Raindrops II- Jordan- [Privado]
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Raindrops II- Jordan- [Privado]
Después de su encuentro con Jordan, las semanas siguientes fueron una infernal eternidad para el animago. Quería verla. De nuevo. Volver a poseerla de la misma forma, utilizarla como catarsis para todo lo que llevaba a cuestas. Sí, era injusto para Jordan que Lucian la pensara así, pero necesitaba de una manera u otra sentirse de nuevo completo. Desde la a subasta y todo lo que ocurrió después habían llevado al animago a un punto de desesperación y frustración tal que, sino se follaba a Jordan en ese momento era capaz de agarrar al primer imbécil que pasaba por ahí para deshacerle la cara a golpes, en el mejor de los caso...
Tenía la frente perlada en sudor. El calor cada vez era mucho más incómodo y difícil de soportar. No importaba cuánto tiempo tenía viviendo ahí, el clima siempre sería sumamente complicado de aceptar y por ende de acostumbrarse. Salió caminando hecho una furia de su habitación, tanto que azotó la fuerte tan fuerte que sus figurillas de acción cayeron al suelo. Llevaba la mirada fiera, con ese tono azul que le daba la ropa del mismo color, dándole una apariencia de duro y áspero iceberg. Llegó a la fraternidad Delta y afortunadamente no había nadie en los pasillos que pudiera verlo entrar, de todas formas no le importaba mucho que supieran que estaba liado con Jordan.
Subió las escaleras lo más rápido que le dieron las piernas y trotó a pasos largos hasta la puerta de la habitación de la chica. Tomó la perilla y la giró para abrirla puerta. La vio sentada en su escritorio leyendo en la silla. De igual manera azotó la puerta y corrió hasta ella para voltear la silla y hacer que su frente estuviera a centímetros de la propia.
-No estoy dispuesto a seguir con tus estúpidas condiciones, Jordan Mayer.- Su voz era fuerte, gruesa y hablaba a decibeles bastante altos, sin llegar a los gritos. Solo se estaba imponiendo ante ella, quería tener la libertad de cogérsela sin que nadie tuviera que decirles nada. No para presumirla, sino por que sentía que se estaba ahogando con la soga del secreto, de la verguenza, de lo prohibido.
Tenía la frente perlada en sudor. El calor cada vez era mucho más incómodo y difícil de soportar. No importaba cuánto tiempo tenía viviendo ahí, el clima siempre sería sumamente complicado de aceptar y por ende de acostumbrarse. Salió caminando hecho una furia de su habitación, tanto que azotó la fuerte tan fuerte que sus figurillas de acción cayeron al suelo. Llevaba la mirada fiera, con ese tono azul que le daba la ropa del mismo color, dándole una apariencia de duro y áspero iceberg. Llegó a la fraternidad Delta y afortunadamente no había nadie en los pasillos que pudiera verlo entrar, de todas formas no le importaba mucho que supieran que estaba liado con Jordan.
Subió las escaleras lo más rápido que le dieron las piernas y trotó a pasos largos hasta la puerta de la habitación de la chica. Tomó la perilla y la giró para abrirla puerta. La vio sentada en su escritorio leyendo en la silla. De igual manera azotó la puerta y corrió hasta ella para voltear la silla y hacer que su frente estuviera a centímetros de la propia.
-No estoy dispuesto a seguir con tus estúpidas condiciones, Jordan Mayer.- Su voz era fuerte, gruesa y hablaba a decibeles bastante altos, sin llegar a los gritos. Solo se estaba imponiendo ante ella, quería tener la libertad de cogérsela sin que nadie tuviera que decirles nada. No para presumirla, sino por que sentía que se estaba ahogando con la soga del secreto, de la verguenza, de lo prohibido.
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Tenía la cabeza hecha un desmadre. No sabía qué tenía con Anne, ni con Clive, ni con Lucian. En la subasta se había visto alejada de la primera por las cabecillas de Epsilon para volver con ella muy al final del evento, y luego estaba lo acontecido entre ellas con Isaac y lo de Disney. ¿Se estaba volviendo lesbiana? No creía. Era ligeramente bisexual, tendía a creer que las limitaciones del sexo eran una cosa de neandertales y vivía la libertad de su cuerpo sin medir consecuencias, como la satisfacción provocada por tocar a Anne de ciertas formas. Con Clive las cosas iban de mal en peor. Aún seguía saliendo con la Theta esa que no podía ver ni en pintura y ahora se hablaban ellos más bien poco porque él empezaba a sospechar que en Jordan afloraban ciertos sentimientos medio extraños hacia él. Y con Lucian ni hablar. Estaba demasiado consciente de la reputación con la que cargaban los de su fraternidad. Eran rebeldes, unos parias, revoltosos y, por ende para todas las otras comunidades, una especie de peligro. Y claro, quien conociera a Jordan podían preguntarse ¿qué tipo de peligro podría presentar una tipa como ella? A lo mucho aventaría petardos a las salas comunes de las fraternidades de riquillos, o les inundaría las habitaciones a otras rompiendo las tuberías. Pero muy en el fondo se creía muy bien el movimiento en el que participaba. Involucrarse abiertamente con Lucian era ponerlo en los focos de sus compañeros y de las demás fraternidades. Simplemente no quería eso para él, no después de esa noche de lluvia.
Quizá para olvidarse un poco de la confusión en su sesera, tendía a enfrascarse en largas lecturas de diversa literatura. A veces eran compendios complejos de dragonología, otras veces eran novelas muggles clásicas, y otras eran comics y novelas gráficas. Justo en ese momento no preparaba nada académico en su habitación, después de todo las clases ni empezaban. Así que había sacado de un baúl, el TP de Batman Hush, que leía ávida con los audífonos puestos mientras escuchaba Black Widow de Iggy Azalea y Rita Ora. Tenía el ómnibus encima de la mesa de estudio y leía pausadamente, concentrándose en la historia y en las ilustraciones. Llevaba el cabello sujeto en una cola alta, descuidada y hecha con rapidez. Y su ropa era la imagen del rélax: una camisa desgastada con la imagen de Karl Laggerfield en blanco y negro estampada justo en el centro, leggins negros y calcetines, porque no quería salir, no pensaba salir y, de hacerlo, seguramente sólo se pondría unas botas militares y se largaría de ahí así.
Dio un bostezo antes de pasar la página, cuando de repente escuchó a su espalda el azotón de su puerta. “Pero qué demo…” pensó mientras se quitaba los auriculares y volteaba. Fue demasiado lenta. Cuando menos lo pensó, ya tenía a Lucian volteándole la silla para tenerla de frente. Jordan apenas alcanzó a agarrarse al filo del asiento para no darse un madrazo directo de boca en el suelo. La decisión en su mirada y la seriedad con la que dirigía a ella, la puso tensa. Jordan miró hacia la puerta, que había dejado abierta y pensó que realmente a él le importaba un bledo los esfuerzos que ella hiciera por dejarlo fuera de todo, pero claro, cómo iba a saberlo él si ella no le decía nada. Se calmó un poco porque la violencia de su aparición le medio aceleró el corazón. Ya más calmada, se apretó los labios con ambos índices y lo miró.
— No estás dispuesto a seguir con mis estúpidas condiciones…. Uhum… — se soltó la boca — ¿Y para venir a decirme eso tenías que entrar como un jodido energúmeno, Lucian? Hay gente afuera ¿sabes? — “qué pinche desconsideración la tuya” quiso agregar, pero no, se contuvo.
Dadas las palabras que Lucian le había dirigido, estaba claro que necesitaban privacidad. Sacó la varita a tientas, del filo de su pantalón y con un movimiento, cerró la puerta. Lo empujó suavemente para poderse parar del asiento, buscó sus cigarrillos en la cómoda de su cama, empezó a fumar y luego continuó la conversación.
— Yo pensé que después de lo… — carraspeó la garganta y evitó acordarse, dio un respingo y se sentó en la cama, mirándolo — ¿Entonces qué propones, Lucian? ¿Qué seamos noviecitos sin importarnos nada de lo que pase allá afuera? ¡Claro, hagámoslo bien felices! Para que después te tilden de coludirte con los revoltosos de Delta y te repudien en Alpha — dijo con completa seriedad, dio una larga calada al cigarro — Entonces…. ¿qué propones, Lucian? Pensé que darte libertades del tipo te pondría más felíz. Así puedes ir a follarte a toooodas las mujeres de Theta y Epsilon sin ningún remordimiento y conseguirte una noviecita bien ahí ya después — esto último lo dijo con la mandíbula apretada.
Porque muy en sus adentros, eso era lo que no quería, pero lo que a él le vendría mejor. Y lo soltó todo así, de sopetón, porque no deseaba andarse por las ramas si él iba a entrar de semejante manera a anular un acuerdo que, desde que se lo tirase en su cuarto esa noche lluviosa, había quedado más que olvidado.
Quizá para olvidarse un poco de la confusión en su sesera, tendía a enfrascarse en largas lecturas de diversa literatura. A veces eran compendios complejos de dragonología, otras veces eran novelas muggles clásicas, y otras eran comics y novelas gráficas. Justo en ese momento no preparaba nada académico en su habitación, después de todo las clases ni empezaban. Así que había sacado de un baúl, el TP de Batman Hush, que leía ávida con los audífonos puestos mientras escuchaba Black Widow de Iggy Azalea y Rita Ora. Tenía el ómnibus encima de la mesa de estudio y leía pausadamente, concentrándose en la historia y en las ilustraciones. Llevaba el cabello sujeto en una cola alta, descuidada y hecha con rapidez. Y su ropa era la imagen del rélax: una camisa desgastada con la imagen de Karl Laggerfield en blanco y negro estampada justo en el centro, leggins negros y calcetines, porque no quería salir, no pensaba salir y, de hacerlo, seguramente sólo se pondría unas botas militares y se largaría de ahí así.
Dio un bostezo antes de pasar la página, cuando de repente escuchó a su espalda el azotón de su puerta. “Pero qué demo…” pensó mientras se quitaba los auriculares y volteaba. Fue demasiado lenta. Cuando menos lo pensó, ya tenía a Lucian volteándole la silla para tenerla de frente. Jordan apenas alcanzó a agarrarse al filo del asiento para no darse un madrazo directo de boca en el suelo. La decisión en su mirada y la seriedad con la que dirigía a ella, la puso tensa. Jordan miró hacia la puerta, que había dejado abierta y pensó que realmente a él le importaba un bledo los esfuerzos que ella hiciera por dejarlo fuera de todo, pero claro, cómo iba a saberlo él si ella no le decía nada. Se calmó un poco porque la violencia de su aparición le medio aceleró el corazón. Ya más calmada, se apretó los labios con ambos índices y lo miró.
— No estás dispuesto a seguir con mis estúpidas condiciones…. Uhum… — se soltó la boca — ¿Y para venir a decirme eso tenías que entrar como un jodido energúmeno, Lucian? Hay gente afuera ¿sabes? — “qué pinche desconsideración la tuya” quiso agregar, pero no, se contuvo.
Dadas las palabras que Lucian le había dirigido, estaba claro que necesitaban privacidad. Sacó la varita a tientas, del filo de su pantalón y con un movimiento, cerró la puerta. Lo empujó suavemente para poderse parar del asiento, buscó sus cigarrillos en la cómoda de su cama, empezó a fumar y luego continuó la conversación.
— Yo pensé que después de lo… — carraspeó la garganta y evitó acordarse, dio un respingo y se sentó en la cama, mirándolo — ¿Entonces qué propones, Lucian? ¿Qué seamos noviecitos sin importarnos nada de lo que pase allá afuera? ¡Claro, hagámoslo bien felices! Para que después te tilden de coludirte con los revoltosos de Delta y te repudien en Alpha — dijo con completa seriedad, dio una larga calada al cigarro — Entonces…. ¿qué propones, Lucian? Pensé que darte libertades del tipo te pondría más felíz. Así puedes ir a follarte a toooodas las mujeres de Theta y Epsilon sin ningún remordimiento y conseguirte una noviecita bien ahí ya después — esto último lo dijo con la mandíbula apretada.
Porque muy en sus adentros, eso era lo que no quería, pero lo que a él le vendría mejor. Y lo soltó todo así, de sopetón, porque no deseaba andarse por las ramas si él iba a entrar de semejante manera a anular un acuerdo que, desde que se lo tirase en su cuarto esa noche lluviosa, había quedado más que olvidado.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Ver la forma en la que Jordan habla de lo suyo con tanta ligereza, le perturba a niveles más allá de su propia aceptación, realmente no tenía ningún derecho de pedirle cualquier cosa, no eran nada, absolutamente nada, Sin embargo, le disgustaba sobremanera la forma en la que las palabras salían de su boca. No tuvo que explicarle más ya que de inmediato supo Jordan, a qué se refería el animago.
-De ser posible hubiera derribado la puerta a patadas o con un bombarba. No hay nadie afuera, así que tranquila, nadie va a ver que te coges a un alpha-
Le sabían tan mal esas palabras, que las escupió como si fuesen alguna clase de veneno. Estaba siendo un maldito egoísta, sobre todo injusto y caprichoso. Amaba con todo su ser a una mujer que claramente no era Jordar y sin embargo también la quería a ella, la necesitaba, la forma en la que lo miraba, se había vuelto en una especie de droga. Así tenía que ser, ninguno de los dos se iba a andar por las ramas, quedaron en ser francos aunque doliera, y en ese momento Lucian sentía que estaba por decirle algo bastante doloroso a la delta.
Dejó que se alejara de él, irguiéndose para ver a donde iba, con las manos dentro de los bolsillos de sus jeans. Puso una cara de asco al verla fumar, no le gustaba para nada ni el cigarro, ni el olor. Se acercó a ella y le quitó el cigarrillo de la mano, sin dejar de mirarla. Le dio una fuerte calada y la pasó por su laringe hasta llegar a sus pulmones y luego dejó salir el humo, en forma de cascada por sus fosas nasales.
-¿Y qué? Si piensas que soy de las personas a las cuáles les importa esa estupidez de la reputación social, estás muy equivocada. Jamás me ha importado el qué dirán, jamás...-
Fue directamente a donde vio el primera cenicero a la prontitud y aplastó el cigarrillo para apagarlo y volver a su antiguo lugar. Jordan no estaba TAN equivocada. Lucian siempre había sido mucho más cuidadoso con sus amistades y la forma en las que las llevaba, si bien no hacía ninguna clase de distinción racial, social o económica, trataba de ser precavido con ese asunto. Sabía que Bill podía ser un auténtico grano en el culo si se enteraba que se había estado follando a Jordan Mayer sin que supiera nada.
-Asentí a tus caprichos por que de no ser así, no hubieras aceptado estar conmigo. Yo quiero estar contigo, Mayer, ¿te es tan complicado de aceptar eso? o es que te averguenzas de mí, de lo que yo pudiera representar para la reputación de la gran Jordan Mayer.-
Le dio la espalda y se frotó el rostro con ambas manos, tratando de ocultar su frustración. ¿cómo se atrevía a decirle todo aquello a la morocha si ante cualquier señal de Mina, era capaz de dejarla? Necesitaba enfocarse y serenarse. Si le pedía esto a Jordan era por que así lo iba a cumplir, iba a poner todo su esfuerzo en ser su pareja, no solo el tipo que se la folla, quería y necesitaba hacerlo. Era la única forma que tenía de sacarse a Mina del sistema.
No obstante, lo que sucedió en el dormitorio del animago, las palabras que fluyeron después por parte de la chica, habían hecho mella en él. Ella lo quería y justamente, Lucian había llegado a esa misma conclusión, no solo era una simple atracción sexual, la quería, al punto de protegerla, cuidarla y procurar que siempre estuviera bien.
-De ser posible hubiera derribado la puerta a patadas o con un bombarba. No hay nadie afuera, así que tranquila, nadie va a ver que te coges a un alpha-
Le sabían tan mal esas palabras, que las escupió como si fuesen alguna clase de veneno. Estaba siendo un maldito egoísta, sobre todo injusto y caprichoso. Amaba con todo su ser a una mujer que claramente no era Jordar y sin embargo también la quería a ella, la necesitaba, la forma en la que lo miraba, se había vuelto en una especie de droga. Así tenía que ser, ninguno de los dos se iba a andar por las ramas, quedaron en ser francos aunque doliera, y en ese momento Lucian sentía que estaba por decirle algo bastante doloroso a la delta.
Dejó que se alejara de él, irguiéndose para ver a donde iba, con las manos dentro de los bolsillos de sus jeans. Puso una cara de asco al verla fumar, no le gustaba para nada ni el cigarro, ni el olor. Se acercó a ella y le quitó el cigarrillo de la mano, sin dejar de mirarla. Le dio una fuerte calada y la pasó por su laringe hasta llegar a sus pulmones y luego dejó salir el humo, en forma de cascada por sus fosas nasales.
-¿Y qué? Si piensas que soy de las personas a las cuáles les importa esa estupidez de la reputación social, estás muy equivocada. Jamás me ha importado el qué dirán, jamás...-
Fue directamente a donde vio el primera cenicero a la prontitud y aplastó el cigarrillo para apagarlo y volver a su antiguo lugar. Jordan no estaba TAN equivocada. Lucian siempre había sido mucho más cuidadoso con sus amistades y la forma en las que las llevaba, si bien no hacía ninguna clase de distinción racial, social o económica, trataba de ser precavido con ese asunto. Sabía que Bill podía ser un auténtico grano en el culo si se enteraba que se había estado follando a Jordan Mayer sin que supiera nada.
-Asentí a tus caprichos por que de no ser así, no hubieras aceptado estar conmigo. Yo quiero estar contigo, Mayer, ¿te es tan complicado de aceptar eso? o es que te averguenzas de mí, de lo que yo pudiera representar para la reputación de la gran Jordan Mayer.-
Le dio la espalda y se frotó el rostro con ambas manos, tratando de ocultar su frustración. ¿cómo se atrevía a decirle todo aquello a la morocha si ante cualquier señal de Mina, era capaz de dejarla? Necesitaba enfocarse y serenarse. Si le pedía esto a Jordan era por que así lo iba a cumplir, iba a poner todo su esfuerzo en ser su pareja, no solo el tipo que se la folla, quería y necesitaba hacerlo. Era la única forma que tenía de sacarse a Mina del sistema.
No obstante, lo que sucedió en el dormitorio del animago, las palabras que fluyeron después por parte de la chica, habían hecho mella en él. Ella lo quería y justamente, Lucian había llegado a esa misma conclusión, no solo era una simple atracción sexual, la quería, al punto de protegerla, cuidarla y procurar que siempre estuviera bien.
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
De repente quería ser Batman. No Bruce Wayne. Batman. Porque tendía el corazón lo suficientemente frío como para mandar a todos a la mierda. A Anne, a Clive, a Lucian. Y si bien Batman renegaba de sus relaciones amorosas por que no podía confiar en nadie –absolutamente nadie–, Jordan lo hacía por miedo. Miedo al sufrimiento que podría experimentar en un futuro, lejano o no muy lejano; a las dudas que surgirían, porque claro, siendo una semi-veela en el grado que fuera, de ver a su ex con otra, seguramente la podría a dudar si no había sido suficiente. Y por lo que su tío Bruce le había contado de su padre y de su madre, temía ridiculizarse al abandonar todo por el alcohol, porque aparentemente a su madre y a su padre les gustaba empinar el codo para olvidarse de sus problemas. Y claro, ella no era sus padres, pero compartía de ellos más personalidad de lo que gustaba aceptar. Incluso en esos momentos se fumaba un cigarro, seña muy particular de estar sufriendo nervios o ansiedad. Si no bebía era porque la última botella de whisky que tenía oculta en su cuarto, ya no tenía ni una gota de líquido y se había olvidado de comprar una nueva o, en su defecto, robarle una a su padre de la cava en Londres. Así que se limitó a absorber los amargos de la nicotina por el filtro y exhalarlos hacia el techo de la habitación. Se esperaba un poco a que el tabaco hiciera efecto y, mientras, se mordía la punta del dedo pulgar.
El veneno soltado en forma de “No hay nadie afuera, así que tranquila, nadie va a ver que te coges a un alpha” le supo a hiel. Le molestó la forma en la que venía a reclamar cosas y a escupirle otras tantas. Porque no sabía, no tenía ni la más remota idea de lo que pasaba en realidad en su azotea personal. No contestó, porque dentro de su ser invariablemente voluble, existía un poco de sensatez. Prefirió sólo fulminarlo con la mirada, porque cuando se enterara de lo que realmente pensaba la Mayer, seguramente no tendría suficiente cara como para verla a ella después. A punto de volver a aspirar el dulce sabor del cigarro, Lucian se lo arrebató a lo que ella no contestó ni con cara de molestia, ni con indignación. Ahí las cosas estaban tensas, demasiado tensas como para molestarse por un puto cigarro. Mientras, escuchó toda la sarta de estupideces que Lucian regaba por el aire. Estupideces que él quería que ella se tragara, pero por pura lógica, por pura coherencia, ella no podía simplemente pasárselas como si se tratara de agua.
Cuando escuchó la última oración, se sintió honestamente dolida.
— ¿Qué? ¿Estás hablando en serio? ¿De verdad vas a poner las cosas así? — se levantó bruscamente de la cama y, sin más, le dio el empujón más fuerte que pudo, valiéndole madres si se iba a dar tremendo sentón o si se daba de lleno con el ropero — La gran Jordan Mayer ¿eso represento para ti? ¿una jodida fulana que se cree superior a los demás? ¡Mira dónde estoy, Lucian! No es el puto Taj Mahal, como tus amiguitas de Epsilon y Theta bien comprenden, al igual que los Alpha — de repente se le pusieron lagrimosos los ojos, no por tristeza, sino por coraje — ¡Mis condiciones no las puse por mí! Y si de verdad pensaste que te estaba poniendo trabas, entonces considérate un estúpido de una buena vez — se limpió la cara con brusquedad y continuó — las puse, porque bien sé lo que dicen a mis espaldas, porque me hago la gran tonta a sabiendas de que me ven como una pésima influencia para todo el que toco, porque… porque para los tuyos soy la manzana podrida, Lucian ¿tú qué crees que va a pensar el imbécil de Bill el día que sepa que andas bien lúcido de la manita conmigo? ¿crees que te va a aplaudir? — se limpió ahora la naríz que empezaba a congestionársele, odiaba llorar, en serio le cagaba llorar — No te quieras hacer el Romeo conmigo, que yo no soy ninguna Julieta. Te lo dije la vez que fui a tu cuarto. Te QUIERO Lucian, de verdad te quiero. Y hago todo esto precisamente por eso. A mí me importa un carajo que digan… sandeces de mí, pero tú no tendrías por qué soportarlo. No tú. — finalizó para dejarse caer sobre la cama de nuevo y esconder, frustrada, la cara entre las manos, en un intento de calmarse para no dejarse caer. Para no quebrarse.
El veneno soltado en forma de “No hay nadie afuera, así que tranquila, nadie va a ver que te coges a un alpha” le supo a hiel. Le molestó la forma en la que venía a reclamar cosas y a escupirle otras tantas. Porque no sabía, no tenía ni la más remota idea de lo que pasaba en realidad en su azotea personal. No contestó, porque dentro de su ser invariablemente voluble, existía un poco de sensatez. Prefirió sólo fulminarlo con la mirada, porque cuando se enterara de lo que realmente pensaba la Mayer, seguramente no tendría suficiente cara como para verla a ella después. A punto de volver a aspirar el dulce sabor del cigarro, Lucian se lo arrebató a lo que ella no contestó ni con cara de molestia, ni con indignación. Ahí las cosas estaban tensas, demasiado tensas como para molestarse por un puto cigarro. Mientras, escuchó toda la sarta de estupideces que Lucian regaba por el aire. Estupideces que él quería que ella se tragara, pero por pura lógica, por pura coherencia, ella no podía simplemente pasárselas como si se tratara de agua.
Cuando escuchó la última oración, se sintió honestamente dolida.
— ¿Qué? ¿Estás hablando en serio? ¿De verdad vas a poner las cosas así? — se levantó bruscamente de la cama y, sin más, le dio el empujón más fuerte que pudo, valiéndole madres si se iba a dar tremendo sentón o si se daba de lleno con el ropero — La gran Jordan Mayer ¿eso represento para ti? ¿una jodida fulana que se cree superior a los demás? ¡Mira dónde estoy, Lucian! No es el puto Taj Mahal, como tus amiguitas de Epsilon y Theta bien comprenden, al igual que los Alpha — de repente se le pusieron lagrimosos los ojos, no por tristeza, sino por coraje — ¡Mis condiciones no las puse por mí! Y si de verdad pensaste que te estaba poniendo trabas, entonces considérate un estúpido de una buena vez — se limpió la cara con brusquedad y continuó — las puse, porque bien sé lo que dicen a mis espaldas, porque me hago la gran tonta a sabiendas de que me ven como una pésima influencia para todo el que toco, porque… porque para los tuyos soy la manzana podrida, Lucian ¿tú qué crees que va a pensar el imbécil de Bill el día que sepa que andas bien lúcido de la manita conmigo? ¿crees que te va a aplaudir? — se limpió ahora la naríz que empezaba a congestionársele, odiaba llorar, en serio le cagaba llorar — No te quieras hacer el Romeo conmigo, que yo no soy ninguna Julieta. Te lo dije la vez que fui a tu cuarto. Te QUIERO Lucian, de verdad te quiero. Y hago todo esto precisamente por eso. A mí me importa un carajo que digan… sandeces de mí, pero tú no tendrías por qué soportarlo. No tú. — finalizó para dejarse caer sobre la cama de nuevo y esconder, frustrada, la cara entre las manos, en un intento de calmarse para no dejarse caer. Para no quebrarse.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
-¡Pues así me lo haces ver, carajo! -
Recibió el empujón y solo desvió la mirada y se hizo hacia atrás, se quedó inmóvil ahí, dejando que ella hiciera lo que mejor le conveniera. Físicamente no le haría ningún rasguño, el problema era que todo lo que Jordan le decía, le estaba doliendo. Parecía que todo lo había hecho como si fuera su deber protegerlo. A estas alturas del partido no le importa nada, no se podía ir por la vida dándole gusto a las personas, terminarías avergonzándolos por no poder llenar sus expectativas.
-Navegas con la bandera de inalcanzable, de "nadie me merece", justo como "mis amiguitas de Epsilon y Theta" ¿qué te hace diferente a ellas, Jordan? Creí que tenías un solo gramo de inteligencia en esa cabeza tuya pero veo que, para variar, soy un pendejo y me equivoqué de nuevo- Abrió las fosas nasales para poder inhalar todo el aire que pudiese. Sentía que en cualquier momento rompería la pared con los puños del coraje, debía tranquilizarse y tratar de pensar con claridad. -No me estoy haciendo el Romeo, Jordan. Yo también Te quiero pero...- No pudo concretar la frase cuando resonó en su cabeza aquello. Puso esas condiciones precisamente para protegerlo, ella podía con la mierda que tiraban sobre ella, no podría soportar que a él también lo sumergieran. Cerró los ojos y bajó la cabeza, sosteniendo ambos brazos en su cintura. Se dio un momento para pensar antes de ir con la delta, a la que claramente le había afectado toda esa discusión. No soportaba ver llorar a una mujer, no importase quién fuera. Caminó hacia su posición y se agachó, poniéndose en cuclillas para quitarle suavemente las manos del rostro y poner las suyas en ambas mejillas, procurando que su vista se quedara anclada en la de ella.
-Si tengo razón en soportar que digan idioteces sobre mí, porque te quiero, Jordan, en serio...no es ningún juego o alguna patraña clásica viniendo de mí. Ya no quiero seguir escondiéndome como si fuese un maldito ladrón, como si estar contigo fuese una clase de crimen...¿cuándo vas a terminar de entender eso? A mi me importa una mierda lo que digan de mí y de cualquier forma, no puedes evitar que me incluyan en sus estupideces.-
Sin pensarlo, la atrajo hacia él para abrazarla, Lucian se sentía pésimo, por tener que utilizar a Jordan de esa forma, pero sabía, en el fondo que terminaría amándola como un loco demente. Solo debía darse el tiempo y la oportunidad.
Recibió el empujón y solo desvió la mirada y se hizo hacia atrás, se quedó inmóvil ahí, dejando que ella hiciera lo que mejor le conveniera. Físicamente no le haría ningún rasguño, el problema era que todo lo que Jordan le decía, le estaba doliendo. Parecía que todo lo había hecho como si fuera su deber protegerlo. A estas alturas del partido no le importa nada, no se podía ir por la vida dándole gusto a las personas, terminarías avergonzándolos por no poder llenar sus expectativas.
-Navegas con la bandera de inalcanzable, de "nadie me merece", justo como "mis amiguitas de Epsilon y Theta" ¿qué te hace diferente a ellas, Jordan? Creí que tenías un solo gramo de inteligencia en esa cabeza tuya pero veo que, para variar, soy un pendejo y me equivoqué de nuevo- Abrió las fosas nasales para poder inhalar todo el aire que pudiese. Sentía que en cualquier momento rompería la pared con los puños del coraje, debía tranquilizarse y tratar de pensar con claridad. -No me estoy haciendo el Romeo, Jordan. Yo también Te quiero pero...- No pudo concretar la frase cuando resonó en su cabeza aquello. Puso esas condiciones precisamente para protegerlo, ella podía con la mierda que tiraban sobre ella, no podría soportar que a él también lo sumergieran. Cerró los ojos y bajó la cabeza, sosteniendo ambos brazos en su cintura. Se dio un momento para pensar antes de ir con la delta, a la que claramente le había afectado toda esa discusión. No soportaba ver llorar a una mujer, no importase quién fuera. Caminó hacia su posición y se agachó, poniéndose en cuclillas para quitarle suavemente las manos del rostro y poner las suyas en ambas mejillas, procurando que su vista se quedara anclada en la de ella.
-Si tengo razón en soportar que digan idioteces sobre mí, porque te quiero, Jordan, en serio...no es ningún juego o alguna patraña clásica viniendo de mí. Ya no quiero seguir escondiéndome como si fuese un maldito ladrón, como si estar contigo fuese una clase de crimen...¿cuándo vas a terminar de entender eso? A mi me importa una mierda lo que digan de mí y de cualquier forma, no puedes evitar que me incluyan en sus estupideces.-
Sin pensarlo, la atrajo hacia él para abrazarla, Lucian se sentía pésimo, por tener que utilizar a Jordan de esa forma, pero sabía, en el fondo que terminaría amándola como un loco demente. Solo debía darse el tiempo y la oportunidad.
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Se sentía como en un callejón sin salida. Estaba evidentemente frustrada, llena hasta el tope de tonterías por una revolución que ya había puesto a todos los Delta como indeseables en BK. Sabía que de un día al otro, Anne podría retirarle la palabra si llegaba a unirse a las Epsilon, sabía que de un día al otro sus hermanos se verían en la dicotomía de “la familia y la sangre” o “las fraternidades” que, conociéndolos, Bruce se declinaría por ella, Gregory se iría con su facción de fraternidad y Clive, por muy ex Alpha que era, vería la forma de no involucrarse si no era necesario y siempre sería en aras de proteger a su hermana. ¿Y Lucian? Las cosas no eran tan simples ahí y si tenía que herirlo después, con el dolor de su corazón, lo haría. Por eso estaba frustrada, porque en el fondo sabía que estaba en donde estaba por seguir sus principios por muy pudiente que fuera su familia, simplemente no podía olvidar que sus padres habían sido personas que se vieron en la necesidad de arriesgar sus vidas por otros, sus tíos, todos. Qué iba a ser ella si no una cobarde si no abogaba por la justicia. Pero para hacerlo, tenía que poner en una balanza a sus más entrañables amistades. Y ahora a Lucian. Él parecía no comprender y no lo sacaría de ahí jamás. Así que, si quería seguir con él, tendría que echar una moneda al aire y confiar en que todo saldría bien.
Él creía que Jordan, Jordan Mayer, se creía inalcanzable, que ningún pelagatos cualquiera la merecía, que tenía que venir el mismísimo Harry, príncipe de Gales, a pedirle matrimonio ahora mismo porque era el único que se podía considerar en su mismo estrato. Pero no se trataba de merecer o no, se trataba de tumbar la enorme muralla de Berlín que Jordan se había dedicado a erigir, para que no la lastimaran, para que no se viera un día como Cherry cuando le contó lo de Andrea Pazzoli, destrozada por un idiota. Lucian no era ningún pendejo, pero a fin de cuentas podía dejarla en cualquier momento por un amor pasado. Y eso era lo que más le iba a doler. ¿Tendría que ponérselo así? Pues que así fuera.
— ¡Tengo miedo al rechazo, maldita sea! — acabó por gritar haciéndose un hueco entre los dedos de sus manos — Tengo miedo a que te juzguen y acabes por dejarme como… siempre lo hacen. ¡No es que me merezca alguien o no, puta madre! Ese es el problema, Lucian, no lees entre líneas y tengo que decírtelo todo tan directo — se volvió a frotar la cara con desesperación.
Odiaba las discusiones y por eso tampoco tenía pareja por mucho que le encantara y le sedujera la idea. Estar en medio del querer y el poder. De repente empezó a sollozar y se odió a sí misma por eso. Porque se sentía débil por mucho que se hubiera empeñado en demostrar lo contrario. Porque ahora Lucian sabía que sí, que tenía sentimientos como todos los demás y que le dolía encontrarse en situaciones como esa. Para ella era más sencillo las relaciones del tipo no strings attached, porque entraba uno, follaban como locos, se despedían en buenos términos y adiós. Pero si se ponía en serio con alguien, estaba consciente que se pondría todo lo cursi del mundo, que sería la tonta detallista, la niña con la que no sólo se follaba sino a la que le gustaba acurrucarse aunque no fuera después o antes de un acostón, a la que sí, le mamaban los chocolates, las flores, las cartitas pendejas. La que acababa por aburrir, por ser demasiado sensible. Cuando Lucian le retiró las manos, Jordan pudo ver con vergüenza que estaban ligeramente mojadas por sus pocas o muchas lágrimas soltadas en ese momento de frustración y coraje. Escuchó, tratando de tragarse el nudo que se le estaba formando en la garganta. Él hablaba con tanta seguridad que por un momento le creyó, pero de inmediato su voz interna le advirtió que todo eso podía ser contraproducente. Y de nuevo miró la imaginaria moneda en el aire. A la expectativa de lo que el azar iba a determinar.
De la nada, Lucian la pegó a sí para darle un abrazo. Uno que al principio puso a Jordan tensa, sin saber si aceptarlo y enrollarle los brazos en torno al cuerpo. La descolocó, ridículamente, obligándola a abrir mucho sus de por si grandes ojos verdes todos lagrimeados, y abriendo los brazos sin saber dónde ponerlos. Al final decidió que si él lo quería, no importando las consecuencias, ella también podría con ello. Con una timidez fuera de lugar –porque lo había abrazado anteriormente de otras formas más carnales–, lo abrazó igualmente, inclinando su cabeza para que embonara en el hueco de su hombro.
— Sólo te advierto que si me dejas, me voy a volver un dolorcito peor que las piedras de riñón… — lo asió más, aferrándose a Lucian como si temiera que se le fuese a desvanecer — Pero si no… voy a hacer lo imposible para que esto valga la pena — finalizó diciendo lo último con toda la honestidad que podía albergar.
Él creía que Jordan, Jordan Mayer, se creía inalcanzable, que ningún pelagatos cualquiera la merecía, que tenía que venir el mismísimo Harry, príncipe de Gales, a pedirle matrimonio ahora mismo porque era el único que se podía considerar en su mismo estrato. Pero no se trataba de merecer o no, se trataba de tumbar la enorme muralla de Berlín que Jordan se había dedicado a erigir, para que no la lastimaran, para que no se viera un día como Cherry cuando le contó lo de Andrea Pazzoli, destrozada por un idiota. Lucian no era ningún pendejo, pero a fin de cuentas podía dejarla en cualquier momento por un amor pasado. Y eso era lo que más le iba a doler. ¿Tendría que ponérselo así? Pues que así fuera.
— ¡Tengo miedo al rechazo, maldita sea! — acabó por gritar haciéndose un hueco entre los dedos de sus manos — Tengo miedo a que te juzguen y acabes por dejarme como… siempre lo hacen. ¡No es que me merezca alguien o no, puta madre! Ese es el problema, Lucian, no lees entre líneas y tengo que decírtelo todo tan directo — se volvió a frotar la cara con desesperación.
Odiaba las discusiones y por eso tampoco tenía pareja por mucho que le encantara y le sedujera la idea. Estar en medio del querer y el poder. De repente empezó a sollozar y se odió a sí misma por eso. Porque se sentía débil por mucho que se hubiera empeñado en demostrar lo contrario. Porque ahora Lucian sabía que sí, que tenía sentimientos como todos los demás y que le dolía encontrarse en situaciones como esa. Para ella era más sencillo las relaciones del tipo no strings attached, porque entraba uno, follaban como locos, se despedían en buenos términos y adiós. Pero si se ponía en serio con alguien, estaba consciente que se pondría todo lo cursi del mundo, que sería la tonta detallista, la niña con la que no sólo se follaba sino a la que le gustaba acurrucarse aunque no fuera después o antes de un acostón, a la que sí, le mamaban los chocolates, las flores, las cartitas pendejas. La que acababa por aburrir, por ser demasiado sensible. Cuando Lucian le retiró las manos, Jordan pudo ver con vergüenza que estaban ligeramente mojadas por sus pocas o muchas lágrimas soltadas en ese momento de frustración y coraje. Escuchó, tratando de tragarse el nudo que se le estaba formando en la garganta. Él hablaba con tanta seguridad que por un momento le creyó, pero de inmediato su voz interna le advirtió que todo eso podía ser contraproducente. Y de nuevo miró la imaginaria moneda en el aire. A la expectativa de lo que el azar iba a determinar.
De la nada, Lucian la pegó a sí para darle un abrazo. Uno que al principio puso a Jordan tensa, sin saber si aceptarlo y enrollarle los brazos en torno al cuerpo. La descolocó, ridículamente, obligándola a abrir mucho sus de por si grandes ojos verdes todos lagrimeados, y abriendo los brazos sin saber dónde ponerlos. Al final decidió que si él lo quería, no importando las consecuencias, ella también podría con ello. Con una timidez fuera de lugar –porque lo había abrazado anteriormente de otras formas más carnales–, lo abrazó igualmente, inclinando su cabeza para que embonara en el hueco de su hombro.
— Sólo te advierto que si me dejas, me voy a volver un dolorcito peor que las piedras de riñón… — lo asió más, aferrándose a Lucian como si temiera que se le fuese a desvanecer — Pero si no… voy a hacer lo imposible para que esto valga la pena — finalizó diciendo lo último con toda la honestidad que podía albergar.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Era cierto. Lucian jamás leía entre líneas, jamás creía que la gente anduviera por la vida con segundas intenciones detrás de ellos, buenas o malas. Para él, se tenía que ser derecho, decir todo con pelos y señales, o en todo caso callar. Jamás fue partícipe de las indirectas o de las verdades a medias. Si tenía que doler, que doliera, y si no lo hacía, pues qué mejor. Cada sollozo que escuchaba de Jordan, hacía sentir cada vez más miserable al animago. Se repetía en la mente lo hijo de puta que estaba siendo con una persona que no merecía que fuese utilizada para un fin ruin. Pero se aseguró a si mismo que la haría feliz, aunque se tuviera que morir en el proceso. Haría todo lo que estuviera en sus alcances para lograr que Jordan no se arrepintiera de la decisión que estaba tomando en ese momento. sintió que ella se apretaba más y más a su pecho que sin querer, galopaba como caballo salvaje.
-Ya eres un dolorcito peor que los cálculos en el riñón...y así me encantas, Piedrita...-
Dijo con ternura para besarle la cabeza. Lucian se incorporó nuevamente y se sentó a su lado, en la cama. Le tomó de las manos y con una expresión seria y solemnte, miró a la chica delta.
-Lo valdrá, Jordan. Te aseguro que esto valdrá la pena...-
Le tomó el rostro con la palma de su mano, amoldándola a las finas líneas de su quijada. Se acercó rápidamente y la besó, utilizó la misma mano que tenía en Jordan para sujetarla de la nuca y atraerla más a él. Soltó una profunda exhalación mientras la besa, jugaba con su lengua, enredándola, dejándole ver que estaba siendo honesto con ella y que era en serio.
-No me trago el hecho de que no querías que me sumergiera en la mierda. Sé que hay algo más, Mayer. Tus ojos no mienten...-
-Ya eres un dolorcito peor que los cálculos en el riñón...y así me encantas, Piedrita...-
Dijo con ternura para besarle la cabeza. Lucian se incorporó nuevamente y se sentó a su lado, en la cama. Le tomó de las manos y con una expresión seria y solemnte, miró a la chica delta.
-Lo valdrá, Jordan. Te aseguro que esto valdrá la pena...-
Le tomó el rostro con la palma de su mano, amoldándola a las finas líneas de su quijada. Se acercó rápidamente y la besó, utilizó la misma mano que tenía en Jordan para sujetarla de la nuca y atraerla más a él. Soltó una profunda exhalación mientras la besa, jugaba con su lengua, enredándola, dejándole ver que estaba siendo honesto con ella y que era en serio.
-No me trago el hecho de que no querías que me sumergiera en la mierda. Sé que hay algo más, Mayer. Tus ojos no mienten...-
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Estaba decidido. Ambos quedaban en un acuerdo. Serían una pareja hecha y derecha, sin importar lo que los Delta o Alpha pudieran decir. La moneda aún estaba en el aire, porque a fin de cuentas Jodan no podía saber a ciencia cierta, cómo repercutiría todo eso en el futuro. No sabía si en algún momento, Jesse tuviera la maravillosa idea de llevar a cabo un golpe contra alguna fraternidad. Si era la de Lucian, tendría que estrujarse las tripas y llevar a cabo las cosas, o desistir, o avisarle y sacarlo de eso. Realmente no tenía el conocimiento de nada así que, lo que le quedaba, era disfrutar del presente y tratar de resolver lo que se diera en la marcha. Se quedó abrazada a él, aspirando su perfume que se le desprendía de la piel del cuello y de la ropa, sintiendo sus manos en torno a ella, sopesando la sinceridad y comunión que los unía en ese pequeño pero significativo instante. Quizá no podía ser Batman, porque la verdad sea dicha, no tenía el corazón para mandarlo a la chingada así nada más, pero si podía ser Selina Kyle, que estaba dispuesta a echarse al mundo encima con tal de lograr que las cosas pudieran funcionar. Haría que confiara en ella porque no iba a darle razones para no hacerlo, le afloraría lo romántica aunque procuraría no volverse hostigante, y quitaría tabique por tabique el muro del miedo para poder dejarlo entrar sin ataduras ni obstáculos. Podía sonar todo eso demasiado utópico, demasiado a final feliz, pero a veces con todo lo que tenía encima, tenía que aceptar que era eso precisamente lo que necesitaba.
Sintió el beso en su cabeza y sonrió para sí. Porque muy posiblemente era Lucian la solución, por egoísta que sonara, para quitarse del corazón a Clive y también a Anne. Tenía la certeza de que por él podía no sólo llegar a sentir un cariño más profundo del que ya le profesaba, sino otra cosa aún más intensa. Se limpió la cara una vez más para librarse de todo rastro salino, esperando que no luciera como si estuviera cruda: pálida, con ojos hinchados y nariz congestionada. Miró sus manos descansando en las manos de Lucian y se sintió segura. Se besaron como si con eso estuvieran sellando su bizarro acuerdo de “comenzar una relación” y ella respondió de la misma forma, pasional, aunque dulce. Quería empezar todo eso bien y, sin embargo, no podría, porque dentro de todo, le había prometido a Jesse y a todos los demás, que no revelaría nada de la revolución que se gestaba dentro de las paredes de Delta Iota Ypsilon. Aquella aseveración tan directa de Lucian, la obligó a volver a la realidad, a bajarse de su nube donde ya se estaba construyendo un palacio a lo Disney. Porque casi podía jurar que el tono en que se lo preguntaba, iba directamente ligado a adivinar que ella le estaba ocultando algo y lo único que ella podía sacar de ahí, es que, como bien había dicho Jesse, las fraternidades restantes ya empezaban a hablar y a sacar hipótesis y conjeturas. Jordan sabía a qué se exponía si le decía una sola palabra a Lucian. No podía revelar nada o terminaría igual que Prudence, con un obliviate en la cabeza y la deshonra en su apellido.
Su cabeza comenzó a trabajar más rápido de lo normal, para inventarse cualquier cosa. Fue entonces que se acordó, quizá por la desesperación, que hacía exactamente tres días que no había llegado su periodo. Y dado que Jordan era como un reloj en esa cuestión gracias a un tratamiento hormonal a base de hierbas de su padre, era extremadamente raro que eso sucediera. Ahora lo de la revolución ya no le parecía tan importante después de todo. Aunque, realmente no podía estar embarazada. ¿O sí? Podía todavía esperarse unos días, quizá sólo se estaba desajustando su reloj corporal por muy poco. Eran tres días, qué podía pasar. Y podía, después de todo, usarlo como excusa para no soltar nada de la revolución.
Jordan tragó saliva. Se puso nerviosa, porque lo estaba. Ya se le había olvidado todo eso y quería rezarles a los dioses paganos y cristianos, para que sólo fuese un susto. Para que sólo actuase todo eso como una excusa. Para que si se había una prueba, saliera negativa.
— Yo… em… — se paró lentamente de la cama porque estaba buscando la manera de decírselo sutilmente, caminó hasta donde había dejado la cajetilla de cigarros y la tiró a la basura, luego fue directamente a su escondite de alcohol y sacó la botella vacía para también tirarla — Mira, no lo veas como… algo malo, quizá solo sea un malentendido, quizá con el tiempo las cosas se pongan en su lugar y todo vuelva a ser normal. No te vayas a frikear, ¿ok? — tragó saliva y se quedó recargada en el tocador, tirando con el empujón de su trasero, un perfume que rodó hasta caerse en el piso y hacerse añicos — Llevo dos semanas y tres días de retraso — ni siquiera lo miró, nada más se puso a morderse el pulgar — yo juraba que después de lo que hicimos cuando te visité en tu fraternidad, pues… me bajaría a la semana porque… pues es como funciono. Pero no. — se cruzó de brazos y se puso a jugar con sus pies — Pero bueno, puede que sólo sea pasajero y que… suceda mañana o pasado mañana… ¡ARGH! — gruñó y se quitó la liga de la cabeza, tirándose de algunos cabellos — También por eso no quería… no es que no te fuese a decir pero… bueno, es que… no quería que te quedaras conmigo por esto. Ya sabes, arruinarte la vida por si… pues por si sí es, así mejor me encargo yo sola y ya, tan amigos como siempre — se mordió la boca y lo miró, entre avergonzada y temerosa. Porque podía ser que después de esa ráfaga de información, Lucian saliera corriendo.
Y podía que le saliera la mentira muy bien, que le bajara en dos días. Pero si no, entonces ya tendría dos cosas por las cuales preocuparse severamente.
Sintió el beso en su cabeza y sonrió para sí. Porque muy posiblemente era Lucian la solución, por egoísta que sonara, para quitarse del corazón a Clive y también a Anne. Tenía la certeza de que por él podía no sólo llegar a sentir un cariño más profundo del que ya le profesaba, sino otra cosa aún más intensa. Se limpió la cara una vez más para librarse de todo rastro salino, esperando que no luciera como si estuviera cruda: pálida, con ojos hinchados y nariz congestionada. Miró sus manos descansando en las manos de Lucian y se sintió segura. Se besaron como si con eso estuvieran sellando su bizarro acuerdo de “comenzar una relación” y ella respondió de la misma forma, pasional, aunque dulce. Quería empezar todo eso bien y, sin embargo, no podría, porque dentro de todo, le había prometido a Jesse y a todos los demás, que no revelaría nada de la revolución que se gestaba dentro de las paredes de Delta Iota Ypsilon. Aquella aseveración tan directa de Lucian, la obligó a volver a la realidad, a bajarse de su nube donde ya se estaba construyendo un palacio a lo Disney. Porque casi podía jurar que el tono en que se lo preguntaba, iba directamente ligado a adivinar que ella le estaba ocultando algo y lo único que ella podía sacar de ahí, es que, como bien había dicho Jesse, las fraternidades restantes ya empezaban a hablar y a sacar hipótesis y conjeturas. Jordan sabía a qué se exponía si le decía una sola palabra a Lucian. No podía revelar nada o terminaría igual que Prudence, con un obliviate en la cabeza y la deshonra en su apellido.
Su cabeza comenzó a trabajar más rápido de lo normal, para inventarse cualquier cosa. Fue entonces que se acordó, quizá por la desesperación, que hacía exactamente tres días que no había llegado su periodo. Y dado que Jordan era como un reloj en esa cuestión gracias a un tratamiento hormonal a base de hierbas de su padre, era extremadamente raro que eso sucediera. Ahora lo de la revolución ya no le parecía tan importante después de todo. Aunque, realmente no podía estar embarazada. ¿O sí? Podía todavía esperarse unos días, quizá sólo se estaba desajustando su reloj corporal por muy poco. Eran tres días, qué podía pasar. Y podía, después de todo, usarlo como excusa para no soltar nada de la revolución.
Jordan tragó saliva. Se puso nerviosa, porque lo estaba. Ya se le había olvidado todo eso y quería rezarles a los dioses paganos y cristianos, para que sólo fuese un susto. Para que sólo actuase todo eso como una excusa. Para que si se había una prueba, saliera negativa.
— Yo… em… — se paró lentamente de la cama porque estaba buscando la manera de decírselo sutilmente, caminó hasta donde había dejado la cajetilla de cigarros y la tiró a la basura, luego fue directamente a su escondite de alcohol y sacó la botella vacía para también tirarla — Mira, no lo veas como… algo malo, quizá solo sea un malentendido, quizá con el tiempo las cosas se pongan en su lugar y todo vuelva a ser normal. No te vayas a frikear, ¿ok? — tragó saliva y se quedó recargada en el tocador, tirando con el empujón de su trasero, un perfume que rodó hasta caerse en el piso y hacerse añicos — Llevo dos semanas y tres días de retraso — ni siquiera lo miró, nada más se puso a morderse el pulgar — yo juraba que después de lo que hicimos cuando te visité en tu fraternidad, pues… me bajaría a la semana porque… pues es como funciono. Pero no. — se cruzó de brazos y se puso a jugar con sus pies — Pero bueno, puede que sólo sea pasajero y que… suceda mañana o pasado mañana… ¡ARGH! — gruñó y se quitó la liga de la cabeza, tirándose de algunos cabellos — También por eso no quería… no es que no te fuese a decir pero… bueno, es que… no quería que te quedaras conmigo por esto. Ya sabes, arruinarte la vida por si… pues por si sí es, así mejor me encargo yo sola y ya, tan amigos como siempre — se mordió la boca y lo miró, entre avergonzada y temerosa. Porque podía ser que después de esa ráfaga de información, Lucian saliera corriendo.
Y podía que le saliera la mentira muy bien, que le bajara en dos días. Pero si no, entonces ya tendría dos cosas por las cuales preocuparse severamente.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Solo una cosa tenía en mente tenía Lucian ahora: hacer feliz a Jordan. No importase que pudiera ocurrir con ellos en un futuro, viviría ese presente como su fuera lo único real y verdadero. No le gustaba crearse expectativas, Lucian tenía entre sus reglas jamás dejarse manipular por una mujer, y así había sido siempre. La verdad era que había llegado a un punto en el cuál, lo que sea que jordan le dijese, él la obedecería. El transfondo quizá era la culpa que comenzaba a gestarse en lo profundo del animago, o bien algo más que el evidente cariño que sentía por ella. De los dos, era él quién debía esforzarse más, por tener a alguien más ocupando un lugar que fácilmente Jordan podía llenar. Haría de cada día, una lucha constante por no dejarse vencer y por brindarse completamente a la mujer que ahora tenía a su lado.
Ella se levantó de la cama, evidentemente nerviosa. El animago se le quedó mirando con una clara expresión de extrañeza en su rostro. Hizo una mueca de preocupación cuando la vio tirar la caja de cigarrillos y la botella vacía de licor que había sacado de quién sabe donde. Se cruzó de brazos, esperando a que ella abriera la boca, sentía que lo que iba a decirle no sería bueno. Pensó en que ella ya se había arrepentido, que estaba comprometida, y quién sabe cuántas cosas más. La advertencia antes de todo, de que no lo tomara como si fuese algo malo, lejos de tranquilizarlo solo lo alertó más. Comenzaba a preocuparse realmente. Puso los brazos detrás de sí, apoyados en la cama, sin dejar de mirar a la chica que, se movía de un lado a otro como si estuviera esperando lúgubres noticias.
-Déjate de tonterías, Jordan. Habla ¿qué pasa?-
Lo que escuchó después lo dejó absolutamente congelado. Cerró los ojos, recordando que aquella noche de lluvia, se le había olvidado utilizar condón. Sintió miedo, un auténtico y legítimo miedo a echar todo a perder, a salir corriendo como el poco hombre que hizo lo mismo cuando Violet creyó haberlo estado tiempo atrás, cuando aún eran novios. Negó con la cabeza, netamente sorprendido, llevándose las manos al rostro, para después pegarse en las piernas, totalmente incrédulo.
-¿Por quién me tomas? ¿en serio crees que te abandonaría ante una situación así? ¿Crees que todos los alphas son unos irresponsables hijos de puta que tienen hijos regados por todos lados o qué? Sí, es cierto, pero yo no soy así, parece que no me conoces. -
Era verdad, muchos rumores circulaban acerca de varios de sus hermanos alphas, que había chicas que tenían hijos de ellos o bien los abortaban por el bien de su fraternidad o de su familia o de quién sea. Lucian se acercó a ella, abriéndole las piernas para poder minimizar la distancia entre ellos y le tomó del mentón, sonriendo como un completo imbécil. La idea de tener bebés no le sonaba descabellada, al contrario. Se veía como un hombre de familia, un auror respetado y existoso, con esposa y algunos pequeños corriendo. Claro, pensaba que lo podía conseguir al finalizar la escuela, no con tanta prontitud.
-Mira. Vamos a esperar un poco más, no hay que sacar conclusiones precipitadas. Te harás un exámen de sangre muggle y uno mágico, para salir de dudas. En caso de que sea positivo…- tomó su mano y la miró de nuevo a los ojos. -Tendrás mi apoyo en todo momento, tomaremos decisiones entre los dos, nos adecuaremos, lo que quieras. Pero entre los dos ¿de acuerdo? Si sale negativo, solo quedaría en una falsa alarma.-
La besó corto y suave. No cometería el mismo error otra vez, ya no era ese mocoso irresponsable que había dejado a Violet Wildenstein a su suerte. Lucharía por ese bebé con todas sus fuerzas, lo sacaría adelante pese a todo lo que seguramente iba a venírsele encima.
Ella se levantó de la cama, evidentemente nerviosa. El animago se le quedó mirando con una clara expresión de extrañeza en su rostro. Hizo una mueca de preocupación cuando la vio tirar la caja de cigarrillos y la botella vacía de licor que había sacado de quién sabe donde. Se cruzó de brazos, esperando a que ella abriera la boca, sentía que lo que iba a decirle no sería bueno. Pensó en que ella ya se había arrepentido, que estaba comprometida, y quién sabe cuántas cosas más. La advertencia antes de todo, de que no lo tomara como si fuese algo malo, lejos de tranquilizarlo solo lo alertó más. Comenzaba a preocuparse realmente. Puso los brazos detrás de sí, apoyados en la cama, sin dejar de mirar a la chica que, se movía de un lado a otro como si estuviera esperando lúgubres noticias.
-Déjate de tonterías, Jordan. Habla ¿qué pasa?-
Lo que escuchó después lo dejó absolutamente congelado. Cerró los ojos, recordando que aquella noche de lluvia, se le había olvidado utilizar condón. Sintió miedo, un auténtico y legítimo miedo a echar todo a perder, a salir corriendo como el poco hombre que hizo lo mismo cuando Violet creyó haberlo estado tiempo atrás, cuando aún eran novios. Negó con la cabeza, netamente sorprendido, llevándose las manos al rostro, para después pegarse en las piernas, totalmente incrédulo.
-¿Por quién me tomas? ¿en serio crees que te abandonaría ante una situación así? ¿Crees que todos los alphas son unos irresponsables hijos de puta que tienen hijos regados por todos lados o qué? Sí, es cierto, pero yo no soy así, parece que no me conoces. -
Era verdad, muchos rumores circulaban acerca de varios de sus hermanos alphas, que había chicas que tenían hijos de ellos o bien los abortaban por el bien de su fraternidad o de su familia o de quién sea. Lucian se acercó a ella, abriéndole las piernas para poder minimizar la distancia entre ellos y le tomó del mentón, sonriendo como un completo imbécil. La idea de tener bebés no le sonaba descabellada, al contrario. Se veía como un hombre de familia, un auror respetado y existoso, con esposa y algunos pequeños corriendo. Claro, pensaba que lo podía conseguir al finalizar la escuela, no con tanta prontitud.
-Mira. Vamos a esperar un poco más, no hay que sacar conclusiones precipitadas. Te harás un exámen de sangre muggle y uno mágico, para salir de dudas. En caso de que sea positivo…- tomó su mano y la miró de nuevo a los ojos. -Tendrás mi apoyo en todo momento, tomaremos decisiones entre los dos, nos adecuaremos, lo que quieras. Pero entre los dos ¿de acuerdo? Si sale negativo, solo quedaría en una falsa alarma.-
La besó corto y suave. No cometería el mismo error otra vez, ya no era ese mocoso irresponsable que había dejado a Violet Wildenstein a su suerte. Lucharía por ese bebé con todas sus fuerzas, lo sacaría adelante pese a todo lo que seguramente iba a venírsele encima.
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
De repente, toda la responsabilidad se le vino encima. Se veía con una familia en el futuro, pero nunca había pensado en que podía llegar tan rápido. Tenía ahora que ver por terminar bien la carrera, para así ponerse a trabajar rápido porque, si bien era de familia acomodada y estaba consciente de que sus papás no la dejarían sola –aunque seguramente Alfred pegaría el grito en el cielo y buscaría a Lucian para despellejarlo vivo–, quería poder criar al niño con sus propios méritos, consiguiéndose un buen trabajo quizá en el Ministerio en el Departamento de Regulación de Criaturas Mágicas, aunque su sueño de irse a Rumania a criar colacuernos se quedara en eso, un sueño. Tendría que alimentarse bien. Dejar el cigarro, el alcohol, las fiestas y todo el jaleo al que estaba acostumbrada. Y tendría que decirles a sus padres. Nada más de pensarlo se le hizo un hueco en el estómago. Zelda seguramente la vería con severidad durante unos días, Alfred… ese era harina de otro costal. Si lo conocía lo suficiente, cosa que hacía, estaba en lo cierto imaginándose a su padre hecho un energúmeno, maldiciendo a Lucian por haberle mancillado la flor más bella de su ejido (la única y ni tan mancillada, que ya tenía sus kilómetros bien recorridos). Clive seguramente también buscaría la forma de romperle la cara a Lucian y ni decir de Gregory, que si de por sí ya le traía ganas, ahora constaría con una razón de más peso y la cual ni sus hermanos ni sus padres reprobarían. Bruce quizá era el que se lo tomaría con más calma y la apoyaría desde el principio.
Y de cualquier manera ya se estaba haciendo el apocalipsis en su cabeza cuando ni siquiera estaba segura de estar embarazada. Necesitaba calmarse. Después de todo, lo único que valía la pena recordarse en ese momento es que todo el asunto del bebé o no bebé, era una coartada para desviar la atención de Lucian de los rumores de revolución. Si corrían con suerte, quizá bastaría con hacerse pruebas a la de ya para quitarse la idea de la cabeza.
Lo estaba juzgando demasiado pronto. Era cierto que no veía en Lucian un muchacho inhumano que fuera a correr por miedo a la paternidad, pero tampoco era ella una aprovechada que estaba buscando a ver de quién se iba a embarcar para quedarse con ese alguien. Más bien, había hablado pro hablar, para que todo eso se viera más creíble y lo estaba logrando. Porque, hasta cierto punto ¿no era todo eso cierto?
— —No me refería a eso — quiso excusarse, se frotó los ojos con exasperación y luego observó a Lucian, que ya se había acercado a ella; Jordan lo miró extrañada por esa cara de feliz tarado que había puesto y pensó que al tipo realmente le hacía ilusión todo el asunto, se sintió un poco miserable y por un momento, sólo por un segundo, quiso que todo eso resultara ser cierto; asintió a sus sugerencias y también el corto pero dulce beso que ahora le daba. Si en serio esas pruebas no resultaban positivas, se iba a llevar una decepción muy grande.
Había pensado en las pruebas desde la primera semana de retraso. Obviamente no iba a sacar conclusiones a lo estúpido, necesitaba la ciencia muggle y la magia para estar segura. La prueba mágica ya la tenía preparada y toda la cosa, pero no había tenido el valor de usarla todavía. En cuanto a la de sangre, le habían dicho que necesitaban que se esperara una semana más para que fuese cien por ciento efectiva. Por lo pronto, podía hacer la primera ahora y con Lucian presente para que no existieran dudas. Se deshizo de la cercanía para ir a un cajón de su tocador, de donde sacó un frasco con un líquido incoloro. También extrajo una aguja y se las dio a Lucian.
— — ¿Lo quieres hacer de una vez? — inquirió completamente nerviosa.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Si no se refería a eso, entonces… ¿a qué? No tenía idea de lo que ocurría dentro de la mente de Jordan, que el asunto del retraso era simplemente para desviar su atención de otra cosa mucho más complicada. De cualquier forma, ella debía saber que cualquiera que fuese el caso, en específico, el resultado de las pruebas, siempre podría contar con él. Sería el hombre adulto responsable que presumía ser. Y él no debía hacerse tantas ilusiones, aún estaba demasiado joven para tener hijos, aún no terminaba la carrera y aunque fuese ya su último semestre, aún tenía un brillante futuro que alcanzar.
Para su sorpresa, Jordan ya había tomado las precauciones necesarias para llevar a cabo la prueba mágica. Para la sanguínea aún le faltaba tiempo para que pudiera ser absolutamente efectiva. Los nervios se apoderaron del animago, nunca había sabido de alguna falla en esa poción. Todo el mundo decía que era ciento por ciento exacta. Se revolvió el cabello antes de decidir y sonrió exaltado por lo que estaba a punto de descubrir. Se frotó la barba en repetidas ocasiones, aún no podía decidir si quería o no hacerlo. Primero que nada, necesitaba tranquilizarse, si seguía así de agitado era probable que le diera un paro cardíaco y ahora sí que, adiós Lucian. Exhaló el poco aire que le quedaba y respiró fuertemente, llenando sus pulmones con todo el oxígeno que podía obtener y tal vez mucho más.
-Está bien. Hagámoslo.-
Dudó por instante en aceptar la aguja que Jordan le brindaba para poder pinchar su dedo y dejar que la gota cayera en aquella cristalina solución. Puso la poción en la mano de Jordan y tomó su mano libre para dejar perfectamente a la vista la yema de su dedo índice. Mentalmente contó hasta tres y pinchó su dedo.
-Lo siento.-
Se disculpó por haberle provocado dolor y apretó el dedo para que saliera una gota grande. Cuando la sangre se arremolinó en la superficie de su yema, inmediatamente haló el frasco de la poción y al fin, la gota cayó en el líquido. Después de algunos segundos, Lucian la agarró con su mano y la agitó despacio para que pudiera mezclarse homogéneamente. El efecto ya estaba comenzando a lograrse, al pintar con notas suaves un tono rosado que luego se volvió rojizo para después terminar en un carmesí intenso.
-Negativo-
Para su sorpresa, Jordan ya había tomado las precauciones necesarias para llevar a cabo la prueba mágica. Para la sanguínea aún le faltaba tiempo para que pudiera ser absolutamente efectiva. Los nervios se apoderaron del animago, nunca había sabido de alguna falla en esa poción. Todo el mundo decía que era ciento por ciento exacta. Se revolvió el cabello antes de decidir y sonrió exaltado por lo que estaba a punto de descubrir. Se frotó la barba en repetidas ocasiones, aún no podía decidir si quería o no hacerlo. Primero que nada, necesitaba tranquilizarse, si seguía así de agitado era probable que le diera un paro cardíaco y ahora sí que, adiós Lucian. Exhaló el poco aire que le quedaba y respiró fuertemente, llenando sus pulmones con todo el oxígeno que podía obtener y tal vez mucho más.
-Está bien. Hagámoslo.-
Dudó por instante en aceptar la aguja que Jordan le brindaba para poder pinchar su dedo y dejar que la gota cayera en aquella cristalina solución. Puso la poción en la mano de Jordan y tomó su mano libre para dejar perfectamente a la vista la yema de su dedo índice. Mentalmente contó hasta tres y pinchó su dedo.
-Lo siento.-
Se disculpó por haberle provocado dolor y apretó el dedo para que saliera una gota grande. Cuando la sangre se arremolinó en la superficie de su yema, inmediatamente haló el frasco de la poción y al fin, la gota cayó en el líquido. Después de algunos segundos, Lucian la agarró con su mano y la agitó despacio para que pudiera mezclarse homogéneamente. El efecto ya estaba comenzando a lograrse, al pintar con notas suaves un tono rosado que luego se volvió rojizo para después terminar en un carmesí intenso.
-Negativo-
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Era ahora o nunca. Bueno, no nunca porque si resultaba ser verídico y no se hacía la prueba, lo sabría dentro de nueve meses. No, definitivamente tenía que ser ahora, ahora que tenía a Lucian ahí, como su apoyo. Su cabeza comenzó a dar vueltas y vueltas, imaginándose dos vidas completamente distintas. Una donde era madre joven y la otra donde su vida seguía como la había planeado. Tenía ganas de vomitar, por los malditos nervios que estaban comiéndole la vida en esos instantes. Tomó aire, envalentonándose a hacer las cosas de una buena vez. Después de todo ¿qué podía pasar? Tragó saliva antes de que él se decidiera por hacer la prueba. Una que era infalible. De los muggles tener la posibilidad de hacerla, seguramente se ahorrarían mucho. Lástima que sólo podían hacerla los magos como ellos.
Jordan se ató el cabello de nuevo en una coleta alta con la liga que llevaba como pulsera en su muñeca. Tomó una gran bocanada de aire y se encomendó a todos los dioses existentes e inexistentes. No necesitaba una riña con su madre. No necesitaba ver la cara de reprobación de Clive. Por los dioses, no Clive. Tampoco deseaba recibir la lástima de Bruce y el coraje mal encaminado de Greg. Todo mundo decía que una criatura era una bendición, pero para ella, siendo sinceros, era algo inesperado que iría a truncarle muchos sueños, que la pondría en jaque con la revolución, y que acabaría amando como a nada en el universo. Tenía definitivamente sentimientos encontrados. Es ahora o nunca…
Lucian hizo de todo eso algo tan íntimo que, a pesar de los nervios, Jordan se armó de coraje. Con el pinchazo de la aguja no pudo más que soltar un “Ow” y dar un respingo que se vio como si quisiera retirar el dedo. Una gota fue lo único que necesitaron. Gota que cayó en el agua. Gota que se fundió con el líquido. Jordan veía todo de forma tan lenta que se mareó. Le latía el corazón tan rápido que sentía que en cualquier momento se iba a desmayar. Vaya fortaleza la mía.
Y entonces, el resultado. Jordan se quedó sin respirar por unos segundos cuando vio el líquido tornarse rojo intenso. Miró a Lucian por un momento, luego dio media vuelta y vomitó sobre el cubo de basura. Todo había acabado, pero había tenido tantos nervios que su cabeza no lo había soportado. Se quedó poco tiempo hincada, con las manos aferradas al cubo de basura, respirando acompasada mientras olía la bílis. Se quedó ahí, sentada sin la intención de pararse. Y entonces se echó a reír como una demente. Recargó la cabeza en la pared y se frotó la cara. Lo peor había pasado y Lucian no podía sospechar nada.
— —Dios... Jamás había tenido tanto miedo en mi vida… — dijo finalmente mirando el techo, agradecida de que solo hubiera sido un susto, uno bastante ogete — Bueno… no fue, no vas a ser padre y… mierda, vomité sobre la cajetilla de cigarros — chasqueó la lengua y volvió a respirar, aliviada — En fin. Que hay que recordar la próxima vez comprar preservativos o pastillas o pócimas o yo qué sé, no quiero volver a pasar por esto… como… jamás — sentenció al final para pararse aún medio mareada, caminar un poco y dejarse caer sobre la cama boca abajo.
Necesitaba aparentar alivio, aunque muy en el fondo todo eso le decepcionaba. Por alguna razón le entraron ganas de llorar, pero decidió tragarse esa emoción.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Lucian no sabía como sentirse en ese momento, era un encuentro de emociones, no sabía si sentir completo alivio o desilusión, o ambas. En fin, era una mezcla sumamente extraña y cuyo sabor en la boca, dejaba mucho que desear. Dejó la poción a un lado, al ver que Jordan se agachaba con la velocidad de un rayo para tomar el cubo de la basura y devolver el estómago como posesa. Lucian la miró preocupado y se agachó con ella, para sostenerle los pocos mechones de cabello rebelde que no querían ser sujetos con aquella cinta que llevaba en la cabeza.
No le pareció para nada gracioso que se pusiera a reír como loca maniáca pero no tenía alguna base real para poder reclamarle que lo hiciera, no tenía ninguna razón para sentirse ofendido, ninguna. -También tuve miedo, muchísimo. Pero bueno…- Se recargó en la pared junto a ella, ya con el rostro más relajado. Asintió ante la afirmación de usar todo tipo de protección cuando tuvieran sexo, fue un error garrafal de los dos que simplemente no podía ocurrir de nuevo.
Cuando se levantó del suelo para ir a la cama, dejó que se tirara boca abajo. Él sacó su varita y conjuró un fregotego para el vómito del cubo, si lo dejaba ahí comenzaría a apestar el dormitorio de Jordan y era sumamente asqueroso que ese olor anduviera por el aire. Inmediatamente se acostó junto a ella, quedando a la altura de su rostro y colocándose de lado para poder verla.
-Jordan…-
Susurró su nombre y la tomó de la cintura para atraerla hacia él y abrazarla con ternura. Lucian era un romántico empedernido, de esos que gustaba de llevar detalles, sorprender con cenas en el cielo, buceo nocturno después de tener relaciones entre otras cosas.
-¿quieres ir a volar conmigo? –
Nunca antes había llevado de paseo a una mujer en su estado animago de grifo. Jordan sería la primera a la cual llevaría a zurcar los cielos.
No le pareció para nada gracioso que se pusiera a reír como loca maniáca pero no tenía alguna base real para poder reclamarle que lo hiciera, no tenía ninguna razón para sentirse ofendido, ninguna. -También tuve miedo, muchísimo. Pero bueno…- Se recargó en la pared junto a ella, ya con el rostro más relajado. Asintió ante la afirmación de usar todo tipo de protección cuando tuvieran sexo, fue un error garrafal de los dos que simplemente no podía ocurrir de nuevo.
Cuando se levantó del suelo para ir a la cama, dejó que se tirara boca abajo. Él sacó su varita y conjuró un fregotego para el vómito del cubo, si lo dejaba ahí comenzaría a apestar el dormitorio de Jordan y era sumamente asqueroso que ese olor anduviera por el aire. Inmediatamente se acostó junto a ella, quedando a la altura de su rostro y colocándose de lado para poder verla.
-Jordan…-
Susurró su nombre y la tomó de la cintura para atraerla hacia él y abrazarla con ternura. Lucian era un romántico empedernido, de esos que gustaba de llevar detalles, sorprender con cenas en el cielo, buceo nocturno después de tener relaciones entre otras cosas.
-¿quieres ir a volar conmigo? –
Nunca antes había llevado de paseo a una mujer en su estado animago de grifo. Jordan sería la primera a la cual llevaría a zurcar los cielos.
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Jordan no sabía qué pensar. Era un manojo de nervios que cada vez cambiaba sus emociones como si estuviera en su periodo o como si tuviera un desajuste hormonal. Posiblemente sus síntomas se debían al estrés, a la euforia de haberse quedado con Lucian formalmente, el miedo de que se enterara que estaba de revolucionaria y la añoranza de un hijo que no tenía contemplado en esos momentos. Estaba aliviada, muy en paz, pero comenzaban a atormentarla unas ganas injustificadas de llorar. De impotencia, de decepción, de felicidad. La presión se la estaba comiendo. Ahí, tumbada en la cama, con Lucian limpiando el cubo de basura a base de Fregotegos, la morocha se palpó el vientre como haciendo consciencia de que nada había ahí, que podía seguir su vida normal, estudiar arduo para lograr su estancia en Rumania, Hungría o en China, beber como cosaca y fumar como máquina de vapor. Dormiría tranquila, con la consciencia ligeramente más limpia que ayer. Sabiéndose querida por un buen muchacho que, en ese poco tiempo, le había demostrado apoyo y cariño. Estaba decidida a no echarlo a perder. Si todo eso tronaba como ejote, estaba completamente convencida de que no sería por su culpa, porque ahora que lo miraba no podía imaginarse lastimándolo bajo ninguna excusa o, de hacerlo, se sentiría la persona más miserable del mundo. Esta vez haría las cosas bien, así se le echaran encima todas las fraternidades juntas.
Apretó los ojos para dejar que los intentos de llanto –un par de lágrimas– resbalaran hasta caer en el edredón y ser absorbidos por la tela. Si Lucian lo notaba, diría que a veces le lloraban los ojos cuando estaba muy cansada. Aunque a esas alturas lo único que quería hacer era ir a sonsacar a algún compañero suyo para echarse unos chupitos y liberar así el estrés, hasta quedarse bien dormida y despertar al día siguiente con la hostigante luz del sol en su cara. Cerró los párpados, para calmar sus emociones. Entonces la cama se sumió justo frente a ella y el calor del cuerpo ajeno fue palpable en las manos de Jordan, que estaban bajo su cara simulando almohadas. Abrió los ojos y posó sus orbes esmeralda en los azules de Lucian. Se dejó atraer hacia él y ella se acurrucó mejor. Le gustaba cómo sonaba su nombre en su boca. Se rio por su sugerencia.
— ¿Volar? — quiso reafirmar con la voz medio ronca — No te vi que entraras con una escoba y la mía… la mía se quedó en el armario de escobas en la entrada y no quiero salir por ella — le besó la punta de la nariz — Y a menos de que tengas un hipogrifo, o un thestral escondido afuera… — abrió mucho los ojos como soñando con algo imposible — O un dragón — se le juntó más con la mirada amenazante — Dime que traes un Opaleye Antipodeano porque me da un infarto. Ya sé que es imposible pero… igual… nada cuesta soñar — dijo después riendo cantarinamente, algo que en ella no era muy frecuente. Y lo cual la haría sentir medio estúpida cuando se le pasara el ratus enamoradizus.
Apretó los ojos para dejar que los intentos de llanto –un par de lágrimas– resbalaran hasta caer en el edredón y ser absorbidos por la tela. Si Lucian lo notaba, diría que a veces le lloraban los ojos cuando estaba muy cansada. Aunque a esas alturas lo único que quería hacer era ir a sonsacar a algún compañero suyo para echarse unos chupitos y liberar así el estrés, hasta quedarse bien dormida y despertar al día siguiente con la hostigante luz del sol en su cara. Cerró los párpados, para calmar sus emociones. Entonces la cama se sumió justo frente a ella y el calor del cuerpo ajeno fue palpable en las manos de Jordan, que estaban bajo su cara simulando almohadas. Abrió los ojos y posó sus orbes esmeralda en los azules de Lucian. Se dejó atraer hacia él y ella se acurrucó mejor. Le gustaba cómo sonaba su nombre en su boca. Se rio por su sugerencia.
— ¿Volar? — quiso reafirmar con la voz medio ronca — No te vi que entraras con una escoba y la mía… la mía se quedó en el armario de escobas en la entrada y no quiero salir por ella — le besó la punta de la nariz — Y a menos de que tengas un hipogrifo, o un thestral escondido afuera… — abrió mucho los ojos como soñando con algo imposible — O un dragón — se le juntó más con la mirada amenazante — Dime que traes un Opaleye Antipodeano porque me da un infarto. Ya sé que es imposible pero… igual… nada cuesta soñar — dijo después riendo cantarinamente, algo que en ella no era muy frecuente. Y lo cual la haría sentir medio estúpida cuando se le pasara el ratus enamoradizus.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Sentirse tan cerca de Jordan era una sensación tan reconfortante, tan plácida que por un momento olvidó que él mismo tenía todo un torbellino de pensamientos y emociones que no lo dejaban en paz, se hallaba capaz de calmar su tormenta interna en ella, estando dentro y follándosela como loco o bien, estando así, abrazados, el uno al otro. Había vivido demasiadas cosas en los últimos días y lo minimo que podía pedir…no, exigir, era un poco de estabilidad emocional. Confiaba en que sus sentimientos cambiaran de la forma que él quería, estaba convencido que Mina siempre iba a ser parte demasiado importante en su vida, por más que quisiera olvidarle jamás podría. No obstante, la situación que ahora daba inicio con Jordan le iba a permitir ordenar el desbarajuste que tenía dentro. Jordan sería su ancla para no perderse, para no volverse loco.
-Eres demasiado despistada…-
Parecía que Jordan no tenía ni puta idea de que el hombre que tenía en frente tenía la gran habilidad de convertirse en un monstruo alado de tres metros. Lucian sonrió ante ese hecho que fluyó en su cabeza y decidió mejor probárselo.
-Lo siento, aún no tengo el poder de traer a la vida especies dracónicas extintas. Pero puedo hacer algo más….-
Se levantó de la cama, saltando como si fuese un resorte. Una amplia sonrisa apareció en el animago y jaló hacia si mismo el cuerpo esbelto de Jordan. Cuando al fin la tuvo de pie frente a él, se aparecieron en el área de zoología de la universidad. Lugar que Jordan conocía perfectamente. Al pisar el suelo, Lucian la soltó y se fue corriendo, mientras se quitaba la camiseta que llevaba puesta. Su cuerpo iba mutando, se tiró al suelo para poner sus manos frente a él y comenzar a correr en cuatro patas. Tanto los brazos como las piernas iban ensanchándose poco a poco, dándole paso a las temibles garras de león en la parte de atrás y las de águila de las patas delanteras. De su costado aparecieron un par de alas, amplias y majestuosas.
Lucian las abrió y justo en ese momento su cabeza cambió para dar a los ojos penetrantes y el pico ancho y enorme de águila. Graznó fuertemente y fue de nuevo en camino hacia Jordan. Repegó sus alas a sus costados y se puso frente a ella, agachó la cabeza, esperando que ella tomara eso como una señal para que lo pudiera montar. Era más que obvio que tenía que sujetarse fuerte. Iban a subir grandes alturas.
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Lucian Grifote
-Eres demasiado despistada…-
Parecía que Jordan no tenía ni puta idea de que el hombre que tenía en frente tenía la gran habilidad de convertirse en un monstruo alado de tres metros. Lucian sonrió ante ese hecho que fluyó en su cabeza y decidió mejor probárselo.
-Lo siento, aún no tengo el poder de traer a la vida especies dracónicas extintas. Pero puedo hacer algo más….-
Se levantó de la cama, saltando como si fuese un resorte. Una amplia sonrisa apareció en el animago y jaló hacia si mismo el cuerpo esbelto de Jordan. Cuando al fin la tuvo de pie frente a él, se aparecieron en el área de zoología de la universidad. Lugar que Jordan conocía perfectamente. Al pisar el suelo, Lucian la soltó y se fue corriendo, mientras se quitaba la camiseta que llevaba puesta. Su cuerpo iba mutando, se tiró al suelo para poner sus manos frente a él y comenzar a correr en cuatro patas. Tanto los brazos como las piernas iban ensanchándose poco a poco, dándole paso a las temibles garras de león en la parte de atrás y las de águila de las patas delanteras. De su costado aparecieron un par de alas, amplias y majestuosas.
Lucian las abrió y justo en ese momento su cabeza cambió para dar a los ojos penetrantes y el pico ancho y enorme de águila. Graznó fuertemente y fue de nuevo en camino hacia Jordan. Repegó sus alas a sus costados y se puso frente a ella, agachó la cabeza, esperando que ella tomara eso como una señal para que lo pudiera montar. Era más que obvio que tenía que sujetarse fuerte. Iban a subir grandes alturas.
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Lucian Grifote
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Tenía ganas de dormir. Así, ahí. No sentía la necesidad de arroparse con las cobijas porque Lucian estaba ahí. Con que no se moviera y continuara en esa posición protectora, ella podía quedarse quieta para abandonarse a los territorios de Morfeo. Pero ese no era el plan de Lucian. No, él quería volar. A Jordan se le ocurrían muchas maneras de hacerlo sin necesidad de una escoba. Ya fuese con los hongos alucinógenos que tenía escondidos por ahí, con algún auto volador, por traslador. Maneras las había, pero ni se le pasó por la cabeza a lo que su pareja se refería. Cerró apenas los ojos, intentando imaginarse su viaje aéreo. Quizá una alfombra voladora, pensó y se rió internamente de su mal, malísimo chiste. Bostezó y le restregó la cara en el pecho.
— Sí, lo soy — aceptó sin un atisbo de arrepentimiento o vergüenza por el hecho de que todo se le pasara, luego se encogió de hombros y se volvió a acurrucar — No está extinta… sólo es una especie como de diseñador, hay muy pocos ejemplares y se hacen bajo pedido, casi casi — alcanzó a responder antes de tener que abrir los ojos de madrazo para ver que Lucian se levantaba de la cama como si un rayo le hubiera picado el trasero.
Primero había empezado todo eso con una discusión, luego pasaron a la ternura inmensa, luego vinieron los nervios y la tensión. Ahora era el turno del misterio. Jordan se sacó de onda por aquella reacción y más aún por el tremendo jalón de brazo que experimentó para pegarse a él. Se tardó en entender las intenciones de Lucian. Para cuando se le prendió el foco, se dio cuenta que no llevaba zapatos, que sólo calzaba un par de calcetines y que el iPod seguía en “reproducir” encima de su mesa de estudio.
— ¡Espérate que no llevo…! — más se tardó en hablar que lo que Lucian los reaparecía en el área de zoología, el campo de estudio de Jordan y, quizá, el lugar donde pasaba más tiempo — zapatos — terminó mirándose los pies y sus calcetines negros con motitas blancas.
La anglo-rusa miró a su alrededor, mirando de nuevo ese espacio donde volvería un semestre más y al que le diría adiós en poco tiempo para egresar como Dragonolista. Sintió la coleta un poco floja y se la acomodó.
— Oye, Lucian, yo entiendo que el lugar es muy romántico en serio pero… — cuando volvió la vista, el muchacho ya se estaba quitando la camiseta a una distancia bastante considerable; Jordan se quedó donde estaba, aguardando con el semblante un poco confundido.
Y estuvo confundida hasta que presenció la metamorfosis. Jordan asintió con cara de haber caído en la cuenta. Claro, el tipo era un animago. Y si bien Clive también lo era, la transformación de su hermano en un halcón peregrino, no se comparaba con la tamaña bestia que era Lucian. Alzó una ceja al ver al Grifo en su esplendor, con las alas enormes abiertas y la mitad de león y de águila. Jordan aplaudió más como una mofa que porque le sorprendiera todo.
— Bravo, bravo. ¿Se puede saber cuándo pensabas decirme que te podías transformar en el méndigo caballo de Troya? Ya, no me vas a contestar — comentó al escuchar el graznido de la criatura.
Cuando lo tuvo cerca, pudo acariciarle la parte emplumada de la cabeza y la dureza del pico, respiró hondo, ahora ya sabía que se refería a volar trepándosele en el lomo. Nunca había montado un Grifo en su vida, tenía que aceptarlo. Soñaba con, algún día, montar un dragón, pero eran guajiradas suyas que jamás pasarían a menos que se volviera el César Millán de los dragones, lo cual seguramente no pasaría antes de que una de esas bestias escupe fuego se la tragaran por insolente. Y de cualquier manera, tenía que aceptar que si de por si era raro imaginarse montada en una de esas míticas bestias, era aún más raro saber que la criatura per sé, era su novio. Nada más de pensar la idea, se le erizó la piel de los brazos. Al final, le dio la vuelta, maravillándose con la estructura y morfología. Como pudo, se le subió en el lomo, tratando de no lastimarlo aunque quizá le hubiera arrancado una o dos plumas.
— Perdóname si te desplumé, pero no me subo a un pajarote a diario. No en… este sentido — se encontró sentada en el lomo y se aferró bien a… Lucian — Pues dale. Vuela como… el viento Tiro al Blanco — le dijo pegando la barbilla al cuello del animal, nerviosa, ya sin nada de sueño y rezándole ahora a los dioses para que no se cayera.
— Sí, lo soy — aceptó sin un atisbo de arrepentimiento o vergüenza por el hecho de que todo se le pasara, luego se encogió de hombros y se volvió a acurrucar — No está extinta… sólo es una especie como de diseñador, hay muy pocos ejemplares y se hacen bajo pedido, casi casi — alcanzó a responder antes de tener que abrir los ojos de madrazo para ver que Lucian se levantaba de la cama como si un rayo le hubiera picado el trasero.
Primero había empezado todo eso con una discusión, luego pasaron a la ternura inmensa, luego vinieron los nervios y la tensión. Ahora era el turno del misterio. Jordan se sacó de onda por aquella reacción y más aún por el tremendo jalón de brazo que experimentó para pegarse a él. Se tardó en entender las intenciones de Lucian. Para cuando se le prendió el foco, se dio cuenta que no llevaba zapatos, que sólo calzaba un par de calcetines y que el iPod seguía en “reproducir” encima de su mesa de estudio.
— ¡Espérate que no llevo…! — más se tardó en hablar que lo que Lucian los reaparecía en el área de zoología, el campo de estudio de Jordan y, quizá, el lugar donde pasaba más tiempo — zapatos — terminó mirándose los pies y sus calcetines negros con motitas blancas.
La anglo-rusa miró a su alrededor, mirando de nuevo ese espacio donde volvería un semestre más y al que le diría adiós en poco tiempo para egresar como Dragonolista. Sintió la coleta un poco floja y se la acomodó.
— Oye, Lucian, yo entiendo que el lugar es muy romántico en serio pero… — cuando volvió la vista, el muchacho ya se estaba quitando la camiseta a una distancia bastante considerable; Jordan se quedó donde estaba, aguardando con el semblante un poco confundido.
Y estuvo confundida hasta que presenció la metamorfosis. Jordan asintió con cara de haber caído en la cuenta. Claro, el tipo era un animago. Y si bien Clive también lo era, la transformación de su hermano en un halcón peregrino, no se comparaba con la tamaña bestia que era Lucian. Alzó una ceja al ver al Grifo en su esplendor, con las alas enormes abiertas y la mitad de león y de águila. Jordan aplaudió más como una mofa que porque le sorprendiera todo.
— Bravo, bravo. ¿Se puede saber cuándo pensabas decirme que te podías transformar en el méndigo caballo de Troya? Ya, no me vas a contestar — comentó al escuchar el graznido de la criatura.
Cuando lo tuvo cerca, pudo acariciarle la parte emplumada de la cabeza y la dureza del pico, respiró hondo, ahora ya sabía que se refería a volar trepándosele en el lomo. Nunca había montado un Grifo en su vida, tenía que aceptarlo. Soñaba con, algún día, montar un dragón, pero eran guajiradas suyas que jamás pasarían a menos que se volviera el César Millán de los dragones, lo cual seguramente no pasaría antes de que una de esas bestias escupe fuego se la tragaran por insolente. Y de cualquier manera, tenía que aceptar que si de por si era raro imaginarse montada en una de esas míticas bestias, era aún más raro saber que la criatura per sé, era su novio. Nada más de pensar la idea, se le erizó la piel de los brazos. Al final, le dio la vuelta, maravillándose con la estructura y morfología. Como pudo, se le subió en el lomo, tratando de no lastimarlo aunque quizá le hubiera arrancado una o dos plumas.
— Perdóname si te desplumé, pero no me subo a un pajarote a diario. No en… este sentido — se encontró sentada en el lomo y se aferró bien a… Lucian — Pues dale. Vuela como… el viento Tiro al Blanco — le dijo pegando la barbilla al cuello del animal, nerviosa, ya sin nada de sueño y rezándole ahora a los dioses para que no se cayera.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
La bestia solo movió la cabeza de un lado a otro. Jordan decía puras estupideces que no sabía de donde estaban saliendo. No le gustó en lo absoluto que se mofara de su apariencia, ¿qué todo para ella era un chiste o qué? El grifo graznó altísimo, repelando por todas las necedades de la joven delta. Dejó que lo acariciara, cerró los ojos plácidamente, el contacto con su pelaje y plumaje era una sensación tranquilizante, le gustaba como se sentía. Le pegó con el pico en la cintura para que se apurara a treparse en él. Cuando al fin lo hizo, giró su cabeza y asintió solo una vez. Deseaba que se sostuviera lo más fuerte que pudiera.
Comenzó a correr a toda velocidad, como si vida dependiera de ellos, desplegó sus alas y de un poderoso impulsó se elevó por los aires, graznando mientras emprendía el vuelo. Aleteaba para poder alcanzar más y más altura. Iba en dirección vertical, apuntando hacia el sol que yacía plateado por las nubes que se cruzaban en su camino, nublando su brillo. Movió su cabeza en un reflejo, como si fuera una señal de que se sostuviera aún más fuerte. Iba a volar mucho más alto.
Aleteó con más y más fuerza. Ya estaban aproximadamente a diez mil pies de altura cuando a Lucian se le ocurrió hacer un giro de 360 grados mientras volaba. La adrenalina que sentía mientras lo hacía no era comprada con nada de lo que pudiera meterse. Le gustaba salir a volar para despejar su mente, cuando sentía que ya estaba hasta el cuello de estrés y ansiedad. Ojalá aquello le sirviera para lo mismo a la joven delta.
Comenzó a correr a toda velocidad, como si vida dependiera de ellos, desplegó sus alas y de un poderoso impulsó se elevó por los aires, graznando mientras emprendía el vuelo. Aleteaba para poder alcanzar más y más altura. Iba en dirección vertical, apuntando hacia el sol que yacía plateado por las nubes que se cruzaban en su camino, nublando su brillo. Movió su cabeza en un reflejo, como si fuera una señal de que se sostuviera aún más fuerte. Iba a volar mucho más alto.
Aleteó con más y más fuerza. Ya estaban aproximadamente a diez mil pies de altura cuando a Lucian se le ocurrió hacer un giro de 360 grados mientras volaba. La adrenalina que sentía mientras lo hacía no era comprada con nada de lo que pudiera meterse. Le gustaba salir a volar para despejar su mente, cuando sentía que ya estaba hasta el cuello de estrés y ansiedad. Ojalá aquello le sirviera para lo mismo a la joven delta.
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Siendo bestia, Lucian era más bestia todavía. No bastó dejarle claro que sí, era un tremendo animalote, con la apariencia adoptada, sino que ahora lo hacía emitiendo sonidos extraños y, aparte, pegándole en el trasero con el pico. Jordan, antes de subir, lo miró medio molesta aunque realmente no le importaba. Estaba más nerviosa por ponerse a volar encima de un Grifo que, aparte, era su novio. Que anduviera hasta de lascivo en su forma animalesca, era lo de menos.
Una vez arriba, la muchacha se puso a tener pensamientos funestos de la nada. Era de esas mujeres que a veces podían tener ciertos atisbos de agorafobia. No porque sintiera la paranoia de que en cualquier momento una hoja de un árbol, cobraría vida y la asesinaría con sus propiedades, lo cual era absurdo, sino porque tendía a imaginarse su muerte cuando se encontraba en situaciones de riesgo. Por ejemplo, en esos momentos, se le había pasado por la cabeza, por lo menos, cuatro formas diferentes de matarse. Claro que Lucian no permitiría que nada malo sucediera, pero igual, Jordan tenía una forma muy peculiar de ver la vida. En el momento que la bestia salía corriendo como alma que lleva el diablo para, finalmente, despegar cual torpedo, la morocha se tuvo que aferrar bien al plumaje del cuello de Lucian. No llevaba ninguna especie de arnés, ni de cinturón de seguridad. Iba a la buena de Dios, agarrada sólo con sus manos y muslos. Se concentró en la idea de que todo el asunto del vuelo era digno de disfrutarse en vez de padecerse. Si bien al principio se había mantenido pegada al cuerpo del grifo, poco a poco se fue separando para ver el pintoresco panorama que le ofrecía la altura. Podía ver la universidad en todo su esplendor, donde la vista aérea le confería la sensación de que no existían barreras sociales, económicas ni morales, todo estaba en un mismo espacio. Lucian volteó un poco y Jordan, quizá instintiva o intuitivamente, se aferró más al cuello ancho del grifo. Lo que vino a continuación le revolvió las tripas por unos segundos, pero después le entró una sensación de libertad que con nada podía compararse. Ella no tenía habilidades animagas y en clase de transformaciones había sido un desastre, así que básicamente no podía saber cómo se sentía poder hacer eso todos los días. Volar. Sin una escoba, sin un auto volador, sino con alas propias.
Jordan inclinó la cabeza un poco para ver el flanco derecho de la cabeza de Lucian. Lo envidió por unos momentitos, mínimos, pues se veía tan pleno, tan… despreocupado, que a la muchacha se le antojaba triste no poder comprender lo que él sentía. Al final mejor se abrazó más, apretando brazos y muslos. Entregándose al momento. Y de repente, de puro gusto, comenzó a reírse y luego a gritar como si se encontrara en un carrito de la montaña rusa.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Las alturas. Aquel espacio en donde podrían imprimirse más del mil pensamientos, más de mil esperanzas y sueños, más de mil reflexiones de lo que se tiene, aspiraciones de lo que con esfuerzo se puede llegar a tener. No había otro lugar en el mundo que le gustara más al animago. Ahí era en donde se podía sentir pleno, completo, en un absoluto estado de paz que solo era comparable con dormir y aún así, dormir no garantizaba la sensación de libertad que brindaba el volar.
Aleteó un poco más sus alas, para cambiar un poco de dirección e ir un poco más al norte. Llevaría a Jordan a tocar el cielo con sus manos de ser posible, estaba mostrándole algo muy íntimo, algo que la gente no conocía de él, solo muy pocas personas. Cuando encontró la altura correcta, se quedó ahí por uno momento, observando el hermoso paisaje que solo una altura considerable podía dar de la universidad. Podía ver el puerto, algunos unicornios y bicornios cabalgar, e incluso una manada de abraxans que corría desbocado por la costa. Se hizo un poco más a la izquierda para virar de regreso.
Ya estando en camino a regresar a donde habían llegado, Lucian voló mucho más rápido que antes, se impulsaba con sus patas, cabalgando en el aire para llegar mucho más pronto. ¿Por qué la premura de llegar? Por que había visto que se avecinaba una tormenta, logró ver los relámpagos y los truenos a lo lejos, una señal clara de que una terrible lluvia los atraparía si no se resguardaban antes. Las nubes se arremolinaron rápido y los primeros estruendos se dejaron escuchar.
La bestia graznó, advirtiendo a Jordan de que tenían que regresar. La primera brisa fresca con el ligero rocío previo a la lluvia tocó el rostró del animal, quién cerró los ojos para poder extender la sensación tan pacífica y tan purificadora que le daba. Hicieron menos tiempo en volver al punto de partida. Lucian se quedó inmóvil para que Jordan pudiera bajarse y él se transformara de nuevo.
Aleteó un poco más sus alas, para cambiar un poco de dirección e ir un poco más al norte. Llevaría a Jordan a tocar el cielo con sus manos de ser posible, estaba mostrándole algo muy íntimo, algo que la gente no conocía de él, solo muy pocas personas. Cuando encontró la altura correcta, se quedó ahí por uno momento, observando el hermoso paisaje que solo una altura considerable podía dar de la universidad. Podía ver el puerto, algunos unicornios y bicornios cabalgar, e incluso una manada de abraxans que corría desbocado por la costa. Se hizo un poco más a la izquierda para virar de regreso.
Ya estando en camino a regresar a donde habían llegado, Lucian voló mucho más rápido que antes, se impulsaba con sus patas, cabalgando en el aire para llegar mucho más pronto. ¿Por qué la premura de llegar? Por que había visto que se avecinaba una tormenta, logró ver los relámpagos y los truenos a lo lejos, una señal clara de que una terrible lluvia los atraparía si no se resguardaban antes. Las nubes se arremolinaron rápido y los primeros estruendos se dejaron escuchar.
La bestia graznó, advirtiendo a Jordan de que tenían que regresar. La primera brisa fresca con el ligero rocío previo a la lluvia tocó el rostró del animal, quién cerró los ojos para poder extender la sensación tan pacífica y tan purificadora que le daba. Hicieron menos tiempo en volver al punto de partida. Lucian se quedó inmóvil para que Jordan pudiera bajarse y él se transformara de nuevo.
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
De haber tenido la habilidad, seguramente se la pasaría más tiempo como grifo que como persona. Sentía que la mítica criatura, en sí, imponía lo suficiente como para que el animago se sintiera poderoso, podía apostar que hasta invencible. Sólo esperaba que Lucian no tuviera el miso tipo de pensamiento porque se arriesgaba a tener más bien una mascota y no una pareja. Y la verdad es que, a pesar de lo majestuoso que podía parecerle el animago en esos momentos, le gustaba como hombre. Le gustaba mucho de hecho.
La vista pronto se aclaró. Jordan se encontró en un punto donde vislumbraba todo de una forma tan sublime que se sintió pequeña. Lucian le estaba dando, básicamente, un regalo que ella dudaba poder volver a tener. La estaba llevando al límite del cielo, al punto donde era imposible llegar si no se contaba con alas. De repente se encontró maravillada contemplando el paisaje que se desplegaba bajo sus pies. Se quiso quedar ahí, suspendida en el aire hasta que los ojos se le cansaran de ver la misma imagen, sin embargo, los planes climáticos no congeniaban con los sueños de Jordan. La criatura viró y luego voló cada vez más rápido, cuestión que a la anglo-rusa la descolocó un poco. Hasta que alzó la mirada. Un enorme rayo blanco surcó el cielo, entre las nubes grises que pronosticaban la tormenta. Necesitaban bajar a tierra ya o se las podían ver, literalmente, negras. La llovizna previa a la lluvia, le pegó en la cara como si se tratara de navajas por la velocidad a la que Lucian volaba. Tuvo que enterrar la cara en el plumaje para protegerse o acabaría lacerada.
Las habilidades de vuelo de Lucian les permitieron descender a tiempo. Jordan se bajó del lomo y se abrazó a sí misma, pues el aire comenzaba a enfriar y aguardó paciente, observando con los ojos entrecerrados el cielo que ya tronaba.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Cuando Jordan bajó de su lomo, las gotas de lluvia comenzaron a dispersarse, gota a gota, trayendo consigo una ráfaga de viento un tanto fría. Lucian buscó con la mirada, el lugar en donde había arrojado anteriormente su camisa. Afortunadamente, llevaba camisa de tirantes abajo. La recogió del suelo y la sacudió suficiente para ir con Jordan a colocársela encima.
-Cúbrete bien, no quiero que enfermes. ¿Quieres que nos quedemos o nos aparecemos a tu habitación de una vez?
Tomó a la chica delta de la cintura para emprender la graciosa huída. Arriba en el cielo, el espectáculo de luces que brindaban los relámpagos y los truenos era extraordinario. La lluvia cayó poco a poco hasta que se rompió en un gran aguacero. El agua helada caía directamente en su espalda, lo que hizo que la tomara de la mano y comenzara a correr como si fuese un demente.
-Corre Jordan! –
Siguió corriendo como si estuviera en un maratón, sin soltar a la joven. Alzó la vista para poder encontrar un lugar en donde pudieran estar sin mojarse por completo. Ubicó unas rocas altas que fungirían como techo temporal en lo que el aguacero terminaba. Lucian lanzó una carcajada amplia al recordar que cuando ella había ido a buscarlo, también estuvo lloviendo a cántaros.
-Aquí estaremos bien. Es tu destino, Mayer. Estar mojada cuando estás conmigo-
No solo se refería a la lluvia torrencial.
-Cúbrete bien, no quiero que enfermes. ¿Quieres que nos quedemos o nos aparecemos a tu habitación de una vez?
Tomó a la chica delta de la cintura para emprender la graciosa huída. Arriba en el cielo, el espectáculo de luces que brindaban los relámpagos y los truenos era extraordinario. La lluvia cayó poco a poco hasta que se rompió en un gran aguacero. El agua helada caía directamente en su espalda, lo que hizo que la tomara de la mano y comenzara a correr como si fuese un demente.
-Corre Jordan! –
Siguió corriendo como si estuviera en un maratón, sin soltar a la joven. Alzó la vista para poder encontrar un lugar en donde pudieran estar sin mojarse por completo. Ubicó unas rocas altas que fungirían como techo temporal en lo que el aguacero terminaba. Lucian lanzó una carcajada amplia al recordar que cuando ella había ido a buscarlo, también estuvo lloviendo a cántaros.
-Aquí estaremos bien. Es tu destino, Mayer. Estar mojada cuando estás conmigo-
No solo se refería a la lluvia torrencial.
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Jordan era supersticiosa. No extremadamente, pero lo era. Esa era la segunda vez que, estando con Lucian, caía un monzón marca diablo y se veía en la situación de empaparse desde la raíz del pelo de la coronilla, hasta la punta de sus calcetines. Era como si la sacrosanta naturaleza estuviera tratando de: espantarla por su extraña relación con el animago, o augurarle mucho romanticismo. No sabía cuál de las dos opciones le disgustaba más. Miró hacia el cielo como queriendo maldecir a los agentes climáticos que estaban aventándole agua a cántaros. A su espalda, sintió la ligera calidez de las tela seca, miró a Lucian y soltó un bufido.
— Ay por dios ¿enfermarme? Tengo sanador gratis para el resto de mi existencia, eso es lo que menos me ocupa — un trueno resonó en el firmamento.
Jordan tardó en reaccionar. Definitivamente no quería volver a su recámara porque le traía malos recuerdos por el momento. Dejaría que el iPod siguiera tocando música aunque no estuviera nadie para escucharla y que su cómic se mantuviera abierto en la misma hoja que lo había dejado. Nada le esperaba en su cuarto más que un frasco de líquido escarlata que le recordaría lo cerca que estuvo de joderse la vida dos veces. Una, al no usar preservativo, y la dos, revelar si quiera algo con respecto al movimiento social que se gestaba dentro de las paredes de la DIY. A punto de decir “mejor busquemos un refugio temporal”, Lucian la tomó de la mano y la obligó a correr. A correr contra una lluvia que parecía haber sido arrastrada desde alguna zona de huracanes. En cuestión de minutos, los dos escurrían como si se hubieran metido a una piscina con todo y ropa. Jordan empezó a castañear los dientes porque, dadas las circunstancias, no llevaba la ropa más apropiada para el clima. La coleta que era su cabello, ya no estaba, en su lugar tenía el greñero empapado y escurriendo. Y si bien los calcetines podían protegerle los pies, era incomodísimo pisar un par de jergas. Pronto tendría los pies pálidos y con la piel arrugada. Pero ¿eso realmente le importaba? No mucho. Tan sólo bastaba verse la mano que estaba firmemente agarrada a la de Lucian para que se le olvidara el mundo entero.
Cuando llegaron a un punto seco, debajo de una gran roca que paraba la lluvia, Jordan se pegó a la superficie irregular de la piedra para tratar de respirar mejor. Medio rió por el comentario de Lucian y comenzó a quitarse los calcetines.
— Por qué no… me-me-mejor en vez de andar diciendo sandeces… vie-vienes a calentarme ¿eh? — aventó los dos calcetines al suelo y trató de calentarse los pies frotándolos entre sí, abrió los brazos y espero a que fuera a pegársele en un abrazo.
— Ay por dios ¿enfermarme? Tengo sanador gratis para el resto de mi existencia, eso es lo que menos me ocupa — un trueno resonó en el firmamento.
Jordan tardó en reaccionar. Definitivamente no quería volver a su recámara porque le traía malos recuerdos por el momento. Dejaría que el iPod siguiera tocando música aunque no estuviera nadie para escucharla y que su cómic se mantuviera abierto en la misma hoja que lo había dejado. Nada le esperaba en su cuarto más que un frasco de líquido escarlata que le recordaría lo cerca que estuvo de joderse la vida dos veces. Una, al no usar preservativo, y la dos, revelar si quiera algo con respecto al movimiento social que se gestaba dentro de las paredes de la DIY. A punto de decir “mejor busquemos un refugio temporal”, Lucian la tomó de la mano y la obligó a correr. A correr contra una lluvia que parecía haber sido arrastrada desde alguna zona de huracanes. En cuestión de minutos, los dos escurrían como si se hubieran metido a una piscina con todo y ropa. Jordan empezó a castañear los dientes porque, dadas las circunstancias, no llevaba la ropa más apropiada para el clima. La coleta que era su cabello, ya no estaba, en su lugar tenía el greñero empapado y escurriendo. Y si bien los calcetines podían protegerle los pies, era incomodísimo pisar un par de jergas. Pronto tendría los pies pálidos y con la piel arrugada. Pero ¿eso realmente le importaba? No mucho. Tan sólo bastaba verse la mano que estaba firmemente agarrada a la de Lucian para que se le olvidara el mundo entero.
Cuando llegaron a un punto seco, debajo de una gran roca que paraba la lluvia, Jordan se pegó a la superficie irregular de la piedra para tratar de respirar mejor. Medio rió por el comentario de Lucian y comenzó a quitarse los calcetines.
— Por qué no… me-me-mejor en vez de andar diciendo sandeces… vie-vienes a calentarme ¿eh? — aventó los dos calcetines al suelo y trató de calentarse los pies frotándolos entre sí, abrió los brazos y espero a que fuera a pegársele en un abrazo.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Verla temblando de frío solo lo hizo sonreír, por que no solo temblaba como gelatina sino que se movía erráticamente para tratar de conservar el calor de su cuerpo. Lucian se frotó las manos en repetidas ocasiones para que se calentaran y fue de inmediato al encuentro con Jordan, a quién abrazó fuerte para que no tuviera frío y no se terminara de congelar. Buscó sus labios con la mirada y sin pensarlo, hundió los suyos en los de ella, en un beso paciente, cálido y bastante sugerente.
-¿Ya estás mejor? Mira, ahí hay un lugar seco, podemos sentarnos a esperar a que pase la lluvia. –
Le retiró un mechón de cabello mojado que le cubría el rostro y besó su frente para luego iniciar el camino a través de las piedras. Justo a un par de metros, había una piedra enorme cuya forma perpendicular evitaba que la lluvia tocara la arena que yacía debajo. No cabrían parados, así que debían agacharse un poco para poder estar sentados. Cuando al fin llegaron, Lucian fue el primero en sentarse, atrajo violentamente a la joven delta a sus brazos, sosteniéndola con firmeza para que no se lastimara.
Le tomó uno de los pies y masajeó la planta, tenía los dedos arrugados por el agua, hecho que logró que el animago soltara una risa pequeña. Se le ocurrió hacerle cosquillas pero tenía su pie muy cerca de su rostro, temía que si lo hacía, le rompiera la nariz de una patada.
-¿te gustó el paseo?-
-¿Ya estás mejor? Mira, ahí hay un lugar seco, podemos sentarnos a esperar a que pase la lluvia. –
Le retiró un mechón de cabello mojado que le cubría el rostro y besó su frente para luego iniciar el camino a través de las piedras. Justo a un par de metros, había una piedra enorme cuya forma perpendicular evitaba que la lluvia tocara la arena que yacía debajo. No cabrían parados, así que debían agacharse un poco para poder estar sentados. Cuando al fin llegaron, Lucian fue el primero en sentarse, atrajo violentamente a la joven delta a sus brazos, sosteniéndola con firmeza para que no se lastimara.
Le tomó uno de los pies y masajeó la planta, tenía los dedos arrugados por el agua, hecho que logró que el animago soltara una risa pequeña. Se le ocurrió hacerle cosquillas pero tenía su pie muy cerca de su rostro, temía que si lo hacía, le rompiera la nariz de una patada.
-¿te gustó el paseo?-
- Lucian Den Adel
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Definitivamente se iba a enfermar. Estaba segura que el día siguiente tendría la nariz mormada, fiebre, cuerpo cortado y quién sabe qué más. Claro que podría siempre acudir a Clive para que le quitara el resfriado, pero tendría que aguantar de tres a cinco días con las molestias propias del virus que iba a albergar. Y no obstante, estaba tan a gusto, abrazada a Lucian después del vuelo, que ni siquiera pensaba en los malestares que podía presentar dentro de unas horas. Prefería mejor perderse en el momento. El olor que desprendía el cuerpo del animago, el sonido de las gotas cayendo sobre el suelo, el susurro del viento que se filtraba por diferentes materiales creando una sinfonía única. Aspiró hondo con la nariz pegada al pecho de Lucian, tratando de controlar la tembladera del cuerpo que la hacía ver como un maldito chihuahua nervioso. Tenía ganas de quitarse la ropa y secarla a base de encantamientos, pero habría sido una reverenda estupidez porque eso sólo le daría más frío. Sin embargo, Lucian parecía tener un mejor plan para hacerle olvidar la gelidéz que sentía en el cuerpo. Bastó con que la besara, que fundiera sus labios que, aunque fríos, le transmitieron más calor de lo que habría esperado de un abrigo o una manta.
Se sentía estúpidamente rara. Como plena, feliz, nerviosa. Tenía la sensación en el estómago, como si de la nada se le hubiera abierto un hoyo negro. Una vez separadas las bocas, Jordan se dispuso a disfrutar de la aparición humana que tenía frente a ella. Le pasó las manos por el pecho, acariciando suavemente, como intentando registrar con las palmas, la fisionomía de Lucian. Por mucho que le conociera el físico estando desnudo, ella podía decir sin pelos en la lengua ni vergüenza alguna, que atesoraba más un momento como ese que la sensación que llegaba una vez terminado un acostón. Era mucho más íntimo que el sexo. Porque, de una manera u otra, se estaban conociendo. No la piel, que ya la tenían bien registrada en la memoria, sino su esencia. La que los convertía en las personas que eran. La que los hacía humanos. Fue cuando la muchacha subió la mirada para verlo a los ojos, que supo que estaba metida en el fango hasta el fondo. Se encontró consciente de que tarde o temprano, acabaría no sólo amando la idea de Lucian, sino a Lucian en sí. Y eso, en un futuro, por cómo se veían las cosas, podía ser muy… muy peligroso.
Le aterró la idea. Pero no podía dejarlo notar aquello, porque como al principio de ese día, exigiría respuestas que ella no estaba dispuesta a dar. No porque no confiara en él, sino porque todo eso iba más allá que de un noviazgo. Asintió con la cabeza para después sonreír con el beso depositado en su frente. Lo siguió hasta el lugar señalado y se sentó, forzada por el tirón, a su lado. Se acomodó en la arena seca trabajosamente mientras Lucian le sostenía uno de los pies para masajeárselo. El otro lo medio hundió en la arena, en un intento de hacer que eso le conservara el calor, pero daba lo mismo, la arena del fondo también estaba muy fría. Distraídamente, comenzó a hacer figuritas en el suelo con sus dedos. De repente se halló haciendo corazones, entonces se detuvo y lo borró como si no tuviera importancia. Dio un respingo con la pregunta.
— ¿Bromeas? Jamás en mi vida había volado tan alto… y así… — miró el cielo aquejado por nubes oscuras y relámpagos que azotaban fuertemente — Maldito clima… de haber sido más favorable, seguiríamos ahí arriba y no así… todos empapados… y con frío… — comenzó a decir de una forma que parecía estar maldiciendo al cielo, volvió la vista a Lucian y, por primera vez en mucho tiempo, se le subió el color a la cara — Perdón, me quejo mucho y tu querías hacer de esto algo bonito… y yo no te traje nada… o sea, no tengo nada qué darte que se compare con volar encima de un grifo… — le pateó arena con el pie libre — Eres insoportable — dijo finalmente para intentar cubrir su pequeño momento de vergüenza y los sentimientos que le comenzaban a aflorar bastante rápido.
Se sentía estúpidamente rara. Como plena, feliz, nerviosa. Tenía la sensación en el estómago, como si de la nada se le hubiera abierto un hoyo negro. Una vez separadas las bocas, Jordan se dispuso a disfrutar de la aparición humana que tenía frente a ella. Le pasó las manos por el pecho, acariciando suavemente, como intentando registrar con las palmas, la fisionomía de Lucian. Por mucho que le conociera el físico estando desnudo, ella podía decir sin pelos en la lengua ni vergüenza alguna, que atesoraba más un momento como ese que la sensación que llegaba una vez terminado un acostón. Era mucho más íntimo que el sexo. Porque, de una manera u otra, se estaban conociendo. No la piel, que ya la tenían bien registrada en la memoria, sino su esencia. La que los convertía en las personas que eran. La que los hacía humanos. Fue cuando la muchacha subió la mirada para verlo a los ojos, que supo que estaba metida en el fango hasta el fondo. Se encontró consciente de que tarde o temprano, acabaría no sólo amando la idea de Lucian, sino a Lucian en sí. Y eso, en un futuro, por cómo se veían las cosas, podía ser muy… muy peligroso.
Le aterró la idea. Pero no podía dejarlo notar aquello, porque como al principio de ese día, exigiría respuestas que ella no estaba dispuesta a dar. No porque no confiara en él, sino porque todo eso iba más allá que de un noviazgo. Asintió con la cabeza para después sonreír con el beso depositado en su frente. Lo siguió hasta el lugar señalado y se sentó, forzada por el tirón, a su lado. Se acomodó en la arena seca trabajosamente mientras Lucian le sostenía uno de los pies para masajeárselo. El otro lo medio hundió en la arena, en un intento de hacer que eso le conservara el calor, pero daba lo mismo, la arena del fondo también estaba muy fría. Distraídamente, comenzó a hacer figuritas en el suelo con sus dedos. De repente se halló haciendo corazones, entonces se detuvo y lo borró como si no tuviera importancia. Dio un respingo con la pregunta.
— ¿Bromeas? Jamás en mi vida había volado tan alto… y así… — miró el cielo aquejado por nubes oscuras y relámpagos que azotaban fuertemente — Maldito clima… de haber sido más favorable, seguiríamos ahí arriba y no así… todos empapados… y con frío… — comenzó a decir de una forma que parecía estar maldiciendo al cielo, volvió la vista a Lucian y, por primera vez en mucho tiempo, se le subió el color a la cara — Perdón, me quejo mucho y tu querías hacer de esto algo bonito… y yo no te traje nada… o sea, no tengo nada qué darte que se compare con volar encima de un grifo… — le pateó arena con el pie libre — Eres insoportable — dijo finalmente para intentar cubrir su pequeño momento de vergüenza y los sentimientos que le comenzaban a aflorar bastante rápido.
- Jordan F. Mayer
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Re: Raindrops II- Jordan- [Privado]
Siguió masajeando el pie de Jordan, intentando vanamente trasmitirle el calor de sus manos hacia este. Sujetó su tobillo y lo cubrió con su palma mientras que con su otra mano tapaba el enpeine. Otro relámpago resonó en el cielo y Lucian solo hizo el amago de agacharse, pese a que era un adulto hecho y derecho, aun le tenía cierta reservas a los truenos en las tormentas. Sonrió ante la aceptación de Jordan de estarse quejando por todo, si tan solo supiera que así le gustaba, quejumbrosa e histérica.
Actuó instintivamente, cubriéndose el rostro para que la arena que la delta arrojó no le cayera directo a los ojos. Negó con la cabeza, sonriendo ampliamente, podía decir con toda seguridad y sin temor a equivocarse que estaba siendo feliz, muy feliz.
-¿Siempre tienes que competir por todo? No te estoy pidiendo nada a cambio. Este regalo no te hace débil o inferior a mi, por una puta vez en tu vida, cállate y deja que te consienta-
Se abalanzó contra ella, cayendo de espalda a la arena, atrayéndola consigo, colocándola a su lado para que pudiera ver como escurría el agua de la punta de aquella piedra que los cubría. Acarició su brazo despacio, de forma ascendente, deslizando la yema de su dedo índice por la suave y mojada piel de aquella chica que claramente lo haría arrancarse el cabello pero a la que poco a poco le tomaba mucho más cariño del que una vez si quiera imaginó.
-¿Qué haremos, Mayer? Yo quiero hacer público lo nuestro cuanto antes. Nada me daría más gusto que el mundo supiera que estamos en una relación formal...-
Quiso decir "que el mundo supiera que eres mía" pero debía dejar de lado ese instinto de posesividad del carajo que a veces le nublaba el juicio. Bajó la mano que anteriormente le acariciaba el brazo para tomarle una nalga y apretarla ligeramente. Se puso encima de ella, acomodándose, sosteniéndose con ambos brazos, quedándose inmóvil al verse reflejado en el iris de sus orbes esmeraldas. Sonrió con picardía y besó sus labios, tratando de encontrar la apertura a aquello que los unía, la pasión desmedida.
-Quiero hacértelo aquí y ahora. Ya mañana tendrás tiempo de enfermarte de gripe y renegar por todo como es tu sacrosanta costumbre.-
Actuó instintivamente, cubriéndose el rostro para que la arena que la delta arrojó no le cayera directo a los ojos. Negó con la cabeza, sonriendo ampliamente, podía decir con toda seguridad y sin temor a equivocarse que estaba siendo feliz, muy feliz.
-¿Siempre tienes que competir por todo? No te estoy pidiendo nada a cambio. Este regalo no te hace débil o inferior a mi, por una puta vez en tu vida, cállate y deja que te consienta-
Se abalanzó contra ella, cayendo de espalda a la arena, atrayéndola consigo, colocándola a su lado para que pudiera ver como escurría el agua de la punta de aquella piedra que los cubría. Acarició su brazo despacio, de forma ascendente, deslizando la yema de su dedo índice por la suave y mojada piel de aquella chica que claramente lo haría arrancarse el cabello pero a la que poco a poco le tomaba mucho más cariño del que una vez si quiera imaginó.
-¿Qué haremos, Mayer? Yo quiero hacer público lo nuestro cuanto antes. Nada me daría más gusto que el mundo supiera que estamos en una relación formal...-
Quiso decir "que el mundo supiera que eres mía" pero debía dejar de lado ese instinto de posesividad del carajo que a veces le nublaba el juicio. Bajó la mano que anteriormente le acariciaba el brazo para tomarle una nalga y apretarla ligeramente. Se puso encima de ella, acomodándose, sosteniéndose con ambos brazos, quedándose inmóvil al verse reflejado en el iris de sus orbes esmeraldas. Sonrió con picardía y besó sus labios, tratando de encontrar la apertura a aquello que los unía, la pasión desmedida.
-Quiero hacértelo aquí y ahora. Ya mañana tendrás tiempo de enfermarte de gripe y renegar por todo como es tu sacrosanta costumbre.-
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