Ejnar S. Sorensen

Ejnar S. Sorensen

Personalidad

historia

Ejnar fue consciente de la vida a la edad de cinco años, posee recuerdos vagos desde antes, pero fue el recuerdo de la navidad de aquel año lo que lo hizo comenzar a preguntarse sobre ciertas pequeñas cosas que para un pequeño niño no tenían sentido. No preguntó, solo observó que lo que él tenía era diferente a lo que vía aquella noche y el tiempo le dio la razón. Lo que las monjas enseñaban, lo que el  colegio le entregaba, todo, le decía que su vida no era  lo que se debía tener como regla general. No tenía padres. Conclusión obvia cuando te das cuenta que tu hogar es un orfanato y que compartes casa con veinte niños más que están en tu misma situación, pero nada obvio cuando eres un niño y a cada instante necesitas de un abrazo que extraños jamás podrán sentir por ti.

A medida que crecía y se daba cuenta que no era más que solo un chico abandonado, que el escudo de indiferencia hacia los demás comenzó a crearse en él. No confiaba en las personas, no abría su corazón a nadie, no compartía con ningún otro chico dentro del orfanato ni tampoco con el personal. Obedecía órdenes, cumplía con las cosas que le tocaba hacer, pero jamás creyó que aquello era justo. Se encargaba que los demás chicos entendieran que nadie los quería, que no eran más que un grupo de niños que todo el mundo odiaba y que estaban allí porque los demás los detestaban. No le gustaba la compasión de las personas que los iban a ver, se encerraba cuando era día de adopción y se encargaba que los chicos que eran adoptados se fueran con un gran recuerdo del orfanato. Se aseguró de que los demás le temieran y que de ese modo no se acercaran a él, del mismo modo ese miedo lo utilizaba cuando quería cosas que sabía los demás podrían adquirir para él.

A los diez años fue adoptado por un matrimonio Danés que llevaba años intentado poder tener sus propios hijos. No confió en ellos hasta que estos le demostraron con el tiempo que el cariño era capaz de cambiar a las personas y más cuando le fueron sinceros sobre lo que realmente era él. Quizás abrió un poco su corazón, les agradeció y se encargó de hacer por primera vez que alguien lograra sentirse orgulloso de él. Se preparó, fue un buen chico, manejó su magia, una que jamás supo que poseía de no ser por aquel matrimonio, pero con nadie más, tenía la seguridad de que nadie más podría darle todo lo que el matrimonio Sorensen ha hecho por él. Pero el tiempo le dio la razón y supo perfectamente que no estaba hecho para un mundo de perfección. Un asesino le arrebató a lo único que él alguna vez consideró para querer y aún cuando quedó con todo lo que aquella familia le había dejado jamás lo utilizó.

Se las arregló solo durante mucho tiempo, el suficiente para saber a qué personas llegar y como mezclarse en el mundo de los suburbios, sin terminar muerto y escalando por una cima de la cual para muchos jamás sería posible. Hoy tiene su propio bar, máscara de lo que realmente hace. Los que lo conocen saben muy bien que puede obtener todo lo que quieras a un precio y cuando no pagas lo que pide, la vida es la única respuesta. También estudia, cree que no le gusta, que es solo para enmascarar aún más lo que hace, pero no es así. Le gusta porque es algo que está logrando con su propio esfuerzo, sin la ayuda de nada, algo que finalmente será solo de él y que ayudará de alguna forma a los que han caído en una más de las desgracias de su vida.

Su soberbia le regaló un estado con el que debe lidiar cada mes, en que se descontrola que no es el mismo y que sabe le hará pagar demás cada uno de sus errores, que le recuerda que no todo está como él cree bajo su control. Aquella noche la recordará siempre, porque sabía que no debía ir tras él, que los rumores que le habían llegado eran claros y que todos sospechaban de su estado, pero el tipo le debía mucho y como tal debía pagar. Y resultó que el que ahora paga es él. La luna lo traicionó de tal manera que confabuló para que el encuentro de de justas se realizara bajo sus ojos, repleta, ardiente, toda iluminada para no perder detalle alguno y aunque Ejnar se jactaba de ser fuerte, no fue nada comparada con su adversario. La lucha duró poco, no recuperó lo que se le debía, pero se llevó aquel regalo del que no se desprenderá jamás. Lo odia, se detesta, como cada cosa en su vida y ahora no le queda más que solo asumirlo asumirlo.

 
Fuerza: 16 +5(+5 )
Destreza: 16 (+2 )
Constitución: 17 +5 (+5 )
Inteligencia: 17 (+3)
Sabiduría: 17 (+3)
Carisma: 12 (+0)
PVS:  31