Primeros ensayos

(libre)
 
Habían terminado ya las tonterías de curso propedéutico que bien pude ignorar pero no hice por… no sé, quizás por no empezar con el pie izquierdo. Seguía pensando que me daba igual, absolutamente igual, cubrir las expectativas de alguien sobre lo que debía ser un buen estudiante o no, pero quise cumplir y ya, sólo por novedad. Apenas había hablado lo necesario en esas clases de autoconocimiento y tonterías de pedagogía de diez centavos para hacernos sentir preparados, o bienvenidos, o lo que fuera.

No conocía a nadie y no tenía nada qué hacer después de el cursillo, así que me quedé en el aula de música inspeccionando las instalaciones, bastante equipadas, pues tenían salones de estudio con absoluto aislamiento de sonidos. Excelente, la trompeta no era un instrumento muy discreto. Había visto a mucha gente con guitarras (para variar) y a otros tantos que también parecían estar en un coro o algo así. Aparentemente la magia ofrecía muchas variantes instrumentales y también tenían un sistema de notación distinto y demas artilugios que por un momento me hicieron pensar que el curso era interesante aunque lo único que me importaba era lo mío.

Todavía tenía planes de ir a Key West a los clubes nocturnos a buscar una banda, pero eso requería que fuera de noche y una buena disposición. Seguramente terminaría ebrio. Así que para matar el tiempo, deambulé por los salones y me detuve en uno con piano. Parecía un piano normal aunque tenía teclas de más que ningún piano muggle tenía y no me arriesgué a tocarlas. Repetí un par de escalas y después toqué parte de una pieza que medio conocía, con un montón de errores. April in Paris.

El piano no se me daba bien. pero era útil para componer y la verdad es que hacía una gran diferencia tener un piano a disposición. Así podría escribir algo y no ser sólo un músico por dinero, pues aunque me hubiera curtido en buenas bandas me interesaba tener algunas piezas propias. De momento me estiré, seguí tonteando con las teclas del piano, todavía mirando las teclas raras sin saber para que eran, tentado a presionar alguna.

La verdad, la verdad, la verdad se perdió, se le distanteó todo y se le olvidó por completo por donde estaba el aula para las clases de orientación vocacional que bien bien no entendía por que ella ya sabía lo que quería estudiar y no veía cerca la posibilidad de arrepentirse o elegir otra cosa. De todas maneras tampoco intentó mucho buscar su aula por que bien pudo haber visto un mapa o preguntado. Se había perdido y punto, ni modo, ya no podía ir a clase de cursilería.
 
No sabía bien cómo había terminado en el edificio de humanidades, a lo mejor la mente de Lola se le había metido a la cabeza e inconscientemente había terminado ahí, ¿podía pasar eso? Tendría que preguntarle. Estaba buscando la salida cuando escuchó una musiquita que le sonó muy muy muy conocida.
 
El abuelo de Bonnie era un muggle de verdad, común y corriente que vivía su vida muggle muy aburrida y solitaria, medio huraño, cuya única compañía era ella y su padre. Había escuchado esa canción miles y cientos de veces, pero la estaban tocando mal. Cuando se dio cuenta ya estaba frente a la sala de música viéndolo tocar.
 
Ya lo había visto en algunos cursos de tronco común pero la verdad es que ni siquiera lo ubicaba, no se acordaba si lo conocía o no, pero estaba seguro de que no era ni de Salem ni del colegio de Perú.
 
¿Estudias música? –preguntó después de un ratito de estarlo escuchando  para encontrar un pretexto para quedarse, no quería verse como viejita de parque o algo así-. Es que... no te la sabes bien, ¿verdad?

Mi primera reacción hubiera sido comportarme como el antipático de siempre, poniendo los ojos en blanco después de esa pregunta de interrupción (como si lo que hacía fuera muy interesante) pero me tomé un segundo para ver al menos quién hablaba. Sonreí a medias con algo de desprecio. Alguna vez me habían dicho que mis sonrisas eran ofensivas, quizás por que siempre lo hacía con pocas ganas. Ese acento americano… tendría que empezar a acostumbrarme.

-¿Tú sí te la sabes?

Quizás era una de esas niñas sabelotodo que llegaban a corregir a los incautos. En cualquier caso, de saber que tenía público hubiera intentado equivocarme menos aunque a quién le importaba, ella era la entrometida y yo sólo estaba tonteando. No sabía exactamente qué hacer. La dinámica de las escuelas había salido hacía tiempo de mi vida y si no estaba borracho no sabía hablar con mujeres. Ella se veía menor que yo -lo fuera o no- y tenía pinta de inocencia, de esa inocencia engañosa. ¿Qué le iba a decir, cómo se iniciaba la conversación casual?

-Sí, estudio música. Pero ya llevo un tiempo en esto… y…. tú también ¿O sólo venías a corregirme?

Me volvió a aparecer ese amago de sonrisa ofensiva y no se me ocurrió pensar si esos salones eran de fumar o no fumar. Seguramente de no fumar como todas las escuelas, pero en el mundo mágico no eran tan maniáticos con el tabaco como los muggles. Así que me levanté del piano y me recargué en él, sacando un cigarrillo del bolsillo de mi blazer y palpándome el pantalón en busca de un mechero, con el cigarrillo en los labios. odiaba encenderlos con la varita, me parecía una ridiculez.

Me di por vencido quedándome con el cigarrillo sin prender y mirándola significativamente. Sí, para que me prestara un mechero.

Si Bonnie se dio cuenta o no de que su sonrisa no era precisamente de bienvenida, no se notó por que ya había decidido quedarse. El tiempo que llevaba en la universidad no había sido suficiente para conocer a los músicos, de hecho solo medio ubicaba a los de su carrera, a algunos de su facultad y a otros de la facultad de Lola que no dejaban de hablarle como si los conociera de toda la vida.
 
Asintió con la cabeza, claro que la se la sabía.
 
Algo… pero creo que me equivocaría más, hace mucho que no la toco.
 
¿Es que cuando tocaba tenía que entregarse a la música? Lo había escuchado por ahí, la verdad es que siempre se preocupaba más por no equivocarse que sentir lo que estaba tocando y por eso, creía, que no lo haría mejor. Aunque eso de sentir la música le parecía de lo más ridículo, ¿pues cómo? Por eso, lo que menos quería era sonar como una presumida o una sabelotodo insufrible, pero a veces si era un poquito delicada respecto a las canciones que el gustaban y, cuando se daba cuenta, ya estaba discutiendo.
 
Uy, qué genio… no, yo estudio Comercio y Economía, pero antes sabía tocar el piano… ahh, a ver espera.
 
Bonnie empezó a buscar en sus pantalones para ver si ahí lo había dejado, si su encendedor, pero no lo encontró y por eso se tardó un ratito para encontrarlo en su mochila que estaba hecha un desastre y llena de cosas inútiles. Se lo pasó, tenía un estampado de vaca.
 

¿Me das uno? –y le sonrió, no como él le había estado sonriendo con cara de guasón, sino simplemente como le sonreía a su papá cuando quería que le diera a probar de las cosas que inventaba. No le gustaba que le mantuvieran el vicio, pero se había terminado el último y suponía que en el bar de la universidad los venderían carísimos.



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Off: ¿el color de mi letra te lastima la vista?