Más allá de lo que ves
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Más allá de lo que ves
Nuevos ingresantes que buscaban hacer del ajedrez, el duelo, el coro o el arte su escape para esos días en que la vida les jugara una mala pasada y tuvieran cero cosas pendientes en la agenda. Madison no los culparía, a veces era mejor meterse a un club que aburrirse como ostra en tu habitación. Sin embargo para la morena era algo más allá de una simple pantalla, pues para eso se hubiera metido al de duelo, al cual no le veía ni un chiste. A ella le gustaba el arte en todas sus expresiones y por lo mismo en el semestre anterior había pasado horas extras metida en ese salón luego que quedaba vacio. Claro, eso nadie lo sabía, y aquel día fue uno de esos asombrosos en que brillo por su ausencia.
Cuando apareció la clase había terminado. Somnolienta, a penas consciente de los pasos que daba, como si acabase de levantar. Todos ya se habían marchado a excepción de unos cuantos que aun pululaban por ahí. Entre ellos Laise, a quien no dudo en acercarse, dejando de lado su abrumada actitud y sonriendo como si todo fuera miel sobre hojuelas en su vida. – Pero vamos, ¿Por qué aun estas aquí? Es triste quedarse incluso cuando no hay profesor – y quien lo decía. Sin embargo ella era bastante descara hasta consigo misma. Vio el escritorio del encargado de la clase vacio y se sentó sobre el muy cómodamente mientras cruzaba sus piernas y echaba su cuerpo ligeramente hacia atrás, apoyándose en sus manos.
– Espero que te quedes un poco hacerme compañía y no me salgas con que tienes que hacer informes o cosas así. Relájate un poco, la gente de tu fraternidad se castiga mucho con eso de cumplir pendientes – comento sin mucha gana que sonara como ofensa o reto, sino más bien como algo soltado a la ligera porque eso era. La verdad su aparición allí ese día no era casual del todo y tampoco es que le preocupara mucho el haberse quedado dormida adrede por la ingesta de esos brebajes que no dejaba, sino que necesita el consejo de alguien centrada y que pareciera que se preocupaba realmente por su propio futuro.
No sabía cómo empezar a tocar el tema. Maddie, que normalmente cada que le hablaba a la Epsilon era para proponerle una locura, como dejar su vida perfecta de estudios un momento y dejarse envolver por el rico sabor de la perdición hormonal, ahora se veía en la necesidad de otra cosa. Claro que eso jamás le daba resultado del todo, la chica era recia y se resistía por el que dirán a muchas cosas, o era la impresión que se llevo desde el primer instante.
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Ropa ♥
Cuando apareció la clase había terminado. Somnolienta, a penas consciente de los pasos que daba, como si acabase de levantar. Todos ya se habían marchado a excepción de unos cuantos que aun pululaban por ahí. Entre ellos Laise, a quien no dudo en acercarse, dejando de lado su abrumada actitud y sonriendo como si todo fuera miel sobre hojuelas en su vida. – Pero vamos, ¿Por qué aun estas aquí? Es triste quedarse incluso cuando no hay profesor – y quien lo decía. Sin embargo ella era bastante descara hasta consigo misma. Vio el escritorio del encargado de la clase vacio y se sentó sobre el muy cómodamente mientras cruzaba sus piernas y echaba su cuerpo ligeramente hacia atrás, apoyándose en sus manos.
– Espero que te quedes un poco hacerme compañía y no me salgas con que tienes que hacer informes o cosas así. Relájate un poco, la gente de tu fraternidad se castiga mucho con eso de cumplir pendientes – comento sin mucha gana que sonara como ofensa o reto, sino más bien como algo soltado a la ligera porque eso era. La verdad su aparición allí ese día no era casual del todo y tampoco es que le preocupara mucho el haberse quedado dormida adrede por la ingesta de esos brebajes que no dejaba, sino que necesita el consejo de alguien centrada y que pareciera que se preocupaba realmente por su propio futuro.
No sabía cómo empezar a tocar el tema. Maddie, que normalmente cada que le hablaba a la Epsilon era para proponerle una locura, como dejar su vida perfecta de estudios un momento y dejarse envolver por el rico sabor de la perdición hormonal, ahora se veía en la necesidad de otra cosa. Claro que eso jamás le daba resultado del todo, la chica era recia y se resistía por el que dirán a muchas cosas, o era la impresión que se llevo desde el primer instante.
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- Madison Merteuil
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Re: Más allá de lo que ves
Después del aquel día en el que Thomas se había ofrecido como modelo para uno de los dibujos que según Laise hacía, insistió en poner mucho más énfasis en su taller de arte, aprendería lo más que pudiera y le regalaría algún cuadro en óleo o tal vez un dibujo en carboncillo. Arregló su agenda para que le quedara el tiempo suficiente de asistir al taller y pesé a que pensó que no podría con el paquete, logró balancear todo. En esa clase habían visto varios estilos de dibujo y sus técnicas, claro, solo la teoría. El profesor les había dado la libertad de elegir que técnica les satisfacía más por que a partir de ahí se concentrarían esa. Al finalizar la clase, Laise pensó en ir a su dormitorio a practicar sus trazos, pensando en la persona que le brindaba inspiración: Thomas Chee.
Estaba recogiendo sus cosas cuando de pronto llegó Madison Merteuil, a última hora y con una cara que fácilmente adivinaría. - Llegas tarde, Madison. Ya terminamos y nos la pasamos D-I-V-I-N-O, uy no sabes! fue increíble...- Estaba siendo bastante sarcástica para hacerle notar a Madie que ya no tenía nada que hacer ahí. - Me quedo por que fui una de las últimas en terminar...- dijo con un tono seco -Claro, por que no hacerle compañia a la persona más floja del mundo, además sabes que siempre tengo pendientes por hacer pero podría darme el tiempo de estar contigo aquí haciendo nada- le dijo mientras le lanzaba una bolita de papel. El viento había estado muy bravo esa tarde, moviendo a los árboles bruscamente tanto que abrió las ventanas del recinto y haciendo que el estuche de Laise con todos sus bocetos cayera al suelo y dispersara todos sus trabajos que en su mayoría, eran perfiles desde disntintos ángulos del rostro de Thomas.
-No te quedes ahí, ayudame! No quiero que se estropeen!- Nadie sabía de la fijación de Laise por Thomas, bueno, solo una persona, Mina Schweinsteiger y por supuesto que no dejaría que nadie más se enterara aunque ya era muy tarde, seguramente Madison se daría cuenta de los sentimientos de la alemana hacia el joven navajo.
Estaba recogiendo sus cosas cuando de pronto llegó Madison Merteuil, a última hora y con una cara que fácilmente adivinaría. - Llegas tarde, Madison. Ya terminamos y nos la pasamos D-I-V-I-N-O, uy no sabes! fue increíble...- Estaba siendo bastante sarcástica para hacerle notar a Madie que ya no tenía nada que hacer ahí. - Me quedo por que fui una de las últimas en terminar...- dijo con un tono seco -Claro, por que no hacerle compañia a la persona más floja del mundo, además sabes que siempre tengo pendientes por hacer pero podría darme el tiempo de estar contigo aquí haciendo nada- le dijo mientras le lanzaba una bolita de papel. El viento había estado muy bravo esa tarde, moviendo a los árboles bruscamente tanto que abrió las ventanas del recinto y haciendo que el estuche de Laise con todos sus bocetos cayera al suelo y dispersara todos sus trabajos que en su mayoría, eran perfiles desde disntintos ángulos del rostro de Thomas.
-No te quedes ahí, ayudame! No quiero que se estropeen!- Nadie sabía de la fijación de Laise por Thomas, bueno, solo una persona, Mina Schweinsteiger y por supuesto que no dejaría que nadie más se enterara aunque ya era muy tarde, seguramente Madison se daría cuenta de los sentimientos de la alemana hacia el joven navajo.
- Laise Den Adel
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Re: Más allá de lo que ves
Miraba a Laise bastante entretenida mientras esta trataba de responderle muy a su estilo, algo que la divertía en parte porque le permitía explorar sus reacciones típicas sobre algunas cosas. Sin pena alguna sonreía ante el supuesto día maravilloso que habían tenido en el club. No es que no le creyera del todo, pero tampoco pensaría que estuvieron al borde del éxtasis por temas teóricos. La práctica era algo que ella prefería y como aun no la tenían totalmente, pasaba de pensar mucho en técnicas u orígenes de las mismas. Admiraba la belleza tal cual era, incluso si otros no veían algo destacable en ellas.
– ¿Yo, floja? Quizás – rio un poco. No iba a negar que en algunos momentos sí que lo fuera y disfrutaba mucho de ello, pero no había faltado a la clase precisamente por esa razón. Explicárselo sería complicado, probablemente. Meneo un poco mas su cuerpo sentada sobre aquel escritorio y una carcajada bastante notoria se hizo escuchar cuando el viento que invadía el salón lanzo al suelo los bocetos de la muchacha. – Menuda brisilla. Parece que hasta ella busca algo de diversión a tus costas – se bajo de allí para cerrar las ventanas más próximas. No planeaba ayudarla en sí, pero al ver algo curioso a la distancia uso un Accio para atraer a sus manos las hojas.
– No me lo creo, esto debe ser un chiste – cada una de ellas tenia perfiles de un rostro que conocía bastante bien. Si, era Thomas Chee. El mismo Thomas que era hermano de la fastidiosa de Julisa. El mismo Thomas con el cual compartía algunas madrugadas cuando se lo topaba en la sala de la fraternidad. Ese Thomas, el hada del peyote. – Laise, no me digas, ¿es que acaso te pasa algo con el navajo? ¿Te gusta? No te culpo, apostar por lo exótico tiene su lado divertido, y morboso – comento con cierto tono jocoso mientras aun seguía mirando los dibujos. – Solo espero que esto no te haga perseguirlo o espiarlo mientras se ducha. Si quieres, puedo describírtelo milímetro a milímetro y a lujo de detalles. Lo he visto bañandose – susurro cerca de ella.
Su sonrisa amplia era maliciosa, torcida. Cargada de un encanto nada bueno y más bien parecía conspirador. La verdad es que con el chico nunca había pasado nada, pero se le hacía curioso ver que la bien portada señorita Den Adel tenía debilidad por alguien tan poco “recomendable” para su flamante apellido. Tal vez se precipitaba en sacar conclusiones, pero quien no arriesga, no gana.
– ¿Yo, floja? Quizás – rio un poco. No iba a negar que en algunos momentos sí que lo fuera y disfrutaba mucho de ello, pero no había faltado a la clase precisamente por esa razón. Explicárselo sería complicado, probablemente. Meneo un poco mas su cuerpo sentada sobre aquel escritorio y una carcajada bastante notoria se hizo escuchar cuando el viento que invadía el salón lanzo al suelo los bocetos de la muchacha. – Menuda brisilla. Parece que hasta ella busca algo de diversión a tus costas – se bajo de allí para cerrar las ventanas más próximas. No planeaba ayudarla en sí, pero al ver algo curioso a la distancia uso un Accio para atraer a sus manos las hojas.
– No me lo creo, esto debe ser un chiste – cada una de ellas tenia perfiles de un rostro que conocía bastante bien. Si, era Thomas Chee. El mismo Thomas que era hermano de la fastidiosa de Julisa. El mismo Thomas con el cual compartía algunas madrugadas cuando se lo topaba en la sala de la fraternidad. Ese Thomas, el hada del peyote. – Laise, no me digas, ¿es que acaso te pasa algo con el navajo? ¿Te gusta? No te culpo, apostar por lo exótico tiene su lado divertido, y morboso – comento con cierto tono jocoso mientras aun seguía mirando los dibujos. – Solo espero que esto no te haga perseguirlo o espiarlo mientras se ducha. Si quieres, puedo describírtelo milímetro a milímetro y a lujo de detalles. Lo he visto bañandose – susurro cerca de ella.
Su sonrisa amplia era maliciosa, torcida. Cargada de un encanto nada bueno y más bien parecía conspirador. La verdad es que con el chico nunca había pasado nada, pero se le hacía curioso ver que la bien portada señorita Den Adel tenía debilidad por alguien tan poco “recomendable” para su flamante apellido. Tal vez se precipitaba en sacar conclusiones, pero quien no arriesga, no gana.
- Madison Merteuil
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Re: Más allá de lo que ves
¿Por qué siempre le sucedían esas cosas a ella? Seguramente había nacido con mala estrella y su madre jamás se lo dijo, sí, eso era, por que de todo lo que Laise quería ocultar siempre había una fuerza de la naturaleza echándola de cabeza y ese día no era la excepción. Comenzó a recoger sus dibujos lo más rápido que podía pero ya había sido muy tarde, con un hechizo Madison había recogido algunos y por ende se dio cuenta de todo. No se necesitaba ser muy inteligente para darse cuenta de que Laise sentía algo especial por Thomas, es más, con tan solo verle a los ojos mientras mencionan su nombre, como lo había hecho Madison anteriomente. Los ojos de Laise brillaron de manera tal que incluso hasta se sonrojó por algunos segundos.
-Estás loca, Madison.- dijo defensivamente. –No es nada, solo que el chico tiene un bonito perfil, solo eso.- ¿Qué conseguiría negándolo todo? Si Madison ya se daba una idea de lo que sucedía en esa cabecita teutona. Mordió su labio inferior y después de haber terminado de recoger todos los bocetos le arrebató el último a la joven Delta con una media sonrisa en su rostro. Comenzó a ordenarlos lentamente y divisó que el dibujo de Thomas que más le había gustado del rostro de Thomas se había mojado a causa a un ligero charco que se encontraba en el suelo cuando todos cayeron. Laise frotaba sus manos bruscamente sobre su rostro, estaba bastante molesta, se había arruinado la representación más perfecta del hombre de sus sueños. Hizo berrinche por algunos segundos y continuó guardándolos.
-No te irás de aquí, ¿cierto? A menos claro que te diga todo…- Se la estaba jugando terriblemente pues tenía dos opciones. La primera; negarlo todo hasta que por arte de magia todo el campus sabría sus sentimientos y la segunda; decirle todo hasta que por arte de magia todo el campus sabría de sus sentimientos. Estaba fastidiada de cualquier forma, sabía como era Madison y su habilidad tan perversa de sacar información, terminaría diciéndole todo e incluso llorando de lo guapo que le parecía Thomas Chee. Prefirió ser un poco más madura y contarle todo como debía ser. Que sea lo que Dios, quiera.
-Estás loca, Madison.- dijo defensivamente. –No es nada, solo que el chico tiene un bonito perfil, solo eso.- ¿Qué conseguiría negándolo todo? Si Madison ya se daba una idea de lo que sucedía en esa cabecita teutona. Mordió su labio inferior y después de haber terminado de recoger todos los bocetos le arrebató el último a la joven Delta con una media sonrisa en su rostro. Comenzó a ordenarlos lentamente y divisó que el dibujo de Thomas que más le había gustado del rostro de Thomas se había mojado a causa a un ligero charco que se encontraba en el suelo cuando todos cayeron. Laise frotaba sus manos bruscamente sobre su rostro, estaba bastante molesta, se había arruinado la representación más perfecta del hombre de sus sueños. Hizo berrinche por algunos segundos y continuó guardándolos.
-No te irás de aquí, ¿cierto? A menos claro que te diga todo…- Se la estaba jugando terriblemente pues tenía dos opciones. La primera; negarlo todo hasta que por arte de magia todo el campus sabría sus sentimientos y la segunda; decirle todo hasta que por arte de magia todo el campus sabría de sus sentimientos. Estaba fastidiada de cualquier forma, sabía como era Madison y su habilidad tan perversa de sacar información, terminaría diciéndole todo e incluso llorando de lo guapo que le parecía Thomas Chee. Prefirió ser un poco más madura y contarle todo como debía ser. Que sea lo que Dios, quiera.
- Laise Den Adel
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Re: Más allá de lo que ves
¿Bonito perfil? Madison Merteuil sabía que significaba “bonito perfil” salido de los labios de una chica como Laise. Era más que obvio que ese ligero sonrojo mostrado era por la clara razón con la que iban cargadas las palabras de la semiveela. En ese campo no podía engañarla, sabía reconocer cuando había interés y en ese par de ojos azules, había demasiado. Eso le divertía, sentía que estaba a punto de saber algo con lo cual podía trabajar para quizás en algún momento sacarle jugo. Así era ella, no desaprovechaba las oportunidades y siempre queriendo tener un parachoques en caso de accidentes. Sin embargo, realmente no culpaba a la chica por sentir atracción por Thomas. Es decir, el chico tenía lo suyo, ese lado místico que aun cargado de peyote se podía apreciar si eras de las mujeres que veías algo más que dinero o carne en otro ser viviente.
Lo pensó bien, o mejor dicho no. Pensó a lo loco mientras la veía quitarle los bocetos que obtuvo, y como después su molestia era tal por haberse arruinado uno que parecia que iba a gritar. Verla así era otra línea más en su sentencia, ¿acaso no se daba cuenta como metia la pata? Solo era un dibujo, podía hacer otro incluso mucho mejor. A menos que tuviera pánico hasta de hablarle al susodicho y eso seria patético. No cabía duda que estaba perdida, la pobre había caído presa de un terrible demonio y por como trataba de ocultarlo a la fuerza estaba más que claro que iba a condenarse. – Exactamente. No pido mucho, solo quiero saber la verdad. Esa que te carcome por dentro – le sonrió de tal manera que parecía un ángel aun cuando sus palabras sonaron tan torcidas que estaba claro que no lo era.
– Confiesa, yo se que te mueres por contárselo a alguien. Decir cómo te vuelve loca ese hombre de piel canela. Las fantasías deben tener húmeda la noche entera. ¿Quieres un consejo? no hay mal que un buen revolcón no cure – soltó una ricilla bastante juguetona tras dar unos pasos y pararse detrás de ella, susurrándole aquello. No tenía nada que perder y sí mucho que ganar. En una sociedad como esa que se dirigía por cuanto tienes en tu cuenta bancaria, la información que pudieses obtener sobre la vida privada de alguien más era muy importante. Podías destruir a una persona o simple y llanamente, dejarla ser y ver a que la lleva todo el asunto. Dependiendo de que tanto jugo traiga su historia el valor iria subiendo. La consideraba una amiga dentro de todo, pero esas actitudes no podia evitarlas. Laise Den Adel, quien se lo imaginaria.
Lo pensó bien, o mejor dicho no. Pensó a lo loco mientras la veía quitarle los bocetos que obtuvo, y como después su molestia era tal por haberse arruinado uno que parecia que iba a gritar. Verla así era otra línea más en su sentencia, ¿acaso no se daba cuenta como metia la pata? Solo era un dibujo, podía hacer otro incluso mucho mejor. A menos que tuviera pánico hasta de hablarle al susodicho y eso seria patético. No cabía duda que estaba perdida, la pobre había caído presa de un terrible demonio y por como trataba de ocultarlo a la fuerza estaba más que claro que iba a condenarse. – Exactamente. No pido mucho, solo quiero saber la verdad. Esa que te carcome por dentro – le sonrió de tal manera que parecía un ángel aun cuando sus palabras sonaron tan torcidas que estaba claro que no lo era.
– Confiesa, yo se que te mueres por contárselo a alguien. Decir cómo te vuelve loca ese hombre de piel canela. Las fantasías deben tener húmeda la noche entera. ¿Quieres un consejo? no hay mal que un buen revolcón no cure – soltó una ricilla bastante juguetona tras dar unos pasos y pararse detrás de ella, susurrándole aquello. No tenía nada que perder y sí mucho que ganar. En una sociedad como esa que se dirigía por cuanto tienes en tu cuenta bancaria, la información que pudieses obtener sobre la vida privada de alguien más era muy importante. Podías destruir a una persona o simple y llanamente, dejarla ser y ver a que la lleva todo el asunto. Dependiendo de que tanto jugo traiga su historia el valor iria subiendo. La consideraba una amiga dentro de todo, pero esas actitudes no podia evitarlas. Laise Den Adel, quien se lo imaginaria.
- Madison Merteuil
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Re: Más allá de lo que ves
Laise se llevó una mano a la frente y suspiró pesadamente mientras cerraba los ojos. -¿Cómo es posible que tenga un demonio inmisericorde como amiga?- dijo en voz alta precisamente para que Madison la escuchara. Había sido muy tonta por evidenciarse con ella de esa forma y frente a una persona como Madison Merteuil, ¿quien hace berrinche por un simple dibujo?, eso era lo que Laise debía aprender de la gente como la chica delta, que no dejaba víbora con cabeza y Laise se sentía como uno de esos reptiles. Le relataría sus sentimientos tal y como los sentía, no le pondría adornos ni mucho menos, sería bastante honesta y concisa, pues eso era lo que Madison pedía. Se maldijo mil veces por tener que hacer todo aquello pero era la única forma de quitarse de encima al alacrán ponzoñoso que tenía justo en la espalda.
-No seas exagerada, no me carcome nada, es simplemente algo pasajero- Intentaba no mentirle pero no podía, era su movimiento de defensa para tratar de salir de la embarazosa situación en la que estaba. Aunque pensándolo bien, tal vez era cierto, Thomas le gustaba demasiado pero…¿y si era pasajero? Laise no había pensado en esa pequeña posibilidad por que se había dejado envolver por los evidentes encantos del navajo, ella tenía el defecto de ser muy intensa con respecto a todo y en muchas ocasiones eso provocaba que no viera más allá de su propia nariz y que se nublara absolutamente el juicio.
-Eres un monstruo, Madison- soltó la carcajada cuando mencionó lo del revolcón, no pudo evitar sonrojarse al pensarse desnuda y sudorosa frente a Thomas como en una película romántica, mientras se besaban apasionadamente para después tener el sexo más salvaje de toda su existencia. La imagen era bastante vivída y real, la teutona sintió un escalosfrío que le recorría la espalda seguido de que su piel se erizara y que la temperatura de su cuerpo aumentara solo un poco con esos pensamientos que muy en el fondo quería que se hicieran realidad.
-Tan simple como que el tipo me gusta, Madison. No sé que estoy diciendo…Debes enseñarme esa técnica; la que obliga a todas las mujeres a contar sus más íntimos secretos…Te odio tonta! – En realidad no la odiaba ni mucho menos si no que era una forma de decir que se odiaba a si misma por caído de bruces en el juego de Madison.
-No seas exagerada, no me carcome nada, es simplemente algo pasajero- Intentaba no mentirle pero no podía, era su movimiento de defensa para tratar de salir de la embarazosa situación en la que estaba. Aunque pensándolo bien, tal vez era cierto, Thomas le gustaba demasiado pero…¿y si era pasajero? Laise no había pensado en esa pequeña posibilidad por que se había dejado envolver por los evidentes encantos del navajo, ella tenía el defecto de ser muy intensa con respecto a todo y en muchas ocasiones eso provocaba que no viera más allá de su propia nariz y que se nublara absolutamente el juicio.
-Eres un monstruo, Madison- soltó la carcajada cuando mencionó lo del revolcón, no pudo evitar sonrojarse al pensarse desnuda y sudorosa frente a Thomas como en una película romántica, mientras se besaban apasionadamente para después tener el sexo más salvaje de toda su existencia. La imagen era bastante vivída y real, la teutona sintió un escalosfrío que le recorría la espalda seguido de que su piel se erizara y que la temperatura de su cuerpo aumentara solo un poco con esos pensamientos que muy en el fondo quería que se hicieran realidad.
-Tan simple como que el tipo me gusta, Madison. No sé que estoy diciendo…Debes enseñarme esa técnica; la que obliga a todas las mujeres a contar sus más íntimos secretos…Te odio tonta! – En realidad no la odiaba ni mucho menos si no que era una forma de decir que se odiaba a si misma por caído de bruces en el juego de Madison.
- Laise Den Adel
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Re: Más allá de lo que ves
La morena parecía sentirse halagada con aquel comentario de ser un demonio. ¿Un demonio, en serio? Al lado de otros que pululaban escondidos por la universidad, ella era un dulce ángel. Pensamiento por el cual su sonrisa no podía ser más amplia y hasta entreabrió ligeramente los labios como si fuera a nacer algo más de ellos. Se alejo un paso esperando que se girara para ver si es que se atrevía a responderle. Era obvio que no le temía ni mucho menos, pero también sabia que lo que dijese debía ser cogido con pinzas muy estratégicamente. Nadie más cotilla que la semiveela, tan buena que era para esparcir rumores. Claro, igual no sabía que podía estar pasando por la cabeza de su compañera, pero se lo imaginaba y por lo mismo no se inmutaba pues en el peor de los conceptos siempre la habían tenido. Y es que era obvio, si decían que la vida era puta, Madison Merteuil podía serlo mucho más.
Aclaro que se trataba de algo que no duraría mucho, ¿como decirlo? Ah, si… algo pasajero – Si, como digas – ¿Algo pasajero? Algo pasajero era el periodo que tenemos las mujeres tres días al mes. Algo pasajero era la cruda tras una noche de fiesta donde despiertas al lado de un tio que en tu perra vida viste antes. Algo pasajero era drogarse y ver elefantes azules moviendo las caderas, ¿pero eso? Eso no parecía ser exactamente tan pasajero como sus palabras y tono de voz querían dejar en claro. Pensaba mucho y cada segundo que tardaba en responder lograba acrecentar las dudas de que realmente ese sentimiento curioso de la joven hacia el navajo fuera solo cuestión de un mero gusto exótico. Un día te levantas con ganas de caviar y al siguiente, caes tan bajo que incluso unas miserables quesadillas eran un gran banquete para ti.
La escucho reír tras llamarla monstruo y no era para menos. Hacer comentarios tan fuera de lugar y estando sobria solo entreveían una cosa. La que se moría por una aventurilla sudorosa así solo fuera en su cabecita fantasiosa era la inglesa, pero la otra tampoco se esmeraba mucho en ocultar sus ansias, ya hasta parecía que tendría un orgasmo frente a los ojos castaños de M – Y yo te quiero a tí – respondió ante su confesión directa de que le gustaba Thomas. El primer round acababa de ser ganado por la princesa insufrible, ¿contenta con el resultado, M? Yo se que sí. – Mira Laise, en realidad no hay secreto alguno que saber. La gente siempre piensa demasiado si preguntar una u otra cosa. Da vueltas y aunque quiere dar con todo termina esperando a que llegue una señal divina que jamás vendrá. No sé si me entiendes – tomo un mechón del cabello de la ojiazul y jugó con el pero sin tirar o ser brusca. Lo contemplaba un instante.
En el fondo también sabia que no la odiaba realmente, después de todo, para poder odiar a alguien debías antes quererle muchísimo. Solo así se explicaba el hecho de querer alterar un sentimiento como el amor por sentirte decepcionada o traicionada. Y aun con eso, no podías engañarte, porque una pizca de ese indeseable afecto quedaría para recordarte día con día que eres patética. Oh, si… ella lo tenía como experiencia con Z. Pobrecilla M. – La cuestión es que no voy a juzgarte por querer tirarte al navajo, por mi, fornicar como conejos. Pero a este paso jamás ocurrirá, los rumores dicen que tiene una obsesión insana por Kitty Likens desde hace un buen y creo que ello te será difícil de superar si no tomas de primera mano la iniciativa – soltó el mechón que había tomado para ahora darle la espalda en lo que se cruzaba de brazos. Madison sabía lo que su amiga Kitty pensaba del tipo, pero también sabía que desde hace días ella parecía estar un poco extraña, e incluso sentia que la evitaba.
¿El por qué? Seguro que ocultaba algo y eso no era bueno, así que viéndolo por un lado provechoso tal vez el interés de Den Adel por el príncipe del desierto podría ayudar a nuestra Delta favorita a descubrir que era lo que su amiga super amiga estaba tapando. Eso o tratar de encerrar al hada del peyote en su cuarto hasta que él le contase que sucedía con su amiguísima Theta. Nadie le sacaría de la cabeza que era relacionado a él, pues los había visto ya medio misteriosos el uno con el otro. La verdad siempre sale a la luz, es una de las reglas fundamentales del tiempo, ¿verdad Merteuil?
Aclaro que se trataba de algo que no duraría mucho, ¿como decirlo? Ah, si… algo pasajero – Si, como digas – ¿Algo pasajero? Algo pasajero era el periodo que tenemos las mujeres tres días al mes. Algo pasajero era la cruda tras una noche de fiesta donde despiertas al lado de un tio que en tu perra vida viste antes. Algo pasajero era drogarse y ver elefantes azules moviendo las caderas, ¿pero eso? Eso no parecía ser exactamente tan pasajero como sus palabras y tono de voz querían dejar en claro. Pensaba mucho y cada segundo que tardaba en responder lograba acrecentar las dudas de que realmente ese sentimiento curioso de la joven hacia el navajo fuera solo cuestión de un mero gusto exótico. Un día te levantas con ganas de caviar y al siguiente, caes tan bajo que incluso unas miserables quesadillas eran un gran banquete para ti.
La escucho reír tras llamarla monstruo y no era para menos. Hacer comentarios tan fuera de lugar y estando sobria solo entreveían una cosa. La que se moría por una aventurilla sudorosa así solo fuera en su cabecita fantasiosa era la inglesa, pero la otra tampoco se esmeraba mucho en ocultar sus ansias, ya hasta parecía que tendría un orgasmo frente a los ojos castaños de M – Y yo te quiero a tí – respondió ante su confesión directa de que le gustaba Thomas. El primer round acababa de ser ganado por la princesa insufrible, ¿contenta con el resultado, M? Yo se que sí. – Mira Laise, en realidad no hay secreto alguno que saber. La gente siempre piensa demasiado si preguntar una u otra cosa. Da vueltas y aunque quiere dar con todo termina esperando a que llegue una señal divina que jamás vendrá. No sé si me entiendes – tomo un mechón del cabello de la ojiazul y jugó con el pero sin tirar o ser brusca. Lo contemplaba un instante.
En el fondo también sabia que no la odiaba realmente, después de todo, para poder odiar a alguien debías antes quererle muchísimo. Solo así se explicaba el hecho de querer alterar un sentimiento como el amor por sentirte decepcionada o traicionada. Y aun con eso, no podías engañarte, porque una pizca de ese indeseable afecto quedaría para recordarte día con día que eres patética. Oh, si… ella lo tenía como experiencia con Z. Pobrecilla M. – La cuestión es que no voy a juzgarte por querer tirarte al navajo, por mi, fornicar como conejos. Pero a este paso jamás ocurrirá, los rumores dicen que tiene una obsesión insana por Kitty Likens desde hace un buen y creo que ello te será difícil de superar si no tomas de primera mano la iniciativa – soltó el mechón que había tomado para ahora darle la espalda en lo que se cruzaba de brazos. Madison sabía lo que su amiga Kitty pensaba del tipo, pero también sabía que desde hace días ella parecía estar un poco extraña, e incluso sentia que la evitaba.
¿El por qué? Seguro que ocultaba algo y eso no era bueno, así que viéndolo por un lado provechoso tal vez el interés de Den Adel por el príncipe del desierto podría ayudar a nuestra Delta favorita a descubrir que era lo que su amiga super amiga estaba tapando. Eso o tratar de encerrar al hada del peyote en su cuarto hasta que él le contase que sucedía con su amiguísima Theta. Nadie le sacaría de la cabeza que era relacionado a él, pues los había visto ya medio misteriosos el uno con el otro. La verdad siempre sale a la luz, es una de las reglas fundamentales del tiempo, ¿verdad Merteuil?
- Madison Merteuil
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Re: Más allá de lo que ves
Negaba con la cabeza sonriendo, miraba el porte de Madison y las ganas inmensas de tener un poco de su personalidad para lograr hacer muchas cosas que tenía en la lista de espera. Abrió los ojos como platos y en un momento los cerró, apretandolos fuertemente, le dió la espalda a Madison antes de que ella viera su reacción ante tal noticia. Quedó completamente helada ante lo que Madison había dicho, ¿obsesión insana por Kitty Likens? No pudo evitar arrugar uno de los dibujos que sostenía en la mano. Su mirada cambió por completo, transformandose en una muy seria, petréa, casi asesina. Reguló su respiración, intentando no parecer más molesta de lo que ya estaba. Quería muchísimo a Kitty y le parecía muy injusto que sea precisamente ella quien fuese el objeto del afecto de Thomas.
Pretendió no darle más importancia al asunto y volvió su mirada hacia Madison, le sonrió forzadamente y se acercó a ella, recargandose en uno de los banquillos, Laise quería saber todo acerca de Thomas y Kitty, absolutamente todo. No se iría de ahí hasta que conseguiera más datos al respecto.
-Oh vaya! Eso es bastante nuevo, Kitty no te ha contado nada al respecto?, es decir yo tengo mucho que no la veo - Había lanzado la trampa, ojalá y Madison lograra caer, aunque conociendola eso no iba a pasar, Madison Merteuil se pasaba de lista en muchas ocasiones y siempre mostraba un gran intelecto para las segundas intenciones, así que era casi imposible que le dijera algo más pero de cualquier forma, gastaría todos los recursos que tuviera a la mano.
-¿Los viste o algo? - Quería llegar al fondo de todo aquello, pero primeramente lo haría ver como un simple rumor, Madison no podría resistir la tentación de soltar su ácida lengua bífida y decirle algunas cuantas cositas que servirían de ayuda para lo que Laise quería hacer.
Pretendió no darle más importancia al asunto y volvió su mirada hacia Madison, le sonrió forzadamente y se acercó a ella, recargandose en uno de los banquillos, Laise quería saber todo acerca de Thomas y Kitty, absolutamente todo. No se iría de ahí hasta que conseguiera más datos al respecto.
-Oh vaya! Eso es bastante nuevo, Kitty no te ha contado nada al respecto?, es decir yo tengo mucho que no la veo - Había lanzado la trampa, ojalá y Madison lograra caer, aunque conociendola eso no iba a pasar, Madison Merteuil se pasaba de lista en muchas ocasiones y siempre mostraba un gran intelecto para las segundas intenciones, así que era casi imposible que le dijera algo más pero de cualquier forma, gastaría todos los recursos que tuviera a la mano.
-¿Los viste o algo? - Quería llegar al fondo de todo aquello, pero primeramente lo haría ver como un simple rumor, Madison no podría resistir la tentación de soltar su ácida lengua bífida y decirle algunas cuantas cositas que servirían de ayuda para lo que Laise quería hacer.
- Laise Den Adel
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Re: Más allá de lo que ves
Casi podía jurar que Laise estaba asesinando a alguien mentalmente mientras procesaba la idea de que el navajo pudiese estar interesado en Kitty. La morena no tenia porque mentir, aunque no estuviera del todo confirmado ella tenía la certeza por ciertas actitudes que había presenciado entre todo lo que había oído de otras personas. En la vida, tenias que ser cuidadoso con lo que haces, pues si tu reputación te importaba demasiado, entonces los pasos en falso no estaban permitidos y eso iba para tipas como la misma Epilson frente suyo o la Theta en cuestión. ¿En ti no era así, verdad M? aunque por más que te obsesiones en demostrar que la opinión ajena te importa menos que nada, sabes bien que no es así. Caso contrario, no tendrías miedo de ti misma y lo que tus sinceros sentimientos podrían desatar. Cuanta hipocresía en un solo lugar, felicidades. A este paso ganaras un premio.
Apretó su puño derecho pero al ver que ella se giraba volvió a sonreír en lo que sacaba su pequeño espejo y revisaba su rostro con cuidado, o pretendía eso mientras oía su respuesta, o mejor dicho, sus preguntas. – Pues la verdad… de boca de Kitty solo sé que piensa que el navajo es un indeseable, hasta cree que es un violador, un psicópata en potencia – comento como si nada, pasando el índice por su labio inferior y sacando luego el gloss del bolso para retocarlo. Sabía muy bien lo que pretendía Laise con todo eso, pero lejos de querer guardar los secretos de su amiga Theta, no podía hacerlo, simple y llanamente porque no los sabía y era precisamente eso lo que le molestaba tanto. ¿Acaso no eran amiguísimas? Si bien era cierto que también le ocultaba cosas, M no quería que se las ocultaran a ella. Por eso iba a soltar su lengua, tal vez como parte de una pequeña venganza por excluirla. Así sabrían que no debían hacerla enojar.
– Sin embargo… – Cerro su espejo y fue guardando sus cosas. – He oído cosas y visto otras. ¿No crees que sea extraño que de pronto alguien que dice odiar o repudiar a un chico, decida salir con él a “tomar un café”? Dicen que les han visto en la ciudad juntos y tambien dentro del campus. Incluso dicen que les han atrapado en el climax escondidos por los establos – se acerco hacia una de las ventanas cercanas y la abrió totalmente. La brisa revolvió sus cabellos por unos segundos y luego los dejo quietos. Estaba en silencio. – Yo misma les vi hablando secretamente aquel dia en la feria y luego desaparecieron. Dime tú si eso puede ser coincidencia. Por eso te dije que no te iba a juzgar si querías cepillarte a Thomas, es normal que alguien de arriba sienta debilidad por esa gente tan poco afortunada. Algo así como labor social – lo decía con tanto desprecio que de verdad se podía creer que para ella esa gente no se podía usar más que como los kleenex, y luego de cumplir su propósito, al basurero.
– Sin ir muy lejos, mírame a mí. Un tiempo ande con ese mugroso medio croata y no duro más de un mes por obvias razones. Es por eso que creo que nuestra Kitticita nos oculta los buenos revolcones que debe estarse dando con el mayor de los Chee. A menos que este siendo obligada por él a tener relaciones, lo cual dudo porque ha estado muy necesitada. ¿Te imaginas que pensara su familia si se entera? Guarda el secreto – termino de decir con esa tipica sonrisa torcida dibujada en sus labios, quizás en el fondo no muy satisfecha por estar creando rumores que no le constan aun, pero tarde o temprano aparecerían, si no era por su boca, sería la de otra y así. Lo mejor era que se serenase, porque sino en sus celos de amiga por sentir que se la robaban iba a terminar destruyendo su amistad.
Apretó su puño derecho pero al ver que ella se giraba volvió a sonreír en lo que sacaba su pequeño espejo y revisaba su rostro con cuidado, o pretendía eso mientras oía su respuesta, o mejor dicho, sus preguntas. – Pues la verdad… de boca de Kitty solo sé que piensa que el navajo es un indeseable, hasta cree que es un violador, un psicópata en potencia – comento como si nada, pasando el índice por su labio inferior y sacando luego el gloss del bolso para retocarlo. Sabía muy bien lo que pretendía Laise con todo eso, pero lejos de querer guardar los secretos de su amiga Theta, no podía hacerlo, simple y llanamente porque no los sabía y era precisamente eso lo que le molestaba tanto. ¿Acaso no eran amiguísimas? Si bien era cierto que también le ocultaba cosas, M no quería que se las ocultaran a ella. Por eso iba a soltar su lengua, tal vez como parte de una pequeña venganza por excluirla. Así sabrían que no debían hacerla enojar.
– Sin embargo… – Cerro su espejo y fue guardando sus cosas. – He oído cosas y visto otras. ¿No crees que sea extraño que de pronto alguien que dice odiar o repudiar a un chico, decida salir con él a “tomar un café”? Dicen que les han visto en la ciudad juntos y tambien dentro del campus. Incluso dicen que les han atrapado en el climax escondidos por los establos – se acerco hacia una de las ventanas cercanas y la abrió totalmente. La brisa revolvió sus cabellos por unos segundos y luego los dejo quietos. Estaba en silencio. – Yo misma les vi hablando secretamente aquel dia en la feria y luego desaparecieron. Dime tú si eso puede ser coincidencia. Por eso te dije que no te iba a juzgar si querías cepillarte a Thomas, es normal que alguien de arriba sienta debilidad por esa gente tan poco afortunada. Algo así como labor social – lo decía con tanto desprecio que de verdad se podía creer que para ella esa gente no se podía usar más que como los kleenex, y luego de cumplir su propósito, al basurero.
– Sin ir muy lejos, mírame a mí. Un tiempo ande con ese mugroso medio croata y no duro más de un mes por obvias razones. Es por eso que creo que nuestra Kitticita nos oculta los buenos revolcones que debe estarse dando con el mayor de los Chee. A menos que este siendo obligada por él a tener relaciones, lo cual dudo porque ha estado muy necesitada. ¿Te imaginas que pensara su familia si se entera? Guarda el secreto – termino de decir con esa tipica sonrisa torcida dibujada en sus labios, quizás en el fondo no muy satisfecha por estar creando rumores que no le constan aun, pero tarde o temprano aparecerían, si no era por su boca, sería la de otra y así. Lo mejor era que se serenase, porque sino en sus celos de amiga por sentir que se la robaban iba a terminar destruyendo su amistad.
- Madison Merteuil
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Re: Más allá de lo que ves
Laise sonrió perversamente al escuchar decir que para Kitty, Thomas no era más que un acosador, maniático sexual y psicópata. Arqueó una ceja, bastante entretenida y siguió observando a Madison, después de todo y a pesar de su inseguridad, la deltha había caído en su juego y le había dicho exactamente lo que ella quería que le dijera. Claramente, a Kitty le gustaba el tipo y no era quien para reprocharle, al contrario podría incluso alabar su buen gusto. Laise sabía muy bien como se manejaban ese tipo de situaciones, situaciones que te mezclan con gente de diferente estatus, acababa de manejar una así hasta hace un momento.
-Ya veo...- Seguía tomando nota de cada una de las palabras de Madison, sin querer la chica estaba dandole armas para ir tras Thomas, sin que Kitty representara alguna clase de peligro. Era su amiga y todo y lo que menos quería era jugarle sucio pero había situaciones en las que una se debe valer de cualquier cosa por conseguir lo que quiere. Terminó de guardar los dibujos en el estuche y se recargó en un banquillo, llevando su mano derecha al mentón mientras cruzaba el otro brazo.
-Sería una pena que alguien se llegase a enterar de todo esto, Madison. Te agradezco que me lo hayas confiado- Tenía el mismo tono de voz; sarcástico y de un humor bastante espeso. -Trataré de que esto no le afecte a Kitty...- "Más de la cuenta, por supuesto" pensó dentro de sí. Asintió fingiendo empatía. -No imagino lo que te afectó revolcarte con Zlatan, Madison. ¡Que espantoso! de verdad...- dijo con malicia. A pesar de lo que Madison, reflejaba cuando se hablaba de su "desafortunado desencuentro" con Zlatan Fleming, sabía que aun le podía y le podía mucho. Era tiempo de lo que la alemana llamaba "payback".
-Ya veo...- Seguía tomando nota de cada una de las palabras de Madison, sin querer la chica estaba dandole armas para ir tras Thomas, sin que Kitty representara alguna clase de peligro. Era su amiga y todo y lo que menos quería era jugarle sucio pero había situaciones en las que una se debe valer de cualquier cosa por conseguir lo que quiere. Terminó de guardar los dibujos en el estuche y se recargó en un banquillo, llevando su mano derecha al mentón mientras cruzaba el otro brazo.
-Sería una pena que alguien se llegase a enterar de todo esto, Madison. Te agradezco que me lo hayas confiado- Tenía el mismo tono de voz; sarcástico y de un humor bastante espeso. -Trataré de que esto no le afecte a Kitty...- "Más de la cuenta, por supuesto" pensó dentro de sí. Asintió fingiendo empatía. -No imagino lo que te afectó revolcarte con Zlatan, Madison. ¡Que espantoso! de verdad...- dijo con malicia. A pesar de lo que Madison, reflejaba cuando se hablaba de su "desafortunado desencuentro" con Zlatan Fleming, sabía que aun le podía y le podía mucho. Era tiempo de lo que la alemana llamaba "payback".
- Laise Den Adel
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