A través del cristal

Realmente había pensado que no iba a volver a ese lugar jamás. 

Todo había comenzado como una molestia en la boca del estómago, como una migraña que se negaba a abandonarla, con una punzada en la espalda que aparecía cuando menos oportuno le era. Estrés, se decía a sí misma. Por estar por terminar la carrera, por asumir la responsabilidad de liderar cuando nadie tenía fé, por tener mil y un líos internos con los que lidiar. Fatiga, cansancio, náuseas incómodas y gramos menos en la báscula. Ojeras más profundas, falta de voluntad para salir de la cama...

Cuando el doctor le había dado la noticia, ella había desconectado por completo. 

No había manera de que fuera verdad. 

No dijo nada. A nadie. Ni a Thomas, ni a Zlatan, ni a Bettina. Un día tomó sus cosas, empacó, y se fue. 

De vuelta a casa, porque era lo único que conocía, y el único lugar donde se sentía a salvo. Porque estaba aterrorizada y no tenía idea de qué hacer ahora. Miedo como nunca antes había sentido, miedo porque por primera vez se quedaba sin respuestas, y porque esta vez no importaba que tan lista se sintiera o que tan fiera se intentara mostrar, no había manera de salir entera. 

Así que esperó a que lo inesperable llegara. Y cada día fue peor que el anterior. Cada vez más frágil, cada vez menos como lo que había sido y más como un ente completamente dependiente de los demás que necesitaba ayuda incluso para levantarse de la cama y sostenerse sobre sus propias piernas. 

Pensó que no lo lograría, y en verdad que no puede llegar a ocurrírsele una situación peor. Día tras día recostada sobre su espalda casi inmóvil, mirando a la nada, repasando sus decisiones. Que debió haber hecho, donde debió haberse detenido, que tuvo que haber cambiado, de qué se arrepentía, que volvería a hacer. 

La medicina había hecho todo lo que podía. Así que ahora ponía toda su esperanza en la magia...

De ahí que no hubiera fuerza humana o sobrenatural que fuera a apartarla de donde estaba, frente a ese cristal entre corredor y sala frente a ella. 

Era diminuta, pequeñísima, y cada vez que la cargaba le daba pavor porque sentía como se le escurría de los dedos. No tenía cabello aún ni tampoco había abierto los ojos, pero su piel era blanca, tanto que nadie podría relacionarlas a ambas a primera vista. No recordaba gran cosa de su nacimiento, salvo que no había podido ni verla, pero lo que tenía bien presente era esa urgencia casi animal por escucharla, aunque fuera un poco, aunque fuera breve. Y por ello se odiaba. 

Gruñó algo entre dientes y se llevó los dedos a las sienes. Las migrañas eran algo que no cedían aún, y se le veía enfermiza. Aún así poco a poco iba recuperándose. No podía decir lo mismo aún de la diminuta criatura envuelta en sábanas rosas del hospital.

... no volvería ni a oler una botella de alcohol en su vida.

Resultaba que Amanda Lanix había tenido un bebé. Un niño. La chica nunca había sido santa de su devoción, de niñas había sido un estorbo chillón que no la dejaba jugar quodpot y en los últimos tiempos…pues simplemente le seguía pareciendo tonta, pero se conocían desde que Mina tenía memoria, habían ido juntas a Salem y todos los Schweinsteiger la apreciaban a ella y a sus padres bastante.
 
El asunto de los rumores esparcidos en ese panfleto incendiario no había hecho que Amanda pensara dos veces en pedirle a ella y a Werther que fueran a conocer al bebé, y de hecho Werther se veía más animado solamente porque siempre había sido más paciente con la chica. El papá, además, era un reconocido ex Alpha Nu Epsilon que ahora se dedicaba a las bienes raíces (mágicas) y que también había sido amigo de ambos durante un tiempo considerable. Había sido él quien propuso la idea de ir a ver al bebé a través del cristal porque faltaba tiempo para que se lo llevaran de vuelta a Amanda, o alguna cosa así que Mina no comprendió –¿como por qué el bebé no iba a estar todo el tiempo con su mamá y tal? – pero de todos modos aceptó ir. Werther se quedó con Amanda y Mina fue con el feliz padre.
 
-Oh no, yo no pienso tener hijos al menos dentro de unos buenos años.
 
No se imaginaba a Jesse de padre, en primer lugar.  Y a ella de madre, tampoco. Cuando había cuidado con Harley a su primita había sido muy bonito, pero no estaba segura de estar lista para algo más grande que unos cuantos días.
 
-Mira, es el segundo de la primera línea, pero lo reconocerás de inmediato porque es el más guapo de todos…
 
Mina ni siquiera le pudo hacer caso a la perorata de “blablabla” que el orgulloso padre soltó, estaba demasiado ocupada mirando a Julisa Chee, porque sí, se veía demacradísima pero era fácil reconocerla de todos modos. Parecía que había regresado de un infierno.
 
-¿Julisa? ¿Tú qué haces aquí? Luces horrible.
 
Hizo un mohín, de esos de infame que le salían tan bien y luego se volteó con una sonrisa hacia su acompañante. Ni se esperó a que la chica le contestara.
 
-Ay, perdón. Es que es de la universidad y…awww ¿ese es tu bebé? ¡qué lindo!
 
Ahora sí le puso atención al bebé preciso, pero justo cuando hizo eso, cayó en la cuenta de que era muy raro que Julisa estuviera precisamente en ese lugar. No podía ser, ¿no? Que alguno de esos fuera suyo o algo así.
 
-Oh no, espera…no me digas que tú también vienes a contemplar a tu criatura.
 

Volvió a dirigirse de nuevo a Julisa. Y no, no tenía ni medio tono de consideración, discreción o amabilidad en ninguna de sus palabras, ni que se lo merecería.Parecía más bien burlarse, porque en realidad ni ella misma acababa de aceptar esa disparatada teoría como cierta.


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ropa del amor

Obviamente no era la única persona que andaba por los alrededores tratándose de una de las áreas más concurridas del Hospital. Simplemente guardaba silencio, se retiraba un poco cuando había demasiado movimiento, pero nunca se apartaba del todo. Dejaba que la gente hiciera lo que quisiera, se riera y se felicitara y tomara fotografías, ella simplemente estaba ahí, al pendiente, porque al no tener nada realmente en su control como para poder mejorar el panorama, lo único que podía hacer era vigilar. Ni siquiera tenía a nadie acompañándola, ni a su abuelo o su madre - que vaya que había tenido un par de cosas que decir al respecto de lo que había pasado. 

Así que cuando escuchaba que alguien le llamaba por su nombre tardó en reaccionar. Por un lado, porque resultaba demasiado inverosímil. Sí, se encontraba en uno de los hospitales más reconocidos del país pero lo común no era ir por ahí topándote con conocidos por cada esquina. 

A decir verdad, si había una persona a quien le aterrorizaría encontrarse en el Hospital sería... bueno, Adrien, quién más. 

Al mismo tiempo estaba un tanto ausente. Demasiadas cosas en la cabeza y muy poco sueño a cuestas como para estar alerta al 100%. Primero volteó de reojo y creyó reconocer a Wilhelmina, a quien no había visto desde... uff. La chica no había cambiado ni un poco, si acaso sus facciones le parecían un tanto más afiladas, ligeramente más adultas. Tampoco prestó demasiada atención a lo que decía ni a quien venía acompañando. Lo dicho, era una zona con bastante movimiento.

No, no sentía envidia de los papás que venían a ver a sus bebés sanos. Sentía una tremenda culpa. Si no hubiera hecho de su vida un cochino papalote y no se hubiera metido cuanta cosa le pasara por enfrente - literal y metafóricamente hablando - no estaría ahora mismo ahí. 

- Pues sí, de hecho. - Respondió escueta y anodina. No iba a entrar en detalles, mucho menos con ella, pero tampoco iba a negar nada. No podría. Hacerse la que estaba ahí por casualidad sería peor. 

¿Que si le preocupaba que la gente en la universidad se enterara? Sí. Muchísimo. No por nada había pedido a Thomas jurar secretismo e inventar cualquier excusa, pero honestamente, dudaba mucho regresar a la Universidad ahora. 

- Felicidades y eso. - Dijo con el mismo tono al nuevo papá que venía a presumir de retoño. ¿Incómodo? Y qué. No fue ella la que abrió la boca, pudieron haberse ignorado mutuamente muy en paz.

Tenía que admitirlo. Se había quedado medio boquiabierta mientras Julisa admitía que había tenido un hijo. Aunque claro, eso explicaba su desaparición de la universidad. Y seguramente esa había sido la verdadera razón por la que Thomas le había pedido todo ese dinero prestado, tener una criatura no era fácil.
 
Ardió en furia por dentro de pensar que técnicamente –porque el dinero no le había sido devuelto aún, según los términos del “contrato”- le había pagado cosas a esa perra del mal. Apenas viera de frente a ese navajo del infierno le iba a decir un par de cosas, por no hablar de exigirle que le devolviera el dinero inmediatamente. Ella no iba a ser patrocinadora de ningún bebé de esa perdida. Claro, estaba sacando conclusiones precipitadas pero ¿cómo no hacerlo?.
 
El papá nuevo miró a Mina después de la felicitación, como esperando alguna señal para saber cómo debía reaccionar a ella, al fin y al cabo, seguía siendo Alpha de corazón, ese que buscaba la aprobación de todos. Mina no dijo nada, seguía en shock, así que lo único que el tipo respondió fue un ”eeeeh gracias, a ti igual” aunque no sonó nada convencido.
 
Aquél era uno de esos momentos en los que uno podía decidir ser buena persona y dejar pasar el río, o ser una desgraciada rencorosa y hacer leña del árbol caído. Desafortunadamente, no tenía tan buen corazón como para la primera cosa.  
 
-¿Y cuál es el tuyo?
 
Le preguntó como queriendo hacer charla casual, aunque era obvio que sus intenciones no eran precisamente ser amable.
 
-¿Sabes quién es el padre? ¡Oh ya entiendo todo ahora…!
 
Pues no, no entendía nada, pero ahora le hacían sentido otras cosas, por ejemplo, que Zlatan hubiera ido corriendo a los brazos de Madison. Quizá por deshacerse de la responsabilidad o quizá porque Julisa, como la zorra que era, le había dicho tal cuál que no sabía quién era el afortunado ganador de ese divino tesoro. En su cabeza había toda una telenovela, y moría por contársela a Violet y a Madison.

Esperar a que algo ocurriera que alejara a Mina de ahí era mucho desear, ¿cierto? Casi que prefería que comenzaran a llegar más personas a conocer al bebé que aquellos dos venían, porque así tendría cualquier otra cosa en que entretenerse y ser la damita esa de sociedad popular que se suponía se había ido convirtiendo a lo largo del semestre pasado o algo así fue lo último que se enteró. Pero no, eso no iba a ocurrir. 

Le ignoró, porque no tenía ninguna intención de ponerse a darle detalles de su vida, porque encontraba su cercanía molesta y sobre todo, porque una enfermera de túnica blanca se acercaba hacia la cuna de su niña, revisaba el expediente colgado en la tablilla y se la llevaba rodando lejos de ahí. Contuvo la respiración un instante y toda ella se tensó. No sabía a donde la llevaban pero sería a hacerle más pruebas o empezar con un medicamento o cualquier cosa que pudieran hacer para ayudarla, que a fin de cuentas por eso estaba ahí. Fuera como fuera, no podía evitar el volverse terriblemente ansiosa si no la tenía dentro de su campo visual, así que siguió a la enfermera paso a paso hasta que ya no había como seguirle el rastro.

Ni caso le hizo Miss BK, que con su sola reacción ya quedaba más que claro. Su rostro se torció en una mueca de desagrado. No, no sabía quién era el padre. Podía ser Zlatan, podría ser Adrien, podría ser el chico de aquella fiesta en la playa de unas semanas antes o hija del Espíritu Santo para todo efecto, y qué, poco importaba. 

No estaba en sus planes hablar pronto con ninguno de los dos. Sabía que se había portado mal con Zlatan, pero había entrado completamente en pánico. ¿O peor? ¿Si era de Adrien qué se suponía que hiciera? No necesitaba de un "padre" ni de nadie que se hiciera responsable ni que diera apellidos. Lo que necesitaba era que la bebita se pusiera bien, y que alguien le dijera exactamente a dónde se la llevaban. 

A nada, a nada estuvo de responderle "de Jesse", aunque a Crawford ni lo veía desde hacía meses, solamente por joderla de la misma manera que ella estaba buscando joderla con sus preguntitas, y es que su primer instinto era el de pegarle la arrastrada de su vida, pero si cedía a ello la iban a sacar del Hospital y eso era lo último que quería. 

- ¿Y si  te concentras en el bebecito bonito de tu amigo,eh?... Enfermera, ¡enfermera! ¿A dónde se la llevan? - Tono cansino para Mina, de total urgencia para la mujer que venía saliendo por la puerta de los cuneros, ¿¿qué no se suponía que debían de informarle de todo lo que le hicieran??

No sabía si su amigo ex Alpha estaba ablandándose porque parecía conmovido por la preocupación de Julisa y le dio un empujoncito ligero a Mina como para llamar su atención.
 
-Oh no seas llorón. Esa es una de la larga lista de cualesquiera con las que Jesse me puso el cuerno, ¿te acuerdas? Y honestamente tiene pésima fama en la universidad. De hecho solo por ella le dije que se fuera a hacer exámenes o algo, no me fuera a contagiar algo por andarse metiendo en esa cloaca.
 
No, eso no lo dijo en voz alta para que Julisa la escuchara, además ya no estaba lo suficientemente cerca, fue asunto de contarle rápidamente a su amigo lo que estaba pasando y por qué estaba siendo tan poco amigable con la chica que aparentemente estaba tan preocupada por la vida. Fingió un escalofrío y negó con la cabeza.
 
Y no, no estaba conmovida por el tonito de llorera que le ponía a la enfermera que salía con la diminuta bebé. No le sorprendía que la criaturita fuera un fideíto, con la vida que llevaba Julisa más bien le hubiera sorprendido que no lo fuera. Siguió a la navajo con la mirada, ceja arqueada y brazos cruzados.
 
-Si hubiera sabido que la pequeña fortuna que me pidió tu hermano era para cubrir los gastos de tu desgracia, lo hubiera dejado que se endeudara mejor con Snyder.
 
Eso sí lo dijo en voz lo suficientemente alta, pero ya le daba lo mismo si Julisa la escuchaba o no, o fingía que no lo hacía. Dicho y hecho, primera cosa regresando a la universidad: jalarle sus cabellitos navajo a Thomas Chee exigiéndole de vuelta su dinero. Puso los ojos en blanco y ahora sí, se giró hacia su amigo.
 
-Perdóname, es que de verdad no puedo con esto, me sobrepasa. Pero tu bebé sí que es precioso, en serio. ¿Ya tiene nombre?
 

Dejó de seguir a la navajo con la mirada, pero estaba muriendo por poder sacar el móvil y escribirle un mensaje a Madison ASAP.