Error de cálculo

El tenía razón, Mina jamás seria obligada a hacer cualquier cosa que no quisiera, tenía demasiada fuerza de voluntad, unos cojones tan grandes como cualquier hombre hecho y derecho y ambos lo sabían. Por más que Lucian se esforzó en escupir ese cuento y hacerlo parecer real, Bill no se lo creyó. No sabía que más hacer, no le iba a pedir ninguna clase de disculpa pues aun dentro de esa cabecita suya no había crimen por el cual acusarle, sin embargo aun existía ese sentimiento de “traición” hacia quien fuese su amigo y presidente de su fraternidad.

No estaban en tela de juicio las incontables veces que Lucian tuvo que cubrir algunas aventuritas de alguno de sus hermanos, incluyendo las de Bill, ni mucho menos, si no que esta vez Bill parecía ir enserio con Mina e incluso el mismo animago aprobaba esa relación, hasta había alentado a Mina a que saliera con él, cualquier persona diría que el cinismo del ingles era increíble.

-Haz lo que creas conveniente- su tono de voz seguía igual, firme, recio y sin una gota de arrepentimiento. El también se tomaba muy enserio los principios de la fraternidad y por esa razón que debía tener mucho cuidado de ahora en adelante, tenía que ser cauto y meticuloso, un error más y algo realmente malo podría pasarle. Además, no le iba a venir con el cuanto de “derecho de antigüedad” porque sería estúpido e inmaduro de su parte y tampoco iba por ese camino.

Mina siempre le había gustado, siempre, pero tanto ella como él se relacionaron de diferente manera. Se trataban como hermanos, había un cariño y una lealtad real, pero desde que explotó lo de Jesse, Mina había cambiado y Lucian lo notó desde que regreso de Alemania. A partir de ese momento algo dentro de sí despertó y comenzó a sentir esa atracción por su amiga. No estaba enamorado ni mucho menos, todo se resumía a una malsana pasión carnal, curiosidad, incluso hasta morbo por saber que se sentía meterse entre las piernas de su “macho” mejor amiga que no era ni la sombra de lo que fue en el pasado.

--No- respondió el animago.

Había sido sincero, solo esperaba que él se lo creyera, aunque a estas alturas del partido no tenia objeto alguno que fuese así con él, de cualquier forma la confianza se había roto y no había salida fácil de ahí. Resopló cansado y se sentó en la orilla de la cama. Dejo caer los brazos en sus piernas y se quedo mirando al suelo durante unos instantes. Le había jodido la vida a Mina. Cualquier oportunidad que ella tuviese con Bill ya no existía, por su culpa, eso era lo único que le pesaba ahora.

-Estuvimos a punto de hacerlo, Bill, pero no fue así. Cuando llegaste ella estaba a punto de irse pero la hice que se quedara. hablaba de nuevo con suma franqueza. Sabía que no le creería, pero sentía que era su deber decírselo así tal cual.

-Aunque no me creas ni una sola palabra de lo que te he dicho, ella te quiere Bill y fui yo el que le importo una mierda y se lanzo como lobos a la presa…- se hundía mas y mas en el fango. Tenía esa patológica necesidad de proteger a sus seres amados de formas tan absurdas que hasta parecían ridículas o descabelladas.

Para Bill era un alivio saber que no se la había follado antes o que le tratara de hacer creer eso. No sabía de qué confiarse, ya había intentado mentirle metiéndole en la cabeza que la había obligado a hacerlo así que podría estar mintiendo también en eso de no haberla tenido antes, pero era más fácil pensar que no lo había hecho de verdad aunque eso no quitara el detalle de que la había visto desnuda. Se pasó una mano por la nunca y después por toda la cara. Todo eso estaba mal, si no superaba pronto que no tendría lo que quería de Mina, iría en picada y el presidente de los alpha no podía darse el lujo de una cosa así.

-Si hubiera decidido que importaba más yo, aunque te hubieras lanzado como lobo a la presa se hubiera podido deshacer de ti, pero tomó su decisión.-y él tenía que tomar las suyas. No la había dejado de querer en ese segundo y eso era lo más difícil, pero quería dejar de hacerlo. Bill tenía la esperanza de volver a ser el de antes e inclusive tomar eso con ligereza. Volver a tener a Mina como una amiga porque eso era mejor que nada,pero le costaba borrarse ese orgullo de mierda. Una cosa era desechar él a las chicas y otra recibir una cucharada de su propia medicina con alguien que le importaba tanto como no lo había hecho ninguna otra desde Lucy.

-Solo no la toques.-no tenía más que decir. Cuando no estaba borracho era más consciente de sus responsabilidades como presidente y ahí estaban en juego cosas más importantes. No iba a romperle nada a alguien de su fraternidad dentro del mismo edificio por una chica, aunque fuera la misma Mina.

Le extendió la mano para estrechársela antes de salir de su habitación, era su gesto de buena voluntad. No era del tipo que pedía a Auberon Wardwell permiso para destazar como carnero a alguien que le rompía el corazón en el sótano. Hasta eso, ambos podían considerarse con suerte. No sabía si buscar a Mina o no pero decidió no hacerlo, no quería escuchar más excusas.