De favores y mudanzas
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De favores y mudanzas
La realidad era que le costaba mucho decir que no cuando alguien le pedía un favor. En sus días menos afortunados lo había hecho porque, vamos, era una manera de quedar bien. Ahora lo hacía simplemente por echar una mano. Claro, que si quien le pedía el favor era una chica, lo iba a hacer de mejor gana. Si además la chica era bonita, todavía mejor, ese tipo de favores no costaban lo más mínimo de hacer.
Después de la fiesta de lanzamiento en donde los Wardwell le había quedado un mal sabor de boca por Wilhelmina, y de acuerdo, estaba algo preocupado por ella. Conseguirse su dirección había sido cosa sencilla, a fin de cuentas las madres de ambos eran amigas, y aunque Nueva York no fuera precisamente una ciudad de la que conociera hasta el último rincón no había tenido mayor problema en dar con el departamento que compartía con Harley.
Había esperado encontrarlas a ambas porque donde quiera que estaba una estaba la otra, pero no, solamente se encontraba Wilhelmina esa tarde en casa. No iba a preguntarle a la cara sobre cómo se encontraba después de que su ex le hubiera dado material a los tabloides para imprimir durante los siguientes tres meses y medio, no tan directo ni tan pronto, cuando menos. Se había entretenido con ella hablando de otras cosas, principalmente de la universidad, y entre fraternidades, inducciones y diplomados de transfiguración el tiempo se le había ido rápido.
La cuestión era que parte de la preparación a la Universidad involucraba la mudanza a los dormitorios, que aunque tratara de llevarse lo más relajado posible era siempre un fastidio. Cajas y maletas y más cajas y maletas, bolsas repletas de cosas que en realidad ni sabes porque llevas. ¿Qué clase de persona iba a ser si la dejaba a ella cargar con todo?
Aun con hechizo reductor para volver todo lo más pequeño posible y ahorrarse mil viajes entre Nueva York y Florida, se había quedado con una enorme bolsa que cargaba sobre su hombro y una caja casi igual de grande que llevaba bajo el brazo que le quedaba libre. – ¿Estás segura que no quieres pasar por tu tienda y traerte uno de los hornos? Creo que todavía cabe en la caja, lo juro. – Ya puestos en ello…
Después de la fiesta de lanzamiento en donde los Wardwell le había quedado un mal sabor de boca por Wilhelmina, y de acuerdo, estaba algo preocupado por ella. Conseguirse su dirección había sido cosa sencilla, a fin de cuentas las madres de ambos eran amigas, y aunque Nueva York no fuera precisamente una ciudad de la que conociera hasta el último rincón no había tenido mayor problema en dar con el departamento que compartía con Harley.
Había esperado encontrarlas a ambas porque donde quiera que estaba una estaba la otra, pero no, solamente se encontraba Wilhelmina esa tarde en casa. No iba a preguntarle a la cara sobre cómo se encontraba después de que su ex le hubiera dado material a los tabloides para imprimir durante los siguientes tres meses y medio, no tan directo ni tan pronto, cuando menos. Se había entretenido con ella hablando de otras cosas, principalmente de la universidad, y entre fraternidades, inducciones y diplomados de transfiguración el tiempo se le había ido rápido.
La cuestión era que parte de la preparación a la Universidad involucraba la mudanza a los dormitorios, que aunque tratara de llevarse lo más relajado posible era siempre un fastidio. Cajas y maletas y más cajas y maletas, bolsas repletas de cosas que en realidad ni sabes porque llevas. ¿Qué clase de persona iba a ser si la dejaba a ella cargar con todo?
Aun con hechizo reductor para volver todo lo más pequeño posible y ahorrarse mil viajes entre Nueva York y Florida, se había quedado con una enorme bolsa que cargaba sobre su hombro y una caja casi igual de grande que llevaba bajo el brazo que le quedaba libre. – ¿Estás segura que no quieres pasar por tu tienda y traerte uno de los hornos? Creo que todavía cabe en la caja, lo juro. – Ya puestos en ello…
- Benjamin Stein
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Re: De favores y mudanzas
Pues sí, era una lata la mudanza. Seguramente en otros tiempos no le hubiera importado llevarse nada más que unos cuantos jeans, un montón de camisetas, un par de shorts y sus zapatillas deportivas para pararle de contar, pero ahora las cosas eran distintas y no andaba por ahí como una zarrapastrosa a la que no le importara invertir en su aspecto. Ese statement por supuesto, le quitaba espacio en las maletas, pero nada.
Le agradecía que no le preguntara por Jesse, porque estaba segurísima de que a la siguiente persona que lo mencionara le iba a soltar un puñetazo. O no tanto así pero casi. De todos modos había otras cosas que decirse.
Mudanza aparte, le costaba creer que ese tipo con apariencia de absoluta seguridad fuera el mismo que en Salem era una cosita regordeta a la que era fácil caerle a los puños gritándole que era un inútil y se defendiera. Qué vergüenza y que bueno que ninguno de los dos pareciera dispuesto a sacar esos tiempos a colación por el momento. No le iba a decir un comentario tipo “¿Quién diría que esa machorrilla que te molestaba con los puños ahora querría cargar tantos vestidos?”. Pues sí, ahí estaba la viva imagen, la más loca de todos los tiempos, de que la gente podía cambiar. Y muchísimo.
-Mejor di que quieres pasar por la tienda para que te regale cupcakes, no finjas.
Ella también llevaba una bolsa pequeña que tenía un montón de cosas colgada sobre el hombro, pero no era lo mismo. Por no hablar de la última maleta que levitaba detrás de ellos. Ok, su compañera de cuarto la iba a odiar los tres semestres que durara compartiendo habitación con ella, aunque hasta donde sabía todavía no le habían asignado a nadie.
Tuvo que ver en un mapa cortesía de la universidad la localización de su habitación porque todavía no se aprendía los pasillos y cuando llegaron la encontró tan anodina, vacía y triste que le fue muy deprimente. Ya no estaba muy segura de querer hacer eso, dejar la seguridad de su departamento y todas esas cosas.
-Esto se ve taaaan triste. Oye gracias por ayudarme en serio, jamás lo hubiera logrado sin un hombre fuerte, le hablaré bien de ti a todas las chicas guapas que me encuentre.
Le agradecía que no le preguntara por Jesse, porque estaba segurísima de que a la siguiente persona que lo mencionara le iba a soltar un puñetazo. O no tanto así pero casi. De todos modos había otras cosas que decirse.
Mudanza aparte, le costaba creer que ese tipo con apariencia de absoluta seguridad fuera el mismo que en Salem era una cosita regordeta a la que era fácil caerle a los puños gritándole que era un inútil y se defendiera. Qué vergüenza y que bueno que ninguno de los dos pareciera dispuesto a sacar esos tiempos a colación por el momento. No le iba a decir un comentario tipo “¿Quién diría que esa machorrilla que te molestaba con los puños ahora querría cargar tantos vestidos?”. Pues sí, ahí estaba la viva imagen, la más loca de todos los tiempos, de que la gente podía cambiar. Y muchísimo.
-Mejor di que quieres pasar por la tienda para que te regale cupcakes, no finjas.
Ella también llevaba una bolsa pequeña que tenía un montón de cosas colgada sobre el hombro, pero no era lo mismo. Por no hablar de la última maleta que levitaba detrás de ellos. Ok, su compañera de cuarto la iba a odiar los tres semestres que durara compartiendo habitación con ella, aunque hasta donde sabía todavía no le habían asignado a nadie.
Tuvo que ver en un mapa cortesía de la universidad la localización de su habitación porque todavía no se aprendía los pasillos y cuando llegaron la encontró tan anodina, vacía y triste que le fue muy deprimente. Ya no estaba muy segura de querer hacer eso, dejar la seguridad de su departamento y todas esas cosas.
-Esto se ve taaaan triste. Oye gracias por ayudarme en serio, jamás lo hubiera logrado sin un hombre fuerte, le hablaré bien de ti a todas las chicas guapas que me encuentre.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: De favores y mudanzas
- Queda mejor si consigo que seas tú quien me invite para regalarme cupcakes, ¿ves? – Le dijo entre risas. Tampoco era que estuviera muriéndose por ir a su pastelería y atragantarse con panecillos de crema y azúcar, pero si le ofrecían alguno no iba a decir que no. Lo que sí le parecía de lo más interesante era que se hubiera decidido, tan joven, a comenzar con un negocio propio y además manejar una carrera. Sabía algo sobre que el dinero que sus padres le habían dado al divorciarse – de nuevo, a su madre tendía a írsele bastante la lengua. El podía disponer, básicamente, de todo el dinero que le diera la gana, pero seguía siendo dinero de su padre así que se medía. Si le hubieran dado una pequeña fortuna para hacer lo que viniera en gana, definitivamente no se hubiera ido por la vía inteligente como Wilhelmina. A él lo hubieran encontrado perdido en Bangkok una semana después con una resaca como para dejarlo en silla de ruedas.
Cuando llegaron a la habitación él no vio nada fuera de lo usual en realidad, pero eso no era otra cosa que la costumbre, porque ya había pasado por lo que ella. Tampoco es que al instalarse en los dormitorios le hubiera parecido vacío y triste. Con una cama y espacio donde dejar sus cosas se las había arreglado y cuando se cansó de las paredes color beige colgó un par de pósters por ahí. Por eso le miró algo curioso cuando le decía lo que pensaba del lugar. A lo mejor era distinto para las chicas, que a ellas si les interesaba cosas como la estética y el ambiente. Además, desde que se había mudado a la casa Alpha, no había vuelto a poner un solo pie en los dormitorios comunales.
- Nah, te va a parecer distinto cuando desempaques. Te va a terminar gustando. Aún si tu compañera de habitación es una arpía hay maneras de remediarlo. – Aunque de nuevo, no sabía si funcionaba igual con ellas. A él apenas y reconocer la existencia de su compañero por un par de semestres le había ido bien.
– Anda, aprovéchate que me tienes de obrero a tu disposición por esta tarde. Escoja la mejor cama y la mejor mesa y que la otra chica se aguante. - Dejó la caja y la bolsa en uno de los dos escritorios que tenía la habitación, para luego sujetar la maleta que levitaba tras ellos. Agarró también la bolsa que Mina llevaba para que ya no tuviera que andar cargando nada. – ¿Vas a hablar bien de mí contigo misma entonces? – Le respondió con una media sonrisa. La verdad que no le importaba andar cargando todas las cosas que le pidiera.
Cuando llegaron a la habitación él no vio nada fuera de lo usual en realidad, pero eso no era otra cosa que la costumbre, porque ya había pasado por lo que ella. Tampoco es que al instalarse en los dormitorios le hubiera parecido vacío y triste. Con una cama y espacio donde dejar sus cosas se las había arreglado y cuando se cansó de las paredes color beige colgó un par de pósters por ahí. Por eso le miró algo curioso cuando le decía lo que pensaba del lugar. A lo mejor era distinto para las chicas, que a ellas si les interesaba cosas como la estética y el ambiente. Además, desde que se había mudado a la casa Alpha, no había vuelto a poner un solo pie en los dormitorios comunales.
- Nah, te va a parecer distinto cuando desempaques. Te va a terminar gustando. Aún si tu compañera de habitación es una arpía hay maneras de remediarlo. – Aunque de nuevo, no sabía si funcionaba igual con ellas. A él apenas y reconocer la existencia de su compañero por un par de semestres le había ido bien.
– Anda, aprovéchate que me tienes de obrero a tu disposición por esta tarde. Escoja la mejor cama y la mejor mesa y que la otra chica se aguante. - Dejó la caja y la bolsa en uno de los dos escritorios que tenía la habitación, para luego sujetar la maleta que levitaba tras ellos. Agarró también la bolsa que Mina llevaba para que ya no tuviera que andar cargando nada. – ¿Vas a hablar bien de mí contigo misma entonces? – Le respondió con una media sonrisa. La verdad que no le importaba andar cargando todas las cosas que le pidiera.
- Benjamin Stein
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Re: De favores y mudanzas
Suponía que la peor parte de todo era que iba a extrañar a Harley y así, aunque fuera a tenerla en un dormitorio súper cerca. Le preguntó si una de esas maneras de remediarlo era con asesinato mientras se sentaba sobre una de las camas y saltaba un poco sobre ella para probar el colchón, luego hizo lo mismo con la otra, ambas se sentían bien pero definitivamente la segunda le iba mejor.
-Me quedo con esta. Y con ese escritorio, porque le da más la luz.
Lo que sí la emocionaba era volver a clases, no era ningún secreto que era una ñoña de lo peor y la idea de volver a estresarse con todo eso de ser la mejor sí que le emocionaba un poco, aunque suponía que la universidad no era para nada lo mismo que mantener buenas notas en las materias de Salem. No importaba, la perspectiva le gustaba.
-Mmmm, veamos, ¿en qué me puedes ayudar? Pensaba hacerlo todo con magia para que se guardara todo solo pero si quieres hacer las cosas de manera rudimentaria. Tú libros, yo ropa.-
Le sacó la lengua, porque de verdad lo difícil había sido llevar las maletas ahí pero el resto era cosa de nada. Lo que le importaba de verdad era dónde iba a poner el afiche de la selección alemana de quidditch en la que jugaba su hermano. Cuando le soltó aquél halago lo miró con los ojos entrecerrados y una media sonrisa.
-Claro, listillo, ¿qué pensabas? ¿Que iba a compartir mi maravilloso descubrimiento sobre tu galanura con cualquier otra?. Claro que no, solo lo dije por convivir.
No lo miraba mientras lo decía, siempre había sido algo tímida y eso no se le iba a quitar por estar divorciada y esas cosas, por más guapo que fuera –especialmente por eso. Y ya que al parecer tenía ganas de trabajar, le señaló la maleta donde venían los libros para que los sacara y apañaran oficialmente el escritorio. Claro, no le iba a decir que le ayudara a acomodar su ropa porque qué bochorno.
-Solo que si ves algún libro extraordinario sobre animagia no me lo vayas a robar, te vigilo de reojo.¿Sabes quién da ese diplomado? Me dijeron que antes estaba una tal Annie no sé qué que se convertía en un flamante puma yagouaroundi como los del equipo de quodpot de Florida. Solo puede mejorar.
-Me quedo con esta. Y con ese escritorio, porque le da más la luz.
Lo que sí la emocionaba era volver a clases, no era ningún secreto que era una ñoña de lo peor y la idea de volver a estresarse con todo eso de ser la mejor sí que le emocionaba un poco, aunque suponía que la universidad no era para nada lo mismo que mantener buenas notas en las materias de Salem. No importaba, la perspectiva le gustaba.
-Mmmm, veamos, ¿en qué me puedes ayudar? Pensaba hacerlo todo con magia para que se guardara todo solo pero si quieres hacer las cosas de manera rudimentaria. Tú libros, yo ropa.-
Le sacó la lengua, porque de verdad lo difícil había sido llevar las maletas ahí pero el resto era cosa de nada. Lo que le importaba de verdad era dónde iba a poner el afiche de la selección alemana de quidditch en la que jugaba su hermano. Cuando le soltó aquél halago lo miró con los ojos entrecerrados y una media sonrisa.
-Claro, listillo, ¿qué pensabas? ¿Que iba a compartir mi maravilloso descubrimiento sobre tu galanura con cualquier otra?. Claro que no, solo lo dije por convivir.
No lo miraba mientras lo decía, siempre había sido algo tímida y eso no se le iba a quitar por estar divorciada y esas cosas, por más guapo que fuera –especialmente por eso. Y ya que al parecer tenía ganas de trabajar, le señaló la maleta donde venían los libros para que los sacara y apañaran oficialmente el escritorio. Claro, no le iba a decir que le ayudara a acomodar su ropa porque qué bochorno.
-Solo que si ves algún libro extraordinario sobre animagia no me lo vayas a robar, te vigilo de reojo.¿Sabes quién da ese diplomado? Me dijeron que antes estaba una tal Annie no sé qué que se convertía en un flamante puma yagouaroundi como los del equipo de quodpot de Florida. Solo puede mejorar.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: De favores y mudanzas
- ... si, la luz. Esa es buena razon. - Cara de muy convencido no tenia, pero a quien engañaba, cuando habia llegado a su dormitorio el primer día, él también había tenido manías de ñoño irremediable. Su escritorio lo había prácticamente arrebatado de su compañero con justificación sobre algo de la corriente de aire y no conforme con eso, había intercambiado los cajones una vez cuando dormía, porque aunque su escritorio tenía mejor ubicación, iba un poco más maltratado. No eran el tipo de hábitos que se celebraban en Alpha, pero ni hablar, en cuanto a sus cosas era de lo más meticuloso al grado de manía de medimago.
- No discutas y desempaca, querías la experiencia universitaria. No te libras del tedio de tener que acomodar todas tus cosas, como tampoco te vas a librar de la novatada. No vas a querer andar por ahí con tus vestidos bonitos la primera semana, creeme. Ya sabes lo que prefieres? Si ser bombardeada con agua o harina? -
Porque con las chicas, sobre todo las bonitas, había más consideración, nada de fusilamiento con huevos podridos. Se rio un poco de ella y hasta le pico con un dedo la panza. Que distinto era hablar de algo como una novatada desde la perspectiva de quien se encarga de ponerla en efecto y no de quien tenia que esperar con paranoia a que ocurriera, porque algo era seguro, iba a ocurrir.
Abrio la caja de los libros y fue dejandolos sobre la mesa de manera desordenada. No sabia como le gustaba a Mina organizarlos, el en lo personal los preferia sobre materia. Empezando con la tarea se rio de buena gana al escucharla. - Tampoco es para tanto, puedes recrearte en tu descubrimiento y compartirlo con el mundo, no seas egoista. - En serio, si alguien le hubiera dicho que un dia iba a estar bromeando asi con Wilhelmina Schweinsteinger sin que hubiera patadas de por medio no lo iba a creer, pero era agradable ese cambio, demasiado.
- Para que lo voy a robar si seguro ya lo tengo y desde antes que tu. - Si a el le preguntaban, el logro mas grande y del que mas orgulloso estaba, opacando incluso el haber logrado entrar a su fraternidad, habia sido el dominio de la Animagia. Aquel habia sido el momento decisivo en el que se dio cuenta de que quiza no era tan perdedor y pobre diablo despues de todo. Le gustaba hablar con Mina de ello y le parecia de lo mas interesante que, de todos los animales posibles, hubiera elegido una urraca. Cada que el tema se trataba se aguantaba demasiado las ganas de preguntarle el por que.
- Annie Wilcox, si, y creeme, todo lo que has escuchado del Puma es real. La mujer es un as. No estoy seguro si vaya a seguir dando el diplomado este semestre, algo habia escuchado sobre un sabatico. De todas maneras no te preocupes, profesores te van a sobrar. Ya sabes quien va a ser uno de los iluestres encargados de tu futuro prometedor? - Todo fuera dicho, White tenia una reputacion que, pues vaya...
- No discutas y desempaca, querías la experiencia universitaria. No te libras del tedio de tener que acomodar todas tus cosas, como tampoco te vas a librar de la novatada. No vas a querer andar por ahí con tus vestidos bonitos la primera semana, creeme. Ya sabes lo que prefieres? Si ser bombardeada con agua o harina? -
Porque con las chicas, sobre todo las bonitas, había más consideración, nada de fusilamiento con huevos podridos. Se rio un poco de ella y hasta le pico con un dedo la panza. Que distinto era hablar de algo como una novatada desde la perspectiva de quien se encarga de ponerla en efecto y no de quien tenia que esperar con paranoia a que ocurriera, porque algo era seguro, iba a ocurrir.
Abrio la caja de los libros y fue dejandolos sobre la mesa de manera desordenada. No sabia como le gustaba a Mina organizarlos, el en lo personal los preferia sobre materia. Empezando con la tarea se rio de buena gana al escucharla. - Tampoco es para tanto, puedes recrearte en tu descubrimiento y compartirlo con el mundo, no seas egoista. - En serio, si alguien le hubiera dicho que un dia iba a estar bromeando asi con Wilhelmina Schweinsteinger sin que hubiera patadas de por medio no lo iba a creer, pero era agradable ese cambio, demasiado.
- Para que lo voy a robar si seguro ya lo tengo y desde antes que tu. - Si a el le preguntaban, el logro mas grande y del que mas orgulloso estaba, opacando incluso el haber logrado entrar a su fraternidad, habia sido el dominio de la Animagia. Aquel habia sido el momento decisivo en el que se dio cuenta de que quiza no era tan perdedor y pobre diablo despues de todo. Le gustaba hablar con Mina de ello y le parecia de lo mas interesante que, de todos los animales posibles, hubiera elegido una urraca. Cada que el tema se trataba se aguantaba demasiado las ganas de preguntarle el por que.
- Annie Wilcox, si, y creeme, todo lo que has escuchado del Puma es real. La mujer es un as. No estoy seguro si vaya a seguir dando el diplomado este semestre, algo habia escuchado sobre un sabatico. De todas maneras no te preocupes, profesores te van a sobrar. Ya sabes quien va a ser uno de los iluestres encargados de tu futuro prometedor? - Todo fuera dicho, White tenia una reputacion que, pues vaya...
- Benjamin Stein
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Re: De favores y mudanzas
-No pienso andar la primera semana con esa ropa de antes solo para que no se me estropee todo, pero está bien, tomaré tu consejo y no andaré tampoco con vestidos bonitos la primera semana. Y creo que prefiero agua. Aboga por mi, anda, que no sea nada asqueroso y así.
De hecho esa ropa la había dejado en casa de Jesse y ni sabía si la había quemado o qué diablos había hecho con ella ya. O si hasta se la había prestado a alguna de sus putas en caso de que hubieran perdido por ahí sus propias ropas al momento. Qué asco pensar en esas cosas pero le era inevitable, especialmente si mencionaba los jeans rotos y las playeras de niño.
-Y ¿cómo se supone que funciona? ¿Me tengo que aguantar o puedo cobrar venganza? Ya sabes que soy vengativa, casi tanto como soy envidiosa.
Mientas abría las maletas para comenzar a sacar su ropa se detuvo un segundo en de verdad poner muy a la mano la ropa de primera semana, que no fueran vestidos, pero que tampoco se vieran como que iba a andar en pants eterno por una semana entera por miedo a las novatadas.
-¿Qué te hicieron a ti en tu novatada, eh? ¿Te maltrataron mucho?
Puso cara de tristeza con las sospechas que ahora eran una realidad de que Annie Yag ya no daría el diplomado este semestre. Se moría por pulir su técnica con alguien ultra versado que en términos de transformaciones tuviera el status de una estrella de rock. De todos modos no se desanimaría, quizá hasta llegara alguien mejor. En cuanto a lo otro…
-Ajá, ya me había dicho algo mi papá. La verdad es que me dan muchos nervios, una cosa era ver a White tomando brandy en la sala de mi casa sin que eso supusiera ninguna diferencia en mi vida, y otra muy diferente es saber que me va a dar clases con ese gesto adusto y esa voz de ultratumba.
Pero siempre le había ido bien en la escuela incluso cuando no se llevara con los profesores. En Salem le había metido un Extraordinario por el culo a su profesor de pociones que se la pasaba asegurando que su parte Immëndorff no le serviría de nada en la materia solamente porque pensaba que era una muchachita rebelde y contestona. Ella qué iba a saber que había altas probabilidades de que sus aptitudes académicas no fueran gran cosa por ser una chica, no tenía ese tipo de referencias.
De hecho esa ropa la había dejado en casa de Jesse y ni sabía si la había quemado o qué diablos había hecho con ella ya. O si hasta se la había prestado a alguna de sus putas en caso de que hubieran perdido por ahí sus propias ropas al momento. Qué asco pensar en esas cosas pero le era inevitable, especialmente si mencionaba los jeans rotos y las playeras de niño.
-Y ¿cómo se supone que funciona? ¿Me tengo que aguantar o puedo cobrar venganza? Ya sabes que soy vengativa, casi tanto como soy envidiosa.
Mientas abría las maletas para comenzar a sacar su ropa se detuvo un segundo en de verdad poner muy a la mano la ropa de primera semana, que no fueran vestidos, pero que tampoco se vieran como que iba a andar en pants eterno por una semana entera por miedo a las novatadas.
-¿Qué te hicieron a ti en tu novatada, eh? ¿Te maltrataron mucho?
Puso cara de tristeza con las sospechas que ahora eran una realidad de que Annie Yag ya no daría el diplomado este semestre. Se moría por pulir su técnica con alguien ultra versado que en términos de transformaciones tuviera el status de una estrella de rock. De todos modos no se desanimaría, quizá hasta llegara alguien mejor. En cuanto a lo otro…
-Ajá, ya me había dicho algo mi papá. La verdad es que me dan muchos nervios, una cosa era ver a White tomando brandy en la sala de mi casa sin que eso supusiera ninguna diferencia en mi vida, y otra muy diferente es saber que me va a dar clases con ese gesto adusto y esa voz de ultratumba.
Pero siempre le había ido bien en la escuela incluso cuando no se llevara con los profesores. En Salem le había metido un Extraordinario por el culo a su profesor de pociones que se la pasaba asegurando que su parte Immëndorff no le serviría de nada en la materia solamente porque pensaba que era una muchachita rebelde y contestona. Ella qué iba a saber que había altas probabilidades de que sus aptitudes académicas no fueran gran cosa por ser una chica, no tenía ese tipo de referencias.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: De favores y mudanzas
- ¿Y hacer que te pierdas el rito de inicación que es la novatada? No, Schweinsteinger. Aquí pruebas de que estas hecha y aguantas, haz sentir orgullosa a tus ancestros. - Era obvio que estaba jugando con ella. Wilhelmina pertenecía a ese grupo selecto de personas que podían salir más o menos bien libradas - que no intactas - de tradiciones así: el de las chicas bonitas de buen apellido. Como mucho le tocaría que la empaparan con agua hasta dejarla echa un asco. Y mejor dejar constancia que estaba esforzándose mucho, muchísimo, por no centrarse más de lo necesario imaginándosela con sus camisetas de niño pero mojada de pies a cabeza.
- Claro que te tienes que aguantar, así funcionan. Pero piensa que al inicio del próximo curso vas a poder auxiliar en la integración social de los de nuevo ingreso y ayudarlos a formar carácter. Que es la manera elegante de decir que vas a cobrar venganza. - Aunque seguía sonriendo se le veía algo distraído poque ayudandola a organizar su mini biblioteca personal se estaba dando cuenta que traía libros muy interesante y que no necesariamente ya hubieran pasado por sus manos con anterioridad. Sería que ella siempre había sido una de esas chicas aplicadas. Honestamente, en Salem él había pasado de curso por pura suerte, que su único talento no era suficiente como para sacarlo a flote 7 años. Menos mal se había decidido a cambiar eso al entrar a la universidad, aunque hacerse de los hábitos de estudio le hubiera costado demasiado.
- Hay cosas Wilhelmina, que por bienestar mental es mejor no saber. O pasaras el resto de la semana paranoica esperando que te pase a ti tambien. - Se hizo el interesante y si, tambien el absoluto payaso cuando le preguntaba como le habia ido a el con su novatada. Honestamente no muy bien. Recien entrando a la universidad seguia siendo un pobre diablo de esos que no gozan del privilegio de que la tomen ligero contra uno. Pero esa clase de cosas no eran las que iba a contarle.
- No creo que sea muy diferente. Tiene su reputacion de arcaico y senil pero a nadie le sorprende en serio, ¿verdad? De todas formas nunca he escuchado quejas de él ni nada. - Aunque la clase de gente que en su mayoría frecuentaba ahora fueran la clase de personas por las que Julius Augustus White III no tuviera mayor motivo para quejarse.
- Cuales son tus planes? Te vas a llenar de extracurriculares ya? La temporada de quodpot es algo grande aqui, que sepas. Y tambien que sepas que este libro te lo voy a robar asi, con descaro. - Uno de sus preciosos libros sobre animagia que nada mas por provocarla un poco se encargo de alzar tan alto como su brazo se lo permitiera mientras le picaba la panza, que para variar al fin estaba considerablemente mas alto que ella.
- Claro que te tienes que aguantar, así funcionan. Pero piensa que al inicio del próximo curso vas a poder auxiliar en la integración social de los de nuevo ingreso y ayudarlos a formar carácter. Que es la manera elegante de decir que vas a cobrar venganza. - Aunque seguía sonriendo se le veía algo distraído poque ayudandola a organizar su mini biblioteca personal se estaba dando cuenta que traía libros muy interesante y que no necesariamente ya hubieran pasado por sus manos con anterioridad. Sería que ella siempre había sido una de esas chicas aplicadas. Honestamente, en Salem él había pasado de curso por pura suerte, que su único talento no era suficiente como para sacarlo a flote 7 años. Menos mal se había decidido a cambiar eso al entrar a la universidad, aunque hacerse de los hábitos de estudio le hubiera costado demasiado.
- Hay cosas Wilhelmina, que por bienestar mental es mejor no saber. O pasaras el resto de la semana paranoica esperando que te pase a ti tambien. - Se hizo el interesante y si, tambien el absoluto payaso cuando le preguntaba como le habia ido a el con su novatada. Honestamente no muy bien. Recien entrando a la universidad seguia siendo un pobre diablo de esos que no gozan del privilegio de que la tomen ligero contra uno. Pero esa clase de cosas no eran las que iba a contarle.
- No creo que sea muy diferente. Tiene su reputacion de arcaico y senil pero a nadie le sorprende en serio, ¿verdad? De todas formas nunca he escuchado quejas de él ni nada. - Aunque la clase de gente que en su mayoría frecuentaba ahora fueran la clase de personas por las que Julius Augustus White III no tuviera mayor motivo para quejarse.
- Cuales son tus planes? Te vas a llenar de extracurriculares ya? La temporada de quodpot es algo grande aqui, que sepas. Y tambien que sepas que este libro te lo voy a robar asi, con descaro. - Uno de sus preciosos libros sobre animagia que nada mas por provocarla un poco se encargo de alzar tan alto como su brazo se lo permitiera mientras le picaba la panza, que para variar al fin estaba considerablemente mas alto que ella.
- Benjamin Stein
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Re: De favores y mudanzas
Era la semana que le tocaba cuidar las hermosas cabezas de Bombón, Burbuja y Bellota mientras seguían de vacaciones. La dinámica consistía en que cada Alpha se la llevaba a su casa tres días y luego se la pasaba a otro. Habían hecho un responsable calendario y demás parafernalia y la perra de tres cabezas había pasado unas vacaciones mejores que las de muchos de ellos: un viaje a Los Cabos, tres días en Puerto Vallarta, una paseada por Venecia y ahora, le tocaba la aburrida casa de los Snyder, porque Bill se había quedado en Florida. Podría planear distintas actividades con ella para que no pensaran las niñas que era el amo más aburrido del mundo, pero no las llevaría a un destino exótico como otros.
Reuben Rice era el tipo que le iba a hacer la entrega de la chica superpoderosa. Le acarició cada una de las cabezas antes de recibir la correa. Y Ruben Rice fue quien le dijo que había visto a Mina Schweinsteiger en dirección a los dormitorios acompañada de Benjamin Stein. Benjamin era lo que se podía decir su amigo aunque en Salem le había hecho un infierno, ahora que eran hermanos era diferente y lo trataba más que bien, pero eso no le impidió pedirle a Ruben el favor de que le cuidara a la chica perro un poco más.
-Si lo haces volviendo a clases te consigo una cita con Layla Paxton-Beesley o con Kitty Likens, palabra de honor. Hazme este favor.-Esa promesa que le cumpliría a como diera lugar bastó para que Reuben aceptara. Y Bill aprovechó para salir a toda prisa en dirección a los dormitorios comunales. Trató de hacer mucha mucha memoria para recordar cuál era el dormitorio de Mina, o si siquiera se lo había dicho, así que su estúpida técnica fue ir tocando la puerta de una en una, pegándose a la puerta primero a ver si no había ruido de gente follando, o a ver si reconocía la voz de Mini o de Benjamin.
Luego de probar en 5 dormitorios dio con el de ella. Escuchó su voz a través de la puerta y también la voz de Benjamin. Un farfulleo imparable que no era de gente haciendo cosas que como hermano no debía interrumpir. Tocó la puerta dos veces con el puño cerrado.-Mina soy yo ábreme. Vengo a ver si no necesitas algo.-Le dijo con voz fuerte a través de la puerta esperando que le abriera de una vez. Si le preguntaba qué hacía ahí le iba a decir la verdad, que alguien le había dicho que se estaba mudando y él quería ayudar por si con Benjamin no era suficiente.
- Bill Snyder
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Re: De favores y mudanzas
-Está bien Stein, honraré a mis ancestros.
Le contestó poniendo los ojos en blanco y sacándole la lengua volviéndose de pronto la misma chica despreocupada que había sido en Salem. También arrugó la nariz en un mohín cuando le dijo que había cosas que era mejor no saber por temor a la paranoia, pero no insistió, ni modo que empezara como chillona “ándale cuéeeentame” porque no iba al caso. Luego del mohín siguió a lo suyo.
-Papá me dijo que mientras no hiciera mis berrinches todo iba a estar bien, y creo que Billy lo idolatra porque no ha hecho más que hablarme bien de él. Trataré de estar calmada.
Después de todo el tipo…bueno, señor, la había conocido desde que era una criatura corriendo por ahí tratando de azotar a Sonja con una vara enlodada con gusarajos pegados a ella. Ya nada podía ser peor que eso.
-Nada grave: quodpot, club de duelo y el diplomado de transfiguración, que es necesario porque me falta pulir mi técnica.
Entrecerró los ojos y fingió estar ultrafuriosa por que alzara su pesado libro y amenazara con robárselo, y alcanzó a dar un salto ridículo para intentar alcanzarlo cuando los golpes en la puerta la hicieron trastabillar un poco. Inmediatamente después reconoció la voz de sobrio de Billy, ni tenía que decirle que era él.
-¿Qué ustedes los Alpha viven en la fraternidad hasta en las vacaciones?
Le picó la panza también con el dedo índice y se acercó a la puerta para abrirla, pensando que era jodidamente raro que estuviera ahí preguntando si no necesitaba una mano, pero bueno…de todos modos abrió y le sonrió afable antes de mirarlo como si fueran visiones.
-¿Qué haces aquí, demente? Ya casi acabamos de desempacar.
Le contestó poniendo los ojos en blanco y sacándole la lengua volviéndose de pronto la misma chica despreocupada que había sido en Salem. También arrugó la nariz en un mohín cuando le dijo que había cosas que era mejor no saber por temor a la paranoia, pero no insistió, ni modo que empezara como chillona “ándale cuéeeentame” porque no iba al caso. Luego del mohín siguió a lo suyo.
-Papá me dijo que mientras no hiciera mis berrinches todo iba a estar bien, y creo que Billy lo idolatra porque no ha hecho más que hablarme bien de él. Trataré de estar calmada.
Después de todo el tipo…bueno, señor, la había conocido desde que era una criatura corriendo por ahí tratando de azotar a Sonja con una vara enlodada con gusarajos pegados a ella. Ya nada podía ser peor que eso.
-Nada grave: quodpot, club de duelo y el diplomado de transfiguración, que es necesario porque me falta pulir mi técnica.
Entrecerró los ojos y fingió estar ultrafuriosa por que alzara su pesado libro y amenazara con robárselo, y alcanzó a dar un salto ridículo para intentar alcanzarlo cuando los golpes en la puerta la hicieron trastabillar un poco. Inmediatamente después reconoció la voz de sobrio de Billy, ni tenía que decirle que era él.
-¿Qué ustedes los Alpha viven en la fraternidad hasta en las vacaciones?
Le picó la panza también con el dedo índice y se acercó a la puerta para abrirla, pensando que era jodidamente raro que estuviera ahí preguntando si no necesitaba una mano, pero bueno…de todos modos abrió y le sonrió afable antes de mirarlo como si fueran visiones.
-¿Qué haces aquí, demente? Ya casi acabamos de desempacar.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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