Imágenes Retro - Privado -

Miró su propia habitación en la Universidad como si esta se tratara de un lugar extraño, la verdad es que no había permanecido mucho en ella últimamente, prefería quedarse en la Mansión o con Adrien en su departamento, pero el dormitorio tenía la señas de que era suyo por supuesto, porque aunque no hubiera pasado la noche en el, seguía frecuentándolo con mucha constancia.

No había señales de Joe, probablemente estaba ocupado con sus asuntos o quien sabe la verdad, Marcellus no había indagado en las actividades de que compañero de cuarto más de lo necesario por respeto, algunas veces el chico parecía no querer si quiera que lo miraran.

Se había puesto de acuerdo con Laise en que ambos se verían en du dormitorio, un lugar privado, para realizar sus prácticas de Legeremagia, aunque también era una excusa simplemente para estar en la compañía del otro, al menos de parte del Lovecraft, quien desde hace un tiempo había sentido una necesidad cada vez más pronunciada de estar cerca de Laise o Adrien, mejor cuando eran ambos.

No se arrepentía de nada, solo esperaba que no fuera a terminar más mal para el de lo que ya estaba, tal vez era mucho pedir, tal vez no, la verdad es que no quería pensar demasiado en ello, sólo… estar con ellos.

Adrien le había dicho que Laise tenía que hablar con él, decirle más de sus dudas y demonios internos si ella quería, pero Marcellus no le dijo que el ya conocía parte de esos demonios, al igual que Laise conocía los suyos. Ambos se habían confiado esa clase de secretos por el hecho de permitirse indagar uno en la mente del otro, aunque muchas veces los callaran por respeto.

Ahora que sentimientos no planeados se estaban involucrando, la situación había cambiado, se hizo aún más íntima de lo que ya era y Marcellus no estaba del todo seguro como proceder desde ese punto, pero no quería hacerle daño a Laise como no quería hacerse más daño a sí mismo.

Era una situación complicada, pero no una de la que quisiera huir, sino una que quería sobrellevar y eso ya era gran ganancia.

También estaba el asunto de que casi se muere desangrado hacía poco, la verdad aún tenía problemas para digerir ese hecho, de hecho más de los que dejaba expresar, pero de Laise no iba a poder ocultar su tormenta de ideas mucho tiempo, no cuando ella literalmente podía confírmalas.

Ambos sabían mucho del otro y cada vez sabían más, era extraño, pero confiaba en ella, sin realmente haber tenido que comprobarle nada.

Se sentía bastante extraña después de ese encuentro “casual” entre Marcellus, Adrien y ella, no sabía realmente que fue lo que había pasado ahí pero lo que más le asustaba eran los sentimientos que despertaron en ella después de eso. Siempre había querido a Marcellus, es decir, era su amigo, uno muy cercano, íntimo y especial, ahora era mucho más que eso, podría decir, sin temor a equivocarse que era la única persona que la conocía perfectamente pues él había visto aspectos en su vida que ni siquiera Lucian sabía.

Últimamente pasaban tiempo en aquel departamento, simplemente se daban esos encuentros en los que los tres sucumbían ante la necesidad de la carne, de alguna u otra manera, se liberaban del peso de un mundo que yacía en su espalda, que no solo lastimaban si no que también entorpecían. Después de un largo tiempo había encontrado en él, en Marcellus al chico que alguna vez soñó para sí. Siempre había sido una romántica empedernida, aquella que espera a que el caballero andante la rescate de la gran torre y mate el dragón, solo que se había obligado a creer que eso simplemente no existía y que solo hacía ver y sentir tontas a las mujeres que aún lo hacían.

Desconocía por completo la historia de Adrien y Marcellus, el cómo habían llegado a ser amigos y realmente no quiso saber hasta ese momento, ya que luego de concientizar su accionar hacia él pues le provocó una inmediata y legítima curiosidad. No había querido preguntar por que él fue herido en un ataque al Cunning fire Mall y le pareció poco prudente tocar esos temas cuando la vida de Marcellus había estado en juego. Saber ese hecho la afectó mucho más de lo que ella misma se atreviese a aceptar, sintió una gran opresión en el pecho, una angustia que no la dejaba pensar con claridad, aquel patronus avisándole de todo desquició a la alemana, se culpó por no haber hecho lo que el sanador le dijo: no dejar que Marcellus fuera a trabajar a la librería.

Ahora que ya estaba bien y que recién regresaba a la universidad, deseaba verlo, abrazarle y decirle todo lo que jamás se había atrevido a decirle, además de que tenían que seguir practicando legeremagia sin la necesidad de tener a Irina Gohile o Auberon Wardwell oliendo sus cuellos como sabuesos. Llegó al dormitorio que él compartía con Joe Miller y tocó un par de veces la puerta, sabía que Joe no estaba por que lo había visto fumando afuera en completa soledad.

Escuhcó el llamando a la puerta y de inmediato abrió, encontrando a Laise ahí, esperando que la dejaran pasar. Le dio una pequeña sonrisa, haciéndose a un lado para que Laise entrara y cerrando a puerta una vez que ella estaba dentro.
 
"Antes que nada…" Marcellus levantó la varita y lanzó algunos hechizos de protección y para conciliarlos a ambos en la habitación, por costumbre de que al practicar Legeremagia, que era el objetivo por el que en teoría se habían reunido, era necesario no preocuparse por cosas inesperadas interviniendo, al menos en la etapa de entrenamiento que ellos estaban, más delante tendrían que lidiar con obstáculos externos, por el momento no lo harían.
 
"Listo," le giró para verla y finalmente suspiró, cerrando la distancia entre ellos y tomándola en sus brazos, recargando el rostro contra su cuello, sintiéndose bien de simplemente estar así con ella.
 
El tiempo que pasaban juntos había ido en aumento, ella fue de las pocas personas que no eran de su familia que fueron a verlo cuando estaba en el hospital tras el ataque en el centro comercial, suceso que aún tenía sus secuelas arraigadas en Marcellus por varias razones que aunque no siquiera hablar de ello iba a terminar haciéndolo tarde o temprano, probablemente más temprano que tarde.
 
Se separó de ella, sonriendo con algo más de confidencia en el acto y luego caminó por la habitación hasta su cama, tomando un libro con el título, "El Enigma de la Memoria, por Serenity H. Lovecraft" en la portada.
 
"El libro que te comenté," durante sus prácticas habían descubierto algunos detalles extraños en ambos, como el hecho que Laise parecía tener lagunas mentales en al menos dos aspectos y Marcellus tenía fragmentada la memoria, decidieron investigar ese hecho con ciudad, inseguros de realmente conocer por qué su mente estaba en aquel estado.
 
Ambos se estaban redescubriendo y encontrado que había cosas que no sabían del otro, pero no estaban del todo sorprendidos de verlas, Marcellus por su parte había desarrollado una necesidad más estrecha de estar en compañía de Laise y buscar apoyo en ella, así como brindárselo. 

La apreciaba mucho, ahora ese nivel había cambiado e iba en aumento, era un escalofriante y a la vez llenador hecho que ahora compartían.

Esperó en el dintel interior de la puerta mientras Marcellus colocaba los hechizos adecuados para poder proseguir con el ejercicio que estaban esperando. Le dio mucho gusto verlo tan repuesto, al parecer estaba siguiendo las instrucciones al pie de la letra tanto de su tío como de Adrien, en poco tiempo ya podría volver a sus actividades regulares. Cuando el chico terminó con la varita, ambos se aferraron en un abrazo que se extendió por segundos. La calidez que le brindaba esa clase de abrazos calmaba esa ansiedad que poco a poco dominaba a la alemana.

El rostro se le iluminó cuando mencionó aquel libro que les haría falta para la práctica, con el curso de Auberon se habían dado cuenta que algo no estaba bien con ellos, tanto ella como él tenían la mente hecha pedazos y no tenían idea del por qué y estaban más que seguros de encontrar la verdad por el medio que fuese, la legeremagia era uno de ellos.
El joven había despertado en Laise una necesidad de protección, no maternal si no más como si fuese un preciado tesoro que guardaría recelosamente del dominio público, cualquier cosa que tuviera que ver con él le afectaba o le afectaría y haría lo imposible por velar por él, de asegurarse de que fuera feliz, era de las pocas personas que lograban que la chica se desprendiera de si misma para los demás.

-¿Lo has leído? Te confieso que tengo miedo, no sé qué avances podamos lograr…- Estaba poniéndose bastante nerviosa pues había llegado la hora de la verdad. En aquel libro mencionaba que la mente era como un laberinto, uno que una vez recorrido sería mucho más fácil llegar a los accesos escondidos, pasadizos estrechos y atajos que podrían ayudar tanto a reconstruir una mente dañada como también sumirla y perderla en una eterna oscuridad.  Se debía tener mucho cuidado por que una vez adentro de la mente de alguien, cualquier cosa que se hiciese, tendría graves repercusiones, de forma positiva y negativa.

-¿cómo sigues? ¿Estás mejor?- Se acercó a él para quedar a su lado y colocar su cabeza en uno de sus hombros, tomándolo por la cintura con uno de sus brazos, en un abrazo ligero mientras veía la portada del libro en las manos del chico.[/b]

Cerró los ojos por un momento, recordando los versos del libro, como explicaban el tan extraño panorama que era la mente y el porqué era capaz de tantas cosas, así como la magia le afectaba de formas tan fuertes y permanentes en algunas instancias.
 
"Comencé a leerlo, si…" le confirmó, pero se detuvo cuando le preguntó que si estaba bien. Decidió recargarse en su abrazo como su le fuera un pilar, porque le estaba costando más trabajo del que pensó el recrear todo el ataque.
 
"Fue mi culpa," dijo en voz baja, dejando escapar esa culpa que había estado sintiendo por lo que indirectamente causó en el encuentro, "Esa… esa bestia que hirió a tantos… que casi mata a Zlatan… fue mi culpa que apareciera."
 
Recargó la mejilla en la cabeza de Laise y cerró los ojos, pasando un brazo por lo hombros de la joven para estar más en contacto con ella.
 
"No creo estar bien…" le confesó, "Estoy siguiendo las recomendaciones que me dieron al pie de la letra, físicamente estoy recuperando pero…"
 
Inconscientemente se  llevó la otra mano al torso, sobre uno de los puntos donde el Radical Anti-Magia había clavado su arma con la intención de quitarle la vida.
 
"Ese hombre realmente me quería matar… solo por estar ahí… me hizo recordar cuando estaba de viaje y me atacaron por ser mago y encima un Lovecraft… pero el odio de ese hombre era más básico… me quería muerto simplemente porque así lo decidió… ni siquiera sabía quién era yo."
 
Marcellus estaba seguro que había sido la combinación de su miedo, su sangre y la puerta arcana lo que trajo el Nightgaunt hasta aquel momento, un accidente… pero eso no cambiaba que el daño que había causado. 

Suspiró para tranquilizarse y se rio porque no se podía poner a gritar, "Estoy hecho un desastre."

Le partió el corazón ver a Marcellus tan afectado por lo que sucedió en el mall, tanto que solo pudo atinar a abrazarlo tan fuerte como sus brazos podían. Hubiera dado lo que fuera por que no hubiese sufrido aquel ataque, Lucian también había estado ahí pero tanto su madre como él estaban en perfecto estado y no les había pasado nada a grandes rasgos. También se sintió terrible por Zlatan, por que a pesar de no ser más que escoria, había estado en contacto con él últimamente y no era de roca como para no sentir pena. Ese cariño que había sentido por él, se había convertido en algo más grande, más intenso, no podía explicarlo con palabras en concreto.

-Hey…mírame- le tomó del mentón y lo miró fijamente a los ojos. Laise era una chica alta pero no lo suficiente para no verse pequeña ante el joven Lovecraft-No fue tu culpa, no metiste a esos tipos a causar terror ahí…la criatura fue un accidente, eso es todo- ahora la que sentía terriblemente culpable era ella, Adrien le había pedido de favor que no dejara trabajar a Marcellus ese día, que lo llevara a pasear a algún museo o algo, que tenía demasiado estrés encima, necesitaba despejarse la mente y sobreponerse a Wilhelmina. Ahora que lo pensaba era demasiado sospechoso, le intrigó aquel hecho pero lo dejó pasar por que ahora estaba más enfocada en Marcellus y en cómo se sentía.

-Hay quienes solo quieren ver el mundo arder, no puedes seguirte culpando por ello…- lo besó en los labios de una manera tierna y cuando al fin se dio cuenta de lo que había hecho, se sobre saltó y lo soltó de inmediato, notablemente avergonzada. Le retiró el libro de las manos y lo abrió, leyendo los primeros párrafos y poniéndose aún más nerviosa de lo que ya estaba. Se había preparado mentalmente para todo, lo que sea que él pudiera encontrar entre la maraña nebulosa que era su mente, deseaba que el castaño también estuviera listo.

-¿Estás listo?- Necesitaba primero remarcar los parámetros que ambos tendrían en esa sesión, que era lo que estaban buscando, además de lo obvio, sobre todo la forma de sobrellevar lo que sea que ambos estuvieran ocultando entre los pedazos de su psique.

Miró a Laise a los ojos, sintiendo su toque quizá con más sentimiento del que ella le estaba poniendo, Marcellus estaba realmente hecho un desastre al nivel psicológico, una vez más estaba teniendo esas conversaciones consigo mismo en tercera persona, una segunda voz igual a la suya que era más agresiva, más posesiva, siempre a la defensiva y llena de cinismo… era una parte de sí mismo que no estaba acostumbrado a dejar correr.
 
Quería ayudar a Laise en todo lo que pudiera, no darle otra carga, pero sentía que ahora el necesitaba la ayuda de ella, así como ella necesitaba la de él.
 
El beso no lo tomó por sorpresa, de hecho se sintió como algo curiosamente natural, como un movimiento que debió ser realizado precisamente sin haberse pensando demasiado, simplemente dejándolo ser.
 
Parpadeó extrañado cuando Laise se separó de él, relajando sus gestos en una sonrisa tranquila. Se acercó a ella para besarla en la comisura de los labios con calma y luego se acercó a la mesa para sacar una silla indicando que era para que ella se sentara, Marcellus se sentaría frente a ella en la silla contraria.
 
"Listo," le dijo sentándose en la silla y sacando la varita, girándola en sus dedos como su de una baqueta se tratase, "Uno de los puntos es la explotación de lo que la autora llama la lógica de la memoria, aquella que es obtenida de la experiencia y los efectos de como esta se guarda en nuestra mente… "
 
Marcellus ladeó la cabeza, pensando, "La memoria fotográfica es una evidencia de aquel tipo de memoria que más conversa hechos en la mente, mientras que la mente promedio toma sólo lo más importante... "
 
Su abuela materna también era Legeremaga le había explicado lo complicado de la mente, como si este se tratara de un cristal el cual veía las cosas dependiendo de contra que luz se le apoyara.
 
Sin embargo… el cristal podía fácilmente romperse y aunque se hiciera arena para volverlo a forjar, nunca sería lo mismo.

Entre más conocimientos sobre la materia tuviera, más miedo tenía, comprendió que el asunto de la mente era muy delicado, debía tratarse con sumo cuidado, un error en el proceso y podía ser catastrófico. Estaba muy nerviosa pero sabía que Marcellus era la única persona a la cual podía develarle sus más íntimos secretos, tenía la seguridad de que no diría nada, por que aquella práctica era por partes iguales, desde una posición egoísta y hasta un poco traicionera tanto ella como él no podían hablar de lo que sus mentes veían en la del otro. Eran demasiadas experiencias que quizá a oídos y ojos de los demás pudieran ser retorcidos, enfermos y bastante aterradores, Laise estaba segura de que si su amigo hablaba ella no dudaría en cantar cual canario, era una pésima actitud hacia alguien que quería muchísimo pero lamentablemente no podía ser pasiva ante lo que ocurría.

Se estremeció cuando este le besó en las comisuras de los labios, medio sonrió y de inmediato regresó su atención hacia lo que estaban haciendo. Se frotó un poco las manos e hizo varias respiraciones profundas, esto haría las cosas más fáciles, tratar de mantenerse calmada para que Marcellus pudiera entrar a su mente sencillamente pero al momento de profundizar, de excavar en los recónditos recuerdos, tuviera un poco más de trabajo. Había advertido que para poder ser la mejor legeremaga debía también ser la mejor oclumante y para eso debía guiar a su amigo a una red de confusas ilusiones, memorias de plástico moldeadas a su antojo, resistir la fuerza mental con coraje.

-Lo más importante, es decir memoria selectiva, lo que no afecta tanto nuestro inconsciente y subconsciente, ¿dice algo sobre la memoria táctil?- Laise había leído y estudiado por su cuenta, sabía que ambos podían a ser los mejores en ese campo. Todo el mundo sabía cuales eran las aspiraciones de su amigo, siempre habían sido muy claras y jamás las ocultó por que para él eran motivo de orgullo pues su padre era un respetado legeremago y quería seguir sus pasos, por el contrario Laise lo hacía por su abuelo quién jamás llegó a poseer más conocimiento que ella sobre el tema, Johann Den Adel consideraba a la menta como un diamante entre una pila de carbón. Debía pulirse, tratarse con respeto y cuidarla hasta llegar al punto de doblar, quebrar y reestructurar a placer.

-Adelante, estoy lista. Te advierto que tendrás problemas está vez, no voy a dejártelo tan fácil…- Le daba a entender que se esforzaría para poder llegar a su psique mediante la propia, creía que había la suficiente confianza para poder nadar en los oscuros recuerdos del castaño.

Marcellus parpadeó unas cuantas veces considerando la pregunta, hojeando el libro para encontrar un capítulo sobre la memoria táctil y como esta funcionaba.
 
"Aquí," le dijo señalando la hoja, "Esta parte nos habla de cómo algunas veces la memoria no retiene ciertas cosas o pueden ser olvidadas por un factor externo, pero el cuerpo recuerda… hay una sensación en el cuerpo no olvida."
 
Marcellus colocó su mano sobre el pecho de Laise, a penas rosándola con las yemas de los dedos, "Este movimiento puede ser familiar… o no."
 
Retiró su mano y luego suspiró, invitando a Laise a sentarse en el suelo en un área que había preparado con cojines para, "Vamos, si me vas a doblegar no quiero golpearme la cabeza muy fuerte."
 
Se sentó en uno de los cojines y se cruzó de piernas, mirando a Laise y alzando la varita, la giró unas cuantas veces en sus dedos y luego la tomó firmemente, apuntando. 

"De acuerdo, dame guerra…" murmuró su conjuro y se hizo paso para adentrarse en la memoria de Laise, buscando en el laberinto que ella había erguido como protección.

Laise tenía una mente fascinante, era una estructura que habían construido en entrenamiento, pasillos y corredores, paredes y callejones sin salida, todo con el objetivo de resguardar su pensamiento y darle manera de que a primera entrada nadie pudiera ver su memoria superficial.

Laise se asomó al libro para leer también lo que decía aquel libro, comprendía que el cuerpo reaccionaba diferente según la experiencia propia del recuerdo. Ella pensó en un caso muy extremo, por ejemplo, si una chica era transgredida sexualmente, existía la posibilidad de que cayera en tal shock que olvidaba el acto en cuestión, ese recuerdo se podía detonar con el roce de una persona totalmente diferente, alguien que la haya tocado en el punto en el que ella se sintió amenazada. También existía memoria auditiva, aunque esta era un poco más fiable y tenía otro apartado muy diferente.
Se estremeció con el tacto del joven en su pecho, su memoria táctil estaba perfecta, recordó aquellos momentos tan fuertes con Marcellus, cómo la hizo gemir y volverse loca en un solo instante. Sus mejillas se encendieron bastante y bajó la mirada, carraspeando la garganta, estaba extrañamente apenada por lo que había hecho con él en el departamento de Adrien, en donde el chico Un también tuvo participación.

-Ehmmm Me gustaría también probar la memoria por asociación que es la más común, “Un color que te lleva a recordar el nombre de la chica que usó el mismo modelo la semana pasada…Camille” es un ejemplo absurdo pero es eficiente- Asintió a la petición del joven para sentarse en el suelo frente a él con la varita lista en su mano. Colocó la misma en un lado y lo miró de frente, Marcellus ya sabía cuál era la estructura mental de Laise, ahora le daría un giro, algo que no se esperaría.

El joven le apuntó y conjuró exitosamente, la mente de la chica era básicamente como un laberinto, con corredores y callejones sin salida. En uno de esos corredores se encontraba una memoria básica, lo que ella quería que viera. La noche en la que Madison descubrió su atracción hacia el navajo y en cómo lo negaba a toda costa, obviando que por esa razón había entrado al club de arte, quería plasmar su rostro en todas las técnicas.

Al salir de ese corredor, Laise lo guió hacia otra memoria, en ella se veía a Lucian y su madre cenando y ella diciendo que quería honrar al abuelo Johann con la legeremagia. La reacción de Anne fue determinante y le contestó con un rotundo “NO” y Lucian solo optó por decirle un "¿qué te pasa, estás loca?", luego empujó rápidamente de su cabeza al chico.

-Vaya! eso fue fácil, Jair, esfuérzate!-

Si era de ser sincero y completamente franco, Marcellus no juzgaba a Laise por haberse enamorado de Thomas, así como no juzgaba a Adrien por haber amado a Julisa. No estaba en el juzgar a los demás por quienes su corazón latía, después de todo el se había enamorado perdidamente de Claude Darcy, quien termino haciéndole un notable daño.

El detalle es que su perspectiva hacia Thomas había cambiado mucho últimamente, parecía el Navajo repartía malos augurios, Odille había sido afectada, Laise también. Era suficiente decir que por estas razones, Thomas no estaba en la gracia de Marcellus, por lo que ver los recuerdos de Laise relacionados con el siempre le causa un suspiro mental de cansancio. Sin embargo, Laise estaba usando esas memorias para su beneficio, convirtiéndolas en armas para la protección de su mente en lugar de ser la carga que una vez fueron, este hecho era una progreso de gran importancia y Marcellus tenía que admitir le causaba orgullo que Laise estuviera tomando esa aproximación.

Se vio caminando en el laberinto de la mente de Laise, pero estaba cruzando por los pasillos que la chica quería que el viera, no los que Marcellus quería alcanzar, dando paso efectivo a la técnica de desvío mental que habían practicado.

El joven se retrajo de la mente de Laise y bajo la varita, sonriéndole tras su comentario, "Haz mejorado bastante," le dijo con sinceridad, "¿Qué tanto has practicado la técnica de subterfugio?"

Aquella donde en lugar de llevar a tu atacante a un recuerdo que no te importe que vea, lo guías a uno falso para confundirlo o hacerlo creer que ha encontrado lo que busca, cuando en realidad ha sido engañado.

Marcellus giro la varita entre sus dedos y chasqueo la lengua, recordando el comentario de Laise sobre la memoria por asociación, "Podemos intentar la prueba básica de asociación, esta nos ayudaría a ambos a centrar que estamos haciendo surgir de nuestra memoria en primera estancia y luego analizar el porque dimos esa respuesta."

Cerró los ojos por un momento, levantando la varita de nuevo, "Esta vez seré mas agresivo, busca sacarme de tu mente lo más rápido que puedas."

La miro a los ojos y conjuró.

Tuvo que respirar profundamente un par de veces, aquello le cansaba, por más que hubiese practicado mediante la meditación y el sueño, no dejaba de ser muy cansado. La frente comenzaba a perlarse y la temperatura de su cuerpo a subir, sus ojos se abrieron ampliamente para tratar de tomar todo el oxígeno que podían. Lo vio a los ojos después de haberlo sacado nuevamente de su cabeza y le sonrió, claro que había mejorado! Sin duda la práctica y la experiencia que tomaba con él a su lado por fin rendía frutos.

-Realmente no he practicado mucho el subterfugio, me cuesta aún tratar de armar algún recuerdo ilusorio, pero creo que si intentamos con ello en específico el día de hoy, podremos hacer avances…Quiero saber ¡qué demonios le pasó a mi cabeza! – aquello último lo dijo molesta. Desde la primera sesión con Auberon, se habían dado cuenta de que ambos tenían la mente fragmentada. Ambos llegaron a la conclusión de que la mente era como un terreno y los recuerdos como el mapa que te ayuda a llegar a donde necesitas. Extrañamente, Laise tenía “atajos”, lugares que estaban vacíos y que debían contener alguna clase de memoria.

Movió la cabeza hacia abajo, permitiéndole una vez más que se adentrara en su mente. Una vez dentro de ella, Marcellus podía ver un momento en específico: Mina y ella, en el invernadero, discutiendo sobre Marcellus, teniendo un combate mágico muy cruel. Laise lanzó un incarcero y Mina cayó al suelo, envuelta en aquella correa, justo después conjuraba un crucio que Laise realmente disfrutaba, justo después la versión mental de ella misma, volteaba a ver al joven Lovecraft y trataba de arrojarlo por una ventana pero él logró zafarse. Ese fue su primer truco, ojalá hubiera sido tan convincente para hacer creer que ella sí la había atacado.


Aquel invernadero se disolvió como tinta en agua y de pronto, estaba en el despacho del profesor Kael…

”-Laise, primero que nada me gustaría disculparme por aquella noche. Sabes a lo que me refiero, tampoco es fácil hablar de eso para mí. No pude hablar contigo después debido a lo sucedido con mis padres y que tuve que salir de la ciudad al día siguiente de manera inmediata. Pero espero no hayas mal interpretado mis intenciones contigo. Creo que fue un error eso que sucedió entre nosotros… También quiero disculparme por Lucienne y su forma de comportarse, cuando pierde los estribos puede ser realmente indecente…-“

“-No tengo nada que disculparte, al contrario, soy yo la que debo pedirte disculpas. Pude detenerme y no lo hice...Perdóname, Adrien. Estoy de acuerdo contigo, fue algo que simplemente no debió pasar, Charlotte es mi amiga ¿sabes? No tengo el corazón para decirle algo así…- “

Ese era el recuerdo de la charla que tuvieron después de que Laise perdiera la virginidad en brazos de Adrien, mientras estaba comprometido con Charlotte Wardwell en uno de sus muchos intentos por poner a su familia a salvo. Después de aquello, Laise sacó a Marcellus, agitándose demasiado, ese era un recuerdo que no quería que nadie viera. Su estudio en la oclumancia era nulo, debía comenzar a prácticar mucho más, esforzarse, jamás doblegarse. Era una fortuna que fuera el castaño el perpetuador de aquel hechizo, solo con él sentía la seguridad y la confianza de que no diría palabra alguna.

-Dame un momento, Marcellus….- Estaba muy agitada y le costaba respirar, tenía que calmarse y seguir con el ejercicio, no debía claudicar ni un solo instante.

Caminó por los corredores que conformaban el plano mental de Laise, aquel laberinto que habían construido a través de la práctica y más horas de dedicación de las que podía recordar haber contabilizado. La base de la estructura de su mente, teniendo este plano, entonces era posible proteger el pensamiento, era cuando estaba en desorden total cuando resultaba más fácil tener una brecha de seguridad en el mismo.
 
Dio vuelta en una esquina, entrando a un pensamiento que lo hizo retroceder en confusión, porque Laise había elegido una imagen de Mina. Su primer instinto fue hacer algo al respecto, pero se detuvo en un segundo, recordando que esto era  una imagen y que además, no podía intervenir.
 
Se preguntó si era un recuerdo y su respuesta vino cuando la imagen mental de Laise la atacó.
 
"¡Una trampa…!" murmuró cuando esquivó a Laise para no ser arrojado por la ventana del lugar, provocando que la imagen se disolviera.
 
Tenía que reconocer a primera instancia la imagen había hecho exactamente lo que la técnica de subterfugio debía hacer, lo había engañado, sobre todo porque Laise conocía a su atacante. Tenía que darle el crédito, había sido astuto de su parte, aunque aún le faltaba práctica para mantener la ilusión en pie.
 
Cuando se encontró con el verdadero recuerdo, aquel que tomaba lugar en el despacho de su tío Kael, un encuentro entre Adrien y Laise. Furnció el cejo porque había algo extraño en esa memoria, se sentía difusa, demasiado cargada, pero Adrien… había algo muy extraño en él.
 
Laise lo sacó de su mente y Marcellus le respetó el momento que había pedido, mirando el libro de El Enigma de la Mente distraídamente mientras ella recuperaba la calma.
 
"¿Quieres cambiar por un momento?" le ofreció, "Tu sé el ataque, yo la defensa." 

Marcellus era mejor en ambas materias por haber estudiado bajo la titule de su padre y abuela antes que Auberon Oclumancia y Legeremagia, pero no se creía la gran cosa por saber, siempre estaba la oportunidad de mejorar y el las aprovechaba constantemente.

Poco a poco su respiración volvía a restaurarse, la mente de Marcellus era bastante poderosa, ambos habían estado entrenando pero claramente él tenía mucha más experiencia por que tenía a varios legeremagos en su familia lo que hacía que todo el conocimiento que obtuviera podía ser procesado y analizado de una mejor manera y así optimizarlo bien, exprimirlo y manejarlo a su antojo, en cambio Laise, todo lo que veía era teorico y muy pocas veces práctico, ya que solo lo hacía con el castaño, aún no se daba el lujo de probar su habilidad con alguien, a pesar de que ya podía manejarlo bien, no quería incurrir a ello, no todavía.

La trampa mental que le había puesto al joven, la dejó sumamente exhausta, tragó saliva nerviosa y miró a los ojos al chico, sonriéndole con malicia, él era bueno, muy bueno.

-Claro que era una trampa, pero no tiene caso ya que la descubriste…- dijo un poco decepcionada. Se irguió de nuevo y se colocó en posición de flor de loto, dejando las manos cruzadas frente a ella y regulando aún más su respiración mediante profundas e intensas inhalaciones y exhalaciones. Sentía que le temblaban las piernas aún estando sentada, era una muy extraña sensación pero pronto la pudo controlar.

Tenía que ser mucho más fuerte, no podía ser tan débil, pondría aprueba su resistencia física y mental a niveles extralimitados, era una Den Adel, no había más aditivo que ese, el orgullo de su familia, sobre todo de su abuelo. Le había jurado ser la mejor y haría todo cuanto tuviera en las manos para lograr que así fuera aunque se le fueran pedazos de humanidad en el proceso. Hay quienes luchan por el poder absoluto, por que sus pequeñas autoestimas no aspiran a más, es un deseo vacío, nulo y egoísta, en cambio había quienes lo hacían por razones mucho más generosas, por su familia, por gente que amaban, por sus hijos, etc..., en el caso de la alemana lo hacía por ella misma. Dejaría el apellido Den Adel muy en alto, estaba traspasando esa línea delgada en la cual los escrúpulos no tenían cabida y descubriría la verdad detrás de esas malditas lagunas mentales que no dejaban de joderle la vida.

-No, de ninguna manera, sigamos, no te detengas por nada del mundo…quiero llegar al fondo de esto, luego será tu turno…- dijo decidida y con algo de molestia en su voz. Podría venderle su alma al diablo si con eso podía traer esa paz que necesitaba, esos recuerdos que sentía que la faltaban y que quizá jamás podría recuperar.

La miró algo preocupado, sabiendo muy bien que Laise estaba haciendo un gran esfuerzo por realizar las prácticas de manera satisfactoria, cada vez poniéndose nuevos retos y superando los límites que previamente había tenido establecidos.
 
"Fue una buena trampa," le dijo sinceramente, "Creo que lo que la hizo fallar fue que en lugar de envolverme en ella trataste de sacarme muy rápido."
 
Suspiró pero con una sonrisa ante la determinación de Laise de reforzar su mente a toda costa. Marcellus se sentía bien de poder ayudarla, además de que no quería que ella viviera lo que Auberon le había hecho a él para poner un ejemplo del uso de la Legeremagia como ataque, había sido ilustrativo, doloroso, demasiado potente y lo dejó con migraña y nausea que terminaron mandándolo a la enfermería.
 
En resumen, no había sido agradable.
 
Después de eso, Marcellus reforzó sus barreras mentales y sus trucos para desviar, confundir y atrapar intrusos, después de todo si lo habían tumbado, tenía que levantase con más fuerza.
 
"Está bien," le dijo tomando la varita de nuevo, "Intenta sacarme de tu mente a toda cosa o atraparme en ella para confundirme, busca la forma de hacer tu plano un terreno de batalla que esté totalmente a tu favor."
 
Levantó la varita y conjuró, adentrándose en la mente de Laise, buscando un recuerdo en específico, quería encontrar las cosas relacionadas con Thomas, con Adrien, Mina, la fraternidad… cualquiera de aquellos potentes recuerdos que habían definido a Laise y sus cambios, los mismos que él sabía de antemano que ella protegía con mas fuerza. 

Aterrizó en el laberinto del plano mental de Laise y se adentró en el.

El esfuerzo físico que estaba haciendo era monumental, Laise tenía una gran resistencia pero aquello le estaba exigiendo más de lo que podía dar, sin embargo su terquedad y su temperamento eran mucho mayor, su arrojo era casi ilimitado, no habría nada en el mundo que la pudiera detener. Después de algunos momentos de intensa relajación, de respirar profundo y calmarse, se sintió lista de nuevo. Se mentalizó como la mejor del mundo en lo que estaba haciendo, nadie sabía de sus clases, le había pedido estrictamente a Marcellus que dijera palabra alguna, pues aún no le decía a Lucian sobre aquello y seguramente se enfadaría.

Chasqueó la lengua y le hizo un ademán al joven para que se adentrara a su mente de nuevo, cuando conjuró aquel hechizo abrió los ojos de golpe, la intromisión había sido demasiado rápido, pensó ilusamente que ya estaba ciento por ciento recuperada pero no era así. Dentro de Laise existía una oscuridad que nadie había abrazado, quizá solo Adrien, de ahí la relación tan torcida y extraña que llevaban, él no hacía ninguna clase de preguntas, ni mostraba verdadero interés, solo había aquella fijación hacia su carne que también ella disfrutaba muchísimo.

La imagen que Marcellus tenía de su cabeza era la de una habitación completamente cerrada, no tenía ventanas y escapaba de el un asqueroso olor a humedad, suciedad y sangre. Sangre seca que por alguna nefasta razón se encontraba repartida en las paredes. Tenía un par de antorchas a los costados, prendidas pero al punto de ya no iluminar como debería. En la pared principal había cadenas y grilletes pero no había nadie ocupándolas, en la parte de abajo se encontraba un butlo extraño, tirado e inmóvil. Conforme se iba acercando notaría que aquel bulto era ni más ni menos que el cuerpo sin vida de Adrien Morgan, en un lecho de sangre.

Llevaba los ojos abiertos y una expresión de terror espantosa, en una de las esquinas se encontraba Laise, sentada, en silencio, desnuda y con sangre en sus manos. Lucía espeluznantemente pacífica y pensativa. Se miraba las manos copiosamente, volteándolas y guardando todo detalle de ellas. Cerró los puños y alzó la vista hacia Marcellus.

Debió ser más cauteloso con sus movientes, porque a pesar de que era un entrenamiento, Laise eras su amiga y la realidad es que no quería hacerle daño, de ningún tipo, en ningún momento, el verla luchar contra su propia mente era algo que siempre lo hacía sentir incomodo porque la realidad es que la única forma que tenía para ayudarla era forzarla a construir el control de su mente y para eso había que atacar las temblorosas bases.
 
Cuando se vio en aquella habitación cerrada, entre cuatro paredes que parecían querer atraparlo, sintió una inquietud alzarse dentro de su ser por segundo, porque la escena era ya de por si una de seísmo cuando los detalles se refinaron en su comprensión, esta se tornó en una pesadilla que Marcellus no sabía que podría asecharlo.
 
Esto no es real, esto no es real, esto no es real… la mantra se repitió en su mente mientras veía la figura de Adrien y Laise en una escena que sólo traía amargura y pavor a su persona.
 
Dio un paso hacia atrás, buscando salir de aquella imagen pero no podía, por alguna razón parecía que sus esfuerzos por reconectarse con su persona física estaban siendo bloqueados.
 
"Laise, déjame salir," dijo entre dientes mirando hacia arriba porque no podía concebir la imagen su Laise como aquella criatura en la esquina, "¡LAISE!"
 
Sólo era el, ese retorcido reflejo con la apariencia de su más-que-amiga y el silencio. Se abrazó a sí mismo en un movimiento inconsciente, como solía hacerlo en su infancia y cayó de rodillas junto al cadáver que tenía la apariencia de Adrien. 

"Déjame salir," repitió de nuevo entre dientes, mirando en los ojos de aquel que él sabía no era Adrien, pero no reducía el impacto de verlo en esa condición. Se clavó las uñas en sus propios brazos cuando la respuesta de Laise no fue de inmediata y en u acto instintivo de defensa usó su propia mente para atacar a Laise, obligándola a reaccionar al temperar con la imagen en que estaba atrapado, creando una flama que se convirtió en una llamarada hasta ser u fuego que arrasó con toda la habitación, dejando nada más que las llamas amarillas…

La visión periférica de Laise se reducía a mirar solamente a Marcellus, no veía el cuerpo sin vida de Adrien, solo al castaño que realmente lucía muy afectado con la imagen plasmada. Laise se levantó de donde estaba y ladeó la cabeza, extrañada por su comportamiento. Llevaba el cabello humedecido por sangre y sudor. Se le notaban marcas extrañas, una en su frente, una en sexo, que parecía estar en carne viva y otras en su espalda pero estas no las alcanzaba a ver todavía.

Cuando pidió que lo dejara salir, Laise lo ignoró, si pudiera saber que eso no lo estaba controlando, que no estaba consciente de lo que estaba dentro de su mente. En un instante, cuando el fuego provocado por Marcellus llenaba aquella habitación, la piel de Adrien comenzaba a desaparecer, quemada por el fuego, purificada, de alguna poética manera.

Aquella impresión de Laise sobre sí misma atacó a Marcellus, yéndosele directamente hacia el cuello, con sus manos desnudas y llenas de sangre, quería asesinarlo, arrancarle todo suspiro de vida, ver como la luz se extinguía de sus ojos y con ello la paz que tanto necesitaba. La propia mirada de la chica lucía perdida e inexplicablemente vacía, esos ojos pardos, grises como la plata, lucían oscuros, nublados dando paso una tonalidad de plomo sólido.

-No!- aquel monosílabo lo dejó escapar mediante un grito gutural, apretaba lentamente su cuello, temblaba por la fuerza que estaba imprimiendo en aquel hórrido acto, escurría de sí, la sangre de sus brazos y su cabello, manchando al castaño justamente en el rostro. No había raciocinio en ella, solamente una bestia, una cruel y maldita bestia.

El lugar estaba cubierto en las llamas que Marcellus había creado, pero a Laise, o aquel reflejo de su mente, le importó muy poco, ignorando el ataque y pasándolo de largo hasta llegar hacia el. Marcellus la vio de pies a cabeza y sintió la necesidad de ayudarla, pero no sabía que hacer.
 
"¡Laise!" gritó al aire, porque no sabía dónde estaba el consiente de Laise en aquel momento, aquella imagen frente a él, aquella chica cubierta en sangre, era una proyección, ahora estaba seguro.
 
Las proyecciones podían tomar formas distintas, generalmente se presentaban con la propia imagen de uno, pero alterada en lo que estaban reflejando. Aquella criatura era una composición extraña que Marcellus no podía descifrar porque al inicio no identificó de qué se trataba y ahora todo se había vuelto más tenso.
 
Se le echó encima, como un animal salvaje queriendo atacarlo, una criatura que quería hacerle daño porque se atrevió a oponérsele aunque fuera en una sola manera. Sintió sus manos sobre su cuello, las uñas en su piel y la tomó por las muñecas con la intención de quitársela de encima, pero sólo pudo mirar en sus ojos, llenos de niebla y su ser goteando sangre sobre él.
 
"¡L-Laise, detente… d-detente p-por f-favor!" con cada momento la sensación de ahogo se hacía más viva sobre sí mismo, aunque esto era una proyección, él estaba consiente que estaba pasando en su mente, en la de Laise mas específicamente… pero eso no quería decir que no fuera real.
 
Levantó una mano como pudo, colocándola en la mejilla de Laise mientras esta trataba de quitarle la vida e hizo el esfuerzo por no perder el aliento.
 
Por un monto olvidó que se trataba de una proyección, la impresión de que la escena se estaba llevando a cabo siendo más fuerte. Este no era un escenario creado por Laise, simplemente no podía serlo porque ella no lo hubiera atrapado de tal forma conscientemente, no con lo mucho que compartían, Laise sabía que Marcellus temía ser incapaz de ayudar a sus seres queridos y dudaba que ella hubiese usado ese conocimiento para hacerse de una ventaja, porque él no era el enemigo.
 
No, esto era algo más… un miedo profundo, una proyección incandescente… prueba tangible de que Laise no estaba bien en realidad.

"L...a...ise..." 

Marcellus tomó a Laise por el rostro, buscándola en aquella proyección y encontrado solo un ser que quería quitarle la vida. Esto no le podía estar pasando, o aquí, no de esta forma, no a manos de su querida Laise.

Quería sacarle gritos de horror, llantos de desesperación, gemidos de dolor, que su voz sucumbiera en un sórdido y temible silencio. Apretaba mas y más el cuello del joven que en un impulso por sobrevivir la sujetó de las muñecas, tratando de evitar que siguiera asfixiándolo. Pudo ver en su rostro el miedo y la sorpresa, tembló su mandibula pues aguantaba todas sus ganas de llorar, aunque no comprendía por que se sentía tan mal de hacer todo aquello. Ella quería quitarle la vida, entonces ¿Por qué se sentía tan triste?.

La primera lágrima cayó, recorriendo la mejilla de Laise y con ello dejó de oprimir el cuello de Marcellus poco a poco, sus nervios estaban hechos añicos, no podía controlar los espasmos que le daban sus manos justo después de separar sus manos de él. Se hizo para atrás, erráticamente y tropezando con sus propios pies, espantada y temerosa por lo que había estado a punto de hacer. Las llamas del fuego comenzado por el italoamericano se encendían más, consumiendo todo, haciendo crepitar espeluznantemente el cuerpo sin vida de “Adrien”.

Laise se acercaba peligrosamente a las flamas, poco a poco se prendió y comenzó a quemarse, viva, dejando escapar gritos desgarradores de dolor. Todo aquello mientras Marcellus veía en primera plana, esa espectral imagen. Después de que el último grito de la alemana resonara en aquel cuarto, lo pudo expulsar de su mente.

Comenzó a toser fuertemente, su rostro y su cuerpo estaban absolutamente empapados de sudor, no dejaba de toser, sentía que le ardía todo, comenzó a frotarse copiosamente y sin parar sus extremidades sobre todo sus manos y brazos. Tenía muchísima sed, necesitaba un trago, ahora más que nunca, aquello había sido demasiado, ni siquiera pudo pensar en Marcellus y en lo afectado que estaría tras presenciar y vivir esas imágenes en su mente.

Buscó cómo loca alguna clase de licor en la habitación del castaño, yendo a sus alacenas, seguramente encontraría algo, costoso seguramente, pero no le importaba en lo absoluto, solo quería terminar con el dolor, con esa ardidez en su cuerpo que no podía controlar. Tiró platos y vasos al suelo en su búsqueda desesperada. Abrió todas las puertas de la alacena, en el enfriador mágico y debajo de la cama, incluso se atrevió a traspasar a los terrenos de Joseph Miller.

-¿Donde carajo está? Maldita sea! ¿En donde lo tienes escondido, Marcellus? Vamos...debes tener algo... Removió todo el cuarto, hasta que al fin encontro una botella de scotch debajo de la cama de Joe. La abrió rápidamente y le dio un trago larguísimo, su alma descansó y optó solo por dejarse caer sentada, admirando su propia miseria.

Sintió una lágrima caer sobre su rostro y luego Laise se apartó de él, aterrada de su propia obra en medio de una imagen de sangre y fuego. Marcellus se incorporó para verla ser alcanzada por las llamas y se forzó a mirarlo todo, hasta que el sonido fue demasiado. Se cubrió los oídos con las manos pero no dejó de verla hasta que la imagen entera desapareció y estaba de vuelta en su habitación, en la realidad.
 
Estaba demasiado impresionado como para hacer algo, permaneció donde estaba mientras Laise parecía querer destrozar su habitación en busca de algo, por un momento se preguntó si realmente habían salido de la imagen construida, pero este pasó rápidamente.
 
Se llevó una mano al rostro, cubriéndose la boca y cerrando los ojos, tomando largo tramos de aire para luego exhalar con fuerza, tranquilizando el latir de su corazón.
 
Estaba empapado en sudor frio y notó que sus manos estaban temblando, todo el parecía tener ese ligero temblor constante resultado de la experiencia vivida.
 
Se quedó quieto por un largo momento, mientras Laise había pasado como huracán por el lugar. Se puso de pie, llegando a un baúl que estaba al pie de su cama, lo abrió para sacar una botella de Amaro Fernet Branca y se tomó un trago directo de la botella.
 
"No te voy a preguntar si estás bien… es obvio que no… ¿qué fue eso?" le dijo sin verla, mirando la botella en sus manos para distraerse.
 
Esas imágenes habían sido demasiado cargadas. El reflejo de personalidad que había encontrado en esa proyección de Laise lo había dejado perturbado en mas de un sentido, sin mencionar preocupado. 

Se llevó una mano al cuello inconscientemente,  sintiendo el fantasmal toque de manos que querían asfixiarlo, pero no miró a Laise, porque quería, tenia, que entender que había pasado y ayudarla, en lo que fuera, para que esa proyección no tomara mas de su mente de lo que ya anidaba..

Le costaba demasiado enfocar su vista en algún objeto, sus pupilas se movían de forma errática de un lado a otro, el sudor seguía perlando todo su cuerpo y la ansiedad anidaba dentro de sí, como si de un nido de arañas se tratara. La sensación la carcomía de forma tal que sentía los dedos de los pies hormiguear tan fuerte que cualquier contacto podría provocarle dolor, tenía todas sus terminales nerviosas muy sensibles y solo respondían autóctonamente. Su pecho se contraía por todo el aire que jalaba y por el esfuerzo de soltarlo para dejar su ritmo cardiaco con las pulsaciones más bajas posibles.

Ni ella misma sabía que había sido todo aquello, Laise estaba como mero espectador ante un monstruoso acto, en donde por más que deseaba parar una fuerza en su interior no le permitía hacerlo. Veía desde su propio punto de vista como apretaba el cuello de Marcellus, sentía en carne viva ese odio, ese fuego interno que le quemaba cual lava. Sacudió la cabeza para tratar de despejarse, aunque dudaba que ahí fuera. Le dio un trago mucho más largo a la botella, dejando que el amargo y fuerte sabor de whiskey limpiara el nudo de emociones que sentía en la garganta. Se sentía mal, terriblemente mal por no haberle hecho daño al castaño, no tenía cara para mirarlo a los ojos.

-No lo sé, Marcellus…- contestó apenas con un hilo de voz. Aun estaba fuertemente impactada por lo sucedido, en toda su vida jamás se sintió tan impotente, ella pudo haber frenado toda esa oscura visión y no pudo. Algo dentro de ella no estaba bien y ahora quedaba mucho más que claro. Se levantó y caminó hacia Marcellus, dudó en quedar a unos pasos de él, jalándose el cabello en un intento por tratar de recuperar su confianza de nuevo.

Cuando al fin se decidió a ir hacia él, se llevó la botella y luego hizo una mueca de obviedad cuando vio que Marcellus tomaba una botella de su baúl. Le había importado tres costales de mierda su rehabilitación, necesitaba el alcohol en sus venas para volver a ser una persona funcional de nuevo.

-Perdóname Marcellus, yo no quise hacerte daño…no sé qué me pasó-

Tomó otro trago del licor, sintiendo como este quemara su garganta mientras permaneció quieto y con los ojos cerrados por un largo momento. Cuando sintió que se había tranquilizado un poco suspiró, cerrando la botella y dejándola a un lado. Pensó en decirle a Laise que dejara la botella a un lado también, después de todo aún estaba en recuperación, pero la dejaría por el momento, a menos que viera que estaba tomando más que un trago.
 
"¿Quieres analizarlo?" le preguntó con voz seria, mirándola a los ojos mientras se sentaba en la cama, "No tenemos que hacerlo si no quieres."
 
La experiencia había sido lo suficientemente fuerte como para genera agitación en ambos, por lo que si Laise no se sentía lista, entonces no era conveniente que lo intentaran, no quería hacerle daño o quedar de nuevo atrapado en una proyección de aquella naturaleza… al menos no tan pronto.
 
Ella se veía demasiado afectada, incluso más que el. Esto era por la personalidad de ambos, Marcellus había visto una proyección de Laise aterradora, pero el problema es que la misma Laise desconocía sobre esta faceta o de dónde provenía, lo cual era en si algo temible, el desconocerse a uno mismo siempre lo era.
 
"Fue una proyección Laise… una proyección sin dirección fija… no creo que realmente quieras hacerme daño…"
 
Eso quería creer y eso iba a sostener, tal vez incluso si se le demostraba lo contrario, porque no era posible que Laise le guardara esa clase de rencor, no… es proyección no tenía objetivo fijo. 

Laise era su amiga, su más que amiga… le producía ansiedad verla así, pero le había hecho una promesa, en la librería, de que la ayudaría y ahora que habían encontrado un obstáculo considerable no iba a darle la espalda, simplemente no lo haría.

Laise estaba terriblemente asustada por lo que había pasado, en su mente habían pasajes que incluso ella desconocía, el atreverse a explorarlos podía desencadenar una serie de pensamientos que lejos de ayudarle, podrían perseguirla por siempre. Por un momento quiso asentir y decirle a Marcellus que no claudicaría, que siguieran con los ejercicios, no importando todo lo que se atrevía a ver en su mente, pero no, estaba demasiado agitada, quizá podrían analizarlo pero no mediante la legeremancia, si no en un plano más común como simplemente conversando, no se sentía del todo lista para continuar.

-Quiero analizarlo, pero no así, tengo mucho miedo Marcellus…-

Le dio otro trago a la botella, esta vez había roto su propia medida en cuanto a beber, eran tragos bastante largos y profundos, desde luego no entorpecerían sus estudios, lamentablemente su resistencia al alcohol había aumentado drásticamente con su adicción, podría beberse la botella completa y apenas sentir cosquillas.

-Sé que fue una proyección Marcellus! No sé de donde carajos salió! –

Todo se estaba transgiversando, no comprendía la naturaleza de aquello que anidaba en su mente. Locas teorías llegaban a su cabeza pero eran poco probables y además no tenían ningún fundamento. Lo que sí podría estar ligado, eran esas constantes pesadillas que estaba teniendo, pronto le llegó una revelación, podría guiarse a esas memorias que faltaban gracias a las que aún poseía.

Marcellus debía analizar quienes eran las últimas personas con las cuales había tenido contacto, tal vez uniendo esas partes pudiera reconstruir el mapa de su psique. Sabía que no podía recuperar esas memorias por más que lo intentara, pero al menos podría saber que era lo que había pasado para que le faltaran y hacerse de una idea.

Marcellus se quedo mirando el techo de su habitación por un momento, no tomo mas licor, simplemente sostuvo la botella entre sus manos para distraerse mientras su mente analizaba con más detalle lo que había ocurrido y la reacción de Laise para ello. Ladeo la cabeza, pensando en compararlo con sus propias reacciones, donde el hacia cosas que luego no podía recordar con claridad, pero dudaba que fuera el caso. La situación de Laise más bien parecía un fantasma, un espectro de algo que pudo haberse generado de alguna manera, porque tenía razón de ser en alguna parte, los demonios internos no se forman de la nada.

Se acercó a Laise, dejando la botella a un lado y con cuidado quitándole la que ella traía en las manos, si bien entendía que ella estuviese asustada, no quería quedarse cruzado de brazos viendo como reducía su esfuerzo de rehabilitación a cero, con una razón fuerte, pero aun así no una que justificaba deshacer todo el esfuerzo que había hecho.

La abrazó fuertemente para probarse dos puntos, uno era que el estaba a su lado para apoyarla y el segundo que aunque aquella proyección le hubiese hecho daño, entendía que no había intencional.

"Hablemos entonces," le propuso en voz baja, "No tenemos que hacer esto más difícil."

Guio a Laise a la cama para que se sentara y se recargara contra el respaldo de la misma. Se sentó a su lado, tomando su mano para entrelazar sus dedos con los de ella, manteniendo el contacto con ella con la intención de anclarla al momento, que supiera que pese a lo que había visto, ya no estaban dentro de aquella proyección.

No estaba completamente seguro si eso era lo que ella necesitaba, pero al menos cuando el se había perdido dentro de su propia mente durante sus lecciones de Legeremancia con su padre y su abuela, se había sentido mejor cuando estaba anclado a la realidad.

Miró de reojo el libro de que habían dejado tirado en el piso y suspiro, recargándose contra el respaldo mientras con su pulgar hacia un movimiento circular sobre la palma de la mano de Laise.

"Me gustaría saber de dónde salió esa proyección, en verdad quisiera poder decírtelo en este momento, para que no estuvieras asustada de lo que has visto de ti misma," murmuro, "No sé bien cómo hacerlo, pero quiero ayudarte..."

Se lamio los labios, pensando, "Creo que es un reflejo de algún miedo… nuestra propia mente hace ese tipo de cosas para protegerse."

En la suya había un ser que tenía su mismo rostro, el lo había visto, pero de sus manos goteaba sangre… no le gustaba pensar mucho en ello.