Días después [PRIVADO]

Sabía que debió estar mucho más cerca de él, lo sabía y no dejaba de culparse por ello, las noticias más recientes dictaban que hubo un ataque muggle en el Cunning Fire Mall hacía exactamente una noche, la gente estaba muy atemorizada pues no comprendían como esos muggles radicales lograron pisar un lugar en su totalidad mágico. Entre todos los heridos del percance apareció en nombre de Marcellus, SU Marcellus y no había nada más importante que su vida. Decidió ir al hospital Bishop Bridget temprano para constatar la buena salud del italoamericano o por lo menos que estuviera vivo.

Con la paciencia que lo caracterizaba llegó hasta ese lugar, apareciéndose y pidiéndole de forma un tanto cortante pero amable a una robusta enfermera la ubicación del chico. La enfermera declinó darle dicha información por que solo los familiares podrían visitarlo, y si alguien que no fuera familia pedía verlo, debía ir con sus superiores y cuestionar si podrían otorgar ese permiso, Claude insistió inscisivamente, mintiéndole sobre su nombre, diciendo que era Jonathan Lovecraft, pero ella seguía en su postura de no dejarle entrar hasta que al fin se rindió y dijo que hablaría con el encargado en turno; Adrien Morgan. El inglés no pudo evitar molestarse ya que conocía a grandes rasgos la historia entre Marcellus y él y pese que fue hace ya varios años, los celos que le despertaba eran actuales y recientes.


No le importa nada en ese momento, solo quería verlo, saber que estaba bien y recalcarse mentalmente que no debía dejarlo solo jamás, pues ahora confirmaba lo que podía pasar si él no estaba cuidándolo, si Marcellus no estaba bajo su protección. Se hizo el cabello hacia atrás, peinándolo por la desesperación y se cruzó los brazos mirando su reloj, el tiempo pasaba y no veía señales del tipo ese.

Realmente la situación de Marcellus no era tan grave, sus heridas habían cerrado rápidamente con atención médica mágica, su daño era un poco más psicológico en esos momentos. Adrien apoyado por el sanador Lovecraft habían dado la orden de que solamente familiares cercanos al joven pudieran entrar a verlo, por cercanos eran solamente parientes inmediatos, ya que si daban una lista de todos los Lovecraft del mundo seguramente jamás terminarían. Aun así Adrien había sido precavido, no es que no quisiera que nadie visitara a Marcellus, pero quería estar seguro y consciente de que clase de personas eran las que entraban a verlo, parte de su forma de ser controladora y obsesiva.

En esos momentos Adrien estaba en una de las oficinas cerca de la entrada, había estado revisando a una bruja que se había desaparecido completamente, con excepción de la cabeza. Adrien la reviso rápidamente y le dio una poción para varios días que la iría haciendo aparecer. Estaba por llenar el expediente cuando la enfermera entro a su cubículo, esto tras avisar por la puerta, a Adrien no le gustaba la gente mal educada y todo el mundo lo sabía.

“Otro Lovecraft señor, quieren ver al paciente de la 204, dice llamarse… Jonathan Lovecraft.” -Adrien frunció el seño, le pareció extraño que hubiera un Lovecraft que no se presentara con su nombre completo, por alguna razón todos hacían mucho énfasis en su segundo nombre, como una inicial o algo completo, pero lo hacían. Adrien tomo los papeles y se dirigió hacia allá, tenía puestas sus gafas de lectura, mismas que se quito al llegar al otro lado del pasillo, cuando salió para encararse con ese tal Jonathan.

Cuando vio a Claude no lo reconoció inmediatamente, después de todo habían pasado años y nunca si quiera se acerco a él, por el bien de Marcellus. Cuando se dio cuenta que era él, inmediatamente una sonrisa sarcástica, como de triunfo, se dibujo en sus labios.

Vaya…. Recordaba a Jonathan Lovecraft diferente… – Dijo como si aquello le suponiera un gran logro. Fingió ver los expedientes que tenia entre las manos y luego le dirigió otra mirada a Darcy colocándose los anteojos. – Las visitas están prohibidas. Tendrá que volver tal vez mañana.... o en una semana... o dos años... – Su postura era en esos momentos inamovible, estaba evidentemente burlandose de él.

Lo conocía, conocía a los de su clase, ese tipo de personas que buscan cualquier cosa para regodearse, tratar de aumentar su muy pisoteada autoestima con ese "poder" que podían obtener de alguna situación. Claude solo se rió por lo bajo ante lo increíblemente patético que le parecía Morgan, con esa actitud de "Se hace lo que yo diga", esa suficiencia en el rostro que lejos de molestarle, le provocaba diversión.

-Deje las ironías, "doctor"- esto último lo escupió con desprecio pues para ser un sanador, distaba mucho de ser un buen ejemplo de ética profesional. Lo único que quería era ver a Marcellus, con sus propios ojos, no importa si estaba descansando, no se iría de ahí hasta verlo, no confiaba en nadie que no fuera él para decirle algo sobre el joven Lovecraft.

-Quiero verlo- mantuvo su posición, viendolo directamente a los ojos. No importaba cuantas veces le negara la visita, no se iria de ahí hasta ver al joven, costase lo que costase, necesitaría algo más que un tonito caprichoso e infantil para hacerlo cambiar de parecer.

Había sido difícil los primeros meses después de que dejara a Marcellus hace tanto tiempo, el hecho de saber que estaba saliendo con otro fue clave en su vida. Le había dolido por eso se había retirado en silencio a ocuparse de sus propios asuntos, a mantenerse alejado para no saber qué era lo que pasaba entre la vida del joven Lovecraft, no lo merecía simplemente, tenía que crear un punto y aparte en aquello y sentía que de alguna manera lo había logrado.

Por supuesto que se imaginaba que Marcellus le había contado de la relación que habían tenido, no esperaba ser del agrado ni siquiera por hipocresía del joven Darcy, tal vez esa era la muestra más tangible de que eran muy diferentes por más que Marcellus admitiera verlo reflejado en Claude muchas veces. Adrien era un farsante y mentiroso de primera, dispuesto a cualquier cosa, a mentir y traicionar si era necesario con tal de lograr sus fines. Por eso mismo no le suponía ninguna molestia portarse de una manera decente con Claude, irónica, pero decente a la vez.

El ver como Darcy escupía las palabras con odio y desesperación lo llenaba de un sentimiento de triunfo más allá de si fuera o no dejarlo ver al chico. El tenia el control en esos momentos, Darcy estaba técnicamente a merced de sus decisiones. Adrien podría haber sido simplemente directo y decirle que no lo iba a dejar verlo, por ordenes suyas, por ordenes de los padres de Marcellus o porque simplemente así se le daba la gana, pero no, iba a jugar primero con su presa, esa era su forma de ser.

Sanador, soy el Sanador Morgan, encargado directo del paciente Marcellus J. Lovecraft. – Respondió dando un paso al frente, imponiéndose. Para Adrien todos los movimientos eran como jugadas de ajedrez, tenían que ser bien orquestadas para no morir en el intento.

Ya se lo he dicho, los familiares del paciente han pedido que no se le vea. Ha sufrido tanto, esta tan mal… tal vez no pase la noche. – Su voz salía con una ironía cubierta de seriedad. Podía estarle mintiendo… pero tal vez no, lo que había aparecido en las noticias dejaba a ver que había sido un ataque terrible, con muchos heridos y algunas personas en peligro de muerte, incluso se había mencionado a un joven en coma. Adrien iba a utilizar toda esa información para torturar a Darcy hasta lo profundo.

Kael había decidido mantener tanto a Marcellus como a Odille en el Hospital, no les había dicho las razones completamente, o tal vez si lo había hecho y Marcellus no podía recordarlo, había estado demasiado sedado para recordar mucho de lo que le habían dicho.
 
Lo que si recordaba, con toda claridad, era cuando Nicole le dio la noticia de que Odille había sido internada al igual que él, pero cuando finalmente le explicó el porqué, con un tono triste y resignado, Marcellus sintió que se le había venido el mundo encima, tanto que quiso correr a verla en ese momento y de no ser porque Nicole se lo impidió, diciéndolo que su prima estaba dormida, lo hubiera hecho.
 
Ahora ahí estaba, tendido en la cama de Odille a su lado, observándola dormir mientras él había tomado un espacio de la cama para estar junto a ella. Esto por supuesto lo había hecho en contra de las órdenes del personal médico, se había salido de su cuarto cuando nadie lo estaba vigilando activamente porque tenía que estar con Odille, simplemente tenía que estar con ella.
 
Parpadeó lágrimas de vuelta, porque no podía evitar sentirse mal, era demasiado empático con Odille, ella era una parte vital en su vida y ahora estaba pasando por algo muy difícil.
 
"Lo siento 'dille," murmuró aunque ella probablemente estaba muy dormida como para escucharlo. Se acurrucó junto a ella, tomando su mano y cerrando los ojos, "Vamos a estar bien… y llevaremos a Bree y Cori junto con Hamlet y Otello para que nos arrastren por toda la colina mientras Lythalia nos mira desde un árbol."
 
Estaba hablando de las perras de Odille y de sus propios caninos al igual que su gata, Marcellus sabía que Odille los adoraba.
 
Suspiró, se sentía cansado, cerró los ojos, escuchando a Odille respirar y esperando que realmente los dos fueran a estar bien.

Lo veía ahí con esa actitud ganadora que le parecía ridícula, para ser sanador dejaba mucho que desear. Por supuesto que le molestaba todo aquello, resultaba que la persona que se encontraba del otro lado del corredor era de su propiedad, y nadie se lo podría arrebatar, ni siquiera él. Se le quedó mirando fijamente y solo pudo esbozar una sonrisa, claro que él evitaría a toda costa que lograra ver a Marcellus, se lo ponía un poco complicado, lo que hacía que el juego solo fuera más interesante. Tenía que darle crédito por que el lugar en donde estaban la ventaja la tenía él.

Aplaudió quedamente mientras le decía básicamente que no volvería ver a Marcellus por que quizá no podría pasar la noche. Se acercó hasta el sanador, y lo encaró frente a frente, no lo suficiente como para resultar amenazante, ponerse el nivel de un mamarracho sin educación no era algo que le produjera alguna satisfacción, solo lo hacía para que viera que al menos no le afectaba todo ese sarcasmo que claramente no sabía manejar.


-No me interesa si no pasa la noche, voy a ver a Marcellus, así me lo impidas…Morgan- No le tenía ninguna clase de respeto al tipejo ese, pero estaba consciente de que no estaban en un lugar adecuado para dejar salir esa ira que se le acumulaba poco a poco en su interior. Cualquier otro en su lugar, hubiera tomado del cuello al sanador y lo hubiera azotado contra la pared ante la impotencia de no ver a su ser querido, Claude Darcy era otra clase de persona, le gustaba medirse, en un sentido bastante retorcido.

A pesar de que estaba completamente dormida, podía escuchar las palabras de Marcellus como un murmullo lejano en sus sueños o lo que quedaba de ellos. Lograba captar algunas cosas como nombres. Reconoció la imagen de sus perros, Hamlet y Otello y de sus propias mascotas, Bree y Cori, paseando en el parque. Odille y Marcellus con sus respectivos animales pero Marcellus sin poder controlar debidamente a sus gran daneses. La ventaja que tenía Odille sobre eso, es que sus perras estaban perfectamente bien entrenadas para no utilizar la correa. 

Sin embargo había algo en su voz. Tintes de oscuridad se colaban entre cada respiración, cada sílaba y cada oración que salía de los labios de Marcellus. Podía identificarlo aún estando dormida. Así era la conexión que tenía con Marcellus e incluso Odette se sentía celosa de ello a veces. Odille lo sabía porque podía sentirlo.

Otro tipo de murmullos había fuera de su habitación pero no logró identificarlos. Estaba teniendo una pesadilla, estaba segura de ello, porque dentro de su mente, el rostro de Marcellus se fusionaba con el de Claude y no podía hacer nada para evitarlo. Finalmente todo fue oscuridad, quizá una de las pociones estaba surtiendo efecto en ese momento, no lo sabía. 

-Marcellus, vas a tirarme de la cama.-dijo Odille aún dormitando. No hacía falta que abriera los ojos para reconocer a Marcellus. Segundos después terminó por abrir los ojos, entrecerrándolos un poco. Después escuchó unas voces fuera de la habitación, como si vinieran de la recepción pero no les prestó atención.

Todo era una sinfonía para sus oídos, aspiro profundamente y cerró los ojos como si estuviera alimentándose de la desesperación de Darcy, en realidad así era, entre los sentimientos que lo mantenían adelante el torturar a otros era uno de los importantes, precisamente por eso es que estaba haciendo esa escena, ese teatro, porque Darcy había lastimado a Marcellus y porque ahora merecía pagar por lo que había hecho. Adrien era una persona destruida mentalmente, pero en su locura, en su crueldad, aun había lucidez.

Su sonrisa triunfal permanecía en el rostro, incluso soltó una risa melódica, aterciopelada, cuando Claude comenzó a aplaudir y se acercaba a él para encararlo, como si en realidad fuera a hacer algo. Lo esperaba, si él lo atacaba primero Adrien podría actuar, ya fuera llamando a seguridad o respondiéndole con una maldición directamente en el pecho, pero no, lo único que hizo el maldito cobarde había sido solamente reafirmar su necedad. Estaba siendo completamente aburrido.

Nuevamente señor Jonathan, los familiares del joven Marcellus Jair Lovecraft han solicitado que solamente personas especificas puedan verlo, esto para evitar que alguna persona pueda perturbar su recuperación. Si desea verlo tendrá que volver luego o hablar con el sanador Kael Lovecraft para que le autorice la entrada.

Su voz seguía llena de sarcasmo, especialmente cuando menciono el falso nombre que Darcy había dado. Se acerco un paso más a él hasta quedar frente a frente y, con una sonrisa triunfante y bajando el tono de voz se acerco más a él hasta quedar cerca de su oído.

¿Qué se siente Darcy? Tu sabes… que me siga prefiriendo después te todos estos años… - Se separo de él viéndolo a los ojos, los ojos de Adrien reflejaban sadismo, una oscuridad en la cual era fácil perderse, algo que daba escalofríos a quién le miraba fijamente.

Largate de aquí… – Le dijo con desprecio dando varios pasos hacia atrás para dar la media vuelta y retirarse.