Atiéndeme, Paxton-Beesley

El salón de convivencia de las TPA había sido, en algún punto de mi paso por la univerdad, uno de mis lugares favoritos en los cuales pasearse. ¿Por qué?, bueno… creo que mencionar a un montón de chicas de alto calibre (muchas veces en ropa interior, así casual) es más que suficiente para entenderlo. Y había sido bien recibido en aquel lugar casi desde siempre, no es precisamente lo que piensan… Bill y yo jugueteábamos con ellas y nunca parábamos de coquetear, pero la verdad es que rara vez había pasado algo allí dentro.
 
Pero no crean que mi nueva visita se debía a una especie de reencuentro con mi yo del pasado; nada de eso. Toqué la puerta de la fraternidad, y Samantha, una chica que era TPA casi desde que yo era Delta, me hizo pasar bastante sonriente, preguntándome por qué Billy y yo las teníamos tan abandonadas. La verdad es que todas esas chicas, fuera de ser un poco cabezas hueca, eran bastante agradables; y simplemente le respondí con un “no te preocupes, convenceré al jefe Alpha para venir a recordar viejas historias” aunque la posibilidad fuera poco probable. Y no, que Bill y yo hubieras conversado más de lo que se pudiera esperar durante la fiesta de su fraternidad, no significaba absolutamente nada.
 
 -Hey rubia, ve y dile a tu jefa que Jesse Crawford solicita de su presencia. Si está ocupada, dile que es urgente- le dije a una de las chicas aparentemente nuevas, que sonriente y dispuesto, saltó de su lugar para ir, supongo yo, hasta donde se encontraba Paxton-Beesley.
 
Y no era urgente, por supuesto. En realidad, lo único que quería era conversar un poco con ella, a falta de personas con las cuales conversar de los últimos sucesos que rondaban mi cabeza. Tanto Odille como Brownie, bueno… la primera tenía sus asuntos, y a la segunda no le podía yo mencionar a Mini porque se volvía loca de pies a cabeza, así que Layla era lo más cercano al puesto de ‘amistad femenina’ que se requeria para este tipo de casos. Había sido en ella en quien había encontrado apoyo durante mis estúpidas actuaciones de reconquista, y ahora se había ganado ese lugar en particular, ya saben, el de “chica jodidamente buena que no me interesa sexualmente”, con todo y que en su momento yo mismo había intentado conectar algo con ella.
 
Me senté en uno de los sillones largos del salón, por supuesto, a mis anchas; sonriéndole a un par de chicas a las que no reconocía, un tanto extrañadas por mi presencia (extrañadas, pero no incómodas, o al menos eso me dejaban ver sus caritas sonrientes)
 

-Samantha, mientras espero, ¿tendrás alguna cerveza o al menos algún bocadillo?, la verdad es que no desayuné una mierda

Layla no estaba ocupada. No se le podía decir así al acto de estar contando chismes en la habitación de una de sus TPA favoritas, porque era lo que hacía. Se había reunido con una de sus compañeras a estudiar para un pop quiz de comunicaciones, pero habían terminado siendo comunicativas contando cosas sobre algunos ANE.

Cuando la chica a la que Jesse había enviado tocó al puerta, Layla la invitó a pasar. Le dijo que Jesse Crawford estaba ahí y que quería verla urgentemente. No se imaginaba para qué. Precisamente entre los chismes se involucraba que ya no estaba saliendo con Mina pero en un principio Layla pensó que se trataría de algún negocio de presidentes. Le daba gusto que Jesse tuviera ese nuevo título porque podría hacer algo bueno por la fraternidad de los DIY, que nunca había gozado de la mejor de las famas.

-Seguimos platicando y estudiando luego.-Le dijo a su amiga y se levantó de la cama para seguir a la otra. Encontró a Jese sentado en el salón de convivencia con cerveza en mano y una bolsa de papitas, que seguro le había dado Samantha. Esperaba que no fuera su desayuno.

-Hola Jesse. ¿Quieres pasar a la “sala de juntas”?-En realidad no era una sala de juntas como tal, sino solo una especie de bar improvisado que habían hecho una noche por diversión en una sala que siempre había sido aburrida y no se usaba nunca. Ahora tenían un mueble de bar, muchas botellas, sillones divertidos, un tubo y una tonta bola disco. -La inauguramos la semana pasada y está casi nueva, seguro te gusta.-Lo que quería era hablar con Jesse a solas. Le indicó con la mano que la siguiera y sonrió al resto de las TPA que estaban ahí para que se quedaran tranquilas.-¿Qué necesitas?

Contoneándose, así como si tuviera problemas lumbares, Samantha regresó de la cocina de su fraternidad con una lata de cerveza y una bolsa de papas sin marca que me servirían para, al menos, echarme algo al estómago luego de haber pasado en ayuno toda la puta mañana. Tomé la cerveza, la abrí, y le di un gran gran trago, de esos que duran como cinco segundos. Luego de eso, la dejé en la pequeña mesa de en frente y abrí las papas, y comencé a comerlas de una en una, o de dos en dos, en silencio, hasta que me di cuenta de que las chicas me miraban fijamente, como si estuvieran en el puto zoológico viendo el comportamiento de una bestia que no habían visto antes; y quien sabe cuánto tiempo llevaban con eso.
 
-Humm… ¿y… qué cuentan?-
 
Al parecer absolutamente nada. Se limitaban a mirarme, no precisamente con deseo como a uno le gustaría imaginar, más bien era como una simple curiosidad mal sana, como si de verdad nunca en su puta vida hubieran visto a un hombre tragar papas como troglodita. Para mi fortuna, rompiendo el pequeño momento incómodo, Layla hizo acto de presencia invitándome a su “sala de juntas”, que al entrar me di cuenta que no era más que una habitación llena de mierda de colores, alcohol, y hasta una discoball.
 
-Vaya que sí, seguro se arman buenos reventones aquí dentro-
 
Me senté cómodamente en uno de los sillones, el más grande y robusto, de hecho. Había traído conmigo solo la cerveza, y le di otro trago antes de mirar a Layla con extrañeza luego de aquel “qué necesitas” que sonaba tan formal como… joder, como si de verdad hubiera acudido a ese lugar para tener una charla de presidente a presidente. Solté una rosa y extendí las manos, en ese lenguaje corporal relajado que servía como una especie de negación a lo que de verdad se escondía en mis adentros.
 
-¿Que qué necesito? Vamos no seas tan formal, dejemos esa mierda de las presidencias y dame un abrazo-
 
Me levanté para, en efecto, abrazarla y palmearle la espalda como lo haría con cualquier colega, y luego de eso me volví a echar en el sillón, todo eso sin soltar la preciada lata cuyo contenido ya estaba cerca de terminarse. Layla era de esas pocas amigas que me quedaban, pero igual no podía iniciar una conversación con “verás, Mini me cortó, joder”. Era incómodo, ¿saben de qué hablo?, ese tipo de cosas no inician así porque sí.
 

-En realidad solo quería pasar a saludarte y a felicitarte por el gran trabajo que estás haciendo con estas chicas. Siempre han sido un desastre en realidad… te lo digo yo, que ya llevo un par de años aquí. Ropa interior tirada por doquier, música estridente las 24 horas, un montón de Alphas y tipos de nuevo curso rondando en las habitaciones como perros en brama, y un montón de cosas Layla. ¿Cómo lo has hecho?, ¿orden y progreso ah? 

Layla no había querido sonar tan formal así que también se rió cuando Jesse lo hizo. Se acercó y le regresó el abrazo con palmadas de colega en las espalda incluidas. Ella también buscó en el bar una cerveza antes de sentarse frente a él mientras escuchaba como le tiraba todas esas flores sobre su actuación como presidenta. Al regresar se sentó en posición de flor de loto en un sillón al lado de Jesse donde lo podía ver bien de cerca y dio un primer trago a su cerveza para luego sonreír con modestia.

-Creo que a todas nos pegó duro lo de Kitty, incluyéndome ¡nunca había estudiado tanto en toda mi vida!-Le dijo muy sincera. Jesse la conocía porque eran amigos de alcohol y fiestas y podía saber que no había sido siempre la alumna más responsable, siempre había vivido al filo del peligro desde que entró a la universidad respecto a las notas que tenía, pero ahora que era presidenta no se podía dar ese lujo.

-Nadie quiere correr riesgos de salir de TPA por una nota baja y todas nos hemos vuelto más responsables. Pero todavía hay ropa interior tirada por doquier.-Para muestra señaló con el dedo unas pantaletas color azul añil que había por ahí cerca de otro de los sillones que más bien, era un puff neón.

-Orden y progreso en su justa medida, las epsilon alpha chi son las que deben dar la pinta de ser rectas y responsables. ¿Tú cómo lo estás llevando? Míranos, quién lo diría, hace unos cuantos años jamás me hubiera imaginado que fueras presidente de nada, más que de los drogadictos.-Bromeó pesado con él porque se sentía en confianza, nada más.

Lo único que Jesse quería hacer era hablar con ella y la rubia optó por mandarlo al demonio con esa clásica expresión nefasta de “no me interesa nada de lo que digas”, tragó saliva obviamente avergonzada por que echó todo a perder pero luego vino a su mente el hecho de que quizá era lo mejor tanto para ella como para él. Después de ese tempestivo y fugaz encuentro, Odette estaba resignándose a que sería la última vez en la que cruzaría palabra con él. Por fin, ya no tendría el suplicio de verlo, al menos por ese día.

Caminó con paso calmado y suspiró pesadamente, se extrañó cuando escuchó decir aquello a Jesse, ¿qué había entendido que dijo? Volteó rápido solo para ver que él también ya le había dado la espalda y que estaba a punto de aparecerse en otro lado, sumamente encabronado. Sintió que se le estrujó el corazón y en un arranque de estupidez, caminó lo más rápido que pudo para alcanzarle. Obviamente no lo logró, se llevó una mano al rostro e pensó lo inimaginable; lo iría a buscar.

Primero que nada debía saber a donde había ido, tal vez al comedor? A su facultad? Con la idiota de Wilhelmina? Ese último pensamiento le provocó una ira que se transformó en una fuerte convicción y en un malestar estomacal. Cuando el espasmo pasó cayó en cuenta de que era muy posible de que estuviera en su Fraternidad. No importaba qué, lo encontraría aunque no sabía para qué exactamente o bien se hacía la loca por que estaba más que claro para que quería verlo.

Sacó también su varita y conjuró el Aparicio para llegar a la fraternidad DIY. Se adentró al edificio, y algunos compañeros le dirigían miradas de completa extrañeza. Era la primera vez que Odette pisaba la fraternidad por dentro, cuando su hermana salía con Thomas Chee la acompañó un par de veces a buscarlo pero jamás entró. Guardó su varita y comenzó a buscarlo, piso por piso.

No lo encontró por ningún lado y tomó valentía de quién sabe donde y fue directamente a preguntarle a un tipo que estaba recargado en una pared en el segundo piso. Le dijo que lo había visto entrar con las TPA, seguramente a tirarse a una de esas preciosas rubias con tetas grandes y nula actividad cerebral. Odette apretó la mandíbula y los puños enfurecida, apareciéndose de inmediato a la fraternidad de las rosadas.
Al llegar, caminó rápidamente para entrar y buscar a Sam, su amiga, para que le dijese si había visto a Jesse por ahí. No se encontró con Sam Aterberry, si no con Sam Michaels, compañera de carrera y la misma chica que le había llevado la cerveza y las papas fritas al presidente Delta. Le preguntó si lo había visto y dijo que estaba en “su sala” hablando con Layla Paxton-Beeley, su presidenta.

Dudó en interrumpir su plática durante un momento pero al final prefirió mandarle un patronus, que en algún momento fue una acromántula enorme y ahora poseía la forma de un cisne. -Jesse, es urgente que hablemos. Por favor. Odette. fue el mensaje que mandó para después caer en cuenta de la tontería que había hecho.

¿qué demonios me está pasando

-¿Lo de Kitty? ¿Qué con Kitty?-
 
A pesar de que los chismes en BK corrían como el viento, la verdad es que jamás había escuchado nada respecto a Kitty, la anterior presidenta de las Theta. Para ser honestos, en esos tiempos había estado bastante ocupado en otros asuntos como para poner atención a lo que se decía del asunto, así que… pues así, hasta ese día, no tenía ni puta idea de lo que había pasado.
 
-Sí es lo que veo. Es lo que pasa con ciertos hábitos, hay chicas que simplemente se sienten demasiado cómodas mostrando sus ropitas chicas, ya sabes- Me puse de pie y caminé justamente a donde Layla había señalado, con una sonrisa bien grande en la boca. Levanté las pequeñas bragas azules y las miré como si las estuviera inspeccionando, o como si tratara de recordar a quién se las había visto aunque no fuera el caso ni mucho menos. Al final terminé soltando un “pensé que eran tuyas, son como de tu estilo” y las dejé tal cual en su lugar.
 
Regresé a donde ella se encontraba y me volví a sentar, tomando de nuevo la cerveza y dándole un buen trago mientras la escuchaba. Era verdad, ni yo mismo me habría imaginado que después de un año de estar emborrachándome hasta el desmayo, liarme en un sinfín de desastres y no ser precisamente el ejemplo del mejor alumno, al final iba a terminar haciéndome con la presidencia de los Delta que si bien no era una fraternidad con rígidas tradiciones, seguía teniendo cierta relevancia que yo mismo pretendía incrementar.
 
-Wooooooot, ¿De los drogadictos yo?, para nada, si en el fondo yo siempre he sido el chico bueno. Y ni siquiera te he contado los planes que tenemos… en realidad no te lo puedo contar porque ya sabes, es top secret. Pero ya lo verás, cuando menos te lo esperes, PUM, Delta hasta arriba-
 
En ese momento, un cisne brillante, obviamente de un patronus, irrumpió en el salón y soltó aquel mensaje cuya voz identifiqué casi desde la primera sílaba. Me había cruzado con Odette hace tan solo un rato, y la idiota ni siquiera me había dejado hablar para venirme con sus desplantes de reina del mundo. ¿Ahora qué diablos quería? ¿Insultarme otra vez?
 

-Oooh dioses, ¿y ahora qué?. Te juro Layla, te juro que un día de verdad se me va a acabar la paciencia y mi diplomacia se va a ir al demonio. ¿Conoces a Odette?, se portó como una demente hace rato. ¿Debería dejarla pasar? ¿La dejarías pasar?, no lo sé, tú dime… es tu fraternidad y tal. Ni siquiera sé si está afuera de la fraternidad o ya está dentro, no lo sé, deberías preguntarle a tus chicas y tal.-

-¿Cómo? ¿No te enteraste de lo de Kitty? Pues bajo qué piedra estabas escondido, Jesse Crawford.-Layla no pudo evitar darle ese tono de chisme porque así era ella, por algo estudiaba comunicaciones.-Cosas malas pasan cuando llevas el alcoholismo al extremo, como reprobar y tener pésimas notas. La verdad no me da gusto por más que ahora yo sea presidenta por su bajo rendimiento en la escuela, porque la quiero mucho y ante todo es mi amiga pero se dejó destruir por alguna razón, algunas de aquí hasta dicen que a lo mejor estuvo embarazada.

Cortó el rollo porque a Jesse seguramente no le importaría indagar en más chismes de fraternidad de niñas y porque se había parado a recoger las bragas que Layla le había señalado. Le puso cara de desagrado y le aventó su lata de cerveza vacía cuando le dijo que era ropa interior de su estilo, como si alguna vez se la hubiera visto pero como tenía muy mala puntería la lata solo rebotó en parte de la alfombra. Tenía que hablar seriamente con las chicas y pedirles que recogieran sus trapos siempre por la mañana.

-No me los cuentes señor grandes planes, no creo que lleguen a mucho y no quiero compadecerme por ti después cuando llegues sólo a medio camino.-Lo dijo con toda la vena competitiva que pudo juntar. -¿Y en lo demás cómo vas?-Había escuchado rumores y estaba segura que como una de las pocas amigas mujeres de Jesse, querría hablar de ello pero seguro no sabía como tocar el tema.

No reconoció el patronus porque no era de ninguna de sus chicas, pero todo se aclaró cuando se dirigió a Jesse. -¿Odette? ¿Odette? Lindo nombre, pero no me suena. ¿Quieres que la deje pasar? Sólo no pierdas el control dentro de mis dominios, sigue con la diplomacia.-Sonrió y se levantó de su cómodo asiento para abrir la puerta lo suficiente como para asomar la cabeza y ver a la chica ahí, una muchachita desaliñada de carita regordeta que reconoció ya después como una chica de su curso en Salem que tenía por costumbre asustar a los demás con su hermana gemela cuyo nombre no recordaba.

-Hola Odette, ¿cómo estás? el presidente te atenderá ahora.-Le dijo con una sonrisa, jugando a la secretaria y abriendo más la puerta para que la muchacha pasara. No sabía nada de los enredos románticos que se traía con él y se le hizo de lo más normal volver a su sitio, ya si Jesse quería que se fuera, que se lo pidiera porque no tendría problema.

Trataba de controlarse mediante ejercicios de respiración, tocaba el puente de su nariz mientras intentaba pensar en lo que acababa de hacer.

Estaba muy nerviosa, ansiosa, al punto de morder sus uñas y parte de sus dedos. ¿Y si no la dejan pasar? ¿Y si el ignoró el mensaje? ¿Qué tal que si? ¿Qué le diría? ¿Cómo se lo diría? Pero ¿Y si no quería hablar con ella? ¿Y si quizá ya se había hartado de su actitud? Eran demasiadas preguntas que no dejaban de atosigar a la rubia que por más tranquila y paciente que se viera, estaba hecha una maraña de nervios por dentro.

Luego Layla salió de aquel lugar, saludando cordialmente. Odette detestaba con el alma las fraternidades pero sobre todo a las TPA por huecas y autodestructivas, quién diría que en ese momento su presidenta le parecía una excelente y amable persona por dejarle hablar con Jesse.

-Que tal, Layla. Muchas gracias.

Entró a la sala y solo lo vio a él, ahí sentado y de espaldas. Su corazón le dio un vuelco y trago saliva, ahora ella iba con la cola entre las patas a hablar con él, lo curioso del caso era lo que tenía que decirle, claro, si es que se animaba a hacerlo.

-Jesse, yo…-

No pudo seguir hablando, le costaba demasiado dejar ese orgullo tonto aun lado y aclarar las cosas con él. En su afán de no salir lastimada, creó una capa de dureza extrema sobre ella, tomó muy mal la reacción del neoyorkino cuando le dijo que le gustaba por él mencionó que estaba con Mina otra vez, ¿qué le hacía pensar que ahora no sería igual? Quizá por que ella misma rompió las reglas que se autoimpuso, tal vez por esa razón no iba en plan de ningunear a nadie.

Me quedé sentado, bebiendo mi cerveza mientras Layla hacía entrar a Odette, que presuntamente tenía algo muy urgente de qué hablar conmigo, y pues por supuesto que me intrigaba. Me puse de pie en cuanto supe que la chica estaba detrás de mí, y la encaré con cerveza en mano, esperando que por fin hablara de lo que fuera que quería hablar. Layla estaba aun con nosotros, y sinceramente no veía razón para pedirle que nos dejara a solas.
 
Pero parecía que más me valía esperar mejor sentado. Extendí las palmas y ladee la cabeza, esperando que la chica terminara de hablar a pesar de hacerlo muy lentamente, pero sin obtener nada más que un “Jesse, yo…”. ¿Jesse yo qué?; la desesperación comenzó a revolver mis entrañas y negué con la cabeza ante la incredulidad de que de verdad me hiciera perder tanto el tiempo para al final no decirme absolutamente nada.
 
-¿Qué pasa Odette?, vamos no tengo todo el puto tiempo. ¿Sabes qué?, olvidalo, ya me canse, y si te soy honesto, me parece una falta de respeto que estemos aquí adentro sin hacer o decir nada mientras ocupamos las instalaciones de Layla. Estábamos, por cierto, teniendo una conversación de presidente a presidente, así que si de verdad no tienes nada que soltar de esa boca, será mejor que te vayas retirando-
 

Caminé hacia ella y pasé a su lado hasta llegar a la puerta, encogerme de hombros disculpándome con Layla, y abriéndole la puerta a Odette para que se retirara de una puta vez. No entendía que le pasaba, o lo que pasaba por su cabeza que le hacía creer que podía irrumpir así como si nada y quedarse callada además de todo.

Se quedó perpleja, inamovible y completamente estática. No había ninguna clase de rictus cuando vio a Jesse darle la cara con esa cerveza en la mano. Por dentro estaba hecha un manojo de nervios, su ritmo cardiaco aumentó drásticamente, su respiración se agitó y el sudor frío recorría su frente en forma de diminutas perlas. Por un momento sintió que le temblaron las piernas pero de inmediato las contuvo. Lo único que pudo hacer fue tragar saliva y quedarse viéndolo un poco azorada por el tono que usaba para con ella, lo cual era mucho más que normal después de lo cortante y grosera que había sido con él. Justo en el momento en el que el neoyorkino pasó a su lado para abrirle la puerta del lugar, Odette se tomó un par de segundos extras, respiró profundamente y cerró los ojos para tratar de que sus nervios no la hicieran cometer una estupidez.

Bajó la cabeza mucho más que apenada y se encaminó hacia la puerta, estando en el marco de aquel lugar, se quedó mirándolo por unos momentos y de la nada lo tomó del cuello y lo besó. Hundió sus dedos entre el nacimiento de su cabello y lo aprisionó de forma tal que le haría sentir que toda esa mala actitud era el reflejo del amor irracional que le tenía. Su piel se erizó de pies a cabeza, sintió arder todo dentro de sí, había deseado durante tanto tiempo probar esos labios que sabía de antemano que jamás podría obtener. No le importó que Layla estuviera ahí, que hubiera visto todo aquello, que le avisara a Mina o a quién putas quería.


En ese momento, para ella solo existían Jesse y ella y aunque fueran por escasos segundos, Jesse le había hecho muy feliz. Lo soltó de inmediato y le limpió los labios con su pulgar. Se dio la vuelta y comenzó a maldecirse por lo estúpida que había sido, seguramente eso le acarrearía muchos más problemas. Debía pensar en las posibles soluciones en caso de que Mina fueraa buscarla para recriminarle aquello, o bien alguna clase de venganza que tuviera que ver con Marcellus, así de perra era y la rubia debía tener cuidado. 

-Eso era lo que tenía que decir. Gracias Layla, con permiso-

Me quedé de pie en el mismo lugar, delante de la puerta esperando a que Odette se retirara si es que no tenía nada qué decir. Me encogí de hombros mientras ella, al final, se giraba y me miraba a los ojos, sin tener de verdad ni puta idea de lo que estaba a punto de hacer. Y tengo que decir que en verdad, joder… en verdad me iba a tomar por sorpresa.

Odette me tomó del cuello y me besó como si no hubiera mañana, acorralándome entre su cuerpo y la puerta, sin importare que a un lado de nosotros estaba Layla, y no solo eso, que afuera a la vista se encontraban otras tantas TPA que probablemente no se iban a perder un solo instante. La tomé por los hombros, reaccionando por puro instinto, sintiendo esa fuerza y esa intención que trataba de aplicar en ese único beso que en resumen, era la antítesis de lo que siempre había sido Odette: la fría y antipática chica que nunca parecía querer expresar nada positivo. Y ahí estaba, demostrando que era capaz de hacer todo lo contrario.

Al fin nos separamos, y me quedé completamente congelado, sin saber exactamente qué hacer o qué decir, y hasta miré por un instante a Layla para ver si su mirada me indicaba algo que pudiera ser de ayuda (y no era así realmente). Odette terminó diciendo que eso era lo que m había querido decir, y agradeció a Layla despidiéndose.

-Odette, espera-, la detuve antes de que se volviera a largar tal y como siempre lo hacía, al menos una última vez. Si la chica había tenido el valor para algo de tal magnitud, al menos merecía que fuera yo quien dejara las cosas claras. Tenía que escuchar lo que yo pensaba al respecto.

-De verdad no te entiendo. Durante todo este tiempo has sido antipática, odiosa y… no sé, completamente esquiva a todo lo que se pueda considerar como cercano a lo que acabas de hacer. Traté de acercarme a ti, incluso a costa de Wilhelmina, incluso cuando aun estábamos juntos, y de ti nunca recibí nada más que malos tratos. Tal vez… si hubiera hecho esto en otro momento… pero ahora mismo no estoy en mi mejor momento, y no creo que sea justo ni para ti ni para mí. Debes irte ahora.