Flashback [+18]

Flashback hace poco más de un año. 


El tercer semestre era demasiado pesado. Odille estaba segura de ello. No podía entender como a todos parecía irle tan bien y cómo parecía que no les importaba sacar malas notas. Odille quizás nunca fue una Ravenclaw pero siempre sacó buenas notas y se esmeraba por hacerlo. A psar de su comportamiento, era una buena alumna y se había demostrado mucho en Hogwarts, en Salem e incluso en los tres semestres que llevaba en la Universidad. 

Era indispensable para ella sacar una buena calificación en ese semestre, de lo contrario, no podría continuar y para ella sería terrible pues quería convertirse en especialista de Criaturas Peligrosas con toda el alma y así poder investigar todas las criaturas incomprendidas a las que todo el mundo temía. Para ella eran como un perro o un gato común y corriente, pero con necesidades y carácteres distintos a los animales domésticos mágicos como un kneazle o un krupp.

Se había quedado de ver con Thomas después de una tarde de estudio en la biblioteca con uno de sus compañeros de semestre para poder hacer una buena guía para el examen final. Odille se llevaba bien con él e incluso bromeaban bastante y se la pasaban bien. Si cualquier persona que no conociera a Odille los viera, en vez de estar estudiando pareciera que estuvieran coqueteándose mutuamente. Cosa que no era verdad porque Odille tenía novio, Thomas Chee, y lo quería mucho y siempre había sido una persona fiel sin problemas. Eso de la infidalidad no le iba para nada.

Comenzó a guardar sus cosas y salieron de la biblioteca. Era tarde y hacía frío. Se puso una chamarra de mezclilla y, con una sonrisa, encontrarse con Thomas.-Finalmente terminé. Matt ha sido de mucha ayuda. Bueno, ¿nos vamos? Tengo frío.-le dio enrollándose un mechón de su oscuro cabello en el dedo delgado. Miró a Matt, le sonrió y se despidió de él.-¿Vamos? Me quiero acurrucar contigo. Igual y hasta te preparo cocoa con malvaviscos.

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Ropita Odille

Le gustaba ir por Odille cuando se le hacía tarde en la biblioteca, si bien no podía pasar con ella la mayoría del día por su trabajo lo hacía por las noches cuando acababa con sus deberes y ella con sus sesiones de estudio. Ese día e particular se había pasado el día ayudando a un profesor a tomar muestras de sangre en los establos, había sospechas de un brote de tos que si bien para los humanos no era peligrosa podía serlo si encontraba a los animales más pequeños.
 
Al día siguiente sus clases comenzaban a las once así que podía pasar un buen rato con Odille sabiendo que no necesitaría alguna poción revitalizante al día siguiente. Lo bueno era que acababa de entrar a la fraternidad de los Delta y el presidente era buena amigo de ambos, era un buen tipo, era relajado y ya llevaba como un año en el puesto, no le importaba que los que no eran de la fraternidad entrasen así que podía irse a dormir para allá con Odille.
 
Se había dado una ducha en los establos porque siempre quedaba un aroma particular cuando uno trabajaba allí, esa era la razón por la cual no llegó a las nueve y media como habían pactado si no cerca de las diez, ya le había enviado un Patronus. Al entrar a la biblioteca se encontró con un par de amigos y se quedaron fumando fuera sin que la bibliotecaria los encontrase, había visto a Odille aún metida en los libros y no quiso interrumpir.
 
Las miradas cómplices de sus amigos le dejaron un mal sabor de boca, al preguntarles al respecto sus compañeros de fraternidad le dijeron que era porque habían visto a Odille y Matt bastante juntos, incluso en un coqueteo incesante. Chee no creía que su novia fuese a hacer eso y desestimó lo que le decían, debía ser que el peyote que les había vendido temprano les había afectado de más.
 
Entró a la biblioteca ni bien acabó su cigarrillo y justamente iban saliendo, saludó a Odille como siempre pero no pudo hacer lo mismo con Matt, las palabras de sus amigos le habían calado un poco y no pudo hacer más que darle un escueto saludo con la mano. Le dio un beso a su novia antes de asentir a todo lo que le decía, la idea no estaba mal, además en la cocina de la fraternidad siempre había algo para comer, Juli había hecho ravioles ese día y podían comer eso.
 
Volteó porque había olvidado despedirse del compañero de estudio de la metamorfomaga y aunque no quería hacerlo tampoco tenía una razón para dejarlo.Lo hizo y encontró la mirada del rubio en su novia, era una escena obvia, se mordía un labio y junto y la cara de pervertido la podría reconocer cualquiera.
 

-¿Qué pasa Matt? ¿Se te perdió algo?

Esos meses eran bastante fríos más que nada por el viento que hacía. Era bastante fuerte y a veces podía hacer que se te helara la piel entera y te dieran escalofríos. Ella estaba acostumbrada al clima poco caluroso de Rhode Island la mayor parte del año -excepto en verano, era horrible- y al horrible frío del invierno, pero eso no quería decir que fuera inmune después de que el clima de Florida cambiara de un día para el otro. 

Sacó un cigarrillo de su mochila y lo encendió con su mechero muggle color rojo y volvió a guardarlo de forma inmediata. Pasó un brazo por el de Thomas para acercarlo más a él cuando de pronto se detuvo porque algo había enojado a Thomas.

Odille siguió la trayectoria de la mirada asesina de Thomas y se encontró con la mirada asustada de Matt en el momento en que Thomas dejó ver su enfado-y sus celos, todo sea dicho-. Enarcó una ceja y luego vio como el rubio se marchaba, dejando caer unos papeles y levantarlos apresurados, arrugándolos horriblemente.

-Deja, no pasa nada.-no podía evitar sonreír para si misma cuando Thomas se ponía así de celoso porque, sinceramente, eso la ponía bastante. Por supuesto no se había dado cuenta de la forma en que Matt la había mirado y jamás se habría enterado de no ser porque Thomas había mirado de esa forma a su compañero de estudio.

No esperó demasiado tiempo para jalar a Thomas de la mano para alejarse de ahí y alejarse de Matt. Odille aprovechó para dirigirle una mirada asesina a Matt por su falta de respeto hacia ella y hacia Thomas. Estaba consciente de que algunos chicos coqueteaban en broma y todo pero poca gente conocía que fuera tan maleducado como el rubio de no haber esperado a que se fueran siquiera para mirarla como lo hizo.

-¿Estás enojado? No te enojes, mira que te puedo hacer un masaje, o puedo cantarte algo si quieres. 

Le sonrió y lo abrazó mientras le pasaba un dedo por el costado, intentando de forma bastante obvia en hacerle cosquillas con dobles intenciones. Se mordió el labio. Sabía que cuando Thomas se enfadaba era un poco complicado volverlo a poner de buenas, pero bueno, ella intentaría todo para hacerlo, fuera lo que fuera. 

-¿Cómo te pongo de buenas otra vez, ah?

Cuando lo vio así de nervioso comenzó a preguntarse si se trataba de su imaginación o si no, estaba seguro de que no estaba sólo en su cabeza esa expresión de Matt y fue mejor que se largase de una vez. Podía ser muy celoso con Odille pero se contenía como en esa ocasión, el problema era que si tras un largo día de no poder verla llegaba a darse de cara con el primer imbécil que le miraba el trasero claro que le iba a joder.
 
Dejó que se fuese sin decirle nada más porque Odille se lo había pedido, seguía enojado pero ya había dejado de ver al rubio porque si lo encontraba una vez más mirándola lo iba a golpear y lo iban a desterrar de la biblioteca por lo menos durante un par de meses, o peor, a él y a su novia sólo por estar a su lado. Siguió caminando y sonrió cuando le intentó hacer cosquillas aunque no hubiese funcionado.
 
Aún tenía todo el cuerpo tenso, iba a necesitar otra ducha caliente para quitarse esa sensación y poder estar relajado, un masaje tampoco sonaba mal pero prefería estar con ella haciendo lo que ella quisiese hacer para tenerla feliz, no iba a dejar que se pasase la noche tratando de quitarle el mal humor que ya lo había invadido de pies a cabeza.
 
Con una de sus manos rodeó su cintura para acercarla y darle un beso antes de continuar caminando, no quería estar así si el tiempo que tenían era tan corto pero no soportaba que la mirasen siquiera. Había sido su amigo por bastante tiempo y bastante había tenido los últimos meses de esa amistad como para ahora tomarse con calma esas cosas, pero no eran culpa de ella, simplemente era linda y la gente respondía a eso.
 
-Se me pasa en un rato, mejor vamos yendo.  Juli me ayudó con la comida y si llegamos antes de que a alguien le explote todo en la cara por intentar abrir uno de sus envases hechizados será mejor. -la besó de nuevo jalándola hacia un lado del pasillo y acariciando su rostro luego de hacerlo, le gustaba mucho y la quería mucho, era la relación más importante que había tenido hasta ese momento y no podía pensar en estar con alguien más.-
 

Llegaron pronto a la fraternidad, algunos todavía estaban estudiando en los sillones así que los saludó de pasada y fue hasta la cocina con Odille.-¿Prefieres ravioles de carne o de espinaca?-le preguntó mientras la abrazaba por detrás y le daba un par de besos en el cuello, seguía molesto y su rostro lo delataba, en su cabeza golpeaba una y otra vez a Matt.-

-Perfecto, porque me muero de hambre.-respondió con una sonrisa. No se había dado cuenta de que tenía bastante hambre porque había estado tan enfrascada en sus estudios que había olvidado comer y justo en el momento en que Thomas había mencionado lo de la comida, su estómago comenzó a rugir.

Lo tomó de la mano para comenzar a caminar hasta llegar a la fraternidad. No era la primera vez que Odille iba ahí, de hecho muchas veces se había quedado a dormir con el Navajo y ya hasta tenía un cepillo de dientes ahí y su guitarra descansaba prácticamente de manera permanente en la habitación de Chee. Pasaba más tiempo ahí de lo que pasaba en su habitación porque las épocas de exámenes finales para Odette eran sagradas y sinceramente no quería ni siquiera hacerle nada de ruido porque no quería desatar su furia. Así que para ella era mejor alejarse un poco y solamente ir cuando era estrictamente necesario. 

Saludó a la gente con una sonrisa y siguió a Thomas hasta la cocina. En cuanto le dijo lo de los ravioles sonrió contenta. Ella no era como su hermana. A ella le gustaba comer y lo disfrutaba bastante. Pocas veces había probado la comida de Julisa pero no lo hacía mal, así que supuso que los ravioles le habían quedado bien. Ademas, para el hambre que tenía, cualquier cosa le venía bien.

-De carne.-Respondió poniendo sus manos sobre las de Thomas después de haber dejado la mochila en el suelo. Le gustaba que le besara el cuello y la forma en que ponía sus manos sobre ella y prácticamente le cubrían toda la cintura. Odille era una persona bastante menuda y delgada. Thomas, por el contrario, era mucho más grande que ella y eso le gustaba. Le agradaba ver la diferencia de tamaño de sus manos contra las del navajo en cualquier momento y sabía que jamás se cansaría de ello.-Aunque preferiría más de esos, la verdad.-respondió, claramente refiriéndose a los besos. Sentía la tensión que había en Thomas, era inconfundible la sensación que emanaba. Sabía que se había molestado mucho y haría cualquier cosa para remediarlo.

Se giró para tenerlo en frente y le puso una mano en el cuello para acercarlo a ella. Al verle el rostro confirmó su sospecha. Estaba bastante molesto y no pudo evitar sonreir. No le alegraba que lo estuviera, pero para Odille, los ataques de celos de Thomas la seducían bastante, sin siquiera aún proponérselo, sin darse cuenta de ello.

-¿Tú qué vas a querer?

Para Thomas su hermana cocinaba más que bien, usaba varias especias de Arizona que no se encontraban en ese lugar de los Estados Unidos y le sabía cómo a su hogar, siempre le agradecía esas cosas a Juli porque lo hacía sentir menos alejado de todo ello.
 
Le gustaba pensar en su casa, en su familia y en los amigos de toda la vida pero momentos como ese no los cambiaría, Odille lo hacía sentir más que bien y no creía poder encontrar a alguien que le despertase la cantidad de cosas que ella. Y no se trataba sólo de eso, no era sólo que la quisiese por su relación romántica, habían sido amigos desde hacía tanto tiempo que casi podía predecir lo que diría y no le resultaba aburrido o monótono, más bien le ayudaba a adelantarse en ciertas ocasiones para que las cosas fluyesen mejor.
 
Cuando le tomó las manos sonrió a medias con el rostro aún rígido y le dio otro par de besos antes de que ella voltease para acercarlo para notar su expresión, era evidente que seguía con ese mal humor latente y no se sentía capaz de hacer algo para remediarlo. Se acercó a ella para besarla durante algunos segundos, atrapó su cintura con una mano mientras con la otra acariciaba su cabello.-Te quiero a ti, luego a los ravioles de carne. Quizá también algunos de espinaca.
 
El trabajo que realizaba en la universidad generalmente era duro, ese día en particular no pero estaba tan acostumbrado a que ese momento fuese el único que tenía para tomarse un buen rato para comer que su comida más abundante la tomaba a esa hora aunque ya fuese de noche. Tenía hambre, por el largo día que había tenido y por la costumbre, también un poco por la expresión de Matt, no lograba sacarla de su cabeza y eso lo enervaba más.
 
Le dio un beso en los labios y se separó de ella sin que la idea lo hiciese feliz, fue a sacar los envases de la comida y puso mágicamente una olla a hervir agua para calentarlos que prefería eso a usar un hechizo, era más rápido hacer lo segundo pero tenía el mismo defecto que los microondas de los muggles, la comida quedaba caliente por fuera pero no por dentro. Además el ensuciar ollas no los afectaba en nada, un movimiento de varita las dejaba relucientes.
 

-¿Ya le dijiste a Robles que no fue tu culpa lo de los huevos de dragón? No podías saber que los que habían conseguido eran reales y no réplicas. Robert es un idiota.

-Yo ya estoy aquí, no me voy a ir.-le sonrió de forma sincera para corresponderle el beso. Le gustaba la forma en que la besaba, le tomaba la cintura y le acariciaba el cabello, la hacían sentir escalofríos en la piel y sabía que no podría sentir eso con nadie más. Thomas era especial para ella. Había sido el único que la había hecho sentar cabeza -a medias, todo sea dicho- y asentarse un poco con una relación y las cosas iban bien y esperaba que lo siguieran llevando así. Quizás eventualmente todos esos miedos que sentái se disiparan con él, eso esperaba.

Se separó de mala gana y miró cómo Thomas calentaba todo y Odille sacó un par de coca colas para darle una a Thomas y quedarse ella con una. Le dio un gran sorbo y luego la puso sobre la mesa de la cocina. Observó a Thomas y su lenguaje corporal la hizo morderse el labio y fruncir los labios. No le gustaba que estuviera enojado y quizás había sido parte de su culpa por haber sido tan amigable con Matt.

-Si, le expliqué lo que sucedió. Robert no debió haberme ocultado nada. ¿Yo qué iba a saber qué eran reales y que en cuestión de días íbamos a tener dragoncitos volando de aqui y allá?-respondió después de morderse un poco el labio. Si Robles no se hubiera dado cuenta de la situación, quizás hubiera sido terrible y habrían tenido muchos problemas con los del Regulación del Ministerio. Gracias a los dioses, Odille había apelado a su falta de conocimiento para distinguir un huevo real de una réplica idéntica cuando todavía no tenían esa clase con el profesor Robles.-Lo ha suspendido indefinidamente, me parece bien, ha sido muy estúpido hacer eso.  

Le dio otro sorbo a su soda y ayudó a Thomas a poner la comida en las ollas. Olía bastante bien y el estómago comenzaba a rugirle. No había consumido más que una manzana y un café en la mañana y todo el día había estado con el estómago vacío y no lo había resentido hasta que Thomas mencionó la palabra "comida" y, ahora con ese olor que emanaba de la pasta comenzando a calentarse, lo empeoraba todavía más. 

Tomó un par de platos y tenedores de uno de los cajones y los puso al lado de donde estaban calentando la comida. Una vez estuvo lista, Odille sirvió dos platos. Mitad ravioles de carne y mitad de espinaca en cada plato. Puso ambos platos en la mesa y le diio un tenedor a Thomas. Sonrió al sentarse y dar el primer bocado porque estaban verdaderamente buenos. 

-Julisa debería convertirse en chef o algo. Esto está muy bueno.-disfrutó de unos cuantos bocados y volvió a darle un sorbo largo a su soda. Luego miró a Thomas mientras acercaba su pie descalzo a una de las piernas de Thomas y acariciarle un poco. La mesa no era muy grande y no tenía que moverse demasiado. -¿Terminaron de tomar las muestras?-su pie comenzaba a moverse traviesamente y sonrió, mirándolo con complicidad esperando encontrar una sonrisa en esos labios que tanto le gustaban.

Los ravioles estaban un poco calientes pero de todos modos podía sentir ese sabor particular que le ponía Julisa a su comida, quizá Odille estuviese en lo cierto y su hermana debería considerarlo como carrera alterna, dudaba que lo hiciese pero se lo comentaría. Pensar en Juli lo preocupaba, tenía muchísimas cosas que hacer y aún así se daba el tiempo para ayudarlo con ese tipo de cosas, estaba pensando en entrar a la fraternidad en la que él estaba y nada le gustaría más, siempre era bueno pasar tiempo con la familia.
 
Era otra cosa en la que pensar, eso y que el asunto con Robert se hubiese resuelto ya, no sabía cómo alguien podía ser tan idiota o tan irresponsable. Era un alumno que según sabía no era malo o tonto como para no saber diferenciar un huevo real de una réplica, además para que hubiesen nacido los dragones hacía falta que se mantuviesen a cierta temperatura entre otras cosas, por ignorante se podía salvar.
 
Robles era amigo de su abuelo y en su casa varias veces le había escuchado decir cosas en contra de los que hacían contrabando con animales delicados, el hombre era especialista en dragones y debía ser especialmente sensible con ese tema. Las personas conseguían a los animales para venderlos sin pensar en que no era decisión suya el destino del animal, que ellos tenían un orden propio que los humanos solo estropeaban porque era antinatural.
 
Agradeció con la mirada el halago hacia su hermana, para él era difícil relacionarse con Odette porque no lo pasaba y su rostro siempre se mantenía amargo cuando lo miraba. No era un secreto el que desaprobase su relación con Odille pero afortunadamente esa no era una decisión que le tocase tomar a ella, si no ya los hubiese separado y ni siquiera tendrían permitido el hablarse. Tenía una sorpresa preparada para ella y le iba a hablar al respecto cuando sintió su pie acariciando su pierna.
 
-Sí, pero no te voy a poder contar nada si sigues con eso…-comenzaba a sentir que se le erizaba la piel con su roce, le encantaba cuando hacía eso, le encantaba en todo momento. Le sonrió, fue incapaz de mantener su rostro serio cuando ella hizo eso, la miró antes de ceder ya por completo ante sus intentos de alejar la idea de Matt de su cabeza, por lo menos tenía la intención.-
 
Continuó comiendo pero su mirada se mantuvo fija en Odille, sabía cómo cambiarle el humor sin problema y no era sólo porque comenzaba a excitarse por su roce, era hasta por cómo loa miraba.-Hace cinco minutos hubiese matado por comer, ahora sólo quiero meterme a la cama contigo.

Sonrió y se mordió el labio mientras seguía comiendo los ravioles. Comía bastante rápido. Su hermana siempre le decía que algún día terminaría atragantándose. No había pasado mucho tiempo cuando ella ya llevaba más de la mitad de la comida. Además de que comiera a velocidad de rayo, tenía demasiada hambre, eso lo hacía peor. 

Se encogió de hombros y volvió a sonreír. Sabía cuánto el gustaba eso a Thomas y sabía que sería una acción infalibre para cambiarle el humor -a menos que de verdad estuviera molesto y si eso no ayudaba, no sabía qué podría hacerlo- y ver finalmente esa sonrisa que había esperado y que el mal rato le hizo esconderla. Ladeó la cabeza pensando sobre el brote de tos en los establos. Pensó si quería saberlo o prefería quedarse con la duda unos momentos y que luego se lo dijera. Quizás por ver la reacción de Thomas prefería quedarse con la duda.

-No tengo prisa por saber, me lo puedes decir más tarde.-recargó la cabeza en su mano posando el codo sobre la mesa aún con una sonrisa divertida en el rostro. De la parte exterior de su pierna pasó delicadamente hacia la parte interior, subiendo lentamente por su pantorrilla hasta llegar a la rodilla y luego topar con el asiento de la silla donde estaba sentado Chee. Encaminó su pie a la parte interna de su muslo acariciándolo suavemente, provocándolo.

Le gustaba hacerlo, ver esa faceta desconocida para todos los demás pero que ella ya conocía bien desde hacía tiempo Habían sido amigos primero pero eso no impedía que de vez en cuando jtuvieran deslices voluntarios y terminaran entre las sábanas de Chee o de su dormitorio. Para Odille, tener a Thomas ahí, junto a ella, vulnerable como ella la hacía sentir bien y siempre se lo hacía sentir al navajo a pesar de no decir palabra alguna.

Enroscó su dedo en uno de los mechones de su cabello multicolor una vez que terminó de comer los ravioles y de beberse la soda. Se sentía bastante satisfecha aunque era muy robable que en un rato más sintiera hambre y quisiera comer algún midnight snack. -¿Y luego?-volvió a ladear la cabeza y esta vez hizo que su pie fuera hasta la entrepierna del navajo acariciándolo por encima del pantalón con toda la intención del mundo de provocarlo y hacerlo excitarse. Enarcó una ceja y se volvió a morder el labio.-Yo digo que ya te tardaste en llevarme.

Con Odille todo siempre fue muy natural, la primera vez que se habían acostado había sido en el dormitorio de Chee y seguían siendo amigos pero al día siguiente nada había sido raro, se fue a hacer el saludo al sol y le hizo el desayuno antes de que despertase porque él comenzaba a trabajar desde muy temprano. Nunca había habido miradas incómodas o algún reclamo al respecto por parte de ninguno de los dos, esas cosas sólo los acercaban más.
 
Parte de esa relación que habían llevado se basaba en lo mucho que le gustaba físicamente y en cómo había sabido descifrar con una facilidad impresionante el cómo actuaba la mente del navajo, no sólo con esas provocaciones sino en cuanto a casi todo, como si lo conociese desde mucho antes. Eso lo había desconcertado primero y encantado después, incluso llegó el punto en el que de vez en cuando se levantaban juntos a hacer el saludo al sol antes de que cada uno fuese a hacer sus cosas.
 
La miró desde su lado de la mesa y cerró los ojos a voluntad sabiendo que de todos modos iba a hacerlo en algún punto, le gustaba cómo recorría su pierna y exhalaba por la boca con fuerza cuando llegaba a alguna zona que le causase especial gusto. Sonrió cuando la sintió llegar a su miembro y acusarlo de ser muy lento, le hubiese gustado dejar que siguiese pero se levantó y con la varita limpió los platos de una vez.
 
Le preguntaba por qué quería hacer luego pero era más que evidente, lo hubiese hecho con ella allí mismo si no fuese un lugar de libre acceso, no le gustaba ni la idea de que alguien más la mirase. Fue hasta donde estaba ella y la besó apresurado, necesitado de ella, deseoso de tenerla lo más cerca posible y pasó con rudeza la mano por el encima de su ropa, primero por sus muslos para sentirlos, apretarlos, luego pasó a su sexo pero acarició con fuerza sólo unos pocos segundos.
 

-Vamos a mi habitación, me puedes cantar algo o podemos jugar ese juego que llevaste el otro día… ¿cómo se llamaba? ¿Pictionary? No se me ocurre qué otra cosa…-la llevó de la mano hacia su habitación por algunos metros, caminando hacia atrás sin dejar de mirarla, se sentía incapaz de hacerlo, le faltaba tiempo para pasar con ella y no quería jalarla muy fuerte así que para apresurar el paso fue hasta donde estaba y la cargó al hombro para llevarla, ella había empezado y él no podía más.-

Le gustaba provocar eso en Thomas En realidad era de lo que más disfrutaba, hacerlo sentir de esa forma, que la deseara, que no pensara en hacer absolutamente nada más, más que llevársela a la cama. Era un método infalibre y a Thomas parecía no disgustarle para nada. Era una de las tantas formas que tenía para cambiarle el humor de forma radical al navajo. Y bueno, en el momento en que cerró los ojos para disfrutar de las caricias de su pie sobre su entrepierna, Odille se dio cuenta de que había logrado el objetivo. 

Sonrió al verlo apresurarse a limpiar los trastes con la varita y volvió a hacerlo cuando Thomas se acercó a besarla y a pasar sus manos por su ropa para llegar hasta se sexo, haciéndola suspirar sin preocuparse por ocultarlo. Por ella que la tomara ahí mismo en la mesa de la cocina pero estaba segura de que Thomas no permitiría que nadie más mirase y por ella estaba bien, siempre y cuando continuara con esos roces lo más pronto posible.

Soltó una carcajada cuando dijo lo del Pictionary, no se refería a eso, pero le había parecido bastante gracioso. Se puso en pie sin darse cuenta de que se le había olvidado la mochila junto a la silla. Siguió a Thomas mientras le sonreía y se mordía el labio hasta que finalmente la cargó al hombro como cavernícola haciéndola carcajearse sonoramente. No era la primera vez que lo hacía pero siempre le parecía por demás gracioso.

Cerró la puerta detrás de ella después de que Thomas la bajara del hombro, azotándola con la espalda sin importarle el ruido que pudiera hacer. Lo acercó a ella jalándolo del pantalón y le pasó las manos por la espalda, recorriéndolo hasta el cuello, parándose de puntillas para poder alcanzar sus labios sin problemas. -¿Estás seguro de que quieres jugar pictionary?-le dijo al oído mientras dirigía una de sus manos por todo su costado hasta llegar a su entrepierna y masajearlo por fuera de la ropa, provocándolo todavía más. Le mordió el lóbulo de la oreja y luego volvió a susurrarle-Puedes jugar pictionary con mis muslos.

Pasó sus manos por su espalda hasta llegar al límite de su pantalón. Llevó una de ellas a la parte delantera para comenzar a desabrochárselo y con la otra seguir provocándolo, quería sentir su erección en su mano y por eso mismo aventuró su mano dentro de los mismos, dentro de la ropa interior, soltando un suspiro cuando lo sintió. Le mordió el labio una vez viajó hacia sus labios para besarlo con desesperación y necesidad.

Le gustaba su risa y la forma en la que lo tocaba, cuando lo miraba su voluntad mellaba y su voz era capaz de hipnotizarlo, no recordaba haber sentido eso con alguien más. Lo que le hacía sentir no parecía terrenal, no le había dicho en serio lo del Pictionary pero le gustaba que ella creyese que sí, cerró con un hechizo la puerta de su habitación y le puso un hechizo para evitar que saliese el ruido, no quería que nadie lo jodiese al día siguiente.
 
Se quedó parado dejando que lo recorriese, escuchando sus provocaciones y siguiendo con la misma línea de pensamiento que antes, no lograba visualizarla con ropa aunque la tuviese encima, sólo deseaba ver su piel y deshacerse de lo que sea que se lo impidiese.
 
Se rió antes de acariciarle los muslos con ambas manos, era devoto a esas formas que lo tenían más que enamorado y las conocía bien, sabía cada detalle de su cuerpo porque rara vez pasaba un día sin que durmiesen juntos, se dedicaba a ella sin queja alguna porque a veces volvía a parecerle improbable que ella estuviese a su lado. Había chicas muy guapas en la universidad pero era incapaz de mirar a alguien más, no se sentía en condiciones como para hacerlo, estaba felizmente atrapado.
 
Su camiseta había desaparecido en algún punto y dejó que ella le quitase el pantalón, cuando lo tocó gruñó evitando extender mucho el sonido, bajo su ropa interior ya era más que evidente que lo había llevado al lugar más sucio de su mente, ese en el que no existían canciones y que la tenía a ella como protagonista. Disfrutó por algunos segundos el masaje de su mano pero no aguantaría mucho más, la besó del mismo modo que ella había iniciado y se quitó los pantalones pronto, sin dejar de besarla en ningún momento.
 
La tomó por la cintura, por debajo de aquella vaporosa blus azul. Le quitó la camiseta mientras la hacía retroceder hasta la cama, la blusa fue luego y la sentó sólo con el pantalón y los zapatos. Esos últimos fueron sencillos de sacar, pero para su pantalón verde tuvo que acuclillarse y mientras besaba sus labios comenzó a sacárselos mientras a la par bajaba por sus piernas besando la piel que tuviese a mano.
 

- ¿Podemos jugar Pictionary sobre tu pecho también?-ya estaban abajo y comenzó a subir nuevamente hasta su boca, sus manos tuvo que aferrarlas al cubrecama porque de otro modo no iba a dejar de tocarla, ni siquiera iba a ser capaz de articular palabra.-

Terminó por quitarle la camiseta y pasó sus manos por su torso. Le encantaba la diferencia de color que había entre la piel del navajo y la suya e incluso la diferencia de temperatura era evidente. Le gustaba eso por eso aprovechaba el tiempo que pudiera para acurrucarse al lado de Thomas sintiendo la proximidad de su piel contra la suya, dándole calor cuando más frío tenía. 

Lanzó la camiseta de Thomas por ahí sintiendo las manos del Delta sobre sus muslos y sonrió nuevamente. El color de su cabello cambiaba constantemente dependiendo de la sensación que le provocara el moreno mientras ella seguía tocándolo, provocándole lo más posible. Le encantaba sentirlo entre sus manos y sentir también el efecto que tenía sobre él con tan solo rozarlo. No podía evitar sentir una satisfacción un poco malsana por ello sabiéndolo suyo y que al mismo tiempo él la supiera suya por tiempo indeterminado. 

Sintió sus manos en la cintura y la forma en que la besaba y no pudo hacer más que sonreír y seguir la trayectoria de sus pasos en reversa para llegar hasta la cama mientras terminaba de quitarle la blusa. Le observó en su desnudez al sentarse sobre la cómoda superficie de la cama para que Thomas pudiera terminar de desvestirla. Se quitó el sujetador haciendo que sus senos quedaran a la altura de la mirada de Thomas en cuanto mencionó lo del Pictionary. Volvió a reír echando la cabeza hacia atrás.

-En mi pecho, en mi espalda, en donde quieras.-respondió mientras lo apretaba contra ella, quitándole las manos del cubrecama para dirigirlas a su piel; quería sentir que la tocara, que deslizara sus dedos sobre su piel. Abrazó con sus piernas al navajo haciéndolo que quedara lo más cerca de ella posible, sintiendo piel contra piel, haciéndola suspirar mientras comenzaba a besarle el cuello debajo de su largo cabello negro. 

Viajó de su cuello hasta su mandíbula, de sus labios a la hendidura de su clavícula, indómita, sin pensar en absolutamente nada más que recorrerlo con sus labios. Su respiración comenzaba a ser un poco más errática. Le dio un mordisco en el hombro, uno inocente, juguetón y le dirigió una de sus manos a sus muslos. Quería que la tocara, que la follara, que le hiciera lo que quisiera. Buscó su mirada de forma desesperada mientras dirigía los dedos del Navajo a su entrepierna y luego se la dirigió un poco más arriba hasta llegar a su entrepierna y que su mano topara con la impoluta tela de su ropa interior y su otra mano se dirigía a su erección para volver a masajearlo para excitarlo más y que no cupiera en la desesperación por tenerla ya.

Acercó su pecho ya desnudo para besarlo, le encantaba el sabor de su piel, parecía una locura pero realmente cuando la besaba sentía un sabor especial en ella. Besó cada uno de sus senos, intercalaba los besos con el masaje que le daba con una de sus manos. Podría haberse quedado toda la noche mirándolos, besándolos y mirando cómo se veía desnuda.
 
-Me encantas…no sabes cuánto.-subió hasta su rostro y la besó colocando ambas manos en su rostro, no podía evitar sentir esos espasmos involuntarios porque seguía masajeando su miembro pero incluso así continuó besándola mientras sus manos ya se habían enredado en su cabello.-
 
Llevaban apenas un mes juntos pero sentía que la amaba, que podía dar cualquier cosa por ella, que la necesitaba en su vida y que esperaba que durase para siempre. No le decía las cosas tal cual pero esperaba que lo supiese, esperaba que notase que cada vez se le hacía más difícil ver cuando se iba a estudiar con alguien más y lo mucho que disfrutaba dormir a su lado incluso cuando no lo tocaba de ese modo.
 
Ya no era solamente su mano, eran sus besos, sus caricias, sus mordidas que reconocía como catalizadoras de cualquier deseo que ya de por sí era indomable. Dejó que llevase su mano hasta su entrepierna mientras ella continuaba acariciando su sexo, no necesitaba más que eso, Chee no era hombre de previos así que se sacó lo que le quedase de ropa y a ella le bajó la ropa interior antes de subir a la cama y con las manos cargarla para que estuviese un poco más arriba.
 
Fue cuestión de segundos, quizá dos o tres, pasó una mano por debajo de su cintura para elevar un poco su cadera y la penetró con fuerza, lanzó algo similar a un grito contenido que sonó como un gruñido, estaba estrecha, tibia, perfecta. Con ella no usaba preservativo porque a ninguno de los dos le gustaba la idea, además ya había hablado con un medimago especializado que le daba pociones para evitar un embarazo. Era mejor así, le gustaba reconocerla.
 
Empujó sus hombros hacia la cama para que dejase su espalda recta, la mano que estaba debajo de su cintura pasó a su trasero para apretarlo y coordinar mejor sus movimientos con los de ella. Ya ni siquiera recordaba el incidente de la biblioteca, sólo miraba cómo se balanceaban sus senos con el movimiento, como hipnotizado.

No llevaba mucho tiempo de relación amorosa con Thomas, tenía que aceptarlo. Sin embargo, con ellos la situación no había sido tan complicado. Odille se había enamorado de Thomas desde hacía mucho tiempo y no era un secreto lo que sentía por él. Ni siquiera para las personas que la veían día a día y a las que nunca les decía nada de su vida. Estaba feliz y era algo que no podía ocultar. Esa gran amistad que tenían había sobrepasado el límite de lo indecible desde mucho antes de haber terminado en la cama. No había sido gracias al sexo que Odille había comenzado a amar a Thomas Chee, eso era un plus. 

Cuando supo que Thomas también la quería más que como una mejor amiga -porque Thomas en eso se había convertido, en su mejor amigo- no pudo contener la emoción y fue cuando le confesó lo que ella sentía por él. Se habían tardado demasiado y Thomas había sido el primero en tener el valor de sincerarse. Ella siempre había sido un poco más cobarde con esas cosas, pero a fin de cuentas, ese fue el día en que supo que tendría que cambiar a pesar de que le costara tanto trabajo.

Podía ver en su mirada el amor que sentía por ella y él podía verlo en su sonrisa. No le ocultaba nada y era por demás transparente con él. Siempre lo había sido y no tenía por qué cambiar jamás. Se lo había dejado en claro en más de una ocasión y así seguiría siendo, incluso en ese momento en que la tocaba por encima de la ropa interior. En esos besos ávidos y desesperados del otro, en esos roces y la forma en poner sus manos sobre su blanco rostro y enredar sus dedos en su cabello de colores. Ese era su lugar favorito, entre sus brazos, entre sus piernas. 

Sonrió y le mordió el hombro un poco al sentir sus dedos en su entrepierna hasta que finalmente le sacó lo que quedaba de ropa y se interponía entre él y ella para acomodarla en la cama cargándola un poco. Odille hizo lo propio y se removió sobre la misma para que Thomas tuviera más espacio para, finalmente, levantarle un poco la cadera y penetrarla con fuerza de un solo movimiento. 

Se estremeció y arqueó un poco la espalda mientras le enterraba fuertemente las uñas en la espalda al Navajo mientras soltaba un grito de placer combinado con dolor que la volvió loca. Se mordió el labio fuertemente hasta hacerlo sangrar al sentirlo dentro de ella. Cerró los ojos unos segundos para disfrutar de la agradable sensación de tenerlo sobre ella. Levantó sus piernas y las puso sobre la cadera del moreno, empujándolo hacia ella con fuerza, arañándole la espalda sin darse cuenta de que quizás estuviera lastimándolo pero en ese momento sinceramente no pensaba en nada más que Thomas follándosela y sabía que no pensaría en nada más por un buen rato.

Puso una mano sobre la cama, empujándose con fuerza de lo que fuera para coordinar el vaivén de la cadera de Thomas contra su cuerpo, intensificándolo. La otra mano se quedó en el cuello de Thomas, haciéndolo bajar hasta sus labios para besarlo intensamente. Movía su cadera de arriba hacia abajo, manteniendo los ojos cerrados, sin poder evitar gemir en los labios de Thomas, demostrándole lo que era capaz de hacerle.

Después de unos minutos en la misma posición, se removió de debajo de él, haciéndolo girarse sobre si mismo y quedar recostado sobre la cama para ella colocarse sobre él. Puso una pierna de cada lado de Thomas y se sentó sobre él, ayudándose con su mano para volver a introducirlo dentro de ella. Le gustaba tener el control de las situaciones y esa no sería la excepción, además que esa posición era de sus favoritas porque podía ver el rostro del navajo debajo de ella y le encantaba las expresiones que lo hacía tener. 

Comenzó a moverse de manera circular sobre él y tomó una de las manos del moreno y la puso sobre uno de sus senos.-¿Esto también te encanta? O quizás esto..-llevó su otra mano a su sexo para que se empapara de ella, que la tocara mientras ella se lo follaba a él, mientras se movía y sentía su interior envolver a Thomas sin problemas, reconociéndolo, deseándolo. -Tócame.-no era una órden pero así lo parecía. Odille podía ser muy mandona cuando se lo proponía pero, sinceramente, sabía que Thomas no se negaría pero le gustaba parecer que tenía el control aunque tal vez no lo tuviera.

Le gustaba entrar en ella de ese modo, así había sido la primera vez y parecía ser algo clásico de ambos. Aún recordaba aquella ocasión, él bebía poco pero por no dejarla sola le siguió la corriente, ambos habían acabado más que alegres y habían acabado jugando un juego inexistente en el que debían irse sacando la ropa, ni siquiera recordaba cuál era el juego, sólo tenía ojos para esas formas que sólo había podido adivinar hasta ese momento.
 
Ahora la tenía para él, para él sólo  quería que las cosas se mantuviesen así, deseaba cada parte de su cuerpo y la reclamaba como propia, no le importaba que ella hiciese lo mismo con él porque no le importaba ninguna otra chica. Jamás le había pasado, cuando había tenido novias siempre las quiso mucho pero de vez en cuando pensaba en alguna otra chica que le parecía guapa, esa ya no era la situación, con ella se sentía desvalido, esclavo de su voluntad.
 
No le importaba que fuese quien dominara en la cama, era él quien la hacía gemir y gritar, eso lo tenía feliz. Lamió la sangre de su labio antes de besar su cuello en lo que Odille arañaba su espalda haciéndola arder, eso sólo lo excitaba más, le gustaba cuando era ruda, cuando gustaba amanecer con sus marcas porque sabía que la había hecho desvariar la noche anterior.
 
Lo volvía loco y podia sentir todo el cansancio del mundo encima pero cuando ella lo tocaba o tan solo lo miraba era capaz de obviar todo y quedarse a su lado, ya ni siquiera sentía ese dolor en el brazo que lo había estado aquejando desde el mediodía, ya había tomado una poción pero le dijeron que debía estar en reposo, ni siquiera se lo iba a decir porque no iba a dejar que hiciese nada.
 
Se movía sobre ella sin tener delicadeza alguna, entraba una y otra vez sintiendo cómo su piel quedaba mojada por la humedad de Odille, se dejó mover y sus manos fueron hacia donde las dirigió , el haber salido le hizo volver a percibir la diferencia entre su calidez y el frío el ambiente, lanzó otro sonido que claramente era de placer cuando sintió su peso caer sobre él y su mano derecha amasaba su seno mientras la otra se empapaba con ella.
 
Su ceño estaba fruncido pero por razones muy distintas, era porque la veía sobre él y era incapaz de concebir todas esas sensaciones, antes de seguir su orden llevó su mano a su propia boca para saborearla, una mano aferró su cadera para que no se elevase mucho mientras la otra hacía caso a Odille y entraba en ella con movimientos más rápidos que el de su cadera, quería hacerla llegar ya mismo, le encantaba el sonido que hacía, quería hacerla llegar cuantas veces le fuese posible antes de llegar él para luego comérsela.
 

Tenía la mano empapada, no sólo los dedos, le encantaba eso y siguió, subía y bajaba con fuerza, juntando su cuerpo al de ella lo más que podía, quería llegar lo más lejos que pudiese, quería ocupar todo el espacio que fuese posible para que lo mojase entero, quería entrar en ella de tal modo que de su boca sólo saliesen sonidos incomprensibles, quería hacerla incapaz de pronunciar palabra alguna.

Se mordía el labio de forma constante sin importarle hacerlo sangrar. No era la primera vez y sabía que no sería la última. No se daba cuenta de ello y siempre le daba gracia ver el resultado final en el espejo. No importaba en absoluto. Frunció el ceño en cuanto Thomas comenzó a tocarla y se empapaba de ella para luego saborearla. Le gustaba que hiciera eso y no sabía exactamente por qué, pero la excitaba sobremanera. 

Soltó un gemido fuerte mientras se removía sobre él, subiendo y bajando poco a poco hasta tener un movimiento más constante y rápido. Puso una de sus manos sobre la de Thomas que ahora estaba en su cadera. Luchaba por moverse pero él la tenía apresada. Eso la prendió mucho más al sentir sus movimientos debajo de ella, sin delicadeza, sin sutileza. Se sostuvo del pecho de Thomas con trabajo y se pasó la lengua por los labios sintiendo cómo una cortina de cabello le cubría parte del rostro. 

Le gustaba la manera de Thomas de entrar en ella. No era una princesita que tuvieran que tratarla con delicadeza y por lo mismo no iba a follar como una de ellas y el moreno lo sabía y lo había descubierto desde la primera vez que terminaron liados en el escritorio de su habitación. Ese recuerdo la hizo sonreír y gemir nuevamente. Ya se había olvidado de las palabras y solamente quedaban sus más bajos instintos, los salvajes, los que solo guardaba para él. 

Lo tomó del hombro y lo jaló hacia ella. Quería que se irguiera y quería tenerlo de frente, sentir su pecho, el latido de su corazón y la errática respiración hacer juego con la de ella. Buscó sus labios y lo besó desesperadamente, luego pasó a su cuello y comenzó a mover más su cadera. Le encajó las uñas en la espalda nuevamente y en un movimiento brusco volvió a morderle el hombro pero esta vez un poco más fuerte que la anterior. 

Se acercó nuevamente a su oído sin dejar de depositar mordiscos en todo su recorrido. "Quiero más.." le dijo terminando en un gruñido para luego mirarlo a los ojos, perderse en ese mar oscuro y volver a besarlo y gemir en sus labios con cada movimiento de thomas debajo de ella. Le abrazó fuerte y se movió aún más rápido sobre él sin perder ninguna de sus expresiones, de sus movimientos y de la mirada en sus ojos.

Las sensaciones con Odille siempre eran distintas, de alguna forma lo mantenía interesado en cada uno de sus movimientos como si fuese la primera vez que estaban juntos, como si fuese inexperto al descifrarla. Levantó su torso para estar a su altura mientras ella continuaba sobre él dirigiendo cada una de las embestidas, sintió nuevamente aquel ardor en su espalda cuando lo arañó y lanzó un grito como de loco seguido de un siseo involuntario, atrapó sus piernas con fuerza para entrar más en ella si era posible.
 
Sus palabras sólo podían acelerar su movimiento, aumentar aquel ritmo que lo mataba a cada segundo porque necesitaba más de ella, necesitaba escucharla, sentirla suya como si fuese la primera vez, esos sonidos sólo podían enloquecerlo y agradecía ser mago para haberle puesto ese hechizo que evitaba que alguien les tocase la puerta por excederse. Pero cómo podía controlarse alguien con una mujer como ella, era perfecta hasta en lo más mínimo.
 
La mordida que le dio esta vez lo hizo ir hacia atrás, sus manos no la habían soltado pero nuevamente estaba doblegado ante ella, podía hacer y deshacer en él mil veces si así lo quería. Le pidió que lo hiciese de nuevo antes de incorporarse para continuar, al hacerlo la levantó en peso olvidando su petición, la hizo caer sobre su espalda contra el colchó y comenzó a besarla, primero en el cuello mientras que sus manos abarcaban cuanta carne podían.
 
Buscó al tacto sus senos para besarlos, con ambas manos los juntó para poder besarlos a la vez, mordió también pero con menos rudeza que ella, no porque no le gustase, simplemente estaba impaciente por continuar trabajando sobre ella, por penetrarla de nuevo con fuerza para escucharla, para ver cómo se movía. Acomodó sus piernas para que ella se enroscase alrededor suyo y las besó cuando estuvieron arriba, lo hizo hasta que estuvo lo suficientemente bien acomodado como para entrar en ella de un solo movimiento.
 
Nuevamente el cambio de temperatura jugó a su favor, parecía que estaba incluso más estrecha, algo hacía para ponerlo así, para embrutecerlo y hacer que sólo reconociese su cuerpo como fuente de deidad, podía estar siendo hereje pero no le importaba realmente, la necesitaba más que a nada en ese momento.
 

Bajó el torso para lamer su pecho, sólo pudo ser una lamida porque no iba a dejar ese maldito ritmo que lo estaba llevando a la cima de todas las sensaciones, sentía cómo iba tomando fuerza dentro de él esa sensación tan familiar a su lado, algo se cayó dentro de la habitación pero no se desconcentró ni por un segundo, algo tenía esa mujer que lo tenía embrujado, ni siquiera la cautela lo dejó distraerse, si Odille fuese una mala mujer sería su perdición.

Le agradaba la forma en que Thomas la trataba en la cama, sin delicadeza e incluso con un poco de rudeza. Lo agradecía porque no la trataba como si fuera a romperse a pesar de ser bastante delgada y pequeña. El contraste de su cuerpo con el de Thomas era impresionante y se podía ver en el tamaño de sus manos contra las del moreno. Le gustaba eso, que fuera bastante más grande que ella no porque se sintiera segura en sus brazos, sino porque le gustaba la forma en que Thomas la abrazaba por completo y como siempre quedaba a la altura para escuchar los latidos de su corazón y sentir como su pecho se elevaba con cada respiración. 

Su orden...petición, no había pasada desapercibida y las embestidas del Navajo hacia ella eran cada vez más intensas y más fuertes. Iba a morderlo nuevamente como le había pedido pero en ese momento Thomas justamente la echaba contra la cama dejándola boca arriba debajo de él y la tocaba de forma desesperada. Odille hacía lo propio con la espalda del moreno y lo empujaba hacia ella con sus piernas y en el momento en que comenzaba a morderla la metamorfomaga enloquecía de placer. Le gustaba que la mordiera y le gustaba morderlo, era un pequeño juego íntimo que tenían y que nunca había practicado con nadie más.

Acomodó las piernas donde Thomas le indicaba mientras que al mismo tiempo una de sus manos viajaba a su miembro para tocarlo hasta que finalmente terminó por acomodarse con las piernas en los hombros de Thomas y sintió, en un solo movimiento, cómo Thomas volvía a penetrarla con fuerza. 

Esta vez no pudo contenerse más y gemía fuerte con cada embestida que el moreno le daba y sintió aún más presión cuando el moreno bajó a su pecho para lamerla. ¿Qué era lo que ese hombre le hacía para tenerla así? Tan embelesada, tan enamorada y quizás también como Thomas, tan embrutecida. No lo sabía y le agradaba no saber qué sucedería después a pesar de que se pusiera por demás nerviosa por no poder planear nada a corto plazo y que su inhabilidad para hacer planes a futuro se viera comprometida. No le importaba por primera vez en su vida y esperaba que siguiera así y que sus miedos no le jodieran la existencia. 

Sentía su vientre contraerse. Llevó una de sus manos a su sexo y ella comenzó a tocarse a si misma para aumentar las sensaciones y llegar al orgasmo. Poco a poco las sensaciones fueron aumentando y su respiración se volvía más errática. Movía las caderas al compás de los movimientos de Thomas y cada una de sus embestidas. Sentía que ya no podía más. Gimió una, dos, tres veces más, con fuerza, sin importarle que alguien más la escuchara a pesar de que hubiera un hechizo silenciador. La única persona que quería que la escuchara era Thomas y nada más.

El corazón le latió apresuradamente y sentía como si fuera a salírsele del pecho. Era una sensación familiar seguida de un cambio de temperatura en su interior y en su exterior. Se había mojado aún más de lo que ya estaba. Estaba sintiendo el tan ansiado momento del orgasmo. Temblaba y estaba segura de que se había removido como loca sobre las sábanas. Tensionó las piernas mientras sentía a Thomas dentro de ella mientras su vientre se contraía haciéndola sentir como si estuviera a punto de desmayarse. 

Respiró hondo, se mordió el labio y frunció el ceño pero por una buena razón. Había sido algo muy intenso y no era la primera vez que sentía algo así. Solamente Thomas podía hacer eso en ella, nunca lo había sentido con nadie más. Se llevó una mano al rostro y se lo talló, se secó el sudor de la frente y tragó saliva. Miró a los ojos a Thomas y sonrió sin decir una sola palabra.

Sólo el pensar en ella lo excitaba, el tenerla allí rodeándole el cuello con sus piernas superaba cualquier cosa. Todo era perfecto desde ese ángulo, desde su visión de ella hasta el sonido que se desprendía de sus labios. Sentía cómo su sexo aprisionaba su miembro con más fuerza que antes, sentía cómo era más sensible a cada cosa que ella hacía, vio cómo se tocaba y con los ojos abiertos aceleró el movimiento de su cadera, no se sentía capaz de aguantar más y supo que ella tampoco.
 
Hubiese deseado que ese pico de soberbio placer lo empapase unos segundos más pero la intensidad fue tal que ni siquiera estuvo del todo consiente cuando llegó al auge de sus sensaciones. Acababa de correrse en ella y sólo atinó a dar movimientos cortos pero precisos aún dentro de ella, había cerrado involuntariamente los ojos y los abrió de a pocos como si le costase algún trabajo, su cuerpo seguía cautivo de esa sensación gloriosa, cuando la miró se encontró con su sonrisa y sólo pudo corresponderla.
 
Besó su frente durante algunos segundos, no le importaban las gotas de sudor que quedaban sobre ella y ni siquiera las gotas de sangre que habían salido de su labio lo escandalizaron, era ya algo regular entre ellos, sólo sonrió y jaló su sábana para limpiarle ese color carmesí del rostro. Salió finalmente de ella y se movió para que pudiese estar en una posición más cómoda, sus músculos recién resentían el trabajo hecho que acumulado con todo lo del día lo había dejado realmente cansado.
 
Se levantó para abrir su armario y sacar de allí un par de latas de cerveza que tenía guardadas, estaban a temperatura ambiente pero servían de todos modos, le pasó una a ella antes de darle otro beso en la frente y abrir la propia.
 

-Te tengo un regalo, pero será luego de que nos duchemos.-al menos él necesitaba la ducha, una muy caliente para quitarse de encima todo el cansancio del día. Casi siempre le decía qué cosas le compraba porque no era el tipo de hombre que daba sorpresas, pero esa era una más o menos importante así que se lo había reservado.-¿Vienes a la ducha? Prometo no toquetearte de más, pero sólo porque hoy sí me rompí un hueso.-no era para preocuparla, le había dicho eso tantas veces que era algo común, además eran tan sencillo arreglarlo que el dolor inicial era lo único molesto.-

Sentía cómo sus manos y piernas le temblaban de forma intensa. No podía hacer nada más que reír silenciosamente. Miró a Thomas y bajó sus piernas de su cuello para darle más espacio para poder besarla y volvió a sonreír cuando le limpió la sangre de los labios con la sábana; también sintió cómo salió de ella haciéndola cerrar los ojos y dar un pequeño suspiro para verlo acomodarse nuevamente para estar más cómodo. 

Lo miró mientras se acercaba a su armario y lo abría para sacar un par de cervezas. Odille las observó, seguramente no estarían frías pero en ese punto daba exactamente igual. Cerró los ojos cuando volvió a besarla en la frente. Le gustaba cuando hacía eso y no sabía por qué, pero le gustaba. Lo observó en su desnudez mientras ella se removía en la cama sobre las sábanas y tomaba una almohada para ponerla debajo de su pecho. Le gustaba verlo, recorrer cada centímetro de su piel con su mirada, grabárselo en la mente para siempre. Quizás fuera una cursilería pero ella disfrutaba haciéndolo. Le gustaba observarlo y saberlo suyo.

-¿Ah si? ¿Y qué es? Anda, dime, dime.-Se hincó sobre la cama acercándose a él para quedar lo más cerca posible. A Odille le gustaban algunas sorpresas pero era extraño que Thomas no le dijera en un principio qué era y eso la sorprendió pero le siguió la corriente.-Bueno, está bien, quizás yo te cante un poco.-No le sorprendía que Thomas le dijera que se había roto un hueso pero le preocupaba que sintiera algún tipo de dolor. Se mordió el labio nuevamente pero de forma civilizada y caminó hacia el baño junto con Thomas. -¿Qué te rompí? Mira que también te dejé todo mordido, creo que vas a tener que conseguirte una novia más civilizada.-hizo un puchero en broma mientras iba por las toallas y las ponía sobre el lavamanos para que pudieran alcanzarlas y sintió el agua para ver si ya estaba con buena temperatura. No era insensible pero no era la primera vez que se lo decía, pero como quiera se preocupó porque juraba que ella le había roto algo.

Entró a la ducha y tomó a Thomas de la mano para que la siguiera. Una vez dentro se mojó el cabello y tomó el jabón. Empujó a Thomas hacia el agua y le señaló el jabón.-Anda, te enjabono, así no te mueves y no te duelen tus huesos rotos, además que seguro te gusta que te trate como rey.-le guiñó el ojo y le sacó la lengua también. No le molestaba hacer ese tipo de cosas por él, en realidad le gustaba porque le retribuía un poco de todo lo que él hacía por ella. También le gustaba hacerle masajes aunque no fuera buena pero le ayudaba a liberar parte de la tensión en su espalda y sus hombros. -¿Tienes alguna poción para el dolor?

La dejó acurrucada en las sábanas, luego las cambiaría cuando fuesen a dormir, todo estaba al alcance de un hechizo. Se hubiese quedado con ella sin duchar y nada pero no iba a ser capaz de dormir bien así, se le quedó mirando un par de segundos antes de entrar al baño.
 
-Tú me puedes morder cuando quieras, mientras no me saques un pedazo de piel…-le había hablado desde el baño, de entre varias cosas que quedaban sobre una repisa desordenada sacó un pomo amarillento, como viejo, dentro tenía una pasta de color rojo que tenía a medias una poción para ese tipo de magulladuras y algunas hierbas que su abuelo usaba para curarlos a él y a Julisa cuando se lastimaban de chicos. Junta era una combinación ideal.-
 
Ardía un poco al tacto así que contorsionó un poco el rostro cuando lo puso sobre la mancha enrojecida que le había dejado Odille, ya estaba acostumbrado e incluso antes de la ducha iba a darle una buena cicatrización, ya que siguiese su rumbo natural, no iba a fastidiarle una cicatriz más, menos si era una ocasionada en pleno sexo.
 
-No me rompiste nada, fue en el trabajo pero ya lo tomo como un tropezón.-no tan así porque romperse algo siempre era jodidamente fastidioso, lo bueno es que se podía curar sin problemas, de todos modos tenía que cuidarse porque tenía la idea de que eventualmente no iba a funcionar tan bien, el cuerpo humano tenía sus límites.-
 
Se fue a la ducha para abrir los grifos y dejar que se aclimatase el agua, él prefería el agua muy fría o muy caliente pero ya había aprendido a qué temperatura le parecía ideal a Odille, ya la había hervido viva una vez por meterse a la ducha temprano con él y no pretendía hacerlo de nuevo. La tomó por la cintura en lo que eso estaba listo para besarla de nuevo, no iba a negarse porque sí, le agradaba que lo cuidase.

-La tomo luego, me hace dormir y quiero estar despierto un rato más.-tenía una malditas ganas de follarla allí mismo, aguantaba porque su majase era bueno aunque ella no creyese en sus palabras.-No tienes clases temprano, ¿no? Ya ni siquiera sé bien qué día estamos.

-Hasta las once, es miércoles.-negó con la cabeza y respondió sobre el horario de sus clases. A veces ella misma olvidaba a qué hora tenía clase y por eso siempre terminaba llegando tarde, pero los miércoles era su día favorito de la semana por las clases que tenía así que ese nunca se le olvidaba. Frunció los labios cuando dijo que se la tomaría después. No le encantaba que le doliera el cuerpo y prefiriera aguantar el dolor un rato solo por estar con ella, pero no iba a decirle nada. Thomas era dueño de sus decisiones y siempre las respetaba, fueran cuales fueran. 

Sonrió cuando la tomó por la cintura y le dio un pequeño beso en la punta de la nariz. Hizo espuma con el jabón mientras jalaba a Thomas fuera del agua y comenzó por los hombros y el cuello haciendo un poco de presión en los primeros para así poder aliviar un poco la tensión. Se puso de puntillas para alcanzar el hombro que le había mordido y darle un beso cerca de la herida y pasarle los dedos delicadamente por encima y sonrió un poco, no recordaba el momento en que lo había hecho. 

Siguió por uno de sus brazos y luego con el segundo, siempre ejerciendo cierta presión suave para intentar aliviar cualquier dolor que tuviera el Navajo. Depositó unos cuantos besos en su pecho y luego siguió con el jabón por su vientre y luego su entrepierna en la que no se detuvo demasiado tiempo. Bajó por sus piernas y se agachó hasta que llegó hasta sus pies. 

Se puso de pie otra vez y lo puso de espaldas a la pared, le puso los brazos en la loza fría para que pudiera recargarse y retiró el cabello del moreno para ponerlo sobre su hombro y que bajara hasta su pecho. Siguió por el cuello y masajeó sus hombros de nuevo para poder pasar por sus omóplatos y seguir por su cintura y su cadera. 

Aventuró su mano nuevamente a su entrepierna y esta vez si se entretuvo un poco más de tiempo porque tenía una idea que quizás le ayudara más a Thomas a sentirse más relajado. Tomó su miembro con su pequeña mano y comenzó a masajearlo como antes lo había hecho, pero esta vez un poco más suave al principio, sin prisa, tranquila. Llevó su otra mano al pecho del navajo mientras con la otra hacía el trabajo.-No te muevas.-ordenó.

Con la mano libre cerró el agua de la llave para evitar que se desperdiciara un momento y regresó al pecho de Thomas. Sonrió un poco mientras con su otra mano seguía tocándolo esperando que lo tomara como un pequeño regalo porque ella no le había comprado nada como él a ella.

Le gustaba que lo engriese de ese modo porque tendría que estar loco para no disfrutar que lo enjabonase y que le tocase nuevamente el miembro con el jabón entre ambos, no se iba a quejar de ninguna de esas cosas y sólo lo disfrutó  en silencio mientras sentía cómo sus músculos iban cediendo ante el efecto del agua caliente sobre su cuerpo, gracias a eso y a los masajes de Odille.

Su plan original era quedarse quieto, mirarla un rato y meterle un par de dedos antes de irse a la cama si es que el agua caliente no lo relajaba lo suficiente como para que el bienestar físico superase a sus instintos básicos. Si lo tocaba así como pretendía que siguiese su plan, cómo esperaba que no cerrase los ojos ante su toque para imaginársela encima de él, no había forma en la que no se acercase a ella para besarla, para tocarla o para entrar en ella de nuevo.

La tomó por las piernas para levantarla sosteniendo sus muslos con ambas manos, la llevó contra la pared de la ducha y entró en ella sin mediar palabra. La besó con jabón en el rostro y comenzaba a sentir en la espalda el aire que entraba al baño por una pequeña ventana alta, el agua seguía corriendo pero ya ni siquiera los tocaba. Dejó de besarla y juntó su nariz a la de Odille, abrió los ojos y sólo se dedicó a mirarla por un momento, estaba dentro de ella y esperó hasta ese momento para comenzar a moverse contra ella, para entrar y salir con el deseo irrefrenable que le causaba  sólo ella.

Continuaba sin mediar palabras con la metamorfomaga, sólo necesitaba que le respondiese para seguir allí. Soltó una de sus piernas mientras continuaba para apoyarse en la pared, los músculos de las piernas comenzaban a resentir el esfuerzo y necesitaba otro punto de apoyo porque prefería lastimarse algo a salir de Odille.
Su pierna derecha que era la que se había roto en la tarde ya había comenzado a dolerle, no se detuvo ni con eso, apretaba los labios tanto por el placer que le causaba como para evitar lanzar algún sonido de dolor, no quería que ella lo supiese, no quería que lo obligase a parar.

Le gustaba ver el rostro de Thomas mientras ella lo tocaba y saberse la dueña de esos gruñidos, de esas miradas y cada sensación en Thomas la excitaba sobremanera hasta el punto de querer que se la follara otra vez ahí mismo en la regadera. No se detenía, ni siquiera cuando sentía que Thomas se movía de alguna forma, ni siquiera cuando se giró hacia ella para besarla con el jabón en el rostro. 

Sintió cómo la cargaba y no pudo evitar soltar un grito de susto porque la sorprendió. Pero ese grito asustado se convirtió en uno de diversión para luego ser uno de placer en el momento en que entró en ella sin más, de forma brusca, salvaje, ocasionándole un poco de dolor agradable y placentero después de unos segundos de tenerlo dentro de ella sin moverse.

Lo miró a los ojos oscuros y se mordió el labio para luego sentir cómo comenzaba a moverse dentro y fuera de ella. Se sostuvo fuertemente por sus hombros porque sabía que en cualquier momento podría terminar cayéndose. Enroscó sus piernas a su cintura mientras él la sostenía por los muslos contra la pared de loza fría.

-No te detengas.-le dijo mientras sentía soltarle una pierna para reacomodarse. Odille aprovechó para poner el pie en la orilla de la regadera para poder elevarse un poco y que la diferencia de altura no fuera demasiado complicada y luego pasó una mano hasta el trasero de Thomas para acercarlo a ella lo más que pudiera.-Fóllame ya.

Le preocupaba que Thomas volviera a lastimarse por follársela, no podía mentir. Pero en ese momento había olvidado que el navajo se había fracturado algo previamente. Jamás le había dicho que había sido la pierna derecha pero una vez salieran de esa regadera, lo obligaría a beberse la poción para el dolor, no le importaba que se quedara dormido siempre y cuando le ayudara.