Justa liquidación

No lo había planificado como tal pero desde hace unos días se le metió en la cabeza que tenía que conseguir dinero y rápido. No solo por su hermana, sino también por su afición a las apuestas. Justo al día siguiente se haría una por un barrio bajo en California y le habían soplado el dato que aquello prometía porque habrían peces gordos. Fue por ese conjunto de situaciones que termino aquel viernes cerca de la medianoche frente a la cupcakeria de Harley y Mina, lugar donde trabajo un tiempo antes de ser echado como perro por la segunda mencionada.

Se había tomado algunas copas antes de ir y Burt estaba a su lado como siempre. Juntos se acercaron como si nada al negocio y con una copia de las llaves abrió la puerta trasera para ingresar. Debía admitir que aunque Wilhelmina Schweinteiger fuera una de las peores brujas de todos los tiempos -aunque nadie quisiera ver su verdadera identidad- sabia como tomar sus precauciones y no confiaba en cualquiera, a diferencia de Harley que a su criterio era mas fácil de tratar y por supuesto más humana. Eso le recordó a Cherry y frunció el ceño.

Lamentablemente junto con la humanidad de la mujer vampiro también llego el exceso de confianza al contar con él para cerrar el negocio innumerables veces. Tyler sabia todos los movimientos que se daban a diario, y por supuesto conocía todos los puntos fuertes y débiles que la seguridad podía tener, por eso tras entrar no le costó nada despejar el camino para andar a sus anchas. Ya era cerca de la medianoche y decidió no usar ningún hechizo para iluminar su camino, podía saber a precisión cuales eran la cantidad de pasos sin equivocación.

Josh era el objetivo, mas la imprudencia de su perro hizo caer una bandeja al suelo. Solo ahí uso el Lumos y tras seguir el sonido se agacho para encontrarselo y mirarlo muy mal. Comprendido el mensaje el chucho se quedo atento de cualquier sonido o presencia rara. Ty Llego hasta la caja registradora y comenzó a sacar lo que según él era su justa liquidación. Si eso salia bien solo serian unos minutos pero nunca se sabia. No era su culpa que los días que Miss BK no se apareciera, su socia prefiriera dejar el dinero allí a merced de cualquiera.

Había estado pasando en la trastienda más tiempo del que había querido. Habían aumentado considerablemente las ventas, especialmente con las nuevas estrategias de marketing que estaban aplicando, con promociones y descuentos, pero ese aumento solo significaba más trabajo, aunque fuera positivo. Mina no había querido contratar a un contador, al menos no por el momento, así que hacía el trabajo ella sola.

Estaba concentrada en pergaminos, números y cuentas, cuando escuchó el sonido de algo que se caía al suelo, algo metálico. Dio un respingo en su lugar primero, pero se levantó de inmediato varita en mano para saber qué carajos sucedía, solo que no encendió ninguna luz, caminó a tientas y muy en silencio, sin los tacones puestos, con las plantas de los pies contra el piso helado.

Había alguien ahí. No reconoció a Tyler de espaldas, al menos no hasta dar un par de silenciosos pasos hacia enfrente y notar bien su espalda, y el corte de cabello. Respiró profundo y se aguantó las ganas de avadearlo ahí mismo.

-¿Se te perdió algo, Westwood?

Le dijo en el justo momento en el que su ruidoso perrito también anunciaba su presencia. Tranquilamente y con un movimiento de varita, prendió la mitad de las luces del local, como para no estar en penumbras.

-Vaya, debí saber que debía cambiar cerraduras y hechizos una vez que te hubieras largado. Mi error, por supuesto. Ahora deja el dinero ahí en donde lo encontraste si no quieres que te corte las manos, a la vieja escuela.

Le sonrió, así casual. La amenaza, por supuesto, no iba en serio. Al menos no todavía.

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Trasnochando

Literalmente se estaba llenando los bolsillos con todo lo que sacaba de la caja, hasta se había cogido un cupcake de la vitrina para darle una mordida y no perder fuerzas. Era perfecto, nada podía salir mal. Nada… pero poco o nada le duro la gracia en cuanto sintió que partes de las luces se encendían alrededor. Se quedo estático escuchando tras él la voz chillona de maléfica. Al parecer se acababa de enterar que nadie la invito a la fiesta privada que tenia con Burt.

-Me atrapaste, quien diría que tenías esa vena policiaca encima. Impresionante- se burlo sin voltear. Tenía las manos en alto como hacían en las películas. Su expresión lejos de enojo mostraba bastante cinismo aunque ella no pudiera verle y Burt aprovecho el instante para pasar entre las piernas de Mina en busca de que pierda el equilibrio o en su defecto la distrajese un poco. Solo necesitaba un segundo y entonces… -Expelliarmus- se había girado y con su excelente puntería la busco desarmar al apuntar directamente a su varita.

Era algo típico que tenia ensayado con el chucho, por eso el salto para atrapar dicho objeto y tenerlo lejos de la reina malvada -Ahora sí, ¿qué me estabas diciendo?- se fue acercando paso tras paso a ella. Idea de lo que ella era capaz no tenia, pero mucho no le importaba en ese instante porque a él tampoco le temblaba la mano para alcanzar lo que quería. Solo quería el dinero. Quería tomarlo e irse a gastarlo pero no la iba a tener fácil si de pronto le caía una denuncia ya que lo pillaron. Eso si lo hacía poner de malhumor.

Guardo su varita porque no creyó necesitarla si ella no tenia la suya -No planeo hacerte nada, solo quiero dinero y me lo debes. Sabes que me fu de aquí sin pena ni gloria- habían formas en que pudo haberlo dicho sin llegar a eso pero era Tyler Westwood, ¿que se podía esperar? como fuera no quería terminar siendo denunciado o perseguido por alguno de los compañeros ocasionales de la chica, y por eso la idea de un obliviate parecía buena.

Generalmente le encantaban los animales, se notaba sobre todo en la manera en que consentía a Calcetín, por más que fuera un regalo proveniente del odioso de Zlatan. Pero ese tal Burt siempre había sido una piedrita en el zapato. Quedarse sin varita, sin embargo, nunca la había amedrentado, a Mina no le importaba ensuciarse las manos cuando se le iban agotando los recursos, literalmente. Miró con odio al perro, sintiéndose mal por el pobrecito, que no tenía la culpa de tener un amo tan idiota y haber sido entrenado para ser un parto de los peores.

-Te dije que dejaras el dinero donde lo encontraste, ¿qué te piensas? ¿qué por un expelliarmus mediocre en el que necesitaste de tu perro para poder lograr tus objetivos vas a hacer que deje que me robes? Estás loco.

Le sonrió y negó con la cabeza. Fue ella la que terminó acortando las distancias, soltando una risilla por aquello de “no planeo hacerte nada”. Hasta hizo un dramático gesto llevándose el dorso de la mano a la frente.

-Oh, gracias al cielo. Me sentía tan acorralada, tan asustada. Por favor Tyler. Podemos hacer cuentas, si quieres. Te hubiera dado tu finiquito de buen modo sin necesidad de que vinieras arrastrándote en la oscuridad.

Lo tomó por la solapa de la camisa, con esa violencia tan característica suya que había desarrollado desde que era una cría. Era más baja que él, especialmente sin los tacones, pero poco le importaba.

-Ahora tienes tres segundos para darme mi varita si no quieres que te rompa la cara. O algo más. Y estoy siendo completamente condescendiente contigo así que aprovéchalo.

De verdad que era brava aquella mujer, y por eso pensó que no se había equivocado en quitarle la varita aunque ella creyera todo lo contrario. El chico no era precisamente don “como eres niña te respeto y me aguanto la mierda que me tires”. Le iba y venía fuera mujer o la madre teresa, ante el solo era como cualquier otra persona que le intentaba tocar las narices. Esa actitud nada mas la hacía parecerse más a su hermano mayor, Werther.

Eso hizo que se le quedara observando a los ojos sin hacer nada mientras ella lo cogía de la solapa de la camisa en tono más que amenazante, digno párrafo de tio liso a punto de romperte la nariz de un cabezazo. La dejo hablar, que se desahogue y que se confié de tener al toro por las astas aunque fuera unos segundos. Se lo había ganado.

-Hasta hace unos segundos pensé en devolvértela pero tal parece puede ser peligroso si lo hago e incluso, ¿si no lo hago? Dilema existencial, que problema- levanto una ceja sin inmutarse, hasta se despeino como si no pudiera creer lo que estaba pasando. Cogió sus muñecas y las apretó fuertemente mientras empujaba hacia ella con todo su cuerpo para hacerla retroceder hasta dar de lleno con un estante cercano.

-Conversemos como la gente si eso es lo que quieres y cuando lleguemos a un acuerdo puedo volver a reconsiderar tu pedido- La miro de pies a cabeza y fue a coger su rostro con una mano para que lo alzara más hacia él. No apretaba con brusquedad pero si lo suficientemente firme para que supiera que si quería que lo mirase, debía hacerlo. Ademas esa cercanía servia porque neutralizaba su cuerpo ante algún posible golpe bajo.

Solo debía aceptar o en su defecto asentir para dejar el juego del gato y el ratón. No es que quisiera seguir asi toda la noche porque era peligroso y porque supuestamente el se había propuesto calmar esa vehemencia descontrolada que lo atacaba, cosa que no lograba desde las ultimas semanas. Se notaba su enfado, el de ella, solo había que verla a los ojos por mas de dos segundos. Lo que tenia de guapa, lo tenia de bruja pero él no era ningún chiquillo que iba a dejarse manipular por una sonrisa, aunque quien sabe por otra cosa.

Mientras, Burt deja un momento la varita para comerse un cupcake que tenia cerca. Se distraía fácilmente.

Bueno, tenía que admitir que era estimulante –en el buen y mal sentido- que Tyler no se achicara. No recordaba cuándo había sido la última vez que se había enfrentado con un chico de esa manera, sin contar a Jesse. La mayoría estaban hechos una panda de condescendientes fáciles de vencer solo porque era una chica. Claro, Mina tenía sus conceptos de lo que valía la pena bastante retorcidos.

-¿Dilema existencial? ¿Tienes miedo de devolverle a la niña su varita?

Le borró la sonrisa sardónica en cuanto la tomó por las muñecas y aunque ejerció presión con su cuerpo, como era obvio, terminó cediendo ante el físico de Tyler. De cualquier forma no se iba a dejar amedrentar, era algo que no podía permitirse. Sintió el golpe del estante contra su espalda pero eso solamente sirvió para enfurecerla más.

-Tus posibilidades de conversar como la gente se han ido muy lejos de esta tienda, Tyler.

Luchó tratando de evitar que la tomara por el rostro. Apretó los labios e intentó por todos los medios soltarse, no por no mirarlo a la cara, sino porque le incomodaba sentirse en esa posición vulnerable. Lo peor era que ni siquiera le podía dar un pisotón que valiera la pena porque estaba descalza.

-Suéltame ya mismo…ya-mismo.

Repitió, arrastrando las palabras y mirándolo furiosa, removiendo las piernas. Con la mano libre que tenía ahora intentó empujarlo hacia enfrente, golpear su pecho con su puño, aunque el espacio que había entre ella y él no dejaba que su brazo maniobrara bien. Miró de reojo que el perro había soltado su varita, así que eso la hizo empujar con más fuerza, hasta que terminó cerrando el puño alrededor de la camiseta de Tyler para tirar de ella hacia adelante.

-Estás en problemas, muy muy serios. Así que piensa bien tu siguiente movimiento, no puedes acorralarme para siempre.

No tenía planeado darle una tunda a Mina para calmarla porque no era un golpeador de mujeres como quizá alguno que otro podía creer, pero si pretendía que bajarla de su pedestal para que de una u otra manera se le enfriara la cabeza respecto a lo que podía o no podía hacer y decir. Él era el ladrón y ella la indefensa víctima, ¿qué parte de “solo quiero lo que me debes” no se entendía?

No la quería soltar, le era entretenido que se resista y no solo ponga cara de circunstancia porque le dio miedo -Y si no quiero, ¿qué? ¿Vas acusarme con tu hermano?- el cinismo en la sonrisa que se le formo fue claro y con eso sujeto su rostro con más fuerza para que se quede quieta y dejara de moverse. Se acerco lo suficiente a él hasta sentir su aliento y el aroma de su piel mientras sus ojos seguían mirándola de costado.

-Eres muy difícil de manejar, no sé qué hare contigo- susurro lento, suave, hasta dulzón, mientras rozaba el lóbulo de su oreja y descendía a su cuello por un costado sin tocarlo expresamente más que con su aliento. Volvió a buscar sus ojos y estuvo a punto de robarle un beso solo para encolerizarla más (si es que era posible) pero el repentino atragantamiento de Burt al querer devorarse otro de los cupcakes de lleno lo saco de todo posible momento de aprovechamiento sobre su “presa”.

“Maldita sea” solto a la chica toscamente y corrió hacia el perro para darle palmadas en la espalda y masajes en la panza luego que este se recostara en el suelo. Admitía que en un primer plano no lo noto pero al percibir la varita libre de Wilhelmina por un lado saco rápido la suya y le apunto de lleno esperando que ya no la hubiera cogido o estuviera en proceso -No te muevas- la amenazo. Todo se le complicaba mas con la imprudencia del perro. No podía preocuparse por ambos al mismo tiempo. El dinero estaba en juego.

Pues no, en su mente en realidad no alcanzaba a entender que era la víctima, aunque ciertamente estuviera en la más vulnerable de las posiciones. Seguía luchando contra él y se enojó todavía más cuando sintió que la fuerza que ejercía en sujetarla por el rostro aumentaba, aunque al mismo tiempo, debía admitir que siempre había encontrado estimulante esa adrenalina del peligro en su justa medida.

-No necesito a mi hermano para ponerte en tu lugar.

Tensionó las piernas al sentir su aliento sobre su cuello, apretó los labios y el agarre sobre su camisa se hizo más apremiante. ¿Qué diablos le pasaba a ese loco? ¿No se daba cuenta de que se estaba metiendo en problemas cada vez más graves?. Su respiración se volvió momentáneamente irregular, cada vez más furiosa.

-Y tú eres un idiota, y sé exactamente lo que voy a hacer contigo.

Le contestó justo antes de que el perrete ese comenzara a ahogarse. Pudo respirar como era debido por fin cuando la soltó. Inmediatamente, como era de esperarse, corrió hacia su varita para tomarla del suelo. Para cuando Tyler pudo reaccionar luego de salvarle la vida al pobre Burt, ya estaba lista. ¿Qué no se moviera? No lo creía.

-Incarcerus.

Conjuró hacia él para atarlo con gruesas cuerdas negra que le impedirían moverse y también maniobrar su varita, y aunque no lo había tirado al suelo, estaban lo suficientemente apretadas. Le sonrió, no pudo evitarlo, aunque seguramente ahí a media luz no pudo ver su expresión de genuina felicidad. Se acercó a él, mirando de reojo al perro por si se ponía como loco.

-Dile a tu perro que se quede quieto y con suerte saldrás entero de aquí.

Lo tomó por los hombros para tomar impulso y poder alcanzar su mejilla, en la que depositó un aparentemente inocente beso. Fue ella la que se acercó a su oído esta vez, imitando el tono dulce que él había usado antes.  

-¿Quién es el imposibilitado ahora?

Le preguntó y se hizo un par de pasos hacia atrás, todavía apuntándolo con la varita. No sentía que había ganado la batalla pero al menos estaba cerca.  

-Ahora tienes dos opciones. Disculparte, y hacerlo bien, o que te obligue a hacerlo, y no lo vas a disfrutar…mucho. Si escoges la primera opción puede que te deje salir de aquí con un par de dólares. Así que elige bien.

Maldijo mil veces al perro por lo rápida que fue Mina al coger su varita en esa pequeña distracción, no quería reconocerlo pero esa mujer daba la lucha dentro de lo que cavia, tampoco es que aquello fuera de vida o muerte pero por momentos uno se podía confundir. Como fuera el Incarcerous cumplió su cometido y lo apreso en su totalidad. Ni siquiera supo si moverse era una opción, ¿Qué iba hacer? ¿Tirarse al suelo y reptar? para cuando lo hiciera ya estaría avadeado no solo una, sino dos o tres veces para asegurarse de tenerlo bien muerto.

-Pero si apenas y puede moverse, mas quieto que eso no sé cómo- Por un instante trato de luchar para liberarse como un reflejo típico al sentirte atado pero luego entro en razón y supo que sería inútil, no quería gastar su energía. Lo que si le sorprendió fue aquel beso en la mejilla que aunque le pudo haber gustado no permitió que su cara de enojo desapareciera. Volvió a forcejear y vio al perro, estaba recostado en el suelo con la lengua fuera muy cansado porque las arcadas le venían cada tantos segundos.

-Que ingenua eres, ¿de verdad crees que me voy a disculpar?- comenzó a reír, bajo y secamente para luego poder verla una vez más. La presión de las cuerdas le molestaba muchísimo hasta para mofarse y dudaba el poder avanzar sin parecer un tonto. Ella estaba allí, frente a él con solo un par de pasos de distancia -Vamos, ¿Qué esperas? Dame tu mejor tiro- se inclino un poco al frente con el peligro de perder el equilibrio pero confió en su buen estado físico para ello, creyéndose perfectamente capaz de soportar lo que fuera.

-¿o necesitas mas motivación? Si quieres, puedo hacerte el favor... no me molestaría- la miro de pies a cabeza con ese aire sin vergüenza y fanfarrón que sin importar que pasara en su vida seguía intacto. Su primera opción antes de retarla a que lo haga sufrir iba a estar dirigida al buen deseo de que le alcance algo de gua al chucho pero el orgullo le pudo mas. No quería que luego dijeran que le tenia miedo a la hermanita de Werther, aunque lo que pasara ahí nadie se enterase. Era tonto por no optar por lo sencillo, un bruto en su máximo exponente.

Siguió la mirada de Tyler cuando vio al perro, notando que al dichoso Burt todavía le faltaba al menos tomar agua para recuperarse por completo. Si hubiera querido darle la peor lección de todas habría matado al perro, pero tenía la idea de que matar a un perrete era mucho peor que matar a una persona, así que solamente caminó un par de pasos para darle agua al animal en una taza de café que le puso en el suelo y le dio unas palmadas en la cabeza. Habría odiado que alguien dañara a Calcetín y eso que ni era suyo. Y sí, un perro chiquito y tonto le podía más que una chica indefensa, o que un animal grande para sacrificio.

Luego de eso volvió a ponerse al frente de Tyler mientras soltaba una risa por lo de la motivación. Le regresó una mirada casi gélida, fingió enojarse aunque en realidad, como se sentía momentáneamente en control, no estaba tan furiosa como hacía un rato.

-Oh Tyler, ¿y crees que podrías dejarme lo suficientemente satisfecha como para motivarme?

Le preguntó con descaro, porque dos podían jugar ese juego y en realidad no le molestaba. Luego, con su varita, apuntó a su propio puño izquierdo, el que siempre usaba para ese menester en particular, mientras pronunciaba el hechizo familiar, “Ferrum”.

-¿Sabes qué creo que le faltó a Werther? Darte una buena tunda con esto, quizá así se te habría quitado un poco más lo sinvergüenza. ¿Probamos?

Su puño se había convertido en uno de hierro, desde la punta de los dedos hasta el antebrazo. Se acercó a él y lo miró intensamente. Era guapo, por eso siempre conseguía las mejores propinas. Qué lástima. Sin pensarlo mucho más, soltó un golpe directamente sobre la mejilla y la mandíbula de Tyler con el puño, con fuerza media, por el momento. Sintió como la adrenalina la recorrió de inmediato. Quería ver su sangre, quería escuchar que le dolía, y quería una disculpa, si era de rodillas, mejor, así que tuviera que recurrir a una imperdonable para eso. Pero todo a su tiempo.

-Quién sabe, podrías darme la oportunidad- respondió casi enseguida a cuando pregunto si podía dejarla satisfecha, como si fuera una conversación casual de todos los días. Pero parecía que su atrevimiento al fin recibiría lo que merecía, al menos una vez en la vida le tocaba sufrir físicamente más de lo que esperaba por sus acciones. Ver ese puño de hierro tras hechizar su brazo lo sorprendió porque no conocía tal encantamiento.

Como fuera no quería ser golpeado por eso pero ni modo que pidiera por su vida, ya era tarde para lamentaciones y no quedaría como un cobarde que se hizo en los pantalones por tal cosa. Trago saliva con dificultad, al menos el perro ya estaba bebiendo el agua que Mina le ofreció. La bruja no era tan cruel con los animales, por ahí podía rescatar eso como una virtud, la única.

Igual recibió el golpe pero si iba a decir algo a su propio favor era que en ningún momento le rehuyó la mirada segundos antes que se lo encestara. Tyler podía ser miles de cosas pero cobarde no era en momentos así. Justo o injusto si le tocaba recibir golpes lo hacía con la frente en alto. Ese sin embargo le dolió bastante y si no fuera porque retrocedió un poco uno de sus pies -lo que le permitía por estar sujeto con las cuerdas- para mantener equilibrio, hubiera caído como costal de harina contra el suelo.

Sintió que le ardía la zona golpeada y seguramente estaría roja. De hecho un hilo de sangre le llego a recubrir el labio inferior que al parecer también se cruzo en el camino del golpe entre su mejilla y mandíbula. Sonrió y hasta rio algo bajo pero solo un poco mientras pasaba la lengua por la zona aquella. Luego de eso vino el silencio mientras mantenía la mirada baja hacia el chucho. ¿De verdad estaba valiendo la pena tanta estupidez? Se lo preguntaba y quizás eran los tragos que tomo antes pero sentía que estaba bien sentir dolor así solo fuera físico.

-Solo uno más… pero con toda tú fuerza. No seas cobarde…- levanto un poco la mirada hacia ella medio sonriendo otra vez con cinismo –Apuesto que no me haces caer. Eres muy débil- escupió en el suelo mostrando una sonrisa mas amplia -O mejor llama a uno de tus amantes para que me pegue, te lo recomiendo… luego ya le pagas en especies el favor- Solo quería un golpe muy fuerte, de esos que no se olvidaban. Incluso si le daba uno igual como el anterior lo haría caer, no tanto por débil -aunque se cansaba mas rápido por estar asi sujeto- si no tambien porque quería terminar con eso.

Ni siquiera para ella era suficiente, una vez que se había desatado eso, era imposible detenerlo tan fácil. Miró a Tyler con los ojos entrecerrados, escudriñándolo. Estiró los dedos ahora de hierro, siempre le sorprendía como la flexibilidad se mantenía, pero al mismo tiempo se sentía que uno era, en sí mismo, una herramienta bastante poderosa. Sin duda era su hechizo favorito, y le alegraba que alguien se hubiera ganado el usarlo de esa manera, su puño normal era bueno, pero no se comparaba.

Ladeó ligeramente la cabeza cuando Tyler se limpió su propia sangre con la lengua, y se sonrió, como si se riera con él de algo que claramente no era gracioso, parecía afable, casi encantada con la situación. En cierta forma así era, esa adrenalina no la cambiaría por casi nada.

-Sabes perfecto que no necesito que nadie haga nada por mi. No tienes que ser tan celoso, es a ti al que estoy golpeando, a nadie más.

Le contestó, torciendo un poco la sonrisa, solo por molestar. Observó su puño y lo observó a él. Seguiría manteniendo fuerza contenida, tampoco quería matarlo y luego tener que hacer que Werther se deshiciera de otro cadáver por sus caprichos, no quería partirle la cabeza a nadie, al menos no en esas circunstancias. Pero si lo que quería era que terminara dejándolo hecho un trapo en el suelo, podía hacerlo.

-Todavía estás a tiempo de pedirme una disculpa.

Le dijo pero en realidad no había manera, dijera lo que dijera ese golpe llegaría, lo necesitaba y era una exigencia casi física. Apretó los labios, duplicó los esfuerzos y volvió a golpear en la misma zona, sintiendo como el hueso chocaba contra los nudillos de material improbable, el sonido de la colisión, la sangre que todavía corría por su labio inferior y que esperaba, se incrementara. Hueso contra hierro, ¿qué podía haber mejor que eso en ese momento?

Westwood podía resistir no solo uno, dos, tres, o cuatro golpes seguidos. Podía soportar los que fueran y seguir levantándose solo por su estúpido orgullo. No importaba si tuviera el brazo roto, las piernas o las costillas fracturadas, incluso la mandíbula o la misma cabeza. Una mula terca, ese era él. La diferencia entre un puño común y uno de hierro era obvia. Más doloroso y más letal, pero igual o más adrenalínico que cualquier cosa que antes se metiera por la nariz.

-Placer que me haces preciosa… aunque solo puedas porque estoy atado. Hasta parece que yo te hago el favor- No podía dejar de ser patán y hablar en doble sentido, entendiera o no lo que hacía. Era un ridículo, los típicos que terminaban muertos en cualquier callejón de mala muerte y lo sabía. Solo era cuestión de tiempo. Volvió a escupir en medio de una nueva sonrisa porque sentía desesperación por tener de nuevo ese puño contra su rostro y cuando lo sintió apretó fuerte los dientes mientras caía de rodillas.

Tocio y escupió por tercera vez. La sangre mesclada con saliva lo hizo reír nuevamente mientras la miraba y se quedo en silencio buscando por el rabillo del ojo si Burt seguía en su misma posición pero ya no estaba, al parecer se había escabullido por algún rincón. Miro los pies de Mina cerca y fue levantando la cara poco a poco saliendo de su encorvamiento como si toda la gracia y cachosidad anterior nunca hubiera estado.

No la conocía tanto pero esa mirada que le dedicaba lo ponía sobre aviso de que disculparse no arreglaría nada en ese momento -Desátame…- carraspeo ya sin ningún ápice de chulería en su tono. Podía sentir dentro de su boca la sangre fluir de sus encías inferiores luego del golpe y hasta creyó que tenia la mandíbula desencajada, era probable y por eso seguía escupiendo. –QUE ME DESATES TE DIGO!!- entonces sintió que algo se rasgaba.

Miro a un lado y otra vez el chucho estaba allí, jalando la tela de uno de sus bolsillos hasta que lo rompió y parte del dinero que había tomado cayo al suelo. Luego con su nariz intercalando con sus patas comenzó a empujar eso hacia Mina. -¿Que haces estúpido? Lo necesitamos perro tonto- Burt sabía que aunque lo gritara no le iba hacer daño y por eso quería ver si así lo ayudaba.

-Si quieres te desato, Tyler. No tengo ningún inconveniente con eso. Pero ya sabes, me divierte la idea de someterte y así…

Le dijo una vez que lo tuvo de rodillas. Le daban ganas de ponerse el triple de odiosa. Su risa la aturdía, le sacaba de quicio la gente que se esforzaba por seguir pareciendo fuerte a pesar de todo, porque a ella le gustaba sentir rápidamente que tenía el control una vez que lo demandaba.

No movió ni un dedo para desatarlo y de haber llevado los zapatos puestos seguramente le hubiera metido una patada en toda la cara, pero el hechizo cedió por sí mismo y Tyler dejó de estar atado como un desgraciado. Observó el trayecto del perro y por un momento hasta se sonrió del acto desinteresado que llevaba a cabo por su dueño.  Con el pie descalzo empujó el dinero que el perro había empujado hacia ella de vuelta hacia Tyler.

-Quédatelo, es una muestra de lo buena que soy.

Se acuclilló al lado de Tyler y lo tomó por el cabello, haciendo que echara la cabeza ligeramente hacia atrás antes de depositar un beso bastante agresivo en su mandíbula repleta de sangre, solo para lastimarlo un poco más con la presión de sus labios sobre la zona dañada.

-Puedes agradecerle a tu perro que de repente me hayan dado muchas ganas de ser un encanto y darte caridad.

Se limpió la sangre que le quedó en los labios con la muñeca con la que sostenía su varita y arqueó una ceja, sintiéndose triunfante.