I'm back
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Re: I'm back
— ¡Woah!
Se puso de pie innecesariamente cuando vio el tremendo madrazo que Zelda le prominaba a Jesse, justo en la boca. A punto de intervenir, vio que Jesse sonreía casi con sorna, lo cual significaba que… hasta cierto punto, él tenía bajo control la situación. Volvió a tomar asiento aunque no le despegó el ojo a Zelda.
En un momento, Jordan supo que entre Jesse y Zelda había roces personales. Seguramente compartían historia que ahora les impedía ver las cosas de forma objetiva y ni ella ni Sapphire estaban en posición de intervenir. Por pura lógica y coherencia, la anglo-rusa dejó que las circunstancias fluyeran. Y si bien se mantuvo silenciosa, su mente no vagó lejos, muy por el contrario, permaneció en su lugar escuchando la discusión como el árbitro de Quidditch durante un juego. Su té ya se había enfriado, estaba helado y sólo por ocuparse en algo mientras escuchaba, le dio sorbos pequeños al líquido aunque le supiera a meados de borracho. Odiaba el té frío cuando no era así intencionalmente. Tragó dificultosamente. Dentro de su mente trató de hacer una especie de análisis FODA de todo lo que hablaban Jesse y Zelda.
En parte, Zelda tenía razón y en parte, su presidente de fraternidad también. Tanto ella tenía la libertad como para reclamar que no la estuviesen aceptando porque, a todas luces, Delta era una fraternidad que no discriminaba y aceptaba a todo aquél sin importar su procedencia. No obstante, era también cierto que con la situación bélica y social que reinaba en la fraternidad, tampoco podían darse el lujo de cobijar a una Immëndorff con el currículum que se cargaban algunos. Jesse estaba claramente calándola, midiendo de qué agua provenía la muchacha, lo cual, era muy sensato a su parecer. Los discursos continuaron y Jordan no abrió el pico ni una sola vez, ni siquiera para sustentar lo que Jesse decía. No sino hasta que salió lo del juramento a flote. Miró a él y luego a ella, para ver si había un atisbo de duda en su cuerpo. Al parecer, la Immëndorff estaba demasiado segura de sí misma. Sus ojos viraron momentáneamente a Sapphire, luego, resignada, se levantó de su sillón, rodeó la mesa y caminó hacia el par que ya se sujetaba de los antebrazos.
— Sí, sí. Qué bonito. Nada más faltan los arreglos florales y las arras — bromeó mientras se colocaba al lado de ambos — Sólo una cosa, Zelda, no vuelvas a abrirle la boca a Jesse, por favor, suficiente tenemos con los que le quieren volar la cabeza como para que tú también quieras deformarle la cara — dijo sacando la varita — Ya que dejamos de jugar a ver quién tiene la casa más grande… — movió la mano y de la punta de la varita salió un filamento que brillaba tenuemente, blancuzco y ligero que se fue a enredar en las manos entrelazadas de Zelda y Jesse — Zelda, ¿juras ser fiel a las intenciones de esta fraternidad y sus miembros, estando consciente de todo lo que conlleva y jamás revelarás información alguna a absolutamente nadie a menos que Jesse decida lo contrario? Si haces lo opuesto, caerás fulminada en el momento que reveles lo más mínimo — finalizó mirando a ambos por turnos mientras aguardaba la respuesta de la chica o que Jesse agregara algo que ella hubiese pasado por alto.
Se puso de pie innecesariamente cuando vio el tremendo madrazo que Zelda le prominaba a Jesse, justo en la boca. A punto de intervenir, vio que Jesse sonreía casi con sorna, lo cual significaba que… hasta cierto punto, él tenía bajo control la situación. Volvió a tomar asiento aunque no le despegó el ojo a Zelda.
En un momento, Jordan supo que entre Jesse y Zelda había roces personales. Seguramente compartían historia que ahora les impedía ver las cosas de forma objetiva y ni ella ni Sapphire estaban en posición de intervenir. Por pura lógica y coherencia, la anglo-rusa dejó que las circunstancias fluyeran. Y si bien se mantuvo silenciosa, su mente no vagó lejos, muy por el contrario, permaneció en su lugar escuchando la discusión como el árbitro de Quidditch durante un juego. Su té ya se había enfriado, estaba helado y sólo por ocuparse en algo mientras escuchaba, le dio sorbos pequeños al líquido aunque le supiera a meados de borracho. Odiaba el té frío cuando no era así intencionalmente. Tragó dificultosamente. Dentro de su mente trató de hacer una especie de análisis FODA de todo lo que hablaban Jesse y Zelda.
En parte, Zelda tenía razón y en parte, su presidente de fraternidad también. Tanto ella tenía la libertad como para reclamar que no la estuviesen aceptando porque, a todas luces, Delta era una fraternidad que no discriminaba y aceptaba a todo aquél sin importar su procedencia. No obstante, era también cierto que con la situación bélica y social que reinaba en la fraternidad, tampoco podían darse el lujo de cobijar a una Immëndorff con el currículum que se cargaban algunos. Jesse estaba claramente calándola, midiendo de qué agua provenía la muchacha, lo cual, era muy sensato a su parecer. Los discursos continuaron y Jordan no abrió el pico ni una sola vez, ni siquiera para sustentar lo que Jesse decía. No sino hasta que salió lo del juramento a flote. Miró a él y luego a ella, para ver si había un atisbo de duda en su cuerpo. Al parecer, la Immëndorff estaba demasiado segura de sí misma. Sus ojos viraron momentáneamente a Sapphire, luego, resignada, se levantó de su sillón, rodeó la mesa y caminó hacia el par que ya se sujetaba de los antebrazos.
— Sí, sí. Qué bonito. Nada más faltan los arreglos florales y las arras — bromeó mientras se colocaba al lado de ambos — Sólo una cosa, Zelda, no vuelvas a abrirle la boca a Jesse, por favor, suficiente tenemos con los que le quieren volar la cabeza como para que tú también quieras deformarle la cara — dijo sacando la varita — Ya que dejamos de jugar a ver quién tiene la casa más grande… — movió la mano y de la punta de la varita salió un filamento que brillaba tenuemente, blancuzco y ligero que se fue a enredar en las manos entrelazadas de Zelda y Jesse — Zelda, ¿juras ser fiel a las intenciones de esta fraternidad y sus miembros, estando consciente de todo lo que conlleva y jamás revelarás información alguna a absolutamente nadie a menos que Jesse decida lo contrario? Si haces lo opuesto, caerás fulminada en el momento que reveles lo más mínimo — finalizó mirando a ambos por turnos mientras aguardaba la respuesta de la chica o que Jesse agregara algo que ella hubiese pasado por alto.
- Jordan F. Mayer
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Re: I'm back
Ver el rostro de Zelda llevaba a mi mente a otros tiempos, unos que en realidad no eran tan lejanos, pero que parecían haber sucedido hace una eternidad. Era jodidamente curioso pensar en las cosas que en ese entonces parecían tener toda la importancia del mundo y ahora, en perspectiva, no parecían ser más que simples idioteces estudiantiles. Pero a pesar de la lejanía de los pensamientos, tampoco podía decir que el Jesse de aquel entonces hubiera sido radicalmente distinto. Básicamente, seguía siendo el mismo idiota violento con más ímpetu que cerebro, con la diferencia de que ahora me sabía completamente mortal y perecedero.
Y fue ese breve momento en el que Zelda me hizo sonreír fugazmente, olvidándome por un segundo de lo que estábamos haciendo en ese preciso instante. El sabor ferroso de mi propia sangre me tiró de vuelta al presente, y mi gesto se endureció de nuevo al recibir aquel menudo brazo que en cuestión de segundos se nos uniría. Miré por un breve instante a Jordan y Sapphire, para que cualquiera de las dos tomara el papel de ejecutor. Fue Mayer la que se adelantó un paso y desenfundó la varita para emprender aquella tarea. Sin sorpresas…
-Si, Zelda. Acabas de restarle como 400 galeones a la recompensa por mi cabeza.- Terminé la broma de Jordan un instante antes de que de su varita saliera aquel destello rojillo que se envolvería en nuestros brazos, uniéndolos y creando de esa forma un vínculo que no había manera de romper más que con la misma muerte. Como dije, un juramento inquebrantable no era definitivo en forma práctica, pero llevaba consigo un significado incluso más importante que la utilidad en sí misma.
Intensifiqué el agarre mientras Jordan dictaba el juramento, observando nuestros brazos hasta que mis ojos tomaron el obvio camino hasta la propia mirada de Zelda Immëndorff. En pro de la justicia, así como se podía decir cualquier cosa acerca de las inclinaciones variables de un Immëndorff, también había que decir que una vez tenías a uno de ellos de tu lado, ya no había forma ni manera de que sucediera lo contrario, a menos de que fueras lo suficientemente idiota como para alejarlos.
-¿Qué dices, Zelda querida? ¿Cuántos años quieres vivir?
Y fue ese breve momento en el que Zelda me hizo sonreír fugazmente, olvidándome por un segundo de lo que estábamos haciendo en ese preciso instante. El sabor ferroso de mi propia sangre me tiró de vuelta al presente, y mi gesto se endureció de nuevo al recibir aquel menudo brazo que en cuestión de segundos se nos uniría. Miré por un breve instante a Jordan y Sapphire, para que cualquiera de las dos tomara el papel de ejecutor. Fue Mayer la que se adelantó un paso y desenfundó la varita para emprender aquella tarea. Sin sorpresas…
-Si, Zelda. Acabas de restarle como 400 galeones a la recompensa por mi cabeza.- Terminé la broma de Jordan un instante antes de que de su varita saliera aquel destello rojillo que se envolvería en nuestros brazos, uniéndolos y creando de esa forma un vínculo que no había manera de romper más que con la misma muerte. Como dije, un juramento inquebrantable no era definitivo en forma práctica, pero llevaba consigo un significado incluso más importante que la utilidad en sí misma.
Intensifiqué el agarre mientras Jordan dictaba el juramento, observando nuestros brazos hasta que mis ojos tomaron el obvio camino hasta la propia mirada de Zelda Immëndorff. En pro de la justicia, así como se podía decir cualquier cosa acerca de las inclinaciones variables de un Immëndorff, también había que decir que una vez tenías a uno de ellos de tu lado, ya no había forma ni manera de que sucediera lo contrario, a menos de que fueras lo suficientemente idiota como para alejarlos.
-¿Qué dices, Zelda querida? ¿Cuántos años quieres vivir?
- Jesse Crawford
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Re: I'm back
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- Kael L. Lovecraft
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