Thinking Out Loud - Aidan

Hacía mucho tiempo que no hacia algo como eso: Entrar a escondidas a la casa Alpha o específicamente al cuarto de Aidan. Ya tenía practica porque lo hacía desde que tenía memoria, de hecho curiosamente era con el único que hacia eso, ni siquiera cuando fue novia de Jude o Tyler se tenía que escabullir de esa manera, es que lo suyo con Aidan era completamente diferente, no había nada romántico entre ellos, solo una gran y larga amistad que había perdurado por años y años, más que cualquier amorío o noviazgo, él era mucho más.  

Sabía que Aidan estaba saliendo con alguien, esa rubia de las TPA que se llamaba Amber, se le revolvía el estomago cada vez que los veía juntos. Creía en su interior que era porque no se veían felices, pero bueno, en realidad habían sido pocas las veces en su vida que Cherry había visto feliz a Aidan con alguien y, en aquel entonces, el sentimiento era peor que verlo triste.  No lo comprendía.

Esperaba que Amber no estuviera con él, habría sido un poco extraño, afortunadamente cuando abrió la ventana para entrar se dio cuenta que estaba solo, tirado sobre la cama, dormido.  Era muy de madrugada cuando la idea de ir a visitarlo no se le quitó de la cabeza.  Cherry simplemente se metió entre las sabanas y se acostó a su lado, como siempre hacían y como siempre pasaba entre ellos.  Le gustaba la calidez de sus brazos, cuando él estaba ahí sentía que todo en el mundo podía estar bien o irse al carajo, no le importaban.

¿Has visto ese arbusto extraño que estaba en la entrada?  Ya lo quitaron… - Le murmuró, luego empezó a molestarlo jalándole las mejillas. No iba a dejarlo dormir.

¿Ya me vas a hacer un poco de espacio en tu vida?  Lo necesito.

Estaba en la novena nube cuando un intruso se escurrió en su cama. Por lo general, de pequeño Aidan había sido un niño que dormía profunda y sonoramente. Desparramado en todo el colchón, babeando la almohada y hasta balbuceando incoherencias. Poco había quedado de ese pequeño. El entrenamiento de auror le había aligerado el sueño a niveles que lo molestaban en demasía. Extrañaba ser una roca a la que nadie podía levantar. Ahora solo podía dormir como tronco cuando terminaba drogado en la enfermería. Cualquier perturbación por la noche le significaba al inglés saltar de la cama sobresaltado. Pero no fue así en aquella ocasión. Algo en sus instintos más primitivos le permitieron reconocer a la presencia de su mejor amiga. Soltó un gruñido bajo y se llevó una mano al enmarañado cabello cobrizo que se tornó negro al instante.

El dolor punzante en las mejillas le impidió volver a descansar. –Cherry, basta… ngh… -Se volteó bruscamente, envolviendo el cuerpo de Blue con un brazo y apoyando la mitad de su cuerpo contra el de la chica. Aún estaba parcialmente dormido y con el cerebro a medio funcionar. ¿Qué si había entendido lo que le había preguntado?

Que va, ni si quiera había retenido lo que le había dicho.

Con la nariz pegada a la piel del cuello de la muchacha inspiró lentamente, relajado y como quien quiere volver a los brazos de Morfeo. Oculto entre el jabón de fresas, el shampoo de coco y el perfume de Chanel se encontró con aquel aroma familiar que solo ella tenía. Olía a su propio hogar, a un recuerdo lejano e infinito, olía a amortentia y todo lo que no podía descifrar pero que intuía en lo más profundo de su inconsciente desatado. Era una lástima que cuando despertaba su consciencia reprimía todo eso que sabía tan bien mientras no estaba en el estado de vigilia.

El sentimiento que tenía en su pecho cuando estaba de esa manera con Aidan era confuso para ella, pero se sentía bien. Por una parte sentía que no tenía que esforzarse por nada, todo encajaba perfecto, ella podía ser quién era sin más preocupación y él también. No era como los otros chicos donde Cherry se obligaba a pensar que era el chico perfecto con el cual podría pasar su vida, Aidan era el chico perfecto que iba a pasar el resto de su vida con ella, lo sabía con certeza, no tenía si quiera que esforzarse en imaginarlo. Claro que no pensaba en Aidan como el amor de su vida, era su mejor amigo, la única pieza del rompecabezas que encajaba perfectamente con ella, lo quería mucho más que a cualquier persona y por eso jamás se iba a permitir pensar en él de otra manera, ni siquiera cuando estaba ahí viéndose encantador simplemente soñando.

Soltó una risa cuando sintió que Aidan la abrazaba y se quedó unos segundos en silencio solamente recargando su cabeza contra el pecho del Alpha, escuchando su corazón latir. Ese lugar se sentía bien, le daba una inmensa nostalgia estar así con él, como cuando eran niños. ¿Cuánto tiempo más podría hacer eso antes de que alguna mujer llegara a arrebatárselo? ¿Cuánto tiempo en verdad? Sentía que podía llorar solo de pensarlo así que simplemente se acomodó entre sus brazos y se giró para ver su rostro, cara a cara, frente a frente.

Sé que puedes escucharme – Estaba susurrando ahora, movió ligeramente y con cuidado su brazo para quitarle un mechón de cabello del rostro. – No vuelvas a dejarme, pase meses horribles sin ti.

Sabía que no estaba escuchándola, no sabía por qué pero instintivamente su corazón comenzó a latir con más fuerza, como si quisiera salir corriendo por su garganta. Por alguna razón fuera de su comprensión le pasó por la mente que sería llegar a besar a Aidan, lo había visto crecer prácticamente y en realidad lo había visto besar a muchas chicas en el transcurso de todos esos años. Sus labios iban acercándose a él con los ojos cerrados, en realidad no tenía que hacer un movimiento largo por que estaban cerca, pero dudaba en verdad.

Aww despierta! … - No pudo hacerlo, terminó alejando su rostro de él y como un desahogo tomó una de las almohadas que tenía y se la puso sobre el rostro, así como queriendo matarlo.
¿Estás despierto ahora Lancaster? ¿Hum?

La voz de Cherry lo acunaba con dulzura. No sabía por qué estaba la rubia con él en aquellos momentos, pero tampoco se lo cuestionaba. No en su estado, donde las palabras eran ecos lejanos y la comodidad lo llevaba rápidamente al oscuro descanso. La respiración acompasada, la calidez cercana del cuerpo vecino, la penumbra íntima del cuarto y el aliento suave rozando su boca… El grito repentino y el firme almohadonaso contra la cara.

Dio un manotazo, se empujó con el otro brazo y en un segundo estaba sentado en la cama con los ojos abiertos de par en par. -¡Ya me desperté! –La reacción había sido inmediata, intuitiva. Cada fibra de su ser moviéndose por la supervivencia. Su cabeza se giró para ver a su mejor amiga, la inocente épsilon que ocultaba una poderosa fuerza asesina. Se aferró al arma con la que lo había atacado y se la lanzó de revés. –¿Qué haces aquí? –Soltó un suspiro y se frotó los ojos con los puños. La observó con el entrecejo fruncido, debatiéndose si vengarse ahora o más tarde.

Su semblante se suavizó en un instante y el silencio reinó en el ambiente. Era surreal tenerla ahí, en su habitación, luego de tantos meses sin su presencia. Como si nada hubiese cambiado. Como si todo fuera igual a cuando eran niños. Cuando ambos sabían que ese no era el caso, pero aún así se empeñaban en mantener esa bonita ilusión de un mundo perfecto que solo les pertenecía a ambos. Sus ojos se quedaron encadenados en la figura que tenía al frente, fijos en los detalles más pequeños que se sabía de memoria. Con un suspiro volvió a acomodarse en el colchón.

Si tenía que ser sincero consigo mismo, casi sin planearlo la había estado evitando en las semanas que siguieron a su regreso de Reino Unido. No tenía idea de cuál era la razón, o más bien no estaba preparado para admitirlo. Así y todo su noviazgo con Amber había sido la excusa perfecta para excusar su conducta. Más salidas a la playa de las que podía contar, citas y otras actividades lo habían mantenido ocupado. Suponía que ella estaba igual. Hacía un tiempo que no tenía noticias suyas. Hasta donde él sabía por una de las cartas que se habían intercambiado, estaba manteniendo una relación con Aterberry. Eso y ser la presidenta de Epsilon debían haberla mantenido atareada.

Con el brazo debajo de su cabeza observó el aburrido cielo raso. En su mente rememoraba el cuarto de Cherry, donde alguna vez habían apuntado estrellas mágicas que James Blue había encantado en el techo. Innumerables ocasiones se las habían pasado inventando predicciones del futuro que les aguardaba para cuando crecieran. Un futuro donde siempre, sin importar nada, estaban juntos. Mejores amigos para siempre. Esa, se recordó, todavía era una promesa que debía empeñarse en mantener. –Adivino… -Dijo en un susurro, juntando sus cabezas. –Nos aguarda una larga conversación toda la madrugada… ¿Problemas con Frederick?

¿Por qué las cosas no eran como antes? Se lo había preguntado muchas veces. Cherry había aprendido a estar lejos de Aidan, cuando ella se fue a Inglaterra y todo eso, sin embargo esta ultima vez, cuando él se había ido siguiendo a esa chica Lovecraft, todo había sido diferente. Sí, ella había comenzado una relación con Frederick y debía sentirse feliz por ello, pero no era feliz. Constantemente se preguntaba como estaría Aidan, si realmente era feliz con esa chica, si en algún momento pensaría en formalizar con ella. Esa idea le había venido rondando desde tiempo, en algún momento de sus vidas Aidan estaría con otra chica, formaría una familia con ella y Cherry seguiría ahí como mera espectadora, viendo como alguien más le arrebataba al único hombre con el que podía sentirse feliz de verdad. Pero esos pensamientos solamente eran pensamientos vacios, sin nada concreto. Él era su amigo, su mejor amigo y lo quería más que a nada en el mundo.

Se hizo un poco hacia una de las orillas de la cama cuando él se levantó de esa manera, le causo ternura ver el cabello de Aidan despeinado y su rostro soñoliento, tuvo que contener una pequeña risa por que luego él iba ahí atacándola de vuelta con la almohada que afortunadamente atrapo en sus manos.

No se había dado cuenta que Aidan estaba evitándola, de hecho pensó correctamente que después del fracaso amoroso con Odette quería conocer más chicas, salir con más personas. Si bien hablaban era de cosas triviales y todo eso. Si recordaba haberle dicho que estaba saliendo con otro Nu, pero como era Aidan seguramente no la había escuchado (o querido escuchar).

Bueno, al parecer la única manera en la que puedo verte es entrando a robar a tu dormitorio. No fuiste al cine cuando te invité, tampoco a la playa, tampoco al café ni al centro comercial. Tampoco a mi casa ese fin de semana. – Estaba utilizando sus manos para contabilizar todo, no recordaba si Aidan le había dado alguna excusa o no anteriormente, pero ahora lo decía ahí como recriminándoselo. – Entiendo que Amber te tenga ocupado, pero ¿Tienes más vida, sabes?

Odiaba a Amber, la odiaba mucho porque de alguna manera quería pensar que era por ella que Aidan no la veía y extrañaba a su mejor amigo sobre todo. Abrazó la almohada de manera inconsciente por que tenía el olor de Aidan, no había querido sonar como una celosa cualquiera.

Siguió a Aidan con la mirada al verlo acostarse nuevamente, le dolía un poco el corazón, sentía que ya no era importante para él. ¿Siempre había sido así? Tal vez solamente necesitaba recordarle que le importaba.

Apretó los labios con fuerza cuando él mencionó a Frederick y se abrazó con más fuerza a la almohada. Sin saber por qué sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas.

Terminé con Frederick antes de que el semestre terminara, pensé que te lo había dicho. Estuve saliendo con otro sujeto pero tampoco me quiso ¿de acuerdo? No quiero hablar de eso. - Ni quería ponerse a llorar, pero ya lo estaba haciendo. Se sentó en la cama dándole la espalda a Aidan y limpiándose pequeñas lagrimitas que habían salido. - Solo quería saber si estabas bien, es todo.