Atando cabos [Adrien Morgan]
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Atando cabos [Adrien Morgan]
Sabía que su sobrina buscaba algo más que unas vacaciones, especialmente porque una niña como ella jamás elegiría Irlanda y a su tío, el menos divertido de todos, para “relajarse” y “olvidar”. Además estaba acompañada, algo que no se mencionaba en sus cartas y según lo que sabía por lo que su prima Cordula le había dicho, su novio y padre de sus futuros hijos, acababa de morir. Resultaba entonces que su sobrina era un misterio, aunque en realidad siempre lo había sido, en especial porque hasta ese momento si se habían visto apenas tres veces en la vida, ya era mucho. Había intentado usar la legeremancia con ella de forma discreta, y se encontró con que su mente era bastante compleja, como si la hubiera ordenado deliberadamente. Llevaba muchos años dominando ese arte como para darse cuenta de algunas cosas que otros a lo mejor pasaban por alto, o quizá solo tenía que ver con que eran familia. Reconocía la biblioteca que estaba levantada en su mente, y se preguntó en cuál de todos los baúles estarían sus secretos, y por qué tendría que esconderlos de alguien. Tendría que probar entonces con el acompañante.
No fue invasivo tampoco, y como ni siquiera sabía qué buscar, terminó con conformarse con lo más básico: por qué estaban ahí y qué querían. Todo terminó relacionándose con el nodo, como siempre sucedía con jovencitos ambiciosos. No le molestó, lo que tenía que averiguar era por qué querrían magia como esa, para qué, y si acaso tendría que ver con las noticias que había visto, con la revolución estudiantil. No le importaba meterse en otro problema político, lo que le importaba era que su sobrina lo hiciera, y en su estado. Era conservador.
Quizá no pudiera leerle la mente, pero la notaba mal, así que le hizo una poción lo suficientemente poderosa como para que estuviera tranquila durante bastante tiempo, al menos lo más tranquila posible. A la mañana siguiente, levantó al chico muy temprano y le dijo que lo acompañara a Brigantia, que debían hablar.
Gerhard Immëndorff era, a simple vista, un tipo temible, al menos para los estudiantes de Brigantia, lo que era bueno. Siempre tenía un gesto serio y adusto, y además, su mano izquierda era extraña, pues parecía que tenía trozos de hierro incrustados permanentemente en ciertas zonas, eso como consecuencia del exagerado uso que le había dado al famoso “puño de hierro Immëndorff” durante tiempos menos pacíficos. Al final una de las transformaciones para volverlo a su estado normal no había salido bien por hacerla en un estado poco favorecedor, y se había quedado así, aunque a él parecía no molestarle. A pesar de lo férreo que parecía, invocaba cierto aire que generaba confianza, quizá también consecuencia de todos sus años como decano.
Llevó a Adrien al bosque de Andarta, un lugar dentro de la Universidad que se extendía por kilómetros. Para ese punto, seguramente Adrien ya se hacía una idea de lo que pasaba. Immëndorff no era un tipo que se anduviera con rodeos.
-¿Por qué, exactamente, están buscando el nodo? Perdón que haya sido invasivo pero no le creo nada a Wilhelmina, en especial porque quise leerle la mente y encontré una cantidad absurda de protecciones. Llevo siendo decano y guardián de este lugar durante muchos años, muchos han venido buscándolo, algunos por cosas serias, otros solo por curiosos. Siento que lo de ustedes no es solo curiosidad.
No fue invasivo tampoco, y como ni siquiera sabía qué buscar, terminó con conformarse con lo más básico: por qué estaban ahí y qué querían. Todo terminó relacionándose con el nodo, como siempre sucedía con jovencitos ambiciosos. No le molestó, lo que tenía que averiguar era por qué querrían magia como esa, para qué, y si acaso tendría que ver con las noticias que había visto, con la revolución estudiantil. No le importaba meterse en otro problema político, lo que le importaba era que su sobrina lo hiciera, y en su estado. Era conservador.
Quizá no pudiera leerle la mente, pero la notaba mal, así que le hizo una poción lo suficientemente poderosa como para que estuviera tranquila durante bastante tiempo, al menos lo más tranquila posible. A la mañana siguiente, levantó al chico muy temprano y le dijo que lo acompañara a Brigantia, que debían hablar.
Gerhard Immëndorff era, a simple vista, un tipo temible, al menos para los estudiantes de Brigantia, lo que era bueno. Siempre tenía un gesto serio y adusto, y además, su mano izquierda era extraña, pues parecía que tenía trozos de hierro incrustados permanentemente en ciertas zonas, eso como consecuencia del exagerado uso que le había dado al famoso “puño de hierro Immëndorff” durante tiempos menos pacíficos. Al final una de las transformaciones para volverlo a su estado normal no había salido bien por hacerla en un estado poco favorecedor, y se había quedado así, aunque a él parecía no molestarle. A pesar de lo férreo que parecía, invocaba cierto aire que generaba confianza, quizá también consecuencia de todos sus años como decano.
Llevó a Adrien al bosque de Andarta, un lugar dentro de la Universidad que se extendía por kilómetros. Para ese punto, seguramente Adrien ya se hacía una idea de lo que pasaba. Immëndorff no era un tipo que se anduviera con rodeos.
-¿Por qué, exactamente, están buscando el nodo? Perdón que haya sido invasivo pero no le creo nada a Wilhelmina, en especial porque quise leerle la mente y encontré una cantidad absurda de protecciones. Llevo siendo decano y guardián de este lugar durante muchos años, muchos han venido buscándolo, algunos por cosas serias, otros solo por curiosos. Siento que lo de ustedes no es solo curiosidad.
- Gerhard Immëndorff
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
Todo el viaje había sido demasiado rápido y peligroso, desde el momento en que había tomado el traslador y temió que el hechizo que tenía se terminara hasta saber que iba a hacer una vez que aparecieran en el reino unido. No podía seguir aparentando dentro de Brigantia, mucho menos mintiendo con esa maldición, principalmente por que no tenía la sangre suficiente como para hacer un ritual cada dos horas y porque además, estaba sintiendo ya los efectos de hacer ese hechizo por meses.
Lo más sencillo era que simplemente se presentara como era, no era importante en realidad y solamente era un amigo de Wilhelmina que la había acompañado en su viaje, nadie más tenía por que saber nada al respecto y se enfocó lo suficiente como para tampoco hacerse notar mucho. Era lo suficiente callado y reservado con su vida y el tío de Mina tampoco le había hecho muchas preguntas. Los primeros días había dejado en realidad a aWilhelmina en el lugar que su tío les había preparado y se dedico a vagar por la universidad, estúpidamente creía que una fuente de magia podría sentirse así nada más, que posiblemente podrían averiguar todo sin tener que contarle al decano Immendorf lo que había sucedido. Por supuesto se dio cuenta que no sería así de fácil la primer semana, luego se dedico a investigar sobre las raíces de los Morgan ahí en Brigantia para saber si podía encontrar alguna pista al respecto de lo que él en algún momento había encontrado.
Era en parte un reto personal y un poco de rencillas con su padre lo que lo obligaba a tener que hacer lo que él había hecho pero mucho mejor. Era algo importante para Adrien. Supo que su padre había estudiado ahí maleficios, que su tía Ellie había estudiado Ingeniería en pociones y su tía Zelda algo así como literatura. Los ingleses tenían una forma extraña de llamarle a todo, incluso a las carreras, pero por que Estados Unidos estaba más automatizado y adaptado al sistema no-maj de estudios universitarios, los ingleses eran conservadores.
Estaba precisamente a punto de salir a buscar más información en ese día cuando el Decano había aparecido frente a él, obviamente lo acompaño en silencio, no se iba a negar a nada ni tampoco hacerse de delito, aun que suponía que aquello no podía ser simplemente para preguntarle por su sobrina.
Cuando sintió la invasión de la mente fue un poco diferente que con Marcellus, con el señor Immendorf las cosas fueron difíciles, le provocó un pequeño dolor de cabeza la intromisión, aun que fue leve en realidad pero si lo puso alerta.
No puedo decirle nada…. – O bueno, no podía decirle nada si no lo leía de su mente, se lo hizo ver con una mirada. Sabía que el hombre era de confiar a pesar de ser de la familia de Mina, su reputación lo precedía. – En realidad este no es un viaje para descansar, Wilhelmina y yo estamos en peligro.
Lo más sencillo era que simplemente se presentara como era, no era importante en realidad y solamente era un amigo de Wilhelmina que la había acompañado en su viaje, nadie más tenía por que saber nada al respecto y se enfocó lo suficiente como para tampoco hacerse notar mucho. Era lo suficiente callado y reservado con su vida y el tío de Mina tampoco le había hecho muchas preguntas. Los primeros días había dejado en realidad a aWilhelmina en el lugar que su tío les había preparado y se dedico a vagar por la universidad, estúpidamente creía que una fuente de magia podría sentirse así nada más, que posiblemente podrían averiguar todo sin tener que contarle al decano Immendorf lo que había sucedido. Por supuesto se dio cuenta que no sería así de fácil la primer semana, luego se dedico a investigar sobre las raíces de los Morgan ahí en Brigantia para saber si podía encontrar alguna pista al respecto de lo que él en algún momento había encontrado.
Era en parte un reto personal y un poco de rencillas con su padre lo que lo obligaba a tener que hacer lo que él había hecho pero mucho mejor. Era algo importante para Adrien. Supo que su padre había estudiado ahí maleficios, que su tía Ellie había estudiado Ingeniería en pociones y su tía Zelda algo así como literatura. Los ingleses tenían una forma extraña de llamarle a todo, incluso a las carreras, pero por que Estados Unidos estaba más automatizado y adaptado al sistema no-maj de estudios universitarios, los ingleses eran conservadores.
Estaba precisamente a punto de salir a buscar más información en ese día cuando el Decano había aparecido frente a él, obviamente lo acompaño en silencio, no se iba a negar a nada ni tampoco hacerse de delito, aun que suponía que aquello no podía ser simplemente para preguntarle por su sobrina.
Cuando sintió la invasión de la mente fue un poco diferente que con Marcellus, con el señor Immendorf las cosas fueron difíciles, le provocó un pequeño dolor de cabeza la intromisión, aun que fue leve en realidad pero si lo puso alerta.
No puedo decirle nada…. – O bueno, no podía decirle nada si no lo leía de su mente, se lo hizo ver con una mirada. Sabía que el hombre era de confiar a pesar de ser de la familia de Mina, su reputación lo precedía. – En realidad este no es un viaje para descansar, Wilhelmina y yo estamos en peligro.
- Adrien Morgan
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
La idea de que alguien de su familia estuviera en peligro lo puso tenso. Sabía que no todos los Immëndorff eran de fiar, y especialmente, sabía que los Schweinsteiger y concretamente Barnabas, pertenecían a la peor calaña, pero eso no quitaba que no considerara a Wilhelmina una víctima de las circunstancias, en el mejor de los casos, aunque estuviera a punto de ver lo equivocado que estaba.
-Bien, entonces entraré en tu mente. Trataré de ser menos invasivo.
Prometió aunque no fue capaz de cumplir, principalmente porque la mente de Adrien, ya lo había comprobado en la intromisión anterior, era complicada; un entramado de pensamientos caóticos, llenos de ira, de miedo, pero también de una inteligencia bastante obvia, prominente. Pero al menos parecía saber exactamente qué mostrarle, y por ende, Immëndorff supo exactamente dónde detenerse.
Lo que vio, no se lo imaginaba. Siempre había estado consciente de la existencia de ese tipo de magia, de la existencia de quienes pensaban que podían manipularla a placer, pero ver a sus sobrinos implicados en ello fue más de lo que esperaba. A esas alturas de la vida quizá no debía sorprenderse ya de nada, pero aquello demostraba que no lo había visto todo. Ahondó más, ahondó todo lo que pudo. Navegó en los recuerdos de Adrien, y lo hizo, de pronto, con más intensiones invasivas de las que había pensado en un principio, todo por el ansia de saber. Al final estaba agotado, se notó cuando salió de su mente y tuvo que tomar aire.
-¿Cuál es su plan?
El suyo era no volver a dejar salir a Wilhelmina de ahí, aunque fue solo una idea que se le cruzó por la cabeza, una casi paternalista, sabía que no podría detenerla.
-El nodo sentirá la responsabilidad de ayudarlos a controlar lo que sin querer él mismo ayudó a impulsar. Pero funciona de formas extrañas, tiene casi 10 años que no se ha vuelto a saber de él, aunque los decanos creemos saber dónde está. Sin embargo, es demasiada magia para que la intenten controlar solo entre ustedes dos…
O sea, ya estaba involucrado, iría hasta el final, su moral se lo pedía a gritos.
-Quizá el nodo también pueda ayudarte a reparar otro tipo de daños…
Los de su mente, obviamente.
-Bien, entonces entraré en tu mente. Trataré de ser menos invasivo.
Prometió aunque no fue capaz de cumplir, principalmente porque la mente de Adrien, ya lo había comprobado en la intromisión anterior, era complicada; un entramado de pensamientos caóticos, llenos de ira, de miedo, pero también de una inteligencia bastante obvia, prominente. Pero al menos parecía saber exactamente qué mostrarle, y por ende, Immëndorff supo exactamente dónde detenerse.
Lo que vio, no se lo imaginaba. Siempre había estado consciente de la existencia de ese tipo de magia, de la existencia de quienes pensaban que podían manipularla a placer, pero ver a sus sobrinos implicados en ello fue más de lo que esperaba. A esas alturas de la vida quizá no debía sorprenderse ya de nada, pero aquello demostraba que no lo había visto todo. Ahondó más, ahondó todo lo que pudo. Navegó en los recuerdos de Adrien, y lo hizo, de pronto, con más intensiones invasivas de las que había pensado en un principio, todo por el ansia de saber. Al final estaba agotado, se notó cuando salió de su mente y tuvo que tomar aire.
-¿Cuál es su plan?
El suyo era no volver a dejar salir a Wilhelmina de ahí, aunque fue solo una idea que se le cruzó por la cabeza, una casi paternalista, sabía que no podría detenerla.
-El nodo sentirá la responsabilidad de ayudarlos a controlar lo que sin querer él mismo ayudó a impulsar. Pero funciona de formas extrañas, tiene casi 10 años que no se ha vuelto a saber de él, aunque los decanos creemos saber dónde está. Sin embargo, es demasiada magia para que la intenten controlar solo entre ustedes dos…
O sea, ya estaba involucrado, iría hasta el final, su moral se lo pedía a gritos.
-Quizá el nodo también pueda ayudarte a reparar otro tipo de daños…
Los de su mente, obviamente.
- Gerhard Immëndorff
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
No se imaginó que el Decano Immendörf fuera tan invasivo con su mente, otros legeremagos habían actuado con él, Marcellus entre ellos y las cosas nunca eran tan extremas. Le siguió la mirada unos momentos hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo y una punzada en su cabeza como una mini migraña apareció, trataba de colocar sus recuerdos de forma accesible y en orden, pensando claramente sobre la secta, sobre los rituales que hacían, la magia, los propósitos y como es que manejaban básicamente Estados Unidos sin importarles absolutamente nada mas, sin embargo mientras Gerhard más indagaba en su mente, mas difícil era dejar de lado aquellos recuerdos horrendos, como principalmente, cuando le lanzaron aquella maldición y los elfos oscuros comenzaron a comerse partes de él.
Sintió que sus propios gritos resonaban en su cabeza cuando el dolor de cabeza se volvió insoportable y el Decano dejo su mente atrás. Su respiración estaba agitada y tardó un momento en componerse, en aterrizar nuevamente y no dejarse llevar por el shock del momento, por esos recuerdos. Adrien no era la persona más estable mentalmente hablando.
Tal vez… la magia puede crear alguna resonancia. Si nos acercamos al lugar donde usted cree que esta y se muestra algún hechizo que el mismo nodo haya ayudado a potenciar… tal vez de esa manera se presente ante nosotros, tal vez así es como podamos deshacer lo que él ya creo…
Claro que esa era solamente una parte, su mente estaba tratando de concentrarse con fuerza, pero aun estaba afectado. Entendio la indirecta del decano, aun que solamente le dedico una mirada significativa y una sonrisa de medio lado.
Tendría que ser más poderoso de lo que imagino para poder arreglarlo… - Sabía lo que él había visto dentro de él, no era difícil de imaginarlo. Aun así Adrien siempre trataba de mantenerse firme, aun que el leve temblor en sus manos hacia ver que no era así.
Tengo lo necesario, podemos hacerlo ahora si es que usted se siente preparado. - Porque él ya se había cansado de rondar en círculos y no podían perder más tiempo.
Sintió que sus propios gritos resonaban en su cabeza cuando el dolor de cabeza se volvió insoportable y el Decano dejo su mente atrás. Su respiración estaba agitada y tardó un momento en componerse, en aterrizar nuevamente y no dejarse llevar por el shock del momento, por esos recuerdos. Adrien no era la persona más estable mentalmente hablando.
Tal vez… la magia puede crear alguna resonancia. Si nos acercamos al lugar donde usted cree que esta y se muestra algún hechizo que el mismo nodo haya ayudado a potenciar… tal vez de esa manera se presente ante nosotros, tal vez así es como podamos deshacer lo que él ya creo…
Claro que esa era solamente una parte, su mente estaba tratando de concentrarse con fuerza, pero aun estaba afectado. Entendio la indirecta del decano, aun que solamente le dedico una mirada significativa y una sonrisa de medio lado.
Tendría que ser más poderoso de lo que imagino para poder arreglarlo… - Sabía lo que él había visto dentro de él, no era difícil de imaginarlo. Aun así Adrien siempre trataba de mantenerse firme, aun que el leve temblor en sus manos hacia ver que no era así.
Tengo lo necesario, podemos hacerlo ahora si es que usted se siente preparado. - Porque él ya se había cansado de rondar en círculos y no podían perder más tiempo.
- Adrien Morgan
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
Aunque parecía sereno, como si ya se hubiera recuperado del shock de ver todas esas cosas, en realidad estaba bastante intranquilo. Se notaba por la manera en que abría y cerraba el puño que tenía partes transformadas en hierro. No se quitaba de la mente los gritos de Adrien, ni todas las otras cosas en las que sus sobrinos estaban involucrados. Palpó su túnica –porque sí, era un mago conservador a pesar de todo- y de los bolsillos interiores sacó un frasco con una poción de un rojo intenso. Revisó la etiqueta antes de tendérsela a Adrien.
-Toma eso, necesitas tranquilizarte por completo si vamos a empezar esto de una vez.
No era la típica poción tranquilizadora, sino algo más fuerte que había desarrollado para curar los traumas post-guerra de varias generaciones anteriores. Lo que Adrien decía tenía bastante sentido.
-La última vez se apareció en las grutas, pero tengo el presentimiento de que ahora está escondiéndose en alguna zona de este mismo bosque. Y creo que ahora entiendo por qué…Andarta era una diosa guerrera.
Y ellos estaban a punto de librar una bastante compleja. Immëndorff y el resto de los decanos habían sentido las vibraciones del nodo en la parte más alejada del complejo arquitectónico. Y el nodo siempre parecía escoger lugares específicos para esconderse de acuerdo a los tiempos en los que se vivían, o las cosas que, como elemento mágico todopoderoso, podía prever.
-Sigue caminando.
Le dijo, aunque no estaba seguro de que el nodo fuera a presentarse por completo en la primera oportunidad. Pasaron por un pequeño arroyo congelado y pareció como si la temperatura comenzara a decrecer dramáticamente.
-Es más poderoso que nadie que conozcas, que cualquier cosa que hayas visto. Incluso lo que has visto en ese lugar. Está moldeado por los dioses, o al menos eso dice la leyenda.
Hizo un patronus en forma de cocodrilo. Pero era un patronus especial, algo que llevaba más que un mensaje. Ser decano ahí tenía sus beneficios. Sintió la necesidad de decirle para quién era el mensaje, que Adrien no debía desconfiar de sus intenciones.
-Es para Wilja. Querrá estar aquí, supongo.
Le señaló a Adrien un árbol, que parecía ser el único de su especie, aunque tampoco parecía demasiado especial. Era un ejemplar de Caithne, el único que había crecido en el bosque de Andarta aunque era común verlo en varias zonas de Irlanda, y de hecho, Brigantia estaba en una zona mágica cercana al puerto Ard Na Caithne.
-Creemos que ese es el lugar donde se esconde ahora. Puedes empezar a probar.
-Toma eso, necesitas tranquilizarte por completo si vamos a empezar esto de una vez.
No era la típica poción tranquilizadora, sino algo más fuerte que había desarrollado para curar los traumas post-guerra de varias generaciones anteriores. Lo que Adrien decía tenía bastante sentido.
-La última vez se apareció en las grutas, pero tengo el presentimiento de que ahora está escondiéndose en alguna zona de este mismo bosque. Y creo que ahora entiendo por qué…Andarta era una diosa guerrera.
Y ellos estaban a punto de librar una bastante compleja. Immëndorff y el resto de los decanos habían sentido las vibraciones del nodo en la parte más alejada del complejo arquitectónico. Y el nodo siempre parecía escoger lugares específicos para esconderse de acuerdo a los tiempos en los que se vivían, o las cosas que, como elemento mágico todopoderoso, podía prever.
-Sigue caminando.
Le dijo, aunque no estaba seguro de que el nodo fuera a presentarse por completo en la primera oportunidad. Pasaron por un pequeño arroyo congelado y pareció como si la temperatura comenzara a decrecer dramáticamente.
-Es más poderoso que nadie que conozcas, que cualquier cosa que hayas visto. Incluso lo que has visto en ese lugar. Está moldeado por los dioses, o al menos eso dice la leyenda.
Hizo un patronus en forma de cocodrilo. Pero era un patronus especial, algo que llevaba más que un mensaje. Ser decano ahí tenía sus beneficios. Sintió la necesidad de decirle para quién era el mensaje, que Adrien no debía desconfiar de sus intenciones.
-Es para Wilja. Querrá estar aquí, supongo.
Le señaló a Adrien un árbol, que parecía ser el único de su especie, aunque tampoco parecía demasiado especial. Era un ejemplar de Caithne, el único que había crecido en el bosque de Andarta aunque era común verlo en varias zonas de Irlanda, y de hecho, Brigantia estaba en una zona mágica cercana al puerto Ard Na Caithne.
-Creemos que ese es el lugar donde se esconde ahora. Puedes empezar a probar.
- Gerhard Immëndorff
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
Adrien era desconfiado por naturaleza, por eso no aceptó inmediatamente la poción que le ofrecía el Decano. Dudó en verdad por unos segundos pero al final terminó por tomarla de un solo trago, el sabor lo confundió un poco pero notó como sus manos dejaban de temblar y el movimiento acelerado de su corazón había desaparecido. Se encontraba en control de si mismo lo cual le pareció impresionante, había tomado otras pociones pero nunca habían logrado tal efecto.
Gracias – Dijo secamente, tenía consigo una pequeña mochila de viaje, dentro había algunos pergaminos con hechizos, cosas que le mostraría al decano si se necesitaba. Lo siguió tratando de poner en orden sus ideas, que iban a hacer, trataba de prepararse lo mejor posible para cuando encontraran aquella fuente. Adrien no sabía que esperar en realidad, pero su propio cuerpo, su varita incluso, parecía entender que estaban acercándose a una fuente de magia superior, algo que simplemente los rodeaba por completo.
Se detuvo en seco al ver el patronus de Gerhard puesto que era igual al de Auberon Wardwell y se puso nervioso nuevamente, aun cuando le hubiese dicho que era para Wilhelmina. Se notaba en su rostro, ya fuera por la sensación de magia que rodeaba todo eso o los pequeños detalles que lo hacían alejarse de la realidad, Adrien estaba visiblemente nervioso de nuevo. Tardó unos segundos de respiraciones profundas para seguir adelante y se detuvo de nuevo cuando vio aquel árbol y la resonancia que lo rodeaba.
Adrien sacó su varita, era oscura y con una empuñadura plateada, la tenía desde toda su vida y curiosamente había sido un obsequio de su padre cuando había entrado a la secta con ellos. Se aclaró un poco la garganta y sus ojos se fijaron en el árbol, no sabía muy bien cuál sería el resultado de aquello así que simplemente y sin esperar más le lanzó la maldición del desollado al árbol frente a ellos.
Gracias – Dijo secamente, tenía consigo una pequeña mochila de viaje, dentro había algunos pergaminos con hechizos, cosas que le mostraría al decano si se necesitaba. Lo siguió tratando de poner en orden sus ideas, que iban a hacer, trataba de prepararse lo mejor posible para cuando encontraran aquella fuente. Adrien no sabía que esperar en realidad, pero su propio cuerpo, su varita incluso, parecía entender que estaban acercándose a una fuente de magia superior, algo que simplemente los rodeaba por completo.
Se detuvo en seco al ver el patronus de Gerhard puesto que era igual al de Auberon Wardwell y se puso nervioso nuevamente, aun cuando le hubiese dicho que era para Wilhelmina. Se notaba en su rostro, ya fuera por la sensación de magia que rodeaba todo eso o los pequeños detalles que lo hacían alejarse de la realidad, Adrien estaba visiblemente nervioso de nuevo. Tardó unos segundos de respiraciones profundas para seguir adelante y se detuvo de nuevo cuando vio aquel árbol y la resonancia que lo rodeaba.
Adrien sacó su varita, era oscura y con una empuñadura plateada, la tenía desde toda su vida y curiosamente había sido un obsequio de su padre cuando había entrado a la secta con ellos. Se aclaró un poco la garganta y sus ojos se fijaron en el árbol, no sabía muy bien cuál sería el resultado de aquello así que simplemente y sin esperar más le lanzó la maldición del desollado al árbol frente a ellos.
- Adrien Morgan
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
Con mucha paciencia, esperó a que Adrien se recuperara de nuevo para volverse a poner en marcha, sin entender que se trataba de algo tan simple como el patronus parecido. Pero ahora sabía que el muchacho no lo había pasado nada bien y no se sentía capaz de presionarlo de más, pues aunque pudiera ver muchas cosas en su mente, aún no estaba tan seguro de hasta dónde había llegado el daño.
Cuando llegaron hasta el árbol por fin, Immëndorff le dio su tiempo para que decidiera qué hechizo tomar. En ese instante alguien apareció ahí, con un chasquido. Era Wilhelmina, llevada por un complejo hechizo que involucraba el encantamiento patronus y que los decanos de Brigantia habían usado durante mucho tiempo. Wilhelmina miró a su alrededor confundida, como tratando de entender en dónde estaba, justo cuando Adrien lanzó su maldición.
Immëndorff entornó los ojos para poner atención a cómo conjuraba Morgan. Se cruzó de brazos aunque mantuvo la varita fuertemente agarrada. Wilhelmina, con su incipiente panza de embarazada, se pegó a su tío en un acto reflejo mientras el árbol emitía algo parecido a un quejido. Los tres debieron sentir una especie de honda expansiva, invisible, que los sacudió por completo.
-Está aquí, pero parece que no saldrá tan fácilmente.
Apretó la boca y se acercó hasta el árbol con decisión. Puso una mano encima de él. Parecía que estaba hirviendo, pero estaba claro que no se equivocaba respecto a la locación, y que también había reaccionado a la maldición de Adrien en específico, si hubiera sido cualquier otro hechizo quizás no hubiera sucedido nada. Miró a su sobrina y de nuevo a Morgan.
-Prueba otra vez. Deben ser pacientes, no se manifestará de inmediato. Y tampoco sabemos cómo actuará para ayudarlos, así que deben estar atentos a cualquier cosa. Lanza otra maldición, la más poderosa que tengas, la que mejor te salga. O prueben juntos, al mismo tiempo.
Cuando llegaron hasta el árbol por fin, Immëndorff le dio su tiempo para que decidiera qué hechizo tomar. En ese instante alguien apareció ahí, con un chasquido. Era Wilhelmina, llevada por un complejo hechizo que involucraba el encantamiento patronus y que los decanos de Brigantia habían usado durante mucho tiempo. Wilhelmina miró a su alrededor confundida, como tratando de entender en dónde estaba, justo cuando Adrien lanzó su maldición.
Immëndorff entornó los ojos para poner atención a cómo conjuraba Morgan. Se cruzó de brazos aunque mantuvo la varita fuertemente agarrada. Wilhelmina, con su incipiente panza de embarazada, se pegó a su tío en un acto reflejo mientras el árbol emitía algo parecido a un quejido. Los tres debieron sentir una especie de honda expansiva, invisible, que los sacudió por completo.
-Está aquí, pero parece que no saldrá tan fácilmente.
Apretó la boca y se acercó hasta el árbol con decisión. Puso una mano encima de él. Parecía que estaba hirviendo, pero estaba claro que no se equivocaba respecto a la locación, y que también había reaccionado a la maldición de Adrien en específico, si hubiera sido cualquier otro hechizo quizás no hubiera sucedido nada. Miró a su sobrina y de nuevo a Morgan.
-Prueba otra vez. Deben ser pacientes, no se manifestará de inmediato. Y tampoco sabemos cómo actuará para ayudarlos, así que deben estar atentos a cualquier cosa. Lanza otra maldición, la más poderosa que tengas, la que mejor te salga. O prueben juntos, al mismo tiempo.
- Gerhard Immëndorff
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
Había hecho todo lo posible al lanzar el hechizo, pero hacerlo desde ahí era difícil, complicado, incluso con toda esa magia rodeándolos y esa pesadez en el ambiente. No sabía si era por que estaba lejos de la fuente (de maldad) de los hechizos o de donde se hacían los rituales o por que el nodo mágico de alguna manera interfería con la potencia pero el hechizo salió diferente a lo planeado, incluso lo había cansado, fue como correr muy rápido, su corazón estaba acelerado y el aire le falto por momentos.
Puso las manos sobre las rodillas para tomar aire y entonces se dio cuenta que Wilhelmina había llegado también, tardó un poco en componerse y escucho a Gerhard corroborar que estaba ahí, especificamente ahí, pero que necesitaría más que eso.
Ella puede ayudar... - Claro que Gerhard ya había visto a Mina en los pensamientos de Adrien, era parte de la secta y podía hacer maldiciones también. Adrien esperó a que Mina se acercara y le murmuró al oído que maldición podían hacer entre ambos, luego se separó de ella y volvió a apuntar al árbol esta vez haciendo la maldición de los ganchos, una maldición que también conocía perfectamente y esperaba esta vez si funcionara.
Puso las manos sobre las rodillas para tomar aire y entonces se dio cuenta que Wilhelmina había llegado también, tardó un poco en componerse y escucho a Gerhard corroborar que estaba ahí, especificamente ahí, pero que necesitaría más que eso.
Ella puede ayudar... - Claro que Gerhard ya había visto a Mina en los pensamientos de Adrien, era parte de la secta y podía hacer maldiciones también. Adrien esperó a que Mina se acercara y le murmuró al oído que maldición podían hacer entre ambos, luego se separó de ella y volvió a apuntar al árbol esta vez haciendo la maldición de los ganchos, una maldición que también conocía perfectamente y esperaba esta vez si funcionara.
- Adrien Morgan
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
El cambio en el ambiente podía sentirlo en el acto, y no era precisamente una cosa del clima de Irlanda. Era algo más denso que los envolvía, algo que latía en algún lugar que no podía identificar plenamente. No pudo evitar acercarse a su tío en cuanto Adrien lanzó el primer hechizo y sintió como si algo la empujara cuando Adrien lo hizo por fin y el árbol –o el nodo- respondió. Mina se acercó y miró al árbol fijamente mientras se llevaba una mano al vientre, en donde Winnie y Donnie se removían más inquietos que nunca.
-Tengo miedo que…
No acabó su frase. En realidad temía que eso afectara a Winnie y a Donnie pero le pareció estúpido decirlo. Habían llegado hasta ahí, y ella iba dispuesta a todo, así que más le valía no comportarse como una loca solamente porque de pronto le daba un ataque de sentimentalismos. Se acercó a Adrien luego de decidir que tenía que darlo todo, y asintió, mirándolo fijamente por un par de segundos luego de que le murmurara el hechizo que iban a hacer.
Respiró profundo, acarició su vientre una vez más y sintió que eso le daba fuerzas para hacerlo. Pronunciar esas maldiciones requerían un esfuerzo muy grande, pero ella ya las tenía dominadas. Al pronunciar el hechizo al unísono con Adrien, grandes ganchos visibles –nunca eran visibles, era la primera vez que ocurría algo así- atacaron el árbol. Se engancharon en su corteza con una violencia descomunal. El resto de lo ocurrido fue como una película de terror.
Los ganchos lucharon por levantar el árbol, arrancarlo de sus raíces. Un líquido color azul turquesa manó de él, de sus heridas. El primer impulso de Immëndorff fue alejarse del árbol y después ponerse delante de Wilhelmina, pero raíces empapadas de turquesa salieron de entre la tierra de aguanieve para apresarla, y lo mismo hacían con Adrien. Immëndorff parecía debatirse entre sí ayudarlos o dejar que el nodo actuar como mejor le pareciera y al final decidió que lo sabio era dejar que el nodo hiciera su voluntad, que al fin y al cabo, ellos lo habían buscado.
Tanto Mina como Adrien podían sentir como ese líquido turquesa se les impregnaba en la piel, como parecía entrar a sus cuerpos a través de algo que solo alguien que había visto muchos tipos de magia podría encontrar razonable. Para Adrien, por un momento, fue un bálsamo curativo, pero después ambos, en brazos y piernas, empezaron a experimentar el dolor de un tatuaje, pero más abrazador y terrible. Runas y palabras en latín se entremezclaban ahora en sus pieles, en brazos y piernas, brillantes tatuajes en color turquesa. Las claves para generar hechizos nuevos. Ese era el regalo del nodo, el único que haría en ese año, y quizá en muchos por venir. Y solo hasta que terminó de tatuarlos a ambos, hasta que los convirtió en una especie de libro viviente, las raíces se replegaron, los ganchos desaparecieron y el mundo pareció volver a ser el mismo.
-Tengo miedo que…
No acabó su frase. En realidad temía que eso afectara a Winnie y a Donnie pero le pareció estúpido decirlo. Habían llegado hasta ahí, y ella iba dispuesta a todo, así que más le valía no comportarse como una loca solamente porque de pronto le daba un ataque de sentimentalismos. Se acercó a Adrien luego de decidir que tenía que darlo todo, y asintió, mirándolo fijamente por un par de segundos luego de que le murmurara el hechizo que iban a hacer.
Respiró profundo, acarició su vientre una vez más y sintió que eso le daba fuerzas para hacerlo. Pronunciar esas maldiciones requerían un esfuerzo muy grande, pero ella ya las tenía dominadas. Al pronunciar el hechizo al unísono con Adrien, grandes ganchos visibles –nunca eran visibles, era la primera vez que ocurría algo así- atacaron el árbol. Se engancharon en su corteza con una violencia descomunal. El resto de lo ocurrido fue como una película de terror.
Los ganchos lucharon por levantar el árbol, arrancarlo de sus raíces. Un líquido color azul turquesa manó de él, de sus heridas. El primer impulso de Immëndorff fue alejarse del árbol y después ponerse delante de Wilhelmina, pero raíces empapadas de turquesa salieron de entre la tierra de aguanieve para apresarla, y lo mismo hacían con Adrien. Immëndorff parecía debatirse entre sí ayudarlos o dejar que el nodo actuar como mejor le pareciera y al final decidió que lo sabio era dejar que el nodo hiciera su voluntad, que al fin y al cabo, ellos lo habían buscado.
Tanto Mina como Adrien podían sentir como ese líquido turquesa se les impregnaba en la piel, como parecía entrar a sus cuerpos a través de algo que solo alguien que había visto muchos tipos de magia podría encontrar razonable. Para Adrien, por un momento, fue un bálsamo curativo, pero después ambos, en brazos y piernas, empezaron a experimentar el dolor de un tatuaje, pero más abrazador y terrible. Runas y palabras en latín se entremezclaban ahora en sus pieles, en brazos y piernas, brillantes tatuajes en color turquesa. Las claves para generar hechizos nuevos. Ese era el regalo del nodo, el único que haría en ese año, y quizá en muchos por venir. Y solo hasta que terminó de tatuarlos a ambos, hasta que los convirtió en una especie de libro viviente, las raíces se replegaron, los ganchos desaparecieron y el mundo pareció volver a ser el mismo.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
Adrien observo a Wilhelmina de manera severa cuando habló, entendia que tuviera miedo por sus hijos pero al mismo tiempo fue egoista y no le importaba en lo absoluto siempre que cumplieran su cometido. Adrien había estado tan comprometido con la causa que se había olvidado de todo lo que le importaba, se había olvidado de Adrianne, de Julisa, de Marcellus, que darle a Wilhelmina el beneficio de dudar en esos momentos por cuidar a sus hijos era algo que le parecía imposible. Afortunadamente ella pareció entenderlo y no dijo nada en lo absoluto.
A la señal Adrien lanzó el hechizo y esta vez a la par de Wilhelmina ambos pudieron crear un efecto verdadero en aquel árbol. Adrien inmediatamente sintió la magia resonando ante ellos y de un momento a otro se vio cubierto con esa sustancia extraña, entraba por sus poros y por unos segundos se quedó sin aliento, con los ojos cerrados simplemente sintiendo como la magia lo ahogaba, se adentraba en él, en las grietas de su mente, en su cuerpo.
En su interior pasaron varias cosas diferentes a la vez, primero sintió como su piel volvía a ser uno con él, como si los efectos de la maldición que hacía años había experimentado se desvanecieran, como si algo hubiese limpiado completamente esa sensación en su piel y volvía a ser él, volvía a sentirse uno mismo con su cuerpo. Lo segundo es que su mente, por primera vez desde hacia mucho tiempo estaba más clara, podía pensar con seriedad, podía razonar sin dejarse llevar por la ira que lo consumía. Todo tuvo sentido y todo tomó un lugar correcto... luego vino ese dolor en su piel.
El había experimentado el dolor de la marca de los venerables sobre su espalda, era algo parecido lo que sentía, solo que este iba por sobre su piel, al rededor de su cuerpo. Apretó los dientes para soportar el dolor de las marcas que le aparecían en los brazos y las piernas. Al final quedó sobre el suelo a penas sosteniéndose sobre si mismo y lo primero que hizo fue correr hacia Wilhelmina para sostenerla.
¿Estás bien? ¿Lo sentiste? Esta aquí, sobre nosotros. - Tal vez por primera vez en el tiempo que Wilhelmina llevaba de conocer a Adrien, su voz salía con emoción, como si fuera una persona diferente la que estaba frente a ella, es que muchas cosas habían cambiado en su interior.
A la señal Adrien lanzó el hechizo y esta vez a la par de Wilhelmina ambos pudieron crear un efecto verdadero en aquel árbol. Adrien inmediatamente sintió la magia resonando ante ellos y de un momento a otro se vio cubierto con esa sustancia extraña, entraba por sus poros y por unos segundos se quedó sin aliento, con los ojos cerrados simplemente sintiendo como la magia lo ahogaba, se adentraba en él, en las grietas de su mente, en su cuerpo.
En su interior pasaron varias cosas diferentes a la vez, primero sintió como su piel volvía a ser uno con él, como si los efectos de la maldición que hacía años había experimentado se desvanecieran, como si algo hubiese limpiado completamente esa sensación en su piel y volvía a ser él, volvía a sentirse uno mismo con su cuerpo. Lo segundo es que su mente, por primera vez desde hacia mucho tiempo estaba más clara, podía pensar con seriedad, podía razonar sin dejarse llevar por la ira que lo consumía. Todo tuvo sentido y todo tomó un lugar correcto... luego vino ese dolor en su piel.
El había experimentado el dolor de la marca de los venerables sobre su espalda, era algo parecido lo que sentía, solo que este iba por sobre su piel, al rededor de su cuerpo. Apretó los dientes para soportar el dolor de las marcas que le aparecían en los brazos y las piernas. Al final quedó sobre el suelo a penas sosteniéndose sobre si mismo y lo primero que hizo fue correr hacia Wilhelmina para sostenerla.
¿Estás bien? ¿Lo sentiste? Esta aquí, sobre nosotros. - Tal vez por primera vez en el tiempo que Wilhelmina llevaba de conocer a Adrien, su voz salía con emoción, como si fuera una persona diferente la que estaba frente a ella, es que muchas cosas habían cambiado en su interior.
- Adrien Morgan
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Re: Atando cabos [Adrien Morgan]
Con la respiración agitada, lo único que le quedaba desear era que aquél dolor abrasador no hubiera lastimado a sus bebés, los sentía removerse y tuvo miedo de que estuvieran sintiendo lo mismo que ella. Pero aguantó, sin gritar, sin arrepentirse de nada. Si todo eso servía para ganar, para obtener lo que querían, entonces sería para bien. Cuando terminó todo, estiró la mano hacia su tío casi como en una súplica, pero aunque lo vio acercarse, fueron las manos de Adrien las que sintió sosteniéndola.
Se sobresaltó, no por no confiara en él, sino porque jamás había escuchado ese tono de él para con ella. Pasó saliva y asintió. Se había aferrado a su brazo por un momento pero se separó de él tan pronto como pudo. Era por lo mismo, no porque no confiara –a decir, seguramente era la persona en la que más confiaba en el mundo en esos momentos –sino porque estaba acostumbrada a ser distinta con él, distante, con reservas.
-Estoy bien. Estoy bien solo…
Quería saber que sus bebés estaban bien también. Immëndorff se acercó a ella y le pasó un brazo por los hombros para llevarla de vuelta al castillo, para que la profesora de medimagia se hiciera cargo, pero Wilhelmina se negó, al menos por el momento. Necesitaba hablar con Adrien.
-Lo sentí, lo sé. Tenemos que apresurarnos, tenemos que hacerlo cuanto antes. No sabemos cuánto dure esto, no sabemos si…
Si como castigo lo tendrían tatuado para siempre, o algo parecido. Si eso significaba que no podría volver a estar en presencia de ningún Venerable, o de Bill, o de su hermano. Volvió a sentir que los bebés se movían y se permitió respirar tranquila con eso.
-Lo hicimos bien, ¿cierto?
Sin decir nada, anonadado por todo, Immëndorff volvió a presionar a su sobrina para ir al castillo. El nodo había respondido, lo había hecho ante magos dignos de ellos, y eso siempre lo dejaba sin habla.
Se sobresaltó, no por no confiara en él, sino porque jamás había escuchado ese tono de él para con ella. Pasó saliva y asintió. Se había aferrado a su brazo por un momento pero se separó de él tan pronto como pudo. Era por lo mismo, no porque no confiara –a decir, seguramente era la persona en la que más confiaba en el mundo en esos momentos –sino porque estaba acostumbrada a ser distinta con él, distante, con reservas.
-Estoy bien. Estoy bien solo…
Quería saber que sus bebés estaban bien también. Immëndorff se acercó a ella y le pasó un brazo por los hombros para llevarla de vuelta al castillo, para que la profesora de medimagia se hiciera cargo, pero Wilhelmina se negó, al menos por el momento. Necesitaba hablar con Adrien.
-Lo sentí, lo sé. Tenemos que apresurarnos, tenemos que hacerlo cuanto antes. No sabemos cuánto dure esto, no sabemos si…
Si como castigo lo tendrían tatuado para siempre, o algo parecido. Si eso significaba que no podría volver a estar en presencia de ningún Venerable, o de Bill, o de su hermano. Volvió a sentir que los bebés se movían y se permitió respirar tranquila con eso.
-Lo hicimos bien, ¿cierto?
Sin decir nada, anonadado por todo, Immëndorff volvió a presionar a su sobrina para ir al castillo. El nodo había respondido, lo había hecho ante magos dignos de ellos, y eso siempre lo dejaba sin habla.
- Wilhelmina Schweinsteiger
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