We get sick together -Mina-

Mina lo escudriñó con la mirada, con los ojos entrecerrados y un gesto serio, adusto. No sabía si Lucian quería esa magia para su propio beneficio y eso era algo que no se podía dar el lujo de permitirse.
 
-Yo le enseño hechizos a Jesse y Jesse se los enseña a quienes considera fuertes y relevantes. No podrían defenderse ni ganar esta partida si no aplicaran las mismas técnicas que ellos. Jesse a mi lado se desarrolló lo suficiente como para dejar de lado ciertos moralismos, lo orillé a que abandonara la parte buena de las cosas, a que fuera implacable y que no le importara hacer “lo bueno” o “lo malo”, sino que fuera más allá de eso. La magia tiene muchos matices.
 
A eso se refería en parte con que con ella las cosas siempre tomaban carices extremos, no siempre positivos, aunque en realidad su punto era otro.
 
-No voy a enseñarte hechizos para uso personal. Los aprenderás solamente si los usas para el bien común. Y para eso, tendrás que unirte a nosotros y ganarte la confianza de Jesse. Ya te dije que no soy vehículo para venganzas personales.
 
De nuevo volvía a ser la Wilhelmina dura, no la que se rompía al sentirse desesperada, era una faceta que le iba mejor pero que a veces le costaba mucho mantener, sobre todo en los últimos días. Pero de todos modos aquél papel siempre le había gustado más, porque era como una barrera; la de la Mina indolente, que sentía poco por las personas, que siempre anteponía otros intereses a los sentimentalismos.
 
-No puedo enseñarte oclumancia, un legeremago tiene que hacer eso. No sé entrar en la mente de los demás para ayudarte. Y nadie te sigue, Lucian, si lo hicieran ya estaríamos jodidos hasta la médula.
 
Aunque eso no lo sabía a ciencia cierta y le enloquecía pensar en ello. Si Lucian no se equivocaba, si alguien de verdad lo seguía por alguna razón, aquello podía salir muy mal. Entrelazó su brazo con el de Lucian, lo miró a los ojos y movió la varita, de la que salió un fino hilo dorado. Le dolió pensar en tantos años de amistad, tanto amor, tantas cosas compartidas.
 
  -Tienes que jurar que no vas a revelar mis secretos, tienes que jurar que no me traicionarás, ni a la revolución. Tienes que jurar que nunca le dirás a nadie más lo que sabes sobre mi, de ninguna de las dos partes, a menos que yo misma indique lo contrario.

De aquel Lucian furibundo y confundido, ya no quedaba nada. Solo había un hombre que estaba a punto de jurar sobre su vida, que guardaría silencio. En la vida se tenía que aprender que no todo es blanco o negro, existían matices, sombras que te hacían moverte de un extremo a otro. El animago era una persona cambiante, alguien sumamente volátil que podía ser llevada con relativa facilidad desde lo más oscuro del ser hasta lo más luminoso.

Justo en ese momento, ya no sentía nada. Ni temor, ni amor, ni ira. Todas esas sensaciones estaban perfectamente ocultas bajo una nueva máscara que sería su rostro diario. No iba a defraudar a la revolución. Le era en extremo importante por dos sencillas razones: La primera, Por que dicha rebelión, era el instrumento para derrocar a ese poder que yacía en las sombras y solo causaba terror y sufrimiento y la otra, Mina y Laise.

Tendría que tragarse su amor por Mina para ganar el favor de Jesse y que este lo contara como alguien de confianza. Era el único alpha involucrado en eso, podría mantener en extremo vigilado a su presidente, entre otras cuestiones. Bastaba con esperar a que terminara todo, para deshacerse de Jesse. Eso, obviamente lo mantendría solo para si mismo.

Un par de palabras eran suficientes para sellar aquel pacto por el cual ambos podían morir. No obstante, quedaba la incógnita sobre qué relación habría entre ellos de ahora en adelante.

- Lo juro...-

Aquel hilo dorado que salió de la varita de Mina, se enredó en sus brazos, dando por hecho que ante cualquier mención de los secretos de la epsilon, caerían muertos sin importar nada.

-Estás consciente de qué...- "estás entregándome tu vida?" Quiso decir pero prefirió callar.

-No sé en qué momento te perdí Mina. Perdóname por no ser la persona que esperabas que fuera. En verdad, lo siento...-

Mina arqueó una ceja cuando Lucian no terminó su frase, pero estaba casi segura de lo que habría dicho de haber continuado. Dibujó una sonrisa y negó con la cabeza antes de soltarlo y hacerse hacia atrás como si quisiera mirarlo bien, desde otra perspectiva.

-Lucian, yo no esperaba de ti. No esperaba nada de nadie.

Había aprendido a no hacerlo a la mala. Primero con Jesse, después con Marcellus. Cuando esperaba cosas de la gente siempre todo salía mal. Era mejor no tener ninguna expectativa en lo absoluto, porque así no salías herido. De cualquier forma no había querido involucrar a nadie que le importara en las cosas en las que se había metido, ni a Harley ni a Lucian, concretamente, porque era peligroso.

-No quería exponerte, ni a ti ni a Harley, no quería que se vieran en la necesidad de elegir algo por mi, o sentir que me traicionaban por no elegirlo. No quería ponerte en esta posición, mira a lo que llegamos…

A torturarse, literalmente, a exigirse, a juramentarse. Y en medio de todo eso, estaba ese amor que parecía destinado a nunca cumplirse. Se mordisqueó el labio inferior como si de pronto ya no supiera cómo actuar frente a él, había visto la faceta de ella que precisamente había escondido con más ahínco del mundo. Se cruzó de brazos y desvió la vista hacia su escritorio. Era como si le costara un trabajo infinito pedir disculpas mirando a la gente a la cara.

-Lamento haberte lastimado, lamento haberte lanzado esa maldición. Lucian, te quiero demasiado, pero estas situaciones me tienen en el límite, y mis reacciones a veces no son las mejores. Nunca he querido herirte realmente, de ninguna forma.

Ya no había marcha atrás. No solo era el cariño lo que los unía, ahora también un juramento inquebrantable. Lucian jamás se había sentido tan decepcionado en toda su vida, no por Mina, sino por el mismo, por no saber afrontar situaciones que iban mucho más allá de su control. Ambos estaban muy jodidos. Mina por su parte estaba involucrada en una revolución que si bien salía, traería grandes beneficios a la sociedad pero sino, solo la destruiría. Sin contar el hecho que, tenía a una secta de hechiceros con el pie en su cuello, apretándolo cada vez que ellos lo requerían. Lucian simplemente estaba jodido por dejar que los sentimentalismos lo doblegaran, por dejar que el inmenso amor por la épsilon decidiera salir a flote y por permitir que aquello que estaban orquestando desde hacía ya mucho tiempo, fuera el instrumento de una venganza personal que distaba mucho de salir exitosa si seguía cometiendo esa clase de errores.


-No quiero volver a tener esa discusión contigo de nuevo, Mina. No querías exponernos y pretendiste que alejándonos lo ibas a conseguir y no es así. Elegiste por nosotros, sin consultarnos si de verdad queríamos estar contigo o preferir dejarte hacer lo que tuvieras que hacer. La única verdad es que no nos diste el beneficio de la duda, pensaste que jamás entenderíamos esto. Acéptalo, no fue por “protegernos” fue por que nos ves como un par de tontos que no entienden nada…-


Habló con dureza pero sin elevar ni un solo decibel. Era cierto, ambos llegaron a unos extremos que jamás creyeron y habían conocido sus facetas más oscuras. Mina ya no podría decir que Lucian no la conocía por que, lamentablemente, ya la había visto en todas sus versiones, siendo esta, la que más miedo y coraje le dio. Tragó saliva al ver que la joven se volteaba para darle la espalda. Caminó hasta ella y sin previo aviso, la abrazó.
No había segundas intenciones en ello, solo quería estrechar una vez más a esa mujer que tuvo el poder inmediato de sacar lo peor de sí y de volverlo a la normalidad.



-Yo también lo lamento, Mina. No quise lastimarte con ese cruciatus…me volviste loco y esa no fue la mejor reacción que pude tener…Entiende una cosa, voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que la revolución tenga éxito y para protegerte. Daría la vida por ti de ser necesario-

Negó con la cabeza. Claro que no los veía de esa forma, al contrario, solo que precisamente porque sabía que no eran un par de tontos que no entendían nada era que los había dejado al margen. Harley estaba casada con Werther, Lucian era hijo de la jefa de aurores. No quería complicarles la existencia a costa de ella pero entendía que sí, que quizá lo había hecho todo mal, y los había subestimado.

Se sobresaltó al sentir su abrazo, contuvo el aliento. Había habido tantas sorpresas en ese lapso de tiempo, con él, que no sabía realmente cómo iba a reaccionar. Estuvo dura, como piedra, hasta que escuchó sus palabras. Ahogó un suspiro y lo único que atinó a hacer fue a estrechar sus brazos, ahondar en este extraño abrazo y acariciar sus manos. Si así tenían que ser las cosas, entonces que así fueran.

-No digas eso. Que darías la vida por mi. No lo digas.

Había aprendido en ese tiempo que por alguna razón las cosas con ella siempre solían ser demasiado literales, y le dolía el vientre de pensar que por su culpa se pudiera perder la vida de alguien, menos de alguien que le importaba tanto como él. Lo estrechó de nuevo y pegó la cabeza a su pecho. Lanzó un suspiro profundo.

Le gustaba, saber que la amaba. Egoístamente le gustaba estar consciente de ello, de los sentimientos que ahora había entre los dos, a pesar de todo, a pesar de saber que era algo que no podía ser, tenía que admitir que la idea de saberse amada de esa manera le podía, y mucho, pero siempre había sido así, porque en el fondo siempre había sido una niña insegura aunque pareciera lo contrario.

Se separó de él lentamente aunque solo fue para darse la vuelta. Lo miró fijo antes de volver a pasarle el pulgar por la mejilla que aún tenía un tanto manchada de sangre, aunque se había secado y ya no podía removerla, terminó tapando la mancha por completo con la palma. Le dio un beso en el lado contrario.

-Lo haré bien, a partir de ahora te prometo que lo haré bien.

Exhaló sumamente cansado y  la apretó más fuerte y exhalando en medio de tanta confusión. No respondió nada cuando refutó la posibilidad de brindar su vida por ella. Lo haría, sin pestañear siquiera, sin embargo, distaba mucho de querer arrojarse irresponsablemente a la muerte inminente. Sería cuidadoso con lo que decía y sobre todos con quienes trataba. Aun se encontraba demasiado abatido por lo que había descubierto. Personas a las que les tenía en alta estima habían hecho cosas terribles por motivos insulsos.

Lucian le había dicho una vez que no era un idiota que podía manipular, desgraciadamente cayó sin remedio en ese juego de manipulación de la que ella era experta. Bajó la cabeza un poco para juntarla con su rostro, dejando a medias un beso en la mejilla. Ella se giró y tocó su rostro, acariciándole el pómulo lastimado. Lucian fijo su cristalina y grisácea mirada en ella, sin parpadear un solo momento, tratando de ahondar en los ojos de Mina, algo a lo que no tenía el valor de llamar por su nombre.

-No prometas nada que no puedas cumplir, Mina. –

Tomó ambas manos y las besó con ternura, deslizando una, precisamente su propio rostro, hizo el mismo movimiento, acariciando su mejilla con el pulgar y sonriendo desganado.


-Soy un imbécil. Debí haberte robado cuando tuve la oportunidad. Jamás debí haber permitido que…- “Jesse te arrebatara de mi lado” no concluyó la frase por que le dolía saber un insufrible y miserable perdedor.

Incluso ella misma sabía que en efecto, esa promesa era algo que no iba a poder cumplir en su totalidad. Que por más que se esforzara, siempre terminaría haciendo alguna tontería, terminaría jodiéndolo todo, porque parecía que lo traía en la sangre. Pero no quiso darle la razón y hasta se las arregló para soltar un “que sí, te digo” justo antes de sentir su beso.

Lo tomó por las muñecas y le sonrió a medias, en especial cuando le decía que debía habérsela robado. Aunque no terminó la frase, Mina estaba casi segura de a qué se refería. Suspiró profundo, como si estuviera muy consciente de su destino, de que las cosas habían pasado así por alguna razón y punto.

-Desde niña ya era una idiota. Debiste advertírmelo.

Que Jesse solamente le iba a dar dolores de cabeza, de una forma u otra. Pero en efecto, Lucian mejor que nadie- a excepción de Harley- sabía que desde muy joven se había obsesionado por el ahora presidente Delta y que todas sus decisiones parecían siempre ancladas a ese detalle, sus decisiones más idiotas, además, como dejar a su familia y casarse con él así nada más. Y nadie nunca le había dicho nada. Pero ahora las cosas eran totalmente distintas, radicalmente.

-Te haré parte de mi vida, te lo prometo. Nunca más te dejaré fuera. Esa es una promesa que sí pienso cumplir.

Aunque también estaba dispuesta a vigilarlo de cerca, especialmente ahora que lo sabía errático, explosivo. Lo necesitaba de su lado, pero también lo necesitaba en condiciones.

-Tienes que dormir. Será mejor que vayas a tu fraternidad. Y oye…escúchame. Ahora que lo sabes…no hagas locuras, ¿sí? No actúes impulsivamente. Te necesito, ya habrá tiempo para venganzas.

O sea, que no se le fuera a ocurrir hacer una locura, como ir a encarar a Billy o algo así. Mina se había tocado el corazón porque lo quería, porque lo necesitaba, porque era su mejor amigo y porque jamás querría lastimarlo. Los demás, cualquier otro de ellos, en cambio, -pensaba en su hermano, por ejemplo- jamás tendrían ni un mínimo de paciencia ante alguien que se jactara de conocer sus secretos.

-Te juro que ya habrá tiempo.

se alegró sinceramente al escuchar que ahora sería parte de vida, como lo debió ser desde un principio. Era lamentable que tuvieron que llegar a lastimarse así, para que ella decidiera ya no apartarlo. Estaba muy cansando, había sido un día en extremo pesado, lleno de tensión y mucho estrés. Lucian aún sentía esa intrínseca paranoia pero ya eataba asimilándolo, por esa razón no estaba actuando como un demente.

Estaba más que claro que iba a vengarse, era su principal motivo de aceptar al juramento que le impuso Mina. No iba a permitir que alguien más sufriera sus pérdidas, sin mencionar que honraría la memoria de su hermana.

- No haré más locuras, lo prometo. Es hora de que me vaya...Mina, por favor, cuídate muchísimo...-

Abrazó a la chica, esta vez mostrando su genuina preocupación por ella. La estrechó fuertemente y levantó su mentón para que lo viera directamente a los ojos.

-Me moriría si algo te ocurriera. Destruría todo...-

Besó su frente y se separó de ella, caminando a la puerta de su habitación. Necesitaba tanto un trago en ese momento...Pero no, sabía que no sería suficiente. Necesitaba a Jordan, ahora más que nunca.

-Adiós, Mina. -

Tomó el pomo de la puerta y salió rapidamente. sin dejar lugar para réplicas o despedidas largas.