Por Curiosidad [LIBRE]

La enfermedad de su abuela la había arrastrado a Nueva York por demasiadas semanas y con dificultad había logrado volver para el inicio de los exámenes finales antes de las vacaciones de verano.  No le había podido cumplir a Evelyn con lo de las vacaciones de primavera porque la semiveela se había ido a Inglaterra por cuestiones de su padre junto con Ellioth y poco después se había tenido que ir ella. Tenía que pasar mil horas en la biblioteca avanzando trabajos y estudiando como jamás había estudiado jamás, pero con la tranquilidad de que su abuela estaba ahora mucho mejor y parecía que la tendrían aún por un buen rato, por lo menos un par de cumpleaños más.  Eso le alegraba bastante.
 
Así que apenas había escuchando de que habían abierto aquella nueva librería en el Mall que se había absorbido a Five Corners y parecía ofrecer una variedad bastante interesante y única en algunas secciones.  Aprovechando que sus hermanos habían retirado la penalidad de su mesada porque sabían que estudiar para pasar el semestre no iba a dejarle vida para respirar (y porque había prometido conseguir un trabajo a tiempo completo en el verano) tomó algunas monedas y se fue al pueblo bastante entusiasmada.
 
Llevando como siempre una túnica tradicional la chica en color violeta oscuro se adentró por las puertas del enorme centro comercial y tras entretenerse con las vitrinas de varios almacenes llegó al frente de la librería, el solo nombre le causó escalofrío pero a la vez una sensación de emoción por lo oculto.  Atravesó la puerta que como solía pasar en otros almacenes anunciaba su entrada con el sonido de una campanilla y se quedó cerca a la puerta solo levantando la vista y contemplándolo todo con la boca abierta.  Había llegado a un pequeño paraíso.  La biblioteca de la Universidad era una de las mejores en su categoría pero esta... esta no solo albergaba libros mágicos pero muggles también (aunque no sabía cuantos muggles se paseaban en BK en realidad) y tenía ese fantástico olor de libro nuevo y una pizca bastante agradable de libros antiguos y cargados de historias listas para ser asimiladas.
 
Un movimiento brusco en uno de los armarios cerrados con triple candado la sacó de su encanto y la hizo saltar de susto llevándose las manos al pecho y ahogado un gritito porque sería un sacrilegio hacer demasiado ruido en aquel lugar.  Había aprendido que los libros mágicos más que los muggles, solían tener demasiadas cosas que contar si uno los escuchaba con atención y aunque no fuese una biblioteca merecía el mismo respeto.  Curioseó entre las mesas y las cosas en descuento antes de acercarse al mostrador (le gustaría que las librerías también tuviesen un archivo donde uno pudiese saber en qué estante estaba determinado libro sin tener que molestar a otros con esas preguntas, pero no era así).
 
- B-buenas tardes... a-alguien p-puede ayu... ayudarme? - esperó mordiéndose el interior del labio y mirando hacía ambos lados, donde estaba el encargado?