Vámonos ya! [Adrien]

ESCENARIO 1 - BODEGA EN KEY WEST

Había ocasiones en las que Jesse Crawford tenía una manera curiosa de hacer las cosas. De hecho ya lo había comentado con algunos de sus compañeros, que pensaban que había misterios más grandes a los que tenía acceso de lo que les solía contar. Ferdynand no lo juzgaba por eso siempre y cuando esos misterios fueran develándose y hasta el momento, no había sido decepcionado, aunque estaba seguro de que había mucho más. Entre las maneras curiosas que tenía de hacer las cosas, estaba el a veces mandarle mensajes demasiado crípticos, como que fuera a la bodega en donde se habían reunido aproximadamente durante julio y que ya no utilizaban. De no haber confiado plenamente en él, jamás hubiera ido, pero confiaba.

Los últimos planes tenían que ver con el rescate de algunos radicales que habían sido capturados el día del desfile, y en lo personal, a él y a Angus les urgía sacar a Joe de Broward, pues les habían informado que seguía algo delicado de salud a pesar de que lo habían dado de alta en el hospital, pues el golpe de la maldición había sido demasiado fuerte. Los informantes habían dicho que los sanadores la calificaron de “un sectusempra demasiado fuerte” pero Ferdynand estaba seguro de que era algo más, porque parecía estar deteriorando a Joe. Eran amigos desde hacía tiempo y necesitaba sacarlo cuanto antes, así que esperaba que Jesse concretara eso y que esa reunión se tratara de poner fecha para el plan.

Se apareció en la bodega, en donde ya estaban las luces encendidas y escuchó las voces tenues de dos mujeres, luego los gritos de una, exigiéndole a la otra que no se fuera, que volviera. Ferdynand frunció el ceño y caminó hasta donde provenían las voces, o la voz, más bien. Paso unas cuantas cajas apiladas y entonces la vio. La misma persona a la que Jesse le había pedido encarecidamente que no atacara el día del desfile: Harley Schweinsteiger, hija además, de uno de sus blancos: Evangeline Blue. Pero Jesse había sido muy exigente con eso de “no hacerle daño ni a ella ni a su ex esposa”, lo que Ferdynand había interpretado como un sentimentalismo muy exacerbado, aunque no lo cuestionó entonces.

Arqueó una ceja y se acercó a ella a paso tranquilo, aunque con la varita levantada, para atacarla en cualquier momento de ser necesario. De todos modos, estaban en sus territorios, y ella estaba ahí amarrada con Jesse a sabiendas. Algo raro había ahí.

-Harley Schweinsteiger, es un honor tenerte como invitada especial.

Se burló y dibujó una media sonrisa mientras con la mano libre sacaba un celular, aunque no tenía ningún aviso sobre nada de lo que sucedía ahí. De cualquier forma debía fingir que no estaba confundido ni mucho menos. Además de ser protegida de Jesse –por el momento- sabía algunas otras cosas interesantes de ella. Tenía una familia interesante. Su madre era una figura excepcional, muy buena con la varita. Su esposo…tenía entendido que podría haber pasado el resto de su vida en la cárcel de no ser porque tenía demasiadas influencias.

-He tenido interés en ti desde hace tiempo pero no he podido investigar gran cosa, no me han dejado. Que estés aquí, para mi solo, significa que me acaban de dar un gran regalo.  

Claro que lo dijo con afán de asustarla, moviéndose como un gato cauteloso, con la mirada fija en ella, y una expresión facial casi nula.

ESCENARIO 2 - DEPARTAMENTO SCHWEINSTEIGER, NY.

No había ido a cazar a Angus como había dicho Wilhelmina al principio de su conversación con Harley, aunque sus actividades nocturnas sí tenían que ver con ello. Wardwell y Morgan le habían dicho que necesitaba aumentar sus fuerzas, que necesitaba un ritual. En la secta nadie subestimaba a nadie, y un licántropo radical no era precisamente juego de niños, por más pasivo que pareciera a primera impresión, una fachada casi perfecta para el profesor de criaturas peligrosas.

Aún tenía sangre bajo las uñas por lo que había hecho. Sangre y piel, porque había rasgado demasiado fuerte la carne. Sentía que olía a muerte más que de costumbre, aunque lo que más llevaba consigo era una sensación de empoderamiento que podría haberle permitido ir de cacería en ese mismo momento, aunque hubiese sido luna llena. Pero aún debía dejar que la sangre y la magia hicieran efecto en su cuerpo, así que debía esperar.

Llegó a su casa, apareciéndose directamente en la sala, aunque lo primero que lo alertó fueron los llantos enardecidos de Bastian, que sin reconocer a ninguno de sus favoritos cerca de él, estaba hecho un grito por completo. Sin mirar, dijo el nombre de Harley en voz alta como aviso, aunque su idea era ir a darse un baño antes de ir a ver a Bastian. ¿Cuál sería su sorpresa de que no estaría ella, ni Pepe, sino Lucian en su lugar?

-¿Qué haces aquí? ¿Y Harley?

Preguntó pasándose la lengua por los labios resecos como acto reflejo, pues sentía la boca excepcionalmente seca. No había bebido nada en horas, a excepción de sangre, y la sensación nunca era agradable, dejaba un sabor terrible. Hizo una mueca porque no quería cargar a Bastian con toda esa sangre en las manos, pero su hijo estaba gritando tanto que parecía imposible postergarlo, ni siquiera escuchaba el sonido de su propia voz.

-Lo siento, sabes que es especial con la gente. Puedes dármelo ahora.

Dijo alzando la voz y estirando los brazos para tomar a su bebé. No podía postergarlo más, al parecer. No sabía qué diablos estaba haciendo Lucian ahí sin Pepe para empezar.

ESCENARIO 1 CON FERDY

El corazón estaba latiendole con fuerza, tanto que incluso la cabeza le dolía. Tenía la adrenalina sobre la sangre, tratando de quitarse las cuerdas lo más pronto que pudiera o si no, al menos alcanzar la varita que tenía dentro de la bolsa de su suéter. Se movió lo suficiente pero no pudo alcanzarla, el hechizo de Wilhelmina seguía apretándola con fuerza. Necesitaba salir de ahí, escaparse y detener la desgracia que ya veía venir, pero los pasos acercándose la distrajeron y asustaron un poco en realidad.

Su primer instinto fue hacerse hacia atrás y el movimiento hizo que algunas cajas de cartón cayeran hacia adelante. Su vista se había quedado fija sobre el hombre que aparecía ahí, no lo reconoció inmediatamente hasta que ató algunos cabos, no podía ser otro más que Ferdynand Zileñsky, el terrorista lunatico que quería deshacer el secreto mágico en irlanda o una parte de Europa, como si no hubiese sido suficiente desastrosa la cacería de brujas en 1700... Mina y Jesse estaban trabajando con gente muy peligrosa.

Le sorprendió que la conociera y dijera su nombre, trató una vez más de librarse del incarcero sin éxito alguno.- ¿Gracias? Es un honor para mi también, verás de saber que estaría con una celebridad me hubiese peinado, lastima... ¿Me puedes quitar esto? Lo apreciaría mucho.

Harley era una descarada en verdad. ¿Mina le había dicho a él que estaría ahí? ¿Le habría ordenado que la matara o algo así? No iba a dejarse, iba a aprovechar cualquier oportunidad que tuviese.

¿Enserio? Mira que en cualquier momento podría haberte recibido en mi tienda, cocinamos muy bien y todo. Lamento decepcionarte si no soy lo que esperabas.... - Bueno si, no lo era en realidad. En verdad parecía como si la hubiesen secuestrado o algo, estaba despeinada, con un suéter largo y camisa interior, jeans rotos y pantuflas de conejo, definitivamente no estaba ahí por gusto o para la ocasión.

Mira vamos al grano, ¿Que fue lo que ella te dijo? ¿Me vas a matar o algo así? ¿Me vas a lanzar una maldición de nuevo? Dímelo. - Claro, qué iba a saber Harley que Mina era incluso misteriosa entre los mismos de su revolución.

ESCENARIO 1- BODEGA

En vez de contestar a sus sarcasmos, su única respuesta a si podía quitarle las cuerdas que la tenían así, fue mover la varita para apretarlas más y que no pudiera quitárselas en tanto se fueran aflojando. No sabía nada de ella, no sabía si aún tenía su varita, quién la había llevado y por qué motivo estaba ahí a pesar de todo, así que tenía que ser cauteloso. No parecía haber cambiado de expresión a pesar de los sarcasmos aunque no estaba realmente acostumbrados a ellos cuando tenía a alguien atado frente a él y cuando mencionó lo de la tienda solamente arqueó una ceja.

-No estoy decepcionado.

Aunque sí bastante confundido, pero de nuevo, más valía no dejar mostrar ninguna debilidad ante nadie. Y se confundió más cuando mencionó a una “ella”, sin saber muy bien a quién se refería, aunque posiblemente estuviera hablando de una de sus compañeras, aunque no sabía muy bien de cuál.

-Todavía no he decidido qué hacer contigo, tendrás que ser paciente. Y no voy a matarte, ¿cómo sabes que no queremos que tu mamá y tu papá aporten dinero para financiar esta batalla? Para mi vales más viva.

Se acercó a ella y se acuclilló para poder mirarla un poco a los ojos. Algo que los periódicos olvidaban mencionar casi siempre era su altura, que por muy poquito sobrepasaba los dos metros. La inspeccionó como si fuera una criaturita, profundizando la mirada. También hablaba con un acento sucio, más incomprensible que el británico común.

-Pero casi pareces muy segura de que no te mataré aunque lo digas con tanta soltura. Eres engreída con la posición que Jesse te aseguró entre nosotros o bien, no le temes a la muerte. ¿Cuál de las dos es?

Si tenía que ganar tiempo hablando tonterías en lo que alguien le daba información sobre ese asunto, entonces podía hacerlo.

Los minutos pasaban y con ello el pensamiento de que haber dejado ir a Pepe había sido una mala idea. Bastian seguía llorando, a pulmón abierto. Llevaba los ojos sumamente irritados y las lágrimas cubrían sus mejillas. Afortunadamente, ya había dejado de hacer volar objetos punzocortantes. El animago lo mecía en sus brazos tratando de calmar al pequeño, nada de lo que estaba haciendo funcionaba. Recordó aquella ocasión que se quedó a cuidarlo con Mina. La ejecución de magia lo tranquilizaba, no se iba a transformar en grifo en la sala pero si podía hacer algunos hechizos menores para distraerlo.

Sacó su varita y conjuró un vera verto al florero, el niño dejó de llorar por algunos momentos. Apenas terminó el efecto del hechizo, volvió a romper en llanto, esta vez mucho más fuerte. Algo no andaba bien, Lucían lo podía sentir. Ni Harley, ni Mina dejarían a Bastian solo, ni Pepe estaba en primera estancia, cuando regresaran iban a tener que explicarle por qué carajos dejaron al niño solo. Sin embargo, mientras pensaba como abordar a ambas chicas, Werther apareció de la nada, gritando, preguntando también por su esposa. Seguramente había escuchado llorar a su hijo.

Cuando lo vio, lleno de sangre no dudó en levantar la varita discretamente. No tenía que ser muy listo para entender que esas manchas no fueron hechas en su oficina en el congreso mágico, eran obra de magia de sangre, magia de la secta.

-Eso mismo quisiera yo saber. Vine a visitarlos y me encontré con Bastian llorando, solo...- Trataba de sonar los más casual y espontáneo posible. Debería actual normal para que no se diera cuenta de que ya sabía cual era su "trabajo nocturno". Cuando le pidió que le regresara al niño, Lucían dio un par de pasos hacia atrás, no iba a dejar a Bastian en brazos de un asesino, por muy su padre que fuera.

- No voy a darte al niño si estás lleno de sangre...¿Qué carajos hiciste, Werther?–

Harley no actuaba generalmente con dolo, en realidad decía esas cosas porque no medía las consecuencias de sus actos, nunca lo hacía en realidad, eso es lo que la había llevado a donde estaba en primer lugar. Se quedó quieta cuando las cuerdas empezaron a apretarla aun más, le ardía la piel, con lo dicho ella jamás había estado en una situación medianamente parecida, por lo cual todo eso la conflictuaba muchísimo.

Claro que escuchaba su voz aun que siempre había sido torpe para entender los acentos diferentes al americano, confundía palabras que se parecían mucho, aun que entendió muy bien lo que Ferdynand decía, especialmente la parte de sus padres que le hizo soltar una media sonrisa.

Lo siguió con la mirada, aun que mientras más se acercaba a ella más imponente parecía, Harley tenía una mirada audaz, no parecía fácil de intimidar. De hecho, cuando le dijo esas últimas palabras se empezó a reír, al principio despacio como un pequeño ratoncito, luego soltó una gran carcajada al aire.

No jaja… pero ¿Enserio no te dijeron nada? Dios… debes estar bromeando. – Tomó aire porque pensó que la vida se le estaba yendo, en realidad estaba exagerando, tal vez estaba tan acostumbrada a tratar con locos que perdían el control fácilmente que esa era la forma en la que ella misma había aprendido a liberar la tensión, provocando a la gente.

Mira te lo voy a hacer fácil porque se nota que solamente te utilizan como blanco para este movimiento, ¿Sabes que hay alguien detrás de Jesse dando las ordenes, cierto? Bueno, esa persona me ha traído aquí, hay un gran mal entendido y yo necesito llegar a mi casa, con mi familia. Debes dejarme ir…

No esperaba que funcionara su charla, tal vez solo estaba jugando con ella, tal vez solamente estaba midiendo para saber cuál era la información que ella tenía consigo. Fue tras unos segundos de silencio que Harley se desespero, en verdad se desesperó y luchó pataleando como una loca para quitarse las malditas sogas.

DÉJAME IR, MALDITA SEA NO PUEDO DEJARLES A MI HIJO!!

Ferdynand alzó la ceja al escuchar la risa de Harley, aunque no pareció ofenderse, ni sorprenderse. Como ella, había tratado con locos toda su vida pero siempre le habían parecido ridículos y por lo general no contestaba a sus provocaciones. Siempre había sido un tipo tranquilo y después de lo que le había pasado, había aprendido a tomarse las cosas con aún más paciencia. La gente le parecía interesante y misteriosa, cada uno a su manera, pero jamás demostraba hasta qué punto se lo parecían.

Sonrió un poco al escucharla hablar, no le sorprendía que estuviera a la defensiva y que intentara escupir todo el veneno posible. En su experiencia, había dos tipos de personas cuando estaban en peligro: las que se ponían temerosas y suplicaban, y las que lanzaban amenazas e intentaban hacer ver que estaban en control de la situación aunque no lo estuvieran en lo absoluto.

Era cierto, había algo muy raro ahí y Harley se lo confirmó: había alguien más detrás de todo eso, pero Ferdynand no sabía quién, tal como ella decía. Obviamente, no iba a hacerle ver que en cierta forma tenía razón, porque sería poner en duda cualquier cosa frente a alguien que no pertenecía al movimiento. Pero ya hablaría con Jesse muy seriamente. No más engaños, no más misterios. ¿Un político poderoso estaba detrás de todo? ¿alguien que quería tomar el congreso? Iban a rodar muchas cabezas de ser así.

-¿Cómo blanco? ¿blanco de quién? ¿sabes si quiera lo que eso significa?

No se estaba riendo de ella, y quizá era todavía más chocante que se lo preguntara con verdadera preocupación, como si la considerara tonta. Y en cierta forma, Ferdynand consideraba a todos un poco tontos. Luego vino todo el pataleo y el drama sobre los hijos.

-Entre nosotros no hay malentendidos. Ya te dije, no hemos decidido todavía qué haremos contigo, pero gritando no me pones nada fácil, me molesta la gente que alza demasiado la voz. Es un signo de debilidad…o de sordera.

Volvió a mover la varita para volver a afianzar las cuerdas. Quizá lo más simple sería desmayarla y esperar, pero ¿qué había de divertido en eso?.

-Eres una niñita muy caprichosa, ¿verdad?

Harley estaba realmente desesperándose, sentía un vacío en el pecho y como si de pronto se sofocara, no precisamente por las cuerdas que la ataban si no por la tensión de la situación en general.  En realidad no estaba confiada en que Ferdynand no fuera a lanzarle alguna maldición de buenas a primeras y matarla, pero como él lo había dicho, ni siquiera sabía que planes tenían, además no creía que él fuera de los que jugaba con su presa antes de asesinar, tampoco de los que mataban sin más, no tenia la mirada de asesino por que esa la conocía perfectamente, por Werther principalmente.  No, Ferdynand estaba genuinamente perdido en la situación como ella.

Sé que te quieren por que mueves a la gente y saben que irás hasta las últimas consecuencias o al menos eso he escuchado de ti en los periódicos, perdona si no puedo darte una información más detallada, como puedes darte cuenta no soy precisamente la favorita de la rebelión, no ahora, aun que claro eso tu lo sabrías si te lo hubieran dicho… cosa que no hicieron ¿cierto? ¿Qué te dijo Jesse? ¿Qué tenían que cuidarme a mí y a mi hijo? ¿Qué harías si en estos momentos te llega un mensaje de Jesse diciéndote que me mates? Lo harías, lo harías sin saber la razón por supuesto…  Aun que asegúrate que Angus esté a salvo después de matarme.

No podía decirle más por que duh, juramento inquebrantable.  Estaba perdiendo la razón, en verdad.  Cuando Ferdynand apretó más sus cuerdas Harley sintió que la sangre se le iba al cerebro, una presión horrible que le daba vértigo y nauseas.  Sonrió como loca, con el cabello sobre el rostro antes de que los ojos se le pusieran en blanco y su nariz comenzara a sangrar, luego su rostro se fue hacia adelante y quedó cubierto con su cabello…

………Había silencio, silencio seguido de un zumbido horrible en uno de sus oídos.  Cuando la joven abrió los ojos todo se veía borroso frente a ella, sentía el sabor de su sangre sobre los labios, su nariz estaba sangrando, no de manera profusa pero si lo suficiente para que un hilo de sangre pasara por sus labios hasta su barbilla.

Abrió los ojos completamente desorientada sin saber donde se encontraba, como si alguien le hubiera golpeado con fuerza la cabeza.  Eso había pasado, no? Alguien la había atrapado.  Tardó un poco en adaptarse a la luz y distinguir a la figura frente a ella, era Ferdynand Zieliñzki , uno de los cabecillas de la revolución, su revolución…

Zieliñzki, ¿Eres tú?  Dios… al fin te conozco! Qué bueno que llegaste, llevo aquí horas…  esos malditos.  Me atraparon entre varios, no pude ver sus rostros, fue después del atentado en la bodega. ¿Dónde estamos? ¿Se han ido? ¿Puedes liberarme?...

Ella lo recordaba perfectamente, Delilah había salido junto con otro grupo a incendiar unas bodegas propiedad de varitas Wardwell, habían llegado unos sujetos, no eran aurores y los habían detenido. Todos pudieron escapar, todos menos ella.

Soy Delilah, Delilah Hammond, miembro de la oposición en New Orleans. ¿Viniste a rescatarme? Tenemos que irnos pronto, no se si este lugar sea seguro. Ellos saben dónde estamos.

No parecía estar bromeando ni mintiendo, en realidad parecía completamente inocente y reconfortada por verlo.  No estaba tensa como antes, aun que seguía teniendo la misma personalidad, tal vez mucho menos a la defensiva.  Confiaba en el.

Había dos cosas de las que Ferdynand estaba muy seguro: una era que tenía que hablar con Jesse cuando antes para imponer la regla de “no más misterios”. La otra era que si Harley estaba de pronto ahí atada, secuestrada y no era más la favorita de la rebelión ni la protegida de Jesse, significaba que algo malo había hecho, no era difícil sumar 2+2. Lo desquiciaba su tono de pretender que sabía todo, aunque para él estaba claro que tampoco sabía nada de nada, empezando porque parecía tener entendido que la rebelión lo tenía como un arma –social o política, daba igual- cuando las circunstancias ni siquiera eran así. Y en segunda porque no, Jesse no le había dicho que debían cuidar a nadie, solo que no fueran tocados, era una medida muy distinta al “cuidar”.

-En eso tienes razón. Te mataría sin saber la razón si él lo pidiera ahora mismo. Crees que posees muchos secretos, pero no sabes ninguno.

Al verla tener ese mini ataque, seguramente propiciado por el estrés o porque se había pasado en la fuerza con la que la tenía atada, no se inmutó realmente. Era bonita pero tremendamente fastidiosa y engreída, así que no se iba a preocupar. Tampoco lo hizo cuando volvió en sí y levantó su rostro ya ensangrentado. Había visto cosas peores que un hilillo de sangre correr hacia la boca.

Cuando comenzó a hablar como una loca, Ferdynand puso los ojos en blanco. Seguía pensando que trataba con una chiquilla que intentaba por cualquier medio salirse con la suya, fingiendo locura y todo. Se cruzó de brazos y la miró desde una distancia segura mientras escuchaba su historia de locura sobre un atentado en una bodega.

-No conozco a ninguna Delilah Hammond, y los únicos Hammond que conozco son unos pequeños burgueses, nada revolucionarios. ¿New Orleans, dices? Creí que eran de Londres. Muy bien Delilah, te soltaré si me puedes decir qué sabes de una tal Harley Schweinsteiger.

Si quería jugar, entonces él estaba más que dispuesto. Después de todo, tenía que ganar tiempo.

El llanto de Bastian le taladraba los oídos, pero eso era solamente porque sabía que calmarlo era excepcionalmente fácil y que en realidad estaba llorando porque parecía entender que Lucian era un tarado o algo así. Al verlo dar pasos hacia atrás y negarse a darle a su hijo y encima pedirle explicaciones como si tuviera algún derecho de cualquier tipo a quitarle a su hijo y exigir cosas en su casa,  sintió que la sangre le hervía.

-¿Con quién crees que estás hablando?

No había alzado la voz, parecía más bien incrédulo de que Lucian fuera tan tonto como para hacer eso, daba igual si sabía o no sabía quién era Werther ni lo que hacía, nadie cometía la estupidez de negarle a un padre cargar a su hijo cuando lo pedía.

-Dame a mi hijo ahora mismo. Puede hacerte daño.

Y yo también…. No estaba exagerando, Bastian podía ser terrible si se lo proponía y en ese momento no estaba precisamente feliz de estar en brazos de alguien que no era su papá y encima, sentir toda esa tensión. Honestamente, ¿qué esperaba Lucian de todo eso? ¿qué Werther le diera explicaciones? Quizá estaba acostumbrado a mangonear a su hermana y a Harley, pero Werther no era igual. Además, ¿qué diablos? ¿quién lo había dejado entrar si Pepe no estaba? ¿ahora cualquier pelagatos podía entrar a su casa así como así? ¿Dónde estaban Pepe y Harley? Tener todas esas dudas en la cabeza y el torrente de magia del ritual corriendo por sus venas con tanta potencia no le estaba haciendo nada bien, pero trataba de ser razonable.

Bastian lloraba cada vez más, y lo hacía más fuerte. Los vidrios de la sala comenzaban a vibrar ligeramente y miraba a Lucian como sí, aún a su corta edad, muriera por sacarle los ojos. No se había dado cuenta hasta ese momento de lo terrible que Bastian podía parecer de pronto, pero en vez de arrepentirse por lo que había hecho, se dio cuenta de que en él había dejado el legado en el mundo que tanto había deseado.

-Deja de comportarte como idiota, no soy Wilhelmina así que dame a mi hijo ya y lárgate de mi casa.

Le importaba menos que una mierda la concepción que Werther tuviera de él. Era un hecho absolutamente contundente que no le iba a dar al niño y mucho menos en esas condiciones. Lucían pensó en varias teorías, todas y cada una de ellas lo orientaban a que el hermano de Wilhelmina había hecho magia de esa maldita secta. No lo podía asegurar pero por la forma tan agitada en la que hablaba, su latente desesperación y las grandes manchas de sangre tanto en sus manos como en su ropa suponía que efectivamente realizó algún ritual. ¿Para qué o contra quién? Solo Werther lo sabía.

Por puro sentido común no podía dejarle a Bastian, no sin saber donde carajo estaba Harley. No iba a ponerse a discutir con él con el riesgo de que le lanzara algún hechizo. Pese a lo que Werther quisiera creer, Lucían no era ningún idiota. Presentía que de acceder a darle al niño, él lo atacaría por "atreverse" a cuestionarlo. Bastian por su parte, parecía que le desagradaba la idea de estar en brazos del animago pues cada segundo lloraba con más y más fuerza. El comportamiento del bebé no estaba ayudando.

-Me importa un carajo quién seas, no voy a darte al niño mientras estes cubierto de sangre...- Intentaba ser razonable con el padre de la criatura. Fue lo que le dijo desde un principio, si hubiese ido a limpiarse, quizás, solo quizás se hubiera permitido pensarse la idea de dárselo. El rumbo a donde iba esa conversación no le estaba gustando en lo absoluto. Ya sabía lo que tenía que hacer, solo debía esperar el momento justo para hacerlo. También sabía que probablemente tuviera razón; Bastian podía intentar dañarlo como otras veces lo había hecho pero no le importaba, al fin y al cabo era un niño y sobre su cadáver de ser preciso, se lo quitaría de los brazos.

- -De haberlo querido, ya lo hubiera hecho...-[/color] Caminaba lentamente hacia atrás, alejándose lo más que pudiera de Werther. -No me voy a largar de aquí hasta que dejes de comportarte como un imbécil desquiciado. Ve a lavarte y entonces, solo entonces te lo daré-

Delilah no parecía asustada con la presencia de Ferdynand, ni tampoco parecía querer exigirle que la liberara, como parte del movimiento entendía que encontrar a alguien en una bodega así como así no era algo casual y que por lo tanto tenía que asegurarse que seguía estando de su lado y no afectada por alguna maldición o fuera alguien buscando sacarle secretos.

Ella asintió e hizo lo posible por limpiarse la sangre de la nariz con el hombro, ya que no podía moverse mucho tardó, al final pareció volver a la normalidad aun que la sangre aun le sabía en los labios y la ponía algo ansiosa.

Sé que no nos conocemos, trabajo con un pequeño grupo en Nueva Orleans de la academia Loah en Luoisiana…. de hecho…   ¿Dónde estoy? – Ella parecía confundida mirando hacia los lados. LE dolía un poco la cabeza en verdad. – Mi abuelo fue el primer Hammond que nació en Estados Unidos, sus padres tenían una tienda de hierbas y pociones cerca del Garden District, esa tienda se la heredaron a mi padre -  Parecía algo triste al decir aquello, como si en verdad le costara, no parecía un sentimiento que se pudiera fingir fácilmente. – No conozco a la familia de mi abuelo pero se que son ingleses, tal vez hablemos de los mismos, tal vez no.

Lo siguiente lo tomó bien, no sentía que estuviera jugando con ella ni nada, ella lo vio como una oportunidad, como si estuviera en verdad confiando en ella.  Los Schweinsteiger… ¿Harley? Tenía que pensarlo bien.  Luego solo negó con la cabeza.

No debe ser de la familia principal.  Los Schweinsteigers son miembros importantes de la sociedad mágica en América, el cabecilla de la familia es Barnabás Schweinsteiger y está casado con Cordula Immëndorff, ella maneja el negocio de pociones en América y desde hace unos años utilizan esos negocios para lavar dinero. Sé que tienen cuatro hijos pero solo dos están en América, he investigado a esa familia porque gracias a ellos el negocio de mis padres y mis abuelos fue desbancado el año pasado, si hay una Harley Schweinsteiger debe ser la esposa del hijo mayor que está en América, ¿Necesitas que la investigue?  Solo dime que esos bastardos pagarán por lo que hacen y lo haré…

Sonaba decidida, en realidad lo hacía. Había incluso dejado de luchar contra las sogas y parecía simplemente resignada a su destino, como si no le temiera a Ferdynand, pero no por que pensara que pudiera atacarla, si no que parecía estar de su lado en esos momentos.

Ferdynand la miraba atentamente. Sus ojos parecían buscar respuestas que aparentemente no iba a encontrar porque muy rápido –y sin mucho problema- estaba llegando a la conclusión de que Harley Schweinsteiger estaba loca, no porque hubiera visto muchas películas, sino porque era obvio. Escuchó con atención su historia, muy bien elaborada y todo lo demás, la de alguien que estudia demasiado bien sus mentiras o peor, que se las cree por completo. Pero Ferdynand sabía que estaba frente a Harley y nada más, y que hasta donde él sabía, no había ninguna Delilah en Nueva Orleans. Ladeó la cabeza conforme más la escuchó hablar, un poco embriagado por los detalles con los que contaba, por el cambio de personalidad y por ese misterio interesante que le suponía todo en ese momento.

Escuchó también lo que tenía que decir respecto a los Schweinsteiger. Le sorprendió saber que estaban relacionados de alguna forma con Gerhard Immëndorff y no supo bien cómo interpretar eso. No se había enterado antes de que el apellido de soltera de la madre de Werther Scheinsteiger, a quien Jesse había calificado como un tipo de cuidado, era el mismo que el del decano de Brigantia. El mundo parecía un pañuelo más pequeño aún de lo que decían los dichos.

-Muy bonita tu historia, Delilah. ¿Sabías que eres idéntica a Harley Schweinsteiger? Parecen gemelas. Casi lamento no traer conmigo una fotografía.

Se burló, aunque su tono de voz no sonaba a eso, sino a una charla casual. Se acercó a ella para asegurarse de que las cuerdas estuvieran todavía bien apretadas, y una vez asegurado, mantuvo la vista fija otra vez, acuclillado, bastante cerca. Harley tenía atrapada su atención, por el momento.

-¿Y qué sabes del movimiento? ¿Qué sabes de mí? ¿Quiénes son los líderes? ¿Cómo se maneja tu pequeño grupo de Nueva Orleans? ¿Sabías que tenemos una Immëndorff entre nosotros?, ¿sabías que Angus Finnerty está en peligro? Harley me lo advirtió.

No sabía hasta dónde estaba dispuesta a llevar su jueguecito, o hasta dónde estaba realmente loca. Sin duda, alguien le debía muchas explicaciones, como qué diablos estaba él haciendo ahí cuidando a esa demente en cualquier lugar.

Ella se sorprendió por la aseveración de que en verdad era idéntica a esa mujer, de hecho ahora llegaba a su mente un hecho aislado, un lugar del que había podido escapar gracias a varios movimientos estratégicos. Había un hombre que no dejaba de decirle que era Harley Schweinsteiger y que incluso llegó a atacarla.  Eso la sorprendió e incluso sonrió, como si lo entendiera todo de pronto.

Eso explica... dios, eso explica todo! Me atraparon hace unos meses, estaba en una casa y había un asesinato horrendo frente a mi, un hombre no dejaba de decir que yo era una tal "Harley" .. de hecho, no recuerdo como logre escapar de ahí, todo fue muy confuso, me arrojó hacia la pared y me lanzó algunas maldiciones...

Decía eso más para ella misma que por que estuviera explicándole, como si quisiera recrear lo que había pasado en su mente. Volteo a verlo  como siguiendo su mirada mientras ajustaba sus cuerdas, pero no hizo lo posible por zafarse de ellas. De hecho estaba ahí su varita, sobresalía de una de las bolsas del suéter que tenía puesto.

Todo empezó en Nueva Orleans, a principios de año, la mayor parte de los magos que habitamos ese sector tenemos.. teníamos negocios propios, no hay muchos "egresados de la universidad" por esas calles, pero los que asistían a la universidad Loah nos dijeron sobre el movimiento, lo que quieren lograr.  Luego se publicó tu nombre y el de los otros.  Actuamos por nuestra cuenta en esa sección del país, supimos que quién se dice ser el líder es un tal Jesse Crawford que ya ha atraído la atención de los medios recientemente.  No lo conozco tampoco a él.

Se quedó en silencio mordiéndose el labio inferior como si estuviera analizando la situación, luego continuo-  No sabía que una Immëndorf estaba ayudandoles, ¿Confían en ella? Si está de nuestro lado y está dispuesta a renunciar a su imperio de pociones por mi está bien.  Sobre el tal Finnerty no puedo decirte nada, no lo conozco en lo absoluto.

Lo veía directo a los ojos, estaba siendo completamente sincera. En su vida jamás había escuchado nombrar a ese hombre.

Escuchó con los ojos entrecerrados la historia del asesinato horrendo y del hombre que no dejaba de decir que ella era Harley. La parte que le llamó la atención fue, precisamente, lo del asesinato. ¿Había sido cosa de su marido? ¿de ambos? ¿intentaba amedrentarlo? No sabía realmente qué pensar de la demente que tenía enfrente. Sacó la varita y, cansado, conjuró un patronus para Jesse Crawford. Un pequeño murciélago luminoso emergió de su varita con un mensaje “ven a donde me citaste ahora.” Y el tono no era precisamente amable pero es que le desesperaba estar ahí sin entenderle nada a esa mujer.

-¿Sabes por qué no lo conoces a él ni a nadie? Porque no eres parte de este movimiento. Porque Crawford ha recorrido la mitad del país hablando con los grupos que han ido surgiendo en todas partes, y porque si no lo hace él, lo hacemos los otros. ¿Sabes quién ha estado en Nueva Orleans? Finnerty. Tenemos una compleja red de comunicación de la que tú no formas parte, porque para empezar no eres Delilah Hammond.

Además le había dado risa su forma de desenvolverse, igual a la de Harley, diciendo cosas como “por mi está bien” como si tuviera algún decir en toda esa situación, como si controlara algo, como si supiera todo, aunque no supiese realmente nada. Respiró profundo y negó con la cabeza. No quería ser niñera de nadie. No le importaba tampoco estarle diciendo información importante, porque estaba claro para él que ella no iba a salir de ahí.

-¿Usualmente cuánto te dura el episodio psicótico?

Vio de reojo la varita que le sobresalía del bolsillo y se agachó rápido para intentar tomarla. Para él todo eso seguía siendo nada más que un juego, y si Harley de verdad estaba loca y diciéndole esas cosas la estaba dañando de algún modo, no le importaba en lo absoluto, a diferencia de Jesse, no significaba nada para él. En cualquier caso que se hiciera él cargo.

-Eres muy bonita, ¿sabías? Y se te da muy bien mentir. Eso puede ser bueno en ciertas circunstancias, podrías engañar a medio mundo si te lo propusieras.

Delilah se quedo viendo directamente a los ojos de Ferdynand, esperaba que le creyera y por unos momentos pensó que iba a liberarla, luego cuando sacó la varita que la joven tenía en su bolsa, ella le dio una mirada extrañada, no era esa su varita y no sabía de dónde había salido. No dijo nada, solo esperó su resolución.

¿Qué? - Le dijo con asombro e incredulidad, por alguna razón seguía pensando que posiblemente se trataba de una prueba más, no creía que ella fuese quién fuera, por que se parecía a esa joven que seguramente estaba detrás de todo y porque, para empezar, ella tampoco creería en alguien que aparecía en una bodega así sin más

Mira, está bien, lo entiendo. Se que no puedes confiar así como así en alguien atado en una bodega así porque si. Entiendo que dudes, pero te juro que estoy diciéndote la verdad. Ferdynand, solo quiero ayudar en este movimiento.

Su mirada era segura, estaba realmente convencida de todo lo que le decía.

Harley no padecía esos ataques muy frecuentemente, principalmente porque lo habían detectado a tiempo después del primer episodio, pero ahora, sin el medicamento adecuado y con todo el estrés que había pasado, Delilah era su forma de escape, lo que le ayudaba a soportar aquella situación, haber perdido a Mina, estar con la angustia de saber si Bastian estaría o no bien. Pero ella no lo sabía, no recordaba a nadie y seguramente, si viera a Jesse, tampoco lo hubiese reconocido.

¿A quién llamarás? ¿Quieres hacer alguna prueba de mi lealtad? Hazlo. Una maldición, usa alguna poción, lo que sea, lo aceptaré. Estoy de su lado Ferdynand, no estoy mintiendo, en lo absoluto.

Estaba elevando un poco la voz, apretó los labios con fuerza, era una mujer con decisión, sabía lo que buscaba e iba a conseguirlo.

¿Por qué estás tan seguro que no soy Delilah Hammond? Puedo enseñarte mi identificación, puedo llevarte a mi casa, a la tienda de pociones que tuvo que cerrar, en verdad. Puedo hacerlo.

Buscar una revolución social significaba llevar una carga mucho más pesada de la que cualquiera pueda imaginarse. Aun cuando se aceptan las consecuencias, aun cuando se pretende ser enteramente consciente de la realidad, de todo lo que te puede pasar a ti y a los tuyos, y de todas las cosas horribles que puedes imaginar que tendrás que hacer a lo largo del camino; uno siempre termina cuestionándose irremediablemente el cómo diablos se llegó hasta tal punto. Durante las últimas veintiocho horas, luego de haber torturado sin descanso a catorce aurores de distintos departamentos tanto de la seguridad mágica del país, mi depresión existencial estaba en el cenit de lo tolerable. Literalmente me estaba volviendo loco.

Luego de aquella infernal jornada y de pensar que no se podía estar en un punto más crítico, mi última sesión con Mini me hizo llegar a la conclusión de que estábamos cerca de perderlo todo… absolutamente todo. En realidad no era así: había un recorrido todavía más largo y en general, los resultados del movimiento eran más favorables de lo que cualquiera podría haber imaginado a estas alturas. Y sin embargo, mi corazón se encontraba hundido en un bache de fango que me provocaba la ligera premonición de estar al borde de mi propia perdición. Este era el momento en el que simplemente ya no quería ser el rostro de nuestra revolución, en el que en verdad sentía un absoluto pánico por lo que iba a suceder en las próximas horas… todo el puto tiempo.

Mini se iría lejos de mí, y muchos compañeros tendrían que comenzar a huir de lo que podría convertirse en literalmente una cacería de brujas. Como fuera, toda precaución no era sino meras especulaciones, y ni siquiera era capaz de dar aviso a nadie en lo absoluto, porque lo que me había podido contar Mini era poco más que nada; apenas sabía que Harley nos había traicionado, que la chica había hablado más de la cuenta de lo que se suponía que era capaz de ver a través de sus visiones, y nada más.

Aparecí en la misma bodega en donde Mini me había enseñado una de las peores maldiciones concebidas por la magia, encontrándome con la presencia de Ferdynand y Harley, inmovilizada en el sucio piso del lugar. Pecaría de arrogante si dijera que nunca había confiado completamente en ella, pero bien sabía Mini que jamás había estado del todo contento con su presencia tan absoluta en nuestras vidas.

Caminé hasta llegar a la altura de Ferdynand, sin decir aun palabra alguna. Me costó la vida mirarla a los ojos, pero al fin desvié la mirada hacia la suya, observándola atentamente y tratando mentalmente de justificarla de alguna manera. Ni siquiera tenía una forma de medir su traición, todo era una enorme laguna de incertidumbre de la que solo podíamos salir a manotazos desesperados. Lo único que sabía con certeza era que a quien había traicionado directamente era a su mejor amiga, a aquella persona a la que se suponía que amaba tanto como a una hermana, a quien la había considerado siempre como parte de su familia.

-Harley, en el nombre de la amistad que alguna vez creí que tuve contigo, quiero ser honesto contigo y hacerte saber que no vas a salir de entera de esta bodega sin decirme todo lo que sabes. Creo que es lo menos que mereces… luego de lo que acabas de hacer-



Conocía lo suficiente a Ferdynand como para saber que, a estas alturas, ya no estaba dispuesto a jugar a los chicos buenos con Lovecraft. Lo entendía perfectamente, porque lo que menos quería era alargar aquello más de lo necesario. No estábamos seguros de nada, pero lo que sí sabía con toda certeza era que ya había asesinado y torturado lo suficiente como para tentarme el corazón con una más, aunque se tratara de la pequeña Harley…

Por puro sentido común, un desconocido cualquiera no debía negarle a su padre el derecho de sostener a su hijo. Werther lo miró con los ojos encendidos en furia. Estaba perdiendo rápidamente la paciencia, justo como Bastian también la estaba perdiendo. “Me importa un carajo quién seas” y “no voy a darte al niño” fueron suficiente para que Werther alzara la varita contra Lucian por inercia, pero no sabía si el animago era lo suficiente idiota como para usar a su hijo como escudo. Pero había algo importante en todo eso: se equivocaba si pensaba que Bastian era solo un niño. “Ve a lavarte”, le decía como si acaso fuera su madre. No sabía en qué momento Harley y Mina se habían juntado con alguien que parecía, con todas las de la ley, un retrasado.

La habitación se volvió más oscura. La misma oscuridad que se apoderaba de cualquier sitio cuando algún miembro de la Secta estaba a punto de conjurar algo con terribles intenciones. Bastian era más de lo que parecía, no solo por sus herencias sino por las condiciones de su nacimiento, condiciones especiales, magia que Werther no había dudado ni un segundo en efectuar, aunque costara demasiado. Todo lo que Bastian parecía haber heredado, de un lado u otro, siempre estaría acompañado de la sangre que su padre había derramado por él. Y eso creaba un vínculo irrompible. Si de algo se jactaba Werther, era del lazo que tenía con su hijo. Un lazo que un don nadie no iba a romper.

Bastian, quizá, solamente tenía la intención de seguir llorando para darse a entender, un lloriqueo cada vez más fuerte, tan fuerte que Werther casi deseó que al menos apareciera su hermana para ayudarlo. Su intención no era darle a Lucian las terribles visiones a las que lo indujo. Eso sí era la magia descontrolada de un niño muy pequeño. Lo único que lo diferenciaba de algunos otros niños, era el contenido de las visiones que otorgaba., el contenido de la visión que ahora Lucian estaba experimentando. Bastian había entrado a su mente sin querer, y mostraba un futuro nada prometedor.

El cuerpo de Lucian no era nada. Se había convertido en un amasijo de vísceras y sangre. Un rostro irreconocible, deforme, terrible, en donde aún estaban los ojos que mostraban una expresión de terror, como si los ahí reunidos disfrutaran de ver esa mirada, y no quisieran quitarla del rostro deshecho. La mesa de piedra en donde el amasijo que antes había sido Lucian estaba dispuesto, parecía estar cubierta de pequeños ríos de sangre que recorrían los zurcos de la misma, hasta tocar el suelo. El silencio era casi total, a excepción de los sonidos del sitio, sombras susurrantes moviéndose de un lado a otro.

Lucian estaba de nuevo vivo, entero, pero un rayo verde cruzaba la habitación hasta donde estaba él, de pie.

Lucian estaba de nuevo vivo, pero una bestia invisible abría su pecho, bebía su sangre, tiraba de sus órganos.

Lucian estaba de nuevo vivo, pero un par de ganchos lo alzaban en el aire y después llegaba el dolor, desde todas partes, hacia todas partes.

Lucian estaba de nuevo vivo, y un pequeño Bastian lloraba y estiraba los brazos hacia Werther, que lo recibía.

Sin atreverse a hacer nada porque Lucian tenía a su hijo en brazos, de frente. Werther se había mantenido inmóvil al darse cuenta de lo que Bastian hacía. No era la primera vez que provocaba visiones terribles a la gente. Hasta donde sabía, se lo había hecho a algunos Lovecraft, a Harley. Nunca a él o a Wilhelmina, pero quizá se debiera únicamente a que jamás se había sentido en la necesidad de defenderse de ellos o de llevarlos a algún tipo de límite inocente. Lo único que quería en ese momento, era estar en los brazos de su padre.

No tuvo tiempo de preguntarse qué habría visto Lucian o no, ni siquiera importaba. Lo que importaba era tener tiempo para recuperar a su hijo, que el muy idiota recapacitara. Después, ya se vería. Mientras tanto, tenía que actuar, así que intentó una aparición ráfaga para aparecer detrás de Lucian.

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Visiones cortesía de Bastian,  permitidas por el master del tema, Kael L. Lovecraft

Cada vez estaba más y más preocupado por Harley y Wilhelmina, pues no mostraban señales de querer aparecer pronto. Algo no estaba bien ahí y Lucian indagaría hasta el fondo del asunto. Pero primero debía lidiar con Werther. Nunca fueron particularmente unidos, de hecho solo eran corteses uno con el otro, sin llegar a estrechar su relación, asi como lo había hecho con Mina, sin embargo justo en esa situación y después de haberse enterado de la secta y de todo aquel que participaba en ella, su percepción cambió. No le tenía miedo, ni de la magia que aprendió ni de sus oscuros propósitos. Era inamovible en su decisión, no le iba a dar al niño en esas condiciones, tenía que entender y al notar que intentar razonar con Werther no funcionaba, tendría que emplear otra salida.

Lo que no contaba era con la inclusión del bebé en escena. La espantosa visión de si mismo hecho una masa amorfa de carne y vísceras, le heló la sangre. El dolor era insoportable, los gritos que, servían para canalizarlo eran mudos, terriblemente silenciosos. La sensación de morir y resucitar para que aquel tormento prosiguiera, era especialmente atroz. No podía moverse y cualquier intento de salvarse era en vano, aunque solo fuera una visión. Visión ocasionada por un bebé, un simple bebé cuya existencia estaba ligada a los horrores más inimaginables. Cuya vida estaría encadenada a la magia en su más pura expresión.

Si bien no tenía miedo de Werther y sus alcances, la visión que comenzaba a formarse dentro de su cabeza era totalmente otra cosa. Jamás había sentido tanto miedo en su vida. Lo paralizaba, lo instaba a temblar como un maldito cobarde. El sudor hizo acto de aparición y pobló su rostro y brazos. No estaba seguro que el orquestador de aquella imagen en su cabeza fuera precisamente la criatura que llevaba en brazos. Pero a pesar del miedo, no debía ceder. Él no era su hermana, él no era ningún débil. Él iba a pertenecer a ellos, iba a adquirir más poder de lo que alguna vez pudiese imaginar. Él iba a vengarse, de Auberon, de McJicahm, de Bill, de él... pero no ahora. Lo único que podía hacer era huir, escapar, mantener al niño consigo hasta que Harley apareciera.

No tenía ninguna duda de lo que estaba a punto de hacer. Aún no era tan desgraciado como para utilizar a Bastian como escudo humano, pero de presionarlo hasta el límite, lo haría, juraba sobre la tumba de Laise que lo haría. Justo segundos después de que la fatídica visión de su propia muerte terminara, Lucían se preparó. Haría una aparición para poder salir de ahí. Estando en un lugar seguro, le avisaría a Harley donde estaba y que tenía consigo al niño.

No tenía miedo de morir. Durante toda su vida había visto como su tía Eva y su madre, llevaban en el rostro marcas de muerte. El horror de perder a compañeros, amigos en el cumplimiento del deber, e incluso matar para salvar vidas o la propia. Ser auror no era una tarea sencilla, no significaba solo entrenar duramente, saberse de memoria contrahechizos y las leyes que regían a la sociedad. Era un compromiso, un juramento hecho hacia si mismo en el cuál se prometía anteponer la justicia y la verdad antes de cualquier cosa. Lucian había atravesado esa barrera hace mucho, sabía que tarde o temprano moriría, lo que haría con el tiempo antes de su deceso, era lo que realmente valía la pena. 

Eso no significaba que buscara la muerte cada que pudiese, al contrario, quería vivir y muchos años, hacerse viejo, retirarse dignamente pero sabía los riesgos que existían al elegir la carrera como protector de la ley y el orden e incluso sabía que eso no era suficiente. No era ningún idiota y sabía lo que Werther había hecho: magia de sangre, magia de aquella secta maldita que le había arrebatado a su hermana, secta de la cual habría de aprender hasta saciarse y lograr cumplir su venganza. No alcanzó a desaparecer con Bastian en brazos, Werther fue mucho más rápido que él y con la ola de choque, lo arrojó violentamente a la pared, haciendo que soltara al niño. 

Levantó la cabeza, viéndolo fijamente, sin parpadear. Notaba ver odio en sus ojos, el mismo odio que alcanzaba a percibir en si mismo pero su mirada era gélida, indolente y pesada. Estaba dispuesto a matarlo y no se tentaría el corazón para hacerlo. Estaba ligeramente diezmado pero no se rendiría, no iba a morir sin pelear, aunque eso significara acabar con Werther. Se movió hacia la derecha, para comenzar a recrear la formación Omega de los aurores.  

-Imperio- Realmente no quería hacerle daño, pero en ocasiones el instinto de supervivencia puede más que la consciencia lógica.

Estaba seguro de que no era Delilah Hammond porque NO era Delilah Hammond. Ferdynand estaba tratando por todos los medios de no perder la cabeza pero cada vez se le hacía más difícil. Se consideraba un tipo ecuánime, así que tenía que actuar como tal.

Cuando Jesse por fin apareció, Ferdynand entornó la vista y lo siguió con la mirada mientras se dirigía a Harley, o a Delilah, o a quien diablos fuera. Por supuesto, Jesse también la conocía como Harley, era natural. Lo único que le hizo encender las alarmas fue que, en efecto, seguía sin tener idea de lo que iba a pasar, o de por qué estaban pasando esas cosas, y no olvidaba todo lo que Harley le había dicho antes de enloquecer.

No iba a contradecir a Jesse enfrente de nadie, era un acuerdo implícito por el bien de la revolución. Si había algo que se tuviera que debatir, siempre lo hacían en privado, o con un grupo de personas muy pequeño.

-No encontrarás a Harley en esa cabecita loca. Argumenta que se llama Delilah Hammond, y que está en la revolución. Cuéntale, Delilah.

Sonaba burlón, pero era consecuencia de sentirse exasperado por estar en blanco en esa situación. Hizo un gesto en dirección a Harley para cederle la palabra, aunque en la punta de la lengua ya tenía un hechizo para desmayarla, solo que iba a esperar a ver qué decía esa chica demente ahora que estaba frente a Crawford. Necesitaba respuestas, necesitaba hablar con Jesse y exigirle transparencia en todo eso.

En realidad ella si era una Hammond, a pesar de su locura había pequeños rasgos de su verdadera vida entre todo lo que decía, distorsiones de su pasado en realidad.  Gracias a eso es que parecía tan segura de todo, por que en verdad la realidad para ella había sido modificada, no existía Harley Schweinsteiger, no en esos momentos al menos y no había forma de que alguien la hiciera creer lo contrario.

Ella se puso alerta cuando escuchó a otra persona entrar en la bodega, alzó la cabeza y sus ojos se mantuvieron fijos en el joven que llegaba. Cuando se acercó mas y vio su rostro, pasó la mirada de él a Ferdynand y viceversa, como queriendo encontrar una explicación a lo que sucedía. ¿Por qué estaban ambos lideres de la revolución ahí con ella? ¿Era ese en verdad Jesse Crawford? Se mantuvo en silencio hasta que él le dirigió la palabra y una mueca de confusión se dibujó en su rostro .

¿Qué? No no no. ¿Crawford cierto? No, están confundiéndose todos ustedes. - Estaba buscando apoyarse en algo para levantarse del suelo, tardó un poco en lo que Ferdynand explicaba, con un sarcasmo que ella pudo entender perfectamente, quién era ella.

¿Qué tengo que hacer para que me crean?, tienen a la persona equivocada! Entiendan! - Se había puesto de pie con los brazos sujetos aun por el hechizo. Sabía que si corría lo suficiente y esperaba al menos podría deshacerse de las sogas pero... ¿Que haría una vez que escapara? ¿Por que ellos no le creían?

Puedo encontrarla por ustedes, a la persona que buscan lo juro. Haré cualquier cosa que me pidan solo suéltenme. Voy a mostrarles que todo esto es un error.  Escucha.. si ella es tu amiga o lo que sea, voy a encontrarla Crawford, en verdad.

La chica hablaba exactamente igual a Harley pero no parecía ser ella. No mentía cuando decía que no lo conocía o si lo hacía era como esos mentirosos que creen completamente lo que dicen. No había duda en su forma de hablar, más aun por que Jesse ya conocía ese tono decisivo en la voz de Harley.  Era ella, pero simplemente estaba en uno de esos ataques de locura Lovecraft como otros miembros de su familia, como el mismo Marcellus.