Cause I’ve made some mistakes - Ridley U. O’Finnerty

Shyloh había llegado el día anterior a la habitación con su cuaderno y el libro de Ridley entre los brazos. Habían tenido una especie de discusión y no estaba contenta con ello. Sabía que había sido su culpa, la asumía al completo. Como siempre.
Sin embargo, la islandesa tenía más demonios por dentro de lo que parecía. Por ello no pudo evitar meterse en la ducha durante un largo rato. El agua caliente pareció despejarle un poco la mente. Y el llorar, pegar un par de berridos de impotencia y dar unos golpes a la pared.
Al salir estaba mucho más relajada. Se puso a pensar más tranquila en lo que había sucedido y lo que suponía.
Debía comenzar a aceptar que se sentía atraída por Ridley. Eso era un gran paso que estaba todavía por tomar. Iba a empezar mejor por el hecho de que le atraían las mujeres. Algo que tenía que trabajar porque toda su vida había pensado que eso no podía ser normal. Se había criado con esa idea en la cabeza y sus padres jamás aprobarían que ella llegara a tener algo con una chica.
¿Qué pensaba Shyloh al respecto?
Bueno, pues la rubia no pensaba en el fondo como sus padres, pero no podía permitirse tener esa clase de conducta porque no quería decepcionarles. Al menos no había desarrollado nada más allá de la atracción física por su compañera de habitación. Si no habría sido un grave problema. Y como no descartaba que eso llegara a ocurrir se comportaba de forma defensiva con ella.
Así que… debía dar pasitos hacia delante. Lo primero sería hacer las paces con Ridley. Quizás debiera contarle todo lo que pensaba, pero no sabía cómo se lo iba a tomar.
En cualquier caso tuvo toda la noche para pensar antes de caer rendida por el sueño.
Al día siguiente por la mañana no pudo hacer mucho por arreglar las cosas puesto que tenía clases, pero al llegar de vuelta, Ridley ya estaba en la habitación, saliendo de la ducha de hecho.
 
Shyloh la miró de arriba abajo y luego se desvió mordiéndose los labios hacia su cama. Sí que se lo estaba poniendo difícil la morena. Dejó caer su bolso sobre su cama y sacó de él el libro que había estado llevando encima todo el día. Porque no quería que ella llegara y simplemente se encontrara su preciado libro en su cama.
Shy quería devolvérselo en mano. Así que lo había estado cargando hasta encontrarse con ella.
 
Se giró hacia Ridley y se lo alargó.
 

—Te lo dejaste ayer —se humedeció los labios—. Sobre… lo que dije e hice… tiene una explicación y siento haberlo hecho. Yo no quería que te molestaras conmigo. Fue mi culpa fastidiarte el día. Es solo… es solo que tengo muchas cosas en las que pensar para poder… a ver, cómo te lo explico. Es como si no pudiera ser la persona que soy —se quedó un momento callada. No era fácil expresarse. Sobre todo cuando no estaba acostumbrada a hablar de sentimientos. O a hablar directamente. Además ¿Y si se equivocaba? ¿Y si realmente no le gustaban las chicas y solo era que las admiraba? ¿Era una fase? ¿Le daba a los dos palos? —. Déjalo. Es algo que debo llevar sola. Tan solo quería disculparme.

La tarde en la que había tenido aquella charla con su nueva compañera de cuarto, no volvió a su habitación. No tenía ganas de volvérsela a cruzar tan pronto y, como iba a ser algo inevitable, pues mejor dejar aunque fuera una noche por en medio. Siempre se podía ir al pub a echar algunas horas de trabajo extra, o simplemente a pasar el rato como clienta. Luego se había encontrado a su fantasma particular por el camino...Y en fin, pues que demasiada prisa no había tenido. Claro que con eso logró que por la mañana casi se le pegaran las sábanas cuando tenía prácticas de laboratorio y llevar unas ojeras dignas de una maratón de Juego de Tronos, pero bueno.

La cuestión es que entre unas cosas y otras lo de la tarde anterior había pasado a un segundo plano, salvo por el hecho de que había perdido uno de sus libros favoritos. Había mirado sobre la parte de la habitación de Shyloh cuando volvió de las clases, pero nada. Quizás era mucho esperar que lo hubiera recogido después de lo que le dijo al irse. De momento no sentía que podía hacer nada más. Con un bostezo y pensando muy seriamente en meterse en la cama lo más pronto posible, se metió en el baño con la intención de meterse un buen rato debajo del chorro de agua, a ver si le despejaba las ideas un poco. Y funcionó, en parte. También es que se había metido con la radio y escuchar su música mientras cantaba bajo el chorro de la ducha pues era gratificante.

Salía del cuarto de baño en ropa interior y secándose el pelo con una toalla que en un primer momento no notó que ya no estaba sola en la habitación. No hasta que casi se choca con ella. Que llevaba su libro. Se lo cogió de las manos con una sonrisa de alivio y pegándoselo al pecho. Lo había dado por perdido.

-Gracias por cogerlo yo...- su frase se quedó a medias muriendo en sus labios porque como no Shyloh no había terminado de hablar. Con un suspiro dejó el libro sobre su cama y cogió una camisa que tenía por ahí esparramada para ponérsela y no estar en ropa interior delante de la chica, que a saber lo que pensaba de la desnudez ajena, mientras la escuchaba. Le hacía cierta gracia que pensara que por aquella conversación subida de tono le había fastidiado el día. Bueno, si, estuvo toda la tarde dándole vueltas al asunto, pero tanto como para no poder pegar ojo por ello...Pues a tanto no había llegado vaya. Peores discusiones había tenido en su vida y las que le quedaban, seguro. Se quedó unos segundos mirándola fijamente, dejando que los segundos en silencio se extendieran entre ellas. Al final acabó por sonreír, pensando en cómo expresarse para que la chica no volviera hacer de aquello una montaña de problemas.

-A ver, no estoy molesta contigo. Estoy molesta de que seas algo cerrada de mente.- le dio un un suave toque con el dedo índice en la frente -Claro que no puedes, si no dejas de reprimirte. Pero si tienes razón. Es algo que debes llevar sola. Sólo que...- se encogió de hombros y volvió a sonreír ligeramente antes de continuar -No hace falta que estés sola mientras te arreglas contigo misma. Vamos, estar sola siempre es muy aburrido, deja de alzar una muralla impenetrable a tu alrededor cada vez que se te acerca alguien- tal vez se estaba pasando de lista. Tal vez estaba viendo reflejada en la chica a su antigua persona. Quizás no tenía los mismos problemas. A veces Ridley se pensaba que era la reina de los consejos vitales después de haber pasado las agonías ella.

Ridley cogió el libro, y para suerte de la rubia decidió que era buena hora para ponerse algo por encima. Shyloh suspiró aliviada cuando la escuchó hablar. No se le veía realmente enfadada. De hecho, hasta sonreía, lo que hizo que en el rostro de Shyloh también se dibujara una sonrisa. Estúpida y sensual sonrisa de Ridley Sus palabras eran bastante alentadoras. No sabía por qué, pero Shy siempre pensaba que todo lo que la morena decía era cierto. Que tenía razón. O al menos quería creer en ello. Por eso, a pesar de todo, confiaba en que ella era la clave para que pudiera cambiar a mejor.
 
—No soy cerrada de mente. Mis padres lo son —declare finalmente contradiciendo cosas que había dicho anteriormente—. Por eso trato de serlo también, al menos si lo miras así... —Shyloh frunció el ceño porque lo que acababa de decir sonaba fatal, pero no sabía cómo explicarse mejor—. Te dije que no me entendías, pero quiero que me entiendas. No para que lleves la carga por mí, ya he dicho que es algo que debo llevar sola, pero… nunca había tenido a nadie con quién hablar. De cualquier cosa en general, la verdad. Siempre he estado en soledad porque todos se alejaban de mí. Seguramente tú también lo acabes haciendo —añadió, aunque no estaba muy segura. Si con todo lo que había pasado, Ridley seguía allí, eso quería decir que o tenía una paciencia ilimitada o que no había llegado a ver lo repelente que podía ser Shyloh a veces.
 
Shyloh volvió a suspirar y se sentó en su cama. Estaba algo nerviosa porque no le era fácil aquello, pero también estaba cansada de intentarlo sin solucionar nada. Esta vez iba a intentarlo y lograr sacar alguna conclusión. Hundió la mirada, clavando sus ojos en las manos y jugueteando con sus dedos.
 

—No se me da bien la gente. Lo sabes. Y no se me dan bien las mujeres. Por eso estaba incómoda contigo. Pero ya no… quiero decir, que no me incomoda estar contigo, de hecho es bastante agradable tenerte cerca —Shyloh alzó la mirada fugazmente hacia Ridley para luego bajarla de nuevo—. Ahora simplemente me resulta difícil hablarte. Pero eso no quiere decir que no quiera intentarlo. No quiero más muros.

Se dio la vuelta un segundo, para dejar el libro sobre la pila que tenía al lado de la cama, dejándole escasos segundos a la rubia sin contacto visual -ni la maravillosa visión de verla medio desnuda con todos los tatuajes al aire claro-. Casi le da un aplauso cuando admitió lo que no quiso admitir la anterior tarde, pero se limitó a cruzarse de brazos y a dedicarle una media sonrisa de "te lo dije". En cierto modo se sentía aliviada, porque pensaba que se había pasado un poquito con ella cuando se basaba en suposiciones. Pero era bueno saber que su instinto no fallaba tanto como antes. Se encogió de hombros cuando repitió aquello de que no debía soportar su carga, bueno, Ridley ya tenía suficientes cargas propias como para soportar las ajenas, pero le podría echar una mano si se dejaba en algún momento. Aunque le apenaba que pensara que tarde o temprano se alejarían. Vamos, si apenas habían comenzado a ser amigas, que pocas esperanzas...

-Shy, confianza, no te pongas en lo peor desde el principio- le recordó, ella no tenía problema alguno en escucharla si lo necesitaba, pero que no fuera ya pensando que tarde o temprano se iban a alejar. Vamos, la vida daba muchas vueltas pero todavía les quedaban unos cuantos años de universidad para compartir espacio vital, si no habían más cambios. Sonrió ahogando una carcajada al volver a pensar sobre aquello, pero no dijo nada. En realidad, si la rubia no quería distancias podían hasta compartir cama. Obvio pensó aquello en tono de broma, pero tal vez la otra se lo tomaba tan a pecho como todo y salía corriendo, así que prefirió callárselo. Además parecía haber cogido cierta carrerilla en sus confesiones así que simplemente Ridley hizo lo que hacía siempre. Escuchar en silencio y guardarse sus impresiones hasta que la otra persona dejaba de hablar. Era lo más correcto. Al fin y al cabo, la chica era inglesa.

No terminaba de comprender porque decía que las mujeres se le daban mal. ¿Que diferencia había a que no se le daba bien la gente con aquello? Bueno, salvo si le decía de manera sexual. Pero le había repetido como unas veinte veces que no le gustaban las mujeres, que era más hetero que otra cosa y que por favor no pensara en ella de esa manera. Quizás sólo estaba encerrada en un armario blindado con veintemil cerraduras. Bueno, estaba visto que el conseguir que admitiera que intentaba ser así por sus padres era sólo un paso muy pequeño para que dejara de cerrarse tanto en banda, pero bueno, lo importante era que lo había admitido, no?

-Poco a poco rubia, poco a poco- le dijo yendo a sentarse a su lado y recostándose en aquella cama, con toda la confianza del mundo, sin quitarle el ojo de encima. -No hace falta que te esfuerces más de lo necesario. Si quieres hacer o contarme algo o lo que sea, hazlo. Si no, pues también está bien. Estamos a una cama de distancia, tampoco me voy a ir muy lejos.- le aseguró, aunque ahora mismo se había apropiado de la cama ajena como quien no quería la cosa. Bueno, si a Shyloh le molestaba, suponía que se lo diría para mandarla a su cama. O esperaba vaya.

Rid le pedía que confiara. Shyloh se rió irónicamente para sus adentros. Ojalá fuera una mínima parte de lo confiada que era la morena. Así seguro que se ahorraba la mitad de sus disgustos.
Shy la miró por el rabillo del ojo mientras la otra se acercaba y se apropiaba de parte de su propia cama como si fuera la suya de toda la vida vaya. Sin embargo, no iba a echarla. Después de todo la habitación era de ambas, era un poco absurdo tratar de defender un espacio que realmente no era en plenitud suyo.
 
Destensó los músculos pero siguió con la mirada clavada en sus manos. En aquel momento se acordó de lo abandonado que tenía el violín y de lo mucho que ansiaba tocarlo de nuevo ya que desde que se había mudado de habitación no lo había ni sacado de su funda y seguía debajo de la cama cogiendo polvo.
Se le daba mal también esto de mantener el contacto visual, además si la otra estaba tumbada, tener que mirarla la pondría en una postura incómoda y algo violenta para la rubia, así que simplemente ni se movió.
 

—Mi familia es de las más adineradas de Reikiavik —dijo sin pensarlo mucho. Empezaría por el principio si quería darle una oportunidad a Ridley. O más bien dársela a ambas, a aquello que pudieran tener parecido a la amistad, cosa nueva para Shyloh. Si quería que la tatuada le entendiera, seguramente lo haría algo mejor después de conocer su situación familiar—. Mi educación fue privada, en mi propia casa. Las pocas veces que salía a conocer a niños y niñas siempre lo hacía con advertencias de mis padres. “La gente no mágica no es de fiar, no te encariñes…”. Era muy pequeña como para tomarme aquello en serio así que yo intentaba hacer amigos, pero la situación económica de mi familia era bien conocida y no es que mis padres se llevaran bien con la gente, así que los niños no querían jugar conmigo. Aprendí que los libros eran mejores que las personas y me dediqué a salir menos y encerrarme más en mi biblioteca. Quizás por eso tengo ciertos problemas al relacionarme —obvió el hecho de que también se metían con ella, tampoco quería hacerse la víctima ni tener que contar todo con pelos y señales—. Es ahora cuando he logrado permiso para salir y empezar mi vida por mi cuenta, tomar mis propias decisiones… pero creo que no soy buena en esto. Pensaba que salir por las noches, dejarme llevar un poco por lo que hacía el resto de gente normal me iba a ayudar, pero lo único que he hecho ha sido meterme en líos. Y no hago más que pensar en todo y todo lo que ha pasado desde que estoy en la universidad repitiéndome que todo irá bien, pero en el fondo siento que debería volver. Y créeme, me siento muy tentada de irme de aquí para siempre.

La morena no era una persona confiada. Más bien todo lo contrario, demasiadas puñaladas de las personas que se suponía le debían caer desde el momento que nació sin importar como llegase a ser como para ser la persona más confiada del planeta. Sin embargo al igual que muchas personas le habían dado la espalda, otras muchas habían sido una mano a la que sostenerse cuando todo se derrumbaba. Entendía de aquello y quería que Shyloh pudiera salir adelante apoyándose en los demás. Nunca era bueno intentarlo todo completamente a solas, aunque lo más difícil fuera su parte, por supuesto. Así que simplemente ella se limitaba a ser ahora lo que parecía necesitar la rubia; alguien quien escuchara. Aunque ese alguien fuese una tía tatuada prácticamente de pies a cabeza para ocultar las cicatrices de su día, en ropa interior y con una camisa abiert tirada en su cama. Nadie era perfecto. 

Por una vez, tampoco parecía que a Shyloh le molestara aquella cercanía, aunque la inglesa tampoco estaba demasiado segura de ello pues la chica no le dirigía ni una mirada. Así que con la duda de si su compañera estaba cómoda o no, se quedó a la espera, jugueteando con el final de la camisa mientras comenzaba a escuchar la historia de Shyloh. Bajó la mirada hacia ninguna parte, pensando que aquella historia se parecía demasiado a la propia, sino se hubiera revuelto con uñas y dientes desde el primer momento. Los padres de Shyloh le habían cortado las alas sin apenas haberlas dejado crecer y ahora lo cotidiano parecía extraño, peligroso. Obviamente no le iba a decir aquello de bocajarro, le había costado tres encuentros sobrias para que comenzase a sincerarse y a hablar de si misma y no de lo que debía o no hacer. 

Se irguió, dejando aquella postura relajada para poderla mirar, aunque la otra no le devolviera la mirada, pero quedando suficientemente juntas la una de la otra como para que pudiera sentir la cercanía de su presencia. -Lo de salir por las noches no era mala idea Shy...La mala idea quizás fue beber sin saber donde estaba tu límite y asustarte al saber que pasó- lo dijo con cierta ligereza, con algo de broma, en verdad lo de salir no había sido una mala idea. -Pero ahora no vayas a abandonar por algo así, ¿eh? Mira, has conseguido hablar conmigo sin salir corriendo, has decidido quedarte aquí en vez de intentar encontrar una habitación para ti sola y soportaste a un tío que se nos coló nada más llegar aquí- le sonrió, una sonrisa que pretendía ser de ánimo y le tocó contener el impulso de cogerle de la mano, como hizo en el invernadero.

-Nadie tiene una vida de rosas, no creas que todos los que vas a conocer han sido felices toda su vida...Pero a cada uno nos toca luchar por un lugar al que llamar hogar y en el que poder vivir. Y tú también lo encontrarás- le aseguró, algo más seria que antes. Nunca el camino era fácil, pero en cierto modo, si lo fuera, nadie aprendería de sus errores, nadie conocería nada realmente. Los fallos eran necesarios, aunque a veces no debería hacer falta que fueran tan malos, pensó para si, pensando en su propia historia, algo más fría que la de la rubia.

La rubia respiró hondo después de haber soltado todo aquello. Reconoció que le había costado comenzar, pero una vez lo había hecho, no había sido tan difícil como pensaba ¿no?
Aunque siempre le pasaba lo mismo. Una vez cogía carrerilla, no había quién le parara. Sobre todo cuando se trataba de demostrar conocimientos, lo cual era diferente al caso, pero también uno de los motivos por el cual la gente le odiaba.
 
Sintió a Ridley erguirse a su lado. La cercanía de la morena siempre le mantenía en una montaña rusa de sensaciones. Por un lado aquello le ponía nerviosa a más no poder, podía lograr perder la cabeza y dejar de pensar en cualquier cosa en la que estuviera pensando para que su cabeza se centrara simplemente en la poca distancia que las separaba.
Por otro lado le producía una sensación embriagadora. El calor y… no era tan fácil de describir como parecía. Era cómodo, acogedor, casi como si estuviera en casa.
Por ello sonrió irónicamente cuando Ridley le mencionó lo de encontrar el hogar. Bastante oportuno todo.
 
Giró la cabeza hacia ella y se topó con su mirada. Habría dado lo que fuera por recordar aquella estúpida noche que el alcohol había borrado. Al moverse se le había descolocado un mechón y tuvo que apartarlo de su cara poniéndoselo detrás de la oreja. Algo que al parecer la rubia solía hacer a menudo. Ella misma reconocía que le encantaba su cabello, pero también sabía que a veces se le descontrolaba.
 

—No sé si encontraré un hogar aquí, pero lo intentaré… y admito que tengo unas ganas increíbles de salir corriendo ahora mismo —dijo, pero sin moverse, ampliando su sonrisa esta vez acompañando a aquella pequeña broma—. Y soportar al melenudo de Wildenstein… bueno, he tenido que aguantar cosas peores.

Parecía que la rubia se había quitado un peso de encima después de decirle todo aquello y la morena estaba contenta con el resultado, todo aquello que hiciera la convivencia entre ambas más cómoda era bienvenido y le estaba empezando a caer bien su compañera de habitación, fuera de sus ataques de historia y prontos de niña de papá. Si lograba deshacerse de aquello, era una compañía más que agradable, además de muy mona...Ridley se obligó a cerrar los ojos un segundo, recordándose que mirar con esas pretensiones a las compañeras de habitación era como en el gimnasio; no estaba bien. Además todavía no le había quedado muy claro que narices le gustaba a Shyloh. 

Cuando por fin la otra se giró hacia ella para mirarla se le cayó el mechón de la oreja y automáticamente Rid alzó la mano para apartárselo de la cara, casi con demasiada naturalidad en aquel gesto, sin darse cuenta de que ella misma ya había hecho el mismo movimiento para apartárselo y lo único que consiguió la inglesa fue tropezar con la mano de la otra, logrando que sus mejillas se enrojeciesen levemente y musitar un pequeño perdón apartando la mirada. No quería que Shy pensase que se tomaba demasiadas confianzas, pero tenía unas estúpidas ganas de poder rozarla, como había hecho en el invernadero. Frunció el ceño volviendo a centrarse en la conversación todo lo que podía después de aquel breve momento de incomodidad. 

-Bueno, quizás no aquí pero tal vez esto te ayude a encontrarlo, quién sabe. Pero nada de salir corriendo eh?- sonrió divertida, con el mismo tono ligero que había utilizado la rubia -Tienes que admitir que fue algo gracioso. Además, parecía que querías matarme por haberte besado en el pub, así que fue una buena distracción- comentó con el mismo tono de guasa. Y es que no sabía que habría sido capaz de hacer si no hubieran tenido aquella distracción. Tal vez se desmayaba hiperventilando o la acusaba de mentirosa o cualquier otra situación rocambolesca y extraña. 

-Por cierto...- volvió a erguirse, ahora que parecía todo más normal, tocaba meterse en formalidades -Ya que vamos a compartir cuarto y baño y todo eso, dime si hay cosas que te molestan o si tienes alguna manía extraña como ducharte a las cuatro de la mañana o si estás saliendo con alguien y hay alguna hora en la que necesites la habitación de para ti sola y cosas así- se rascó la nuca, mirándola para luego apartar la mirada cuando dijo lo de necesitar el cuarto en soledad y mirar hacia su propia cama de manera algo incómoda, tal vez le parecía un poco violento que le preguntara así de bocajarro, pero le acababa de venir a la mente y era un tema que no quería que se alargase demasiado.

Sus manos tropezando y sentir de nuevo el contacto con la morena hizo que Shyloh se mordiera el labio antes de continuar hablando. Ridley había desviado la mirada, eso le daba algo de tiempo para que sus mejillas volvieran a su color blanco porcelana natural.
Iba a tener que acostumbrarse a aquello pronto. Quiso decirle que no pasaba nada porque la tocara que no era ninguna obra de arte ni nada parecido, pero al fin y al cabo así era como veía ella a Ridley. Era una especie de fenómeno, intocable, bello... y se había encontrado tremendamente embelesada en su compañía. Así que simplemente quería observarla a fin de cuentas, saber más de ella y eso.
A Shyloh a veces se le iba un poco la cabeza, pero la pobre no tenía remedio.
 
—Y quería matarte —aseguró la rubia—. Aunque primero quería matarme a mí misma, pero supongo que sí, la interrupción de Jude vino bien. De no ser por él seguramente estaría ahora mismo en otra habitación con otra chica.
 
La rubia la vio erguirse y la escuchó con atención. ¿Iba a poner normas de convivencia o algo por el estilo? Bueno, no era para tanto, de hecho lógico que quisiese saber cómo se las manejaba con las zonas comunes de la habitación, aunque prácticamente toda la habitación era una zona común. Casi se echa a reír cuando mencionó lo de estar saliendo con alguien.
Si no tenía amigos cómo iba a ser capaz de encontrar a una persona que le aguantara tanto.
 

—Me gustan los largos baños relajantes, pero no te preocupes a esas horas estoy metida en la cama o leyendo. Respecto a lo de pareja… nunca he tenido nada jamás. Ni creo que lo tenga así que —se encogió de hombros. Lo único que había hecho en su vida en ese ámbito había sido besarse con ella, pero no iba a volver a recalcar el tema— no tienes nada de lo que preocuparte. Eso sí, toco el violín, así que si por tu parte tienes algunas horas sagradas en las que no puedas escuchar ruido estaría bien que me lo hicieras saber.

Ridley compuso una exagerada mueca de indignada sorpresa antes de encogerse de hombros y reír. Si, al final les había venido bien que les interrumpiera aquel muchacho, aunque hubiera sido un idiota colándose en habitación ajena sin haber sido invitado. En su fuero interno la inglesa agradecía aquello, pues así había conseguido que Shyloh no saliera huyendo de su lado, punto para ella, sobretodo ahora que parecía que se iban a entender bien.

-¿Arrepentida de haberte quedado aquí?- le preguntó con franca curiosidad, abrazándose las rodillas intentando encontrar una postura más cómoda sin tener que volver a su cama. Pretendía aprovechar el momento de rutinaria tranquilidad que estaban viviendo de la mejor manera posible, es decir, conociendo un poquito más a la albina. 

Bufó ante aquella suprema negatividad de que nunca tendría nada. Era una chica muy guapa, sólo debía aprender a dejarse un poco por las situaciones del día a día y seguro que tenía a más de uno de sus compañeros de carrera preguntándose que escondía aquella faceta de niña perfecta. Y parecía no tener demasiadas manías, aunque Ridley se apuntó mentalmente lo de los baños; no solía hacerse duchas muy largas, pero tener agua caliente le parecía indispensable. Al lado de su anterior compañera a la morena se le estaba abriendo un amplio y agradable mundo de posibilidades en lo máximo que tendría que hacer sería controlar su propio desorden habitual e intentar llevar lo indispensable de la ropa puesta la mayor parte del día.

-Bueno, yo no suelo acostarme con gente de la universidad así que por mi parte tampoco tendrás mucho problema, pero si sucede alguna vez te dejaré alguna señal o algo- lo más seguro es que fuera una nota en la puerta, porque esperar que una sangre pura como ella tuviera móvil y supiese utilizarlo era demasiado pedir. -Yo toco la guitarra, bueno, la tocaba, ahora mismo la tengo algo abandonada- admitió frunciendo los labios autorrecriminándose. Aquel semestre le había dado pereza hasta traérsela a la universidad y la tenía en aquel pequeño apartamento donde vivía cuando no tenía clases. -Pero no, no tengo ninguna hora sagrada, suelo trabajar con los cascos y además tengo un sueño bastante profundo, así que...- se encogió de hombros, en realidad tenía muchísima curiosidad por verle tocar el violín. -Puedes tocar cuando quieras.

Shyloh se humedeció los labios pensando en cómo responder a Ridley. Había reflexionado mucho sobre el tema de la habitación.
Primero había pensado que tener una habitación compartida había sido muy mala idea. Luego quizás trató de sacar luz del asunto intentando ver que quizás no era tan malo, pero cuando apareció la morena con sus pintas y contándole la anécdota del beso se dejó claro a sí misma que no quería permanecer allí más tiempo, que buscaría la manera de volver a tener una habitación propia o compartirla con alguien con quien no hubiese tenido ningún tipo de contacto que la avergonzara tanto.
Como ya habían mencionado, gracias a la intervención del melenas y de pensar un poquito más había terminado por tirar del camino difícil y quedarse allí. Que luego tuvo un altibajo con lo del invernadero, claro, pero Shyloh era así. Siempre le daba demasiadas vueltas a las cosas.
 
Con un suspiro se dejó caer en la cama, como si la hubieran abatido de un tiro, con las piernas flexionadas y los pies apoyados sobre el suelo todavía. Su espalda ahora reposaba sobre el colchón. Se sintió algo desprotegida en aquella postura, aunque cómoda, así que se abrazo a sí misma, trazando una barrera protectora invisible.
 
—No, no estoy arrepentida… aún —añadió dejando mostrar su inseguridad de nuevo.
No dijo nada al respecto del pequeño detalle sobre los líos de cama de Ridley a pesar de que estaba extrañamente molesta con el tema. Al hablar la morena de que tocaba la guitarra, Shyloh se centró en eso más.
 

—Podrías tocarme la guitarra un día… me encanta la música… —dijo arrastrando un poco las palabras. Estaba muy cansada y el haberse tumbado no le ayudaba mucho. Cerró los ojos y se tumbó de lado en dirección a Ridley, encogiendo las piernas para poder dejarlas también sobre la cama—. ¿Bebes té? A mí me gusta mucho el té. Había pensado en comprarme una de esas teteras muggle que calientan agua cuando las enchufas a la pared… así podría beber cuando quisiera sin tener que ir a la cafetería… si tú lo bebes, lo compartiría también contigo.

La morena se entretenía en revisar los rasgos de la chica, cosas que fueran únicas y personales, curiosas, que poder guardar en su memoria y empezar a catalogar en esa carpetita especial llamada Shy. Le gustaba darse cuenta de los pequeños detalles de los demás, esos en los que nadie se fijaba y que conformaban la personalidad de cada uno. Como la manera que tenía de humedecerse o mordisquearse los labios para ganar unos segundos más antes de responder, o la atención inconsciente que tenía para con su pelo.

La respuesta que conisguió le pareció lo bastante satisfactoria de momento como para no insistir más. -Punto para mí- dijo con una amplia sonrisa. Teniendo en cuenta que que le había acusado de ser una cerrada de mente, de que su relación sobreprotectora que tenía con sus padres no era sana y pasearse medio desnuda sin pedir permiso ante sus narices, la inglesa podía darse un canto en los dientes. Shyloh podía haber reaccionado mucho peor, pero se había quedado a su lado y eso le resultaba gratamente satisfactorio, sin venir demasiado a cuento. 

Ahora era a ella a la que tocaba poner cierta cara de circunstancias cuando le dijo lo de la guitarra.

-La verdad es que me la he dejado en el apartamento- si es que podía llamar así al cuchitril que habitaba en verano -Aunque en realidad estaría más segura aquí, tal vez la próxima vez que vaya al pub me pase a por ella...- aquello último acabó siendo más hablado para si misma que para la otra, pensativa. Puso los ojos en blanco cuando mencionó el té. -La verdad es que no mucho. De pequeña tuve muchos intentos de hora del té y le acabé cogiendo manía. Prefiero el café, más consistente.- todo aquello que fuera llevar la contraria a su abuelo lo había hecho de buen grado, incluido aborrecer la bebida inglesa por excelencia.

—Es una pena, deberías traerla aquí, se sentirá muy sola en tu apartamento —murmuró refiriéndose a la guitarra con la cara pegada al colchón sin recaer en el hecho de que Ridley había mencionado que tenía un apartamento. Para ella sola. Inconscientemente pensó en que le gustaría visitarlo algún día, pero no dijo nada al respecto, estaba demasiado absorta como para hacer planes de futuro.
 
Shyloh se acurrucó un poco más acomodándose mejor en la cama, alargó una mano tratando de agarrar la tela de sus sábanas, pero terminó agarrando el filo de la camisa de Ridley. Tampoco hizo nada por soltarla. Estaba agotada, tanto física como emocionalmente y bueno, tener los ojos cerrados y estar medio somnolienta le ayudaba a mantener la conversación sin mucho esfuerzo.
 
—El café no está mal, seguro que la tetera esa sirve también para hacer café —la rubia respiró hondo antes de bostezar tapándose la boca con la mano que no estaba sujetando la camisa de la inglesa—. A veces me resulta muy amargo, así que suelo echarle un poco de cacao. Me gustan las cosas dulces, sobre todo las que más engordan.
Shy abrió los ojos costosamente y comenzó a juguetear con la tela del filo de la camisa de su compañera como si fuera lo más normal del mundo para ella. Sin embargo, obviamente no llegaba en ningún momento a hacer contacto directo con ella.
Miró los brazos de Ridley, lo poco que podía divisar de sus piernas desde su posición, su piel, llena de tinta.
 

—Tus tatuajes… ¿son de los que cuentan historias o los tienes solo por estética?

La morena se encogió de hombros y acabó por asentir. Bueno, se traería la guitarra, debería afinarla y dejar de morderse las uñas antes pero...Le hacía gracia la manera en la que había hablado Shyloh, como si la guitarra tuviera emociones. 

Discretamente se movió un poco hacia el borde de la cama, encogiéndose algo más, al ver cómo la rubia se posicionando cada vez más en la cama como si fuera a dormir. Ridley tenía el sueño fácil, pero lo de Shyloh se parecía más a un gato. Una tierna sonrisa se extendió por su rostro cuando notó el ligero tirón que resultó ser la rubia apropiándose del bajo de su camisa. Decididamente, se estaba quedando dormida por momentos y sin darse cuenta. 

-Supongo que si, podemos ir un día a comprar alguna- la idea de ir a un centro comercial con una mágica a comprar una tetera eléctrica le parecía una situación un tanto rocambolesca. Aunque tampoco estaba muy segura de si su compañera era consciente de lo que estaba diciendo o ya estaba hablando con alguien dormido. Aún así apuntó mentalmente lo de las cosas dulces. Al menos así sabía que si tenían algún problema volver a la habitación con un paquete de galletas de chocolate sería un buen paso para suavizar su cabreo. 

Se mordió el labio suavemente con la nueva pregunta. Pensaa que no era el mejor momento para decir que sufría la enfermedad de la lycantropía y que parte de los tatuajes eran un modo de tapar las cicatrices que había ido cosechando desde hacía un par de años. Que tarde o temprano tendría que decírselo, que sus cambios de humor, las escapadas en luna llena, ese extra de sentidos desarrollados...Tampoco eran cosas que podía ocultar hasta el fin de los tiempos, aunque siempre lo intentaba. Además, no estaba muy segura sobre la postura de la rubia con respecto a los lycántropos. 

-Tengo de todo un poco. Tengo algunos que representan mis miedos, otros que pertenecen a alguna noche un poco loca...Algunos simplemente me gustan y quería tenerlos conmigo- tenía prácticamente todo su cuerpo cubierto de tinta. -¿Alguno que te llame la atención?

La rubia sonrió casi imperceptiblemente cuando Ridley le dijo que irían a por una de esas extrañas teteras. Nunca había tenido planes para salir de compras con alguien. Las chicas jóvenes de Islandia solían quedar para ir a comprar ropa y esas cosas, pero Shyloh era feliz simplemente si salía acompañada a comprar un cacharro de esos.
 
Shyloh siguió jugueteando con el filo de la camisa de Ridley hasta que se cansó y dejó caer poco a poco la mano sobre el colchón. Su respiración era lenta y tranquila. Finalmente podía llegar a estar en cierta armonía con la morena y con ella misma, lo suficiente como para estar quedándose dormida allí mismo sin preocuparse mucho. El cansancio también ayudaba por supuesto.
 
Aunque tenía los ojos cerrados, la rubia alzó las cejas al escuchar a Rid hablar sobre sus tatuajes. Sus miedos… Shyloh se dio cuenta de que quería conocer los miedos de Ridley. Respecto a sus noches locas… quizás sus noches locas no tanto por una especie de miedo irracional a no querer escuchar lo que hubiesen ocurrido en ellas.
 
—Todos —respondió en un susurro con naturalidad somnolienta. Movió un poco los brazos, posando las manos suavemente sobre la piel de uno de los muslos tatuados de Ridley. Tan solo quería notarla— .Me gustas… cerca… —y guardó silencio para terminar por quedarse completamente dormida.

Al final no iba a ser tan difícil que Shy se acostumbrara a la compañía de aquella chica tan peculiar.

Como suponía, la rubia se estaba durmiendo por momentos y había decidido que no le importaba tener a la morena en la cama, que simplemente ella se iba a dormir. Eso le causaba cierta paradoja a la chica, que no sabía si intentar despertarla para que cogiera una posición más cómoda, o simplemente marcharse a su cama y dejarla allí. 

Estaba rumiando aquello cuando Shyloh dijo sus últimas palabras, soprendiendo a la inglesa que acabó poniendo los ojos en blanco y mirándola con ternura. No estaba segura de si se movía la despertaría, además de que había puesto lasmanos sobre su pierna, con lo que moverse de la cama lo veía un poco inviable. Con un suspiro alargó el brazo todo lo posible y cogió el libro que le había devuelto, dispuesta a quedarse un rato leyendo y asegurándose que la otra estaba completamente dormida antes de salir de allí, pues ella si que no se encontraba en una buena posición para dormir sin acabar con dolor de espalda y cuello. Puso una mano sobre las de la rubia, acariciándole con el pulgar el dorso, como acabó haciendo en el invernadero mientras leía. Le gustaba el tacto que tenía su piel.

A la tercera cabezada Ridley cerró el libro. Ya había pasado un buen rato desde que se había puesto a leer y el cansancio pretendía apoderarse de ella de manera definitiva. Se quedó unos segundos mirando a su compañera dormida y acabó por suspirar. Dejó el libro en su cama de nuevo y con todo el cuidado que era capaz de tener se movió despacio, escurriéndose hacia abajo para tumbarse con la cabeza en la almohada. -Si no querías que me quedara en esta cama no haberte dormido sobre mí- le susurró a la rubia, a sabiendas que no la iba a escuchar, pero ella era de las que hablaba sola, así que no lo pensó. Lo que si pensó es que si dormían sobre la ropa de la cama lo que acabarían por coger sería un catarro. Con un suspiro y maldiciendo para si misma se levantó. Puso la mano sobre el hombro de Shyloh.

-Shy, tienes que meterte debajo de las mantas, te vas a quedar fría...- musitó mientras intentaba abrir la ropa de la cama para meterla debajo de ella. No pretendía despertarla, sólo moverla lo suficiente. Luego ya vería que hacer ella.

Shyloh soñó con Islandia, su tierra, su hogar. Tan solo llevaba un año en América, pero echaba mucho de menos Reikiavik. Puede que no por su gente, pero sí por la belleza de aquel lugar. La rubia podía jurar que jamás vería algo tan precioso como Islandia, con sus paisajes nevados, sus noches y sus auroras. La magia podía existir, pero no había nada más mágico que observar una aurora. Pocos tenían esa oportunidad y Shyloh se sentía afortunada de haberlo hecho.
Así que soñó con la nieve, con auroras y con estrellas de un cielo que pensaba que no iba a volver a mirar por lo menos hasta dentro de mucho tiempo.
Se sintió rota y vacía y se le encogió el pecho. El sueño se tornó demasiado amargo como para seguir soportándolo, así que abrió los ojos poco a poco, notando movimiento a su lado. Notó la mano de Ridley sobre el hombro y cuando entornó la vista se topó con alargando la mano para abrir la cama. A Shyloh le costó un poco entender qué estaba pasando y cuando se dio cuenta se murió de vergüenza y se le tiñeron las mejillas de rojo.
Se había quedado dormida mientras hablaba con la inglesa y ahora había hecho el ridículo.
Shyloh agarró las sábanas y con un ligero movimiento, rodando un poco por la cama se las puso encima y le dio la espalda a Rid. Todavía seguía toda roja y con los ojos abiertos.
 
—Los islandeses estamos acostumbrados al frío —dijo a pesar de que de todas maneras se había terminado tapando. Cerró los ojos y recordó lo que había soñado, los abrió de nuevo. Además el calor que tenía en la cara le agobiaba—. No creo que vaya a poder dormirme otra vez —anunció poniéndose boca arriba, ocupando toda la cama y clavando la mirada en el techo—. Quiero una televisión.

Era uno de los pocos aparatos que su familia había metido en su casa al llegar a América, porque estando en un país extranjero, hacía falta enterarse más rápido de las noticias. La adaptación era importante. Shyloh se había pasado días y días enteros bajo la manta enganchada a aquella caja tonta, pero le encantaba.

Ridley observó como salía del sueño y se ponía colorada sonriendo, resultándole de lo más divertido que se girara y se tapara como si aquello fuera a hacer que la inglesa no la viera. Nada más lejos de la realidad, pero bueno, eran de esas cosas que se hacían aún a sabiendas de que no funcionaban.

-No había caído en eso, perdona- dijo mientras le daba la espalda, para quitarse la camisa que llevaba y poder quitarse el sujetador. Ahora que ya no estaba atrapada por la rubia podía ponerse algo de ropa más cómoda para dormir. De normal dormía sin ropa, pero mejor que mientras se aclimataba la rubia a ser su compañera dormir con una camiseta aunque fuera. Cogió una que le venía grande y se la puso, estirándosela un poco para que le cubriera algo más, aunque le duró lo que tardó en sentarse de nuevo en el borde de la cama ajena.

-No llevabas mucho durmiendo, tal vez una hora- le comentó, por un pequeño rato de sueño suponía que podría volver a dormirse. -Además no tenemos televisor.- a lo sumo podía ver algo en el portátil, pero una cosa es que los aparatos electrónicos funcionasen en la universidad y otra que tuvieran wifi. Eso era pedirles demasiado. Y Rid no tenía nada nuevo descargado en el portátil como para sacarlo. Se inclinó ligeramente hacia la rubia, mirándole con una suave sonrisa.

-Estabas muy mona durmiendo y me habías dejado dormir en tu cama, ¿no te acuerdas?- Rid estaba bromeando, porque eso no era lo último que le había dicho, sino otra cosa que tal vez le sacaba todavía más los colores, pero bueno, si la quería cerca no le importaría compartir cama, no? Se rió entre dientes ante aquel pensamiento, sin apartar la mirada de ella.

La rubia refunfuñó al escuchar que no tenían televisión. ¿Dónde iba a ver ahora toda esa telebasura en la que sus padres no le dejaban gastar su tiempo? Porque sí, a veces Shyloh se pasaba horas y horas viendo cualquier cosa cuando sus padres no estaban por casa. No era lo mismo que un buen libro, pero podía llegar a entretener de la misma forma.
 
—Podemos comprar una cuando vayamos a por la tetera —ni si quiera fue una pregunta. Shyloh lo había afirmado como si le fuera la vida en ello. Tenía dinero y allí sus padres no podían prohibirle nada. Tampoco es que ellos fueran a aparecer en su habitación de repente.
Casi como si lo viera se imaginó la escena que montarían. Primero porque el centro le había cambiado de habitación, luego por la tele y por último por la clase de compañera que tenía. Porque debía admitir que Ridley aparentemente no era el tipo de persona joven que le caerían bien a sus padres.
 
Shyloh giró la cabeza hacia Ridley que ya se había cambiado y todo poniéndose más cómoda. Lo que le recordó que debía hacer lo mismo. Se destapó y se dirigió al baño agarrando un pijama compuesto por una camiseta de manga larga blanca y unos shorts rosas. Sencillo pero eficiente.
Se paró antes de entrar al baño y se volvió hacia Ridley con el ceño fruncido.
 
—Yo no te he dejado dormir en mi cama. Yo caí rendida primero y tú decidiste acaparar parte de mi lecho —dicho esto entró en el baño para cambiarse. Al terminar guardó la ropa que se había quitado y se volvió a meter en la cama hecha una bola bajo las sábanas—. Pero te doy permiso para que lo hagas cuando quieras.
 

Se puso roja al instante al decir eso, pero pensó en que aquello era lo que hacían las amigas ¿no? Organizaban fiestas de pijama y dormían juntas y esas cosas, o eso pensaba la rubia. Además, no le importaba sentir a Ridley cerca de nuevo.

Se mordió la lengua para no reírse al ver su enfurruñamiento por el tema de la televisión y se encogió de hombros. Ridley hacía años que no tenía televisión, se había acostumbrado a ver las cosas online y lo máximo que tenía en el apartamento era una pantalla más grande para conectar el portátil y así ver las series y las películas. Que las reposiciones televisadas eran terribles. Subió las piernas a la cama, cruzándolas a lo indio mientras observaba como Shyloh se levantaba para irse a cambiar al baño. Ridley tenía la vana esperanza que no le daría vergüenza cambiarse delante de ella.

-Si con invadir tu lecho quieres decir que te quedaste dormida mientras hablabas y me habías puesto la mano en la pierna para que no me moviera, si, totalmente.- que en verdad si lo había invadido, que en un primer momento se había sentado sin pedir permiso ni nada, aunque le había parecido que no era mal recibida, por eso no se había sentado en su cama. Se estiró desperezándose, comenzaba a tener sueño.

En esa posición estaba cuando la otra salió del baño, se metió en la cama y soltó esa bomba. Eso si que no se lo esperaba la morena, que se la quedó mirando con cierta perplejidad. En realidad hacía mucho tiempo que no dormía con nadie en la misma cama sólo por el placer de dormir con alguien, si amanecía con alguien en la cama era porque se había acostado con ese alguien, no por otra cosa. Sus relaciones amorosas tampoco habían sido excesivamente largas para llegar hasta ese punto. Normalmente Ridley se asustaba y lo dejaba antes que la otra persona supiera demasiado de ella, se descubriera su enfermedad y pudieran mirarla con asco. Y si empezaba a compartir la vida a ese nivel con alguien sería lo que pasaría.

-Está bien- logró decir, antes de meterse bajo las sábanas en silencio, intentádole dejar el mayor espacio posible que se podía dejar en una cama individual compartida por dos adultas -¿Sabes? Hacía mucho tiempo que no dormía con alguien.- le comentó mientras se acomodaba.

Espera.
Shyloh tuvo que contener el aliento mientras Ridley invadía de nuevo su cama. Le había dado permiso, sí, pero ¿para hacerlo justo en ese momento? No estaba preparada.
Frunció el ceño, o al menos en su pensamiento se vio a si misma frunciendo el ceño extrañada. ¿De verdad tenía que plantearse si estaba preparada para que una amiga se metiera en su cama?
Sonaba fatal mirara como lo mirara.
 
La rubia se limitó a pegarse a la pared para dejar todo el espacio posible a Ridley y además, espacio entre las dos. Al menos no le estaba dando la espalda a la morena y eso era un GRAN paso teniendo en cuenta que el espacio vital lo tenía invadido por completo y además en una cama.
 
—Yo solo he dormido con mis padres —anunció como si fuera lo más normal del universo. Porque claro, sus padres eran como eran y tenía la sensación de que su compañera no les tenía en muy alta estima.
Shyloh encogió los brazos cerrándolos en puños y colocándolos delante de su pecho. Otra barrera psicológica. El corazón le latía a toda velocidad.
 
—Tú… yo… no sé qué decir —titubeó un momento—. Se supone que ahora debemos sacar conversación sobre cosas banales como trabajos de clase, chicos, ropa… cosas de esas.
Pero qué iba a comentar la rubia si prácticamente no había tenido vida.

Y Shyloh como una tonta seguía con esa idea infantil metida en la cabeza. Pero al fin y al cabo quería zanjar algún tipo de amistad y de momento estaba siguiendo los pasos que había aprendido viendo la tele o leyendo algún que otro libro de aventuras juveniles.

Parecía que en vez de ser una persona se le había metido una araña o algo en la cama, por la manera en la que Shyloh se pegaba a la pared. Tal vez no había sido buena idea seguir sus palabras al pie de la letra, quizás le tendría que haber dicho que no y haberse ido a la cama. Cinco minutos, pensó para sus adentros, cinco minutos y sigue al borde de un ataque de pánico me iré a dormir a mi cama.

No se esperaba otra cosa cuando la rubia le había dicho que sólo había dormido con sus padres. Es decir, si había estudiado en casa, era posiblemente la persona más virgen de la universidad y no había tenido muchos amigos, era lo más lógico. Aún así se abstuvo de preguntarle cuantos años tenía la última vez, no quería tener luego pesadillas. Pero cuando a empezó a decir lo de los chicos y la ropa ya le quedó bastante claro a la inglesa que la rubia tenía unas ideas preconcebidas bastante extrañas.

Con un suspiro se puso de lado con la cabeza apoyada en una mano, para mirarla.

-Para Shy, estás volviendo a esforzarte demasiado- le dijo en referencia a lo que habían hablado en el invernadero el día anterior -Y creo que has visto demasiadas películas de Disney. ¿En serio quieres que te hable de chicos?- creía estar bastante segura que si le empezaba a hablar del último con el que tuvo algo le daría un ataque. -No tienes porqué decir nada, es tarde, mañana tenemos clases, simplemente duerme- le sonrió, tampoco le parecía muy difícil, sólo tenía que dormirse, se olvidaría incluso de que tenía a alguien ajeno en la cama, sólo tenía que hacer eso, relajarse. O ser lo suficientemente sincera como para decirle que tenerla en la cama la ponía nerviosa.

La rubia le devolvió la mirada a Ridley. Tenía las mejillas encendidas pero ya se estaba acostumbrando a ello así que se limitó a guardar silencio mientras la inglesa le hablaba.
Estaba excesivamente cerca. Quizás el invitarla a su cama había sido un error, pero ya no había vuelta atrás. Si la echaba volvería a entrar en ese estado de mal estar y Ridley podría sentirse rechazada, y Shy no quería eso por nada del mundo.
 
—No, no quiero que me hables de chicos —murmuró dándose cuenta de que precisamente eso era de lo último de lo que quería hablar. Sin saber por qué le parecía de lo más extraño tener que sacar ese tema de conversación en ese momento, en ese lugar. En general.
Demonios, hasta le parecía desagradable.
 
—Está bien —trataría de dormirse—. Pero mañana me tienes que contar algo sobre uno de tus tatuajes. Me da igual el que sea. Prométemelo.
 

Shyloh sonrió y cerró los ojos. Intentó dejar la mente en blanco para dejarse llevar de nuevo por el sueño. Se acurrucó acomodándose de forma que sin quererlo estaba incluso más cerca de Ridley, pero no se dio mucha cuenta puesto que era de sueño fácil y ya estaba otra vez más somnolienta que consciente de lo que ocurría a su alrededor.