Burbujas de amor... ok no.

Como le encantaba estar de regreso en aquella universidad. Largas vacaciones de verano. Largas y tortuosas. A penas el día anterior había vuelto tras interrumpirlas por un repentino ataque de rebeldía que le había ganado de plano. Solo se cerró y no pare hasta bajarse del avión de vuelta allí. Si, ahora ya podía respirar más calmada, y lo mejor de todo es que ese día lo tomaría para relajarse en compañía de Kitty, quien curiosamente parecía haberle leído la mente al invitarle al spa de su fraternidad. Armo bien su bolso con lo necesario y partió hacia allí. No tardo en llegar, la verdad, cuando andaba concentrada en algo pasaba eso, de lo contrario se hubiera distraído con cualquier persona o cosa por el camino, pues distracciones no faltaban, mas tratándose de chicos.

– He aquí a tu mejor amiga. Como se nota que me has extrañado, me iré mas seguido – bromeo con una sonrisa al sentirse abrazada, además de ser saludada de aquella forma tan divertida una vez estuvo en la sala de las Theta Phi Alpha. Le había parecido gracioso, aunque no correspondió dicho saludo más que nada porque notaba que se había estado aplicando aceite. Rio bajo y deslizo con sutileza el bolso por su brazo hasta dejarlo caer sobre uno de los sillones. Se alejo unos pasos y en pose pensativa comenzó a caminar. Rodeándola, inspeccionándola, como si fuera alguna prueba de vida o muerte que tenía que pasar.

Al final dio una palmada y negó con la cabeza. – Es horrible, quítatelo ahora – Como estaba detrás sujeto las tiras que amarraban la parte superior de su bikini, amenazando con soltarlas, pero luego de unos segundos las dejo. – Venga, que es una broma… la verdad te vez muy bien, hasta me siento sorprendida. Pensé que usarías traje de baño con bobitos toda tu vida, ahora veo que tus gustos mejoran con el tiempo. La pequeña Kitty esta creciendo – añadió con cierta sorna, ahora si abrazándola sin importarle si se manchaba, luego se separo. Claro, exageraba con su comentario pero ella ya sabía que Madison era así y aun con ello la soportaba. Por eso la semi veela valoraba su amistad, aunque nadie creyera que esta fuera capaz de ser una buena amiga o hasta persona.

Mientras iba pensando en eso y tratando de no darle importancia a pensamientos que la pusieran mal, se fue desprendiendo de aquel vestido corto que traía, dejando que ahora su compañera viera aquel bikini negro que hasta hace nada se había comprado. Era strapless con la parte inferior con lazos a ambos lados – ¿Qué dices, se me ve bien? Trate de que tampoco sea tan revelador, no sé si lo logre. Esto de ser semi veela comienza a molestarme, digo, es verdad que me guste lucirme y llamar la atención, no es un pecado – resoplo realmente molesta pero se palmeo la cara para cambiar de expresión, no quería que Kitty se preocupara, así que pretendió que lo había dicho en broma, como cuando usa su sarcasmo natural.

– Quien sabe, tal vez en el fondo quiera hacerlo y solo trate de confundirte… Oh, Kitty, amor mío– bromeo como tonta en lo que entrelazo los dedos de ambas manos poniendo cara de enamorada empedernida, que poco mas y ya le salían corazoncitos en los ojos. Maddie podía rozar la ridiculez en ocasiones, algo que no demostraba frente a gente en la que no confiaba para mantener su imagen de chica superficial y mala. Por otro lado, era verdad que pensaba usar ese traje cuando fuera a un lugar más público, si, para llamar la atención como tanto le gustaba y disgustaba hacer. Vio a la chica sacar las botellitas de Vodka y enseguida se animo sin perderla de vista. Donde había licor, ahí tenía que estar la loca. Era una de sus debilidades, una de las más deliciosas.

Nada mejor que beber para ahogar las malditas penas, a costa de que las traicioneras tuvieran salvavidas incorporado. – Lo he pensado también, ¿sabes? De ser por mí andaría en lencería todo el día, pero allá es difícil. Las chicas me odian por el simple hecho de respirar, y los tios… ya sabes cómo son ellos con el tema de mi semi veeles, ahora imagina eso sumado a ver a un mujer con poca ropa. Solo les falta ladrar – Casi se carcajeo. Ello le causaba en parte gracia, sobre todo el hecho de ver la cara de quienes no la toleraban. Eso era mejor que ver las de que si la “querían”. La vio acercarse a ella con las botellitas y ofrecerle de que sabor quería. Lo pensó, el de manzana no le gustaba, el de durazno lo toleraba y el de arándano no lo había probado en si vida.

– ¿Sera que realmente es de piña? – pregunto como si se tratara de una de esas preguntas existenciales. El de piña le gustaba, pero no estaba segura como ella si era ese. Igual se aventuro y decidió ir al desvió. Cerró los ojos y tomo la primera que su mano alcanzo. Cuando los abrió era el de arándano y se sonrió. – Bueno, he tenido suerte... irónico – manifestó con sarcasmo, pues más bien ella pensaba que una nube negra cubría su cabeza. En seguida noto su mirada, no era difícil de leer cuando quería decirle algo, o proponérselo. Bastante obvia, era claro. – No se tu Kitty, pero hoy se me antojado ser rebelde, así que vayamos al jacuzzi – bebió un trago largo, y es que normalmente prefería ir por el vapor, luego los masajes y terminar con lo otro. Madison creía que había un circuito perfecto para seguir si querías relajarte usando todas esas cosas. Al menos cuando iba a otros lados era de esa forma.

Aun así se puso a curiosear en su bolso antes de terminar de dirigirse a algún lado y saco de este un paquete chico. Una caja pequeña envuelta en papel rojo, decorada con un bello lazo negro. – Es para ti, un regalo de Londres – Se lo iba a entregar pero temía que no lo abriera en ese instante, así que ella quito la tapa y saco el contenido. Se trataban de esposas forradas en terciopelo color rosa. La verdad, esas las podía haber comprado en cualquier parte, y tampoco es que eran su regalo real, pero quería ver que le parecía si así fuese.

Sin duda era una gran amiga, que de no ser por ella y Charlie seguramente un día de esos se hubiera lanzado del piso más alto de su fraternidad. Si, así de dramática seria su vida sin ellas dos, o sin Fredd, o sin ninguna de esas pocas personas que lograban sacarla de su estrés diario. Por eso procuraba tener presente todo lo que pudiera hacer por alguno sin que su ser egoísta tomara posesión de su cuerpo. Pues siendo sinceros, para la morena no era sencillo pensar en los demás antes que en sí misma,  así que debía aprovechar ese momento que estaba solo con Kitty, así seguro seria más sencillo enfocarse. La observo con detenimiento, casi hipnotizada tras mostrarle el supuesto regalo que le había comprado. Hacía esfuerzos por no reírse cuando la vio girarlo como si jugara, no porque fuera una burla, sino porque seguro ella nunca se espero tener frente a sus ojos un par de esposas así. Ese tipo de juguetes eran típicos de las sex shop. Es decir, tiendas eróticas.

– Fui a lo de mis abuelos, como siempre pero… me desvié un poquito a esa encantadora tienda. Es que estaba aburrida, en algún lugar debía distraerme, ¿no? Mi vida ya es patética para aburrirme cerca de vejetes que apestaban a cloroformo – respondió con cinismo, tal vez demasiado. Cierto resentimiento salió con su queja, seguido de una sonrisa encantadora tan común en la semi veela que podía confundir aquello. Se dejo llevar hasta el jacuzzi que estaba cruzando el spa en silencio, como si contara sus paso. No era su primera vez yendo con ella, pero si era una de las pocas veces que lograba estar recorriendo el lugar. Fue entonces que algo que no espero ese día, se escucho. El nombre de ese chico indeseable según ella. De aquel por el que todavía guardaba muchas cosas, muchos sentimientos. Mucho de todo. No la miro en ese instante y solo procuro guardar silencio, pero luego creyó que eso sería peor.

Tomo aire y mordio su labio inferior con mucha calma. Cerró los ojos y la sonrisa que había abandonado sus suaves y carnosos labios había vuelto de improviso. – Esa pregunta también me la hago cada que lo veo. No sé cómo pude estar con un tipo tan poca cosa como ese zarrapastroso de Zlatan. Tan vulgar, tan… bestia – se quejo segura de su respuesta, como si hubiera sabido eso todo el tiempo, o algo peor, como si se hubiese aprendido de paporreta el discurso de porque ella pudo haber aceptado siquiera dedicarle su atención. Tenía que protegerse. Proteger su corazón. – Además, nunca las use con él. No hacía falta… él... él siempre ha sido muy intenso, así que solo tenía que cogerme de las manos y no dejar que me moviera para ya sentir que esta presa y a su merced. Era algo que no se podía explicar Kitty, algo mágico… – musito sin pensar mucho, pues ello le había salido con sinceridad y hasta con cierto tono de anhelo a ese pasado perdido, como si quisiera evocarlo nuevamente. Pero algo que era cierto, era que Maddie quería a ese desgraciado y porque lo quería no podía dejar de hablar de él, para bien o para mal.

– Mejor olvida eso… creo que dije tonterías, será porque ando con la cabeza en otro lugar – quiso arreglarlo antes que pensara que ese había significado mas para ella que la simple aventura que no se cansaba de recalcar. Si Yuri hubiera sido su novio de seguro no tendría tantos problemas para decir lo que pudo haber vivido o sentido, pero no, no lo era y no podía comparar la conducta y reacciones de Zlatan con las del otro porque eran como algo opuestos. De hecho, compararlo con quien fuese era como extraño. Era único para su desgracia. – Siempre me he preguntado que hubieras hecho tu en mi lugar de haber tenido que ser su novia. Ya sé que no podemos comparar a Yuri “somos hippies de la vida” Spektor, con Zlatan “la ley de la jungla lo dice” Fleming, pero podrías hacer un esfuerzo para imaginar, ¿no? – dijo entre risas algo graciosas y es que seguro Kitty la miraría con cara de “dios, ¿esto es real?”. Ni noto si ya habian llegado o no a donde iban, solo se detuvo jalandola un poco hacia si para que no huyera de su pregunta.

La manera en que Kitty siempre reaccionaba a alguna cosa fuera de lugar que dijera, la sorprendía. No importaba cuanto tiempo la viniera tratando, ni cuantas veces haya visto esa expresión de fingida sorpresa o aparente santidad que no del todo profesaba. Ella era única y eso le daba algo de envidia, pero de la buena. Sabía que inconscientemente era una de las pocas personas que lograban hacer aflorar su lado más humano y se lo agradecía como no tenía idea. Además siempre la apoyaba sin preguntar mucho, sin cuestionarla.

Y por otro lado tenía claro que Zlatan jamás seria una perita en dulce a los ojos de la Theta, así que aquella pregunta que le hizo segundos antes le comenzó a sonar estúpida como ninguna otra, y se arrepintió de haberla hecho. Más que nada porque estaba en un punto en que sus pensamientos se veían inundados por ese mequetrefe, cuando él ni siquiera recordaría su nombre mientras estaba en su mundo patético de drogas o lo que fuese. Tenía que parar y lo iba hacer en una. Se enojo, pero igual escucho su aparente respuesta, a lo que no dudo en sonreírse un poco.

– Lo tiene así de diminuto – indico haciendo la muestra con dos de sus dedos y como ya estaban frente al jacuzzi se fue a meter muy tranquila. Se sumergió poco a poco y dejo salir un satisfactorio suspiro de relajación. – Solo Merlín sabe cuando le rogué para que me hiciera el milagro de que le creciera, pero no. Parece que es producto de ese patético vicio que tiene. Es una de las razones por las que lo deje, ya no la pasaba bien en la cama y yo necesito un verdadero hombre – Si, claro. Si daban el premio para la mentirosa del año, ese tenía desde ya el nombre de Maddie impreso en el.

Rio por varios segundos, casi como si fuera una risa secreta recordando la maldad que acababa de pronunciar. – ¿Y Yuri como la tiene? Aunque estamos en la misma fraternidad jamás lo he espiado en las legendarias duchas mixtas. Pero por ahí escuche algo como “salchicha alemana”, ¿será? – se carcajeo un poco por la idiotez que acababa de soltar y se recargo en un lado para tranquilizarse. Se estaba agitando de tanta risa y eso solo era muestra de que se sentía nerviosa o preocupada por alguna cosa. ¿Pero cuál? Viniendo de ella podía ser de lo más absurdo hasta lo más existencial.

Esperaba con ansias su respuesta a la pregunto sobre como lo tenía Yuri. Es decir, Yuri Spektor era un chico por demás atractivo, y el mundo sabía que si nunca había intentado nada con él en alguna fiesta o dentro de la fraternidad, era porque había sido novio de su amiga, y habían códigos entre chicas que se respetaban, o así lo veía ella por lo menos en ese caso, pues seguro moriría de tristeza si por saciar su calentura uterina su compañera le dejara de hablar. Lo bueno era que aun podía fantasear y bromear respecto a eso, como en aquel momento en que quien sabe como convirtieron al chico en repartidor de embutidos.

– Vaya… – abrió un poco sus ojos al oírla pero luego escuchando su carcajada hizo un puchero – Venga Kitty, no juegues con mis sentimientos. Estaba así de nada de levantarme e irme a buscarlo – claro que era broma y hasta se hizo la ofendida pero termino uniéndose a su risa mientras la veía ponerse rojísima por terminar diciendo que aunque no tenia con que compararlo, el de él era… grande. – Lo siento, no lo hago de mala, pero te vez adorable. Eres como esa parte de mi que no puedo sacar, y lejos de desagradarme verte así, me haces sonreír – comento mientras también bebía algo de su botellita.

Dejo salir sin embargo un suspiro bastante sonoro y cerró los ojos un instante para poder centrarse en lo rico que se sentía dentro del jacuzzi. Tardo unos segundos luego de oírla desahogarse sobre su calentura y las ganas que tenia de volver al paraíso cuando decidió intervenir. – Siempre he pensado que el pasado debe quedarse allí, atrás envuelto en polvo, aunque del dicho al hecho… – lo decía porque sabía que era difícil olvidar algo que de alguna forma había sido importante en tu vida, pero no quería desanimarla diciéndole que jamás regresaría con Spektor porque ese tipo de relaciones retomadas nunca duraban mucho, hasta donde sabia.

Se acerco mas a ella y volvió a dejar salir un suspiro como si meditara tener cuidado con lo que iba decir. Algo difícil porque la semi veela no solía tener mucho tacto en ocasiones. – En mi caso, lo que yo haría sería precisamente eso mi Kitty, ir a quitarme las ganas con otro. Es fácil, te pones guapa y sales a matar. Hay tipos afuera que solo al ver una falda empiezan a babear. De esos saca tu noche buena, no busques a un tio difícil, solo apunta a los veas que te devoran con la mirada. Ellos no preguntaran nada, ni les importara tu nombre, solo querrán follarte como perros y listo. Al final sonreirás porque veras que te liberas con un buen orgasmo, he dicho –

¿Ha dicho? Ni que fuera una ley de vida. Más aun cuando Maddie sabía perfectamente que ese tipo de encuentros eran de los más vacios del mundo. Si, ella hacia eso cuando se encontraba muy mal y no quería pensar. Era una de sus rutas de escape para todo, y razón por la cual ahora media universidad la veía como la veía. – Mejor no me hagas caso, o por lo menos si lo haces no lo conviertas en un hábito – miro al agua un segundo y su sonrisa se torció. – ¿Por qué no pruebas con el hermano de Julisa, Thomas? – y casi muere de la risa, ya que sabía que ella no podía ni verlo sin pensar que le haría algo malo.

De pronto le dio mucho calor y tuvo que salirse un poco para sentarse en la orilla del jacuzzi, aún con las piernas dentro, dándole de paso otro trago largo al vodka. Tenía las mejillas sonrojadas por que le daba pena hablar así, por lo que le había dicho Maddie y también por el calor, más por el calor. No le incomodaba que ella la viera así, por que sino era con ella ¿con quién? Aunque si le abochornaba, por eso el calor.

Comenzó a echarse aire mientras la veía disfrutar del jacuzzi. Cualquiera pensaría que Madison podía tener todo lo que deseara al alcance de su mano en el momento en que quisiera, pero no era así. Además, ella siempre sabía que hacer, por eso siempre le pedía consejos.

Medio frunció los labios. Se decían muchas cosas de las Thetas, especialmente que eran unas zorras y que siempre estaban metidas con los Alphas, pero no todas eran así. Kitty no, por lo menos. Sí, corría desnuda hacia el mar y si tenía más amigos que amigas, pero no andaba de cama en cama ni besando al primer pobre diablo que se le cruzara, por eso se le hizo difícil hacerse a la idea… tal vez estando un poco ebria.

¿Con Thomas Chee? ¡Guacatelas! –comenzó a reirse también de solo imaginarse… ewww. No, nunca en la vida. Fingió una arcada y se dejó caer nuevamente en el agua caliente-. Oye en serio… ¿qué le ven? Está horrible, tiene cara de que si te sale en la calle te asalta o algo –se llevó la botellita a la frente para enfriarse, solo por ridícula y volvió a sonreírle con socarronería-. ¿A él ya lo viste en las duchas?

Se rió, de verdad le tenía muchísimo miedo y prefería no tener trato alguno con él.

¿Y si salimos? –iba a decir “de putas” pero se escuchaba horrible a pesar de que era precisamente lo que quería hacer. Aunque tenía también muchísimas ganas de embriagarse un poco, bailar y divertirse fuera del ambiente de la universidad-. Oye, por cierto… ¿y tu mamá? ¿Cómo sigue?

Se mordió el labio, no quería tocar ese toma por que era delicado y estaban muy a gusto pero sí le preocupaba un poquito.  

Notaba que aun seguía algo avergonzada por lo dicho. Debía ser mas buena, o quizás, más sensata a la hora de abrir la boca, pero era Madison, y el día que no dijera lo primero que se cruza por su cabeza cuando se trataba de hablar de otros, seguro moriría. Igual disfruto un poco más el espacio una vez que la Theta salió brevemente para tomar aire. Recogió un poco del agua con sus manos y se mojo el cuello mientras lo acariciaba suavemente refrescandose. A ella en si no le parecía tan mala idea el irse a revolcar con otro, pero el punto era que solo había estado bien un rato, pero luego ya venía la molestia de saber que nada mas lo había hecho por cobarde.

Por otro lado, Thomas tampoco le parecía un demonio o algo por el estilo para que Kitty dijera esas cosas de él, pero le daba gracia como ella se expresaba del chico. Es decir, su único pecado era vender peyote, y claro, ser hermano de la fastidiosa de Julisa. – No exageres, es buena persona dentro de todo. Te lo digo yo que ya he pasado con él varias madrugadas en la universidad, pero lamentablemente, cada que trato de verlo en las duchas pues no está – se carcajeo porque se sintió contagiada por la risa de ella, y aunque lo que dijo se podía mal interpretar, confiaba en la agudeza mental de Kitty para que supiera que la morena a veces solía dejar ese tipo de dudas para darle emoción.

– Lo de salir me agrada, no recuerdo la última vez que nos fuimos por ahí, ya sabes, a cazar. Incluso podría ser algún día al bar ese de la ciudad, nos robamos la atención y lo hacemos noche de karaoke – ahora ella fue quien se carcajeo pero bien mal, solo quería distraerse y pasar un rato agradable antes de tener que salir de allí y volver a su realidad fuera de las paredes de la fraternidad TPA. Cerró los ojos y hecho la cabeza hacia atrás para suspirar lo más profundamente posible. En ese momento silencioso donde creyó que tenia la vida completa algo debía salir mal. ¿Qué era? ¿O qué sería? Entonces la escucho y su rostro pacifico y sereno tomo cierto aire fastidiado por segundos, luego lo dejo pasar para que no pensara que había hecho algo malo.

– Mi madre… sigue viva – abrió los ojos y la vio sonriéndose de costado – la verdad me sorprende lo terca que puede ser esa mujer. Esta desahuciada, o sea… ¿que ya muera no? Solo hace que pierda el tiempo pensando que debo ir a visitarla uno de estos días, me enferma pensar en eso – lo dijo muy a la ligera, como si fuera algo que hablaba todos los días, parecido a cuando se refería con desprecio a algo o alguien sin importancia, y como si de verdad no le importara para nada su madre. En parte era así y en otra, en otra quien sabía. Se rehusaba a pensar que podía querer a una mujer como ella.

– Tengo una vida, tengo amigos, tengo citas, tengo… tantas cosas que hacer. Los hospitales y yo no nos llevamos bien. Mírame, ¿qué haría yo en un lugar como ese? Estoy cansada que mis abuelos sigan insistiéndome sobre eso – En el fondo agradecía lo poco de información que a veces lograba tener de parte del padre de Kitty, que aunque no fuera la rama que atendía por ahí le seguía un poco el paso a su deplorable condición. – Es algo que no puedo enfrentar sola – eso ya lo dijo mas seria mientras se desvanecia su sonrisa. – Pero mejor chárlame de algo más ameno, ¿sabes? a veces me confunde como es tu tipo de chico ideal – trato de desviar un poco el tema y también porque le daba curiosidad. Quizás por esos azares del destino ella conocía a algún tipo que se acercara a su descripción y así se lo podría presentar. Maddie era cero casamentera, pero por su compañera haría el esfuerzo.