Vámonos ya! [Adrien]

Aquella noche, luego de la reunión, supo que debía apresurarse. Tenía la dirección de la casa segura en donde estaba Adrien y también, la respuesta favorable de su tío Gerhard Immëndorff desde hacía semanas, diciéndole que llegara cuando quisiera. No podía esperar más. Saliendo de ahí, en la madrugada, había dejado que su hermano la llevara de vuelta a su departamento, y había tenido que fingir entereza como nunca, pero por dentro estaba destruida por lo que había pasado. Sabía que tenía que controlarse por los bebés, que tenía que hacerlo por Jesse, pero le estaba costando demasiado trabajo. Lo que habían construido se iba a venir abajo en cualquier segundo si ella se derrumbaba, tenía que actuar con inteligencia.

Para empezar, no podía advertirles que Werther iría por Angus, en primera porque no podía mandar un mensaje tan urgente sin primero contactar a Marcellus para que hiciera de intermediario y en segunda, porque si Angus desaparecía del alcance de Werther con tanta prontitud, Mina sentía que iba a ser obvio que había un traidor dentro de la Secta. Angus tendría que ser un chivo expiatorio y aunque pensarlo le producía náuseas, no había nada que pudiera hacer.

Lo único que sí hizo fue mandarle un patronus a Jesse. “Cambia de locación, asegúralos a todos, tengo que ir con mi tío por esas contramaldiciones, te avisaré cuando esté en Irlanda. Mantente con vida.”

No tenía tiempo ni de pensar. La cabeza le dolía. No quería que el nombre de Harley se apareciera en su mente una vez tras otra, ni acumular rabia, ni decidir hacer explotar todo solo por el dolor que sentía en su pecho. Se pasó una mano por el vientre y respiró profundo antes de empezar a meter algo de ropa en una pequeña bolsa con expansión mágica, sus vitaminas y la carta de su tío. Se la echó al hombro antes de aparecerse una cuadra antes de la casa segura de Adrien y una vez ahí, tocó la puerta como una desquiciada hasta que él le abrió. Ni siquiera se fijó en la cara que llevaba en ese momento, si era robada o era la real.

-Tenemos que irnos ahora. Lo saben, tienen nombres. Werther lo sabe. No de mí, pero sí de todos los demás que no están encubiertos. Hartmann, Finnerty, los Delta que sí están involucrados. Lo saben y los empezarán a cazar uno por uno. Necesitamos esas contramaldiciones, necesitamos irnos ya. Ya es ya.

Antes de decir más volvió a sentir un mareo espantoso, como si toda la tierra se hubiera movido, y tuvo que afianzarse de la mano de Adrien que apenas y agarró al vuelo. Lo apretó y respiró, esperando a que pasara.

En esos momentos Adrien estaba en la casa del muggle al que le había literal robado la vida. Estaba en un laboratorio que había implementado en el sótano de su casa, ahí donde tenía al muggle dormido con pociones y todo. Posiblemente después tendría que borrarle la memoria, cuando estuviera listo para dejar su coartada. Él y Wilhelmina tenían un plan por supuesto, uno al que le hacían falta detalles, algunos más importantes que otros, pero que estaba listo para ejecutarse cuando ella misma lo dijera. Sabía que igualmente no podían esperar tanto a viajar por el estado en el que ella se encontraba pero cuanto más pronto lo hicieran estaría mejor.

Tenía un montón de papeles con hechizos y contra hechizos. Había estado aprovechando su tiempo al máximo en esas semanas encerrado, tenía casi todo listo para cuando decidieran ir a buscar la fuente de poder mágico que les daría las contra maldiciones deseadas. Cuando escuchó la puerta se apareció en el piso de arriba, no llevaba puesto el encantamiento por lo cual se veía como él mismo, así que tenía su varita en alto por si necesitaba desmayar a quién estuviera del otro lado, afortunadamente no fue necesario, era Wilhelmina.

Cerró la puerta tras Wilhelmina tratando de procesar toda la información que le había soltado así sin más. La dejó tomarlo del brazo aun que su rostro de desconcierto era frio y algo indiferente hacia ella. - ¿Qué? … ¿Quieres hablar más despacio por dios? Siéntate, estás pálida.

Adrien era un medico ante todo. Sabía bien que tenían que irse de inmediato pero no podía arriesgarse a viajar con Wilhelmina si se ponía mal, luego sería un problema utilizando cualquier medio mágico. Le indicó que se sentara en la sala, todo a su alrededor estaba revuelto y lleno de frascos de diferentes tipos, tubos de ensayo, papeles regados con inscripciones, incluso la cocina estaba convertida en un mini laboratorio de pociones. Adrien fue hacia allá y tomó un pequeño tubo cristalino, mismo que le dio a Mina luego de volver a la sala, luego se cruzó de brazos esperando una explicación.

¿Qué nombres tienen? ¿Nos descubrieron? ¿Sospechan algo acerca de ti? ¿Cómo obtuvieron la información? Tengo listo todo, podemos irnos pero deberá ser en unas horas, por la mañana, aun necesitamos utilizar un traslador autorizado por el congreso para llegar a Europa y será extraño que tu quieras salir del país al día siguiente de que dieron la noticia de los rebeldes. No podemos dar un paso en falso ahora.

Negó con la cabeza porque se rehusaba a sentarse y tomárselo con calma, aunque en realidad fue más un gesto caprichoso que algo consciente. De cualquier modo dejó que la guiara a la sala y se sentó, e incluso tomó la poción que le ofrecía, mientras intentaba ordenar sus ideas. Tenía que evitar que el corazón le ganara esa partida.

-A nosotros no. Pero tienen a Angus, a Connie, a Pazzoli, a varios Delta que están muy metidos en esto. Varios que estaban encubiertos ahora no lo estarán más.

Empezando por Angus, que siendo profesor se había mantenido en aparente calma pero que ahora estaba en verdadero peligro por culpa de que Harley había abierto la maldita boca. Y Mina seguía sintiendo que no podía hacer gran cosa sin exponerse, sin poner en peligro todo lo demás. Se sentía fatal porque no sabía qué hacer por Angus sin arruinarlo todo.

-Harley…tuvo una visión y se lo dijo a Werther, le dio los nombres. Werther los expuso ante la secta y ahora irán sobre Angus para saber qué tan veraz es la información.

Respiró profundo ante todo lo que Adrien decía. Volvió a negar con la cabeza.

-Mis padres saben que me voy a ir. Mi madre incluso le escribió a mi tío para contarle “la situación” sobre mi novio secreto muerto y mi embarazo. Esperan que me marche en cualquier momento. Hasta creen que es lo mejor que esté un tiempo lejos de aquí, bajo la férrea vigilancia de mi tío. Pobres.

Esperar unas horas le parecía eterno, pero sabía que lo correcto era hacer las cosas bien y no parecer una loca fugitiva. Lo que le había dado Adrien parecía haberla calmado. Llevó una mano a su vientre y acarició ligeramente por encima de la ropa. No sabía cómo uno podía encariñarse tanto con criaturas que ni habían nacido todavía.

-¿Puedo quedarme aquí esta noche en lo que se aprueba el traslador? No quiero hacer tonterías.

Adrien estaba tratando de conectar lo que Wilhelmina le decía mientras con un conjuro volvía a poner las cosas del muggle en orden. Los cuadros, los sillones, incluso en una maleta empezaban a guardar papeles y más papeles, como si la maleta no tuviera fondo y las anotaciones jamás terminaran.

Estaba también tratando de ponerle rostro a los hombres que le decían, conocía al hermano de Wilhelmina y a su cuñada, a los rebeldes no porque él no había convivido con ellos. Sabía quién era Angus Finnerty porque era personal de la universidad, los demás le pasaron sin una remota idea de quienes eran aquellos bastardos que seguro pronto estarían muertos, si es que Werther había sido encomendado para atraparlos.

Puedes quedarte aquí, yo mientras tanto pondré en orden mis cosas. – Se quedó pensando unos momentos y volvió hacia la cocina.

Sabes que necesitamos avisarle a los rebeldes de lo que va a suceder, ¿verdad? O sea al menos que tu cuñada está dándole información a los Venerables. No podemos dejarlo así, es una desventaja y más ahora después de lo que sucedió en el desfile del día del trabajo. Hay muchas bajas y si nos atacan ahora, cuando volvamos con los maleficios posiblemente no haya siquiera a quién enseñárselos.

Estaba pensando fríamente. No creía que pudieran acabar con todos, pero si con su fuerza de voluntad que era, a su forma de ver, lo más importante en un ejército.

No pueden seguir dándole protección tampoco, es arriesgarse. Wilhelmina las cosas están cambiando y hay que tomar cartas en el asunto, si ella puede ver las cosas podrá anticipar ataques, podrá ver rostros, podrá deshacer planes. Podría incluso traicionarte.

No la conocía pero si conocía los secretos de la secta y había desenmascarado a los rebeldes, estaba seguro que pronto no tendría opción, las cosas sucedían así y había que actuar ante ellas.

Tenemos que avisarles. No para que huyan y te dejen en evidencia. Si no para que les tiendan una trampa a los Venerables. Podemos engañarlos y ganar tiempo en lo que volvemos, solo hay que ser inteligentes y tenemos solo esta noche para actuar.

Miró a Adrien fijamente, con los ojos casi desorbitados porque se negaba a afrontar la verdad. Sabía que tenían que decirle a los rebeldes lo de Harley, de dónde estaban sacando la información, y que debían prepararse. Sabía que Adrien tenía toda la razón pero el corazón se le rompía en mil pedazos de pensar en lo que tendría que hacer.

Negó firmemente con la cabeza cuando le decía que Harley podría traicionarla, pero parecía más el acto de una niña caprichosa que de una mujer consciente de la realidad. Aquella frase no era más parte de un posible futuro. Mina a esas alturas estaba convencida de que todo aquello de que Harley había olvidado la memoria de pronto había sido una auténtica farsa, que ella se lo había creído y que la había traicionado a consciencia. Quizá estaba intentando suavizar las cosas al no nombrarla, pero era un hecho de que eventualmente lo haría. No quería verlo, no quería porque eso significaba tener que quitar a Harley de su camino, tener que enfrentarse a la única prueba que siempre sería demasiado dura de afrontar, la única que quizá no pudiera pasar.

-Yo me encargaré de Harley.

Le dijo por fin, mirándolo con decisión aunque tenía los ojos empapados de lágrimas. Tenía que pensar bien cómo actuar, qué hacer. No quería lastimarla, era la única persona que amaba de verdad a la que jamás había herido, de ninguna forma, y quería mantener limpio ese récord, si era posible.

Lo que no iba a ser posible era que Jesse siguiera protegiéndola y una vez que eso pasara, ya no iba a estar en sus manos. Conocía a Jesse, cedía mucho ante las cosas que ella le pedía, pero esto no lo iba a pasar por alto. Se mordisqueó los labios y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano. Si había alguien frente al que nunca quería parecer débil, ese era Adrien.

-Avisaré a Jesse. Y tienes razón, tenemos solo esta noche para actuar. Voy a casa de mi hermano a arreglar este asunto, creo que es lo mejor que lo liquide de una vez.

El asunto, naturalmente, no a su hermano. No todavía al menos y esperaba no tener que llegar a eso. Ya no tenía miedo, era una Mina diferente, más fuerte, que controlaba su magia de maneras que ni ella misma había previsto antes. No le tenía miedo ni siquiera a Werther, pero no quería enfrentarse con él tampoco, después de todo, seguía siendo su hermano.

-Si algo sale mal, cualquier cosa, tenemos que encontrar la forma de llegar con mi tío de todos modos, o tú o yo.

Adrien no tenía idea de lo importante que era aquella persona para Wilhelmina, por lo tanto también le era imposible comprender lo que estaba pasando o la urgencia desmedida por ponerse a sí misma en peligro. Estuvo a punto de decirle que era una idea terrible, que mejor se quedara ahí y esperaran al amanecer, pero él también se dio cuenta que tenía que terminar unos detalles antes de irse a otro continente, hablar con personas, arreglar asuntos, etc.

¿Estás segura que puedes hacerlo? – No iba a detenerla, ni siquiera intentarlo. No la odiaba, a pesar de las revelaciones de Marcellus y su poca estabilidad en esos momentos, en realidad seguía pensando que era un miembro importante. Quería enfocarse en lo principal, en la venganza y en que al menos uno de los dos pudiese llegar al otro continente.

Deja aquí tus cosas y…. No hagas nada arriesgado – Principalmente por su hermano. Nadie debía saber lo que estaban haciendo o si quiera que Adrien seguía con vida. Él ya se había arriesgado demasiado las últimas semanas con la visita a Marcellus por seguir sentimentalismos, no quería que Mina pasara también por lo mismo.

Siguió acomodando sus cosas y esperó a que ella se fuera para solucionar el problema del muggle y los pequeños detalles en su plan.

Asintió a lo que Adrien le decía sobre si estaba segura de poder hacerlo. tenía que hacerlo, era menester, no importaba cuánto doliera, hasta que punto. Simplemente tenía que enfrentarla. Habían sido amigas todos esos años, las mejores, se lo habían dicho todo, ella había intentado ser lo más honesta posible, jamás la había lastimado. Merecía eso, merecía dejar las cosas claras, merecía poner un ultimátum.

Como un robot, volvió a asentir a las indicaciones que le daba sobre dejar sus cosas ahí, y a que no haría nada arriesgado. Claro que no lo haría. Sabía que Werther en ese momento estaba fuera de su casa y que lo estaría durante un par de horas más al menos, así que por ese lado no se preocupaba. Le lanzó una última mirada a Adrien.

-Volveré en un par de horas cuando mucho. Me apareceré aquí adentro, espero que no le hayas puesto ningún hechizo anti-aparición. Si sí, quítaselo, yo volveré a asegurarla en cuanto vuelva.

Se remojó los labios y se desapareció de ahí hasta la puerta del departamento de Harley y su hermano en Nueva York. Abrió la puerta con el juego de llaves que tenía y respiró profundo cuando se encontró con la sala oscura, aunque se oía ruido del piso de arriba. Se mordió el labio inferior con fuerza pero se sorprendió de que, al menos, no le estaban temblando las manos, que al menos estaba por fin desarrollando cierta fortaleza que no había tenido antes, aún cuando Harley estuviera involucrada. Quizá porque ya había algo que le importaba más que cualquier cosa, más que cualquier revolución, que nada, y eran los bebés que llevaba consigo.

-¿Harley? ¿estás aquí? Soy yo.

Gritó a medias, prendiendo la luz, anunciando su llegada como cualquier otro día, casual, sin ningún tono encendido, aunque estuviera ardiendo por dentro.

Harley estaba angustiada, sabía que Werther había ido al verse con los Venerables en aquel lugar secreto de la Fraternidad NU, eso la tenía algo estresada porque desde ese día, aquella pelea donde le había dado los nombres de los rebeldes de su visión, no habían vuelto a tocar el tema y aun que no pareciera, su relación había cambiado algo desde entonces. A veces sentía que no confiaba en ella, que dudaba de sus palabras y que incluso no podía bajar la guardia con ella. Era doloroso y el único consuelo que tenía, su único refugio ante todo era ahí, en la habitación de Bastian viéndolo dormir.

No sabía qué hora era pero Bastian se había quedado dormido después de mucho llorar cuando Werther se fue, le gustaba mucho escuchar la voz de su padre antes de dormir y había sido difícil tranquilizarlo. Harley lo observaba recargada sobre la cuna, acariciando con la punta de los dedos sus mejillas blancas y viendo como su pecho subía y bajaba con cada respiración. Era adorable, era lo más importante de su vida y estaba segura que por él podría matar a quien fuera, dejar correr la sangre necesaria con tal de que él estuviera bien, entendía a Werther y solamente, viendo a Bastian frente a ella, podía quitarse esa culpa que le calaba en el corazón.

Escuchó la puerta abrirse y pensó que era Werther así que rápidamente se colocó un suéter y las pantuflas ridículas de conejo que tenía con ella desde hacía siglos. Estaba despeinada cuando se asomó por la escalera y lo primero que escuchó fue la voz de Mina, entonces pensó lo peor y se notó principalmente en su rostro.

¿Mina? ¿Qué sucedió? ¿Dónde está Werther? .- Pensó lo peor, totalmente. Era extraño que después de una reunión con los Venerables fuese Mina y no Werther quién hubiera llegado. Harley se veía pálida, más de lo normal y completamente aterrada cuando bajó las escaleras y se colocó frente a ella.

La vio bajar las escaleras rápido, con sus tontas pantuflas de conejo que tenía desde que estaban en Salem y que hasta ella misma se había puesto alguna vez. El corazón se le hizo muy pequeño y sintió como si sus entrañas se encogieran. Siempre había pensado que a Harley era incapaz de tocarla, de hacerle ningún daño, que primero se mataría ella antes que lastimar a Harley, pero con todo lo que había pasado, con lo que Werther le había dicho y con los miedos que se le habían acumulado desde que había decidido decirle la verdad, se había dado cuenta de que estaban en una guerra, y que Harley había tomado ya una decisión, una que afectaba la causa por la que ya había decidido dar la vida, una que afectaba a Jesse y por tanto, al futuro de sus bebés, a todo.

La miró con tranquilidad, como para darle a entender que no pasaba nada y se dio su tiempo para quitarse la chamarra, dejarla en el sillón y mover la espalda para tronarse los huesos. Se sentía tensa, le dolía el cuello por la cantidad acumulada de estrés.

-¿Werther? Donde siempre, cumpliendo con su deber. No sé, ahora mismo debe estar dejando a Regan sin padre…ah, no sabes quién es Regan, ¿cierto? La hija del profesor Finnerty.

Se sentó en el brazo del sillón más cercano y miró a Harley desde ahí, con los ojos verdes atentos, pero también acusadores.

-O quizá Regan también esté muerta ya, si tuvo la mala fortuna de cruzarse en el camino de mi hermano mientras iba a matar a Angus. Que suerte, ¿verdad?, estar casada con alguien que te hace sentir tan segura, capaz de derramar sangre inocente por la tranquilidad de unos cuantos. Solo me da tristeza que por varias noches no verás a Werther llegar a dormir contigo, va a estar muy ocupado aniquilando a todos los que tú le nombraste. Espero que estés feliz y que lo sigas estando cuando nos maten a todos.

No recordaba que nada le hubiera dolido tanto como ese momento. Ni cuando supo que Jesse la engañaba varios años atrás, ni cuando se enteró de la traición de Marcellus, ni cuando Lucian había levantado su varita contra ella. Nunca, jamás, se había sentido tan miserable como en ese momento.

-¿Sabes lo que acabas de hacer, no? Fingiste conmigo. Me mentiste cuando te dije la verdad, me hiciste creer que lo habías borrado de tu mente. Te creí, te creí por tu supuesta locura Lovecraft, pero no hacías más que planear cómo joderme la vida, cómo jodérsela a Jesse, que te ha protegido a toda costa, y que a protegido a Bastian a toda costa. ¿Sabes lo que hiciste? ¿Lo sabes?

Se levantó de donde estaba casi sin darse cuenta, como un resorte. La miraba a los ojos y sentía que se moría, pero no había marcha atrás.

-Cuando Werther empiece a cazarlos, entonces ellos los cazarán a ustedes. Y lo único que lograste es perder la seguridad que tenías de ambas partes, lo único que lograste es poner a Bastian en peligro, porque ni Jesse ni yo podremos hacer nada más por ti, por salvar tu pellejo de mentirosa.

La mirada de Mina hizo que le regresara el pulso y dio un profundo suspiro. El corazón aun así le latía de manera acelerada y terminó de bajar las escaleras para llegar a la sala, lugar donde su amiga ya se encontraba. Ella se lo había dicho muchas veces a Werther, que no podía simplemente vivir con la angustia de pensar que él algún día no pudiera volver a casa, lo había pasado con su madre cuando iba a misiones, era lo peor que podía alguien sentir y ella ya lo había vivido una vez.

Estaba dirigiéndose hacia la cocina para preparar algo de café cuando escuchó a Mina y de inmediato se detuvo y volteo a verla. Supuso que Werther ya les habría dicho todo, los rebeldes, acerca de la información y como la había obtenido. La reacción de Mina solamente terminó por confirmar sus sospechas, estaba dentro de la revolución. Eso era lo que había olvidado aquel día en el departamento, eso era lo que la angustiaba.

Harley tenía en realidad un don para leer a las personas y leer a Wilhelmina específicamente. La dejó hablar y fue a poner la cafetera a andar, aun podía verla y Mina a ella, no parecía angustiada ni mucho menos, lo que era peor.

No tengo idea de quién es o era Regan, pero si ella debe morir para que yo esté con mi hijo, pues que así sea. – Parecía como si no le diera seriedad al asunto, pero lo hacía e iba muy enserio. Supuso que Mina lo entendería cuando tuviera a los bebés, si no es que ya comenzaba a sentir la angustia y la necesidad de protegerlos, era algo natural, algo que no se podía comparar a nada más.

Tampoco sé de qué diablos me estás hablando, ¿Cuándo te he mentido? ¿Crees en verdad que yo haría algo menos que cuidar de ti? Eso es lo que hacemos Mina, cuidamos de los nuestros….

Se detuvo de hablar al ver como Wilhelmina se ponía de pie para encararla, ella también había llegado a los escalones que separaban la sala de la cocina. La veía a los ojos pero no comprendía muy bien sus palabras, no al menos hasta que dijo lo de la protección de ambos lados y todo fue muy claro para ella, todo de lo que hablaba.

Mina… ¿Lo sabes cierto? Mina no tuve opción, Mina… somos iguales, lo sabes. Sé que no hay nada que tú no hicieras por los tuyos… así como no hay nada que yo no haría por mi familia. Sabes que jamás, jamás habría dicho lo de los rebeldes si no hubiese tenido opción… pero ellos no lo saben, no saben nada en lo absoluto de ti, nunca lo diría…. Nunca te traicionaría… ni a ti ni a Jesse…

Si, era un poco hipócrita al decir que no los traicionaría pero al mismo tiempo entregaba a otros que los seguían, esa era ahora su realidad y en su rostro se notaba que aquello la sobrepasaba.

Entrecerró los ojos cuando la escuchó decir eso de una niña inocente. Esa no era Harley, no lo era más. Y no podía creer hasta dónde había llegado el lavado de cerebro de Werther. Eso le hacía todo más difícil, le provocaba náuseas. A la única persona a la que jamás habría querido perder era a ella. Negó con la cabeza cuando le dijo “cuidamos de los nuestros”, porque ella no pertenecía a ese grupo, ni lo haría jamás.

La escuchó hablar sin interrumpirla. El sonido de su nombre le parecía doloroso en sus labios. La había querido como a nadie en el mundo, habría hecho cualquier cosa. Se le llenaron los ojos de lágrimas y al final las sintió correr por sus mejillas. No sollozaba, era un llanto silencioso, casi contenido, que amenazaba con hacerle estallar la cabeza.

No pudo evitarlo, fue casi un acto reflejo, defensivo. Le cruzó la cara de una única bofetada que le ardió en la palma de la mano, más que cualquier maldición que hubiera lanzado antes, más que cualquier golpe que le hubiera dado a cualquier persona jamás, con o sin puño de hierro. Era como si la mano amenazara con caérsele de dolor por haberle pegado precisamente a ella. Sentía su palma palpitar.

-¿No tuviste opción? ¿Nunca nos traicionarías? Van a matarlo, van a matarlo antes de lo que pensábamos, sin que pueda hacer nada. Van a matarlos a todos ellos que no han hecho más que intentar acabar con toda la mierda que hay en este país. Vas a dejar a mis hijos sin Jesse y probablemente también sin mi. Así que no te llenes más la boca de mentiras porque no soporto escucharte.

No le creía, que no hubiera tenido opción. No se imaginaba que Werther la hubiera obligado a decir algo que en primer lugar ni siquiera tendría por qué saber. No se imaginaba a su hermano amenazándola. Lo conocía bien, para él como para ella también en el pasado, Harley lo era todo.

-¿Qué te hizo? ¿Te lastimó? ¿Amenazó con matarte si no se lo decías? ¿con comerse el corazón de Bastian o entregárselo a Wardwell para que él lo hiciera? ¿Qué hizo que no te dejó opción? ¿eh?

Apretó los labios y negó con la cabeza. Intentaba pensar que ante ella ya estaba otra persona, no la Harley que había querido toda su vida.

-Solo quiero que recuerdes que a partir de ahora cada muerte, cada una, va a ir sobre tu consciencia. Podrás decir que no te importa, pero yo sé que no es cierto. Cada una, Harley, desde la primera hasta la mía, e incluso quizá hasta la de Werther, van a ir sobre ti.

Ella se había acercado a Mina cuando recibió aquel golpe que en definitiva no se esperaba en lo absoluto. Su mejilla se puso roja con la mano de quién se decía su mejor amiga marcada sobre su blanca y pálida piel. Se quedó unos segundos paralizada, como si no hubiese entendido o si entender todo lo que ella decía fuera doloroso, lo era, no había dudas. Pero conocía a Wilhelmina, la conocía perfectamente y sabía que precisamente esa era su intención, era exactamente igual a Werther, cuando se sentían traicionados o asustados atacaban así sin más vociferando por todos lados….

Pero ella se había cansado completamente de ser el saco de golpes de los Schweinsteiger, estaba harta y no iba a soportarlo más. Le regresó a Wilhelmina una mirada severa, como si estuviese lista para lo que fuera que le dijera, lo estaba en realidad.

¿Por qué me importaría Angus Finnerty? ¿Por qué te importaría a ti? ¿Por qué pierden a uno de sus peones en esa batalla? ¿Por qué aun lo necesitabas? Mírate, escúchate, eres exactamente como ellos solamente que vas por ahí diciendo que es por una causa justa. Estás tan paranoica esperando traiciones por doquier que ¿Si quiera duermes tranquila por las noches?...

¿Sabes a caso que fue lo que le dije a Werther? Pudo haber sido peor, pude haberle dicho donde estaban, pude haberle dicho que tú eras parte del movimiento, pude haberle dicho que esos hijos que esperas son de Jesse y sin esperarlo te hubieran asesinado esta noche. ¿Lo hice? No, no lo hice porque no te traicionaría, pero no te importa, nunca te ha importado nada más que ti, eres una maldita perra egoísta…

Cerró la boca inmediatamente cuando le dijo acerca de las muertes, que incluyendo la muerte de Werther iban a caer sobre ella. Soltó una carcajada que le dolió en lo profundo. Había utilizado esa carta, porque la conocía y aun que Harley dijera que no, sabía que en verdad aquello le importaba.

No, estás equivocada, cada una de las muertes caerán por tu culpa Wilhelmina. Tú qué prefieres poner en peligro la vida de otros antes que la tuya, ¿Por qué no vas y le dices a Finnerty que saben su nombre? ¿Por qué no le dices a Sonny Pazzoli, a Jordan Mayer, a Ferdynand Zileñizsky? ¿Por qué no los alertas a todos y haces publica tu participación en esta guerra? Porque tienes miedo, porque prefieres dejar que otros mueran antes que arriesgar tu vida. ¿Lo ves? Somos iguales, la única diferencia es que yo lo acepto…

Pero está bien… vamos a arreglarlo… - Sacó su varita y conjuró un patronus, en un rápido movimiento una enorme gárgola que llegaba hasta el techo de la sala extendió sus alas.- Vamos a avisarle a Jesse… vamos a avisarle a Werther y a todo el mundo y que suceda lo que tenga que suceder.

Claro que no dormía tranquila por las noches, nunca, y sí, era por una sensación constante de paranoia, pero no porque la consciencia le pesara de saber que terminarían con ese absolutismo y ese control que se había impuesto en el país a base de sangre. Que le dijera que no la había traicionado específicamente a ella y que pudo haber sido peor no era ningún consuelo, porque los nombres que habían dado, bien utilizados, iban a terminar llevándolos a ella, a Adrien, a Jesse. De pronto vino el mismo argumento que todos siempre le daban, que era ella la egoísta, que era ella la mala del cuento.

Ya no le importaba, era doloroso darse cuenta de que se había acostumbrado a que todas las personas que decían quererla terminaran traicionándola, diciéndole esas cosas. Lucian, Marcellus, ahora Harley. Hubiera querido ya no sentir nada pero de ella, precisamente de ella, no se lo hubiera esperado jamás. Harley era otra: indolente, intransigente. Nunca había pensado en las consecuencias de sus actos pero hasta ese momento sus actos habían sido inocentes, sin importancia; ahora era cómplice de Werther y de lo que en su hermano se había convertido, y de esa secta, y sus ideales “no me importan los demás, mientras yo esté bien", la esencia de todo lo que estaba mal.

-Lo van a saber, para que puedan defenderse de ellos.

¿Se iba a justificar ante Harley de por qué no aparecía públicamente en esa guerra? ¿Por qué no había dejado que el juramento inquebrantable la consumiera con tal de ayudar más? Claro que no, aunque todo era muy simple: porque si lo hacía en ese momento y moría, los rebeldes no tenían armas, porque tenía que ir con Adrien a encontrar defensas. No era que no quisiera estar al frente, era que no servía de nada luchar contra ellos si no tenían las armas adecuadas. Lo que pasara después de eso, le daba igual. Jesse y ella lo habían aceptado desde hacía tiempo. Pero no mientras los rebeldes no tuvieran lo que necesitaban. No importaba si Harley quería pensar que eran iguales. No lo eran.

Negó con la cabeza cuando conjuró el patronus y pareció no descontrolarse a pesar de lo que significaba. Lo dicho, era otra, y en esos momentos no le tenía miedo a Werther. Había llegado a un punto en el que se sentía segura de quién era y lo que podía hacer. Lo que temía era que Harley llevara todo eso al punto de no retorno.

-¿Esto es lo que quieres? ¿quieres que mi hermano y yo nos matemos enfrente de ti?, ¿a esto has reducido lo que sientes por nosotros?

Se remojó los labios y le dio vueltas a la varita entre sus dedos. No la miraba a los ojos. Sentía que la opción más viable era simplemente lanzarle algún hechizo menor, secuestrarla y mantenerla lejos de Werther hasta que dejara de ser un peligro potencial, pero siendo honestos, era incapaz de hacerle eso, aún en ese momento aunque su actitud le diera ganas de sacarle los dientes de un puñetazo.

-Creí que entenderías razones, creí que podrías captar que tu silencio vale muchísimo más que las cosas que puedas decirle o no a Werther, que lo entenderías. Por mi, por Bastian. No sé por qué no me di cuenta antes…

De que como siempre, estaba sola. Que como siempre, las personas en las que confiaba le mentían, que nadie en el mundo la quería realmente, porque el amor era lealtad incondicional, y ella nunca la había experimentado de parte de nadie, ni siquiera de Jesse. Pero ya no podía lamentarse por eso cuando tenía a dos personas nuevas dentro de ella, que no tenían porque sufrir por las malas decisiones que había tomado su mamá toda la vida.

-Si esta es la persona en la que te has convertido no me queda más que aceptarlo, como te ha aceptado desde que te conocí. Pero dentro de mi tengo algo por lo que pelear, Harley. Algo que me impulsa como nunca nada me ha impulsado. Y si sigues haciendo tonterías, voy a tener que usar todo lo que esté en mi para protegerlos, de ti y de cualquiera, pase lo que pase. Piensa en ello.

Harley tenía su varita desenfundada, esa varita que la había acompañado desde sus años de Salem. Harley durante toda su vida jamás se consideró una persona diestra para el combate, incluso en esos momentos en que Mina estaba loca contra ella, no se imaginaba atacándola, era lo último que haría en su vida. Pero avisarles a los otros, esa era una cuestión diferente… El patronus brillaba unido a la punta de su varita por medio de hilos plateados, esperaba la orden, esperaba las palabras para ser enviado, Harley se paso la lengua por el labio inferior y la escuchó, casi a punto de volver a reírse en su cara por las palabras que le decía.

No, por eso a él se lo mandaré al final…. Así podrás huir o hacer lo que quieras. – Se estaba riendo, aun que era una risa amarga, poco a poco los sentimientos se le fueron acumulando en la garganta hasta que ella también empezó a llorar, pero rápidamente se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, se tragó lo que sentía y lo guardó dentro de ella.

¿Ahora vale mi silencio? ¿Enserio? Porque nunca te preocupaste si quiera en mí. ¿Pensaste en mi cuando comenzaste esta revolución con Jesse? No, querías esperar a que estuviera involucrada con tu familia, con toda esta maldad para decirme que, decidiste, no era el camino correcto. Pues la diferencia es que yo no voy a ir en contra de los míos, de mi familia y no me importan los medios por los cuales deba hacerlo, voy a apoyarlos, voy a estar con Werther así sea en el maldito infierno, pero lo estaré. ¿Lo entiendes?

Ella había sido leal, ella había estado ahí de una manera incondicional para Wilhelmina, ella tampoco quería que Werther estuviera metido en esa guerra, que terminaran matándolo o algo peor, pero si no podía hacerlo cambiar de opinión, tampoco podía ponerse en su contra, para ella era Wilhelmina quién estaba traicionándolos.

Esta es la persona en que me convertí Mina, ¿Vas a aceptarme? Enserio.... ¿Haciendo tonterías? já ¿Porque no abres los ojos y te das cuenta que eres tú la que está haciendo tonterías? ¿Por qué de pronto decidiste que tenías que ser la que libere a Estados Unidos de la tiranía que padecen? ¿Quién te crees que eres he? Solo estás haciendo lo mismo que haces siempre, buscando dañar a los que te rodean, ¿Qué no vale nada para ti la lealtad?

Negó ella también con la cabeza y luego deshizo el patronus que cayó como una pequeña lluviecilla de destellos plateados. – Si tanto quieres luchar por tus hijos porque no empiezas por reaccionar de una vez, eres igual que él, piensan en darle lo mejor a sus hijos, en brindarles un mejor futuro y lo que sea, pero no piensan ni por un segundo que ellos no podrían tener mejor futuro que tenerlos a ustedes con ellos y no enterrados por seguir sus malditos ideales….

No le creía. No creía su risa, ni creía su descaro. Llevaba demasiados años conociéndola como para saber que a pesar de todo, simplemente no podía haberse transformado así de la noche a la mañana, que esa no era ella. Pero la dejó seguir con eso, la dejó para saber hasta dónde era capaz de llegar. Ella la había dejado involucrarse con Werther porque pensaba que así iba a estar protegida por los dos frentes, pasara lo que pasara, solo no se había imaginado que Harley iba a terminar haciendo lo que había hecho.

Su cuerpo dejó de sentirse tan tenso en cuanto Harley deshizo el patronus y quiso creer que al menos había adquirido un poco de consciencia.

-Es demasiado tarde para pensar en eso. Es demasiado tarde para los dos.

Para ella y para Werther. Ella había empezado eso desde antes de embarazarse, y no iba a dejar todo botado solo porque sí, por su vida personal, cuando ya habían movido tantas piezas, cuando tantos ya estaban involucrados, cuando el país entero se había empezado a movilizar y les faltaba tan poco. No iba a lavarse las manos. Y estaba segura de que Werther pensaba lo mismo. Y no le sorprendía. Eran hermanos después de todo, estaban forjados bajo lo mismo. Su padre también lo había arriesgado todo por un ideal en el viejo continente.

Se acercó a ella pero no con afán de volverla a atacar ni mucho menos, sino tranquila, ni siquiera tenía la varita alzada. Le pasó un mechón de cabello por detrás de la oreja. La única realidad era que, hasta ese momento, jamás había querido a nadie como la quería a ella. La besó sin pensar en nada más, como lo había hecho antes, con un cariño demasiado honesto, pero precisamente por eso, al mismo tiempo dolía.

-Siempre te he querido más que a nadie. Más que a mi familia, más que a Jesse, más que a cualquiera. Hasta ahora.

Hasta ese momento, en el que no podía querer a nada ni a nadie más que a lo que crecía en su vientre. Aún así era incapaz de tocar a Harley, era incapaz de hacerle nada, a pesar de saber cuál era su deber para con esa causa.

-Yo jamás podría hacerte daño. Pero ya no podré protegerte. Eso es todo lo que vine a decirte, es la verdad. Eres un peligro para mi, para Jesse, para todos. Si este es el camino que quieres tomar, no me queda nada por hacer más que hacerme a un lado. Pero tampoco voy a permitir que todo se derrumbe por ti. Hemos trabajado demasiado.

Se remojó los labios y se apartó de ella. La miró a los ojos y respiró profundo.

-No te dejes envolver por esto. No sabes lo que significa, nunca lo has visto. No dejes que Bastian se envuelva tampoco. Vivir entre las sombras no es tan fácil como parece. Puedes fingir que lo tienes todo bajo control, Harley, pero yo sé que no. Puedo escuchar a Werther en ti, pero no eres tú misma. Solo dame tiempo, es lo único que te pido, por lo que alguna vez fuimos tú y yo. Porque lo fuimos todo ¿no es cierto?.

Odiaba que ambos fueran tan obstinados dándolo todo por su idea, odiaba conocerlos tan bien que sabía era verdad, era demasiado tarde para que alguno de los dos diera marcha atrás y ahí estaba ella parada en medio de ambos teniendo que decidir entre su mejor amiga y la persona que más amaba en el mundo... lo peor es que desde aquel día, cuando había aceptado ese juramento oscuro de parte de Auberon Wardwell, ella ya había elegido.

Se puso completamente tensa al sentir que Mina se acercaba a ella y estuvo apunto de empujarla hacia atrás, pero tomó aquel beso como lo que era, una despedida. Una que le hervía la sangre y le dolía. Odiaba que fuera ella la que estuviese haciendo eso. Harley siempre había sido la loca, la que tomaba riesgos, la que buscaba igualdad, la que defendía a los otros, ella siempre había buscado un bien para el mundo, estaba en contra de la discriminación y la maldita opulencia.

.... Pero lo hacía por él, todo en realidad era por Werther, podía poner de excusa a Bastian, podía decir cualquier cosa, pero la verdad es que ella encontraba confort en la oscuridad de Werther. Así la odiara, así la rechazara o la juzgara por sus defectos, ella lo amaba, lo había amado desde el primer momento y ahora no podía dejarlo solo, así tuviese que ir en contra del mundo, en contra de Wilhelmina.

Había cerrado los ojos y se quedó así unos momentos hasta que Mina estuvo lo suficientemente lejos de ella y habló, Harley estaba molesta por que por primera vez podía ver en realidad lo ciega que estaba Wilhelmina, lo egoísta que podía ser. Ella siempre había visto por ella, la había defendido de lo que los demás hicieran, le había dado la razón innumerable cantidad de veces, pero no, ahora no era el caso.

No te estoy pidiendo tu protección, no quiero nada de ti. Debes saber que yo voy a seguir peleando también, por que si tu tienes tus razones yo también tengo las mías y me voy a asegurar y utilizare todo lo que este a mi alcance para cuidar la seguridad de Werther y de Bastian. Con tus palabras no me demuestras nada más que nunca me llegaste a conocer en verdad, no sabes de verdad de lo que soy capaz por ellos, de lo que hubiera hecho por ti.

Escupía las palabras con rabia, pero era cierto. A esas alturas solamente algunos miembros de su familia y Werther sabían en realidad de la clase de monstruo en el que se podía convertir, lo que era capas de hacer. Ya era suficiente de subestimarla, de pensar que era la niña ridícula que no podía hacer nada por ella misma.

En cuanto regrese Werther voy a decírselo, también le mandaré el patronus a Jesse como mi ultima cortecía diciéndole lo que hice. No puedo darte nada más, no lo mereces.

Negó con la cabeza porque no era que la estuviera subestimando, pero sí estaba segura de que no sabía bien los alcances de un bando ni de otro. No sabía hasta donde podía llegar la oscuridad de la secta, y no sabía hasta dónde los rebeldes habían avanzado y avanzarían en tanto las cosas le salieran bien a ella y a Adrien, en tanto Jesse los siguiera entrenando, en tanto la oclumancia siguiera siendo fuerte. Frunció los labios pero no le dijo nada más.

Se dio cuenta de que estaba siendo demasiado condescendiente y que lo había sido con todos. Que había perdonado a Lucian, a Marcellus, cada traición, cada insulto, que los había aceptado en su vida porque los quería, porque era una idiota. Que lo había permitido una vez tras otra por quién sabía qué razón. Y estaba harta, harta de todo y de todos. Nadie valía realmente la pena, nada. Ni siquiera Harley, que en ese momento técnicamente echaba por tierra toda su amistad, todo lo que era ella, diciéndole que no lo merecía, que no merecía más. Técnicamente le daba a entender que ella nunca había importado. Como siempre, no significaba nada realmente para nadie.

Y si no había nadie a quien valiera la pena entregarse, entonces simplemente se volcaría en la causa. Y nada más. Aunque doliera, aunque todo eso le hiciera demasiado daño, aunque se sintiera verdaderamente rota por dentro, con un daño irreparable. A Harley no le importaba, y si no tenía eso ¿entonces qué seguridad había en su mundo? Absolutamente ninguna.

Se había terminado, ahí se terminaba todo. Ya no podía tomar riesgos por amor, no podía ser más una tonta. Era el final de esa Wilhelmina de las segundas oportunidades, que se creía cualquier cosa.

-Imperio.

Ni siquiera lo pensó, que le estaba conjurando una maldición imperdonable a Harley y no estaba dudando en hacerlo. No se iba a permitir ningún cargo de consciencia, ninguna lágrima. Iba a comenzar a creerse lo que todo mundo decía de ella, que era egoísta, que no sentía, que solo buscaba lastimar a los que la rodeaban. Iba a ser esa persona, de una vez por todas.

-Escríbele una nota a Werther, dile que vas a tu familia, que volverás en un par de semanas.

Todo había cambiado de un momento a otro en sus vidas. De darse la vuelta y pensar cuando fue que había pasado se le ocurrían algunos momentos, cuando vio la marca en el brazo de Barnabas, cuando hizo el juramento maldito, cuando le dijo a Werther que no le importaba lo que sucediera mientras que Bastian estuviera sano y salvo, cuando asesinó a alguien por primera vez en su vida. Cosas que Wilhelmina no sabía, ella seguía viéndola en su mente como alguien puro, tal vez alguien que solo seguía ciegamente las palabras de Werther, pero no era así, como se lo había dicho al mismo Werther, la diferencia es que ella ya estaba maldita una vez que lo encontró, no necesitaba que nadie sacara a relucir su peor lado, solo alguien que aceptara lo torcida que estaba.

Fue solamente un segundo, un instante en que se giró hacia la escalera pues escuchó un sonido en la parte de arriba y pensó que Bastian había despertado, ese segundo le bastó para quedar indefensa ante la maldición que Wilhelmina le lanzó y después ya no hubo tiempo para nada mas.

Se sentía mareada, como en drogas o como si su cerebro se hubiese apagado durante un instante. Su cuerpo obediente fue hacia donde tenían un post it y pluma para anotar la lista del super mercado. Tomó uno y lo puso sobre la mesa de la cocina anotando con una letra apresurada y casi garabatos lo que ella le ordenó.


No agregó nada más, ni una firma, ni un te amo, ninguna otra instrucción. La dejó ahí en la mesa y luego la pluma y volvió obediente hasta donde Wilhelmian estaba, aun tenía los efectos de la maldición con ella.

La observó con atención escribir la nota y la siguió apuntando con la varita por cualquier cosa. Ya sabía lo que tenía que hacer, que no había otra alternativa. No iba a ser débil en el último momento, su decisión estaba tomada. En cuanto vio que escribió la nota, sacó su celular y mandó un mensaje de texto a Jesse. No quería hacer magia en ese momento así que prescindió del patronus.

Manda a Zieliñski a la bodega de Key West en donde aprendiste la primera maldición dentro de 10 minutos. No antes. Tú búscame en mi casa después. Necesito que hablemos, es urgente.

No hubo palabras cariñosas, no hubo nada de ternura en su mensaje. En esos momentos se sentía tan rota por dentro que incluso estaba cuestionándose lo que el mismo Jesse había hecho por y con ella en esos años. Porque ante la perspectiva de haber perdido a Harley ante Werther, sentía que no había nada seguro en su vida, ni siquiera él. Por eso necesitaba verlo con urgencia, no solo para explicarle lo que había pasado y lo que Zieliñski se encontraría, sino para asegurarse de que lo que tenían importaba.

Y tenía que pensar en Bastian, no iba a dejarlo solo con Werther. Sabía que en ese momento Pepe se haría cargo si no veía a Harley –se había convertido en una niñera excepcional, sin ladrar siquiera- pero no iba a dejarlo ahí durante el tiempo que Harley tuviera que estar cautiva, no quería que se envenenara de su hermano.

Tomó a Harley de la mano, el tacto frío de quien se ve obligado a no sentir absolutamente nada, e hizo una aparición en el interior de esa bodega que había pasado de ser un lugar de reunión de la revolución a ser casi exclusivo de ella y de Jesse para practicar maldiciones.

-No me dejaste otra opción. Dime la verdad, ¿nada de esto te duele?

Le preguntó bajo la oscuridad de la bodega, cuyas luces prendió con un movimiento de varita. Era una orden, aunque como no era veritaserum, Mina sabía que la verdad podía tener muchos matices.

Ella no estaba pensando en nada, nada absolutamente. De otra forma habría puesto resistencia, habría luchado hasta el último segundo, habría encontrado la forma de dejarle algún mensaje encriptado a Werther, algo que le hiciera pensar que ella no se había simplemente escapado de ahí, huido de lo que tenían, dejado al azar a su hijo.
Esperaba que Werther lo imaginara, que se diera cuenta de esa farsa y la buscara antes de que fuese demasiado tarde, porque en esos momentos ella era la que sentía que necesitaba ser salvada aun que el otro lado fuera el peor enemigo.

Se apareció en la bodega y se abrazó a si misma soltando a Mina, incluso se cubrió más con el suéter de lana que tenía puesto, inmediatamente sintió la diferencia de temperaturas y supo que no estaban más en Nueva York.

Vio a Mina como si estuviera en un sueño o drogada, como si su mente estuviera en otro lugar y respondió amargamente.

Me duele, pero no de la forma que crees. Me duele en verdad no poder estar ahí para ambos, tener que estar en medio. Me duele no apoyarte como siempre, me duele haberme convertido en lo que soy y que jamás quiero que veas la oscuridad que guardo conmigo. Por eso lo elegí a él, porque me di cuenta de que al final, el verdadero monstruo soy yo.

Oh y lo era, aun recordaba la sensación de la sangre corriendo por su garganta, del miedo, el sabor de la muerte entre sus labios. Ella no se consideraba una persona malvada, solamente una persona practica que no dudaría ni un segundo en destruir a quienes fueran un peligro, para ella, para Werther o inclusive para Wilhelmina.

Pero te sigo queriendo y voy a protegerte por siempre. Aun que no lo quieras, aun que no lo sepas, lo haré. Lo hice con Jesse, le mentí a Werther por ustedes, aun que creo que no funcionó muy bien, él me conoce también, nunca hubiera podido mantener el secreto por mucho tiempo. – Se refería a todo, al embarazo de Wilhelmina, a su participación en la guerra. -.. Lo siento… ¿vas a matarme? ¿Por eso me trajiste aquí? - Sus palabras eran pronunciadas por un mismo tono de voz, tranquilo, casi cálido, como si estuviera en drogas, posiblemente por el efecto de la maldición.

Se arrepintió inmediatamente de haberle hecho esa pregunta porque pudo sentir cómo el corazón se le encogía por lo que le decía. Pudo sentir cómo las piernas le temblaban con una peligrosa debilidad, pero al menos se dio cuenta a tiempo de que estaba a punto de cometer el mismo error una vez más. Que no podía dejarla libre. Y que después de todo, la verdad podía no serlo, porque no era infalible que se la estuviera diciendo, pues la maldición no funcionaba tal cuál de ese modo, como un suero de la verdad ni mucho menos.

Todo sería mucho más fácil si se decidía a creer que todo eso era mentira, que no la iba a proteger porque se lo había dejado claro anteriormente, había estado a punto de conjurar un patronus, de confrontarla con su hermano. Y podía argumentar que no había dicho su nombre, pero guiar a Werther hacia miembros clave de la revolución podría haber ocasionado que llegaran hasta ella eventualmente. Era lo mismo. Ella misma lo estaba diciendo, que no iba a poder mantener el secreto por mucho tiempo, lo que significaba que no habría podido evitar poner en riesgo a sus bebés, ni a ella, ni a Jesse, a pesar de todo, como si acaso fuera una muñeca sin voluntad. Al final todo se reducía a lo mismo y era que habían vivido muchos años de una mentira, de una lealtad inexistente. Apretó los labios y dejó de mirarla.

-No, desafortunadamente no he desarrollado todavía la suficiente entereza como para levantar la varita para matarte por más que sea lo que te mereces.

Pero sí la levantó para conjurar un incarcero, no sin antes mirar el reloj de su celular y ver cuánto tiempo le quedaba antes de que apareciera Ferdynand según las instrucciones que le había dado a Jesse.

-Yo quería que estuvieras en medio pero para que estuvieras siempre protegida por ambas partes. Siempre supe que Werther jamás permitiría que te tocaran, o a Bastian, mientras al mismo tiempo yo me encargaba de mantenerte limpia del otro lado también, pasara lo que pasara, si alguien fallaba, siempre te quedaría la protección del otro. Pero ya que me has dejado claro que lo que pase conmigo, con Jesse y con los niños que esperamos te importa un carajo, creo que el trato se terminó, no me gusta cuando la gente no es recíproca y cuando pone en peligro las cosas que amo, se convierten en un inconveniente. Para mi esos años que compartimos lo significaban todo, así que por eso no puedo tocarte, me asquearía.

Volvió a ver el reloj de su celular. En ese momento odiaba a Werther, lo odiaba con toda su alma y estaba esperando que pronto se diera cuenta de lo mucho que había jodido sus vidas, de todos los errores que estaba cometiendo y el daño que estaba causando solamente por su obsesión.

-Bastian estará bien, me encargaré de que se quede con tu madre.

Una última mirada a los minutos y luego, una última mirada a Harley.

-Adiós, Harley.

Y eso sí sonó a una despedida definitiva.

No estaba mintiendo en lo absoluto, pero eso nunca lo sabría Wilhelmina. Harley después de la ultima palabra se quedó casi adormilada, al menos hasta que Mina retiró la varita y volvió en si, su mente tardó un poco en costumbrarse a su nueva locación, pero antes de que pudiera hacer o decir algo, un hechizo le había pegado de lleno, nuevamente atrapándola en sogas que la sujetaban por el pecho, los brazos y las piernas. Inminentemente su  Cuerpo cayó hacia un lado golpeandose el costado derecho y ella se quejó apretando los dientes.

Harley era una persona afortunada y jamás había tenido que estar en una pelea real o recibir un hechizo de lleno como en ese caso, sin embargo en esos momentos aquello era contraproducente, se asustó muchísimo y no supo como actuar de inmediato, solo se le quedó mirando a Wilhelmina con terror en los ojos.

¿Qué? ¿Donde estoy?  ¿Mina?, ¿Mina?, ¿Como llegue aquí? ¿Donde está Bastian? ¿Qué vas a hacer? No puedes dejarlo solo, no. Regresame con él, por favor. Mina...

Estaba completamente fuera de si. Casi no la estaba escuchando, estaba más preocupada por su situación actual, por lo que le hubiese pasado a Bastian, aun que estaba segura que Mina no podía ser tan maldita como para hacerle algo, no lo creía.

Eres una tonta, en verdad. ¿Acaso no me conoces lo suficiente como para saber que eso no iba a funcionar? Wilhelmina ¿Cuando he dejado atrás a los que amo? ¿Cuando? ¿Crees que podría simplemente haber seguido gozando de su "protección" a sabiendas de que Werther está allá afuera jugandose la vida contra ustedes? No puedo ser reciproca contra la nada que me diste.  Solo estás molesta por que por primera vez en la vida tengo algo más por que luchar, algo que me importa más que tu.  Lo se por que te conozco, pero lo que no sabes es que independientemente de eso siempre voy a quererte.

Se dio cuenta que estaba viendo su celular. ¿Qué estaba esperando? ¿Que llegaran los otros rebeldes? Posiblemente si es que Angus no estaba muerto seguramente él la iba a matar, viéndose tan salvaje como en su visión, si no era él seguro alguno de los otros rebeldes, en realidad ella no sabía cual era el sentido de tenerla ahí si No era para acabar con su vida.

Mina por favor, no lo hagas... no sabes lo que puede pasar si me tienes aquí, por favor... - Que podía pasar con Bastian, con Werther o con ella misma. Todo el mundo sabía que había cosas muy mal con Harley, cosas horribles que podían desatarse si no se controlaba.

Notó que volvía a ser ella misma pero ya no la importaba tenerla bajo el influjo de ningún otro hechizo así que le dio igual. Solo se giró para verla con la mirada encendida cuando le dijo eso de que Werther estaba “allá afuera jugándose la vida contra ellos”, y hablaba sobre tener algo por lo que luchar como si acaso lo que defendía Werther fuera digno de defenderse. De todos en esa secta, quizá era Werther el que menos razones lógicas tenía para ser tan fiel.

-No hables de Werther como si fuera un héroe nacional. ¿Sabes por qué está en esa Secta? Ni siquiera es por el poder, por tener un puesto bueno, por darles un futuro, aunque te puedo asegurar que esos son los argumentos que te ha dado. Es porque le encanta sentir en sus manos la vida de alguien y el placer de quitársela, porque le gusta asesinar, porque es un demente, así de simple. Así que si se juega la vida contra esta revolución es solo porque sabe que en un nuevo orden no se le permitirá asesinar impunemente, y no puede vivir con eso. No le importas, Harley, y te darás cuenta de eso en el peor momento. Si Bastian le importa es solamente por lo que significa, por lo que puede hacer con él y por lo que pudo hacer a su costa, por lo que significa para él como experimento. Werther no siente nada, y nunca va a sentir nada.

Sabía que Werther quería a Harley y quizá estaba exagerando un poco en la concepción de su hermano, pero tampoco estaba hablando a la ligera respecto a lo que sabía de él. Werther era una persona extraña, complicada, que parecía camuflarse perfectamente en la sociedad funcional, pero que realmente tenía perspectivas en el mundo que distaban de ser aceptables.

No me amenaces, me importa poco lo que pueda o no pueda pasar si te quedas aquí o en donde sea. Te quiero lejos de ellos, quiero que mantengas la boca cerrada así tenga que dejarte aquí encerrada hasta que la guerra termine, no vas a ser tú quien ponga en riesgo lo que se ha construido aquí solo porque has decidido poner por encima al hijo de puta que mi hermano está hecho que a tu consciencia. Tenías todo muy sencillo Harley, pero decidiste arruinarlo. Y estoy harta, harta de dar segundas oportunidades, no voy a cometer el mismo error una vez más.

Se le acabó el tiempo. Miró a todas partes como esperando algo y se mordisqueó el labio inferior. No la podían ver ahí.

-Bastian estará bien. Convenceré a Werther de que lo lleve con tus padres, me aseguraré de que esté seguro. Por él, no por ti, ni por Werther. Lo que pase contigo ya no es responsabilidad mía.

Escuchó un chasquido, como el de un latigazo. Una aparición casi como en ráfaga. Miró a Harley una última vez, sintiendo que todo eso dolía como nada le había dolido antes, y luego fue ella la que desapareció.

Harley negó con la cabeza como pudo, casi sintiéndose ridícula. Hizo lo posible por sentarse recargada con lo que parecía ser una pared o algo así. Las palabras de Mina le dolían pero, una vez más, estaba demasiado acostumbrada a ver esa forma de actuar que lo único que hizo fue reírse, reírse en verdad de lo que le estaba diciendo.

¿Te sientes mejor al decirte eso? ¿Te ayuda a prepararte para cuando tengas que enfrentarlo? ¿Te ayuda a dormir todo eso? Werther nunca ha sido perfecto Wilhelmina, pero tu tampoco. No te atrevas a decir que no me ama, a mi o a Bastian, tu no sabes, no has estado ahí en esos momentos, no podrías reconocer el amor verdadero por que nunca lo has tenido.

Esas palabras las dijo con veneno en sus labios.- ¿Sabes cuales fueron las condiciones de mi juramento con Auberon Wardwell? ¿Cuando vas a dejar de pensar que no sabía con que clase de sujeto me había casado Wilhelmina? ¿Que tal si yo también disfruto la sangre? ¿Que tal si disfruto la muerte?  Tu no sabes lo que soy, en lo que me convertí una vez que volví del Cairo, las maldiciones que corren por mi sangre, ¿Crees que lo que dijo Marcellus es mentira? No lo es.. somos unos monstruos, yo específicamente. Se perfectamente lo que Werther es y se perfectamente por que estoy poniendo por encima a tu hermano... así como lo hubiese hecho contigo.

No entendía en lo absoluto aquello de las segundas oportunidades. Harley siempre había sido fiel, la había apoyado incluso cuando los demás la dejaban caer, Harley siempre estaba ahí. Cuando le confesó que había matado por primera vez, cuando le confesó cuanto había lastimado a Jesse, ella siempre había estado del lado de Wilhelmina, pero ahora no podía, simplemente todo se le había ido de las manos.

Espera, no te vayas, no lo hagas, vuelve - Le gritó al viento, estaba muy molesta, frustrada y sobre todo asustada.  Escuchó también que alguien se acercaba y trató de quitarse las cuerdas del incarcero. Tenía que huir de ahí, sabía lo que Mina podía hacer y sabía que Werther no iba a dejar así como así a Bastian, era él quién corría peligro, las cuerdas no cedían así que trató de sacar su varita justo en el momento en que alguien más se acercó a ella.

Una sorpresa. Después de varias semanas de intensa tensión, necesitaba reconectarse con sus raíces, sentirse que lo que ocurría a diario no le afectaba demasiado, sentirse aún humano. Así que sorprendería a Harley, a quién tenía mucho tiempo de no ver. Le llevaría jugo de tomate recién hecho y botana, junto con un par de películas, para seguir con la tradición de comentarlas mientras las veían. Movido por la nostalgia y por el hecho de que cada día pensaba que sería el último de su vida, no perdería ninguna oportunidad de decirle a las personas que quería, precisamente eso; que las amaba y que siempre estarían en sus pensamientos. Se apareció en el hogar de Harley, emocionado por pasar tiempo con ella. Al adentrarse no escuchó nada a excepción de Bastian, llorando a todo pulmón, ¿En donde estaba ella?

-¿Harley? ¿Estás arriba? Voy a subir...- Mencionó en voz alta para que lo pudiera oír. Subió rápidamente las escaleras y encontró el cuarto de Bastian cerrado. Lo abrió y encontró al bebé llorando y haciendo flotar su cuna y varios objetos. Se acercó a él y lo tomó en brazos.

- Ya, ya campeón. No pasa nada. Vamos a buscar a tu madre ¿Si?– Lo meció para que dejara de llorar pero lo único que logró fue que dejara de hacer flotar todo en su habitación. Pepe el elfo de Werther y Harley, apareció de repente.

-El amo Werther no está y la señorita Mina se fue con el ama Harley, Pepe cuidará de Bastian-

- No, Pepe. Está bien. Yo me quedo con el niño, puedes retirarte-

-Pero señor Lucían...

- Dije que puedes retirarte, Pepe. - Al decir esto, el elfo desapareció de pronto. Lucían se encargaría de explicarle a Werther y a Harley porque Pepe no estaba en casa. Además el bebé estaría seguro con él. Mientras tanto, esperaría a que alguien llegara. ¿Por que habían dejado al bebé solo? ¿Que estaba ocurriendo?