Mental Breakdown [ Marcellus, privado ]

Marcellus siempre había cargado pasión extrema en su modo de sentir, era algo que no podía evitar y muchas veces no quería hacerlo, incluso cuando esa misma pasión le hubiese causado tanto dolor en ocasiones anteriores. Su otra personalidad compartía esta forma de si mismo pero en otros niveles, en otro enfoque, era mucho más selecto en lo que sentía y en a que le daba importancia. Era entonces una situación de gran peso el que ambas personalidades concordaran en un cuán importante les es Adrien.

Se deleito con aquellos sonidos que estaba provocando en el joven, la forma en que se movía contra su cuerpo y como su respiración se hacía cada vez más pesada, creándole dificultad para sostenerla mientras en calor entre ellos iba en aumento. Capturo el lóbulo de Adrien entre sus labios, tentandolo con sus dientes mientras el se aferraba a su espalda, sintiéndolo dejar marcas y disfrutándolo como si de una de las mejores cosas de la vida se trataran… una muestra, una silenciosa declaración que después de un momento se tornó vocal, final, una promesa con aire de sentencia absoluta que lo hizo sonreír en satisfacción.  

–Nunca… no sin mí a tu lado… ni siquiera al otro mundo – le dijo con firmeza, topando su frente contra la de el gentilmente, gravando las palabras de Adrien en su memoria como la importante declaración que eran.

Le costó trabajo decir esas palabras, no porque le fueran difíciles, todo lo contrario, sino porque su respiración estaba tan entrecortada como la de Adrien. Pesados intervalos que lo obligaron a jadear hasta que se sintió demasiado cerca, pero el momento fue detenido, prolongado, por intervención directa de Adrien. Miro con curiosidad esa sonrisa, lamiéndose los labios y regresando el gesto de forma casi triste cuando escucho esas palabras tan firmes pero con aire de abatía, porque sostenían una realidad que de la cual no habían escape, a veces lo que uno más quiere es por lo que más tiene que sufrir.

Lo besó como respuesta inicial, luego murmuro contra sus labios, –Pero en calma nos veremos, si sobrevivimos la tempestad. –

Se separo un poco de el para dejarlo girarse, luego reinicio el contacto, sintiendo su piel contra la suya y adentrándose en su cuerpo una vez más, abrazándolo por el pecho mientras se movía con un nuevo ritmo en pos del placer de ambos, plantando besos en su nuca y su cuello, tentándolo son los dientes hasta finalmente morder en la unión de su cuello con su hombro, firme, casi rompiendo la piel, mientras con su otra le provocaba placer al joven, buscando su éxtasis, brindándole todo.

Nunca pensó quererlo tanto como lo hacía, pero es que hacía años, cuando aquella chispa había encendido, la vio nacer y ser saboteada en tan corto tiempo que dolió como un golpe directo al pecho, ahora el nivel era diferente, ahora sería una daga al corazón si el evento se repetía, pero lucharía porque no fuera así, se aferraría con todo su ser, con todo de el, en todo momento.

Las sensaciones que Marcellus le provocaba iban más allá de lo simplemente carnal, el joven lo complementaba de formas que nadie más había podido hacer. Marcellus era como esa otra parte de su vida que siempre estuvo buscando, durante años, algo que no había podido encontrar con nadie más, ni Julisa, a ni Lucienne, nadie… solamente él. Y era verdad… no importaba que, no importaba ahora en realidad nada solamente tenerlo a su lado, tal vez de una manera casi enfermiza, pero así era.

Acaricio sus brazos trazando con las yemas los músculos que se formaban en la parte alta de sus bíceps, beso sus labios nuevamente atrapando su labio inferior entre sus dientes por solamente una fracción de segundo antes de soltar un nuevo gemido. Maldita sea, él le provocaba aquello, le provocaba esas reacciones en su cuerpo, el deseo, el latido constante de su corazón, todo era una muestra de cuán importante era para él.

No pudo responder a sus palabras porque simplemente no había nada más, quería demostrarlo con acciones y fue así que recostándose sobre la cama volvió a tenerlo dentro de él brindándole placer, con una mano el estaba sosteniéndose mientras que con la otra acariciaba su nuca, su cabello. Las emociones eran tan fuertes que en esos momentos sintió el mundo explotar en su interior, espasmos de placer llenarlo y así fue como acabo entre las sabanas de aquella habitación. Su respiración estaba entrecortada cuando se separo de Marcellus, pero esta vez no iba a huir, no iba a alejarse.

Se recostó a su lado y lo atrajo contra él mientras su respiración comenzaba a regularizarse, lo atrajo contra su pecho abrazándolo tal vez de una manera casi protectora, era suyo y él le pertenecía. Así era y así seria por el mayor tiempo que él pudiera alargarlo.

Esta vez no habrá tormenta, tempestad que me aleje de ti… ni siquiera la muerte Marcellus… pero debes saber que las cosas que ahora están en tu cabeza, seas quién seas, te ponen en un peligro inmediato. – Lo tomo de las mejillas y levanto su rostro para que volteara a verlo.

Moriría antes de dejar que algo te pasara, ¿Lo entiendes? … no me importa nada, no voy a dejar que ellos sepan lo que guarda tu mente, no voy a dejar que ellos te toquen… - Y si, era más que obvio a quienes se refería cuando decía “ellos”. Tenía que hablar con Wilhelmina y saber si en realidad tenía intenciones de decirle a los Venerables las cosas que Marcellus sabia… tenía que hablar con ella y asegurarse de que no lo hiciera.

Marcellus tenía la mala costumbre de ver por los demás al grado de dejar parte de sí mismo por el bien de otros, en especial cuando la persona en cuestión era alguien a quien él amaba, su forma pasional de ser le hacía sentir todo, dar todo, hasta quedarse con las manos vacías, metafóricamente. Cuando vio a Adrien partir de su lado hacia años atrás era porque quería su bienestar, aunque eso le hubiese dejado un vacío en el corazón que en realidad nunca fue sellado de nuevo. Se enamoró de alguien más, si, pero nunca olvidó a quien antes había amado. 

El tiempo había pasado, pero se sentía en deleite de que aun con ello, aun con tanto pasado, ciertas cosas seguían en un reflejo similar para ser retomadas. La forma en que Adrien respiraba, el sentir de su piel contra la de él, los sonidos que le provocaba y el océano de sensaciones en las que se ahogaban, el inicio fue un reflejo de un tiempo pasado, ahora estaban presentes con la firmeza de su convicción y el sentir de su espíritu.

Se sentía en gloria el sentirse dentro de Adrien, así como sentir sus manos sobre su nuca, entre su cabello, uno de sus puntos más débiles, se estremeció respirando contra su piel al sentir los dedos de Adrien entre los mechones, rozando su piel, mezclado con la unión con su cuerpo lo hacían estremecer, sentirse pronto ya a su éxtasis hasta alcanzarlo con un gemido ahogado. No se separó inmediatamente de Adrien, hasta que fue este quien se movió primero, pero la distancia fue mínima y acortada casi de inmediato.
 
Suspiró dejándose guiar por Adrien, devolviendo el abrazo, recargando su rostro contra el hombro de Adrien mientras respiraba lento y profundo para normalizar el ritmo, sintiendo la forma casi celosa en la que Adrien le sostenía en su abrazo, concibiendo la acción y sentimiento en forma recíproca.

Sintió una ligera presión en su mente, como una presencia se retiraba para dar paso libre a la otra sin pelea alguna, esta vez no había niebla en el cambio, Marcellus recordaba absolutamente todo lo que había pasado, desde su encontró con Mina, la llegada de Jesse, el cómo terminó esa escena, su regreso al dormitorio, Adrien, su enfrentamiento y promesa, todo.
 
"Nunca pensé que se tratara de algo de tanto peso," murmuró contra el cuello de Adrien, sintiendo los ojos pesados en cansancio, "Le prometí que no diría nada… y lo primero que hice fue hablar contigo… porque no podía quedarme callado cuando te vi involucrado…" suspiró, moviéndose para quedar recostado en apoyo de Adrien, sintiéndose bien en a su lado, "No le digas que he quebrado mi palabra… por favor."
 
Lo que no era secreto es que había estado con Mina y le había explicado oclumnacia… todo lo demás, era una expediente envuelto con cinta roja, secreto que debía en silencio.
 
Se rió un poco de su situación, porque no iba a rabiar o entrar en pánico, "Tengo clases con Auberon…" dijo como si de una mala broma se tratase, "Saldré con migraña de todas esas sesiones…"

Él era capaz de mantener un nivel de oclumancia alto, lo suficiente para ocultar lo que había visto, aunque le causara un daño de por medio debido al esfuerzo. Eventualmente no le costaría trabajo, cuando su nivel fuese en aumento.
 
Quería vengar a Adrien, protegerle también, quería proteger a Mina, quería ayudar a Laise… quería cosas que sabía le iban a costar más de lo que podía costear en ese momento, pero no iba a dejar de intentarlo, porque ellos lo valían, Adrien lo valía…
 
Ocultó el rostro en el cuello de Adrien y se aferró, queriendo anclarse en su presencia. 

Estaba en más problemas de los que podía listar, todo por aquellos que quería, lo cual hacía todo más aterrador, porque no se arrepentía de sus acciones, solo se preguntaba cómo iba a sobrellevar las consecuencias de las mismas.

Si había algo que en verdad lo tranquilizaba dentro del mar de desconcierto que era su mente era el tener a Marcellus a su lado, disfrutar la calidez que emanaba de su piel y el olor de su cabello sobre él. Lo vio al os ojos buscando ese brillo que había estado tan apartado durante esas horas, con esas palabras que le declaraba, duras y certeras y no lo encontró más, no sabía quién era ese sujeto, pero sabía que era parte de él y también lo amaba de una manera retorcida por la forma dura y directa que tenia de hacer y decir las cosas. Amaba a Marcellus, completamente, todo de él incluso lo malo, sabía que a su lado aun que costara trabajo podía tratar de recomponer los pedazos de su alma.

Lo abrazo más contra si, no quería irse, esta vez quería permanecer a su lado el tiempo que fuera necesario. Sonrió y lo recargo contra su pecho escuchando atentamente lo que le decía, acerca de la practica y lo que le había jurado a Mina. En verdad fuera del hecho de que Schweinsteiger le había mostrado los secretos de la secta y lo había puesto en un peligro inminente, Adrien no sabía más nada, no tenía idea de en realidad cuales eran los planes de Mina con la revolución o que intentaba de alguna manera boicotear la sociedad que tenían ante sus ojos. De saberlo, posiblemente, tal vez algo de él se hubiera motivado a detenerlo, porque le parecía ridículo, porque si hacían eso muchas cosas se perderían, porque simplemente no era algo que un grupo de sin futuro podían manejar.

No lo diré… no por ella, si no por ti. Si alguien se entera de lo que sabes Marcellus…. Esto no es un juego, no es un secreto de adolescentes, esto está más allá de a quien le haya abierto o no las piernas Wilhelmina, esto… esto es más grande que todos nosotros juntos…

Y Adrien les tema, les temía por que conocía el alcance de sus poderes, de lo que eran capaces de hacer, de lo que él era capaz de hacer a cambio de poder. Y es que estando en su lugar él tampoco hubiera dudado en quitar una vida de un mago o cualquiera que descubriera los secretos, de haber sido otro y no Marcellus, él mismo hubiera puesto fin a su vida de inmediato, pero sus sentimientos ahora estaban ahí complicándolo todo demasiado.

No puedes acercarte más a Auberon, busca a otra persona con quién practicar legeremancia, con Laise si gustas… con quien sea, no te acerques más a Auberon, Marcellus esto es importante, sabes ahora de lo que él es capaz por un simple capricho, no puedo imaginar lo que te haría si se entera de lo que sabes…

Y no simplemente a Marcellus, a Mina… incluso a él mismo por dejarse involucrar en todo eso. Simplemente seguir en las clases de legeremancia no era algo de lo que el chico Lovecraft podía seguir dándose el lujo. Adrien se alejo de él entre las sabanas y se sentó en la orilla de la cama colocándose nuevamente su ropa.

No le dire a nadie lo que sucedió aquí… menos a Wilhelmina, pero tienes que prometer que te alejaras de Auberon, esa es una promesa que simplemente no puedes romper o evitar Marcellus… ¿De acuerdo? – No estaba pidiendo su aprobación, estaba simplemente haciéndoselo saber.

Cerró los ojos, recargando su cabeza en el pecho de Adrien, sintiendo su respirar y escuchando los latidos de su corazón. El sonido lo tranquilizaba, de alguna forma lo anclaba y centraba, permitiéndole despejar un poco el caos que tenía en su mente en aquel momento. Había demasiados factores en los que tenía que pesar, pero de los vitales era el bienestar de Adrien, porque lo amaba demasiado, quería que estuviera a salvo, quería que no hubiese un peligro sobre su persona, aunque aún no sabía cómo ver ese deseo realizado.
 
Se aferró a Adrien, apretando los dientes y forzando su respiración a permanecer en calma, tenía que relajarse después de todo, lo cual le costó algo de trabajo cuando sus sentimientos parecían hacerle sabotaje intencional por el hecho de pensar y sentir por consecuencia.
 
"Gracias…" dijo cuándo Adrien prometió no decir nada, aunque la aclaración que era por él y no por Mina fuera necesaria para realizar ese hecho.
 
Giró la cabeza, su oído estaba directamente sobre el pecho de Adrien, sobre su corazón, podía escuchar aquel cambio en el ritmo cuando le dijo  que aquello no se trataba de un juego, como aquello que había visto, los conocimientos que ahora tenían, eran un peligro para su persona. El corazón de Adrien se aceleró y Marcellus se mordió el labio inferior al sentirse responsable por ello.
 
Abrió los ojos lentamente, mirando en los de Adrien y escuchando esa resolución, como tenía que alejarse de Auberon. No iba a mentir y decir que no le temía al hombre de la familia Wardwell, sería una estupidez considerarlo, mucho más decirlo en voz alta, Auberon era un hombre con poder considerable y lo había visto, en los recuerdos de Adrien, de primera mano.
 
En su experiencia, Auberon había sido un maestro exigente, uno con la capacidad de agotarlo tras cierto lapso de tiempo en el ejercicio de Legeremacia contra Oclumancia. Marcellus había estado en el lado Oclumante de una larga sesión de Legeremancia con Auberon y aunque logró proteger sus secretos más profundos, el evento lo dejó exhausto e incluso algo débil. Marcellus sabía que no podía subestimar a Auberon, pero tampoco podía huir sin razón y darle una sospecha.
 
"Tengo que terminar el curso," le dijo a Adrien una vez que este se alejó de él, dejándolo en un frío no intencional, "Si no termino las sesiones que faltan se verá sospechoso, ya casi cerramos curso, sólo un par de sesiones más… después de ello no tomaré el siguiente curso impartido por él."
 
Practicaría con Laise, tendría sesiones de más arduas con su abuela o incluso su padre, no podía ignorar las palabras de Adrien, no podía subestimar a Auberon, no era conveniente.
 
"Cierre de curso, es todo… después de eso me alejaré de él… lo prometo." 

Buscó la mano de Adrien, entrelazando los dedos de el con los suyos, memorizando una vez más aquellas manos, queriendo apartar otras imágenes de su memoria.

No podía aceptarlo, dentro de él en su pecho se creaba un hueco de saber que cada clase Marcellus podría exponerse a que Auberon supiera todo y los matara, a él, a Mina, a Marcellus. Era simplemente un riesgo que no debería pasar, no veía la necesidad de hacerlo, pero era porque sus emociones estaban ganándole a la claridad de su mente, no podía dejarse llevar de esa manera, no podía simplemente. Al darse cuenta de ello Adrien se sentó en la orilla de la cama con su ropa sobre el regazo, se llevo las manos al tabique nasal simplemente tratando de pensar con calma, de encontrar una solución, no la había.

Es demasiado arriesgado… sabes lo que él podría hacerte, no solamente a ti, a mí, a Mina principalmente… – Aspiro con fuerza tratando de llenarse los pulmones de oxigeno. – Esto va a ser terriblemente difícil… – Lo decía no solamente por el hecho de que Marcellus tuviera que cuidarse demasiado de ahora en adelante, si no que se conocía, sabía que él mismo no podría estar en paz sabiendo que lo arriesgaba de esa manera, lo quería demasiado como para si quiera pensar en perderlo, lo confirmo cuando sintió su mano sobre la de él entrelazando sus dedos.

Fue una mezcla de emociones, entre paz y desasosiego. No era bueno lidiando con las emociones, se notaba inmediatamente. Tenía que tragarse el terror de que los descubrieran, el miedo de perder a Marcellus y pensar con la cabeza fría. Lo peor era que ahora la información estaba también en su cabeza, si Auberon llegaba a imaginar cualquier cosa o leerle la mente a él, también Marcellus estaría en peligro. Todo era una mezcla de paranoia, decidió como siempre darse unos momentos mientras se colocaba la ropa, no estaba huyendo, solamente necesitaba espacio para pensar.

Necesitamos guardar el secreto Marcellus… no pueden ligarte a mi o estarás también en peligro. Encontrare la forma de sacarnos de esto, lo prometo… – Y lo haría, no sabía cómo pero lo haría. No iban a separarlos nuevamente, de eso podía estar más que seguro. Sabía que Marcellus no se merecía nuevamente algo a escondidas o entre las sombras, pero era mejor de esa manera. No quería que las personas con quienes él había tenido dificultades en el pasado, principalmente Auberon, ahora vieran en Marcellus un blanco fácil.

Se levanto una vez que termino de abotonar su camisa, se acerco a Marcellus tomándolo por la mejilla y le dio un beso en la frente, sonrió de medio lado para luego separarse de él.

Necesito caminar… pensar las cosas. Descansa, has tenido un día difícil… - Y así había sido, la información que aun rondaba la mente del joven era demasiada para que cualquiera pudiera soportarla en un solo día.

Marcellus se sentó junto a Adrien, manteniendo sus dedos entrelazados con los de él, usando el gesto como ancla para el momento, porque sentía que si pensaba demasiado iba a terminar perdiendo el control de nuevo, dejándose caer fuera de sí y al frente esa oscuridad de sí mismo que a la vez era su mejor defensa, pero lo agotaba increíblemente.
 
"Sé que es un riesgo," le dijo con un tono cansado, sintiendo que le costaba trabajo mantener los ojos abiertos, "Pero será breve… haré mi mejor esfuerzo, no tiene por qué sospechar de mi como para incitarle a indagar en mi mente… Auberon tiende a subestimar a mi familia, pero en este caso eso esta bien."
 
Recargó su cabeza en el hombro de Adrien, suspirando largo y profundo, quería ayudar a Adrien a que se calmara, pero sabía que las palabras no iban a ser útiles, por lo que decidió tranquilizar su propia respiración, buscando proyectarle calma a Adrien en el proceso con sus movimientos tranquilos.  
 
Parpadeó unas cuantas veces, analizando las palabras de Adrien de como se tenía que guardar todo lo que había pasado en secreto, levantó la vista, notándose triste por un momento pero luego su expresión cambió por una de entendimiento y asintió con la cabeza, inseguro de que la voz no le fuera a fallar en ese instante.
 
"Confió en ti," le dijo en voz baja, apretando su mano, "Totalmente."
 
Renuente, dejó que Adrien soltara su mano y lo miró vestirse mientras él se cubría con las sábanas, estudiando la forma de Adrien y sus movimientos, usando la imagen para proyectarse calma en ese momento. Hizo un esfuerzo por no bostezar, pero terminó haciéndolo de todos modos.
 
Se cubrió la boca con una mano, luego sintió el toque de Adrien y levantó la vista, sonriéndole, cerró los ojos al sentir sus labios sobre su frente y suspiró satisfecho.
 
"Encontraremos la forma, lo haremos," le dijo a Adrien para darle fortaleza a su pensar, "Gracias por quedarte conmigo." 

Marcellus se dejó caer en la cama, ya no podía más, se cubrió con las sábanas, escuchando como Adrien se retiraba y minutos después estaba profundamente dormido.