Iniciación (+18)

Iniciación +18:

Laise tenía una pequeña obsesión por que todas las iniciaciones fueran de noche, entre más tarde mejor, sentía que solo así podría dejar salir a la verdadera  presidenta Epsilón Alpha Chi que llevaba adentro. Durante días había pensado en que barbaridad seria la ideal para que ambas pudieran cursar ya que no se iba a tentar el corazón con ninguna, si demostraban carácter después del rito de iniciación, ella misma se encargaría de que al día siguiente fueran tratadas como reinas. Justo en esa noche, había una gran y amplia luna llena en lo más alto del cielo oscuro y lleno de estrellas, era la noche perfecta para adentrar a las incautas aspirantes a las entrañas de la fraternidad y probar de que estaban hechas realmente.

Antes de que empezara todo aquello, como era su propia costumbre, les había invitado a cenar lo que más les gustase, ellas eran libres de elegir y Laise corría con todos los gastos, a la vieja usanza de la famosa cárcel Alcatraz, en donde se les cumplía su última voluntad a los reos antes de ser ejecutados, bueno pues, Laise sentía mas o menos que ese era su deber.  Ese día había dado el sí justamente a dos aspirantes; Svetlana I. V. Hiedler y Ciel Lafée, con esta última había jugado un poco pues cuando ella mostró interés en la fraternidad, Laise le había dicho que no era la presidenta de dicha hermandad, solo para ver hasta donde era capaz de llegar por ser una epsilón.

Eran exactamente las 9:00pm de la noche de un viernes frío y lleno de viento. Previniendo cualquier interrupción, Laise había pedido que la bañera que sería utilizada para esa noche la pusieran justamente en sala de convivencia, clamó discreción para quienes le habían ayudado a llevar la pesada bañera. Dicha tina de baño estaba absolutamente llena de agua, que habían mantenido a -10ºC a base de glacius constantes para que la piel fuera mucho más sensible a los cambios de clima y los músculos se tensarán y no resistieran la electricidad.

La presidenta estaba sentada en su silla, una rústica y preciosa silla estilo Luis XV que era por demás lucidora. Se cruzó de piernas y espero a que ambas chicas llegaran, lucía una capa con encaje negro en tono púrpura intenso y una máscara simulaba ser el pico de un ave, no se le veía el rostro, solo sus ojos grises que parecían estar hambrientos de inocencia y decoro. Con cada iniciación que hacía, el ego de la alemana se acrecentaba cada vez más, era su ambición de poder lo que hacía que se considerara, quizá solo por esa noche, ser un ama considerada y benevolente pues veía a las chicas como a smples animales; perras que estaban ahí exclusivamente para obedecer.

La música se convertía en su mejor amiga estando a solas, Svetlana sentía que todas aquellas notas, el sonido de cada diferente instrumento y su alma se fundían en uno, cuando su música sonaba nada más existía. Er temprano aun, la cita en la “guarida” de las Epsilon no era sino hasta una hora más tarde, hacia frio y una humeante taza se encontraba en su escritorio, al lado de su tarea que recién terminaba, no sabía cuánto podía durar la iniciación, ni siquiera sabía que prueba enfrentaría pero suponía que sería algo difícil, sobre todo porque los rumores decían que entrar a una fraternidad –sobre todo a esa- no era algo ni sencillo ni gratificante, muchas chicas habían echado a correr antes de siquiera tener enfrente a la presidenta de las Epsilon. Ion detuvo la pluma por un instante, pensando en las posibilidades, calculando los riesgos, sopesando a lo que podría tener que renunciar por el tiempo que durase la iniciación; Las cuentas no daban muchas respuestas agradables, era posible tanto dejar de lado un poco de dinero como llegar al extremo de que lo que se deje de lado sea el mismo orgullo.
 
Su mirada se quedó fija en la pared, sentía que ese sería más que un día de entrar a una fraternidad o no, su curiosidad competía con su lógica del riesgo, el gato no se quedó sentado cuando tuvo la oportunidad de saber la verdad…. Y ella tampoco huiría, la curiosidad era feroz, además era una Hiedler, su padre paso por algo parecido y jamás le había escuchado quejarse de una vana iniciación. Termino los deberes en punto de las ocho de la noche, saco el atuendo que preparo para la ocasión, un vestido negro hasta las rodillas que se sostenía a sus hombros con cinco finos tirantes a cada lado, unas botas a media pantorrilla de taco bajo, se ató el cabello en una coleta alta un vistazo a su reflejo y salió confiada de ser la mejor de las aspirantes y –casi segura- de ser la única que pasase la prueba, claro que no tenía idea de lo que la esperaba.
Avanzaba con la confianza y convicción de quien ha ganado algo importante, no tenía por qué temer sabía que el control estaba en sus manos en todo momento sin importar lo que le pidieran hacer, ella controlaba su curso, era ella no las Epsilon, no la presidenta de dicha fraternidad, ni siquiera una prueba –Svetlana, Svetlana, Svetlana- repetía su nombre mentalmente cual conjuro, ella se decía algo que creía con frecuencia –Ya decidiste que lo quieres Ion, eso es igual a considerarlo tuyo- y su rostro se mantuvo sin emoción alguna, no tenía una sonrisa, no tenía la mueca de los nervios, ni siquiera miedo, no los sentía, no los necesitaba, se le abrió paso a la fraternidad, se la guio hasta la sala de estar, allí yacía una chica sentada en una silla que bien podría pasar por el “trono” de un duque de la era medieval.
 
Buenas noches

Saludo con toda educación inclinando la cabeza por un segundo, rápidamente escaneo la habitación, disimuladamente, no estaba segura de que hubiese otras aspirantes y no le importaba, fijo su mirar en aquellos ojos grises y espero mientras se preguntaba ¿Cómo serían utilizados aquellos objetos ?

Eran las 7:00 pm y me sentía sola, no podía contarle a Lucca que ese día sería mi iniciación o trataría de disuadirme, así que sin compañía, sopesaba las infinitas posibilidades y los riesgos que corría.

Vestida y completamente arreglada mucho antes de tiempo me senté en una banca del jardín del campus a leer un libro, saqué de mi pequeño bolso hechizado con un conjuro expansor un libro de Baudelaire que leía tratando de mantener la calma.

Puse mi pluma en medio del libro separando la página en la que me había quedado y poniendo el libro sobre mi regazo suspiré.

-¿Qué puede pasarme?- pensé -Solo es una iniciación, no creo morir en el intento, no serian capaces: ¿Ó si?-

Me levante al diez para las 9 al fin de la banca, había caído la noche y se estaba poniendo frío, el tiempo había pasado en un respiro, así que, aun con diez minutos de ventaja, partí a la guarida de las Epsilon.

-Buenas noches- Dije al ingresar, el lugar tenía un aire abrumador que me llenaba de inquietud e incertidumbre, no observé demasiado a mi alrededor, no tenía curiosidad de saber quien más estaba, como iban vestidas ni tenía interés en la decoración. Al llegar y saludar inmediatamente miré a la presidenta en su hermosa silla, su mirada no tenía piedad y sentí como me desnudaba.  Solo acerté en mirarla a los ojos y sonreír bajando un poco la cabeza y cerrando los ojos un instante como un saludo a lo lejos.

Mi atuendo

Se sentía algo así como una emperatriz o alguien de la realeza. Realmente le gustaba la vista desde la perspectiva de esa bella y antigua silla, el como la veían las demás hermanas, agachando la cabeza y asintiendo sin chistar, con respeto y a veces con temor, era una sensación de poder, uno que la dominaba cada que había noche de iniciaciones. Últimamente había muchísimas dudas sobre lo que Laise hacia o como se comportaba, debido a que algunas personas la vieron salir con Thomas en un par de ocasiones, la tachaban de loca y que estaba perdiendo el estilo.

En otro tiempo las hubiera mandado a silenciar de la forma que sea, entre más vergonzosa mejor pero no, no les iba a dar el gusto de darles la razón y pensó que la mejor forma de hacerles entender quien mandaba ahí era demostrandoles que por algo ella era la presidenta Epsilon Alpha Chi.

Desde su silla, Laise observaba con suma cautela los movimientos de sus hermanas, en completo silencio iban trayendo poco a poco las herramientas que había pedido con antelación para dar inicio al ritual. Ella estaba inamovible, descansando los brazos en los apoyos laterales de este, mirando fijamente como llegan las chicas. Al escucharlas llegar, solo asintió con la cabeza, para corresponder el saludo y se levantó lentamente y se plantó entre las dos sillas sin fondo que estaban frente a ella.

-Desvistánse...- su voz era implacable pero tranquila y afable. Le hizo una señal a una chica para que le ayudara con sus ropas, estas las acomodarían en una mesita conjunta, todas en grupo para que no se perdiera nada. No aceptaría que se pusieran a resongar, un lloriqueo y estaban fuera así de simple y así de sencillo.

No me sorprendió en absoluto la petición de Laise, sabía que esto era una iniciación y no me iba a detener el estar desnuda.

De hecho, al ser una semiveela era lógico que estuviera cómoda con mi cuerpo, me sentía especialmente hermosa ese día. Llevaba bonita lencería negra y nunca me había incomodado mi figura, por el contrario, me resultaba muy agradable la sensación de libertad que supone la desnudez.

Le pedí ayuda con el zipper a la chica que se encontraba junto a nosotras, bajé lentamente y con calma mi vestido, no había prisa. Sin temor alguno me despojé de él acercándolo a la mesa. 

Me sentía sensual en lencería, además la luz daba una sensación de ritual que me resultaba sensual, desabroché mi sostén y lo retiré por completo dejando mi pecho al natural, sabía a ciencia cierta que mis senos eran hermosos así que hasta con un poco de altivez los mostré, el frío que hacía  erizaba mi piel y los pezones, les daba un poco de rubor rosado.

Deslicé la panty y después me quité los zapatos, quedé sin ninguna prenda ni accesorio al poco tiempo y sin cubrirme nada con las manos sostuve mi postura esperando la próxima orden.

Así me veo desnuda

-Decían, decían- Un juego que le gustaba bastante a Svetlana, se decía que la presidenta de las Épsilon era cruel, sin importar que presidenta fuera la descripción era la misma al momento de cuestionar por las iniciaciones, la fraternidad tenía su reputación al respecto. Svetlana por su parte no se interesaba en lo que se decía. Aunque ahora deseaba considerar todas las posibilidades después de escuchar la orden de la enmascarada presidenta ¿Qué tenía que esconder alguien en su posición? Conocía a Laise y nunca pensó que sería más fácil entrar gracias a eso, al contrario en momentos sopeso la idea de que fuese eso precisamente lo que le hiciese más difícil la entrada pero desnudarse no pareció peligroso en ningún aspecto.
 
Comenzó por quitarse las botas, luego deslizo el zipper lateral de su vestido y una chica la ayudo a sacárselo, finalmente se deshizo de su lencería tinta con encajes negros, digamos que estar desnuda frente a extraños ya no era un motivo de pena, además que sabía que al resto les parecía hermoso su cuerpo y esto sin jactarse de ser descendiente de seres “bellos por química” como solía pensar ella de las veelas.
 

Coloco su ropa junto a la de la otra chica y se volvió a su lugar sin mirar a nadie, a lo mucho se puso algo más atenta a la presidenta, una prueba simplemente.

La noche transcurría bien, las chicas ya había llegado y acatado sus ordenes al pie de la letra sin decir palabra alguna. La primera fase estaba hecha, faltaba la más difícil y por supuesto más divertida. La presidenta giró su cabeza hacia ambos lados y alzó los brazos, en señal de bienvenida para las nuevas postulantes de la noche. De no ser por la máscara que llevaba puesta, podrían ver una amplia sonrisa en su rostro, sus ojos denotaban una alegría que podía incluso hasta contagiarse, pero no, su voz era calma y llena de aplomo.

- Métanse en la bañera, una frente a otra…

Chasqueó los dedos y de inmediato, dos hermanas Épsilon salieron de las sombras ataviadas con una capa en tonos lilas y el rostro descubierto. Ellas serían las personas encargadas de ayudarles a darse “el baño”.  Laise alzó la mano, apuntando a otra hermana y rápidamente caminó hacia atrás y en menos de un segundo llevaba una mesita de desayuno con ese transgiversado invento de la alemana, en el centro y cubriéndolo con una charola. La mesa también llevaba dos botellas de lubricante, una por cada participante, y un par de bowls de cristal de tamaño mediano, junto con un reloj de arena que estaba hecho especialmente para marcar dos horas.


La higiene estaba primero, no quería que dijeran que su presidenta no tenía ninguna clase de consideración con ellas, realmente no la tenía, pero al menos debía fingir que sí, así que mandó a colocar los bowls de cristal debajo de casa silla, para que lo que saliera de ambas no ensuciara la alfombra turca que lucía como decoración. Volvió a su silla y se sentó como si fuese una estatua, puso sus brazos en los soportes y solo se dignó a ver como las chicas caminaban frente a ella meterse en la bañera.

No dije nada solo hice lo que tenía que hacer, caminé hacia la bañera, seguramente estaría helada o hechizada, debo confesar que me dio un poco de miedo, lo mas extraño fue la mesita que nos acercaron, ¿Para que necesitaba esas cosas?.

Total, solo es una prueba, no me echaré para atrás, si otras pueden por qué yo no. Jamás fui una persona temerosa y muy por el contrario siempre luché por mis intereses. 

Metí un pie en la bañera, si, estaba helada, es más, helada es un bonito eufemismo para lo espantosamente fría que estaba, en mi mente dije todas las obscenidades que conocía y entré rápido para aclimatarme mejor. El agua quemaba debido a su temperatura, además se sentía como si pequeñas agujas me picaran por todo el cuerpo y los dedos de mis pies se pusieron morados. 

Temblaba toda con mucha fuerza, mis labios también vibraban y la respiración era muy difícil.


-Cuestión de mentalizarse- Pensé. Entonces cerré los ojos y comencé a meditar con tal de evadir un poco la horrible sensación. Esto no podía ser tan malo, es decir...El agua se irá calentando poco a poco con la temperatura de mi cuerpo, cuando se igualen seré feliz y olvidaré esto para siempre.

¿Había que decir algo? Solo era obedecer así que sin muecas de disgusto ni nada por el estilo, me encamine junto a la rubia que hacia la iniciación esa noche conmigo. El agua estaba lo que le sigue de helada, bien podría darnos una hipotermia pero entendía el aspecto de entrar juntas mantendría el calor necesario para que nada grave sucediese.
Queriendo alejar la horrenda sensación del frio contra mi piel me sumergí rápidamente, al mal paso darle prisa, nunca tolere el frio en ningún extremo y esto era como si literalmente me metiese en un congelador, los dientes comenzaron a castañearme aun a pesar de que luchaba por mantener la quijada fija, tensa. La chica frente a mi parecía querer concentrarse en otra cosa y mi mente imaginaba que el agua de pronto bullía y nos cocinaba, pero no era posible así que…. Cerré los ojos apreté los puños – a pesar de no sentirlos- y recordé las clases, el agua cambiaba su temperatura si se administraba un factor externo así que… no tardaría en adormecer nuestros cuerpos y dar la sensación de entumecimiento.

Asentí a lo que la chica dijo casi inconscientemente.