Recuerdos

Tiempo había pasado desde que vio por última vez a su buen amigo (si es que aún podía decirle así) de Adrien. 
Desde aquel incidente en el sótano, hace ya bastante tiempo las cosas no habían sido iguales entre ellos. ¿Dónde habían quedado aquellos años en Salem? También aquellos años cuando apenas eran unos críos y no hacían más que jugar sin preocuparse por todo lo que ahora parecía querer quitarles el sueño constantemente. Tal vez aquellos pensamientos eran demasiado "cursis" para el joven Bloodworth, pero ese joven era el único al que podía considerar un amigo de verdad y sin él no tenía nadie más con quien hablar, aunque no hablara mucho de su vida con nadie. 


Esa mañana, después de volver a postularse como presidente de la fraternidad, después de que su viejo amigo la dejara por motivos que ni siquiera él conocía, se fue a su habitación para pensar en todo lo que llevaba cargando desde hacía meses y que no había tenido a nadie con quien hablarlo. Primero estaba su madre, con sus múltiples pedidos y requisitos para no "defraudar" a la familia. Veía a la mujer dos veces al año pero siempre encontraba la manera de frustrar al joven al punto de querer lanzar avadas a diestra y siniestra. Por otro lado estaba Ion y su estúpido compromiso el cual no había podido romper aún después de su intervención. No quería que la joven se casara con alguien a quien no amara y que estuviera atada a él por siempre solo porque sus padres querían mantener cierto status. Y ahora estaba Adrien, desde que había cambiado las cosas no habían sido sencillas para ninguno, Alex se preocupaba por él y, aunque a su amigo parecía importarle una mierda, seguro que también le preocupaba aunque fuera un poco. 

Después de darle vuelta a esos y otros asuntos en su cabeza, se puso en pie para ir a completar alguna de esas tareas. Justo cuando abrió la puerta de su habitación se topó con nada más y nada menos que aquel joven que pensaba ir a buscar. Sonrió de medio lado y enarcó una ceja al verlo sin que él notara su presencia, o al menos eso creyó el rubio. 
-¿Acaso ahora ni un simple "Hola"? -preguntó el joven recargándose en el marco de la puerta mientras miraba a su compañero de fraternidad tratando de entrar en la propia, o tal vez saliendo, quien sabe. -No me digas que sólo porque era presidente me hablabas -dijo fingiendo dolor en el pecho y negando con la cabeza dramáticamente- Volveré a serlo sólo para que me honres con tus palabras, apreciable Adrien.