Sin voluntarios

Le habían dicho que podía encontrar a los chicos de Sanación Mágica en clase pero cuando llegó a la facultad apenas había una o dos personas caminando por ahí, eran las cinco de la tarde, esa era la hora que le habían dicho. ¿O fue a las cuatro? Ya ni siquiera lo recordaba, se había olvidado la agenda en casa y el día lo tuvo tan ocupado que ni siquiera se había podido aparecer allá.
 
Fue abriendo una a una las puertas de las aulas pero no encontraba a nadie, a la morgue no iría, la última aula era la de envenenamientos y ya había perdido la esperanza de encontrar a alguien allí. No perdía nada intentando pero lo que necesitaba era un grupo grande de sanadores, o de quienes lo serían, era para una campaña de salud que iría por las zonas pobres de la población mágica del sur del país para atender a gente sin recursos.
 
Se necesitaba de todo y no siempre los sanadores ya graduados estaban disponibles, por eso necesitaba a estudiantes para que hiciesen las cosas simples como curar huesos rotos o dar pociones para los diagnósticos simples. Necesitaba reclutar gente y rápido, la campaña se haría en dos días y le habían pedido ayuda porque el encargado se había ido de la nada dejándolos en el aire sin medimagos ni un local en el que realizar el evento. El local ya estaba, usarían un depósito de los Wildenstein, lo que faltaba eran voluntarios.
 
Abrió la puerta con los ojos cerrados rogando que hubiese alguien y al abrirlos se encontró sólo con una persona, estaba de espaldas así que no lo reconoció inicialmente, lo haría al escuchar su voz porque parecía como quedada en su garganta, esa fue la impresión que siempre le dio. Llevaba una libreta y una pluma en una mano, con la otra acomodaba el bolso que colgaba de su hombro.
 
-Hola, soy Violet. ¿Te interesaría hacer unas prácticas de sanación? Estudias para eso, ¿no?-usó su mejor sonrisa para hablarle por si volteaba intempestivamente, para que no se enojase si lo interrumpía.

No fuese a ser que estaba por ahí de visita y estudiaba cualquier otra cosa. Por favor que no fuese así, por favor, por favor que si era sanador podría ser quien animase a sus amigos, de ella dependía convencerlo a como diese lugar. Le presentaría a todas las Epsilon o lo que fuese.

No había persona más puntual para sus clases que Ellioth, a pesar de que las clases a penas habían iniciado había mostrado ser uno de los alumnos más prometedores a pesar de ser más joven que el promedio, pero cuando los profesores veían que había estado en Ravenclaw, las cosas se aclaraban fácilmente. El menor de los Rosenbarg era aplicado en sus estudios, inteligente y como usualmente sucede con las personas de sus características, socialmente inadaptado, por lo cual prefería hacer los trabajos solo que con otras personas, lo atrasaban en sus estudios y eso se lo dejo muy en claro al profesor de “Envenenamientos: acciones, prevención y medidas de atención” o la materia improductiva que había elegido para su especialidad, tenía que llevar al menos una en el tronco común para poder especializarse, no le molestaba.

Eran las 5 de la tarde cuando decidió tomar un descanso de su lectura, el reloj mágico que tenia sobre su escritorio ya marcaba la hora de “comer” desde hacía dos, pero él no le había prestado atención en esos momentos. Cuando estudiaba o abría un libro prácticamente no había poder humano que lo separara de la lectura del mismo, sus padres de pequeño temían que tuviera alguna variación de autismo infantil, pero afortunadamente solo era gracias a su pasión por el saber.
Alzó los brazos para desperezarse, ahora que estaba en su “descanso” los huesos comenzaban a dolerle por permanecer tanto tiempo en la misma posición y su estomago pedía algo de alimento, recordaba haber traído algunas verduras preparadas en su mochila, lo malo de ser vegetariano era que pocos lugares servían las cosas que le gustaban, por eso se preparaba él mismo la comida la mayoría del tiempo.

Justo estaba de espaldas buscando en su mochila cuando escucho la puerta del aula abrirse, tenia puesta una túnica larga que le cubría hasta los pies, solo se veía su cabello el cual por cierto había dejado más largo desde hacía un tiempo, era cosa de la onda bohemia que había adoptado en Inglaterra, aun que claro, todo era solamente una pose social, no creía en esas cosas realmente.

Al escuchar el nombre de la joven fue entonces que se giro un poco reconociéndola de inmediato. Su rostro estaba serio como siempre, pero la vio con un poco más de interés. Sacó la vasija de plástico con unas cuantas verduras hervidas y volvió a tomar asiento en el escritorio de estudio que tenia frente a él.

Soy de primer semestre, no creo estar calificado para hacerlo, más si no hay un superior supervisando. – Fue directo con ella, era de primer semestre y no podía hacerlo por más que le emocionara tener sus primeras prácticas, él tenía el sentido del deber y el honor muy arraigado, así que solamente se contuvo. No le dijo más a la joven, tampoco la saludó, su irrupción había sido algo rápida y eso lo había descolocado, aun que después de darse cuenta de sus modales se levanto de su lugar caballerosamente para saludarla con un gesto de la cabeza.

Apenas volteó pudo reconocerlo, era Isaac Rosenbarg, aunque fuese hermano de Evelyn eran muy distintos y por esa razón es que ellos se llevaban medianamente bien, además ya in par de veces había compartido miradas cómplices por alguna cosa dicha por ella.
 
-Isaac, ¿cómo estás? Qué suerte que te encontré…-era una ventaja el que ya fuese su amigo, bueno, no realmente su amigo pero sí que tuviese algún tipo de relación con él aunque jamás hubiesen sido muy cercanos. Él pareció no reconocerla pero no le molestó, aunque hubiese sido así hubiese disimulado para no perder a un colaborador.-
 
Él era un chico listo pero estaba en primer curso, de todos modos podría ayudar con las cosas simples, distribuyendo pociones o simplemente curando narices rotas como en la escuela. Necesitaba convencerlo, pero sería de a pocos porque su negativa le pareció tan contundente que ya estaba maquinando un modo en el que no pudiese decirle que no. No, no iba a dejar que así fuese.
 
Se acercó a la mesa en la que estaba y jaló una silla cercana para sentarse frente a él, miró sus vegetales sin carne alguna y adivinó al instante que era vegetariano, él era muy delgado como para estar haciendo dieta y de no ser eso necesario hubiesen hecho a menos un pollo a la plancha. Eso era saludable, pero no, él sólo tenía en frente sus vegetales crudos.

- ¿Eres vegetariano o vegano? Conozco un buen sitio para comer algo de eso, mi madre es vegetariana y un tiempo fue vegana pero no pudo más. Creo.


Prácticamente lo había invitado a comer y no podía ser tan grosero como para negarse, además allí le preguntaría de nuevo lo del voluntariado, quizá con el estómago lleno se sintiese con más ganas de colaborar.

En su educación básica se había acostumbrado a estar por delante de los temas de cada clase, se le hacía sencillo y como no tenía vida social tenía tiempo de sobra para pasarse horas en la biblioteca, pero intentar hacer lo mismo en la universidad estaba demostrando ser no solo terriblemente difícil pero peligroso, y por eso corría ahora de lado a lado del campus para llegar a la facultad de sanación, sus manos cubiertas por guantes de piel de dragón y lágrimas apenas contenidas en sus ojillos asustados. 

Había ido a la enfermería pero había una linea de espera, vaya día habían agarrado todos para caerse de las escobas, explotar calderos de pociones y hacerse lanzar una maldición de cerebro de mermelada! No tenía tiempo para esperar, el dolor y la quemazón eran insoportables.  Siempre había tenido un nivel de resistencia al dolor más alto del regular, pero habían dolores y DOLORES! Al ser pequeña y delgada, parecía como si flotara por entre los vacíos pasillos de la facultad de Sanación Mágica, y tras apenas y poder preguntarle a alguien donde estaban las aulas de Envenenamientos había corrido tan rápido como le daban sus piernas, agradeciendo la soledad de la facultad pero asustada por la misma, y si ya estaba demasiado tarde?

La luz de una de las aulas estaba encendida aún y acercándose sigilosamente alcanzó a oír voces ahogadas por la distancia y las barreras de sonido entre ella y los que estaban adentro.  Sus ojillos se iluminaron y empujó la puerta con su cuerpo porque le era imposible usar las manos -Profesor, por favor, necesito su ayuda es urgente! - lo más parecido a un grito que podía salir de ella, aún en esos momentos, llenó la estancia a causa de que en esta solo habían dos personas y se habían quedado calladas a causa de su súbita entrada.  Los colores se le subieron al rostro al darse cuenta (aunque de haber estado llena el aula simplemente se habría desmayado) de que había "gritado", y giró su rostro hacía donde estaban Violet y Ellioth. 

Al verlos juntos palideció. Carraspeó y parpadeó un par de veces llevando sus manos hacía atrás de su espalda.  Por algún motivo que ella desconocía, Violet la odiaba o así sentía ella, en su primer día de clases ella y unas amigas suyas la habían acorralado en el baño de chicas y la asustada Madeleine solo había atinado en quitárselas de encima y salir corriendo. Luego le había llegado el rumor de que lo que habían intentado era cortarle el cabello porque Violet odiaba que fuese tan bello.  Jamás se detuvo a averiguar la verdad pues Violet igual y la rechazaba además de ser de esas que miraban con buenos ojos a los que la molestaban... qué hacía Ellioth con ella? 

- P-perdón... perdón por molestar... yo.... yo ya m-me iba - y comenzó a caminar de espaldas hacía la puerta, pendiente de no tropezar.

Ellioth la siguió con la mirada de pie hasta el momento en que ella tomo una silla y se sentó frente a él. No fue hasta que estuvo ella correctamente sentada en la silla que él volvió a tomar asiento. La observo en silencio, sus modales y la forma de moverse, él había sido educado con unos modales impecables, por esa misma razón guardó silencio hasta que ella dejo de hablar. No respondió como se encontraba, no lo creyó necesario, así que la dejo continuar hasta el momento en que menciono su dieta, entonces antes de que ella terminara Ellioth habló muy correctamente interrumpiéndola.

Me encuentro perfectamente, muchas gracias señorita Wildenstein, espero que usted y si familia también. - No creía necesario decirle que preguntarle a alguien por sus hábitos alimenticios estaba mal visto, más cuando no eran personas tan cercanas, a su forma de ver era como preguntarle a alguien si era negro o si tenía parientes negados en la familia, aun que las intenciones de la joven fueran solamente socializar o invitarlo a algún lado, Ellioth estaba más acostumbrado a los modales ingleses y la impersonalidad de las reuniones.

Espero que encuentre al personal capacitado para lo que está buscando. Tal vez mañana por la mañana sea un mejor horario… - Hizo un gesto con los labios indicando disconformidad. No es que él fuera una persona que se cohibiera fácil, pero no le gustaba comer delante de las personas, era un poco de ese carácter cerrado que tenía. Termino por guardar las verduras que tenia, esperando que ella dijera algo más o se fuera de una vez, estaba más que claro que él iba a hacerlo. Violet era una persona agradable, pero Ellioth era de esas personas exigentes que, realmente, necesitaban una buena plática para abrirse, cosas triviales como la comida o el clima no iban a lograr destruir sus barreras.

Entonces la puerta se abrió causándole nuevamente una conmoción. Se quedo observando a la joven que entraba pidiendo por auxilio al aula. Se preocupo obviamente, era Madeleine y parecía que algo le había sucedido, sin embargo su expresión no dejo ver nada en absoluto, era frio en su mirada y acciones la mayoría de las veces. El se levanto del asiento pidiendo permiso a Violet con la cabeza para seguir y luego fue hacia donde Madeleine se encontraba.

¿Cuánto hace que sucedió? – Pregunto frunciendo el entrecejo y tomando sus manos con cuidado, las estaba examinando para ver más que nada qué tipo de heridas era y si tenían algo por ahí que pudiera ayudar hasta llegar a la enfermería o algo por el estilo. Tampoco era tonto o irresponsable para tratar él mismo cualquier herida así como así.

Suspiró fastidiada porque le gustaba que las cosas se hiciesen como ella quería, no fue un suspiro grosero pero la sonrisa de su rostro agonizaba mientras recordaba por qué le agradaba Isaac, como para mantener aquella imagen y tener alguna posibilidad de que la ayudase antes de que acabase dando aquella como una causa perdida. En ocasiones como esa olvidaba lo mucho que había sufrido en la vida el pobre chico y deseaba tener la mala sangre como para gritarle semiveelo.
 
Podía tener buenas intenciones respecto a casi todo pero le desesperaba que la tratase de usted y que apenas contestase. Es decir, le agradaba –o eso continuaba repitiéndose- pero había comenzado a desesperarse como si su paciencia padeciese de una sensibilidad especial en esa ocasión, iba a darse por vencida con él porque cuando recordaba sus modales extremos hasta ella se sentía abrumada.
 
Se hubiese ido tras aquella modosita forma de despedirla, ofendida y todo porque así era de princesa engreída, porque así se ponía cuando no obtenía lo que quería y ahora quería que él se ofreciese de buena gana para lo que ella quería que hiciese. Era un semiveelo, qué tanto le costaba ser complaciente.
 
-Sí, gracias. Ojalá mañana encuentre a alguien que esté dispuesto a ayudarme. Siempre es un gusto verte.-un beso en la mejilla como despedida antes de dar un paso hacia un lado para finalmente irse bastaba para dejar las cosas tranquilas entre ambos, no tenía ganas de entablar una conversación para entretenerlo.-
 
Y todo hubiese acabado en ese encuentro apenas amable de no ser por Madeleine y aquella forma tan encantadora de entrar a un lugar sin siquiera tocar, debía ser por su espíritu libre, como el de un orangután salvaje y bonito.

-¿Con qué te hiciste eso? Se ve horrible.-no le importaba, de hecho apenas quería mirar su mano e hizo una ligera mueca de asco al hacerlo por segunda vez, sólo frunció la nariz como si apestase aunque no era el caso. Con una mano acomodó todo su cabello hacia un lado mirando con curiosidad cómo Isaac la examinaba, ojalá le tuviesen que cortar la mano a ver si el karma finalmente le llegaba por ir iniciando rumores acerca de ella y sus amigas.-

No pasó desapercibida la tensión entre aquel par pero en realidad ella solo quería irse de ahí o que se la tragase la tierra, lo que fuese más rápido, y proteger su cabello! Ay, Ellioth y sus maneras exageradas! Ella tenía las suyas pero siempre se portaba torpemente así que ni se notaba que su abuela había pasado horas, días y años educándola. Ya estaba casi en la puerta cuando el mago se le acercó, le sacó las manos de detrás de la espalda y los guantes.  Era difícil decirle "no fue nada, aquí entrando en el aula equivocada, es que Fluffy...." a su amigo de toda la vida, además que era pésima mintiendo, hasta un idiota lo notaría si lo intentaba siquiera. 

No más Violet se acercó a ellos dos y Madelaine hizo el gesto de retirarse, ojala y hubiese podido hacerlo a mil kilómetros de distancia pero Ellioth le tenía las manos agarradas de las muñecas.  Pústulas supuraban como pequeños volcanes desde las puntas de los dedos hasta la muñeca.  Ay por Merlin, estaba empeorando!  No más verse las manos le dio mareos y nauseas a ella, la cara de la estirada bruja no le ayudó para nada.

Como podía controlaba los gestos de dolor, no quería que Violet la viera peor de lo que ya era evidente - se me ha derramado una formula que estaba practicando para un núcleo de aliento de dragón - le dijo con apuro a Ellioth, tratando en lo mejor de su voluntad de ignorar que la joven presidenta Epsilon estaba parada demasiado cerca de ella.  Su vocecilla subió de tono cuando Ellioth le giró las manos.  Quería contarle bien lo que pasó pero la presencia extra se lo hacía terriblemente difícil, quedar como una completa idiota frente a ella - Solo habían sido los dedos, pero se está esparciendo, que horror! Fue hace 15 minutos - se mordió el interior del labio cuando una punzada de dolor le atravesó el brazo derecho. 

- La enfermería está llena de gente, y la facultad... han terminado las clases... n-no sé q-que... no sé que hacer - los nervios que iban en aumento exponencialmente hicieron que empezase a tartamudear lo cual había mantenido a raya por la presencia de su amigo, pero verse convertida en un monstruo purulento y lleno de dolor no era precisamente un sueño invernal.