I was born sick ..but I love it [Marcellus]

Por más que lo intentaba, Adrien sentía que cada vez se acostumbraba menos a tener el olor de la muerte sobre él. No porque de la nada le hubiese salido algún sentido o respeto por los otros, sino que simplemente sentía que estaba cansándose de que ese sacrificio, esa carga sobre sus hombros solamente estuviera beneficiando a otros. También se había cansado de los gritos de suplica, de ver la muerte reflejada en los ojos de alguien más, aquella noche, una mujer con la vida aun por delante, una mujer conocida.

Sentía que la cabeza le dolía, en realidad desde que Laise había muerto, su odio y esos ataques de ansias que le daban se habían casi desvanecido, exceptuando por supuesto cuando tenía que asistir a alguna de las reuniones en el sótano de la fraternidad. Esas cosas lo descomponían, lo hacían recordar cosas, cosas no muy agradables obviamente.

Se apareció en los dormitorios estudiantiles, era ya muy noche pero estaba seguro que a Marcellus no le importaría, necesitaba verlo con fuerza, necesitaba sentir que era nuevamente anclado a la realidad. Que esas manchas de sangre que veía constantemente sobre sus manos eran producto de su imaginación y que todo seguía estando como siempre.

Tocó la puerta de la habitación, sabía que Marcellus estaba solo porque no todos los alumnos habían llegado ya de vacaciones así que se podía dar la libertad de entrar. Afortunadamente al girar la perilla se dio cuenta que estaba abierto y comprobó en la oscuridad que Marcellus estaba ahí solo. Cerró la puerta tras él con seguro, como si temiera que algo estuviera siguiéndolo. Ya nada lo seguía, pero la sensación estaba ahí siempre.

Ha sido… todo es terrible… - Se llevó una mano a la frente y luego negó con la cabeza, se acercó a él como si fuera a tomarlo por el rostro pero retiró las manos antes de tocarlo, como si tuviese miedo del mismo tacto.

Joseph parecía nunca estar en el dormitorio, lo cual era un alivio para Marcellus, en especial en esos momentos. Había estado meditando, practicando ejercicios de Oclumancia y deteniéndose en medio del acto al recordar que Laise ya no estaba con vida. Aun así no se detuvo, le había prometido a Adrien que la dejaría ir, que no se aferraría a su recuerdo de pérdida y que en cambio seguiría adelante. Era más fácil prometerlo que cumplirlo, pero por Adrien se esforzaría una y otra vez hasta conseguirlo.
 
Marcellus haría cualquier cosa por Adrien, cualquier cosa.
 
Suspiró mientras se dejaba caer en la cama, las luces a medias y el sonido de fondo de un LP de música ambiental sonando en el tocadiscos en la esquina, pasándose las manos por el cabello y haciendo un gesto de duda. Había contemplado cortarse el cabello, pero le gustaba cuando Adrien pasaba sus dedos entre los mechones, así que dejó pasar la idea aunque a veces pareciera que estos tuvieran vida propia.
 
La situación en general había sido inestable, Adrien a pesar de parecer más tranquilo desde hacía unos meses, siempre estaba tenso y Marcellus no sabía cómo remediar eso. Adrien no podía hablar de lo que le molestaba, no sin evasiones constantes, porque sus palabras estaban atadas y lo que menos quería Marcellus es que un movimiento en falso le costara la vida. Él estaba en una situación parecida, quería decirle sobre Jesse, sobre los planes de la Revolución, pero todo estaba bajo el juramento que había hecho con el Delta.
 
Estaba pensando en cuál sería la más reciente localización del allegado líder de los rebeldes, como lo llamaban, cuando Adrien entró en el dormitorio. Marcellus sonrió al verlo, pero el gesto se borró de inmediato.
 
"¿Adrien?" le preguntó con un tinte alarmado, Adrien se veía pálido, como su estuviera a punto de perder la conciencia, "¿Qué pasa, puedo hacer algo?" 

Lo tomó del rostro, el contacto que tanto necesitaba para recordarse que estaba con él, que seguía aquí, junto a él, como lo había prometido aquella noche hacía ya casi un año, frente al gran reloj en el departamento de Adrien.

Adrien estaba descolocado, en ocasiones le sucedían ese tipo de “episodios” en los que la paranoia se hacía uno con él, en que sentía su piel arder con los hechizos infernales del sótano y sus músculos ser devorados por seres malditos invocados ahí mismo. Casi siempre después de alguna de esas reuniones. Él se esforzaba en mantener el temple y nadie nunca lo había visto dudar al momento de quitar una vida, sin embargo, por dentro estaba matándose un poco cada vez que seguía con ellos.

Tuvo que pasarse una mano por el rostro para tratar de traerse a la realidad, estuvo a punto de reaccionar a la defensiva con el agarre de Marcellus sin embargo cuando sintió sus manos sobre él fue como si todo a su alrededor se aterrizara. Tuvo que recordarse que era Adrien Morgan, que había sobrevivido los peores hechizos de los venerables y seguía formando parte de ellos. Que ese que estaba frente a él era Marcellus Jair Lovecraft, la persona que amaba.

Estaba respirando de manera agitada, tembló un poco y logró sujetar las manos de Marcellus que yacían aun sobre sus mejillas. Trató de calmarse y simplemente asintió. No era una persona que pudiera expresarse correctamente, contarle sobre sus miedos, sus sentimientos, afortunadamente con él no eran necesarias las palabras y no precisamente porque él pudiera ver dentro de su mente, que si podía, pero aun así había una conexión entre ellos que hacía a Adrien transparente ante él.

Estoy bien, ahora lo estoy. - Su voz aun sonaba con duda, levantó su mirada azul profundo para encontrarse con el rostro alarmado de Marcellus y lo acercó a él para besarlo. Era justamente el sentimiento de sus labios sobre los de él lo que necesitaba para recobrar la calma, era un hombre completamente roto, pero él era el pilar que lo mantenía unido.

Ya lo has hecho, “solo somos juguetes del destino” – Dijo citando una frase de Shakespeare, él y Marcellus compartían un cierto lenguaje personal con el autor. Se separó de él y fue a sentarse en la cama del chico Lovecraft, Adrien parecía aun pensativo.

La primera reacción de Marcellus siempre era tocar a Adrien, buscar anclarlo al momento, era una reacción automática de su persona, pero esto no quería decir que era la correcta. En ocasiones anteriores, Adrien había tenido episodios en los que su comportamiento era errático y pareció no estar en el momento sino atrapado en su propia mente, entre paranoia y justificada preocupación. Marcellus sabía que en esos momentos, el comportamiento de Adrien podía ser inestable y no lo culpaba por ello, sabía que lo mejor era darle su espacio, pero no podía evitar querer anclarlo.

Era un riesgo, el estaba consciente de ello, después de todo las cosas que los magos podían hacer estando bajo presión eran variadas, desde una reacción física hasta magia involuntaria, Marcellus lo sabía, pero aun así no quería dejar de acercarse a Adrien.

Su reacción ante el posible movimiento hostil de su pareja fue quedarse quieto, mostrarle a Adrien que el no era una amenaza para su persona y esperar que reaccionara. No tomo más que unos cuantos momentos y Adrien estaba de vuelta con el, su voz aun con duda y sus ojos buscando algo que Marcellus aun no podía identificar, pero cedió de inmediato en el beso, mostrándole a Adrien que efectivamente estaba ahí para él.

Cuando el momento pasó y Adrien parecía estar de vuelta con el, Marcellus se llevo una mano a los labios, pensando en los varios escenarios que podían haber causado ese ataque de estrés en Adrien. Sus respuestas rápidamente se limitaron a El Sotano y el joven suspiro antes de sentarse junto a él.

” El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.” le dijo, compartiendo otra frase del autor como respuesta.

Adrien no podía decirle lo que estaba pasando, sus palabras estaban literalmente atadas, pero Marcellus podía distraerlo un poco.

”Hace unos días recibí una carta anónima,” le dijo, ”Anónima en el sentido de que no estaba firmada, estoy casi seguro que fue escrita por Jesse o alguien de su grupo… hablaba sobre denuncias al Gobierno y disturbios en la sociedad… al parecer se están moviendo más rápido de lo que hace unos meses.”

Tomoo su mano entre la suya, buscando sus ojos, ”Te amo.”

Adrien se había sentado y movía sus manos nerviosamente sobre sus piernas. Tenía la mirada puesta en la pared frente a ellos y escuchaba, simplemente escuchaba como Marcellus respondía a sus palabras. Eso le ayudaba a aterrizar, a saber donde estaba y con quién estaba. Alejaba esas raras ideas de su cabeza por momentos aun que al cerrar los ojos y volverlos a abrir Adrien siempre veía sus manos llenas de sangre. Trató de distraerse el mismo viendo a los alrededores, no funcionaba si no escuchaba el sonido de la voz de Marcellus.

Entonces escuchó lo de la carta anónima y eso pudo atraer su atención al grado de voltear a verlo, movía su pierna de manera ansiosa aun que estaba maquilando lo siguiente a decir. Luego con lo de las revueltas y disturbios, supo a donde se dirigía.

Lo están haciendo mal, tienen demasiado miedo de salir a la luz, saben que cuando lo hagan la sociedad mágica se irá sobre ellos. No entiendo muy bien cuál es su plan, están peleando una guerra que no pueden ganar, no sin armas.

Claro que Adrien no sabía absolutamente nada de que Mina estaba ayudándoles, con magia y recursos. No sabía absolutamente nada del movimiento que se estaba generando en la misma universidad, de saberlo también se habría unido sin pensarlo. No sabía cómo sin poner su juramento inquebrantable en peligro, pero encontraría alguna manera.

La mano de Marcellus lo tomó por sorpresa y se notó en la forma en la que su cuerpo reaccionó alejándose un poco. Siempre hacia lo mismo cuando estaba en esa especie de episodios, el mero tacto de la gente lo sobresaltaba, era como si estuviera en una piel que no le pertenecía (en parte era así).

No quiero que te lastimen - Le respondió, era su forma particular de hacerle saber que también lo amaba, Adrien jamás había sido diestro con las palabras o abierto con sus sentimientos, afortunadamente Marcellus podía ver en su interior quisiera o no. Lo que él sentía por el chico no estaba a discusión, solamente necesitaba tiempo para pasar ese momento, estaba destrozado nuevamente.

¿Has estado escribiendo? Cuéntamelo, necesito escuchar tu voz - Parecía como si estuviera dándole una orden pero no, era una petición, además quería saber en qué cosas es que Marcellus estaba metiéndose con respecto a la revolución.

No sé tomó a mal cuando Adrien puso distancia, no era la primera vez que lo veía en ese estado y sentía que no sería la última, pero su pudiera evitarlo lo haría, si realmente hubiera una forma de quitar toda esa carga y estrés emocional que Adrien guardaba lo haría sin pensarlo dos veces, pero no sabía cómo hacerlo, había veces que en se preguntaba de que le servía tener conocimiento y poder si no podía usarlo para ayudar a Adrien.   
 
"Le comenté al respecto," le dijo para apaciguar un poco su sentir conforme al tema de la Revolución, "Si mal no estoy tienen más recursos en camino, creo que específicamente se me dijo que no eran bombas molotov y palos con clavos."
 
Se movió para buscar la mirada de Adrien, pero como estaba mirando a la nada no lo consiguió de inmediato, en lugar de tocarlo se contuvo para no alterarlo y se movió, hincándose frente a él con las manos en el regazo, mostrándole que no era una amenaza, porque a pesar de que Arien sabía esto, el ataque por el que estaba pasando traicionaba su consiente.
 
"No lo harán," le dijo, aunque en su mente sabía que prometer algo así era ilógico, Marcellus no sabía si realmente alguien en contra del movimiento de Jesse o los otros miembros del sótano podrían lastimarle, sólo para hacer llegar lecciones duras en contra de quienes se les oponían, pero podía ser lo suficientemente cuidadoso para mantener su perfil bajo y efectivamente evitar que le usaran en contra de Adrien, "No tienen motivos."
 
Sabía que más allá de la frase, esa era la forma de Adrien de decirle que le amaba y Marcellus se sentía bien de escucharlo, aunque en ese momento seguía con una barrera invisible entre ambos, porque no quería hacer sufrir a Adrien, no más de lo que ya estaba. Como deseaba poder tomar ese dolor y quitárselo, le dolía verlo quebrarse.
 
"Hmmm…" Marcellus fue por su cuaderno y regresó, hincándose frente a Adrien de nuevo, esta vez en una posición más cómoda, ojeó el cuaderno y empezó a leer.
 
"…Creo que estoy maldito, pero no me duele estarlo. ¿Alguna vez has sentido esto, me pregunto? Una maldición a la que bendición consideras. Es una llama que me hace sentir vivo, pero tiene la fuerza de ser el fuego queme consuma…
 
Es fascinante… saber que la flama que te mantiene vivo es la misma que puede matarte, pero no quieres apagarla, porque verla desvanecer sería lo mismo que perder la vida… es un arma de doble filo, no puedo vivir sin esta flama… y tampoco quiero vivir sin ella."
 
Se detuvo un momento, había estado escribiendo Editoriales de nuevo, bajo el pseudónimo de Altair, pero no quería preocupar a Adrien con eso, por lo que prefirió leer la prosa que había estado haciendo con él en mente.
 
"Creo que estoy demente, pero nunca he estado más feliz por ello."

La cara de Adrien fue de desconcierto cuando le dijo que había hablado con los revolucionarios. ¿Es que estaba metido en esas cosas? Sintió que de pronto el alma le hirvió de pensar que Marcellus podría ponerse a si mismo en peligro por una causa tan estúpida y perdida como esa. Cerró el puño con fuerza y no dijo más, pero su mirada penetrante estaba sobre él. Luego logro apaciguar sus ímpetus al decirle que no tenían motivos para lastimarlo, tal vez no, pero estar envuelto directamente en la revolución era ponerte un blanco de tiro directo en el pecho, era lo que Jair parecía no comprender.

Todo aquello le había servido para estacionarlo en la realidad, se pudo notar por su semblante un poco más relajado cuando él trajo el cuaderno y comenzó a hablarle de lo que había escrito. Las palabras tenían más significado del que ambos creían, decidió simplemente escuchar y buscar su mano a tientas ahí entre la tenue luz de la habitación. Cuando terminó Adrien lo volteó a ver a los ojos.

Las mejores personas siempre están un poco dementes. – Lo tomó por el cuello y lo acercó a él para unir sus labios a él, lo besó profundamente y con sentimiento. Volvía a ser él gracias a Marcellus, si había algo que le preocupaba en verdad era llegar a perderlo.

No quiero que hables con ellos, estar en la revolución es estar en contra de mi. - No iba a decir de “los míos” pero se entendía que tenía que preocuparse de lo que aquellos dirían. Se estaba arriesgando a morir abrazado en llamas por hacérselo saber, pero quería alejarlo completamente de eso.

¿Con quién has hablado? ¿Quiénes son tus contactos? ¿Son seguros? ¿No van a traicionarte? - Si, sonaba como un paranoico preguntándole todo eso, pero es que él no sabía todas las cosas que Adrien si, no sabía hasta donde podían extenderse las influencias de los Venerables. Nunca se estaba seguro en verdad incluso en aquel momento sentía que podían estarlos observano.

Marcellus se mordió en interior de la mejilla, dudoso de que había dicho para ganarse aquella mirada tan pesada, aunque no haya durado tanto tuvo su efecto, quizá era el silencio lo que le daba tanta fuerza, las acciones de Adrien, por más sencillas que fueran, hablaban mucho más fuerte que sus palabras.
 
Su lectura pareció tener un efecto mucho más positivo y Marcellus se sonrió un poco al verlo con el semblante más relajado, jugando con las páginas del cuaderno antes de caer en ese beso tan profundo que le hizo suspirar contra los labios del Nu.
 
Levantó la vista cuando le dijo aquello, lo que quería que hiciera o mejor dicho, lo que no quería que hiciera, pero a la vez le preguntaba sobre ello, frunció el ceño. Tenía razón, aquella revolución iba en contra de los que estaban alrededor de Adrien, era la razón por la cual Mina estaba tan paranoica, con buenas razones, pero… pero Adrien  ya había pagado en carne propia una vez el disgusto de Auberon y Marcellus le aterraba la idea de hacerlo pasar por eso de nuevo.
 
"Deltas… ya no he hablado con ellos," dijo en un rodeo, no queriendo delatar a Mina, ya había cometido ese error y no quería repetirlo, "Jesse, pero no sé dónde está," aclaró, porque era cierto y así era mejor, no podía ser blanco de una búsqueda si no sabía nada al respecto.
 
"¿Te estoy haciendo sufrir, no es así?"
 
Entrelazó sus dedos con los de él, acercándose para recargar su frente contra la suya, cerrando los ojos a la vez que se sentía culpable, por todo lo que le estaba haciendo pasar, estando consciente de ello o no. Se le había hecho fácil mencionar a Mina, había sido un error. Creyó que ya no sentía nada por ella, de nuevo estando equivocado, pero todo eso… todo lo que hacía, incluso el hecho de ayudar en ese movimiento era riesgoso para Adrien y por más que hubiese amado a Mina, la realidad es que Adrien era quien tenía su corazón en sus manos, hasta el último momento. 

Bajó su cabeza, escondiendo su rostro en el cuello del medimago, rechinando los dientes, ¿Por qué le costaba tanto trabajo hacer las cosas bien para con él? Quería hacer lo correcto, pero sobre todo quería que Adrien estuviese a salvo, que estuviese feliz y no sabía cómo conseguirlo.

No creía que Marcellus estaba comprendiendo bien su situación, es que simplemente ver dentro de la cabeza de alguien no podía asegurar sus decisiones, los pensamientos eran algo complejo, mucho más en la mente de alguien desequilibrado como Adrien, a veces ni él mismo comprendía su situación actual. Deseaba el poder de los venerables pero quería verlos caer, sin embargo no quería que esa magia fuera a parar a otros lugares, a él le había costado, era un legado de su familia. En verdad estaba dividido. Si Auberon iba a caer él quería estar ahí, pero sabía que si los rebeldes se metían donde no los llamaban, él también iba a actuar en contra de ellos, por eso deseaba que Marcellus se alejara de todo eso. No quería que estuviera al filo de todo.

Lo abrazó cuando se puso contra él. ¿Lo estaba lastimando? No, ya pocas cosas podían lastimarlo, pero se preocupaba y lo ponía en una posición muy comprometedora. No sabía si aun estaban por ahí los elfos de Auberon espiando a todos y cada uno de los miembros del sótano. No sabía y le perturbaba que fuera de esa manera. Por que sabía Wardwell tenía formas de deshacer ese movimiento en dado caso de que lo considerara un problema de verdad.

Me pones en una posición comprometedora si es a lo que te refieres - Lo separó de él tomándolo por los brazos. Adrien siempre estaba serio, con muchas cosas rondandole por la cabeza, era un caos. - ¿Cuales son tus planes? Dimelos. ¿Estas apoyando este movimiento por que es lo correcto o por que quieres algo más?

Adrien sabía que Marcellus escribía artículos incendiarios para el periódico bajo un seudónimo, pero en realidad no sabía que era lo que lo había movido a adentrarse a la revolución ni hasta donde exactamente llegaba su intromisión. Necesitaba saberlo en esos momentos.

Lo dejó que lo tomara por los brazos para verlo de frente y sintió como su mirada parecía pesar más que de costumbre, quería respuestas directas, eso lo podía entender y Marcellus en cualquier otro caso hubiese ido en círculos al respecto, no queriendo preocuparlo, pero esto…
 
Sintió una chispa de ira al solo recordarlo y rechinó los dientes, su cuerpo se tensó bajo las manos de Adrien y cerró los ojos aunque eso no cambió el sentir de la mirada del Nu sobre él. Mentirle solo le iba a causar problemas incensarios y en ese tema él podía ser sincero, aunque a Adrien no le pareciera lo que tenía que decir.
 
"Te puedo decir que las causas me parecen justas, igualdad de oportunidad, un gobierno y un mercado libre de nepotismo, sin la manipulación de unos cuantos privilegiados," abrió los ojos, su mirada seria, "Pero te estaría mintiendo."
 
Enseñarle Oclumancia a Mina había sido porque se trataba de ella, enseñarle a Jesse había sido porque era la exigencia que Mina le había hecho por haber involucrado a Adrien, escribir aquellos artículos había sido su decisión, hacer todo el esfuerzo posible por enseñarle a  Jesse a proteger su mente, así como a Mina lo había hecho no sólo por las razones ya mencionadas, sino porque quería que tuvieran éxito en su cometido, realmente quería verlos ganar esa batalla.
 
"Lo detesto," dijo entre dientes, "Wardwell… lo odio… lo que es, lo que representa… lo que te hizo, lo odio como no tienes idea y sólo quiero verlo caer."
 
Sentía un coraje arder en su pecho, la impotencia de no poder hacer nada por ayudarle, nada más que darle armas a otros, Jesse, Mina, los Delta… estaba siendo egoísta y no le importaba.
 
"No puedo hacer nada para ayudarte Adrien, nada, y me enferma," rechinó los dientes, sintiendo la ira y frustración acumularse, su propia voz, Marcel, riendo en un eco en su mente, "Pero si lo único que puedo hacer es armar a otros para que lo que quiero ver pasar se lleve a cabo, entonces lo haré."

Adrien amaba a Marcelus, pero por la forma en la que había sido enseñado aun se le hacia difícil reconocer que alguien pudiera estar con él si buscar nada a cambio, por eso es que le preguntó aquello a Marcellus. Si había alguna intención detrás de todo eso, algo que no estuviese diciéndole. La respuesta que le dio definitivamente no la esperaba así que tardó un poco para asimilarla. Se puso de pie con las manos en la cintura dando un par de vueltas en la habitación.

Auberon, esa era la razón. Marcellus había visto cosas terribles en la mente de Adrien, cosas que Auberon había hecho, pero Adrien también había contribuido a esa secta desde hacia muchos años, había matado y había utilizado el poder para su conveniencia, de hecho ahora mismo Marcellus contaba con un encantamiento de su parte. Adrien tambien lo odiaba y quería verlo caer, sin embargo antes que nada lo respetaba y temía.

No vuelvas a hablar de esto, no digas su nombre ni tampoco hables de estar con esos rebeldes Marcellus. - Quería advertirle que ellos tenían ojos en todos lugares, que podían incluso estarlos espiando ahora solo por estar con él, que no se iba a permitir a si mismo que Marcellus sufriera algo como lo que a Laise le había ocurrido, pero hablar de cualquiera de esas cosas significaba una muerte inmediata.

No lo hagas, no lo hagas Marcellus, quédate conmigo. Olvida esa revolución, yo buscare la forma de lograr lo que queremos, pero no estés involucrado con ellos. No va a terminar bien. - Lo tomó por las mejillas acercándose a él y le hablo sobre los labios, desesperado. Tenía que ponerle fin a eso, por él.

Lo perturbó el verlo tan desesperado, le tomó trabajo entender que era lo que estaba pasando hasta que la realización del momento se develó en su comprensión, Adrien estaba asustado, casi aterrado, porque Marcellus había mencionado a Auberon, dado sus razones para estar en el movimiento de la Revolución, por él, pero ahora que lo veía así, estaba preocupado, la última vez que vio a Adrien tan desesperado fue cuando indagó en su mente, cuando toda esa información acerca de sótano pasó a su conocimiento… cuando se puso en peligro por saber demasiado.
 
"Lo siento, lo siento tanto," le dijo tomándolo de la camisa, murando contra sus labios antes de besarlo con la necesidad de alguien que estaba entrando en la razón de que tanto mal estaba haciendo, no sabía si se estaba disculpando por lo que había reconocido, sus razones para con aquel movimiento iniciado por los Delta o por la falta que había cometido al tener relaciones con Mina estando con Adrien, probablemente por ambas,
 
Se separó tan sólo unos milímetros, suficiente para poder hablar, pero seguía contra sus labios "Pensé… pensé que tal vez… pensé que podría…" cerró los ojos, juntando su frente contra la de él, pensé que podría ayudarte, era lo que había querido decir, ¿así se sentía Mina cuando no podía hacer nada por Jesse, tan impotente, tan inútil?
 
Se movió contra su cuerpo, prácticamente sentándose en su regazo, sus abrazos alrededor de su cuello y lo besó de nuevo, sentía un vacío en el estómago, un miedo que no podía entender.
 
"Contigo," reafirmó entonces, "Siempre, no importa que pase, siempre me quedaré contigo, soy tuyo Adrien."
 
Apretó la mandíbula, tomando una decisión, "Haré lo que tú me digas… lo que quieras… las cosas… las cosas que estoy haciendo… pocos saben que estoy involucrado y los que saben no les conviene que otros sepan al respecto… soy un portavoz Adrien, es que… no quería preocuparte, pensé que tal vez…"
 
Mina se lo había dicho, quería usar el conocimiento del sótano para sus planes, quería deshacer ese culto en el proceso. Jesse no había sabido nada hasta que Marcellus le dijo por petición de Mina. Ella era uno de los autores intelectuales de todo el movimiento, Jesse el ejecutor y Marcellus se había hecho una de las voces más reconocidas, apoyando a los líderes, les había dado armas para defenderse y actuar, les había dado todo lo que podía en ese momento. 

Lo miró a los ojos, "Soy tuyo… y haré lo que quieras."

A veces le costaba comprender lo diferente que Marcellus era a él mismo. Ambos estaban rotos, pero él seguía conservando una parte de su humanidad, del sentido de la rectitud, del deber. Era era el alma buena que Adrien había perdido hacia muchos años, pero lo amaba por que lo había aceptado con todo y la oscuridad que cargaba dentro. Era precisamente esa luz que Marcellus emanaba, esa bondad al que lo había atraído desde un principio, pero era esa misma bondad que lo ponía en riesgo cada vez, todo gracias a él.

Solo quiero que estés a salvo... - Lo dijo susurrando mientras acariciaba su cabello con los dedos. La situación cada vez era peor, los miembros de la secta seguían creciendo, en números y en poder. Si antes era difícil que esa revolución prosperara, ahora sería mucho peor. El problema es que él no tenía ni idea de como ayudar, no sabía aun si quería hacerlo.

Si quieres seguir con eso necesitas a otra persona que de la cara por Altair, necesitas deshacer cualquier sospecha que hayas creado. Necesitas estar limpio Marcellus. Por que cualquier cosa que hagas los guiará hasta mi por nuestra conexión. Yo no se Oclumancia, si llego a generar alguna sospecha Auberon lo sabrá todo. Sobre nosotros, sobre ti, sobre la revolución en la que estas involucrado. Si cometemos algún paso en falso podría morir inmediatamente y tu también.

Lo abrazó por la cintura manteniendo aun la calma, una muy diferente al o que había experimentado momentos antes, cuando estaba roto. Como lo dejaba el sótano. No tenía aun algun plan pero lo que estaban haciendo hasta ahora estaba funcionando, mantener un perfil bajo, evitar llamar la atención. Claro que él no estaba completamente al tanto de lo que Marcellus hacia y vivía de cierta manera engañado creyendo que las cosas estaban bien, que estaban seguros.

Hubo un tiempo en que su vida era muy sencilla, aquellos días en lo que más le podía haber preocupado era entregar un ensayo de calidad, terminar una investigación y ser un ejemplo de rectitud, esfuerzo y tradición a los ojos de su familia y la sociedad por igual. No se le exigía más de lo que podía dar y lo cumplía porque quería hacerlo, sus acciones le habían incluso ganado una invitación a la fraternidad Nu Delta Pi, se había sentido sumamente orgulloso de sí mismo ese día, sonriendo como idiota durante todas sus clases.
 
No había cambio en esa expectativa, hasta que un día se le ocurrió levantar la vista y enamorarse de la persona que, siendo honestos, era menos probable que le correspondiera… pero Adrien rompió todas sus expectativas al corresponderle y Marcellus se había sentido tan ridículamente especial por ello, tanto que ni siquiera le importó mantener su relación en secreto, sólo quería estar con él, los demás no importaban.
 
Habían estado juntos, después se terminó por diferentes factores que ni siquiera tenían que ver con ellos, pero nunca arrancó de raíz a Adrien de su persona y se notó en el momento que tuvo la oportunidad de expresarlo, volviendo a formar esa relación.
 
Todo lo que habina pasdo y Marcellus lo estaba arriesgando por algo que no sabía si realmente valía la pena. No se arrepentía de haber conocido a Mina o de haberla amado, aunque le doliera como el amar a Adrien y verlo apartarse de su vida una vez le había dolido, ese era su mayor problema, una vez que amaba a alguien no dejaba de hacerlo y ahora estaba ahí, con Adrien, en una segunda oportunidad sólida, concisa y estaba arriesgando la vida de ambos por un ideal que tenía un futuro muy incierto.
 
"Está bien…" le susurró, moviendo su cuerpo contra el de él, "Desviaré toda sospecha… para evitar que se me relacione con ese movimiento."
 
Se movió para besarlo, primero lento, después con más necesidad, necesitaba el contacto, quería sentirlo a él y nadie más, tenía un miedo terrible a perderlo, la culpa de haberle ocultado tantas cosas lo estaba consumiendo, quería serle sincero, decirle que había estado de manera íntima con Mina, confesárselo, pero a la vez no quería destruir esa estabilidad que estaba mostrando, Marcellus sabía cuan roto estaba Adrien y le parecía egoísta quebrarlo aún más solo porque él se sentía culpable. 

"Te necesito," le dijo entre dientes, girándose en la cama para acostarse y tomó a Adrien por la camisa para jalarlo hacia sobre él, trató de recordar alguna frase, una escritura, hablar en el idioma que ambos compartían, pero su mente era una maraña de inseguridades, sólo quería que lo anclara de nuevo, "Por favor Adrien, te necesito."

Había una llama que se encendía en él cada vez que Marcellus estaba a su lado, cada vez que miraba sus ojos y tocaba la suavidad de su piel. Sus labios eran algo de lo que simplemente no podía deshacerse, lo que lo mantenía en la tierra, en al realidad, en un lugar donde no había sombras, solamente fuego. Le pasó una mano por el cabello y saboreo sus labios sobre los suyos, luego deslizo un par de dedos por la mejilla del joven Lovecraft hasta detenerse en su mentón y levantarlo un poco para que lo viera, frente a frente, con seguridad.

Solo quiero lo mejor para ti . - Era una afirmación, jamás pondría su vida en peligro, por eso es que se había arriesgado conjurando aquel encantamiento. Le había dicho a Marcellus que ese hechizo sobre él lo mantendría a salvo, pero no cual era el costo. Prefería morir mil veces él que algo le pasara a Marcellus. Suspiró profundamente y asintió a sus palabras. Estaba dejándose llevar a otro lugar, a otro momento donde ninguno de los dos estuviese tan jodido. Él creía en Marcellus, él confiaba en Marcellus. No quería si quiera imaginar que sucedería si él llegaba a traicionarlo.

Se dejo llevar hasta la cama, aun que a diferencia de Marcellus y su explosiva necesidad, Adrien se mantenía en calma, como una deliciosa tortura sobre él. Se colocó sobre el chico con las piernas a los lados y él mismo desabotonó su camisa poco a poco, Era curioso como podía mantener la calma en momentos como esos, como si disfrutara segundo a segundo la agonía de la separación solamente para arremeter con fuerza cuando el momento llegara. Se quitó la camisa y se inclinó hasta Marcellus tomándolo por la nuca y besándolo con furia, con pasión. Besó sus labios y su cuello y luego se detuvo.

Dime que me necesitas, que me necesitas a mi y no piensas en ella. Dímelo - Era más una orden que una petición, lo curioso era que no se podía saber bien a quién se refería, si al fantasma de Laise por la cual Marcellus seguía llorando en los pasillos o a la presencia de Wilhelmina a la que sabía, Marcellus seguía amando.

Estaba desesperado,  un contraste absoluto a la calma y control que Adrien mantenía incluso mientras desabotonaba su camisa, mirándolo de aquella forma que le costaba trabajo interpretar, le gustaba como lo veía, pero no entendía que había detrás de su pensamiento cuando se la dirigía. Se movió junto con él para facilitarle el que le quitara la camisa, entregándose a ese beso cargado de furia y de pasión, dejando espacar un sonido de necesidad cuando se movió de sus labios a su cuello, moviendo la cabeza para darle mas espacio.

Sus manos trazaron sus brazos, su pecho y a le desabotono la camisa, deteniéndose al escucharle decir esas palabras, cargadas de una firmeza que lo hizo estremecerse.

Se dejo caer en la cama, tomando su rostro entre sus manos, sus pulgares trazando sus mejillas y lo miro fijamente a los ojos, "Te necesito," había algo en esas palabras, un sentido de abandono y entrega al admitir algo que no se podía negar, "Te necesito en vida, en mi mente, en mi cuerpo… necesito que solo seas tú quien exista para mi, Adrien."  

Bajo las manos, por su cuello, sobre su pecho, moviendo su cuerpo lentamente contra el suyo, levantando sus caderas, buscando provocarle, más allá del contacto, que deseaba y no lo iba a negar, necesitaba un absoluto que anclara su turbio pensamiento y quería que fuera Adrien. Sin percatarse le había entregado su ser hacia años, antes de Mina, antes que Laise, antes que a cualquiera… aquella maldición en su sangre lo había sellado, pero también su propia decisión.

"No quiero pensar en nadie más," otro movimiento, deliberadamente provocador, "No debería pensar en nadie más que en ti."

La realidad es que Marcellus no tenía un concepto entero de cuanto estaba arriesgando Adrien por él. Se lo había dicho en una idea, en comentarios cargados de preocupación, pero no en una noción entera, aun estaba en proceso de digerir aquella aterradora verdad que cuando finalmente la  comprendiera en totalidad, no había duda alguna de porque su sangre maldita le habia elegido para ser su todo.

Todo lo que los  rodeaba era una sucesión de acciones, una mirada, una caricia, un beso. Antes de que pudiera darse cuenta estaba sumido en ese mar de portentos que Marcellus le brindaba, comía sus labios en una mezcla de necesidad y avaricia, quería que fuera solamente suyo, no podía pensar en la idea de que él pudiese ser de alguien más si no suyo. Era egoísta, muchísimo, más que cualquiera. Veía a Marcellus como algo suyo, al menos en momentos como esos donde la pasión y sus cuerpos hablaban más que ellos mismos.

Cerró los ojos tratando de contenerse y aspiró profundamente cuando Marcellus hizo ese movimiento contra él, lo detuvo tomándolo por las muñecas con más fuerza de la necesaria y lo obligo a mirarlo. Ahí estaba, esa oscuridad de la que Marcellus estaba bien enterado, la oscuridad que condenaba a Adrien, que los condenaba a ambos si es que no sabían mover bien sus cartas.

No deberías, no lo harás. - Le dijo con un tono grave de voz, en parte era por la excitación que sentía dentro de su cuerpo, el calor concentrándose en su interior esperando a ser expulsado. Soltó las muñecas de Marcellus y después comenzó a desabrocharse el pantalón sin quitarle la vista de encima, como si estuviera advirtiéndole en silencio que se mantuviese quieto. - Yo haré que solamente pienses en mi mientras estas conmigo - Se levantó de la cama para poder quitarse bien el pantalón y la ropa interior, ahora estaba ahí al pie de la misma frente a Marcellus y con un gesto de su mano le ordenó que se acercara.

Ponlo en tu boca, ¿Me quieres ver feliz? Hazlo, quiero verte. - Su voz era solida, recia. Esperó a que Marcellus se acercara para tomarlo del cuello y guiarlo a su miembro con movimientos que contrarrestaban a la fuerza de sus palabras. En verdad él ignoraba lo que Adrien estaba dispuesto a sacrificar por mantenerlo a salvo, su propia vida estaba sellada a él y el chico Lovecraft lo desconocía.

Se sonrió al verlo romper ese control aunque fuera solo momentáneo, porque cuando lo tomó por las muñecas dejó caer la cabeza hacia atrás, haciendo un sonido complicado y finalmente mirándolo a los ojos, reconociendo esa oscuridad en su mirada que había salido a flote. Se lamió los labios, moviéndose ligeramente sin dejar de verlo, escuchando la fuerza en su voz y el deseo.
 
Lo observó desvestirse, apoyándose sobre sus codos, debatiéndose si obedecer esa advertencia silenciosa o no, ladeando la cabeza para observarlo detenidamente, sonriendo medio de lado. No había anticipado lo que Adrien quería, pero tampoco le llegó como una total sorpresa, aquella forma en la que lo miraba, queriendo consumir todos sus sentidos, hablaba de posesión absoluta, sintió el calor anidarse en su cuerpo, su exaltación creciente al momento en que se giró en la cama hasta la orilla.
 
"¿Lo harás?" por supuesto que lo haría, pero algo lo hizo decir aquellas palabras, adentrándose en esa escena de poder y posesión, dejándose caer de rodillas frente a él, "Quiero ver que lo hagas."
 
Alzó la cabeza, dejándose guiar hasta él, tomando su miembro en su mano para introducirlo en su boca sin dejar de verlo, deliberadamente prologando los movimientos de su lengua, sus dedos rozando la base. Se detuvo, moviendo su lengua aún más lento para luego tomarlo por completo en su boca, apoyando sus manos sobre sus caderas, presionando sus dedos sobre su piel con firmeza.
 
Lo deseaba, su presencia, su voz, la forma en que lo miraba y lo tocaba le hacía sentir excitado, disipando la presencia de cualquier otra persona en su mente, alimentando ese creciente deseo en su interior. Se separó de él un momento, tomando su miembro en su mano mientras recuperaba el aliento, tentándolo con sus manos mientras lo miraba con los ojos nublados. 

Él sabía que esa oscuridad podía consumirlos a ambos, pero no estaba dispuesto a dejarlo ir, quería entregarse por completo, aun sin tener la noción entera que Adrien ya había hecho lo mismo para con él.

Desde el momento en que sintió que sus labios lo tocaban perdió completamente el control de si mismo, se deshacía en él y sus caricias. Mordió su labio inferior para contener un hondo suspiro y lo tomó por el cuello guiándolo en sus movimientos. Cerro los ojos olvidándose por completo de las cosas terribles que había tenido que hacer esa noche, de la pobre mujer a la que le había quitado la vida y de las terribles consecuencias que le generaba el pertenecer a esa secta maldita. Al menos con Marcellus no tenía secretos, él lo aceptaba tal y como era, con la oscuridad de su alma. 

Se abalanzó sobre él cuando este se detuvo, devoró sus labios pausadamente mientras buscaba debajo de sus ropas, quería tocar su piel y sentirlo suyo, lentamente, centímetro a centímetro.  Tenía una tempestad de sensaciones dentro de él en esos momentos y solamente Marcellus podía en esos momentos cumplir sus necesidades.  Le desabotonó la camisa y mordió su cuello tentando su pecho con las manos, bajando hasta donde estaba el cierre de su pantalón. Suspiró contra sus labios como si quisiera llamar a su propia conciencia para detenerse pero no lo hizo. 

Adrien lo vio a los ojos y suspiró profundamente antes de tocarlo, sus movimientos fueron pausados como si disfrutara cada segundo. Su mirada seguía en él en sus expresiones, en saber si seguía o no con él.  Le ayudó a sacarse los pantalones también y lo abrazó contra él, estaban juntos en ello, él no lo sabía pero Adrien estaba dispuesto a morir por mantener a Marcellus a salvo. Nunca había sido bueno para expresar sus sentimientos, era un hombre demasiado destruido por la vida que había tenido que vivir, pero con él se sentía diferente, sentía que al menos una parte de él, la parte que le pertenecía a Marcellus no tenía que ser tan mala. 

Lo besó nuevamente como si no pudiera cansarse de sus labios contra él, luego acarició su entrepierna solo para asegurarse que estaba listo. Quería tenerlo esa noche y muchas otras más, lo que él le hacia sentir era muy diferente a los demás.

Se incorporó al momento que se abalanzó sobre él, sus manos sobre su piel buscando contacto, aferrarse al momento, haciendo la cabeza a un lado para darle espacio a morder su cuello, mientras se movía junto con Adrien para quitarse la camisa, clavando sus uñas en sus costados al sentirlo tocarle. Se entregó en aquel beso, dejando escapar un gemino de necesidad contra su labios, moviendo sus caderas contra su mano, queriendo más de ese contacto lento que parecía casi una tortura.
 
"A-Adrien…" jadeó en voz baja, mirándolo a los ojos, al borde de perder el control de sí mismo con cada caricia. Se mordió el labio, clavando sus uñas ligeramente en la piel de Adrien mientras lo trazaba, dejando ligeras marcas enrojecidas. Cerró los ojos con fuerza, su cuerpo parecía temblar en sus manos.
 
Se deshizo de su pantalón, hundiéndose en el abrazo con más euforia de la que esperaba expresar, sus uñas trazando la espalda del otro, besando su cuello y mordiendo su lóbulo, moviendo sus caderas contras las de él para aumentar la fricción entre ambos.
 
Enredó sus dedos entre su cabello, besando su mandíbula hasta reclamar sus labios de nuevo, conteniendo un gemino de placer al sentirlo acariciar su entrepierna. Lo miró a los ojos, albergando una feroz necesidad de entregársele.
 
"Quiero sentirte," le dijo entre dientes, besándolo con fuerza mientras con una mano bajaba hasta la suya, guiándolo en sus movimientos, pasándole un brazo alrededor del cuello, moviéndose hacia atrás y girando para hacerlo caer sobre la cama.
 
Se lamió los labios mientras observaba como Adrien estaba tan excitado como él y sonrió con una expresión lasciva. Se arrodilló en la cama, gateando lentamente hasta quedar sobre él para besarlo de nuevo mientras tomaba su miembro en su mano y lo rosaba contra el propio, sus dedos jugueteando entre acariciar desde la base hasta la punta, finalmente empuñando ambos en su mano. Se irguió apoyando una mano sobre la cama, quedando sobre su regazo, mirándolo fijamente a los ojos mientras se movía contra él a la vez que incitaba su miembro junto con el propio con movimientos prolongados.
 
Jadeó, cerrando los ojos cuando se sintió cerca, deteniéndose antes de llegar a ese punto, abrió los dedos, apoyando una mano sobre el pecho de Adrien, acariciando, tentándolo por unos momentos antes de dejar aquella mano quieta. Se sonrió, llevándose dos dedos de la otra mano a la boca sin dejar de verlo, pasando la lengua para cubrirlos de humedad, esperando un momento antes de hacerse hacia adelante, recostándose contra su pecho, ligeramente levantado para estirar su brazo hacia atrás.
 
"Quiero, ah… que…" aprovechando la posición, introdujo los dedos en sí mismo para abrirse, apretando la mandíbula, rondando los ojos hacia atrás antes de cerrarlos antes de relajarse con un profundo suspiro, repitió esto por un momento, hasta que se sintió listo.
 
Se dejó caer sobre él, abrazándolo para girarse en aquella superficie suave para que Adrien quedara sobre él, lo rodeó con sus piernas, levantando las caderas para darle espacio y a la vez guiándolo, levantado los brazos para tomar su rostro y besarlo de nuevo, mordiendo su labio inferir con más ímpetu de la necesaria, pasando su lengua sobre este después.
 
Se dejó caer contra la almohada, jadeando ligeramente, mirándolo con los ojos entrecerrados y el deseo haciéndolo sentir que ardería en llamas. 
 
"Hazlo," le exigió en un tono ronco, lleno de deseo, "Lléname, haz que sólo piense en ti, que no quede nada ni nadie más que tú, hazlo."
 
Estaba temblando, sentía que cualquier toque lo haría perder la cordura y así era como quería que pasar, a manos de Adrien.

Apretó los dientes al sentir las uñas de Marcellus clavarse en sus costados. Su piel se erizó con aquello y estuvo más listo que nunca para poseerlo, para dejarle una marca que jamás podría retirarse, aunque lo intentara. Reclamar sus labios como suyos fue una acción completamente deliberada; el sabor salino de su lengua tenía el poder de enviarlo a ese lugar seguro, a ese lugar donde solo Marcellus y él existían, en una comunión tan especial que incluso era perceptible para el ojo humano.

El tacto de sus yemas sobre su pecho, marcó la pauta para poder poseerlo, arrebatarle el aliento, la voz y el alma. Dejó que la sensación de las caricias lo llenara, cerrando los ojos para expandir el placer. El roce de su miembro con el propio lo estaba volviendo loco, necesitaba sentirlo, hacerle entender que no había persona en el mundo que sintiera más devoción que él.

Se movió conforme Marcellus lo hacía para tener más libertad de movimiento. Intercaló su lengua con la suya en aquel beso, demandando a recibirlo, a estar más que listo para el mayor extásis que pudo haber sentido en toda su existencia. Se llevó una mano a los labios para humedecer también sus dedos y los llevó hasta ese lugar que estaba casi listo para recibirlo dentro de Marcellus. Después de un par de movimientos, la fricción logró su cometido: calentar la carne y dejar el espacio pertinente para que su miembro lograra entrar en él.

Cuando Adrien creyó que estaba listo y sin previo aviso, dejó todo su peso caer en sus caderas para profanarlo con tanta fuerza, con tanta rabia que incluso a él mismo le dolió. Había una expresión fiera en sus ojos, parecía recordar viejos momentos y perderse en ellos pero la piel de Marcellus lo traía de vuelta a la realidad momento a momento.
Los embistes eran tan brutales, tan cargados de ardiente deseo que creyó haber pisado el cielo y el infierno en un momento. La velocidad de estos iba en aumento cada segundo recorrido del reloj. Con ambas manos sujetó sus caderas y lo adentró más a sí. Solo él podía hacerlo sentir tan pequeño, solo él tenía el derecho de reducirlo a cenizas si ese era su deseo, solo él.

Arqueó la espalda al sentir sus dedos, apretando los dientes en un inicio, enfocando su cuerpo en relajarse, preparase y sentir, centrándose en la forma en que Adrien le robaba el aliento, sobrecargaba sus sentidos y se adueñaba de su existencia, acentuado ese control con cada segundo que pasaba, convirtiéndolo en algo perpetuo donde no cabía duda alguna sobre la claridad de las cosas.

Aun sabiendo lo que venía y estando preparado para ello, la intensidad del primero movimiento, la forma tan vehemente y feroz en que Adrien se adentró en el le arrancó un grito en una mezcla de dolor y placer. Se retorció bajo su cuerpo, cerrando las manos en puño entre las sabanas, apretando la quijada en pos de controlar su voz a penas logrando que no le arrancara otro grito, jadeando con su respiración entre cortada.

Se perdió en esa expresión en sus ojos, la furia, brutalidad y deseo que albergaban unidos a sus acciones, comprendiendo que él era la causa. Él había puesto esa mirada en Adrien, ese sentir en sus movimientos y el sentimiento que incluso cargaba en sus silencios… se aferró a ese hecho, tomándolo como el ancla que tanto necesitaba para disipar la turbia tormenta en su interior.

En su euforia, las embestidas de Adrien encontraron el punto exacto dentro de él que lo hizo perder completamente el control, echando la cabeza hacia atrás con su boca entreabierta en un grito mudo, cerró los ojos con fuerza, un par de gotas de humedad rodaron por su rostro al hacerlo pero ni siquiera las notó.

Se perdió en aquellas sensaciones, sus sentidos abrumados por estar en aquella orilla entre el éxtasis y la tempestad. Abrió los ojos, mirándolo de nuevo, absorbiendo esa imagen que le excitaba y causaba conflicto a la vez, un miedo a lo que era y podía llegar ser, pero la realidad era que no podía vivir sin él, simplemente no podía hacerlo, lo amaba demasiado, había invertido su cordura en él y la había perdido, sin arrepentimiento alguno por ello.

Levantó una mano a tientas, estaba temblando, todo el sonido se había desvanecido, solo estaban ellos dos. Tocó su rostro con delicadeza, pero cuando dejo caer su mano dejó los trazos de sus uñas en su mejilla, quería decirle algo, lo que fuera, pero otro movimiento brutal de su parte ahogo sus palabras, a esto lo había reducido, mas allá del acto y el momento, era perfecto.

Durante mucho tiempo Adrien se había sentido como un ser dividido, como si la oscuridad que lo rodeaba poco a poco fuera ganando terreno en la parte noble que aun parecía tener, esa parte que estaba llena de astucia, de valor, esa parte que tenía un poco de amor para dar. Sin embargo al momento en que Marcellus había entrado nuevamente a su vida sentía que podría evitar que esa llama se apagara, que alguien sacaba lo bueno que aun existía en él. Claro que en momentos así era difícil observarse. La pasión que recorría su cuerpo lo cegaba y se convertía en esa criatura oscura, embistiendo con fuerza y apretando la piel de sus caderas, jadeando con los ojos cerrados al sentir lo estrecho dentro de él, el placer que lo dominaba y convertía en un salvaje.

Siempre era así después de haber asistido a los rituales en el sótano, había una bestia implacable en él que buscaba esa compensación carnal como si fuese una especie de tributo, lo besó con furia tomándolo por la nuca, levantándolo y tocando su sexo con la otra mano, mientras el movimiento seguía y la presión en su miembro estaba por estallar. No podía articular palabra alguna, solamente gemidos gruesos que parecían venir del fondo de su garganta.

Entonces sintió su miembro palpitar dentro de él y se detuvo de pronto explotando dentro de él, con el cuerpo tensado deshaciéndose en sus brazos, besándolo una ultima vez de manera fuerte y suspirando contra sus labios. Entonces salio de él y su cuerpo se tiró a su lado en la cama, con el brazo cubriéndole el rostro y aun respirando de manera agitada, todo había sido tan rápido, tan fugaz pero lo había vuelto a la vida.

Estaría mintiendo si decía que no disfrutaba de aquel lado de Adrien, esa pasión carnal que lo confinaba a gemidos y sonidos incoherentes, una vil mentira que no iba a articular. Lo abrazó al ser tomado por la nuca, haciendo ese furioso beso reciproco conforme se erguía con su apoyo, gimiendo contra sus labios por la forma tan intensa en que estaba recargando sus sentidos.    

Apretó la mandíbula, presionando su frente contra Adrien entre el espacio de su hombro y su cuello, conteniendo la respiración un momento antes de alcanzar el clímax en sus manos, estremeciéndose por completo, sintiéndole por un momento antes de que se detuviera al llegar a su propia culmine, besándolo y esta vez manteniendo los ojos abiertos porque quería ver la expresión en su rostro.

"Adoro verte así..." murmuro casi sin voz, cerrando los ojos al sentirlo en su cuerpo.

Se dejó caer en la cama, un sonido gutural escapo de su garganta cuando Adrien se movió pero permaneció  tendido donde estaba un momento, jadeando mientras recuperaba el aliento. Se estiró en la superficie, aun con la respiración irregular y hecho un desastre, pero se sentía bien de nuevo. Se incorporó contra el raspadlo, mirando a Adrien y luego a sí mismo, tenia marcas en el hombro, probablemente también en el cuello y bufó divertido al ver sus caderas.

Pasó los dedos por el cabello de Adrien, observándole con detenimiento, "Nunca voy a dejar de amarte," le dijo de la nada, "No puedo, ni quiero hacerlo…" le dijo en voz baja, trazando su rostro con las yemas de sus dedos, "Eres lo mejor mi sangre maldita me ha dado."

Desde aquella vez, años atrás, cuando levantó la vista y se encontró con esa mirada cruzando en la suya, algo en él sabía que no había vuelta atrás, finalmente le había pasado, lo había encontrado y aun cuando se apartaron nunca pudo olvidarlo, ahora entendía el porqué. Ambos estaban rotos, pero recordando aquellas palabras que el mismo Adrien le había dicho cuando descubrió lo que le había hecho aquella secta, quizá entre los dos podían formar algo a lo cual aferrarse.