Dos noticias

Se mordió los labios solamente para no ser igual de terca y testaruda que él. Pero en verdad tenía muchas ganas de decirle que tampoco era culpa de Anne que Laise hubiera sido tan débil por no poder aceptar que su padre no quisiera formar una familia con ellos, y que Laise pudo haber elegido aprovechar la familia que tenía. Claro que en ese momento estaba proyectándose en Anne, pero eso daba lo mismo, dudaba mucho que la señora Den Adel hubiera querido “arruinarle la vida a su hija”, simplemente Laise había tomado decisiones y ya.

Pero se aguantó de decírselo, en parte porque no tenía caso y en parte porque tampoco era su intención lastimarlo. Sentía que desde que Laise había muerto, Lucian había decidido ponerla en un pedestal de inocencia y bondad, pero las cosas nunca eran completamente blancas o negras.

-No son así de sencillas las cosas. Claro que en un principio tuve alternativa, facilidad de elección. ¿No lo entiendes todavía, verdad? Yo fui la que orilló a Jesse a hacer esto. Yo fui la que lo animó, la que le dijo que el poder lo era todo, pero que tenía que estar en las manos adecuadas. Yo, Lucian, hice que matara por primera vez. Y lo hice para que se diera cuenta de que a veces los métodos no eran lo suficientemente eficientes si uno intentaba ser bueno. Yo lo llevé a esto y ahora no puedo dar marcha atrás, ni siquiera por esto. Es más, mucho menos por esto.

Y con esto se refería a los bebés que había ahora dentro de ella, porque se palmeó el vientre con insistencia. Apretó los labios, porque no recordaba haberle dicho jamás que ella había llevado a Jesse a convertirse en lo que era, que ella le había literalmente exigido que se volviera un asesino para seguir a su lado, por una parte, pero también para que nunca olvidara lo que era tener en las manos la vida de alguien y tomar decisiones extraordinarias. Y precisamente por eso le había dicho a Lucian que amarla siempre llevaba algo muy jodido consigo, Marcellus se lo había repetido hacía poco, “liberaste lo peor de mi”.

-¿Cómo le explicarías a tus hijos que tú misma hiciste que  su padre se convirtiera en alguien cuyo solo nombre podría ponerlos en peligro? ¿Cómo podrías darles una vida así solo por ser honesto? Ser honesto está sobrevalorado.

Y claro que había mucho cinismo en esa frase, pero también estaba siendo completamente honesta pues creía que en efecto, ser honestos no necesariamente era siempre una virtud.

-Acepté tu ayuda, ¿no es así? Más que nunca sé que no voy a poder sola.

Ojalá Mina tuviera las agallas de decirle lo que en realidad estaba pensando, sería una buena forma de despertar de una buena vez al animago que seguía creyendo en la eterna bondad de las personas, cuando le quedaba más que claro que siempre había malicia y segundas intenciones en su ser. Incluso él tenía un lado oculto, uno que nadie conocía. Mina había visto solo una mínima pizca de lo que Lucian podía llegar a ser. Claro que no eran sencillas las cosas, jamás las habían sido y en ningún momento pretendía que fueran de esa forma. Porque precisamente sabía lo complicada que era la vida en general, Lucian se había aferrado a la idea de encontrarle la simpleza a todo para no sobrepensar todo.
Escuchó atónito como ella decía que había orillado al presidente delta a matar. ¿Era tanto su deseo de poder? ¿Su ambición? Aunque no sabía que solo había sido por un venganza, por probarle a Jesse que si de verdad quería estar con ella, tenía que hacer sacrificios, como por ejemplo deshacerse de parte de su alma al asesinar a una persona. Ahora más que nunca se daba cuenta de que Mina era un ser completamente desconocido para él y aún así, le intrigaba muchísimo saber más, adentrarse a su mundo, no por el solo hecho de ser ella, sino por que como buen Den Adel; lo oculto, lo prohibido llamaba demasiado su atención. Lo llevaba en la sangre y ya había combatido con ello durante mucho tiempo, era el tiempo de ya no hacerlo.

- Llevas a todo el mundo al límite. Afloras lo peor, lo más ruin de las personas, Wilhelmina. Y lo que es más curioso, los haces sentirse cómodos, acoplarse a una vida llena de secretos. Justo a hora entiendo lo que me dijiste aquella vez en tu habitación…estar contigo no solo es peligroso, nos jode la vida lentamente, pero aún así, hacemos lo que te de tu gana por que no soportamos verte mal. Es gracioso que lo diga, pero creo entender a Crawford y a Marcellus-

Negó con la cabeza, resistiéndose a aceptar lo que el mismo había dicho. Comenzaba a preguntarse porqué razón eran amigos, además de la animagia que los unía. Ambos tenían ciertas similitudes en cuanto a carácter pero su corriente de pensamiento era muy distinta: Si Mina decía negro, Lucian blanco, no importando que el mundo entero se les viniera encima, siempre iban a defender sus creencias, por erróneas que estas sean. Por eso su relación siempre había estado llena de constantes estira y afloja, porque a pesar de estar destinados a llevarse mal y odiarse como a nada, el cariño que ambos sentían por cada uno, bastaba para no terminar matándose, aunque ya hubieran estado a nada de hacerlo.

-En eso discierno. La honestidad está sobrevalorada para quienes lo crean así. Hubiese preferido que me hablasen de la verdad desde un inicio, dejarme elegir como tratar con el asunto. Con las mentiras o las verdades a medias, los condicionas…Nunca nos pondremos de acuerdo Mina, jamás lo haremos. No entiendo como es que fuimos amigos tantos años pero me alegra serlo aún, me importa una mierda lo torcida que sea nuestra relación.-

Lucian decidió caminar de nuevo, ya hablaba mucho más calmado. Decidió en ese preciso instante ser honesto con Mina, decirle todo de golpe, jamás guardarse nada. Estaba cansado de cargar con todo solo y así como él cargaba con asuntos de concernían a ella, él le pasaría un poco del peso con el cuál tenía que vivir a diario.

- Te prometo que nada va a pasarles a tus bebés, así me tenga que morir en la raya, voy a protegerlos como si fueran míos. Hay otra cosa que quiero contarte, aunque estoy seguro que ya lo sabes…los chismes corren como agua en río por BK, sino tuviste la oportunidad de verlo en su propia fiesta. Jordan Mayer y yo somos pareja. Y antes de que comiences a imaginar toda una novela mental te digo; lo que yo siento por ti jamás va a cambiar pero he decidido seguir precisamente tu consejo y buscar a alguien más que pueda darme lo que necesito y creo sinceramente que ella es esa persona. –

Se estaba acostumbrando a ello, a ser esa persona ruin que jodía todo a lo que se acercaba, que terminaba siempre haciendo que las personas a su alrededor, las que la querían, sacaran lo peor de ellas mismas. Con Marcellus había tenido por fin la revelación de que así era, que ella era siempre la parte tóxica de sus relaciones, que de verdad lo de Jesse, el divorcio y los engaños, le habían afectado de más. Y que quizá al final estaba traicionando sus verdaderas raíces, su verdadera calaña, haciendo una revolución contra quienes se equiparaban a ella, que eran igual de tóxicos: Billy, Theo, Lucienne. Los Venerables. Quizá se estaba engañando a ella misma y cuando por fin había encontrado su lugar lo arruinaba, como todo.

-No todo es malo, ¿sabes? de estar conmigo.

Le dijo en un ligero coqueteo, de esos que a veces le salían completamente naturales, que incluso Jesse le conocía y que en apariencia no eran jodidamente maliciosos.

-Pero Lucian, ¿cómo te iba a dejar elegir algo siendo un niño inmaduro? Aún ahora a veces lo sigues siendo. En verdad, quisiera no justificar tanto a tu madre pero en verdad, estoy segura de que tuvo sus razones y que si tan solo la escucharas sin estar como perro a la defensiva todo el tiempo, y si tan solo te dieras cuenta de que el mundo no forzosamente tiene que ser como tú lo concibes, quizá podrías remediar las cosas, encontrar paz para ti.

Apretó los labios cuando le decía que no entendía cómo era que habían sido amigos tantos años. No le respondió. Se quedó callada y lo dejó hablar, aunque no pudo evitar poner los ojos en blanco cuando le empezó a decir lo de Jordan y su novela mental.

-Elegiste a una de las Delta más tontas, felicidades.

Le sonrió con sorna. Siempre había sido una chica celosa, con sus hermanos, con sus primos, con sus amigos, con sus ex novios. Pero en esa ocasión pareció llevar un poco más de saña de la normal. Jordan le parecía una niña ridícula, especialmente después de su fiesta. Y Mina nunca escatimaba en decirle a sus amigos o sus lo que fueran lo que pensaba de sus romances en turno. Le dio unas palmadas en el hombro.

-Pero hiciste bien. En buscar a alguien más, digo, no en tu elección final.  Necesitas a alguien que no saque lo peor de ti, que te mantenga en equilibrio. Es lo correcto. Espero que funcione.

Le estaba dando demasiada hambre, pero no quiso decir nada. Sentía un sabor amargo en la garganta, la cabeza le dolía, el estrés otra vez le estaba ganando, pero fingía que no, no quería que el mundo la empezara a ver débil ahora que cargaba un par de bebés chiquititos.

Medio sonrió con ese pequeño coqueteo, recordando lo que lo hizo amarla tan vehementemente. Por simples detalles como ese, Lucian había caído rendido a sus pies como un absoluto idiota, pero ya no importaba. La calma que estaba formándose dentro del animago se fue brutalmentte aniquilada con lo que le dijo después. Giró su cabeza en un movimiento para verla, con los ojos inundados en ira y una expresión bastante desagradable en el rostro. Para variar no podía responderle porqué tenía la puta razón: había estado actuando como un infante inmaduro todo el tiempo, sin embargo, quién se lo decía no era precisamente la madurez caminante. 

-¿Crees que soy inmaduro? Dame una buena razón. Porque distas mucho de ser la persona más madura y responsable de este lugar. Las tuvo, lo que me molesta y me indigna es por qué decirlo hasta ahora, hubiera preferido que no dijera nada nunca -

Miró a su vientre por reflejo, porque eso era el más claro ejemplo de que Mina no tenía cara para hablar sobre madurez y responsabilidad. No le causó ni la más mínima gracia que se expresara así de Jordan, pero no tenía caso ponerse a discutir con ella por eso. La sabía posesiva y celosa, era normal que tuviera un arranque de celos. De una manera retorcida, le gustaba que lo celara. 

-Espero que funcione también. Nada me daría más gusto, puedes creer lo que quieras pero es una chica inteligente y evita que me vuelva un puto animal con arranques homicidas-

Quizá lo mejor era dejarla en su habitación en la universidad, necesitaba estar solo. Debía pensar lo que ella le había dicho, replantearse todo y dejarse de niñerías. Actuar como el adulto que se suponía que era. Le habían pasado muchas cosas en ese año y necesitaba tocar fondo para poder crecer como mago y como ser humano. 

-Lo mejor es que te deje en tu habitación ¿O prefieres ir a tu casa? Ya no tengo ánimo de cerveza. Necesito estar solo-

Se ofendió muchísimo cuando miró su vientre diciéndole que distaba mucho de ser la persona más madura y responsable del lugar. Sintió que la ira le escalaba tanto que incluso los oídos se le taparon y seguramente su rostro se coloreó de todas las formas. Era un idiota y en ese momento lo odiaba muchísimo. La irá siguió escalando cuando le dijo “evita que me vuelva un puto animal con arranques homicidas” como si Jordan fuera la Madre Teresa y ella, en cambio, fuera el diablo en persona que lo orillaba a hacer cosas malas.

Y la ira culminó estallando en su cabeza cuando le dijo “necesito estar solo” como si fuera él el único que sufría, el que tenía ahora todo el peso del mundo sobre sus hombros, como si fuera él quien tuviera a la secta encima, la responsabilidad de hacer crecer a Jesse como líder y encima un embarazo sorpresa.

Apretó los labios, sintió que veía lucecitas blancas frente a ella. Parecían el connato de un desmayo –así le había pasado con Marcellus- pero no, solamente era su coraje escalando a niveles nunca antes vistos –por decir algo, en realidad no era la primera vez que hacía corajes monumentales. Clavó su mirada verde en él, furibunda, dolida.

-¿Sabes qué? No me hagas ningún favor. Gracias por acompañarme. ¿Por qué no te vas a que Madre Jordan te calme los ímpetus? Anda. Seguro estás cargando el peso del mundo encima, pobre de ti.

Se acercó para darle un violento beso en la mejilla, que bien pudo equipararse a un puñetazo, de no ser porque no era más que el contacto de sus labios contra la piel de Lucian con algo de rudeza.

-Vete al diablo.

Le dijo antes de desaparecer sin previo aviso, en dirección a su habitación en Epsilon, desde donde no le quedaba hacer nada más que calmarse antes de ver a Jesse más tarde. De verdad, no entendía a Lucian, por qué decía una cosa (te amo, haré todo por ti blablablabla) y hacía otras (eres una irresponsable, te odio y te hiero cada que puedo blablabla) pero no estaba ya para aguantar esos tratos, en lo absoluto.