Regresando

Después de ese absurdo "rompimiento" no volvieron a verse. Al animago sentía que le faltaba algo, sí, estaba muy tranquilo y todo en su vida iba bien, se volvió a encontrar con Mel y parecía que todo se acomodaba como a él le gustaba, sin embargo no podía decir que lo tenía todo, le faltaba algo importante, la fuerte voz de Wilhelmina Schweinsteiger diciéndole lo idiota que era, lo increíblemente ridículo que podía ser a veces, lo cariñoso y hastiante que a veces le daban ganas de darle un abrazo, alrededor de su cuello, con una soga. El punto era que la extrañaba demasiado, por cursi que pudiera parecer le hacía falta en su vida. Se negaba a permanecer un minuto más sin ella, así que fue directamente a buscarla saliendo de clases, no hablaría de nada con ella, no de nada importante, solo quería verla, saber como estaba, solo eso.

-A TI TE ANDABA BUSCANDO WILHELMINA SCHWEINSTEIGER!- forzó su voz para que saliera con el ausente acento alemán que pareciera salido de una película muggle de espías. La vio despedirse de algunos compañeros al salir de clase y no perdió la oportunidad de tocar su hombro misteriosamente para hacer que volteara, luego la abrazó por detrás, sin dejar que usara su fuerza para zafarse.

-HA PASADO MUCHO TIEMPO FRAULEIN SCHWEINSTEIGER- Esperaba que no le diera un codazo, o que le diera un pizotón o que le pegara en los huevos o lo que fuera. La extrañaba como a nada en el maldito mundo, deseaba que ella también lo extrañara.

A diferencia de Lucian, no estaba en su mejor momento. Estaba muy triste por toda la situación que había vivido en los últimos días y aunque se enfocaba en sus estudios, en el negocio y en la oclumancia para no pensar tanto en eso, irremediablemente sus pensamientos siempre volvían a esa tarde en particular, y a las consecuencias de eso. Sentía que Jesse jamás iba a perdonarla y de hecho, también sentía que tenía razón en no hacerlo aunque a veces, enojada, pensaba que no tenía ningún derecho, que él había hecho lo mismo, de formas peores, con más personas, y que aún así ella lo había perdonado. ¿O no?.

El punto era que no tenía con quién hablarlo. No quería causarle ningún problema a Harley, ni ninguna preocupación, y por eso ante ella fingía estar perfectamente bien, no se lo podía decir a Zelda porque...pues no, ni a Werther porque solamente le diría que era una idiota. No tenía a nadie con quién desahogarse, y eran momentos en los que, irónicamente, se sentía tremendamente sola, a pesar de que pareciera que tenía muchas personas con las que contar.

Aquél día, después de clases, había quedado con algunas chicas de la fraternidad para organizarle una fiesta sorpresa a Sophie Stoner, una compañera que era muy querida entre las hermanas EAC, así que solamente terminaba de ponerse de acuerdo con algunos compañeros de un equipo de investigación, cuando escuchó una voz muy familiar gritar su nombre con acento fingido, y luego un toque en su hombro.

Justo cuando se giraba, sintió el abrazo de loco de Lucian, con el que las cosas habían terminado bastante frías.

-Suéltame, suéltame, estás demente, maldito.

Le dijo frunciendo el ceño y fingiendo que se quería deshacer de su abrazo, pero en realidad terminó cediendo y solamente apretó sus brazos en señal de regresarle el gesto de cariño. Lucian siempre le había hecho sentir que nunca estaba sola, y la sensación estaba ahí de nuevo, ella también lo necesitaba mucho.

Como adivinó, ella forcejó con su abrazo y terminó cediendo ante él, no sin antes decirle que la soltara, siendo un poco dramática, tanto que de verdad creyó que la estaba lastimando. Cuando al fin se calmó, se acercó mucho más a ella, colocando su cabeza en su hombro, dándole un ligero beso en la mejilla y luego poniéndose en frente de ella.

-Regresa conmigo, por favor, tu ausencia me está matando…- se hincó frente a ella, haciéndole de novio arrepentido con una sonrisa mordaz en el rostro. Vio que sujetaba algunos libros y se los retiró de los brazos. Había ocasiones en los que Lucian pecaba de ser bastante vintage con sus costumbres, una de ellas era cargarle los libros a la chica con la que estaba, no importaba de quién se tratase.

La miró a los ojos y notó algo raro, no supo bien que era, se levantó de donde estaba y le ofreció su brazo para caminar, la acompañaría a donde ella quisiera. Exhaló profundo y luego dirigió su vista hacia ella, se sentía muy bien, eso de reconciliarse con ella, si es que se le podía tomar como algo así, solo se habían dado tiempo para reorganizar sus ideas, en especial el animago que en ocasiones la cagaba tan duro que solo le quedaba lamentarse por la eternidad.

-Hey ¿qué pasa? Te noto rara ¿todo bien?- era una simple pregunta. Podía leer su expresión, algo no andaba bien y no era necesario conocerla a fondo para constatarlo, Mina podía ser muy trasparente, en cuanto a sus emociones se refería.

No pudo evitar soltar una risa al escuchar su “declaración” para que “volvieran” y lo miró con cariño mientras, como siempre, la hacía pasar un bochorno gigante que de cualquier manera encontraba adorable. Cuando se incorporó para tomar sus libros, Mina se los cedió su más porque ya conocía sus costumbres de caballero medieval y se afianzó a su brazo, recargando ligeramente su cabeza sobre su hombro unos cuantos segundos. Así de fácil habían olvidado los problemas y era lo único que importaba, aunque ahora se tomaba con mucha más cautela cuánto y cómo se acercaba a las persona, ya no quería lastimar a nadie.

-Sí, estoy bien.

Le contestó, aunque con Lucian nunca había fingido gran cosa, nunca había demostrado ser algo que no era, al menos no en cuanto a las cosas del corazón se trataba. Lo miró de reojo y luego respiró profundo y negó con la cabeza.

-Bueno, no estoy bien, me duele el corazón.

Le dijo, dramatizando la frase a propósito como para restarle importancia mediante una bromita de nada, aunque la sonrisa triste que le dibujó dejaba ver que no era broma en lo absoluto. Volvió a suspirar y luego se encogió de hombros.

-Pero yo misma me lo busqué. ¿Tú cómo estás? ¿Cuánto me extrañaste?

Preguntó, como queriendo restarle importancia a lo dicho anteriormente, soltando una especie de broma mientras apretaba más su brazo.

Ese "estoy bien" no lo convenció, para nada, notó el tono de voz que empleó para decirle y enseguida encendió su alarma. Lo que la chica dijo después, lejos de parecerle una simple broma, le pareció muy serio, de hecho, bastante serio. Afianzó su brazo con el propio mientras iniciaban una caminata por los pasillos, restarle importancia a los asuntos , esa era una práctica muy conocida del animago y entendía el concepto de tal acto: demeritar, disuadir o rebajar algo que estaba sumamente mal.

-Pues estoy mejor que antes, cabe admitir. te he extrañado el universo y dos costales, no puedo vivir sin ti, ¿qué no lo entiendes? te necesito en mi vida...-

él también podía dramatizar, pero cierto era que la había extrañado bastante. No quería hacer sentir mal a Mina preguntandole por qué le dolía el corazón pero si no lo hacía jamás se atrevería a contarle. Apostó por su mejor carta y la detuvo, tomándola de los hombros y sonriendole.

-¿qué tienes? ¿ a quién tengo que asesinar para que quites esa cara? ¿quieres contarme? o crees que por ser un macho sensual no podré escucharte cual dama?...-

ahí estaa otra vez la estupidez del animago que hacía bromas en los momentos menos oportunos, un rasgo que adquirió por la larga convivencia con los Rosebarg-Blue, pero que ahora no era digna de mención.

-Ya, dejando las bromas a un lado, apestas a tristeza, detesto verte así

Al escuchar que la necesitaba en su vida, aunque fuera en ese tono de broma, se acercó más a él y apretó su frente contra su brazo en una especie de gesto cariñoso raro, justo antes de que él la tomara por los hombros y la detuviera para mirarla de frente. Sonrió a medias al escucharlo, y decirle que podía escucharla cuál dama, pero luego cambió el gesto; se mordió el labio dubitativa, dio un par de golpecitos en el suelo como si estuviera sopesando, nerviosa, sus opciones. Terminó soltando el aire, casi con resignación, y bajó la vista hacia sus zapatos segundos antes de volver a mirar a Lucian a la cara. 

-Está bien, te lo cuento, pero aquí no. 

Lo tomó del brazo para jalarlo. No quería empezar a platicar en los pasillos porque no quería que nadie escuchara. Lo llevó a un aula que en ese momento no estaba siendo ocupada -y no la ocuparían hasta el horario nocturno - y cerró la puerta tras de ella, fijándose que nadie rondara por ahí. 

Se recargó en el marco de la puerta y miró el lugar, dando rodeos a las cosas que de verdad debía decir, hasta que caminó hasta donde él estaba y se sentó en uno de los pupitres, llevándose las manos a la cabeza y alborotándose un poco el cabello. 

-Lo arruiné todo, Lucian. Y a lo grande. La verdad es que estaba viendo a Jesse desde...poco después de la fiesta Epsilon. Y estábamos replanteándonos las cosas, y estaba todo bien, solo que por eso no se lo decíamos a la gente. Y...nada, tuve unos asuntos que tratar con Marcellus, estuvo en mi departamento, discutimos, las cosas se pusieron raras y terminamos...no sé, en una situación en la que Jesse no debió vernos jamás. Y lo hizo, y ahora...siento que me odia y...no sé, no sé por qué hago estas cosas. 

Admitió dejando que su voz se ahogara mientras metía el rostro en el hueco que había quedado entre sus brazos cruzados. Ya estaba, la verdad dicha a medias pero su tristeza visible, era por todo eso.

Sonrió de medio lado al escuchar que le contaría aquello que la tenía tan triste. No imaginó que fuera tan serio, por que hasta lo llevó a un aula vacía, seguramente para que nadie los escuchara. ¿Tan serio era? Arrugó el gesto, extrañado y se cruzó de brazos para ponerle toda la atención posible. Ni siquiera se le hubiera cruzado por la cabeza que ella estuviera envuelta en líos con Marcellus y Jesse, otra vez. Todo era muy complicado.

-Qué misterio! pero está bien, ahora dime anda, ¿qué pasa?- dijo inquieto para luego recargarse en uno de los banquillos del aula. Imaginó que sería por Jesse por quién estuviera así, siempre había sido la causa de sus lágrimas, una vez más no haría gran diferencia, solo que ahora ese embrollo era en serio. Escuchó que hablaba rápido y le decía todo a medias, no quería ahondar mucho en eso que quería contarle.

-¿Las cosas se pusieron raras? ¿con Marcellus? ¿de que hablas? ¿qué tiene que ver él en todo esto? ¿Te vio follando con él? o algo así? - Sabía que Marcellus suspiraba por Mina, lo había visto un par de veces viendo a la nada con cara de idiota por ella, además de que en algunas de sus prácticas le había mencionado lo mucho que la quería. No tenía idea de que ella le correspondía de una bizarra y extraña forma.

Se acercó a ella, alejándose del banquillo y la abrazó, le partía el corazón verla así. No creyó que ese momento llegara, el momento en el que su relación con el idiota de Crawford se acercara tanto al fuego como para quemarlos a ambos.

-Yo tampoco sé por que las haces, linda pero debe haber una explicación ¿no es así?-

Se mordió el labio dándose cuenta de que sus verdades dichas a mellas, tenían repercusiones en las formas en que se entendía su situación. Negó con la cabeza y movió las manos como si quisiera hacer borrón y cuenta nueva. De cualquier manera se dejó abrazar y suspiró. No, no sabía cuál era la explicación, ni siquiera quería ahondar en ello, o quizá ya sabía la respuesta: era insegura. El daño que le había hecho la primera etapa de su relación con Jesse la había hecho así. Ahora sentía, a cada momento, que necesitaba reafirmarse, reafirmar lo que él sentía por ella, las formas en que le importaba o no le importaba.
 
-No estábamos follando, pero casi…o no sé. Nos dijimos muchas cosas bastante feas y él parecía…diferente. Me besó, nos besamos…y luego le dije que se fuera pero cuando de verdad lo iba a hacer, tuve que abrir mi bocota. Lo hice enojar otra vez, me llevó a la habitación, yo lo dejé…no sé…entonces llegó Jesse. Cuando Marcellus se fue le pedí perdón pero siento…las cosas ya nunca van a ser iguales, creo que lo perdí para siempre.
 
Seguían juntos pero las cosas ya no eran iguales, cuando se veían era frío, no se acercaba a ella y si lo hacía parecía siempre enojado, como si la odiara. A veces sentía que las cosas seguían iguales, que el amor seguía ahí, cuando se perdían el uno en el otro, pero después todo volvía a esa frialdad, y a esa desconfianza.
 
-Pero no es justo, Lucian. Yo lo perdoné, lo perdoné cuando él hizo lo mismo, y de peores formas. ¿Por qué no lo puede dejar pasar?
 
Se llevó las manos a la cabeza y volvió a negar. No sabía cómo arreglar ese desaguisado, y ya no quería seguir lastimando a la gente.
 

-No sé qué hacer.

Cuando Mina comenzó a explicarle -más o menos- que era lo que había pasado, pensó que todo el tiempo se había tratado de Jesse, aunque supiera que justamente haya sido al revés. Era la costumbre que imperaba en el animago, siempre había sido Jesse el hijo de puta que terminaba lastimando a Mina de una forma u otra y siempre se había calmado la ganas de partirle la cara. Luego recapacitó y suspiró profundamente tratando de encontrarle el sentido a todo aquello. Según sabía, Mina y su amigo ya habían dejado las cosas bastantes claras desde el día de la fiesta epsilón pero jamás pensó que hubieran terminado así de mal.

-Marcellus no es una persona conflictiva Mina, es una persona que antepone su mente de sus emociones, si se enfadó fue por algo serio...- Conocía a Marcellus desde hacía ya algún tiempo y sabía que era un tipo tranquilo que no le gustaba meterse en problemas pero como todos los de su familia, tenía algo oscuro, algo turbio dentro de sí que era mejor no saber.

-Entonces ¿te vengaste de él mediante Marcellus? le hiciste pagar con la misma moneda todas las humillaciones que te hizo, es la única explicación que le encuentro- Quizá estaba siendo muy vago con esa afirmación, no tenía ni idea de que tan profunda era su relación con el presidente Delta, ni tampoco que era lo que realmente pasó con su amigo.

-No, no es justo, jamás lo es, Mina. No sé por que no lo puede dejar pasar, lo que sí te puedo decir es que no se debe estar a la defensiva con la pareja, pedir retribución siempre. Sí el es un imbécil que se folla a cuanta puta quiere, no tienes por qué hacer lo mismo, no te hace mejor que él, al contrario, te pone su mismo nivel de miseria....- Se calló durante un momento para sopesar lo que le estaba diciendo. Quizá estaba siendo muy duro con ella, cuando lo que debería de estar haciendo era brindandole todo el apoyo que necesitaba sin cuestionarse nada.

-No puedo hacer que Crawford te perdone y de verdad no quiero que lo haga. Se han hecho mucho daño ya los dos y pienso que es mejor así, lo siento Mina pero no soporto que estés con el corazón roto siempre que a Crawford se le de la gana hacerse el digno, aunque ahora tenga el derecho de ponerse así.-

Fue escuchando las palabras de Lucian pero así, visceral como era, le pareció que en vez de ayudarla la estaba regañando, ¿qué Marcellus no era una persona conflictiva? Claro, ya decía el dicho que echaras fama y te echaras a dormir. Frunció el ceño cuando lo justificó, no porque no fuera cierto que las cosas se les habían salido de las manos a los dos, sino por la manera en que lo decía, casi asegurando que él era un santo y que ella era una Jezabel de lo peor, y que obviamente, ella lo había orillado a eso.

Frunció el ceño todavía más cuando le dijo que si se había vengado de Jesse mediante Marcellus, como si aquello hubiera sido un juego, o como si ella lo hubiera hecho a consciencia cuando lo cierto era que simplemente no había sabido manejar sus sentimientos, ni su razonamiento.

Y la peor parte fue cuando se refirió a Jesse como un imbécil, y hablaba de niveles de miseria. Apretó los labios y se acomodó el cabello. Se limpió un par de lágrimas fantasmas que en realidad no habían llegado a salir, ni siquiera alcanzó a escuchar bien el final de sus palabras, porque le decía todo con aquello de que no quería que Jesse la perdonara.

-No sabes nada, no tienes idea.

De nada. Ni Marcellus era un santo, ni Jesse era un imbécil. Había cometido muchos errores en el pasado pero los había arreglado, se había redimido, se había vuelto mejor persona en muchos sentidos y era ella la que lo había arruinado, sí, pero tampoco había sido solo una tontería de vengarse de él, no había sido como cuando había buscado a Billy a propósito para saciar ese odio que le quemaba las entrañas.

Se levantó casi de golpe, acomodándose el vestido para ir hacia la puerta.

-Creo que esto fue un error, olvídalo. ¿sabes? En parte tienes razón, si no me perdona será buen momento de hacer borrón y cuenta nueva, para los dos.

Claro que le habían molestado sus palabras, Lucian tenía un tino magnífico para hacer enfadar a las personas con su nula capacidad de entendimiento. Debías explicarle la situación con pelos y señales para que lograra comprender del todo. Si Mina le decía las verdades a medias, ¿cómo pretendía querer que la comprendiera si solo le decía parte del asunto? Por que eso era a su parecer lo que estaba haciendo, diciéndole solamente la parte en la que ella es la víctima, necesitaría hablar con Marcellus luego para poder hacer un juicio prudente pero por el momento, Mina necesitaba más su apoyo que otra cosa.

-Exactamente! no sé nada, no tengo idea de nada y menos la voy a tener si no me explicas qué coño está pasando!  espetó el animago bastante confundido. -Mina, por favor dime qué está sucediendo, quiero ayudarte, comprenderte, brindarte apoyo pero siento que me estás escondiendo parte de la verdad…- Lucian gustaba de ser imparcial cuando había conflicto, mucho más si las partes afectadas eran gente querida para él. Mina era una de las personas que más quería en el mundo, la conocía bien, sabía que podía ser muy caprichosa y volátil.

Marcellus por su parte tampoco era una perita en dulce, el hecho de que fuera un tipo tranquilo no quitaba el hecho de que era demasiado emocional y por ende irracional a veces, quizá no tanto como él, que jamás medía sus palabras pero algo de eso tenía. A Jesse siempre lo había considerado un parásito, antes y durante su relación con ella, la cuestión era que siempre había respetado su relación y no había movido ni un dedo para abrirle los ojos cuando la engañaba, por que sentía que era una invasión a su privacidad.

-¿un error? ¿Por qué?...¿por que no te digo lo que quieres escuchar? Mina, soy tu amigo, no tu alcahuete… la miró fijamente y caminó hacia la puerta para evitar que se fuera. Hablarían de una vez por todas de aquello que les afectaba a ambos -¿Por qué carajos todas nuestras conversaciones deben terminar en discusión? Admito mi parte de culpa, que a veces soy más bestia que nada…- le tomó de la mano e hizo que lo mirara -No te atrevas a irte así por favor, ya estoy cansado de toda esta mierda, te quiero y no quiero perder tu amistad pero siento que me ocultas cosas, me dices verdades a medias y aún así intento entenderte por que aborrezco verte sufrir-

Nadie dijo que las reconciliaciones fueran precisamente sencillas. Estaba dolida por las palabras de Lucian, por los juicios que hacía sobre Jesse y por supuesto, por los obvios juicios que hacía sobre ella, porque quedaba claro que ahí la única víctima, a ojos del Alpha, era Marcellus.

-No te estoy escondiendo nada, eso fue lo que pasó. Estaba con Marcellus, discutimos, de alguna forma terminamos besándonos y Jesse nos encontró en una posición comprometedora cuando supuestamente yo estaba arreglando las cosas con él. Y ahora me odia, eso fue lo que pasó.

Obviamente no le iba a hablar de la oclumancia, ni de todas las demás cosas, estaba contando solo la superficie porque eso era lo único que quería y podía desahogar, y dudaba que Lucian fuera a hacer un chisme de ello.

-¿Crees que te cuento esto para que me digas lo que quiero escuchar? Qué poco me conoces. Estaba buscando desahogarme y un consejo, pero si lo único que tienes para decir es que Jesse es una mierda, Marcellus una víctima de las circunstancias y yo soy una perra, entonces esto no tiene mucho sentido, ¿no?.

Le espetó y luego negó con la cabeza, ella tampoco quería ya enojarse con Lucian, pero no se lo ponía nada fácil. Lo miró a los ojos y aunque había suavizado la mirada como acto reflejo al verlo, seguía molesta y se le notaba bastante. No entendía cómo Lucian le decía que no quería verla sufrir si al buscar apoyo le decía palabras tan hirientes.

-No te oculto nada, ya te dije lo que pasó. No hay una gran historia detrás de todo esto, simplemente pasó y ya.

Bajó la mirada realmente dolido por toda esa situación, ahora más que nunca afirmaba que le había algo que seguía escondiéndole. No fue su intención eximir a Marcellus de toda culpa ni tampoco hacerla sentir como si ella fuese una perra desconsiderada, era la fuente de los hechos lo que lo confundía más. Si ella estaba resolviendo las cosas con Jesse ¿Por qué besaría a Marcellus?

Había pocas veces en las que Lucian se sentía impotente, esa era una de ellas. Mina no lo consideraba lo suficientemente confiable como para guardar sus secretos sean los que fueran, eso significaba que ese vínculo de confianza estaba siendo roído, carcomido desde sus adentros y ni cuenta se habían dado.

Negó con la cabeza, repitiéndose las palabras de la animaga, “Y ahora me odia, eso fue lo que pasó”, desde un punto de vista parcial hacia ella, Jesse debería perdonarla sin cuestionarse, ella lo había hecho un sinfín de veces y no solo por besarse con una de sus putas, si no por que también el cabrón se las follaba como nunca.

-Eso es lo que me está jodiendo, Mina. La última vez que nos vimos te dije que ya casi no te conocía y me cuece las bolas pensar que es cierto, no sé quién es esta persona frente a mí…- Todos cambiaban, unos en menor medida, otros en más, lo cierto era que había ocasiones en las que esas diferencias eran tan profundas, tan marcadas que casi podrían ser incompatibles con las de alguien más. No quiso seguir tocado la herida que había provocado en Mina y prefirió mejor acceder y darle por su lado, no se iba a enfadar con ella, era lo único genuino que el animago tenía, no en plan de ligue ni nada por el estilo, era su hermana y la adoraba, él era el que tenía que doblar las manos y aceptarla, eso o perderla.

-Perdóname por no ser un buen confidente, querías que te escucharan y lo único que hice fue juzgar, no es justo para ti ni para nadie, soy un completo imbécil...- Se volteó para dejarse caer en el suelo, tapando la puerta, sujetando la perilla con una de sus manos. Estaba muy dolido, se podía ver en la forma en la que hablaba y mirada todo a su alrededor.

Le fastidiaba que le dijera que había cambiado, que no la conocía. Esencialmente seguía siendo la misma, solo que con tacones, y con la libertad en las venas de hacer lo que le viniera en gana luego de muchos años de que le fuera negado, o más bien, de que ella misma se pusiera barreras por estar solo a merced de una persona que no le había correspondido igual. En ese sentido sí, había cambiado, se había vuelto más consciente de ella misma y de sus alcances, pero no veía razón para pensar que era una pérdida terrible haber dejado a la Mina de antaño atrás, a la chiquilla que solo quería ser rebelde porque sí, que no tenía objetivos, que vivía el día a día sin preocupaciones reales, en una auténtica burbuja mientras fingía –solo fingía- que iba a contracorriente. Ahora era distinto.

-¿Qué es lo que no sabes? ¿Qué es lo que según tú cambió tanto? No lo entiendo.

Le dijo sin comprenderlo de verdad. No sabía a qué se refería Lucian y le molestaba sobremanera que se la pasara repitiendo lo mismo sin darle ninguna justificación clara del por qué lo pensaba así. Usar lápiz labial no te hacía una persona diferente, ante el mundo seguía siendo la misma; siempre había sido igual de caprichosa, de altanera, de impaciente. A lo siguiente no le contestó, pero sí le molestaba que la hubiera juzgado de ese modo, era como si ella le hubiera dicho, cuando lo de Amelia, que él era un patán desconsiderado y Amelia una virgen.

-Ya, da lo mismo. Eso sucedió y lo hecho, hecho está, ni modo.

Declaró sin sentir compasión por la actitud que Lucian mostraba y en vez de eso le dio la espalda y volvió a sentarse en uno de los pupitres. Se sentía extraña, y no sabía cómo recuperar la confianza hacia Lucian, lo había intentado confesándole todo eso, pero en ese instante simplemente no supo qué pensar, quizá toda esa relación ya era irreparable, especialmente porque Lucian parecía aferrarse al argumento de que ella ya no era la misma.