7.55p.m.

Había pensando todo el día en pasar por ahí. Y cuando se me metía una cosa en la cabeza tenía que hacerla porque, porque si. Esa semana se había cruzado dos veces con Harley en la universidad y no dejaba de pensar que ella le esquivaba, que salía andando hacia el otro lado apropósito. Y él había estado bien un tiempo con eso, creyó que lo entendía que tenía su lógica retorcida pero que bueno, pasado pisado y problema de la rubia. 

Pero la verdad era otra, le rompía las pelotas su actitud y ya se lo estaba tomando personal, que Harley debía pensar que él era escoria de la sociedad, que ella ahora era mucho por haberse casado y que a Seth ni una mirada podía darle. Pero como fueran sus ansias, de encontrarla ese día, entre pitos y flautas la mañana se pasó, el almuerzo también, le pusieron una clase extra a las 4 p.m. y ya con eso habiéndole cagado la tarde de trabajo en Baltimore, no le quedaba más que clavarse en la universidad hasta el otro día.

Pero no, a la mierda todo. Luego de pegarse un baño y despejar las ideas, se dijo que el día no estaba perdido que iría a hacer lo que había pensado y que a lo sumo si todo salía mal terminaría la noche comiendo algo dulce. Le robaba la tienda por honor. 
Así que se apareció en el mall y caminó a zancadas hasta que dio con su vitrina ya a medias oscuras. Y sin dudárselo abrió la puerta y la buscó.

- Me vendes unos cupcakes? o ya cerraron? - dijo amablemente pero ya apostada toda su presencia en el mostrador. Miró los panes esos de colores y luego al tenerla enfrente el inconsciente le falló - que bien hueles... huelen - los cupcakes y le guiñó un ojo.

Harley sabía que había cometido muchos errores en su pasado, después de la separación de la familia con la que había crecido y la carga emocional que suponía la muerte de alguien a quién ella amaba, su vida se había convertido en una espiral que parecía no tener fin, que la llevaba profundo a la destrucción. Entre esa etapa que ahora había quedado fuera, había conocido a muchas personas, inclusive se casó una vez en las vegas (matrimonio que afortunadamente habían podido anular los abogados de su familia) y entre esas personas estaba también Seth Colvin, un mecánico sensual al que dejó por un bien mayor, obviamente Werther Schweinsteiger, quién ahora era su esposo y por que en ese entonces para ella era imposible comprometerse a nada.

Claro que Colvin había quedado en ese pasado así como sus increíbles músculos de mecánico, un pasado que a veces le parecía tan lejano aun que a penas hubiesen pasado un par de años pero que seguía presentandosele de vez en vez. Había sido cruel con él en aquel entonces diciéndole que no quería seguir acostándose, Harley no conocía otra manera de ser franca más que con la verdad directa, Parecía que el pasado estaba ahí para cobrarle factura pues en esa misma semana lo había topado más de tres veces, las ultimas dos huido sin que la notara. No es que no quisiera verlo por su estatus social ni nada, si no por que aun se sentía mal de como había dicho las cosas, al menos últimamente ganaba un poco de empatía con eso.

Pero ahí estaba ahora, entrando en la cupcakeria (que estaba por cerrar por cierto) esperando que le atendieran. Era un cliente más, pero ya solamente quedaba Harley que justamente estaba cerrando la caja cuando la campanita de la puerta la distrajo.

Hola, claro... ya esta cerrada la cocina pero dime ¿Que es lo que vas a querer? - Le contesto amablemente, no pasó por alto por supuesto el hecho de que olía bien, o los cupcakes o lo que fuera, pero Harley era una persona diferente.

Gracias, es el olor de la cocina. Se está muy bien aquí.¿quieres un café también? para acompañar todo. Estaba justo por cerrar, serás el ultimo cliente.

Sin querer ya estaba mirándola con cara de desconfianza, eso de que le respondiese tan amablemente, cuando Harley en general era una tipa seca y algo rabiosa y en particular luego de haberlo ignorado olímpicamente toda la semana, era o para desconfiar o para entender que volvía a burlarse de él. Pero como fuera tenía que tragarse sus malas ondas porque no había llegado allí para pelear, ni para ponerle puntos sobre sus íes, sino para entender que onda con aquella chica con la que supieron llevarse tan bien, en algún momento pasado claro...

- una docena? - contestó son más, ese ni era el punto. Y por puro seguir el juego buscó billetes arrugados en su bolsillo derecho - si, un café... no mejor dos. dame 6 de esos azules - apoyó un codo sobre la barra vidriada que los separaba y se inclinó sobre esta para señalar los pasteles que estaban detrás de la chica - y tres de esos de chocolate... y otros tres que tu recomiendes... eso da 12? - le preguntó haciéndose el tonto, aunque hasta 12 si sabía sumar.

Mientras ella buscaba una bolsa o servía el café o lo que fuera que tuviera que hacer para servirle el pedido, Seth la recorría entera cuando no era visto y trató de sacar cualquier tema de conversación-  así que va bien aquí? muchos clientes... Te he visto en la universidad, tu a mi no?...- ahí empezaba a entrar en tema - un par de veces tuve la sensación de que me esquivabas, pero deben ser locuras mías.... claro que.. - iba a seguir con eso, acusándola sin hacerlo realmente cuando un olor muy particular llegó a su nariz, no era su aroma a garage, ni el perfume de Harley, más bien era amargo y ahumado, miró al rededor olfateó como un perro y sin la calma que llevaba antes sentenció 

- algo se quema, Harley.

En realidad lo que Seth sentía no era repulsión, era más bien el espíritu retraído de Harley. Siempre empujaba fuera a las personas de su realidad por que no sentía que pudiera lidiar con ellas, no era Seth en general, era el pasado que habían tenido, el pasado que le recordaba los errores que había cometido y la gente a la que había lastimado, esa era la razón por la que se portaba así, quería borrarlo todo, aun que no podía borrar a las personas (eso era ilegal).

Le hizo una seña con la mano a Seth para indicarle que no tenía que preocuparse, los cupcakes iban por cuenta de la casa. Ya era la hora del cierre igualmente y no le gustaba que se quedaran para el día siguiente. Tomó una cajita para colocarlos y le hizo caso a lo que le indicaba colocando uno tras otro con cuidado y riendo de su falsa suma.

¿Enserio? Bueno... la verdad si te he visto un par de veces .- No le gustaba mentir, era algo imposible para ella. Odiaba las mentiras y era muy fácil descubrir cuando lo hacia. Se mordió el labio inferior y mejor puso el vaso para que el café se preparara.

No te esquivo, es algo complicado veras lo que sucede es que... .- Ella también ya iba a comenzar a excusarse como loca, sin pie ni rabo de conversacion. ¿Como le podía decir que no quería problemas y complicaciones en su vida? ¿Como le decia que era dificil ver a la cara a alguien con quién te acostaste un día y luego volver a tu casa a cuidar de tu hijo y tu familia? Ella no podía explicarse facilmente. Afortunadamente (o bueno no tanto) Algo comenzaba a quemarse y Harley dio un salto hacia atras. Era la maquina del café que había estado demasiado tiempo encendida, comenzaba a salirle humo y Harley no tenía su varita por que el tonto de Marcellus se la había llevado la ultima vez en su casa.

¿Que hago? ¿La apago? - Le dijo a Seth como si él supiera que hacer, trató de acercarse para apagarla pero se quemó con el calor del metal. Estúpidas cosas de manufactureros, Harley quitó la mano inmediatamente y se la cubrió con un pañuelo. - Apagala por favor!! no tengo mi varita.