía moverse un poco mejor. 

-Yo también tengo algo para ti.-tragó saliva y le dio un último beso en los labios y se remojó en el agua tan solo un poco para quitarse el frío de la pared de la espalda. Le sonrió y salió de la regadera después de guiñarle un ojo. Se secó rápidamente y fue hacia donde estaba la cama de Thomas. Tomó una camisa color gris claro y se la puso aunque no la abotonó. Buscó su guitarra de entre las cosas del Navajo y la encontró en una esquina junto al televisor. Acomodó una silla frente a la cama y prendió un par de velas. Apagó la luz y se sentó con la guitarra entre las piernas y comenzó a afinarla un poco y a tocar algunas notas. -Ahora que salgas te lo muestro. No tardes.

Tenerla era de las mejores sensaciones que conocía, mejor que el peyote de hecho o eso le parecía en ese momento, podía estar siendo injusto porque el estar dentro de ella le quitaba toda perspectiva y lo parcializaba a su favor. Los sonidos, el movimiento y cuanto hiciese ella en ese momento le parecía sobrenatural, aumentado y sin el efecto de las drogas, ni siquiera las que eran para el dolor.
 
No sabía si ella estaba al tanto de que él sabía cómo iba aumentando su excitación por el cambio de color que tenía su cabello, así como sucedía con sus cambios de ánimo lo hacía cuando iba llegando.
 
Hizo falta poco de su parte para llegar, los impetuosos movimientos de Odille hicieron todo el trabajo y sólo tuvo que dejar que se apoyase en él para acabar con toda su resistencia, para hacer que se viniese en ella otra vez. Si no se había quedado embarazada sería de puro milagro –milagro embotellado y hecho poción- porque sentía que acababa de hacerle diez hijos por la forma en que se había corrido, la sensación duró varios segundos y sin saberlo mantuvo la boca abierta durante la mitad de ellos porque ya no era dueño de su voluntad.
 
Cuando ella salió se quedó bajo el agua un rato más, se enjabonó nuevamente y se lavó la melena porque no recordaba haberlo hecho hacía un rato. No tardó más de tres minutos pero fueron unos buenos minutos, se puso la ropa interior y ya iba a tomarse la poción para el puto dolor pero antes sacó una caja de debajo de su cama. Se apoyó en el pie malo y casi pierde el equilibrio pero sus brazos ayudaron, le pasó la caja en las manos, no estaba envuelta ni nada, simplemente era una caja como de zapatos.
 
-Feliz primer mes.-le dio un beso en los labios y se puso una camiseta encima porque estaba fresca la noche. Esperó a que la abriese aunque quiso disimular sus ansias, dentro había una imitación de la casaca amarilla de cuero que llevaba Freddy Mercury. Se la había dado un tipo a cambio de peyote, le había jurado que el mismo Fredy la había tocado pero aunque no fuese así era una buena copia.-

El que le gustase o no era el problema, no sabía si al ser tan fan le fuese a disgustar algún detalle que no estuviese exacto o si simplemente le fuese a encantar. Él no tenía buen ojo para esas cosas pero a ver si le había atinado.

Esperó a que Thomas saliera de la ducha y una vez estuvo en el cuarto, Odille lo miraba con curiosidad a cada movimiento que daba. No era la mejor persona para que le dieran una sorpresa habiéndole dicho que se la tenían preparada. Haría lo que fuera por saber de qué se trataba pero sabía que a Thomas le gustaba darle esos pequeños detalles y ella, por complacerlo, se portaría como persona decente y no como niña descarriada esperando un regalo. 

Los ojos se le iluminaron cuando le entregó la caja de zapatos. La cargó para darse cuenta de que era un poco pesada. Se mordió el labio. ¿Qué podría ser? Sonrió a Thomas cuando le dijo que era un regalo por su primer mes. ¿A penas había pasado tan poco tiempo? Ella no tenía mucha conciencia del tiempo que pasaba, mucho menos cuando sentía que el mismo se detenía cuando estaba con el Navajo. No contaba los días que estaba con él porque el contarlos significaba que tenías que llegar a algún fin y ella no quería eso.

En el momento en que abrió la caja de zapatos sintió como si el corazón le daba un salto enorme. Sacó la casaca color amarillo de la caja y la observó. Se mordió el labio y sintió como su corazón se ensanchaba. Miró a Thomas con un nudo en la garganta. Quizás para las personas normales eso sería un regalo común y corriente, pero para Odille no. Un regalo como esos para ella significaba el mundo entero. 

-¡Gracias, gracias, gracias!-se acercó a él y lo abrazó fuertemente besándolo en los labios y luego escondiendo su cabeza en su pecho, abrazándolo fuerte. Ahora sentía que su regalo era cualquier cosa comparada con eso.

Se quitó la camisa de Thomas quedando desnuda nuevamente pero se colocó la casaca encima probándosela frente al espejo del baño. Le gustaba cómo le quedaba -aunque un poco grande pero le importaba un comino-, regresó a la habitación y se sentó donde había estado previamente. Volvió a tomar la guitarra entre sus manos, cruzó las piernas y la puso sobre su regazo.-Es algo en lo que he estado trabajando, pero quiero que la escuches tú primero antes que nadie más.-se removió en el asiento y dio un pa de notas, luego volvió a mirarle, sonriente y mordiéndose el labio inferior-Es tu regalo de primer mes.

Le guiñó un ojo y respiró hondo. Comenzó a mover los dedos sobre las cuerdas de forma suave y sutil para después aumentar un poco el ritmo para que pudiera comenzar a cantar. Era una canción que estaba preparando para tenerla. No era que fuera a dar un concierto pero siempre le gustaba estar preparada para cualquier cosa, además, la había escrito pensando en Thomas y, aunque no estaba terminada completamente, quería mostrársela.

Intercalaba su mirada hacia Thomas para después mirar las cuerdas y el movimiento de sus dedos. Le gustaba cantar y lo encontraba terriblemente relajante. Le gustaba componer pero más que todo, amaba el sonido de la guitarra o el piano acompañando su voz. Era una de las cosas que más le gustaba de ser ella y a pesar de que su madre le había dicho mil y una vez que debería hacer algo con esa voz, ella se empeñaba en mantenerla escondida de todo quien pudiera. 

El sentimiento que tenía al cantar se sentía en cada una de las notas y en cada uno de los altos y bajos de su voz. Sonrió a Thomas y disminuyó el volumen cuando llegaba a la parte final de la canción y guardó silencio cuando hubo terminado. Levantó el rostro lentamente para mirarle y le sonrió nuevamente.

-¿Te gusta? 

Preguntó poniéndose de pie y dejando la guitarra cerca del asiento junto a la pared. Se quitó la chaqueta amarilla que le había regalado Thomas y se puso una camiseta del navajo sobre su cuerpo desnudo y se metió en la cama junto a él. Le abrazó y olfateó el olor de su cabello negro.
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Canción y voz de Odille

-Ahora dormiré con tu ropa porque ya me dio frío.-le dijo mientras la besaba y la acercaba más a él. Olió su piel, guardando el aroma del moreno en su memoria. Le encantaba estar así, tan juntos. Sin necesidad de tener sexo, tan solo así, entrelazados y apreciándose el uno al otro. Sonrió y se acurrucó con una mano en el pecho del Navajo, sintiendo las pulsaciones de su corazón. 

Suspiró cerrando los ojos, guardando el momento en su memoria y sonrió, mordiéndose el labio inferior al pensar al día siguiente. Ella tenía clase hasta las once, pero Thomas salía mucho más temprano que ella a trabajar y a darle el protocolario saludo al sol.-Lo sé, pero nos veremos en la noche, como siempre.-le puso un dedo en los labios y lo llevó hasta su mejilla donde se le hacían esos adorables hoyuelos cada vez que sonreía y que a Odille le encantaban.

Le dio un poco de espacio para que tomara la poción para el dolor y le dirigió una mirada reprobatoria al darse cuenta de que no se la había tomado aún. Después su rostro se suavizó y volvió a acurrucarse. Escondió su rostro en el cuello del Navajo cuando le decía que lo tenía peor que Amortentia. Ella estaba igual o peor. Recorrió las sábanas y las cobijas hasta taparse hasta los hombros y respiró hondo.  

-Te amo, Thomas Chee... te amo hasta siempre.-esa frase quizás sería definitiva en la vida diaria de Odille en algún futuro, ella lo sabía, sin tener una razón específica para ello, simplemente lo sabía y no podía explicarlo.... y ¿la verdad? No quería. Todo era más fácil si dejabas a la cabeza fuera de todo. 

Con esas cavilaciones rondando su mente, se quedó completamente dormida. Abrazando a Thomas, entrelazando sus piernas desnudas entre las del Navajo, con el suave roce de las sábanas sobre su piel. Los brazos de Thomas era su lugar feliz.

Todo era más fácil cuando estaba con ella, no como esa gente que necesitaba de otra para sentir algún bienestar en su vida, era porque todo a su lado era mejor. Sí, un día iba a explotarle el hígado por la rabia que le daba verla con cualquier otro tipo y más con los que intentaban algo con ella. Ya sabía que si estaba con él era porque quería pero de todos modos sentía algo corrosivo con todos esos buitres cerca.
 
El problema ahora era que aunque pasaran las noches juntos no le parecía suficiente, estudiaban lo mismo y por eso de vez en cuando coincidían en una u otra clase, pero ya no era suficiente, ya no le alcanzaba con eso, quería pasar el día a su lado. No se lo decía para no sonar como un enfermo porque a él mismo le sonaba como un asunto más que intenso, pero así era y punto.
 
La abrazó para acercarla a él, claro que se moría por tocarla y sentir de nuevo cómo se empapaba cuando él la tocaba, pero le gustaba Star así también, además que su pierna ya no daba para más y necesitaba dormir por lo menos unas tres horas. Su respiración cruzando encima de su pecho lo dejaba tranquilo, no le gustaba despertar a la mitad de la noche sin saber en dónde estaba, a veces era porque ella iba a comer algo o al baño, pero no dejaba de ponerse inquieto –hasta en sueños- cuando no la tenía cerca para cuidarla.
 
Ella podía protegerse sola pero le gustaba ser él quien lo hiciese, a quien buscase cuando…en realidad en todo momento. Sonrió cuando le dijo que lo amaba hasta siempre sin imaginar que el uso de esa frase algo ambigua predecía de alguna forma el inminente rompimiento que vendría en algunos meses. En ese momento fue suficiente para Thomas y simplemente se quedó feliz a su lado con esa idea en la cabeza.

Bostezó por el efecto de la poción, la pierna había dejado de doler del mismo modo y la sentía adormecida, esa sensación duraría varios minutos y al sentir que se quedaba dormida finalmente pudo hacer lo mismo. Besó su cabeza y tras unos pocos minutos se quedó dormido, maldiciendo que en unas pocas horas tendría que dejarla.